Revista intropia Agosto 2018

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AGOSTO 2018

NUMERO

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Dirección, edición, maquetación, diseño- Isabel di vinci

Ana Centellas https://anacentellas.wordpress.com Katherine Hoz - @katherinehoz Fran Rubio Varela https://facebook.com/fran.rubiovarela Graci Bordon - https://facebook.com/gbordonartiles Maria del Rocio https://facebook.com/profile.php?id=100001596284005 Ana Cañamares https://facebook.com/ana.canamares Elena Saavedra twitter YouAreWriterES Rita Turza https://facebook.com/ritaturza3 José Luis Gallego - https://facebook.com/joseluisalvarezgallego.3 Eva Zamora https://evazamora72.blogspot.com/es Alex Madueño https://asfaltomojado.rimasasociadas.com Miriam Aranzazu Gonzalez https://facebook.com/mirian.aranzazugonzalez Adolfina Mesa https://facebook.com/adolfinamesa.arte Carmen Barrios Llul- https://facebook.com/carmen.lopezrios.3 Samuel Santos - https://facebook.com/samuelsantoscorredor Ania Belloti - aniabelotti2@hotmail.com Brunhilde Roman Ibañez - https://facebook.com/bruni.roman73 Graciela Romualdo Ramirez - https://facebook.com/lapalabraescritanoselallevaelviento Ana Perez Cañamares https://facebook.com/ana.canamares Ana Belén Fernández -wixiboni https://facebook.com/anabelen.fernandez.79 Maria HI - https://facebook.com/maria.hI.311 Marini Rios-Trini Rios J Marina - https://www.facebook.com/marina.flamenca Nataly Jorge - https://www.facebook.com/nataly.martinezjorge Teté Cabrera - https://www.facebook.com/tete.cabrera.12

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Definición Entropia es una noción que procede de un vocablo griego que puede traducirse ‘‘ vuelta ‘‘ o ‘‘transformación’’ Intropia es una variación de entropia, como nombre, que define el orden dentro del caos. Intropia es un proyecto colaborativo, una revista, un fanzine un medio de expresión que auna a diversos artistas con diferentes perfiles, con la mñaximma de crear, mostrar nuestros trabajos, una selección de textos, poesías, ilustraciones, fotografías , diseño gráfico, collage, pintura, arte digital, cualquier expresión artística es bienvenida para difundir el arte, por el mero placer de mostrarlo.

Dejate llevar por el fluir de la vida Que nada ni nadie, te imponga sus deseos al final y al cabo son suyos, no los tuyos. No hagas las cosas por compromiso desealas con pasión con ganas, porque así las sientes. Vive cada día un rato contigo que sea tan especial que solo exista la magia. Crea cada día más certezas sobre tu capacidad de seguir hacia adelante y vence todos tus miedos.

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INDICE Rita Turza Miriam Aranzazu Gonzalez Fran Rubio Varela Katherine Hoz Adolfina Mesa Ana Centellas Carmen Barrios Rull Maria del Rocio Eva Zamora Samuel Santos Alex Madueño Graci Bordón Ania Belloti Brunhilde Roman Ibañez Gabriela Romualdo Ramirez Elena Saavedra José Luis Alvarez Gallego Isabel Di Vinci Ana Cañamares Ana Belen Fernández Maria Hi Marini Rios-Trini Rios J Marina Nataly Jorge Teté Cabrera

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Rita Turza Soplar a la nuca Tu aliento en mi nuca, con sabor a palabras no dichas, con el perfume de te quiero envuelto en tu risa. Soplar a mi nuca y saber que no me voy a volver.

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Miriam Aranzazu Gonzalez T U S M A N O S Quiero tus manos tu mano blanca Como la luna como la cera como de viento tu mano dura como la piedra como el cansancio Tu mano sucia como el pantano como la vida Quiero tus manos para mi mano para mi cuerpo De. Hielo Y Fuego

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Fran Rubio Varela FRAN RUBIO VARELA Me he enamorado mi vida, de un alma que nunca ha sido mia. Me he enamorado… De una sonrisa y de un llanto que me lastima y me anima, de esa mirada lejana que me fascina. Me he enamorado mi alma, del gozo de acariciar tu pelo, de tu mejilla arrebatada en el viento, cierro los ojos y cada nube en el cielo dibuja tu rostro, entre éste sol y esta luna, cuanto te extraño, en el momento que abro los ojos, y sólo siento vacio entre las sabanas, que me hablan de sólo un sueño… Me he enamorado… De una fragancia que es el paraiso, pero no se alcanza en éste infierno donde peno… Y son mis lágrimas espinas del tallo de una flor hermosa que sangran sobre los pétalos de este otoño que no despierta… Me he enamorado… De un aliento que respira en cada crepúsculo y son tempestades para mi memoria que embeben en tú halo este recurrente pensamiento.

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Katherine Hoz Te me estás poniendo vieja. Te me estás poniendo vieja, pero no se te notan las arrugas, sólo se te notan la ansias locas que tienes de vivir, ni siquiera te enfermas por no dormir, no te veo siquiera nieve en los cabellos, ni tampoco te da miedo mirarte al espejo, ya para ti es un juego el desvelo, cierras los ojos e imaginas miles de cosas, de chiquita querías volar como las mariposas, y ahora te gusta que él te lleve rosas, te me estás poniendo vieja y ni siquiera de cerca se te nota, caminas por varias horas pero eso sí te hace sentir cansada, no tienes miedo de afirmar que tú sola te amas, no tienes temor de reconocer que antes de tenerlo todo no tuviste nada, te me estás poniendo vieja y sabes que quieres esperar a que tus hijas crezcan, quieres ver crecer también a tu nieta y deseas que tú madre sea eterna, nunca te gustó andar en fiestas, buscaste en tu camino las piezas de tu incompleto rompecabezas, tienes miles de defectos y para mí eres perfecta a pesar de eso, quieres volar por el cielo, no dejas de tener miedo, te gusta tomar riesgos, amas y te aman, les hablas y te hablan, gritas y callas, te hieren y sanas, te duele y lo soportas, te me estás poniendo vieja y ellos ni siquiera de cerca lo notan.

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Adolfina Mesa 8.- ECLOSIÓN DE MARIPOSAS COLORIDAS. Refulgen pálpitos y relámpagos en el firmamento, Se estremecen los cielos, La mandrágora triste, se lamenta, ya no aflora, Temerosas las aguas… Los clamorosos campanarios,.. Se desmoronan. Eclécticos tal vez…. Ajenos a lo común, Misterioso es el sentir, cuando arrastra a sucumbir. Voraces sanguijuelas son las dudas, Turbia se hace la transparencia, Rastrojos de sueños en remojo. Renace el áspid decidido a hacer sufrir. Mordida a la manzana envenenada, prohibida, La serpiente orgullosa, heroína y presumida. Destellos que encandilan alejando la salida Contenidos bajo un cielo, Centelleante, que no abriga, Eclosionan en mi fuente mariposas coloridas.

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Ana Centellas AGOSTO OTOÑAL Corría un mes de agosto en el que el calor se convertía en pegajoso hasta casi volverse insoportable. Mario llevaba todo el año escudado bajo la capa protectora de una rutina aplastante, encerrada entre trabajo y familia, que evitaba que su mente se dirigiese a pensar en aquello que no debía, que no quería. Pero, con la llegada del mes agosto y el cierre por vacaciones de su empresa, la de toda la vida, se había visto obligado a disponer de un tiempo libre que no debía permitirse. En previsión de ello, había planificado unas vacaciones, para él, extraordinarias. No había día que no hubiese sido programado al segundo, actividades, cursos, incluso clases de baile, se sucedían en su planning estival trazado con una precisión milimétrica y una caligrafía impoluta en las páginas de su agenda, aquella que siempre le acompañaba a donde quiera que fuese. Actividades, todas ellas, de mínimo riesgo y soporíferas para cualquiera que desease unas vacaciones de película. Mario siempre se miraba en el espejo de pasada, lo estrictamente necesario para un apurado impecable de su rebelde barba, que crecía cada día a una velocidad de vértigo, lo que le profería a últimas horas de la tarde un aspecto desaliñado. Lo hacía sin detenerse a observar la verdadera imagen que le ofrecía aquel pedazo de cristal que debía visitar cada mañana por obligación. Su mirada siempre se centraba en el deslizar de la cuchilla sobre su piel, en volver a ser persona. En aquel mes de agosto soporífero, encontró la resistencia de su familia a aquella agenda introducida a presión en sus vidas, sin permitirles un segundo de descanso. Mario no tuvo más remedio que claudicar, por el bien familiar, cuidándose mucho de no exponer sus verdaderos motivos para no querer disfrutar ni un segundo de ocio al día. Una tarde calurosa, tras una sobremesa pesada debido al acuciante calor y a la copiosa comida, acompañada por varias jarras de cerveza helada en un intento desesperado por mitigar la sensación de asfixia que provocaban las altas temperaturas, Mario entró en el pequeño cuarto de baño de aquel apartamento de alquiler con la guardia bajada. Lo primero con lo que se encontró fue con su propia imagen reflejada en aquel espejo ovalado que presidía la pared frontal del baño. Contempló su imagen desde la puerta, paralizado, sin atreverse siquiera a dar un paso al frente. No reconocía a aquella figura que le devolvía la mirada asustada desde el otro lado del espejo. Allí había una persona desconocida para él. Frente a él, un rostro surcado de pequeñas arrugas le contemplaba extasiado. Se fue aproximando poco a poco, para contemplar cómo las numerosas canas que cubrían su ya menguada cabellera hacían juego con las que apuntaban insolentes de sus mejillas, las que había apurado hacía apenas unas horas. Aquel tipo del espejo lucía sin ningún tipo de pudor una incipiente barriga que sobresalía trémula sobre la cinturilla apretada de un bañador de colores fosforescentes. Llevaba tanto tiempo negándose a la evidencia que contemplar su propio otoño en aquel destartalado espejo de un baño ajeno le devolvió de una bofetada a la realidad que llevaba años negándose a aceptar. Se lavó la cara con agua fría para intentar rebajar el carmesí que había teñido sus mejillas en un instante y salió en busca de Carmen, su esposa. La besó con la pasión olvidada en años de pura rutina. Levantó a sus hijos que, amodorrados en el sillón-cama de estampado floral, no separaban la vista de las pantallas de sus teléfonos móviles. —¡Vamos, chicos! —los animó, en un tono de voz que ninguno de ellos le había conocido—. ¡Esta tarde vamos a hacer submarinismo! Esposa e hijos le miraban con asombro y una media sonrisa dibujada en el rostro. No alcanzaban a comprender qué le ocurría a Mario, el marido de postureo, el padre planificador que nunca quería hacer nada que se saliese de su sempiterna agenda. El más pequeño cogió la agenda para comprobar que aquella tarde estaba dedicada a ver una exposición de criaturas marinas en el Museo del Mar. Mario le arrebató en décimas de segundo la agenda de entre las manos y, con una sonrisa pícara, la arrojó por el balcón. Ya había desperdiciado demasiada vida sin vivir, había llegado el momento de disfrutar de aquel otoño maravilloso que le quedaba por delante.

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Carmen Barrios Rull Las rapaces Sociedad del milenio, ambiciosa egoísta cada cual a su bola, su interés su versión todo vale y se vende en mercado oportuno ... el engaño del tuno, rentará en posesión. Rebaño de indolentes se pasea candoroso está el tigre afanoso, acechando el festín y el despiste de uno llenará su barriga… opereta de intrigas, el humano es afín. Aguiluchos solemnes, buitres menos bonitos hay rapaces infinitos que vigilan tu andar… y las garras afiladas te clavarán dañinas, guárdate de las finas mordeduras del clan. Sociedad del milenio inhumana, agresiva, si te quitan la vida tratarán de ocultar… este simple accidente, perdió quien no tuvo el reflejo oportuno de esconderse al pasar.

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Maria del Rocio Mi madre fue Olor de frescura de la tierra mojada. Memoria umbilical que mis entrañas guarda. Cantos de jilgueros en la madrugada. Tañar de campanas al fresco del rocío. Miranda clara y pura al rayar el alba. Delicias de paladar primero. Prodigioso canto de cuna, que remota mi ser hasta pisar el cielo. Terso toque de dedos en mejillas. Risa de cascada y luz de medio día. Impávido sostén hasta último aliento. Piloto de añoranzas. Tenaz defensora veladora de sueños. Éso y más fuiste madre, aún yo te recuerdo. Maria del Rosio Derechos de autor Los Angeles, ca

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Eva Zamora ÉL. Sus manos me incendian, levantan ampollas en mi piel y él… Él termina curándome a besos. Mi cuerpo arde a su lado, desprende fuego, mis carnes se queman sin remedio y él… Él termina curándome a besos. Mi corazón bombea lava, su cuerpo rezuma calor cual hoguera, nuestras almas se funden en una sola y él… ¿Qué hace él? Él termina curándome sus huellas candentes a besos.

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Samuel Santos DECONSTRUYENDO MIS PASOS Acudo a esta fuente inagotable que bebe de otros imaginarios en cada interrogante sin sutura. Soy butrón en toda norma que esclavice inquietudes. La moral por defecto es veneno, puñaladas nos vende el progreso como vidas desgasta el tiempo. ¿Senderos rectos sin piedras o piedras por senderos libres? Me resisto a la cordura obligada, presión insana que le marca el ritmo a la natura, alteración cardíaca en este calor que regresa con vistas a otros vuelos. Regreso a la neurosis introspectiva de este espíritu enajenado en lucha. Quiero fundirme en el cristalino de otras llamas no domesticadas. Si se alimentan nuestras bombas de este impulso que transforme todo estímulo en un fuego a punto de desbordarse en este manantial de ideas. Que mi aliento acompañe al ardor de otros corazones en movimiento.

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Alex Madueño Mis mañanas Hoy irremediablemente me desperté con ganas de ti. Se abrazaron los sueños a tu cuerpo, y tu esencia se quedó pegada a mí. He curtido tantos besos, sólo para ti deseando que tus labios se encuentren en el mismo cielo en el que te conocí. Rocío del alba presencia sólo eres pero la mañana que me encuentres colgado de tus labios, con los ojos abiertos y el corazón a mil por favor, no me quieras despertar Del poemario: único, personal e intransferible

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Graci Bordón LA FLOR DE INVIERNO Mis ojos miran solos a la luz del invierno, y la luz del invierno en mis ojos irradia un fulgor hueco y blanco en mis dos ojos solos de adioses infinitos, de partidas y marchas. Mañana, tarde y noche, el día se va muriendo, para nacer de nuevo al alba, tras la noche, cada año se termina, y todo se renueva, se renueva la vida tras el invierno gélido. Unas flores sonoras que poco a poco brotan, se asoman poco a poco brotando entre la nieve, sin exhibirse apenas, abriéndose en momentos, en escasos momentos, sin exhibirse apenas. Después lanzan pigmentos, palabras de colores que juegan como niños y como niñas juegan y sacan todo afuera en cada primavera para resplandecer sacando todo afuera. Una vida se acaba, se ausenta, se despide, y el invierno la mece en su manto clemente, su despedida anuncia al mundo que otra vida perpetuará este ciclo de nieve y primavera. Graci Bordón

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Ania Belloti Cada mañana Cada mañana se asoma un sol resplandeciente. Esperas impaciente , aguardas escuchar mi tibia voz, logrando hacer latir tu corazón adolescente. Permaneces vigilante cada minuto , los minutos se hacen largos y las horas interminables .Es nuestro reluciente amor. Dulce despertar de mi ilusión irrefrenable. Encamino mis brazos a mí amado, esperándome, recordando la dulce madrugada del ayer. Embrujada estoy del runrún de tu verbo florido. Inolvidables horas llevamos juntos, sin darnos cuenta , la hora galopa , al abrir nuestros ojos vemos , la aurora llegó. Acecha el frío, tus brazos me abrigan , bebo el néctar de tus labios y disfruto las tiernas caricias. Tus tersas manos arrullan con sutileza el temblor de mí latir. Estremeciendo mí ser, inspirando un amor sincero y puro . Donde se besan las almas , sintiendo el palpitar de ellas. Eres desvelo y despabilo en mi existir. Solo tú haces vibrar mi corazón , melancólico y dormido, dormido de esperanzas y del contagio de un hermoso galanteo que vivió. Me arrolla tu presencia, permito me envuelvas y me protejas, quedando en tus brasas, queman y enciende mi cuerpo. al quedarme a la caza del candor y del sutil cobijo tuyo. Cada Mañana

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Brunhilde Roman Ibañez La noche tiembla en torno a tus aguas la noche tiembla y arde en tus pupilas el párpado vuela en la prisión del sueño tenue el telón que nos separa de más nacer en la otra orilla el agua besa en su llanto la ceguera y va destilando en mí su oscuro deleite Dime, qué río cabalgará hacia qué lejana infancia qué memoria seguirá poniéndose en pie cada noche cuando el ojo cierre el camino al resplandor

toma entonces mi mano quizá nada nos salve de la muerte quizá nada nos salve de la vida pero toma mi mano, mi nombre, mi ceniza quizá el amor no nos salve de esta noche pero hagamos el amor y hagamos la noche como aves solitarias sosteniendo el peso del olvido

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Gabriela Romualdo Ramirez El Qué sería/Qué sabría Soy única no me compares /Me decía/Me pedía y suplicaba. Y yo cada noche mientras le recorría el cuerpo todo lo que hacía era relacionarla resignadamente con la luna y los duraznillos; le sembraba besos en cada uno de sus poros y lo que le nacía era una poción salada, venenosa y aficionante. Era ella la vida reunida, el mundo entero metido en su cuerpo de carne, piel, capacidad de olvido y huesos; pero que le podía hacer, si así yo era tan tristemente feliz. Porque ojalá yo hubiera podido compararla con vapor o palabras que arrastra el viento; ojalá ella hubiera sido tan poca cosa para mi, como la humedad en el desierto. Habría querido compararla con cualquier antojo, una de tantas estrellas, un grano de arena, cualquier rosa o desenfreno.Ojalá, pero no; qué sería del cielo sin luna, qué sabría yo de contaminarme paulatinamente y sin remedio hasta morirme sin los duraznillos, qué sabría de mí sin ella, si yo necesito escuchar su nombre para recordar quien soy.

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Elena Saavedra El Cazador Un hombre de mediana edad y ojos verdes miraba por la mirilla de su rifle esperando el momento idóneo para disparar. Sostenía el rifle con su mano derecha y con la izquierda acariciaba el gatillo pues sabía que en breve debería disparar a su presa. Su presa corría despavorida entre el maizal sin saber que no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir… El hombre disparó e inmediatamente su presa cayó inerte al suelo; y éste sonrió satisfecho. Había empezado a cazar hacía tres años, cuando conoció a un grupo de cazadores en un bar; pero Christopher estaba cansado de cazar presas normales así que al principio no estaba muy interesado en entrar en el grupo. Sin embargo pudo escuchar que sus presas no era las presas a las que él estaba acostumbrado; las presas de aquel grupo eran inmigrantes que ellos mismos traían prometiéndoles un trabajo y una vida mejor en EEUU. Christopher estaba tentado por aquella nueva presa: el hombre; así que decidió ingresar en el grupo. Cuando cazó a su primera presa se sintió como un dios, un ser superior. Aquellos hombres no eran más que blancos fáciles para su experta puntería con su rifle, otros animales más para su cacería; pero al mismo tiempo era diferente. Lo que sentía al matar a uno de sus nuevas presas no lo podía sentir cazando un jabalí o un ciervo, aquel sentimiento de superioridad le excitaba de tal forma que no podría explicar con palabras lo mucho que necesitaba aquello. Últimamente para darle más emoción apostaban entre ellos cuál sería el que más presas cazaría y él llevaba una racha de victorias sobre sus compañeros admirable. Estaba ansioso de restregarles su nueva victoria al resto de sus compañeros así que cogió su walkie-talkie dispuesto a recoger la recompensa de su apuesta 500 dólares. Christopher cogió su walkie- talkie y presionó el botón para hablar— Os he vuelto a ganar, me debéis 500 dólares cada uno— pero nadie le respondía— Aquí Christopher, ¿me recibís? Corto— pero de nuevo nadie le respondía— Voy hasta vuestras posiciones, no os vais a librar de pagarme. Corto. Christopher guardó de nuevo su walkie- talkie y bajó del árbol desde dónde estaba posicionado para disparar con el rifle enganchado a su espalda. Aquello era muy extraño, los chicos siempre le contestaban por walkie— talkie; debía averiguar que había pasado. El sol del mediodía azotaba con fuerza sus rayos de luz sobre Christopher, el cuál intentaba refugiarse del calor como mejor podía mientras cruzaba el maizal. Llegó hasta dónde se hallaba su presa muerta y sonrió satisfecho, le había acertado justo en la yugular desde más de 250 metros; no había muchas personas que pudiesen hacer aquel disparo por lo que en aquel momento Christopher se sentía muy satisfecho. Decidió dejar el cadáver de su presa allí mismo y caminó hasta el puesto de tiro de su primer compañero de cacería, pero cuándo llegó no consiguió verle por ninguna parte. Christopher se limpió el sudor de su rostro con su camisa y decidió beber un poco de agua de la cantimplora que llevaba en su cinturón, cogió un poco de agua y la uso para refrescarse su pelo negro azabache, lacio y que llevaba pelado corto desde que entró en el grupo de cacería, antes lo había tenido más largo hasta el cuello; pero cuando estás debajo de aquel sol durante varias horas cada fin de semana decides que ya va siendo hora de cortarte el pelo; o al menos así lo pensó Christopher. Christopher volvió a coger su walkie- talkie— Aquí Christopher, estoy en el puesto de Joe pero no le encuentro. Responderme chicos. Corto— de nuevo nadie le respondía— Aquí Christopher, esto no tiene gracia chicos. Responderme. Corto. — No van a responderte— dijo una voz masculina y profunda desde la lejanía. Christopher se dio la vuelta, pero no vio a nadie— ¿Quién eres tú? — Dime, Christopher. ¿Qué se siente cuando eres tú el que está al otro lado de la mirilla? — le preguntó la voz masculina desde de su espalda— Mi nombre es Antonio, a mí no me conoces, pero sí conociste a mi hermano pequeño. Tenía 18 años cuando decidisteis ponerle un número a la espalda y cazarle entre estos maizales como si fuera un animal. Desde entonces he estado buscando a su asesino y cuándo supe que habías sido tú vine para participar en esta cacería sólo que en esta ocasión tú serías la presa y no el cazador— Antonio presionó el cañón contra la nuca de Christopher— ¿unas últimas palabras antes de reunirte en el infierno con el resto de tus compañeros? — Sí, me gustaría saber cómo eres— Antonio dejó que Christopher se diera la vuelta y entonces su rostro moreno se quedó impregnado en su memoria, aquellos ojos castaños. Era idéntico a la escoria de su hermano… ahora lo recordaba— ¿De verdad crees que te librarás de esta? Tengo unos cuantos amigos en la policía que saben a lo que me dedico. — ¿Y qué? — En cuanto sepan que no he vuelto a casa descubrirán que me has matado tú y entonces te mandarán a la silla eléctrica. — Me da igual morir con tal de llevarte también conmigo hasta el infierno hijo de puta. Además, no me van a matar por esto, por muchos amigos que tengas te recuerdo que eres tú el que mató a mi hermano, eres tú el que me ha metido en el coto de caza. Esto es lo que los americanos llamáis defensa propia. No me mandarán a la silla. El único que va a morir aquí eres tú. Christopher había sacado una pistola de su espalda mientras Antonio hablaba— En eso te equivocas. Antonio se dio cuenta de la jugada de su oponente— Maldito hijo de puta. Vas a morir. Ambos dispararon al mismo tiempo y cayeron inertes al suelo terminando así con el cazador y su presa; pero quién era el cazador y quién era la presa lo dejo a vuestra elección.

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José Luis Alvarez Gallego QUERER SIN RESPUESTAY LLORE JUNTO AL MAR DE SUS PALABRAS, era la noche escrita de luces encendidas, las mil y una caricias deseadas y rendidas, la respuesta no llegaba nunca a tierra que labras. Te ame sin que mi sueño culminara su ciclo, cada hora era un fuego fatuo convertido en t vientoinverosímil vida de los mlinos qu,e de tu pensan iento fueron los pajaros de su ribera dela mor perseguid. LOCAde amor ente las olas de sal del alma olvdadda, infinito es el dilluvio de osculos que cubren tu epidermis, como fanals de fuego en la galerna de la tarde entregada. LLORE POR TU AMOR ,SUDOR,ESPUMA Y SNGRE los caballos del alba me llevaron a tu país de sed velada cda ilencio proclsmo tu desiertoe estupor.calor y hambre

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Isabel Di Vinci Lo que no sabes Es que me gusta soñar despierta y en ese sueño Nos casabamos al lado de la playa con nuestros seres queridos, haciamos una gran fiesta todos los días celebrando que nos queriamos que cocinabamos juntas nos arrojabamos comida y jugabamos con tus hijos Que no habian discusiones que teneias tu autoestima llena, completa que tenia mi amor completo y que juntas eramos más fuertes No existian las mentiras, ni la omisión de la verdad que por muchas diferencias que tuvieramos siempre encontrabamos el modo de querernos bien Que poco a poco fuimos mejorando a nivel individual y juntas. Que dentro del supuesto caos, siempre habia orden y buena fe. Que nos queriamos por el simple echo de existir. Y que podiamos con todo

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Ana Cañamares Para Marta Navarro Lluvia, llévate donde no los sienta el humo acre de los puros obesos la peste de los establos sin luz las grietas como surcos de los codos la rabia virulenta y contagiosa que nunca sabrá explicar su razón. A cambio, lluvia, tráenos por favor el llanto de rostros sin compostura el temblor de los lirios en el aire los cuerpos que bailan bajo la ropa la alegría infantil de los gorriones que tienen en los charcos sus espejos. Y tráenos lluvia una y otra vez el recuerdo pulido y renovado de todo lo que es y fue presente.

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Ana Belen Fernández (wixinobi) CALMA Calma, es algo que consigo pocas veces,No la tenía contigo, casi nunca, pero sin ti aún resuelta más difícil encontrarla.Mi cabeza no sabe parar y dejar de pensarte, ni mi cuerpo dejar de echarte de menos.Intento que el agua limpie tus rastros, pero algunos son tan profundos que quizás nunca se lleguen a ir.Mientras me recompongo acepto que la vida siga, aunque con ello arrastre a inocentes conmigo, porque ahora no se decidir, no se dejar que alguien me quiera, no se olvidar tus manos para permitir que otras me cubran, asique disfruto de estos momentos en los que las únicas manos capaces de cubrirme y darme paz, son las mias.

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Maria Hi El silencio Silente, tejo mi venda ante el falaz bullicio que lacera mi savia, horadando mi juicio, minando su templanza, allanando las cuencas del norte de mi ayo. Mi ser se desangra en la oscuridad de su anarquía, igual que si se adivinase preso de los tormentos de un bélico combate. Medito el fin de salvarme de la sinfonía de mi inexistencia. Así pues acaricio el honesto sigilo del calado de mi orilla, de mi labio, el de la aurora en el bermejo clarear del horizonte o la quietud en la visión de las tinturas de mi acuarela. Entretanto me abismo en su mística, ausente de cualquier lid con mi altivez.

y sedosas notas las del iluminado silencio, en el que se anuncia desnudo el plantel de mi temple. Me abismo y purifico al anidar en la reposada calma, al sumergirme en el caudal de la épica Y la tradición, en la inmovilidad del letargo de la oscuridad nocturna y en el chisporrotear, en la penumbra, del ardiente leño… Contemplo en mi margen una máxima inestimable. Me escudo en las revelaciones de mi ignoto ilustre, en el alarido de mi elegía silenciada y no en el avieso e iluso tictac…

Coexisto como destello, Cohabito como eslabón de un absoluto. Abrigo esa promesa Y desdeño lo que me desvincula de mi preciada templanza. Me supedito a elucubrar sin quebrantar mi esencia y penetrar en la majestad de la savia de lo que me nutre, celebrando el languidecer en ella. Concierto de gráciles 47



Marini RiosTrini Rios J Marina GALIMATIAS ANALÓGICOS. Con mi mano, unida a la tuya en ese efecto de la onda en el agua vuelven a renacer, como hace siempre, el amor Karma. Contigo me abraso en las fuentes del infierno. la quemadura grave de la pasión en la humedad de los ojos, del dibujo de tu figura en la sombra de las enigmáticas galimatías análogicas de tus colores. Yuxtapuestos encontronazos, esquivas veredas, discontinuas líneas, unidas en el mapa del aire, de los éxtasis, de los trazos de tu quebranto. Máscara encubierta, en el fango de tu locura, en ese huso de tus piernas, en la parte final de tu cuerpo al levantarme con tu sexo en la entrega del deseo. El silencio del viento grita tu nombre moldeando tu cabeza hasta la pendiente de tus senos, donde regurgitan alientos nauseabundos de menta y hielo en la belleza del averno.

Pensamientos vetados en espacio y tiempo, incubando ideas de desasosiego, vagabundo perdido dentro de si mismo perdiendo sueños ahogados en el mar del desespero donde un ángel recoge, la esperanza de la siembra, sin la penumbra en tu puerta. TUS SUSPIROS SIEMPRE FUERON MÍOS

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Nataly Jorge Un ¡adiós! para Gabriel Y la luna quedó muda, el sol perdió su esplendor un lirio se halló “marchito” en un sudario de horror. En un instante, 100 metros un niño se nos perdió, un monstruo cruel y malvado en sus garras le llevó. Te arrancaron la sonrisa, te segaron de raíz… y con saña, alevosìa, hiceron leña de ti. Ahora que estàs en el cielo juega y sé libre “pescaito” salta entre nubes y estrellas y escucharás nuestro grito. Del océano eres perla, de un jardín: ¡un girasol! perfumarás nuestros días con tu aroma y tu candor. Tú siempre estarás presente en nuestras vidas por ser: un Ángel, grácil y fuerte ¡Que Dios te guarde Gabriel!

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TetĂŠ Cabrera Despedida Ellas le dicen adiĂłs, tristes, aturdidas, tiraron la llave al entrar. En realidad se parecen, a veces las confunde en la noche, las llama y no contestan. No sabe cual de ellas se queda despierta hasta el amanecer.

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