NOVECENTISMO Y VANGUARDIAS

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Novecentismo y Vanguardias 2ºBachillerato Novecentismo y Vanguardias Bajo este rótulo se conoce a la reforma cultural llevada a cabo por autores nacidos en los años 80 del s. XIX, que buscan reafirmar lo propio del nuevo siglo XX rechazando lo característico del anterior: Romanticismo, Realismo e incluso Modernismo. Es una época convulsa políticamente: I Guerra Mundial, advenimiento 1ª República, etc. Pasados los primeros años del siglo XX, comienza a surgir una nueva generación de escritores con una sensibilidad distinta y unos enfoques intelectuales más rigurosos que los hombres del 98. La crítica ha denominado a este nuevo grupo “novecentistas” o “Generación del 14”. Su nueva actitud se observa claramente en Pérez de Ayala, que deja a un lado la denuncia y el lamento y se propone actuar de una manera práctica. Son conscientes del papel político que debe desempeñar la intelectualidad. Algunos miembros de este grupo son: José Ortega y Gasset, Ramón Gómez de la Serna, Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala o Juan Ramón Jiménez. Los novecentistas tenían una concepción de la realidad muy clasista, buscaban el arte puro, la intelectualidad, y eso solo podía estar disponible para unas minorías. El arte novecentista es elitista, refinado y, en ocasiones, obtuso. En cuanto al estilo, son antirrománticos, ya que huían del sentimentalismo y buscaban la deshumanización de las obras para lo que cuidaban mucho el lenguaje. En el ENSAYO destaca Ortega y Gasset, filósofo, autor de La deshumanización del arte donde expone las teorías estéticas que servirán de base a las vanguardias, y La rebelión de las masas. En el terreno de la novela, los novecentistas llevan a cabo una renovación basada en la fusión de lo narrativo y lo ensayístico, la originalidad en el tratamiento de las estructuras y el lenguaje y la preferencia por la vida urbana y moderna. Destacan la novela intelectual y crítica de Ramón Pérez de Ayala con Belarmino y Apolonio, que practica el perspectivismo, la ironía y técnicas narrativas innovadoras cercanas a la Vanguardia. Es fundamental hablar también de la novela lírica, con una prosa artística llena de sugerencias y sensaciones, de Gabriel Miró con Nuestro padre San Daniel, donde no importan las ideas, sino las sensaciones. Por otra parte, Wenceslao Fernández practica una novela humorística y casi esperpéntica que manifiesta crítica y pesimismo; su mejor obra es El bosque animado. Ramón Gómez de la Serna es conocido sobre todo por sus Greguerías y La viuda blanca y negra. En poesía destaca claramente Juán Ramón Jiménez. Él mismo estableció en sus últimos años tres etapas en su producción: época sensitiva, época intelectual y época suficiente o verdadera. En la primera etapa se nota la influencia de Bécquer y los simbolistas franceses. La naturaleza, la soledad, el paso del tiempo, son algunos temas frecuentes, algunos ejemplos son Arias tristes y Almas de violeta. Al final de esta etapa escribe obras más modernistas como Platero y yo. La siguiente etapa es la intelectual, donde reduce la adjetivación y las alusiones sensoriales, para volverse más breve y conceptual, en un intento de encontrar la esencia. Se abre con Diario de un poeta recién casado y se cierra con La estación total. En la última etapa, avanza hacia una poesía cada vez más compleja y metafísica en torno a los grandes temas: la poesía, Dios y la eternidad. Juan Ramón Jiménez representa a la perfección el alma novecentista, pues se convirtió en un autor obsesionado por la perfección formal de su obra, puliéndola hasta el final de sus días. A su vez, en los primeros años del siglo XX, surgen en Europa bajo el nombre de Vanguardia, una gran cantidad de movimientos artísticos que se oponen a la tradición estética imperante y al orden social que sustentan.

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Están en contra del Realismo y busca la autonomía del arte, son irracionales y buscan la originalidad y la experimentación estética. Entre todas las Vanguardias o “ismos”, las que gozaron de mayor incidencia en el continente europeo fueron el Expresionismo, que hace hincapié en la expresión de las emociones interiores en los sentimientos más íntimos del ser humano; el Futurismo, que lanzó una estética que ensalzaba la civilización urbana y las máquinas; el Dadaísmo, su líder es Tristán Tzara, reivindicaron la negació total, la rebeldía pura, la destrucción del arte tradicional. Llega un momento en el que muchos artistas se alejan de Dadá, porque comprenden que no solo hay que destruir sino construir algo distinto, y de esa ruptura nacerá el Surrealismo. En España, los movimientos vanguardistas más importantes fueron el Ultraísmo y el Creacionismo. El Ultraísmo se formó con elementos futuristas y dadaístas, a los que añadió ciertas innovaciones visuales en la disposición de los versos, hasta llegar al caligrama. Aspiran a una literatura intrascendente, sin ninguna finalidad moral o política. El propósito del Creacionismo según su creador Vicente Huidobro era “hacer un poema como la naturaleza hace a un árbol”. No pretenden reflejar o imitar ninguna realidad, sino “crear” una realidad dentro del poema capaz de emocionar al lector; “crear lo que nunca veremos” diría Gerardo Diego, su máximo representante español. Obras vanguardistas son Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez o La deshumanización del arte de Ortega. Dentro del Futurismo destacan los poemas de fútbol de Gerardo Diego y los de ciclismo de Alberti. El Surrealismo fue el movimiento que más marcó la literatura española influyendo en Poeta en Nueva York de Lorca o La destrucción o el amor de Aleixandre.

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