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Prensa Libre

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Matar periodistas en América Latina es ya una tradición y suele salir muy barato porque los responsables intelectuales y los propios asesinos casi nunca son detenidos. Según la Federación de Periodistas de América latina y el Caribe, en 2016 hubo al menos 38 periodistas y comunicadores asesinados en el continente. Este número ya duplicaba al del 2015, cuando se registraron 17 víctimas fatales. Aunque algunos casos siguen en investigación, el Instituto Internacional de Prensa ha confirmado que 2017 finalizó con 23 periodistas asesinados en América Latina.

Un país paria

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Luis Aceituno4 elPeriódico

Razones para que Donald Trump nos declare un país paria supongo que las hay por montones. Guatemala, a ojos del actual presidente de Estados Unidos de América, ha perdido a pasos agigantados su condición de aliado estratégico.

“Países que considerábamos amigos, ya no lo son”, dijo en resumidas cuentas el mandatario en una alocución que le escuché por la tele. Mencionó a México, a Guatemala, a Honduras, a El Salvador, catalogados hoy bajo esa nueva y pintoresca nomenclatura de la política internacional: “paisitos de mierda”. Fábricas de pobreza, de corrupción, de narcoactividad, de inmigrantes ilegales, de mareros terroristas… Definición frente a la cual, aquella de “tierra de las guapas mujeres y de la marimba”, como que ya no nos sirve de mayor cosa para enfrentar la tormenta que se nos viene encima. Y

4. Publicado el 6 de febrero de 2018. Disponible en: https:// elperiodico.com.gt/lacolumna/2018/02/06/un-pais-paria/

con tormenta me refiero a las prohibiciones comerciales, al recorte de ayudas, financiamientos, remesas… Bueno, a todo aquello que mal que bien nos ha sostenido en los últimos años. Somos un país que vive de los financiamientos internacionales y de la plata que nos envían los casi 3 millones de connacionales dispersos por el mundo, de los cuales 2 millones radican en Estados Unidos, la mitad de ellos como ilegales.

En fin, no ser amigos de Trump o de Estados Unidos en los tiempos que corren o en la situación por la que atravesamos, nos pone en una situación jodida. Jodidísima, en verdad. Y aquí nuestros arrebatos nacionalistas y de fiera soberanía, no creo que logren solucionar nada. Se dan el lujo de ser países parias aquellos que pueden sostenerse solitos, que pueden alimentar y educar a sus habitantes sin necesidad de nadie, que pueden ofrecer productos indispensables para que se siga moviendo el mundo, como petróleo y tecnología. Pero nosotros que últimamente hasta nos regatean los bananos, no creo que podamos ir muy lejos. Mientras tanto, Sandra Jovel, nuestra flamante ministra (iba a escribir “decoradora”) de exteriores, corre a Naciones Unidas para arreglarle las rencillas personales a su presidente y jefe. Me da la impresión de que Jimmy Morales está seguro de que la corrupción es la que nos permitirá salir del atolladero. De que ni la CICIG, ni mucho menos Iván Velásquez, comprenden nuestra verdadera idiosincrasia y quieren frenar el desarrollo. De que son esos años y años de malos manejos, mafias, transas, evasiones, robos, tráfico… los que nos han permitido levantar cabeza. El que quiera comer y vivir bien que se corrompa. Como él, que toma del presupuesto de la Nación hasta el dinero que le cuestan los zapatos tenis. O que ocupa un cargo público para el cual, a todas luces, no está preparado. Plazas fantasma que les llaman.

Para algunos guatemaltecos el final del 13 b’aktún en 2012 presagiaba el fin del mundo. Roxana Baldetti y Otto Pérez Molina se desplazaron hasta Tikal para ser partícipes del magno acontecimiento. No pasó nada y ellos regresaron más cínicos que de costumbre. Pero algo había de cierto, quizás, en la mitología. No se acabó el mundo, pero este país ha venido desmoronándose aceleradamente desde entonces. Todo se nos viene de a romplón

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