Ecofábulas de Isaac Morales Fernández

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Colección “Manuel Díaz Rodríguez” Narrativa Serie “Cuentos de color” Fábulas, mitos y leyendas

Ecofábulas

Isaac Morales Fernández

SISTEMA NACIONAL DE IMPRENTAS

MIRANDA



Ecofรกbulas


© Isaac Morales Fernández © Fundación Editorial El perro y la rana, 2014 Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21, El Silencio, Caracas - Venezuela, 1010. Teléfonos: (0212) 768.8300 / 768.8399. comunicaciones@fepr.gob.ve editorialelperroylarana@fepr.gob.ve www.elperroylarana.gob.ve www.mincultura.gob.ve/mppc/ Sistema Nacional de Imprentas, Miranda Casa Municipal de la Cultura “Juan España” de Santa Teresa del Tuy. Municipio Independencia del Estado Bolivariano de Miranda Código Postal: 1215 Teléfonos: 0426-904.56.05 / 0416-404.79.01 snimprentas@fepr.gob.ve snimiranda@fepr.gob.ve Red Nacional de Escritores Socialistas de Venezuela Capítulo Miranda Consejo Editorial Popular: Marcelo Seguel Bon / Leonardo Delgado / Krístel Guirado / Bruno Mateo / Arlette Valenotti / María Angélica Ascanio / Ana Karina Rondón. Corrección: Daniela Moreno Urdaneta Diseño y diagramación: Isaac Morales Fernández Impresión y montaje: Julio Valderrey Depósito Legal: ISBN 978-980-14-2478-9 IMPRESO EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


Ecofรกbulas Isaac Morales Fernรกndez



El Sistema Nacional de Imprentas Regionales es un proyecto editorial impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, en corresponsabilidad con la Red Nacional de Escritores Socialistas de Venezuela. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una imprenta que le da paso a la publicación de autoras y autores, principalmente inéditos. Cuenta con un Consejo Editorial integrado en su mayoría por promotoras y promotores de la cultura propia de cada región. Tiene como objetivo fundamental brindar una herramienta esencial en la difusión de ideas y saberes que contribuyan a la consolidación del Poder Popular: el libro, como documento y acervo del pensamiento colectivo.



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Pequeño

prólogo dedicado

Todo lo que escribí antes de mis veinte años de edad, lo boté. Sin embargo mi esposa siempre me insistió en que esa serie de pequeños cuentos valía la pena guardarlos. Fueron diez, llamémoslos “fábulas”, que escribí cuando tenía dieciocho años. Me había influenciado sobremanera una lectura típica de esa edad: Esopo. Aún siento especial afecto por aquellos relatos repletos de moraleja, y de hecho, años después, trabajando como docente a nivel de diversificado, estimulé en mis alumnos el aprecio por la lectura a través de Esopo. Hay una alumna que siempre recuerdo porque durante mucho tiempo, al encontrarnos por casualidad en el pueblo, su manera de saludarme era bromeando intempestivamente “¡este es un final inesperado!”, aludiendo a la característica de la fábula clásica que yo una vez expliqué a su clase. En 1998, un grupo de familiares y amigos muy cercanos, incluyendo mi actual esposa, gustaron mucho de las que yo solía titular “las ecolofábulas odiosas”, al punto de que se convirtieron en mi primer pequeño orgullo de escritor.Tal vez por eso nunca me decidí a desecharlas. Sin embargo, pasó el tiempo y siempre estuvieron archivadas en mis consecutivas computadoras sin que yo les prestara la más mínima atención. Hoy, 2012, catorce años después, 9


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decido desempolvarlas, retocarlas solo un poco para que conserven su tono adolescente, apuntando precisamente a este público joven, y todo por una razón fundamental: quiero dedicarlas a mi hija Yanín Yrene con todo el amor que puedo profesarle. Los teóricos han explicado detalladamente esta arquitectura bien estructurada que es la fábula, tal y como la puso en práctica Esopo en el siglo VI a.C. Así, en el siglo XX, los trabajos del norteamericano Ambrose Bierce con El humor y sus Fábulas fantásticas, del peruano Ciro Alegría en Fábulas y leyendas latinoamericanas, y del guatemalteco Augusto Monterroso en La oveja negra y otras fábulas han demostrado que aún 2600 años después la fábula es un género al cual los narradores pueden acudir. También podemos mencionar a Goytisolo y a un libro fundamental para mí dentro del género fábula que es el Bestiario de Juan José Arreola. Yo decidí acudir de una manera experimental: estas Ecofábulas fueron concebidas desde el principio como una especie de renovación de ese subestimado subgénero de la narrativa. En primer lugar, dejo atrás los títulos explícitos porque Esopo nunca las concibió con título tal y como concebimos hoy lo que es un título de obra literaria. En el siglo VI a.C., esto no era muy diferente de la simple necesidad de nombrar las cosas, y en este caso siempre aludía a los personajes principales. Bierce, Alegría, Monterroso y Arreola aún conservaron esta manera clásica de titular la fábula. Yo preferí siempre hacer uso de técnicas narrativas menos clásicas, y por ello los títulos aluden cínicamente a las situaciones, es decir, a 10


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la acción sucedida en el texto: lo que pudiera ser El hombre y el toro, yo lo he titulado El ventajista, dando la posibilidad al lector de descubrir lo que está leyendo antes de que el autor se lo diga. Lo que conocemos como moraleja en la fábula, que está siempre relacionada con asuntos medio prácticos y medio filosóficos a la vez, o a cierta sabiduría popular, yo lo he encerrado en un solo tema, un tema urgente y sobre el que todo muchacho y muchacha debe reflexionar: la ecología. Sin embargo, aunque la moraleja de la fábula siempre es clara y precisa, yo he tratado de hacer reflexionar desde la crueldad, para así estremecerte a ti, joven lector, ubicándote desde el punto de vista, siempre, del animal que sufre las vicisitudes de estar en un planeta plagado de humanos y del capitalismo depredador. Otro asunto que intento dejar atrás en la técnica clásica de la fábula es el uso del diálogo, así que no hay ningún tipo de diálogo entre personajes animales, a menos que se desee hacer una excepción con una sola de estas fábulas que está relatada en primera persona, lo cual puede identificarse como un monólogo interior. El suspenso, totalmente ausente en la fábula clásica esópica, en estas es un recurso absoluto, precisamente, como expliqué líneas atrás, para que el joven lector desee descubrir antes de que desee terminar de leer. Y hablando de terminar de leer, antes de que otro oso polar caiga de un cubito de hielo (escribo esto mientras escucho Countdown to extinction de Megadeth), les dejo inmediatamente con las Ecofábulas. Isaac Morales Fernández, 2012

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EL VENTAJISTA Él al principio no quería combatir. No entendía exactamente por qué lo habían obligado a medir sus fuerzas contra un adversario como ese. No le temía, en absoluto, sólo era que no entendía por qué debía pelear. Pero aceptó su reto y decidió enfrentarse a él. Si era cuestión de vida o muerte, él no sería el muerto. Daría el todo por el todo, aunque era en contra de su voluntad, pero era preferible entrar a combatir que dejarse morir. Por fin el momento de la batalla llegó. Salió a la arena y pudo observar al otro lado a su engreído adversario, haciendo alarde de que estaba vivo y completo, recibiendo elogios por ser un asesino a sangre fría. Se acabaron las loas y el adversario se posó rígido, retador y altivo frente a él. La batalla comenzó. A los pocos minutos su enemigo sacó dos armas filosas y él se preguntó porqué no le habrían dado una a él. Con razón ese hombre siempre gana: toma la ventaja. Pero no se dejó intimidar por ello y lo atacó… Aunque fue en vano. Sin darse cuenta, el hombre lo esquivó y le clavó dos de sus puntiagudas armas en la espalda; se sintió debilitado, sorprendido y traicionado. Este hecho le dio más rabia y entonces atacó de nuevo, pero todo sucedió igual otra vez. El hombre de nuevo era halagado por su vil 15


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hazaña, por su ventajismo, entonces él, más debilitado aún, se sintió vencido. “No debo dejarme vencer”, pensó. “Es mi vida la que está en juego”. Atacó de nuevo al hombre y este, con dos nuevas armas, lo volvió a herir. Ya él no aguantaba el dolor. Se resignó a que iba a morir, pero no sin antes llevarse a su adversario con él, así que lo atacó de nuevo, y de nuevo fue en vano… Y la patética acción se repitió una vez más. El egocéntrico torero salió ileso y el inocente toro quedó tendido muerto en la arena con seis estacas en su sangrante lomo, mientras la multitud de sádicos aplaudían.

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ENGAÑADO POR LA TENTACIÓN Yo estaba paseando tranquilamente por las vastas zonas de mi territorio. Todo se veía normal, igual que todos los días, mi jornada de trabajo se vislumbraba semejante a cualquier otra. Todo era simple: irme hasta los linderos, conseguir la comida necesaria para mi esposa y mis hijos y regresarme a hacer las otras diligencias que debía llevar a cabo. Era temprano en la mañana, recuerdo. Todo fue tan rápido, lo vi allí tan solitario, inmóvil, inofensivo, y definitivamente delicioso, me iba acercando poco a poco y cuando estaba a una determinada distancia venían dos más de cada lado a llevárselo también, así que yo me apuré a agarrarlo y fue allí, justo allí cuando sentía que seres de otro planeta o algo así me habían seleccionado para transportarme al suyo. Pero no: me mataron vilmente como si mi vida no importara. Mi familia me lloró, la pude ver desde mi lugar, aquí, digamos “el más allá”, aunque ahora desde mi punto de vista es “el más acá”. En fin, pude ver cómo mi cuerpo era desmembrado, destrozado y separado en pedazos, seleccionado como si fuese un robot que uno desatornilla… y lo peor, lo más cruel, la manera más asquerosa en que pude ver los restos de mi cuerpo, que horror, anotado en una etiqueta, y me llamaron “atún 17


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enlatado”… Semanas más tarde fui devorado. Hasta allí llegaron los últimos restos de mi cuerpo.

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CUANDO EL MUNDO SE REDUJO Él estaba tranquilamente nadando en la laguna que quedaba a la orilla de su casa. Había dormido una larga siesta y ahora, y después de un fresco baño iría en busca de la comida del día. Era un día especial, pues, luego de buscar el alimento, iría con dos amigos a pasear por un pantano ubicado a unos cuantos kilómetros al norte; a visitar a un viejo amigo que tenían tiempo sin ver, y luego de cacería, después de todo eso era su trabajo. En fin, él estaba pensando y planeando su simpático día, y justo cuando iba a salirse de la laguna, llegó una embarcación de esas que siempre pasaban por allí, aunque esta era un poco diferente. Él se acercó curiosamente y extrañado a inspeccionar, pero su suerte lo traicionó. Los hombres lo raptaron y lo durmieron. De repente se despertó y se vio amarrado, amordazado y encerrado, pero se volvió a desvanecer. Se sentía muy débil y no tenía fuerzas ni para intentar desatarse. De repente volvió a despertar y se halló dentro de una estancia con piso de grama y una pequeña laguna. Pero la estancia, de unos quince metros cuadrados, estaba encerrada por un alto muro y luego unas rejas que hacían la terminación hacia arriba y que cerraba horizontalmente a manera de techo. Detrás de 19


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los muros, muchas personas se alternaban asomándose a verlo, cada uno gesticulaba diferentemente y eso lo incomodaba. Creía volverse loco de un momento a otro. El inocente caimán había sido raptado para exposición en un zoológico y pasaría el resto de su vida allí.

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DOBLE TRAICIÓN Andaba tranquilamente, aunque preocupado por las noticias que había recibido esa mañana. Miembros de su grupo de seguridad le habían informado de un complot en su contra, que estaba siendo traicionado por lo que él creía eran sus más fieles seguidores. Él era el jefe desde hacía mucho tiempo, y aunque su mandato había sido puro y justo, pudo acabar con los malhechores, de tal manera que estos, supuestamente regenerados, decidieron serle fiel, pero su agente de más confianza y que desde muy joven le había servido, era el que le había dado ese informe tan desagradable. Necesitaba salir a pensar, salir del estrés, estar con la mente clara para saber qué hacer al respecto. Estaba tan pensativo que iba paseando pero sin admirar nada. Los paisajes no le importaban y creía que en cualquier momento se le aparecerían los traidores y lo raptarían. De repente, supo qué hacer. Sí. Esa era la solución, se volvió para regresarse, y se dio cuenta de que había sido perseguido. Enseguida intentó huir pero una gruesa red lo envolvió y lo atrapó. Él supo que sus traidores lo estaban, precisamente, raptando. Lo que no sabía era que sí eran traidores, sí lo estaban raptando, pero eran despiadados hombres que habían estado en busca de una 21


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inocente ballena para asesinarla, y lo hicieron, para satisfacer sus egos y sus est贸magos. El imperio marino nunca volvi贸 a ser el mismo sin su jefe y los traidores tiburones acabaron con todo.

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BUENA PUNTERÍA En vista de que la comida estaba escaseando,últimamente había tenido que salir con mucha más continuidad. Su situación era crítica, mantener a su esposa y a sus dos hijos era definitivamente un trabajo difícil y agotador. Pero lo realizaba con mucho afán, aunque graciosamente tuviera que pasar hasta quince veces al día por los mismos lugares, después de todo eso era su trabajo y su responsabilidad. También sabía que corría peligro, ya que por la zona por la cual vivía y por todo el recorrido que debía hacer constantemente, habían asesinado cruelmente a su padre, a dos de sus hermanos y a un gran amigo, y deseaba con todo fervor que ni a él, ni a su esposa, ni a sus hijos les pasara lo mismo. Y por esta razón estaba haciendo planes

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de mudanza hacia un sitio más apartado y mucho menos peligroso. Pero lamentablemente él no sabía que ese era su día de morir, y en el séptimo viaje que hizo, un niño con muy buena puntería pero poca educación, le asestó una fuerte pedrada en la cabeza con una china en pleno vuelo, y cayó muerto instantáneamente. Su familia nunca supo porqué desapareció para siempre.

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TODO POR NADA Allí estaban, las unas contra las otras. De un lado, a la derecha, las del Almendrón, y a su frente, las del Apamate. Los dos bandos se veían sumamente retadores. Era el momento de la conquista. Sería duro, pero absolutamente todas y cada una lucharían sin cuartel, sin tregua, sin piedad, sin amor, aunque de todas maneras tampoco se odiaban. Miles de ojos, los unos fijos en los otros y viceversa, o al menos eso parecía. Era una lucha de territorio o muerte y ninguno de los dos bandos se rendiría. Darían el todo por el todo. La zona era espesa y boscosa para ellas, pero ya estaban habituadas a competir contra la muerte en terrenos como ese. Total… era su hogar. Cada bando parecía avanzar desorganizadamente, pero no era así. Tanto el del Almendrón como el del Apamate tenían una estrategia formada, estructurada, organizada y practicada por generaciones, una estrategia que les había ayudado a salir, si bien no ilesas, siempre vencedoras. Seguían avanzando cada vez con más fuerza y rapidez. Se les podía notar la fiereza decisiva y segura de vencer, aunque sabían que uno de los dos bandos moriría y el otro triunfaría quedándose con ambos territorios. Era un acto heroico de parte de cada lado… Lástima que en ese momento 25


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llegó Pedrito, y jugando en el patio de su casa no aguantó la tentación de hacer una de sus infantiles maldades y con una manguera arrasó con todas aquellas hormigas que sólo hacían lo que les es natural.

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EL APOCALIPSIS Era un día como cualquier otro. Ellos se disponían a trabajar con la misma energía y decisión. Por supuesto, era para su sustento. La extracción del preciado líquido de la vida era en lo único que podían laborar para mantenerse, a ellas y a sus familias. Madres e hijos, desde generaciones muy remotas, se habían dedicado siempre a ello. Pero este día era algo extraño. Habían ocurrido temblores desde la noche anterior, tantos que no habían podido dormir absolutamente nada y estaban asustadas y preocupadas. ¿Porqué tantos temblores consecutivos? Se preguntaban ¿Será que ha llegado el apocalipsis? Sí. Había llegado el apocalipsis, pues, el becerro ya casi adulto en el cual vivían endoparasitariamente toda esa legión de garrapatas que

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ĂŠl rogaba le sacaran. Fue asesinado, le sacaron el cuero, las sacaron a ellas, y lo utilizaron para hacer un tambor mientras otros asaron la carne. Tremenda fiesta hubo esa noche.

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UN CADÁVER EN LA BAÑERA Todos quedaron asombrados de ver cómo alguien tan joven pudiera morir de esa manera, tan misteriosamente, después de que todos lo vieran correr y saltar de aquí para allá como un verdadero acróbata, un atleta con todo un futuro por delante. Más que asombrados y anonadados estaban tristes y melancólicos. En realidad la manera en que apareció su cadáver fue tan miserable, cruel, y definitivamente asquerosa. ¿Qué podría hacer la familia ahora sin su guardián nocturno? Ese velador, ese vigilante inengañable, un centinela verdadero con agallas suficientes para acabar con cualquier intruso que se le atravesase por el medio. Fiel era la palabra correcta. Pero aunque la familia lamentaba su trágica muerte, definitivamente no se bañarían más nunca en esa bañera, la cambiarían por

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otra, pues sólo la idea de bañarse en el mismo sitio donde el gran tuqueque come insectos -que hasta nombre le habían puesto-, había fallecido, les daba una grima y un asco terribles.

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MUERTO DE HAMBRE Después de tantos días sin probar bocado alguno, sin que absolutamente nada pasara a través de su paladar, con el estómago tan vacío como el espacio sideral, el deseo de comer algo tan grande como una vaca si fuese posible, por fin. Por fin, allí estaba su desayuno de hace cinco días, esperando por él, aguardando en medio del silencio y de la soledad de la estancia. Comería y comería hasta callar totalmente a sus rezongonas tripas causantes de ese ensordecedor crujir interno que lo atormentaba hasta ahora. Cada vez se acercaba más y más, lenta, estratégica y celosamente, pero seguro de que ese manjar de dioses sería sólo suyo y nada más. Sí. Su añorado desayuno, por fin, luego de duras esperas. Ansiaba con tanto anhelo ese momento, que ahora que había llegado, se sentía casi como en la gloria. Ahora sí, estaba justo frente a él. ¡Sí! ¡Comer! Comió el primer bocado y se sintió bien, satisfecho, aunque sabía un poco pasado de aliño, pero no le importó y, sin esperar más, dio rienda suelta a su bilis y comenzó a hartarse desesperadamente, desaforadamente, sin descanso, miga por miga, por fin terminó de comer. Todo había sido delicioso, pero de todas maneras algo aún le sabía muy condimentado… Y lo entendió todo. Pensó 31


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“hubieran traído un gato y yo simplemente no vengo”… Es que era una trampa, el queso estaba envenenado y a los pocos pasos el inocente ratón quedó muerto detrás de la nevera.

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AMOR BOIKOTEADO Se observaron fijamente, estudiándose con cautela y sensualidad. No había más ninguno cerca de ellos, así que era ahora o nunca, pues pronto regresarían los otros. La excitación comenzaba a enloquecerlos ahora y no se detendrían hasta dentro de un buen rato. Después de que sus instintos animales de reproducción entusiasta les dejaran descansar unidos por un solo lazo interior, que también, tarde o temprano, se desenlazaría, se irían los dos a seguir corriendo por el mundo en aventuras, en patotas de siete u ocho, ¿quién sabe? Volverían a su vida cotidiana, y lo sabían, por ello aprovecharon el momento

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al máximo, y lo disfrutaron plenamente. Y por fin, luego de haber terminado de consumar el acto de fecundación y agregar más individuos a la especie, justo al desprenderse el uno el otro, llegó el dueño de la hacienda que hace rato estaba buscándolos, molesto y obstinado, y le disparó certeramente a la perra mientras el perro lograba a duras penas escapar por debajo de la cerca de alambre de púa.

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ÍNDICE Pequeño prólogo dedicado 9 El ventajista 15 Engañado por la tentación

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Cuando el mundo se redujo

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Doble traición 21 Buena puntería 23 Todo por nada 25 El Apocalipsis 27 Un cadáver en la bañera

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Muerto de hambre

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Amor boikoteado 33

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Ecofábulas se terminó de editar digitalmente en marzo de 2014 en el Sistema Nacional de Imprentas Sede Miranda República Bolivariana de Venezuela



Isaac Morales Fernández

4 de febrero de 1980. Estudió las carreras de Artes Escénicas y Letras en la Universidad Central de Venezuela. Ha participado en talleres de narrativa con Julián Márquez y de poesía con Julio Valderrey. Ha publicado Glosario de una vida (Editorial Toromaina, 2002), Rapsodia del descendido (Editorial El perro y la rana, 2007), Recuperarse (Sistema Nacional de Imprentas, 2009). En 2012 ganó el estadal de Miranda en el renglón ensayo en los Certámenes de la Explosión Cultural Bicentenaria. También ha publicado dramaturgia, traducciones y ensayos en diversas publicaciones periódicas y digitales de Latinoamérica. Es fundador del grupo literario ¿al vacío…? y del Colectivo Editorial VENceremos.

Ecofábulas (extracto)

“Con razón ese hombre siempre gana: toma la ventaja. Pero no se dejó intimidar por ello y lo atacó… Aunque fue en vano. Sin darse cuenta, el hombre lo esquivó y le clavó dos de sus puntiagudas armas en la espalda; se sintió debilitado, sorprendido y traicionado. Este hecho le dio más rabia y entonces atacó de nuevo, pero todo sucedió igual otra vez. El hombre de nuevo era halagado por su vil hazaña, por su ventajismo...”


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