ÍNDICE Refugio de montaña Amurallada Supervivencia Táctica Nana Principios de Arquitectura Celeste Sagitariana Un poema bajo las ruedas de un tren NNN Perspectivas Principios de construcción de un instrumento musical Simulacros Una igual No Sin hacer caso omiso Remolino de mar Lazos Versión de “Otoño” Nudo Poemas pequeños Respuesta a Job Su‐mi‐e Vespera Palabras cruzadas Revelaciones Reunión Suna no onna Pasar la noche Preludio Ella Tejedoras de Huilloc Peligro de intangibilidad
Mujer sentada Allá abajo Verdad cruda Arena Memoria Domingo a prueba Esta es mi fe Ariadna Madrugada Juicio de condenación Contraluz La utilidad de los azahares Mateus Fletxa Ruego Fe Aparición Repetición y caída Llanto Semejanza Dios Beppo Rendición Todo está aquí Destino
REFUGIO DE MONTAÑA Curvada, bebiendo de su sal la tierra viste su desnudez con transparencia hace inaudible música el tímpano, se mueve entre las cuerdas rotas y escala, frágil, la maraña del verbo. Tan alto como van los ojos salta allí, pez de piedra, sin que se turbe el agua y arroja al fondo, donde duermen raíces, tus regueros de luz, tajo en el río.
AMURALLADA Montagnana Tenías el encanto de lo que ha de morir un día sin mis ojos la roja gracia inmóvil los astros de tu lado la conjura y el odio, el alto amor, la sierpe aún dormida, las palomas salvajes, la ventana, la reja, la columna de aire de la Torre más alta, la más fuerte y el sueño. Tenías todo el sueño del cautivo que un día he sido yo que un día he sido buscando entre las piedras maravillas azares albas dioses.
SUPERVIVENCIA Serenidades duplicadas cuando la estrella supera la agonía, su destello caudal y en mansedumbre se prende a la mirada que se queda con ella, abajo, allá, entre los altos pastos de la noche.
TÁCTICA No domino el sitio donde él y su palabra moran. Fui tras el solo instante de saber que entereza es todo lo que un día torna cavidad. Fui tras tropiezos que sostienen.
NANA Duerme en la boca de la noche son las balas el asiento de un voraz desastre vaivén de deportados danza de magra suerte dentellada de lobo. Duerme oscilan las rutas húmedas imprecaciones al asfalto una fila de ahogados golpea las compuertas. Pero duerme y que el sueño te inunde de una fuga hacia el centro del corazón del árbol que la sábana cerque para ti un huracán de lilas.
PRINCIPIOS DE ARQUITECTURA CELESTE Aunque el techo no quiera volverse, por sí mismo, escombro, estéril fragmentación, cuando el tiempo quiebra la línea de los pilares que lo elevan por sobre su propia horizontal disposición todo cae en pedazos. Se encadenan fracturas en la viga y poco a poco hacen un derrumbamiento, aunque el arco se mantenga intacto en apariencia. Grácil es la columna pero soporta todo el peso de la bóveda peso muerto a veces y otras, simple movimiento de los materiales reacomodamientos de la base o de la alzada y en falsa escuadra en pie no se mantiene ni la más sólida estructura. Un galope se acaba con la quebradura de un potro de crines extendidas y grupa poderosa.
Los animales participan de las mismas leyes que las catedrales. Las coyunturas son vacías para el juego de bisagra entre lo alto y lo bajo. La puerta lo sabe y también las rodillas que se hincan. El centro siempre es un punto frágilmente decisivo. El muelle se sostiene por las estacas hundidas en el barro. Si hay movimiento de mareas y es madera sensible el mismo embate reacomoda las piezas ensambladas; si dureza, nadie desembarca. Maderas resistentes se fatigan y quiebran como lo hilos de la trama: por el sector de unión donde son maniatadas por los cabos marineros a su presunto compatible sin previo pulimiento de la caja y la espiga.
Las aguas, remolinos y rápidos son la prueba de solidez de las construcciones humanas. Los cuadrantes de la rosa náutica son padres del horizonte e inicio de los números ordinales. Las rectas que se atraviesan son las generadoras de la rosa. La ojiva se ha hecho para que escale la mirada aún estando tendido ojivas equilaterales sobrealzadas moriscas No hay mirada sin ojiva y viceversa. Razón de ser de ambos planos: el no ser ellos mismos todo el tiempo. El puente vive de las líneas verticales que se resisten a su llana impaciencia por alcanzar la orilla opuesta. Si sólo hubiese tensión hacia el extremo la fuerza de la caída sería directamente proporcional a la ignorancia que se tuvo de los puntos de apoyo.
Así es que los cruces siempre deciden el sentido del plano que habrá de sostenerse o no. Y lo que apunta hacia arriba da nombre al horizonte. Nadie sospecha de las intersecciones sin embargo definen el encuentro con Dios.
SAGITARIANA a Daniela a Ana Por el reverso del alambre va el dragón. Hospeda en su mirada la pupila del tigre. Por encima, su cría. Su cría es una gata morena, entronizada, de morro ávido y grutas intrincadas con nombre de profeta domesticador de leones que se muerde la cola con vocación palíndroma. Un paso y otro, como reflejo de rama verde sobre el agua. Un paso, duplicando paisajes, acorralando el beso. Y el alambre está al rojo. Cada tanto se escucha: No iremos hacia allá: la zona de las curaciones siempre está henchida de peligros. Arrearemos tanta feroz materia del pantano hasta los riscos del poniente para salir indemnes.
Que no te guarden debajo de la lámpara amarilleando de doctrinas hurtadas al tratado oficial ni en bibliotecas dispuestas para que el polvo habite cultamente. Que no te encuentren perdida en el templo de las negociaciones donde la polilla roe y termina girando cegada por la luz. Que no te roben la alegría, la discreta alegría, ni el andarivel de tus pestañas donde fracasan los oráculos y el sueño acuna las albahacas junto a las negras uvas del lagar. Por momentos, el pensamiento bate sus alas rojas: Su estancia no es remanso. Aprende de otro modo. Ese modo de inubicable fuente. Se ejercita conmigo en hallar equilibrio sobre el quemante hilo del circo de tres pistas. Y a veces, estamos a punto de caer en el convencimiento de una única infancia, separada por veintinueve formas de celebrar lo mismo: desamparo y azul retraimiento, extrañeza y ojos de mucho comprender
lo tibio del plumón, el anhelo del verbo. Mira de frente y apedrea el orgullo como sabiendo la inutilidad de lo asignado: esta ecuación, aquel techo bajo, aquella verdad de las proposiciones rigurosas. Me miente, a veces; inventa un lago de heroicas dimensiones imposible de franquear de un solo paso, me vuelve marinero de mis propios recodos cavando en mi niñez debajo de la mesa cuando la lluvia, cuando la inundación y el amplio espacio de la primer tarea. Es su manera de ignorarse en mí y de saberse en ella. En aquel leño ha tallado a navaja el nombre del hermano, ha vuelto a desertar de los muñones y le han crecido sonrisas incipientes que reconozco mías. Ha plantado en el fondo de la casa un espiralado secreto de magnolias que perfuman el cuarto mientras yo le pregunto: ¿has sido tú? Quién era sino la que decía amarme hasta la esquina del aire más cansado, hasta la respiración última, hasta la ceniza de mi frente que la piensa.
Que no profanen el alba de tu raíz silente, la mañana que riela, la campana que danza. Y lo demás será la añadidura de tu curva flexible, las gemas de tu cuello, llamas para la hoguera de tu florecimiento. Por el reverso del alambre va el dragón. Por encima, su cría A pasos lentos sobre el alambre al rojo. Midiendo sus pisadas, calco, concavidad y llaga de uno solo en el insomnio, se desatan los nudos. Y llega del cielo el agua.
UN POEMA BAJO LAS RUEDAS DE UN TREN renunciar a algo propio fácil tentación que estruja papeles e incendia siembras no habidas campos de desolación. otra cosa es el viento y su móvil partiendo letras al goce de la sirena. en el andén esperan mis mendrugos. la cama de hojas dispersas en las vías de plata. hay una luna que me escribe hasta cerrarme los ojos.
NNN la presencia formal la bulimia del ojo y lejos, el salto de la mortal palabra hacia el desván del agua su cansancio de frío, soplo y vértigo último gesto de desaparición y después poco como una gota de tinta azul que se deshace en la veloz corriente de la que todos beben y el cuerpo vivo de una oración trabada por amor a las algas del fondo con la que nunca nada nadie.
PERSPECTIVAS Ser expulsado del cuerpo hacia la altura define el movimiento inverso a todo tropiezo caer dentro siempre resulta paradoja cielo e infierno en el desván donde el pie atisba andamios aprenden a sostener un horizonte más allá de su presunta síntesis. A la cuenta de tres se abrazan ponen los ojos fuera del círculo de lucha y se entregan al salto.
PRINCIPIOS DE CONSTRUCCIÓN DE UN INSTRUMENTO MUSICAL Tómese un ancho árbol al pie de un río claro que haya visto lo necesario para crecer y no otra cosa un árbol sin ansias de saber la biografía del paseante sino sólo su acto de acogerse o no a la sombra en un día donde el sol enceguece hasta al más lúcido tal vez un árbol detenido en el momento justo en que pasaba un niño con su navaja sacando filo al cinto con su bolsa de piedras y los conejos ralos de la caza furtiva que haya visto en sus ojos si habría de convertirse en uno más o en uno menos o en alguno de aquellos que abandonan su encendido periplo de injusticias, señales a punta de metal misterios de la infancia que apenas justifican el acto
de quebrarle una a una sus ramas o en el otro, el otro de su sombra, lejos un árbol solo ningún bosque pues sólo habremos de lograr un instrumento sin pretensión de orquesta, ni necesidad de trueques de música por compañía ni tampoco de vastos escenarios. Y asérrese.
SIMULACROS Sordos oídos del mundo laxos en superficie tienden lazos bocas que no se vacían de sus dientes. Apenas jadeos nunca ahogarse del todo. Porque todo es ir tras la palabra hasta el fondo preciso sin alarde como alguien que ensaya hablar con la lengua cortada. Navegaciones ostentosas saquean galeones hundidos abajo el cordel del anzuelo se pudre de tanto haber enlazado cicatrices y olvidos. Quedan huecos sólo señales dirigidas a los que van y vienen no a barcos varados en abundancia de tatuajes. Una historia que llegue hasta el extremo de la renuncia a hablar
porque nada puede ser dicho sin traición salvo la piel que arde.
UNA IGUAL Ríes, ardes de reír por lo bajo al darte cuenta de que el mundo es puerto libre y llama. Pasa tu porte como encina de rotundo tronco (ah, ese asentamiento en tierra, esas plantas, esos pies desnudos que poco se preguntan hacia dónde y por qué o para cuándo). Y te crece ese felino móvil que no pide permiso, que aborda el barco cuando aún dormita en ti la azul sirena (esa que eres y no) y lo mece entre las piernas y lo atesora entre guijarros de moteados enigmas que el mundo llama: ojos de gato Y zarpas.
NO no una mujer que escribe sentada en el umbral de la dádiva no un ciego que araña la carne de su sombra en el túnel de la noche no un hombre que camina y se abriga con la piel de su desierto. apenas un animal herido que merodeaba por allí y fue cercado por la letra.
SIN HACER CASO OMISO Es la hora del viraje, la hora de la extrema traición a lo esperado. Recuerden que escribía, que escribía olvidando como escriben los mudos la lengua de su infancia. Que nunca fue mi casa este país ni el otro, ni aun el de más allá donde todos encienden luminarias y rezan al futuro doblando sus rodillas con los ojos cegados por la sola promesa de un esplendor antiguo recobrado. Si acaso hubo un país no me contaba entre sus entusiastas habitantes. Nunca me interesaron las ideas que tan graciosamente hunden al otro en épicos fulgores por la sola ganancia de un triste pecho henchido. Aquí, la geografía, madre de todas las batallas, se empeña en demostrarte que eres hijo dilecto de tu metro cuadrado mientras el tiempo acude a abofetearte y te dice: tú única patria designada es esta muy didáctica orfandad. Nada que festejar.
O acaso sí, con este hombre que custodia el sueño de la rosa en los ojos del perro: su ser sobrevivientes.
REMOLINO DE MAR Variaciones sobre una fotografía de Javier Esteban Habrá incendios devoradores que aleguen temporal jaculatoria en boca inaccesible. Tanto hemos sido en poquedad de palpación como en roce de letras veleidad de sílaba vuelta ahora hacia adentro. Retoños apagados en la línea de fuego. Última luz como un disparo al aire. El fondo nos divisa en nuestro extremo débil,
techumbre que empuja hacia lo alto y cosecha elementales sombras. Enemiga memoria deslúcete de puentes levadizos. Tantea en la rotura un límite, claro como un ojo cegado. Sé piadosa costumbre. Abatida desnudez de máscara piel aterida. Que así se nos conceda la perfección de un olvido magnánimo cuando la mano esté a punto de fechar remolinos.
LAZOS Hasta aquí me ha traído una palabra, sus nudillos horadando el vidrio una promesa mellada y roja como el beso quien coma de esta carne y consagre olvidado y feliz el despojo de su sed será precipitado hacia el lenguaje * * *
Será la flecha la flecha que se tiende la flecha de punta roma la diestra mano del soñante de ojos amordazados el blanco centro de la espera Trisca el aire, enlaza anillos el resplandor silente lame rotas mareas la pluma escribe agua He de ver esa luz la flecha dando alcance la flecha de punta roma si el amor si el desnudo he de ver también el otro cielo la flecha que se tiende la caída en la voz y el sereno hontanar
el más lejano si el amor * * * He de ver esa luz Bozal donde palpita la rebelión del nudo bozal de arcilla y limo bozal desmantelado que no se ampara en la cerca ni en la lluvia mano abierta abierta y traspasada abierta cuando el telón de fondo es el mercado mano donde la arena es tiempo ojos donde la brasa se ha guardado en lo hondo en el hondo cobijo del clarísimo instante donde el verde pronuncia su alfabeto ojos del abrasivo recuento innecesario cintura desvelada donde el tumulto es ciego
cintura donde se acuesta el vapor de una garganta de una garganta presentida en la punta de la lengua del vocablo. hombros que sostienen la enredadera de la infancia y pulen los bordes de un acontecer desovillado hombros donde las letras se han perdido pies que se hunden en el barro y cruzan la ciudad y sus esqueletos pies que amanecen en alto, perdonados boca que ha sostenido el hilo hasta tensarlo boca del cántaro en vela conjugado boca que llama al dedo y al dibujo gesto de la débil brizna curvando el aguacero del cuidado que otorga las flor a los perplejos gesto de quien se abraza al aire y salta oración que excede el templo y sus desvelos
oración que maldice los muros de la fiesta privada oración contra los aguijones del laberinto estéril estrella en el entrecejo estrella oculta bajo una manta de injustos desconsuelos estrella que se ve brillar debajo de las piedras envión del columpio del columpio que confía en la noche de la noche en el columpio de la mirada asedio a la torpe muerte de quien vive asedio a la fortaleza del que cae y se clava asedio al aguijón de la certeza silencio crepitando en el fuego de la casa donde se guarda el nombre silencio reposando sus auroras auroras de arenas rojas donde un animal deshace su agonía de siglos
tajo en el rostro del más desconocido semejante tajo por donde desnudar lo último por donde redimirse del muro y de su miedo memoria de lentos leños recobrados memoria de la intrepidez alrededor de un cónclave de águilas país de largos rodeos rigurosos por el perdón de los olvidos país que redimes cada instante dilapidado país en vilo de tu estela proximidad del manantial proximidad en el centro del temblor de la más lejana conjunción proximidad
VERSION DE ‘OTOÑO’ En redor, prisas, hierba desarticulada, párpados en forzada vigilia. Y aquí, el ámbar de la campana y la misma nube arreando sus corderos aún no nacidos en el cielo de ayer.
NUDO Hay memorias cuya destreza se mide en el desequilibrio. A la hora incierta, las pertenencias declaradas: no la efímera luz ni la sentencia del desastre sobre las amapolas. No el afán. Las mínimas torsiones que la mano procura a lo que siempre florece junto a la ardiente zarza.
POEMAS PEQUEÑOS 1 Vestidura de cal viva luto inverso su armazón de huesos. Un designio en la casa irrumpe nervadura, volátiles deshechos de vellón. Punto cero la ojiva, aura desnuda. Se inclina catedral. Renace campanario. Eternidad es lo que resta 2 Parcelas en el alto burladoras graznan sus hipotecas. Caracola anegada descuenta salobres movimientos marinos. Se cierra en círculos de propio discurrir. El pentagrama de olas se retira.
Ruedan sobre la playa tres o cuatro ahogados imprudentes bañistas. Sobrevive la niña de las embarcaciones. 3 Blanco albayalde moneda de luna que raspa la costra del papel y paga fianzas en uno y otro casillero. Costal de sombras para el nido. La lumbre en el rincón. Ciertas mareas bajas.
RESPUESTA A JOB Todo este negro horizonte que ves el vórtice en la taza de café la suciedad (vienes enarbolando una mancha, casi muerto por voraces lepras) se llama rostro oscuro, mío, carne arrasada de humanidad. Se llama dios dentro de sí, sabiendo por primera vez su sombra roja encarnada espina.
SU‐MI‐e un pensamiento que se hunda como brasa en la carne y cauterice los bordes del grito— frío / riguroso como el pincel y su sombra ardiente / desbordado como la mano que lo adiestra — porque la fiebre siempre hace el temblor o un mar donde ninguno se salve del destino de traficar con lo más puro de sí — un mar sin testigos del mar — límite del ojo de la mirada anuncio párpado y espiral o el desierto, su sed y el agua que lo cerca y la línea que pespuntea una ribera de pulsos donde el horizonte es círculo virtuoso que no se ve pero se piensa
mutuo ensayarse roces flecha de seda luminoso lazo
VESPERA Enciende el fuego. Tizna el techo del día con la palabra desasida. Por que tu boca se hunda entre las flores bajo el puntual discernimiento de lo que es. Invoca al fiel de la mano sobre blancas almenas mientras se multiplica noche adentro el rojo laberinto de los signos hasta alcanzar la elemental materia de una infinita extranjería. Tu voz en fuga por el camino claro tu voz en fuga por las sendas de sombra y aquello que al despertar se dijo para sí: el dios del aire te ha retenido en esta calle con el lazo vibrante de su espiral celeste para no ser aún
entrénate en la espera
palabra en línea recta ni vuelo coincidente ni destino y habites como quien pasa —con los ojos transidos por lo que todavía no fue— la tierra de los hombres y sus sagas prodigiosas.
PALABRAS CRUZADAS Juntas las manos y llegas a saber apenas todo: cómo hincarse ante el hambre de objetivo que sustenta el móvil de la flecha cómo borrarse para no ser la diana también lo mínimo: la crucería improvisada de los templos y el tamiz que retiene el azar de los rezos: lo escurridizo de la flor lo perfumado de las aguas.
REVELACIONES Pongo un pie junto al otro cada vez, y entrego a la alta cumbre el punto de fuga de mis pasos. ¿Qué alta torre señala el niño desde abajo herido y sin embargo aún, con los brazos en alto y las banderas del sueño que lo agitan, qué flamean ante sí cuando se duerme para despertarse? Ladra el perro de la infancia que el padre oculto detrás de las fotos desparejas le enviara desde una tierra extraña. Quiebra la madre el llanto con arrullos perdidos en otra infancia de lejanías y trigales. Mañana será siempre la inicial extrañeza de haberse tropezado en las ramas florecidas y haber caído de bruces.
REUNIÓN No eres tú el de la caja, no. Ni ceñido por el marco trabajado, víctima de punzones, pulidos metales, esbozadas flores. Ni tú, tampoco. Allí os amarraron a la presencia cuando la presencia es suelta, entra y sale de la casa, abre los cerrojos del sueño por inesperada visitación y ojos abiertos, reservados a la íntima señal. Ineludible, como el anhelo del poema que se reconoce móvil en sus raíces aunque estén bajo tierra o asidas, como algas, a los brazos del mar. ¿Con qué habré de coronar tu juventud, con qué rosa de los vientos tu velero? La ofrenda de este día tiene la lentitud del tallo que trepa rozando la escollera donde las venas del rocío se han convertido en inscripción.
Húmeda de obstinado ascenso, su imperceptible mano recolectora de cristales, mientras los compañeros chocan sus jarros y varan las embarcaciones entre el fragor de las sirenas. Mi flor, entonces, se reconocerá en el silencio de haberte recibido con el inmerecido don de un año más. La que he escogido para ti tiene mis incontables pétalos de carne, la que moldeaste para mí. Y allí donde no estás, te encuentras tú con él, y ambos conmigo y es la fiesta, el hálito entre el vibrar de las linternas náuticas cuando se desmadejan, de costa a costa los oleajes y me inclino ante esas voces que sólo yo puedo escuchar.
SUNA NO ONNA Él dice: tengo sed Ella duerme bajo un reloj quebrado Cuentan los años de otro modo el día siempre se fuga del encierro Empapa estas arenas con tu mano de seda, le ruega y tú violéntame este río que yace oculto bajo el párpado Si se miran torrentes Si los miran violencia y parches Amor, en este hueco aprendía la espera recelosa del cuervo y no fue más que hacer trizas los papeles con los dientes del viento padecí la amenaza de un animal que conjugaba la noche con el hambre labré la nada como si me supiese ruido de vidrios
cuando el gesto fue a dar directo hacia la boca del espejo si me acaricio con la torpe mano del ensayo vienes tú entre fragmentos a agitar las aguas de la caza y me olvido de la acuciante voz del hormiguero y del bochorno de cargar los días como un costal de opacidades yo vi una vez el mar, lo juro, amor estaba allí con terco afán de beso yo vi una vez el mar desde tu puerta una escalera es nada si no se acuna el primer paso de la primera ola en el tamiz del sueño.
PASAR LA NOCHE Preparación y arrastre: una cinta de seda lleva un sin fin de testimonios por el canal del vertedero. Visto desde abajo el color se mantiene, la tonalidad es un brillo no metálico de permanencia equilibrada. En el alto del norte, sin embargo, rondas de muerte fraternizan con voraces mordidas al unísono desgastando lenguas que por cauces de niebla se dan cita y en cada vuelta el ensueño marea fibras mientras la polea asedia con su mano de cortes. Míralo: Dura lo que el terrón en una mano húmeda, lo que la nieve entre labios de fiebre. Es un modo de surco
donde la mies sería segada prontamente y el mar, vaciado y la pregunta construida por esclavos. En la misma maquinaria se ocultaban navaja y tiovivo, la sangre del poniente exasperando el roce, la tensión incipiente arrasando los surcos y la infancia a contramarcha del sendero cuyo final no era la luz sino los vértigos. Suelta la cuerda porque me urge escuchar las abismales fuentes no el remedo de esas letras de rostro semejante al azar que te rehúyen y no perfilan ni tan siquiera la mitad de tu sombra tan lejos del umbral. Y déjame. Sólo es cuestión de esperar la agonía de los peces por sus propias vocales.
PRELUDIO rendido el cielo a esta inmóvil observancia desata la ceguera del nudo la niñez don del momento: tu risa el lazarillo de pelo manchado con la correa suelta. me cubre los ojos una larga devoción amable consentida esclavitud del ojo como única mirada.
ELLA Se presentó. Dijo llamarse ella. Trasegó lunas a odres de soles para amarlo noche y día en la comba de un cántaro flexible. Moduló gestos de alerta entre la arrogancia de tres o cuatro versos. Anudó cintas. Cruz de ramajes. Preparó el suelo. Quemó arenas. Esparció sacras cenizas. Fue aprendiz. Consagró. Vino para el convite. Halló huecos dispersos. Juró jamás cerrar las urnas con siete llaves, con la llave maestra. Cedió a la mano su lugar.
Prodigó ritos a la espera, se internó en el zarzal como en el agua. Templó la indigencia de su voz hasta dar con el hueso de su suelo de infancia. Se inclinó. Fue apenas balbucear. Veni foras, repitió. Suave. Como quien gime. Veni foras, paloma. * * * Urdió una consagración. Hizo caso omiso de la muerte. Filtró acero entre maderas. Asestó el golpe de suerte con firmeza. Abandonó el filo entre cañas de sombra. Dónde, cuándo, se preguntó,
domar el brillo de la hierba roja, el líquido metal de la corriente. Cómo. Midió el esfuerzo desde el umbral hasta la puerta. Desdeñó la repetición de los cánticos finales. Creyó en el destino de quien rasga los hábitos, en la fricción del dínamo, en el restauro de las piezas. Vió cómo caía la gota. Cuánto arrecian heridas. Vio la llovizna. No lloró. Cerró el libro. Abrió su borde último. La mano esparció propósitos. * * * Izó el cuerpo vencido de una campana hasta la espadaña del cielo. Fue pendulación sobre abismo. Turbulencia.
Y cantares. Respondió en anchos vaivenes, durmió a la mariposa del invierno debajo de su falda. Bendijo el puño del corazón llamando a vísperas. Fue costado en su luz. Hizo música de la fundición de un arma.
TEJEDORAS DE HUILLOC Los ojos son rasgados por manojos de frutas, amansados en trueques de chicha hirviente y lana, trasquilada la propiedad se teje con la sangre. Perros de cacería magra que no muerden el hambre merodean costales de maíz Por ajenas cinturas se va escurriendo el trote, brillan blandos pedernales y labios retenidos en la palma del surco se beben uno a uno los pocos muchos soles. Estos caballos de altiva servidumbre se amarraron a nada: Alfa, Beta del Centauro. Y cuánto vientre después de disponer los huesos sobre el lienzo recibe a la extranjera en la rueda de bocas, camino arriba, siempre, como siendo y no siendo, en la hilera de lanas cuando atrás quedan los pocos parentescos y uno la llama nuestra.
PELIGRO DE INTANGIBILIDAD Una mujer se aparta. Manos en ocultación de rostro Amenaza posible y luna nueva. (Si me clavara un puñal) Y aún así sería un cuerpo a cuerpo un cuerpo igual al mío tacto redentor como si en la greda de los cuerpos no hubiese puñales.
MUJER SENTADA En otro tiempo sabría desde su lengua pronunciar intihuatana, —donde se amarra el sol— con pie mellado asentar la cumbrera hasta calzarle sus sandalias danzar mano con mano entre el polvo que nos arremolina velar entre una hilera de eucaliptos qué hacer por el cordero prematuro qué trigo a cada quién y para qué (era un tiempo de candelas dispersas, peñas rodantes, pájaros de buen agüero y acaso ella se llamara simplemente Perdiz) mas basta a nuestro metro cuadrado de ternura en donde nos asentamos aquí y ahora y por siempre a naufragar en el cielo sin argumentaciones esta muda frontalidad del rostro que se inclina y se vuelve a preguntar al aire: ¿cómo se dice: niño y mujer a la espera de la luna?
ALLÁ ABAJO La compactez cerrada del espejo, sólo muestra el reverso de lo caído. Prefiero tocar fondo. La ineficacia de jamás coincidir.
VERDAD CRUDA Soy tu aprendiz, el que lava los pinceles, el que afina la punta del lápiz, el que prepara la pared para tu obra futura. Tu más fiel aprendiz. El que un día te negará. El que tú amas demasiado.
ARENA Mis poemas y yo habremos de alcanzar idéntico olvido.
MEMORIA Con la hondura de las interjecciones fecundó olvidos la soledad circular de este animal doméstico que fuimos una rabiosa vez.
DOMINGO A PRUEBA Hablar torcido. Pensamiento de pobre. Esta rumia, a veces. Tantas el desdecir la presunta eficiencia de la lengua. Mundo que teje los adentros luchas que en ocasiones me carcomen. Lamentaciones. Alborozos. A dioses mínimos que no sé definir por qué calle vinieron a instalar su intensidad o su letargo aquí, ciudad de largas avenidas. Abrazos como zarpas Gestos abiertos que sin embargo oprimen No saber si reír o si el murmullo Estas ganas de beso y de romper las filas del ordenado asedio que perpetra mi alma contra mí alguna vez darme a la urgencia
de las cuestiones que dicen ser de vida o muerte como el costado ardiendo o el reposo o alguna cicatriz a venerar por un relámpago de asombro esa cartografía Y dos o tres cosas absolutas. Porque he mentido: yo creo en algo que no sé en algo pequeño que sin embargo sobrepasa Y odio algo que no sé por puro olfato por instinto. No todo es comprensible. Ni siquiera mi voz que a veces evita hermanarse con mi canto.
ESTA ES MI FE En la urna de su ojo se guarda un mundo por abrirse flor de invierno que calla su estación flor rescatada del escombro ¿es alegre lo que danza? ¿traza preludios, reconciliaciones? ¿desata lo que ahorca? hay un regocijo liviano como un niño que no deduce ni concluye flor de invierno bajo las matas grises recinto cóncavo que se enciende en el tacto palabra arando noches que atraviesa esa es mi fe mi ceremonia verdadera
ARIADNA Es promesa su pequeño laberinto. Me retiene. Me ofrece su clave. Saltar con la lengua hecha cenizas es todo cuando las voces del mundo maldicen el mudo parlamento del levísimo juego bebo hilos rojos de la ciudad en llamas la zarza en la guarida
MADRUGADA hay un extremo de ciudad sometida a la curvo hay destellos de otros bordes dobla el viento y trazas un margen se hace arena vestimos el frágil otorgarnos la dignidad de recibirnos nadie asedia con la voraz cautela del guardián lo que se enciende don del tajo en la penumbra.
JUICIO DE CONDENACIÓN Hincan su diente. Castigo a tanta boca abierta de asombro. Alguien sangra. Lamentaciones tardías, más espanto. Veloces para soltar la presa. Que acuse la estocada pero que aún no muera pues en su aullido hay precisión de monte y gustan de escuchar las voces del exilio para saberse en casa. ¿Qué látigo de sombras? ¿Qué duda blanden esas manos que aprietan la garganta? ¿Y la boca? ¿Qué ríe? El camino se ensancha Borran hojas y hojas las fronteras perfectas entre senda y campo atravesado.
Cuando le llega el árbol a los ojos acude lo sagrado como dardo y lo clava. Desprovisto de todo será su consagrar lo último que reste. Ya es de noche. Atrás queda la casa a la que no se vuelve
CONTRALUZ La bestia roja de todo sueño salió de caza. Dijo: aquí y allá se encuentra la hondura que pretendo alcanzar. Después todo fue sangre, restos, tropezar. Y el banquete de los otros que no acaba nunca. Y la vida, la mía, que es como morirse de hambre.
LA UTILIDAD DE LOS AZAHARES
Entre el mar ensalzado, urna de heroicas circunvalaciones, y el lecho donde plantaran su raíz el vaso por si fuese preciso ahogar corolas temblorosas en frescor apariencia de lluvia y desmemoria de su consentimiento. Convertirse al gran oficio de la maceración libar su estela y con ellas alzarse, coronados de espuma, de brasa sobre nieve, de infantiles augurios para el solaz de los bastones.
Y al dios agradecerle la prestada inocencia de esas palomas blancas que flotan, ya cazadas por el halcón de vuelo detenido (salto justo, hora justa, soberana intención) el albor invicto (dentro) y la corriente que borra el rostro que miraba unas mieses sobre los techos bajos y lava la roja polifonía de los pulsos (tambores de victoria que robaron su son al curso de la savia, a los latidos, a las alas)
MATEUS FLETXA Versiforme dios la guerra llana en la locura nada ningún sentido minada como hormiguero que se enfrenta con piedra tendida al estropicio jirón haciendo salvas de cañones. Dios, el Diablo y el cencerro: familia sacratísima perpetrando su fiesta conciertos fallidos locos redobles.
RUEGO Me asiste con el audaz trepar de un ruego mudo: lija mi lengua del hábito desdíceme. Audacia de dar en el blanco del que no dispara: que se deshaga la obra la sentencia que se desescriba el laberinto.
FE Noche donde naufraga la opacidad del ojo noche para abolir sentencias de exterminio noche donde claudica la constancia de no estar más que dormido a la espera de otra sombra que espera algún alba La cancelación fue llegando y se cerró una puerta y otra se abrió y así el verde umbral de aquella mano que sostuvo la casa su parpadeo en la vigilia siempre.
APARICIÓN pequeña culebra rebelión del patio a la siesta cuando duermen las brumas
REPETICIÓN Y CAÍDA Maduran los frutos rojos en la estación propicia alimento de ávidas bocas hambrientas de ser dios. Nadie advirtió qué había cerca otro plantío exento de prohibiciones.
LLANTO Sal bendita del agua descendente materia límpido eco de elevadas artesas.
SEMEJANZA Se ha ido lo llevaba una ráfaga de estopa confundido entre briznas rodantes piedras me pregunto el filo dónde la herida y esta mano para qué y el oficio del viento hasta dónde la voz hasta dónde la casa que dice: entra todo te espera este pequeño todo del balcón esta calle arruinada por la mueca alguien que es nadie nadie como yo
DIOS Tardío. Y por eso aún pidiendo que tu mano se pose sobre mí. A destiempo. Lejos de aquel instante en que dije: nunca más. Humano (caído). Y otras vez tú. Posible, en medio de tanto incumplimiento.
BEPPO Tu sabes, Beppo cuánto deseamos entibiar su pie su inexistente alfombra roída por el hueso de sus zapatos negros de punta cuadrada cuántas veces quisimos destilar los zumos atrapados en el blanco tablero con una desmesurada disrrupción que dejase todo en su lugar tú sabes cómo ambos nos tendimos con la misma sonrisa del gato de Chesire no sabiendo si desaparecer para observarlo capturar con la red de sus ojos nuestro simplísimo don hasta que lo hiciese suyo o aguardar para complicarle los pasos desde la cama a la cocina como huéspedes insomnes con nuestra levedad sólo tú sabes cuánto lo amamos tú, que ves en la oscuridad
un tesoro mayor que cualquier irredimible oscuridad.
RENDICIÓN Una palabra se escinde queda en la boca su mitad lo demás confiado al aire empuja cada pliegue su oscuridad y a tientas se sumerje no pretende allanar los bordes y nivelarlos con la hondura de cada cicatriz esa palabra tiene la forma de una boca de una risa la forma de lo que hirió la flexible osadía de quedarse tendida su único destino es recorrer con dignidad
y reverencia este paisaje no conquistar
TODO ESTÁ AQUÍ Al pie del lavabo la parsimonia confiada de un prototipo resistente al tacto animal de humedad animal que te curvas por el viejo miedo de la especie al contacto frontal animal cerrojo cancelada ternura avanza haciendo suyas las baldosas. Sólo está él con su ciega esperanza de vivir. Sólo él. Y el zapato.
DESTINO Llega hasta mí como el rayo y atraviesa mi horizontal disposición. El desfiladero. Esa es la cruz de todo hombre.
Patricia L. Boero Ricardi nació en Buenos Aires, en 1958. Es psicoanalista, restauradora de obras de arte y poeta. Creadora, diseñadora y directora de ZONA MOEBIUS, revista de literatura, arte y cultura www.zonamoebius.com activa en la red desde 2003 a 2010, interesándose por las relaciones entre arte, literatura e Internet y la creación de espacios alternativos para la difusión de propuestas originales de autores noveles en especial. Ha realizado diferentes proyectos con autores y artistas extranjeros a través de la red. Entre ellos el Proyecto 'Save Twilight en español' ‐ música electroacústica y poemas de Julio Cortázar en colaboración con el músico venezolano Arcángel Castillo Olivari y ʹCartas de la Nombradíaʹ, libro escrito en co‐autoría con el poeta español Antonio Mengs y publicado en noviembre de 2004 por la Editorial AdamarAmada de Madrid. En 2006 fue publicado en Zaragoza (España) su poemario 'Cuarto Creciente' y cuenta con varias ediciones de poesía en la plataforma Issuu. Paralelamente a su profesión de base, se ocupa del diseño web para terceros, la edición de libros digitales y la realización de objetos relacionados con la época medieval (tableros estratégicos de juegos históricos y otros) además de dedicarse al miniaturismo realista. Administra el grupo de Facebook “Mujeres en la Edad Media” y es recreadora histórica medieval. contacto: casiopea06@gmail.com