TERESA DE JESÚS Y LA MÍSTICA “Creer lo que jamás veremos, esto es la poesía”
Gerardo Diego
Proyecto de Innovación educativa “Cómo decirte…Cómo contarte” Dpto. de Religión
En los comienzos del siglo XVI los conventos carmelitas se habĂan alejado mucho de sus principios fundacionales. Eran una especie de centro de reuniĂłn de damas y caballeros de la ciudad. Las religiosas no encontraban inconvenientes cuando decidĂan romper su clausura.
Por todo esto y a pesar de las muchas adversidades recorrió toda la Península fundando conventos en los que impone la clausura y el silencio, la austeridad, el trabajo, la educación y vivir la fraternidad de forma intensa y sencilla. Las llamó monjas reformadas o también Descalzas por sustituir los zapatos por sandalias, se alejaron de todo lujo para ser ermitañas y entregarse a la oración.
Conventos fundados por Santa Teresa de JesĂşs
¿Qué será eso que llaman “Mística”?
La palabra “mística” viene del griego μυστικός (mystikós): misterioso, enigmático, hace mención a los misterios religiosos. También de la voz griega myein (μυεῖν) que significa cerrar los ojos o la boca. Los ojos para no ver lo que es secreto, la boca para no revelar los secretos.
En el ámbito cristiano, la mística está relacionada con la revelación divina, comunicación a la vez de verdad y de gracia. No hay separación entre espíritu y materia. El camino de la experiencia mística es a través de la oración y de la contemplación.
Como escribió Bernardo Fontova (1390 – 1460) en su Tratado Espiritual de las Tres Vías, la experiencia mística es un camino hacia Dios que sigue tres vías.
Vía purgativa
Vía Iluminativa
Vía Unitiva
Santa Teresa, como castellana que era, escribe sus obras y por lo tanto la TeologĂa MĂstica con el estilo sobrio, sencillo, con un lenguaje popular. Esto no quita para que se esfuerce a la hora de redactar y componer sus obras.
En la redacción primera del Camino, de la Vida y las Moradas, hay signos del estilo teresiano: escribir de forma directa y con fidelidad una experiencia limitada a unos pocos privilegiados. Encontró en la tradición judeocristiana tres elementos distintos, el castillo del alma, las numerosas moradas en la casa del Padre y el carácter sagrado del número siete. Para las “moradas” coge un versículo evangélico, pero este versículo no dice que hay siete, habla de “muchas moradas”. Este número parece pertenecer a la Santa y lo presenta como resultado de su experiencia personal.
Según Teresa de Jesús, en la vida mística hay que tener en cuenta esas tres gracias que frecuentemente van unidas: la gracia, la inteligencia de la gracia y la expresión de la gracia. En la experiencia mística encontramos, según una expresión de Santa Teresa este proceso: «Una merced es dar el Señor la merced, y otra entender qué mercedes y qué gracia, otra saber decirla y dar a entender cómo es».
El poema –así lo concibió Amado Alonso– aspira a decir lo indecible, a evidenciar un no sé qué, para el que en ocasiones ni basta la palabra ni alcanza el análisis.
Teresa de Jesús en Castillo interior, nos habla de los fenómenos místicos posibles dentro del camino espiritual del cristiano, a través de las siete moradas del Castillo, que corresponden a siete momentos o etapas de la vida espiritual.
MORADAS CUARTAS Las primeras gracias místicas renovación interior.
MORADAS TERCERAS La segunda conversión.
MORADAS SEGUNDAS La lucha y perseverancia.
MORADAS PRIMERAS La primera conversión.
de
MORADAS QUINTAS La gracia de la unión o gracia de la vida nueva, como vida en Cristo.
MORADAS SEXTAS Las gracias místicas del desposorio espiritual.
MORADAS SÉPTIMAS Las gracias místicas que son la gracia de la comunión trinitaria, del matrimonio espiritual y eclesial con Cristo.
AlegrĂa Teresiana