Cuesti贸n de piel
Por Fernando Zurueta
Cuestión de piel 1 La esclavitud, se desarrolló y se mantuvo como una fuente de ingreso económico muy importante desde la Antigüedad. Como lo sostiene Hugo Thomas en su libro: “La trata de esclavos”, del estudio realizado en las tumbas prehistóricas del Bajo Egipto, o en los años de esplendor de Grecia y Roma, los esclavos eran sirvientes domésticos, trabajaban en minas o en obras públicas. En Atenas, un grupo de sesenta mil esclavos estaban dedicados a construir el Partenón, a pesar de que se sostiene que el número era mucho mayor pero como “secreto de Estado”, los datos reales no se revelaban. Las bajas que se producían a causa de los azotes, de las enfermedades y de las muertes, son hechos que no se divulgaban. Aristóteles afirmó que la humanidad se divide en dos: Los amos y los esclavos, que era lo mismo 1
Publicado en el Diario Pregón de Jujuy – Año 2008
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decir: griegos y bárbaros. Algunos tienen derecho a ordenar y otros nacen para obedecer, lo que significaba que cualquiera que no fuese griego podía ser capturado y esclavizado. Se lo consideraba al esclavo como, una propiedad con alma. ¿Y quién dice que para ser esclavo, tenían que ser negros? En la antigua Roma y muchos años después, los esclavos también eran rubios. Las crónicas de la época dicen que los que se rendían ante las batallas, se convertían en presas de los vencedores y no había distinción de razas, de manera que el color de piel no tenía importancia para ser sometidos. En España, en el Siglo XIII, la esclavitud se encontraba legislada en las famosas partidas de Alfonso “El Sabio”, en el título 21 - Parte Cuarta Los Siervos. Se clasificaba a los siervos de maneras diferentes: los que se cautivan
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en tiempos de
guerra; los que nacen de las siervas y la última cuando alguno es libre y se desea vender. Los primeros que desarrollaron la trata de esclavos en África, fueron los portugueses, y que mantuvieron “su monopolio” durante cien años no dando importancia a los cuestionamientos que se realizaban en ese entonces. En el año l444 Lanzarote de Freitas llega a Portugal con un cargamento de 235 esclavos. El cronista de ese entonces fue Gómez Eannes de Zurara, cortesano del Rey de Portugal. La idea originaria era llevarlos a Portugal como objetos y enseñárselos al Infante Enrique y de allí es
que
los
principales
negociantes
se
convencieron de los beneficios que daría su comercialización. El Infante Enrique, informaba que: “Entre ellos, algunos eran blancos, bastante rubios y bien formados, mientras otros eran mulatos y otros más, tan negros como los etíopes”. 5
El mismo tratamiento hizo Colón, cincuenta años después con los indios que llevó a España después de su primer viaje al Caribe. Eran verdaderos trofeos que se llevaban al principio, para ser exhibidos
y
para
demostrar
la
maravilla
encontrada, sin tener presente las barbaridades que se cometían. Así bajaban los indios de carabelas de cien toneladas, con las cabezas y las caras bañadas en lágrimas, mirándose los unos a los otros, gritando de dolor, pidiendo ayuda, golpeándose el rostro con la palma de las manos. Los encargados de estos grupos humanos, tenían la responsabilidad de realizar la división de los cautivos, de padres a hijos, de maridos a esposas, de hermanos a hermanas, por
temor que de
estando juntos, puedan conspirar en contra de los conquistadores. No hubo respeto por amigos o familiares, cada uno fue a dar a donde “le tocaba en suerte”.
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La llegada de los primeros africanos a Portugal, fue una novedad para la población. La previa información que se brindó era: que llegaría un grupo de personas notoriamente distintas los habitantes del lugar. Se concentraron en el puerto para contemplarlos, entre ellos estaba el Infante Enrique, que como recompensa por los permisos otorgados, recibió el quinto real, consistente en cuarenta y seis esclavos. Gustavo Nerón en “Crónicas del descubrimiento y de la conquista de Guinea” dice: “que el sistema con los años se perfecciona y en el año 1473, cuando se normativiza, se fija como condición que todos los esclavos comprados en África, deben llevarse primero a Portugal”. La esclavitud brindaba muy buenas ganancias y se estudiaban métodos eficaces para atrapar a los negros rápidamente. Los mercaderes usaban sus propios medios, hasta que lograron llegar a un acuerdo con los jefes de tribus. La simpatía con el jefe indígena evitaba riesgos y los beneficios eran mayores. Al no existir 7
la moneda, el trueque era el modo más eficaz de transacciones despertando el gusto por los bienes de consumo: telas, utensilios, joya, tabaco y sobre todo el alcohol como el aguardiente, fascinaban a las tribus que complacientes entregaban a sus congéneres con tal de lograr estos “tesoros”. Ridder de Zemborain dice: “que al no existir la moneda los esclavos se compraban como “piezas y las
“piezas”
se
formaban
con
diferentes
mercaderías como por ejemplo: un sombrero, un fusil, collares y unos metros de tela, una sombrilla. Y tal fue el entusiasmo de los jefes indígenas, que vendían a sus parientes organizando además verdaderas cacerías humanas”. Para los negreros portugueses, fomentar la guerra entre los distintos pueblos era lo cotidiano, porque de ese modo se lograba en poco tiempo, un grupo humano para poder ser traslados a Portugal o España en pequeñas embarcaciones y de poco calaje, como eran los lanchones para
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facilitar su llegada a los puertos africanos y poder remontar los ríos. La mecánica para atrapar a los futuros esclavos, consistía en atacarlos desprevenidos, cuando menos pensaban, tenían encima una red y por más que luchen para sacársela, el trabajo era en vano, para evitar que el apresado pretenda escapar se lo reducía golpeándolo hasta dejarlo inconsciente. Luego eran trasladados en jaulas montadas en carretas hasta la costa, donde se asentaban
las
factorías
administradas
por
europeos. Allí los bajaban empujándolos y pinchándolos
con
palos.
Pocos
oponían
resistencia y los más, no podían mantenerse en pie, luego de tantos días de estar en la misma posición. Los tiraban en una quibanga que era una especie de corral construido con troncos, sin ventanas y encima de ellas se instalaban las oficinas de sus captores.
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Pero luego de tantos días encerrados en el mismo lugar, el hedor de la quibanga era insoportable, de manera que se los encadenaban entre ellos por el cuello, los tobillos y se procedía a limpiar el lugar de hacinamiento para luego devolverlos al mismo lugar. Al ser trasladados al buque, los que no conocían el mar, sufrieron ataques de pánico resistiéndose a subir a cubierta, pero con cachiporras y palos los obligaban, para luego transportarlos a las bodegas del barco en donde los ubicaban unos arriba de otros en posición fetal y encadenados. Al llegar el buque al puerto, el Director de la Casa, el Tesorero del puerto, un magistrado, un recaudador
de
impuestos,
escribanos
inspeccionaban
sus
guardias
y
el
cargamento;
reunían a los esclavos en cubierta y pasaban lista antes de llevarlos a la Casa dos Escravos2, donde los separaban en grupos para decidir que 2
Institución dedicada exclusivamente a esta actividad.
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impuestos aplicarles. El director y el tesorero examinaban cuidadosamente cada esclavo que estaba desnudo, fijaban su precio, lo apuntaban en un pergamino y se lo colgaban del cuello. Se concedían licencias y el Gobierno se aseguraba el pago de los impuestos.
“Para los traficantes
portugueses, la trata se convirtió en un negocio muy importante, a tal punto que expandieron sus actividades con España, firmándose un Tratado para la venta en ese país, estableciendo el centro comercial en Sevilla3”.
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La trata de esclavos de Hugo Thomas.
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