Bases

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Idoate, Florentino.”Bases antropológicas de la logoterapia” en Fundamentos Antropológicos, Psicológicos y Terapéuticos de la Logoterapia. Universidad Autónoma de Centro América 1992, San José Costa Rica. ISBN 997-63-063-3. Pp. 14-53.

Primera Parte Bases antropológicas de la Logoterapia


Capítulo I 1. Psicología y filosofía Toda psicología tiene siempre un respaldo o retaguardia filosófica y detrás de todo sistema psiquiátrico hay una concepción del mundo y, sobre todo, del hombre, más o menos latente o explícita. Una antropología concreta sin una imagen del hombre sería difícil, por no decir imposible, para comprender la conducta humana integralmente. Frankl tiene una antropología filosófica concreta y propia, de tal manera que en su concepción antropológica misma está la raíz de su terapia. 2. Antropología filosófica de Frankl Su antropología filosófica es en primer lugar existencialista. Es uno de los primeros en intentar enfocar la psiquiatría, junto con Jaspers y Biswanger, desde un foco existencialista y así llegar, por el análisis existencial, a una síntesis entre la filosofía existencialista y la psicología y psiquiatría. Según esta concepción se distinguen dos aspectos que trazan las líneas divisoras entre el “ser” y el “existir”, entre la facticidad o facultad y la potencialidad. Las cosas “son”, la persona humana existe, deviene. Las primeras son como los animales; son lo que de facto son, un-ser-así-y

no-poder-ser-de-otra-manera;

todo

en

ellos

está

programado y, puestas las condiciones necesarias favorables, se realiza perfectamente la programación. En cambio la existencia y la potencialidad significan: “un-ser-así-ypoder-ser-de-otra-manera”. Esta manera de ser es propia y exclusiva del hombre en este mundo. Esa capacidad de poder ser de otra manera lleva consigo dos consecuencias: primera, que a diferencia de las cosas que “son hechas”, el hombre “se hace” así mismo, y segunda, esto con decisiones positivas de su propia libertad; se hace y se destruye.


Frankl se opone con toda radicalidad al reduccionismo. En la concepción del hombre, éste limita la concepción humana a una o dos de sus dimensiones, dejando a un lado la principal y específica del hombre su espíritu, su libertad. Frankl defiende al mismo tiempo como imprescindible para poder comprender y rectificar o curar la conducta human, una imagen del hombre integral que encuadre las tres dimensiones del ser humano: somática, psíquica y espiritual. Todo reduccionismo consiste en generalizar una cosa comprobada en una línea, pero que no está comprobada en otras; y luego, en su carácter exclusivo, de una verdad comprobada en el hombre, sacar la conclusión de que el hombre no es más que eso, lo comprobado. Así un radiólogo puede contemplar en la pantalla o en el celuloide una mancha, que es un conjunto de huesos, un esqueleto. Procedería científicamente cuando afirme que el cuerpo humano hay huesos y esqueleto, pero falsearía por completo la verdad, si intenta deducir que en el hombre no hay más que esqueleto, que el hombre es solamente esqueleto, yendo más allá de la comprobación. De la misma manera, la biología nos dice que en el hombre se dan fenómenos biológicos, pero reduce y deforma el biologismo que limita al ser humano a mero fenómeno biológico o de combustión y oxidación. De una manera semejante procede el psicologismo, cuando, de la comprobación de que en la vida del hombre se dan reflejos condicionados, afirma que las neurosis no son más que reflejos condicionados; o el psicoanalista que de la afirmación de la existencia de impulsos instintivos, deduce temprana y deformantemente que el hombre no es más que una lucha de instintos, que produce problemas, conflictos y complejos, como hace el psicologismo muchas veces. Sería esto hacer una caricatura deformante del ser humano; no tener en consideración más que una o dos dimensiones humanas. La ciencia siempre es proyectiva: es decir, enfoca un lado del objeto y lo llena de luz, pero, como toda proyección de la luz, deja uno o varios lados de la misma cosa en una perfecta sombra, en la oscuridad. La proyección es necesaria. Pero conviene que se haga por todos los lados y así llegar a una imagen unitaria e integral. Pero se convierte en


abusiva cuando se reduce todo al objeto contemplado por un lado nada más. El Dr. Frankl ilustra gráficamente esta deformidad si con una vista prospectiva de arriba abajo se contempla la base de un círculo, la de un cono y la de un cilindro; la proyección nos dará una visión repetida de tres círculos semejantes que son sus bases. Pero si no se conoce más que la base de un cono o cilindro, se podrá decir que se sabe muy bien y con toda certeza cuantitativa qué es la base de un cono o de un cilindro, pero no se podrá decir que se sabe lo que es un cono, o un cilindro.

Figura 11 De la misma manera, cuando se ve la imagen de un hombre con todo lo que tiene de común con el animal en un corte horizontal, como hace la ciencia positivista y determinista, se podrá saber con gran precisión y — será muy útil— cuál es la base del hombre, pero nunca se podrá decir qué es un hombre. En el libro The Moders and the Moral of Psycotherapy se nos brinda la siguiente definición de hombre: el hombre no es más que un mecanismo bioquímico dotado de un sistema de combustión que provee de energía computadorizada. Como neurólogo, dice Frankl, no tengo dificultad para aceptar que la computadora es un modelo para el sistema nervioso. La falla está en el no es más que.2 Es realmente alarmante pensar lo que puede influir en un joven estudiante, cuando cínicamente se le dice que los valores no son más

1 2

Viktor E. Frankl. Psicoanálisis y existencialismo. México. Ed. F.C.E. 1950, p. 50. Viktor E. Frankl. El hombre doliente. Barcelona. Ed. Herder. 1987, p.16-17.


que mecanismos de defensa y formaciones relativas, como uno puede leer en el “Journal of Psychotherapy” en Estados Unidos.3 Frankl no quisiera que se mal comprendiera su propia reacción frente a esas aseveraciones. Por lo que a él concierne, su propia reacción sería la siguiente: nunca estaría dispuesto a vivir por causa de una formación reactiva ni tampoco dispuesto a morir por un mecanismo de defensa.4 El hombre ciertamente es una computadora, la mejor hasta ahora inventada; pero restringirlo a ser eso nada más, es lo mismo que decir que el Quijote o La Divina Comedia no son más que el amontonamiento de las mismas letras del alfabeto repetidas; si así fuera, se trataría de una impresora, no de una editora. El hombre es mucho más que una computadora.5 3. Raíces del reduccionismo Hay que admitir que dentro de la propia dimensión estudiada, tiene valor el reducir la atención a esa parte confrontada y reconocer que sus afirmaciones y logros deben ser afirmativos; pero nunca podrán ser exclusivos de otras dimensiones o niveles del objeto. En ese único campo,

prescindiendo

de

otros

aspectos,

serán

verdades

las

afirmaciones, pero no extensivas a otros campos, absorbiéndolos; y precisamente este pensar unidimensional es exactamente la raíz y la fatalidad del reduccionismo. Esa fatalidad consiste precisamente en cerrarse a un sólo método del conocimiento, dejando a un lado los otros. Es como si uno pretendiese cerrar todas las ventanas de una gran sala o casa, dejando solamente una abierta para que entre la luz. Entraría ciertamente la luz, pero no lo mismo que si estuvieran todas las demás abiertas. Y esa unilateralidad, por lo tanto, lleva consigo una automutilación en el conocimiento humano. Entre otras limitaciones, la posibilidad de encontrar un significado, un sentido a la vida y circunstancias. 3

Ibid. p. 16. Ibid. 5 Op. cit., p. 17. 4


Vale la pena referir la explicación más clara dada por Frankl. Donde se dan dimensiones tienen que darse también proyecciones. Yo puedo estudiar un fenómeno humano en su dimensión inferior subhumana, proyectarlo por vía de la investigación, prescindiendo de las demás, no negándolas. Este procedimiento pertenece a la esencia de la ciencia. Yo personalmente soy neurólogo y psiquiatra. Como neurólogo veo en mis pacientes solamente sus reflejos y como psiquiatra sus reacciones. Pero como se ha dicho, un buen médico debe también ser humano y tiene que ver más allá de la neurología y la psiquiatría al hombre, en el fondo de los reflejos y reacciones hay un hombre, detrás de la enfermedad, el enfermo, el hombre que sufre, detrás del “homo sapiens”, está el “homo patiens”. En una palabra: llega el médico hasta las internas dimensiones, está siempre abierto a esa dimensión humana.6

4. Reacciones frente al reduccionismo Frente a ese reduccionismo, que en sus expresiones tanto llama la atención, es necesario reconocer que no es solamente el Dr. Frankl quien levanta su voz humanizadora. En la revista americana “Discover” (“A Petient is more than the Sum of Physical Findings” Perri Klass. Discover # 7, 1986) en un artículo dirigido a los estudiantes de medicina el Doctor Perri Klass advierte sobre el peligro en que las refinadas técnicas modernas pueden incurrir en olvidarse de “lo humano”. En los mejores instrumentos de observación, o análisis de los componentes humanos, nunca encontrarán la persona que allí está. 7 Pero lo que más llama la atención en este punto es que un científico nato de la talla de Konrad Lorenz, Premio Nobel, en su último libro, 1985, ya desde el título, lanza un SOS ante la deshumanización del hombre. El libro se titula Decadencia de lo Humano. 8 Así en la segunda parte del mismo, 6

Op. cit., p. 17. Perri Klass. “A Patienent is more than the Sum of Physical Findings” Perri Klass. Discover # 7, 1986. 8 Konrad Lorenz. Decadencia de lo Humano. Barcelona. Ed. Plaza & Janes S.A., 1985. 7


sienta esta tesis: Puesto que toda la responsabilidad moral del hombre viene determinada por su escala de valores, es preciso combatir la presencia errónea y epidémica de que sólo lo calculable y mensurable, corresponde o pertenece a la realidad. Se ha de explicar de manera convincente que los acontecimientos de nuestra experiencia subjetiva poseen un grado de realidad idéntico a todo lo que se puede expresar con la terminología de las ciencias naturales exactas. 9 Este autor da mucha importancia al ejercicio de las facultades prospectivas

para

apreciar

formas;

sería

lo

único

que

puede

proporcionar una fina sensibilidad en la captación de armonías. 10 ¿Será verdad que la percepción de lo bello y del arte son también fuentes de verdad? Así sucede para K. Lorenz, quien en otro lugar (Crítica del cientificismo) afirma: “La analogía entre los procesos racionales de la mente, reconocidos como pensamiento científicamente legítimo, incluso por los cientificistas más radicales, y las facultades ratiomorfas es un argumento muy convincente para hacernos ver que se han de reconocer también las facultades cognoscitivas, que indudablemente no son de naturaleza racional, como fuentes legítimas en el conocimiento científico”.11 Llama “ratiomorfo” —expresión de Egon Brunswick—, a esas facultades de la percepción, no sólo por su analogía con los procesos

racionales,

sino

también

por

su

heterogeneidad

psicofisiológica.12 Volviendo

a

la

exposición

del

reduccionismo,

Frankl

cita

expresamente, como un ejemplo de esta reducción científica de observación de un lado nada más de la realidad, la posición de Konrad Lorenz que centrándose en su especialidad, no niega ni afirma nada de las otras; “contra nada tenemos nada en contra”. Así, Konrad Lorenz en su estudio específico confiesa que no encuentra el principio de finalidad, pero admite sin embargo la fundamental posibilidad de que exista en otras dimensiones trascendentes a la ciencia. Lorenz no admite la 9

Op. cit., p. 74. Ibid. 11 Op. cit., p. 80. 12 Ibid. 10


trascendencia al infinito, en cambio admite la trascendencia de las dimensiones del hombre, por ejemplo de lo somático a lo espiritual. El cae en una contradicción. Si admitiera lo primero, entonces sería no sólo digno del Nobel de ciencias, sino también del Nobel de sabiduría. 13 En una palabra, la reducción de la atención a una línea o parte del todo sin atender a las demás partes o líneas, es justa y necesaria para la investigación científica. Pero reducir lo comprobado en esa línea, identificándolo con el fatídico “no es más que” hace que el todo no sea más que una parte, una falta de lógica y un desbordar los límites para excluir todo lo demás que no ha sido demostrado en esa investigación. Es un salto a priori de lo científicamente demostrado a todo lo demás del sujeto íntegro. Es la reducción del saber a un método nada más, excluyendo los otros, con lo cual se realiza una automutilación de la facultad cognoscitiva del hombre. Entonces se tiene el reduccionismo clásico: ese proceder se puede comparar con el de un hombre que mantiene un ojo permanentemente cerrado. 14 Ese reduccionismo lo encuentra Frankl tanto en el psicoanálisis, que reduce al hombre a un conjunto de instintos en conflicto, como en Adler que reduce al hombre a complejos de inferioridad frente a la sociedad y su correspondiente superación, como también al conductismo que reduce el hombre únicamente a lo cuantificable y directamente observable. En general, la psiquiatría actual, que se mantiene en lo psicofísico, se cierra totalmente a los valores humanos: No reparamos en afirmar,

—escribe Frankl— “una psicoterapia, que se con-sidera

libre de valores, es en realidad ciega a los valores. 15 Por eso la Logoterapia expone una concepción integral del hombre. Oigamos otra vez a Konrad Lorenz: Hablando de los diversos organismos cognoscitivos del hombre, el cientificismo se puede definir de forma simplificada como “la creencia de que únicamente es real lo que es posible expresar con la terminología de las Ciencias Exactas y demostrar mediante la mecánica cuantitativa..., único

13

Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 42. Konrad Lorenz. Op. cit., p. 81. 15 Viktor E. Frankl. Teoría y terapia de las neurosis. Madrid. Ed. Grecos. 1964, p.191. 14


método cognoscitivo científico y legítimo del hombre”. 16 “El tomar en consideración el fenómeno subjetivo y sus legitimaciones peculiares, no es sólo imprescindible en general para nuestro propósito de captar el mundo exterior con la mayor objetividad posible. También es especialmente indispensable cuando se necesita comprender al hombre como sujeto cognitivo. Precisamente el término fenomenología significa para nosotros ese conocimiento necesario para cualquier intento de objetivación de la experimentación subjetiva y de las legitimaciones inherentes a la misma”.17 “El desatender una facultad cognitiva significa renunciar al saber y esto constituye el atentado más grave que pueda cometer un científico contra el espíritu que nos guía en la búsqueda de la verdad”. 18 De esta manera, el Dr. Frankl ha ido analizado las distintas reducciones del mundo, tanto la biológica, mera combustión y oxidación; como la psicológica, mero conflicto de impulsos e instintos –con su proceso de desequilibrio y tensión– búsqueda de la identificación y llegada a la meta de la desaparición de la tensión, y reposo en la homeostasis, que tampoco da la verdadera imagen integral del hombre en un humanismo ínmanente. La Logoterapia contiene una concepción integral del hombre a través del análisis existencial como una explicación antropológica de la existencia personal.

Capítulo II

I.

CONCEPCIÓN

DIMENSIONAL

HOMBRE: SOMA, PSYCHE 16

K. Lorenz Op. cit., p. 74. Op. cit., p. 74-75. 18 Op. cit., p. 80-81. 17

Y

DEL

ESPÍRITU


1.1 En el pensamiento de Frankl sobre el hombre, –dentro de esa “unidad de opuestos que es la persona”–, el autor distingue tres dimensiones principales que locaracterizan: a.- La dimensión somática, o también vital de cuyo estudio se encarga la biología, en realidad es somático-biológica, en la cual se percibe con toda certeza que se dan instintos: pero no son éstos los que “tienen al hombre”, es éste el que los tiene a ellos. Constituye esta dimensión la base y fundamentos del hombre, de cuyas leyes e influiencia en la conducta humana, se interesa y explica sobre todo el psicoanálisis; la base temperamental del hombre. b.- La demesión psíquica: a la que pertenece el reino de los sentimientos y la afectividad con todos sus problemas, frustraciones, complejos, etc. Estas dos dimensiones componen el dinamismo psicofísico. c.- La dimensión espiritual, personal, existencial: en la cual el término “espiritu” se toma sin ninguna connotación teológica ni religiosa. Freud había dicho alguna vez en su tiempo, para definir claramente su posición y misión, que la humanidad sabía ya que tenía espíritu, pero ahora le tocaba a él, tener que recordarle que tiene instintos. Frankl también se retrata al declarar que la humanidad en los últimos decenios ha demostrado de sobra que tiene instintos, y que hoy en día le interesa más bien recordarle que tiene espíritu y que es un ser espiritual. “Y para cumplir con este objetivo, el análisis existencial (en cuanto explicación antropológica de la existencia personal) intenta hacer explícita, –desvelar y revelar– e implícita la imagen del hombre de la psicoterapia, como si se revelara una fotografía, sacando de la latencia la auténtica imagen del hombre.19 Las tres dimensiones del ser humano las clasifica como Soma, Psyche y Logos. La Psyche incluye lo mental. Hay que hacer notar, por lo demás, que al usar inderentemente los nombres de Existencia, Persona y Espíritu para designar la tercera 19

Viktor E. Frankl. Teoría y terapia de las neurosis. (T.T.N). Ed. Grecos S.A. Madrid. 1964.


dimensión, no quiere darles el sentido de meros sinónimos, sino que cada uno de esos términos tiene un matiz correspondiente y peculiar: persona desde el punto de vista fenomenológico; existencial desde el punto de vista antropológico; y espíritu desde el punto de vista ontológico. 1.2 El psicoanálisis trabaja con dos primeras dimensiones (Freud, Adler y Jung) pero olvidan o excluyen la tercera. Frankl añade y tiene en cuenta sobre todo en su terapia la tercera de una menera especial, sin dejar de atender, –es Neurólogo– a las dos primeras. El Logos es la dimensión específicamente humana que da unidad a la esencia del hombre. Esta concepción del hombre y su unidad dinámica personal, la caracteristiza o describe no a la manera de Hartmann en tres planos, tres niveles distintos, tres escalones superpuestos, sino más bien en la forma de tres círculos concéntricos centrados en torno a un centro íntimo espiritual, es decir, la persona del ser humano como núcleo del hombre.20

s

p e

Figura 2 “En esta figura llama la atención que la línea divisoria de las capas psíquicas y somáticas está representada por trazos discontinuos; en cambio entre la capa o núcleo central y la capa psíquica no se da esa separación, lo cual quiere indicar que el verdadero hiato, es decir, la cesura esencial se da entre lo psíquico y lo espiritual; existe a nuestro parecer un antagonismo psiconoético, en contraposición al llamado paralelismo psicofísico”.21

20 21

Op. cit. Op. cit.


Este antagonismo es potencial, pues muchas veces puede ser una cooperación con lo psicofísico. En una palabra, se puede afirmar que entre lo somático y lo físico se da una mayor fusión que entre lo psicofísico y lo espiritual, con mayor distanciamiento ontológico. Aduce Frankl una cita de Max Scheler, según la cual “la psicología no es sino una biología desde adentro”. 22 1.3 Superior a estos dos modos de enfoque sería un modo tridimensional, según el cual las tres dimensiones –somáticas, psíquica y noológicas– forman la totalidad del ser humano unitario y totalitario. Factores que aunque sean fundamentalmente distintos, y haya que separarlos, todos se pertenecen unos a otros en el ser hombre y son en consecuencia antropológicamente inseparables: forman una unidad total. “El todo del ser lo consigo sólo por el todo de mi propio ser, es decir no sólo por un pensar, sino también por el actuar, no sólo por un conocer, sino por un decidir; no por un saber, sino por el creer que es un conocer que decide”.23 2. Análisis Existencial y Logoterapia 2.1 Así como el psicoanálisis por medio de la asociación de ideas o interpretación de los sueños logra hacer consciente el inconsciente instintivo, de parecida manera analítica, el análisis existencial hace que emerja a la superficie al inconsciente espiritual de la Persona espiritual. Por eso la meta y aspiración del análisis existencial en “cuanto explicación antropológica de la existencia personal, es hacer consciente o explicar, desplegar y revelar la imagen del hombre inconsciete e implícito de la psicoterapia, como se revela una fotografía sacándola de la latencia de la placa impresa”. 2.2 Hombre existencial: en el análisis existencial aparecen todos los rasgos esenciales de un auténtico existencialismo, en primer lugar su concepto de existencia. La diferencia de la filosofía tradicional que 22 23

Ibid. Ibid.


concibe la existencia como aquello por lo cual una cosa se diferencia de la nada, el existencialismo ve en este concepto aquello por lo cual el ser humano está saliendo de sí mismo en perfecta fuga de su esencia, de lo que era, hacia lo que puede ser, haciendose a golpes de decisiones libres. Según este concepto de existencia hay que distinguir dos maneras diferentes se ser. La Facticidad que se puede definir como un-ser-así-y-no-poderser-de-otra-manera. En cambio la existencia es un-ser-así-y poder-serde-otra-manera. Se trata de un ser facultativo, que tiene una capacidad de llegar a ser algo más, no en vrtud de una programación previa, como sucede en las cosas y animales, sino en virtud de sus propias decisiones. Las cosas son sencillamente. El hombre, aunque en parte esté programado, en su psicofísico, en parte no; tiene que programarse a sí mismo en sus decisiones: el hombre existente. Así a través del análisis existencial humano fenomenológicamente considerado, tanto como por la experimentación clínica, llega a descubrir la presencia de una dimensión espiritual, de una fuerza antagónica potencialmente, no siempre, de la cual surge luego una terapia, partiendo de lo espiritual, llamada Logoterapia. El hombre es por lo tanto una unidad de tres aspectos o dimensiones: lo somático corporal, lo anímico o psíquico y lo personal espiritual. De estas tres la última es la específicamente humana. Y aunque estos tres factores sean fundamentalmente distintos, sin embargo se pertenecen unos a otros: pertenecen en lo que se refiere al ser hombre y son antropológicamente inseparables. Las dos primeras constituyen el aspecto psicofísico del hombre. En él influyen los datos hereditarios: lo impuesto por la naturaleza, y lo impuesto por el ámbito social –educación–; determinaciones naturales y sociales. La psicología moderna se ha detenido principal o únicamente, en estos aspectos reduccionistas estudiando sus campos y conflictos y sus fuerzas instintivas. Otras se han extendindo a las influencias sociales.


Pero, teóricamente, se ha prescindido de la dimensión tercera, el Logos, la persona espiritual, privándose del conocimiento de los conflictos propios de esta zona; aunque en la práctica el ser humano, que es el terapeuta, no pueda prescindir de hecho de ese factor olvidado en la teoría. La Logoterapia en cambio no sólo atiende a esa dimensión que debe complementar el estudio de toda conducta humana, sino que le da énfasis prioritario a esta dimensión, tanto en el estudio de la génesis y terapia de la neurosis como, sobre todo, al estudiar la nueva clase de neurosis –las noógenas– y también al estudiar la terapia de los conflictos todos en general. Por eso la Logoterapia añade a la Psicodinámica la noodinámica.

3.Importancia de la concepción dimensional del hombrre Uno no puede menos de preguntarse ¿cómo se entiende la multiplicidad de dimensiones y la unidad y totalidad del ser humano? A esta pregunta responde Frankl afirmando que “el ser idéntico que se articula en los tres alementos expresados, es un misterio que sólo podemos acercarnos a él por analogía”, puesto que nuestro modo dimensional de enfoque significa un intento de aproximación, “more geometrico”. Pero en realidad no sólo podemos comprender el mundo “ordine geométrico”, sino que también, a la inversa, las matemáticas deben ser susceptibles de ser interpretadas “more ontologIco”, es decir de una manera ontológica.24 A esto podíamos añadir lo dicho por Werner Heisenberg, “que las leyes matemáticas no son leyes de la Naturaleza, sino las de un mecanismo muy concreto del entendimiento humano”.25

24

Ibid. Konrad Lorenz. Decadencia de lo Humano. Plaza & Janes Editores S.A, Barcelona. España. Primera Edición 1985, p. 77. 25


Para Frankl en este punto lo más interesante es mantener abierto el modo dimensional de consideración y con ello nuestro interrogar. Y así presenta la figura siguiente.

La fig. 3 es la fig. 18 tomado de V.E. Frankl. Teoría y Terapia de las Neurosis (T.T.N). Ed. Grecos S.A. madrid. España. 1964, p. 209.

Se ve en la figura presente, en la primera parte, cómo una proyección de arriba a abajo nos da un círculo, con toda su ambigüedad, que no permite distinguir el círculo del cono y del cilindro, ambigüedad por haber incluido todas las dimensiones es una común. Pero si se estudia la segunda parte de la figura, que un cilindro proyectado desde arriba da la imagen de un círculo, y proyectado horizontalmente da un rectángulo. Se tiene al mismo tiempo juntos “la cuadratura y el círculo”. “Pero así como es imposible la cuadratura y el círculo, de la misma manera tampoco puede ser reducido, por principio, lo anímico a lo corporal, ni tampoco puede deducirse de ello”. 26 Más bien las

dos

cosas

son

inconmensurables.

Pero

mientras

esta

inconmensurabilidad ontológica, en cualquier otra forma de enfoque, hace saltar la unidad y totalidad antropológica auténticas, en cambio en el marco de nuestra imagen permanence posible nuestra concepción dimensional del hombre, aunque no sea la última palabra o explicación. Ciertamente la fusión o unión de lo inconfundible y aparentemente también incompatible, no se lograría nunca en uno de aquellos planos inferiores, sino que tendrá que ser cuando se logre en la dimensión inmediatamente superior, en el espacio de lo humano, que está constituido por la “tercera dimensión de la Espiritual”. Claro que cuando se dice que la dimensión humana está constituida por lo Espiritual, no se 26

Viktor E. Frankl T.T.N. p. 211.


quiere afirmar exclusivamente, que lo espiritual sea la única, pero sí la prioritaria y específicamente humana.27 De esta manera se podrá comprender no sólo la contradicción entre lo corporal y lo psíquico, sino también la existente entre necesidad psicológica y libertad noológica, y cómo se soluciona a través de esta concepción dimensional. De la misma manera la contradicción entre el sistema neurofisiológico cerrado por un lado, y abierto frente a todo ente transfisiológico (lo psicológico y lo noológico) resuta aparente y soluble tan pronto como se enfoque al hombre dimensionalmente. En efecto, si se contempla en la figura 3 la planta de un vaso o cilindro abierto por arriba, se tiene un círculo cerrado en la base; sin embargo, visto en la dimensión superior “abierta”, está en capacidad de recibir algo. Así se tiene un vaso auténtico, objeto uno y tridimensional. Lo mismo pasa con el hombre: lo espiritual, aunque no sea evidente para muchos hoy día, es el elemento indispensable en la totalidad del hombre, y la dimensión de lo espiritual es lo que constituye el espacio específico del hombre, de lo humano. Y ese ser hombre comienza a despertar en el espacio de lo corporal-anímico-espiritual. “En esa triunidad es donde el homo humanus tiene su morada, donde reside su humanitas”.28 Todo esto queda confirmado con la llamada “resonancia afectiva” basada en el hecho de que según H. Kleinsorge y G. Klumbies se comprueba electronicardiográficamente que la alegría actúa sobre los vasos coronarios como un nitrito. En realidad, según Frankl, no es la energía la que actúa sobre el corazón, sino más bien algún estado hipotético en el cerebro del individuo que se alegra; es ese estado la verdadera causa y lo que produce el efecto de los vasos coronarios. Si esto es comprobable en el electrocardiograma, la primera tenía que ser comprobable en el electroencefalograma, por lo menos teóricamente. 29 Por lo tanto, rigurosamente hablando, una cosa como causa y efecto –y retroefecto– no puede existir más que en la zona de la fisis, pero no en la de la psyque, donde se dan motivo y consecuencias. El 27

Viktor E. Frankl T.T.N. p. 213. Viktor E. Frankl T.T.N. p. 214. 29 Viktor E. Frankl T.T.N. p. 211-212. 28


nexo entre la fisis y la psyque no es causal –efecto y afecto que se “cierran en un círculo causal, el sistema nervioso central”–, sino que tiene que ser a la vez también abierto a otra dimensión superior, –lo anímico y espiritual– que al penetrar en lo psicológico, posibilita al organismo su servicio a la persona; un servicio doble conforme a su función expresiva y a su función instrumental”. 30 En resumen de esta concepción tridimensional del ser humano se deduce que lo propiamente humano no puede captarse si no se ingresa en la dimensión de lo espiritual, en la tercera dimensión. En efecto, la vida vegetativa del hombre –dimensión somáticovital– se puede explicar dentro de esa dimensión, siguiendo el circuito cerrado causal de la misma. La vida animal se comprende dentro de lo anímico, pero el ser humano como tal, su “Dasein”, –la existencia espiritual personal– no cabe en el cuadro de una simple dimensión psicomática bidimensional. Esto podría hacerse en una proyección en ese plano bidimensional, pero no con exclusividad de la otra tercera dimensión, por que caería en la ambigüedad y en la contradicción. 31 Hay, en efecto, cosas distintas que se proyectan como iguales: círculo cono cilindro –base idéntica–, pero también se ve que una misma cosa se proyecta como diversas cosas: círculo y cuadrado. II.

Concepción dimensional del hombre: tres existenciales

A.- El hombre existencial Después de haber expuesto la concepción tridimensional del hombre en la Logoterapia de Frankl, se pasa a exponer el carácter existencial del mismo hombre. Esto se hace mediante el análisis existencia. Por este enálisis, no de la existencia, sino sobre la existencia humana, descubre Frankl en el hombre tres existenciales: Existenciales viene a significar una vivencia fundamental en la cual captamos nuestra propia existencia y la de las demás personas o cosas del mundo. Unos existencialistas eligen como vivencia central la esperanza como Gabriel Marcel, existencialista francés. Para Heidegger 30 31

Ibid. Op. cit., p. 209.


es la contingencia del ser humano, ese balanceo, que nos mece entre el ser y la nada. Sartre la encuentra en la náusea, producida por un mundo absurdo y sin sentido. Son vivencias claves, a través de las cuales se vive el mundo y a sí mismo. Ateniéndose a esta nomenclatura propia del existencialismo, distingue Frankl en la existencia del hombre tres existenciales, o sea manifestaciones de la persona humana, tres vivencias fundamentales en ella, que son: espiritualidad, libertad y responsabilidad. Las tres son vivencias primigenias de la percepción humana, captadas no sólo por el conocer, sino principalmente por el actuar, por el decidirse. Las tres son vivencias primigenias irreductibles a otras o deducibles de otras. Más bien se trata en cada caso tanto en lo corporal como en lo psíquico y anímico de sendas dimensiones del ser humano, pero lo espiritual no es solo una dimensión, sino la genuina dimensión del ser humano.32 Un avión puede moverse perfectamente en el suelo, sin embargo no empieza a ser estrictamente hablando hasta el momento en que se eleva. Algo semejante ocurre con el hombre: solo cuando puede pasar del estado de la facticidad psicofísica orgánica y enfrentarse consigo mismo, empieza a ser hombre en el sentido propio de la palabra: actúa humanamente.33

1.

ESPÍRITU-ESPIRITUALIDAD La espiritualidad del ser humano se nos manifiesta sobre todo en la

viviencia de una fuerza, capaz de tomar distintas actitudes frente a los instintos: ya sea dejándose llevar por ellos en la decisión que toma; o deteniendo los impulsos antes de tomar esa decisión; o finalmente como un poder antagónico, que elige todo lo contrario. Entonces no tendremos 32 33

Op. cit., p. 219. Ibid.


un conflicto entre instintos, sino entre éstos y esa fuerza interior. Ahondando en esta experiencia o manifiestación de la misma, Frankl define el Espíritu como la capacidad de sustraerse el hombre a las grapas del tiempo y del espacio, y poder estar donde otro u otros: es el Bei-sein. “El ser espiritual no está sujeto a la categoría del espacio”. 34 Ese estar en espíritu “presente” en una fiesta de un amigo o duelo no es una mera frase de excusa, que tantas veces se utiliza; es una presencia real, más activa y eficaz que la mera presencia física con ausencia de interés en los demás. No es una presencia óntico-espacial, sino ontológica. “El espíritu está presente en todo lo que piensa, en todo lo que “toca” con su punta acerada”.35 Concepto de espíritu y gnoseología De esta concepción del espíritu de una presencia real, no óntica sino ontológica, del Bei-sein, en otro u otra persona, parte la tesis gnoseológica de Frankl. Para él la falla principal de los diversos planteamientos del problema sujeto-objeto y el puente necesario, nace del intento de convertir la realización gnoseológica en una relación fisiológica; interpretándola desde la fisiología de los sentidos es pretender ontificar-espacializar la relación cognitiva. Lo que es verdad en los sentidos no lo es en referencia lógica a lo relacional (gnoseo-lógico) entre “la cosa en sí” y “el yo en sí”. La posibilidadd de que el ser espiritual esté presente “en otro ser” es una facultad originaria, es la esencia de la verdad espiritual. Una vez admiratida ésta y reconocida “nos ahorra la problemática tradicional del sujeto y objeto con el consabido puente del yo al objeto o la absorción de éste desde fuera hasta dentro del sujeto”. Otra ventaja reside en la renuncia a otra cuestión: qué hay detrás de esa posibilidad última y extrema que tiene el espíritu de “estar presente” en otro ser. Pues en realidad no hay nada y así o se apela a la fisiología 34 35

Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 107. Ibid.


de los sentidos, lo cual sería una petición de principio, ya que ese “estar presente en otro” es la condición de la misma percepción o ésta resulta algo inexplicable, si no se presupone por lo menos tácitamente o inconscuentemente, la facultad de aprender de algún modo a otro ser. Otra cosa es cuando se trata del modo cómo esto se realiza. “Una ontología del conocimiento sólo puede

afirmar el hecho: que el ser

espiritual está presente “de algún modo” en otro ser; la facticidad, no el contenido ni la esencia de esa presencia; pero nada nos dice sobre el modo. Esta presencia es la condición de otras posibilidades como la percepción, el pensamiento, el lenguaje; no es un mero resultado, sino una condición de los mismos, como del recuerdo y la evocación, es decir esto significa estar presente en lo distante temporal y especialmente. Refiriéndose a ese desconocimiento del modo, anota Frankl si no sería más correcto corregir la frase de Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”, por esta otra “no sé como sé algo” acompañada de esta otra de Einstein: “Lo más incomprensible en relación con el mundo es que sea comprensible”.36 Conocimiento esencial y conocimiento existencial La presencia del ser espiritual en lo conocido viene a ser lo mismo que la intencionalidad. El ser espiritual es intencional en el fondo de su esencia y al hacerse presente en otros se hace consciente, se hace presente así mismo. En la filisofía de Husserl el ser cognoscente “tiene” la esencia del ser conocido, del mero modo de ser. En cambio, el conocimiento existencial significa no la presencia del conocido, sino la presencia del cognoscente. “Entonces en el conocimiento existencial, la esencia conocida por el ser espiritual revela su objetividad a éste, y la existencia conociendo a otro ser, está presente en él “.37 De esta manera el conocimiento existencial trasciende la escisión entre el sujeto y el objeto, o mejor dicho, es previo

36 37

Op. cit., p. 110. Op. cit., p. 111.


a esta escisión, que viene a ser consecuencia del mismo y de fisión por eso formada con su presencia. Por eso la espiritualidad no se capta directamente en sí misma, sino en sus actos y decisiones. La conciencia nos pone en la penumbra de la misma espiritualidad, pero la raíz profunda de la misma es inconsciente. Por lo tanto, no sólo existe el inconsciente instintivo (Freud), sino también el espiritual, y así el “Logos” hunde sus raíces en el inconciente. Esta

raíz

de

la

espiritualidad 38

no

sólo

es

irreflejable,

sino

necesariamente inconsciente. Es como el punto rojo de la retina, que todo lo ve, pero no puede verse a sí mismo, o como un telescopio, que sirve para ver la luna y las estrellas, pero no para ver la tierra donde se asienta; o como un faro, que, según el refrán oriental, “su base está a oscuras” o como el cerebro órgano de toda sensación dolorosa centro de toda la sensibilidad, pero insensible al dolor en sí mismo. De la misma manera, siguiendo a Max Scheler, la Persona, centro de actos espirituales, y de toda conciencia, no es por su parte “capaz de conciencia de sí misma”. 39 Por lo tanto, tampoco puede ser objeto de análisis. Cuando se habla de análisis existencial, no analizamos la existencia, sino hacemos análisis sobre la existencia. La existencia misma sigue siendo un fenómeno primario e irreductible. El Dios inconsciente, presencia ignorada de Dios.40 “Asimismo, cada uno de sus aspectos fundamentales, como son la conciencia y la responsabilidad (ser consciente y responsable) constituye un estado fenomenológico primario del mismo tipo”. 41 Si se comparan otros análisis, psicoanalítico o individual, se ve que primero presenta, en una última instancia, una limitación del yo en cuanto a conciencia: el inconsciente no es más que la impulsividad, una impulsividad reprimida, y pretende liberar esa represión para hacerla consciente.

38

Viktor E. Frankl T.T.N. p. 221. Op. cit., p. 220. 40 Viktor E. Frankl. La presencia Ignorada de Dios. Ed. Herder. Barcelona. p. 29. 41 Op. cit., p. 29. 39


Para la psicología individual, la neurosis no es más que una limitación del yo en cuanto responsabilidad. Ambas reducen su horizonte científico: en un caso, se limita a la conciencia, en el otro a la responsabilidad. Pues bien, reflexionando sobre los fundamentos radicales en el ser humano, se ve que la conciencia y la responsabilidad constituyen precisamente los hechos fundamentales de la existencia humana. Ser hombre equivale a ser consciente y responsable.42 De ahí las dos palabras semejantes en varias lenguas para designar la conciencia y la responabilidad: Bewustsein y Gewiessen; consciencia y conciencia. “La espiritualidad de la conciencia mediante una autorreflexión perfecta, no solamente no es posible (es inconsciente), sino que tampoco es deseable que lo sea; ya que no es la misión del espíritu contemplarse a sí mismo”. 43 Lo que ve no puede ser visto, dice la sabiduría oriental, –lo que oye no puede ser oído y lo que piensa no puede ser pensado a la vez–. De esta manera aparece claro que la reflexión

no

recae

sobre

el

protofenómeno,

sino

sobre

el

deuterofenómeno, no sobre mi yo, sino sobre algo mío: mi pensamiento, mi sentimiento, mi ilusión espiritual, mi idea, mi vivencia, no sobre un análisis de la Existencia abismal, sino con respecto a la existencia o sobre la existencia. Confirmando la idea de Frankl ya muy bien dijo Balmes en su libro El Criterio: “El espíritu humano no ha sido hecho para contemplarse a sí mismo, y el castigo de semejantes intentos han sido las tinieblas”. Más bien es propio de la esencia humana ordenarse, ser ordenado y proyectarse hacia algo o hacia alguien, un ideal, un valor, una persona. La persona es como una flecha lanzada hacia fuera para realizarse, relizando valores y personas, pues el cambio del hombre hacia sí mismo pasa a través del mundo: el hombre no se encuentra a sí mismo, sino en el otro.44 Cuado la Logoterapia habla de la espiritualidad, no cae en el espiritualismo, que sería otra manera de reducir el hombre a una 42

Ibid. Viktor E. Frankl T.T.N. p.221. 44 Ibid. 43


dimensión, –la espiritual–, sino que tiene en cuenta los instintos y las frustraciones, y, como terapia, tampoco excluye otras terapias ya sean de tipo psicoanalistas o conductista. La persona, la “existencia” y lo “espiritual” tienen distinto matiz, según se

acerque

o

enfoque

este

algo

“superior”

con

un

enfoque

fenomenológico, antropológico u ontológico y sólo una psicología de orientación noológica será capaz de apelar a la persona-existencialespiritual; y de poner en juego frente a la enfermedad psicofísicaórganica la virtud de aquella fuerza antogónica, peculiar de lo espiritual. 45 B.- El Hombre libre y responsable 1. La espiritualidad hace que el hombre sea consciente, como se acaba de exponer, de su espiritualidad. Ahora bien, la segunda característica existencial del ser humano, es la libertad. Esto aparecía ya claro en la noción del hombre existencial, que es un ser que decide libre y responsablemente. El problema de la libertad y el determinismo, siempre ha sido difícil de resolver, pero resulta más claro para el existencialismo, porque a la pregunta “¿Qué es el hombre?, responde “Un ser que decide”. Pero será un problema siempre oscuro en su explicación, el que sea responsable ante algo o ante alguien”. 2. La concepción de Frankl sobre la libertad, está trazada en líneas bastante transparentes y progresivas. a.- Concede en primer lugar que, a la manera de los otros existenciales, como la espiritualidad, es un fenómeno primigenio de conciencia que no es dedudible de otro anterior y por lo tanto irreversible a otro. Y por eso mismo, algo no se puede demostrar racionalmente, pero sí mostrar vivencialmente porque lo vivimos. Sería temerario intentar demostrar racionalmente la espiritualidad; pero, al mismo tiempo, no se puede negar una reflexión sobre vivencia fundamental. Alguien ha dicho que la demostración más palpable de ese “poder interno y espiritual” es precisamente el tormento de la indecisión, la cual no se experimenta en las cosas, que no dependen de nosotros. 45

El hombre doliente. p. 181.


b.- En segundo lugar plantea el problema, diciendo que no depende o es cuestión de “Determinismo e Indeterminismo”. Sino más bien de Determismo y Pandeterminismo.46

LA LIBERTAD

SEGÚN

FRANKL

a.- Hace notar que frente a la afirmación de esta vivencia y seguridad que se tiene de la libertad, los deterministas no niegan que el hombre experimente esa vivencia, lo que dicen es que esa vivencia es una ilusión, no una verdad objetiva; es un autoengaño; el hombre se experimenta a sí mismo como si fuera libre.47 “Hasta aquí estamos ante dos afirmaciones, pero ninguna prueba”. Se puede replicar de distintas maneras ante el errror en que están los deterministas. Los filósofos deterministas no son los únicos que niegan la existencia de la libertad en el hombre: también los esquizofrénicos paranoides aseguran lo mismo, con la diferencia de que éstos se experimentan también como no-libres y demás limitan su afirmación a su propia voluntad, “no generalizan”. Al mismo tiempo advierte a los filósofos deterministas que ellos mismos pueden experimentar su voluntad como no libre o borrar la “ilusión” de la libertad. “No se necesitaría más que tomar una determinada cantidad de 0.000030 gramos de dietilamida del ácido lisérgico. Produciría una intoxicación que se expresaría en estados de despersonalización y desrealización; tendrían la sensación de no tener piel, o de tener piernas muy largas, la sensación de ser títeres autómatas”. Bajo el influjo del ácido lisérgico no se vive, sino que se transcurre.48 Después de esta reflexión tan racional, pregunta con profunda ironía, “¿será, pues, necesario ingerir dietilamida del ácido lisérgico para poder experimentar uno mismo la verdad del determinismo y del subrealismo de no tener libertad? ¿Será tal la calidad de esta verdad del 46

Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. FCE.1987, p. 56. Viktor E. Frankl. Homo Patiens. Ed. Platín. Buenos Aires. 1995, p. 68. 48 Viktor E. Frankl. Psicoterapia al alcance de todos. Herder. Barcelona. 1983, p.142. 47


determinismo,

que

sólo

bajo

condiciones

tóxicas,

puede

ser

experimentada?49 ¿Será necesario intoxicarse, drogarse para borrar la ilusión de la libertad? Es más fácil admitir que la droga cause y no que anule la ilusión y el engaño de la percepción. b.- Esa vivencia de la libertad no es ciertamente una libertad absoluta y total; sería la omnipotencia. Está en cambio marcada y circunscrita por los límites que le trazan los determinismos que la circundan; es limitada. Precisamente ahí radica la novedad y originalidad de la definición de Frankl: la libertad es la capacidad que tiene la persona espiritual de tomar una actitud u otra frente a los determinismos o condicionamientos impuestos, ya sea por la herencia ya sea por la sociedad. Esta concepción

admite

los

condicionamientos;

pero

estos

no

son

necesitantes y dominadores; dejan un campo y ámbito para la libertad. c.- Frente a qué es libre la persona 1. La persona es libre frente a los instintos e impulsos. Esa fuerza superior del Espíritu tiene la libertad de tomar una decisión frente a los instintos: aceptación, suspenso o, en contra, sobreponiéndose a ellos. Freud en una carta a María Bonaparte escribía según su mentalidad materialista (en teoría, aunque no en la práctica) que, si se pone un conjunto de personas de diversa condición social –económica, sexual, religiosa– en idénticas condiciones de presión, de hambre, muy pronto tendríamos igualado el nivel del hombre; no pensarían más que en comer, ni hablarían más que de comer ni soñarían más que en comer, etc. Desaparecerían todas las diferencias, sólo reinaría el imperio del hambre.50 Pero fue percisamente lo contrario lo que sucedió con ese experimento en los campos de concentración. En ellos y en esas circunstancias iguales los hombres se diferenciaban. Los viles se 49 50

Op. cit., p. 143. Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 78.


desenmascaraban y los santos también se manifestaban. El hambre era igual para todos, pero los hombres se diferneciaban. Como reza el título de un Bestseller: “No es cuestión de calorías”. 51 Aquí se puede ver en última instancia que la conducta humana no está dictada por los instintos, sino por una decisión que hace el hombre. Se dé cuenta él o no, él decide, ya sea a favor o en contra de los instintos. Es decir, sea cual fuere la medida o proporción en que se deje determinar por ellos, siempre él es quien decide. El determinismo absoluto

no

existe, como quedará

patente por las siguientes

observaciones. 2. Lo mismo hay que afirmar sobre la independencia frente a la herencia o, lo que es lo mismo, el no determinismo total hereditario. La ciencia sería de la investigación sobre la transmisión hereditaría ha demostrado, en este punto, que el hombre es libre también frente a sus predisposiones heredadas. Es clásica la conclusión de un estudio del Dr. Langer sobre mellizos univitelinos (por lo tanto con predisposición idéntica por ser idénticos los genes) y cuya vida estudió el Doctor desde el nacimiento hasta la edad madura. Uno de ellos resultó un criminal refinado y el otro criminalista igualmente astuto y refinado. La característica común de ambos era la astucia perspicaz y el refinamiento, pero mientras en uno éstos se plasman en la comisión del crimen, en el otro lo hacen en el estudio del mismo. Por eso aquí se cumple lo que había dicho Goethe: “No hay ninguna virtud que no pueda convertirse en vicio ni vicio que no pueda convertirse en virtud”. 52 También lo confirma con el testimonio de una psicóloga que constata su identidad de gustos con su hermana melliza: vestidos, música... hombres. No existe más que una diferencia entre ellas, la una es psicóloga, la otra es neurótica.53

LIBRE FRENTE AL MEDIO AMBIENTE 51

Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 51. Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 146-147. 53 Ibid. 52


Este condicionamiento o determinismo no es el determinante fatal de la conducta humana. Ciertamente el hombre es influido fuertemente por estos tres condicionamientos expuestos, pero el que dice la última palabra es la decisión libre del individuo; ésta actúa superándolos a la altura de la persona en un sentido o en otro. Se ha referido anteriormente el “test” imaginario propuesto por Freud para llegar a un igualitarismo por una necesidad común (comer, hambre), que no resultó en los campos nazis de concentración y que demuestra la autonomía humana frente a los instintos, como es el de la conservación. Pero también vale para distanciar a uno del ambiente o sociedad, que domina y esclaviza. El hombre en verdad no es independiente de los instintos y condiciones sociales, pero siempre puede tomar una actitud propia frente a ellos, constructiva o demoledora. “Aparecieron los canallas que robaban el alimento cuando podían y el hombre que visitaba a sus compañeros en la celda repartiendo el pedazo de pan negro que recibió. Entre estos honrados como personas y aun santos podemos citar el caso del Padre Maximiliano Kolbe, que se ofreció a salir al frente de fusilamiento respondiendo al nombre de otro prisionero padre de familia de siete hijos y dio la vida en lugar de él”.54 Idéntica comprobación aparece referida en el American Journal of Psychiatry 1954 respecto al testimonio de los soldados americanos presos en el cautiverio norcoreano. “Hubo entre ellos bastantes ejemplos de una conducta extremadamente altruista como tambíén de las formas más primitivas de luchar por la supevivencia”. 55 En esos ambientes hostiles no sólo deja de darse en algunos “una recesión”, como se interpretaba psicoanalíticamente, sino que se da una auténtica progresión humana, moral y, aun a veces, religiosa la que ha brotado en más de un recluso por causa de la prisión, una relación inconsciente y reprimida hacia Dios, la que no debe infravolorarse como una religión de las trincheras (o “Fox Hole Religion” en América) que aparece en situaciones de peligro. Cree Frankl que la 54 55

Op. cit., p. 78. Viktor E. Frankl T.T.N. p. 186, nota al pie de pág. # 8.


religión, que no se tiene hasta que le sale a uno al paso la adversidad, es preferible a aquella que sólo se tiene mientras le van bien las cosas, llamadas “bussines-man religion”. Esta concepción de la libertad humana pone delante dos consecuencias relativas a la educación. La meta final de la educación como la de la misma terapia o psicoterapia obliga a tener en cuenta primordialmente este poder libre del espíritu con su capacidad de reaccionar frente a los síntomas de diferentes maneras. En segundo lugar, la propia educación consistirá en desarrollar esta capacidad de decisión, para que sea la propia persona la que aprenda a tomar decisiones positivas, racionales y correctas. El lema para la juventud será en términos existencialistas: Tú serás lo que te hagas. Ahora bien, esta voluntad de tomar posición y decisión no puede reducirse a una categoría instintiva, así como tampoco el deber puede reducirse a un mero querer. Por eso se ha añadido a la decisión las características de racional, correcta y también responsable. Así se llega a la consideración del tercer existencial humano, que es la responsabilidad.


Capítulo III

1.1 LAS DOS CARAS DE LA LIBERTAD La libertad humana está caracterizada en el análisis existencial por dos elementos: uno limitativo y otro amplificador. El primero limitativo consiste en que afirma ser libre el hombre condicionalmente, es decir, dentro de sus posibilidades físicas, dentro del ámbito circunscrito por sus condicionamientos. La libertad humana no es absoluta ni omnipotente, es limitada y relativa. Pero, por otro lado, tiene un elemento amplificador ya que no declara al hombre simplemente libre, sino reponsable. Por lo tanto, se mueve entre estos dos extremos: ni omnipotencia ni arbitrariedad. La primera cara de la libertad dice independencia de coacción, de presión, de imposición, de

los instintos, de la herencia de

condicionamientos sociales. Pero este factor o esta cara es más bien negativa, o mejor dicho, la condición para ser libre y poder elegir y decidir. La segunda dice independencia para: para realizar un sentido en su vida, un valor, un ideal, una persona; y esta vertiente se llama responsabilidad. Sartre sólo tiene en cuenta el primer elemento: la independencia de ...El joven rebelde también. Por eso flota en el vacío existencial, sin causa ni reponsabilidad. Ahora bien. Teniendo en cuenta el concepto existencialista de que el hombre se hace a sí mismo a gólpe de decisiones libres, está claro que tiene el hombre una existencia primordial de realizarse; de ahí que ese “para que” consiste en su responsabilidad ante el propio devenir hombre perfecto; responsabilidad ante el sentido de la vida que debe realizar. Por esta razón el devenir humano tiene un carácter inequivoco de respuesta. No es tanto el hombre el que propiamente pregunta a la vida, es más bien ésta la que pregunta al hombre en cada situación, y es el hombre el que tiene que decidir y responder. Por eso mismo la vida


humana es una auténtica pregunta permanente a la que el hombre debe responder. La respuesta será dada por la acción o la actitud. Por esta razón, al hablar del influjo pedagógico, no es suficiente hablar de la capacidad de tomar decisiones; debe completarse esta exigencia con la otra: que esta capacidad sea tomar decisiones racionales, correctas, enriquecedoreas, y no demoledoras de la persona; que responda afirmativamente a las pregunras de la vida. Así como la indecisión puede ser y de hecho la es muchas veces enfermiza, y siempre señal de infantilismo, la decisión superficial e irreflexiva será un signo no menos infantil. El porvenir es nuestro en la manera y medida en que se dé una decisión responsable.

1.2

¿PARA

QUÉ ES LIBRE EL HOMBRE?

La respuesta de la Logoterapia es tajante: “El hombre es libre para el cumplimiento o realización del sentido concreto de la existencia personal”. En la vida humana existen posibilidades fundamentales para darle sentido a la vida y son las posibilidades de realizar valores, ya sean vivenciales, ya de creación, ya de actitud frente a lo inevitable. En el transcurso de esta vida hay alguna o varias de estas posibilidades. “La vida tiene sentido hasta su último aliento”. Ser responsable es “la esencia de la existencia humana”. Anticipándonos a la motivación de la conducta humana se puede ya advertir cómo aquí se da un salto a la esfera de los valores, con los que puede enriquecerse el ser humano. Estos no empujan al hombre como los instintos que impulsan, sino que lo atraen desde adelante.

1.3

¿ANTE

QUÉ O QUIÉN ES RESPONSABLE EL

HOMBRE?


Este es un problema que debe resolver cada uno. No se le puede imponer la opinión a nadie. La responsabilidad del hombre lo enfrenta en primer lugar con su propia conciencia. La responsabilidad del hombre frente al devenir es una instancia objetiva dirigida al propio ser humano, en su carácter de devenir más que de ser; de algo que se está haciendo. Devenir lo que puede y debe ser. La conciencia es un fenómeno primario e irreductible propio de la espiritualidad y de ninguna manera un epifenómeno. Se podría definir o descubrir operativamente como aquello que, ante un problema o decisión, nos hace preguntar ¿Qué es lo que debo hacer para ser lo que debo ser? Si hago lo que debo hacer, soy lo que debo ser; si no lo hago, no soy lo que debo ser. Freud había identificado la conciencia con el super-ego. Hoy muchos psicoanalistas sostienen que la verdadera moralidad no puede fundarse en el super-ego. “A veces se ha cometido un casi universal error al confundir

la

conciencia

con

el

super-ego...

La

conciencia

es

fundamentalmente trascendental y por lo tanto no es identificable psicológicamente”.56 Lo demuestra también el hecho de que en la edad de identificación del individuo, la juventud, se revela éste contra el superego en nombre de su propia conciencia personal. La pseudo-conciencia del niño o conciencia introyectada por los padres en el niño es el super-ego. Pero la conciencia propia que se despierta en la adolecencia y en la juventud se revela contra el superego (familia, sociedad, etc.) asimilando los valores introyectados que le convencen y desechando los que no le convencen superficiales o pasajeros. Pero avanzando sobre la responsabilidad, el hombre no puede responsabilizarse ante sí miso. En toda respuesta hay una alteridad: uno que pregunta y otro que responde. Para Frankl detrás de la conciencia hay una entidad sobrehumana, aunque con mucha frecuencia inconciente para el hombre. La conciencia es trascendente: supone alguien distinto y superior al hombre, de quien nacen esas instancias y esas preguntas. 56

Viktor E. Frankl. La presencia Ignorada de Dios. Herder. Barcelona. 1984.


1.4 A llegar a este punto del conocimientos del hombre como ser libre y responsable, se impone una distinción certera del profesor Frankl entre causas, motivos y razones. Es verdad que todas las elecciones son causadas, pero están causadas por el que las elige. 57 Pero no todo lo causado es motivado. Si alguien está cortando rodajas de cebolla, puede ser que llore. Estas lágrimas tienen una causa. Pero no tienen ningún fundamento ni motivo. Si se hace montañismo y se llega a una altitud de tres mil metros, experimentamos la sensación de opresión y ansiedad. Esto puede proceder de una causa o de un motivo. La falta de oxígeno puede ser la causa; pero también puede suceder que el montañero este mal equipado o escasamente entrenado y entonces se tiene un motivo para la opresión, y la ansiedad tendrá una razón. 58 La confusión de ambas cosas tiene lugar cuando se concibe al hombre como un sistema cerrado, en el cual tan sólo se tienen en cuenta las fuerzas que empujan y no los motivos que atraen. Entonces el ser humano queda codificado, despersonalizado. La carencia de esta diferenciación es la raíz del pandeterminismo. La razón y el sentido apuntan a objetos intensionales: son el logos, al cual tiende la psique. Si la psicología ha de ser merecedora de su nombre debe reconocer las realidades tanto del logos como de la psique. Si se suprime lo carcterístico del hombre, su relación especíifica con los valores y significados; si las razones y los valores se sustituyen por procesos condicionantes; son entonces “los persuasores ocultos” los que realizan el condicionamiento, los que manipulan al hombre y viceversa; si alguien ha de manipular a seres humanos, ha de codificardos primero y, a este fin , adoctrinardos con arreglo al pandeterminismo. Escribe Skinner: “tan sólo despojado al hombre autónomo

podemos

transformar

las

auténticas

causas

del

comportamiento humano, desde lo inaccesible a lo manipulable”. 59 Y añade: pertenece a la misma naturaleza del a análisis experimental de la conducta humana el hecho de sustituir al hombre autónomo en las 57

Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 51. Op. cit., p. 56. 59 S. Skinner. Más allá de la libertad y la dignidad. Ed. Fontanela Barcelona, 1973. p. 274. 58


funciones previamente adjudicadas a él y transferirlas una por una al control ambiental. Este análisis, es decir, el de la conducta ambiental, deja cada vez más funciones que desempeñar al hombre autónomo. El análisis científico de la conducta humana desmantela al hombre autónomo y reintegra el control al ambiente.60 Ahí se tiene una descripción escandalosamente reduccionista a la que Frankl responde: En primer lugar, niega que los procesos condicionales sean verdaderas causas del comportamiento humano; que la causa auténtica sea algo inaccesible siempre que no se niegue la calidad humana al comportamiento del hombre sobre una base apriorística; fianalmente que la calidad humana no puede revelarse si no reconociendo

que

la

auténtica

“causa”

de

un

determinado

comportamiento humano individual, no es una causa sino una razón.61 A lo cual se podría añadir que el hombre, junto a la dimensión psicológica y psicosocial, se completa con una dimensión espiritual en libertad; llamar a esa imagen del hombre homúnculo, es no sólo un chiste desgraciado, sino una torpeza de lenguaje pervertido. Un autor – Ludwig von Bertalanffy– añade que el concepto del hombre como robot fue una fuerza poderosa motivacional en sí misma. Fue la base de la ingeniería conductista en la publicidad y la propaganda comercial, económica y política.62

1.5 Comentario: La libertad y algunos problemas sociales actuales Esta concepción de la libertad en sus dos vertientes – independencia-de e independencia-para- arrojar luz para aclarar algunos problemas actuales de tipo social y educacional.

60

Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 57. Op. cit., p. 58. 62 Op. cit., p. 57-58. 61


En la desmedida ansia de libertad, que devora a muchos jóvenes de hoy, se cae en la tentación de no tener en cuenta más que el primer aspecto de la libertad: independencia de coacción, imposición, independencia de la mayor parte de las cosas, incluidos los propios padres, y de toda norma obligante: autoridades, normas elementales de la vida como el tener que trabajar, etc. Pero no se atiende para nada a la independencia-para... y, al no tener nada positivo que realizar, se quedan flotando en un vacío existencial. Sin tener ningún para qué en la vida y huyendo de toda auténtica dependencia, caen fácilmente en la esclavitud del grupo, de sus pasiones y de los vicios. La libertad para es una orientación para realizar valores y así realizarse a sí mismo, dando sentido a la vida. Otro problema también iluminado por la original noción de libertad, es el que se presenta con frecuencia sobre si la sociedad es por sí misma restringidora de la persona o enriquecedora de la personalidad, y educadora y amplificadora de la libertad. No se trata evidentemente de si puede haber un tal tipo de sociedad esclavizante, sino de la naturaleza misma de la sociedad. A la luz de la distinción frankliana parece claro que la sociedad disminuye en efecto la independencia-de, imponiendo normas, leyes, disposiciones, por ejemplo, de tránsito. Pero, al mismo tiempo, no se puede negar que aumenta y dilata la independencia-para, brindando nuevas oportunidades, por ejemplo, buenas vías de comunicación. Lo mismo se podría decir del matrimonio, como primera sociedad humana, y de cualquier otra sociedad: la unión de esfuerzos vinculares, para aumentar las posibilidades de hacer juntos lo que no se puede hacer separados y desunidos. 2.1 Destino y Libertad El destino es parte del hombre como el suelo al que le ata la ley de la gravedad. El hombre tiene que mantenerse erecto ante su destino y mantenerse de pie ante el suelo que pisa. La dialéctica humana consiste en esa combinación aparentemente extraña de unir dos cosas que nos parecen incompatibles: el destino y la libertad.


Dice Frankl: libertad sin destino no es posible. La libertad sólo puede ser libertad ante un destino. El hombre es libre, pero está circundado por infinitos condicionamientos, sin los cuales no puede vivir y ejercitar su libertad. No está en el vacío, se halla en medio de muchos vínculos. Estos vínculos son exactamente el punto de apoyo de la libertad; por eso el tener que contar con ellos no significa sometimiento. Una comparación del suelo por el que el hombre camina: es trascendido a cada movimiento en la marcha y el suelo solamente lo es en la medida en que es trascendido. De esta forma se podría definir al hombre como un ser que va librándose a cada paso de aquello que lo condicona. Es decir, que va trascendiendo todos esos condicionamientos al superarlos. Esta paradoja define el carácter dialéctico del hombre, uno de cuyos rasgos esenciales es el de permanecer siempre abierto y problemático para sí mismo. Su realidad es siempre una posibilidad y su ser un poder. El hombre no se agota nunca en su facticidad, en hechos o datos inconmovibles, sino en las posibilidades de ser de otra manera. 63 El hombre, en frase de Jaspers, es un ser que decide. Pero ¿qué es lo que decide y cómo lo decide? El decide lo que es “Tú serás lo que te hagas”, decía un educador a sus alumnos. ¿Cómo decide? –superando y transcendiendo las determinaciones o condicinamientos, que son el punto de apoyo de su libertad. De esta manera los supera. Las decisiones son tomadas en el entorno de dos factores impuestos, que representan:1- El destino biológico (las disposiciones impuestas por la herencia); 2- El destino sociológico: La situación y la circunstancia. Las disposiciones biológicas y las situaciones son dos engramas, que dejan abierto el campo y forman las limitaciones de esa capacidad de tomar en libertad una actitud u otra. Pero a estos dos destinos impuestos por la herencia y la sociedad ambiental, se podría añadir otro tercero: El destino psicológico. Es decir,

63

Op. cit., p. 129


la actitud anímica del hombre, que se interpone a la acción de la libertad espiritual.

DEFINICIÓN

DE DESTINO.

El destino se concibe

como opuesto a la libertad y se llama destino a lo que se sustrae directamente de la libertad del hombre. Lo que no se halla en su poder ni es de ello responsable. Pero no se puede olvidar que toda libertad humana se mueve siempre en el espacio del destino. Ya que sólo puede el hombre desplegarse en él contando con él. Del destino forma parte todo lo pasado que es ya incambiable. En factum hecho fatalidad, pero el hombre es todavía libre ante su pasado y su destino. El hombre, en efecto, es libre para situarse ante el pasado en una actitud sencillamente fatalista o, por el contrario, aprende del pasado para situarse en el presente y enfocar el futuro; aprende de él. 2.2 El destino biológico La influencia del destino biológico en la vida humana es innegable y cada vez más importante. Pero en el hombre normal no es una fuerza faralista, ante la cual no queda más que doblegarse a ella. No se debe caer en el fatalismo. Quien considera que no queda en el hombre ninguna posibilidad o margen para influir, por la libertad, sobre las disposiciones de los factores biológicos, paraliza la voluntad de hacer frente al destino interior del hombre: “quien considere su destino como sellado, jamás estará en condiciones de llegar a dominarlo”. 64 Es evidente que en una estructura biológica normal quedará limitada la capacidad de tomar una opción frente a un condicionamiento agudo. A veces resultará ocioso el enfrentar a cada paso el poder del espíritu y el poder de la naturaleza. Ambos factores forman parte del hombre y se complementan. Lo cierto es que la ciencia moderna y las investigaciones sobre el cerebro humano están alcanzando altas cotas de influencia sobre ciertas anormalidades cerebrales. Continuamente 64

Op. cit., p. 136.


nos enteramos de personas que han logrado de una manera ejemplar vencer las dificultades, entorpecimientos y limitaciones originarias, que dificultaban su libertad por la base biológica, y han superado luego los obstáculos, que originarimente encontraban para el desarrollo de su espíritu. Siempre queda como un slogan aleccionador ese dicho americano “to do one’s best”: hacer lo mejor que se pueda por que parte del paciente o minusválido. 2.3 El destino psicológico Los enfermos neuróticos tienden a creer ciegamente en el destino inexorable (en un sentido psicológico), recluyéndose en una debilidad de carácter o de voluntad, o en el “yo soy así y no puedo cambiar”. El neurótico no cae en la cuenta de que no hace más que remachar el clavo de su debilidad y aumentar de esta manera su impotencia. “El Yo, quiere. El ello, impulsa o crea una tendencia... Así pues el Yo nunca es sencillamente impulsado. El navegar a vela no consiste en que el barco se deje impulsar por el viento: el arte del marino, que tripula un barco, consiste por el contrario en saber utilizar y orientar la fuerza del viento, haciendo que éste empuje el barco en la dirección deseada, incluso en contra del viento”.65 Nosotros no podemos controlar los vientos, pero sí podemos manejar las velas; si sopla viento norte-sur no lo podemos evitar. Pero sí podemos evitar que nos lleve al sur manejando las velas. ¿En qué consiste la tan llevada fuerza de voluntad? Frankl nos responde: no existe una voluntad originariamente débil. El neurótico hace de la fuerza de la voluntad una hipóstasis (una especie de identificación personal), pero no se trata de algo estático y definitivo permanentemente, sino de algo que está en función de los siguientes factores: una clara visión de la meta perseguida, una decisión honrada (auténtica) y un cierto adiestramiento. Si tiene una idea fija de que realmente no puede y que todo esfuerzo lo llevará al fracaso, ya está fracasado. Como dice el consejo ascético: “no hay mejor fracasado que el que no quiere luchar”. Esto se confirma con el caso de una 65

Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 140.


esquizofrénica, que a la pregunta si era débil de voluntad, respondía: “soy débil de voluntad, cuando quiero; cuando no quiero, no lo soy”. Esta sabia respuesta de la psicópata habría podido enseñar que el hombre tiende a ocultar su propio libre albedrío detrás de su supuesta flaqueza de voluntad. ¿Miedo a la libertad o a la responsabilidad? Habrá que decir también que a veces este fatalismo neurótico se debe no tanto a las excusas sobre sus educadores, sino a la influencia de ciertas teorías. A este capítulo pertenecía la enferma que, después de una tentetiva de suicidio, repondió a las preguntas del psiquiatra: “¿Qué quieren ustedes que haga? Soy una típica hija única de esas de que habla Adler”. La ley de la Psicología individual, en que se refugiaba esta enferma, es una ley que sólo rige teóricamente para el observador; pero desde el punto de vista práctico, esta ley rige en la medida que queremos nosotros mismos. Algo parecido cabe decir de la excusa en las propias limitaciones, atribuyéndolas a la educación, cuando la actitud correcta sería corregirse de los propios efectos mediante la autoeducación de quien los padece. Por eso el fatalismo neurótico es una huida de las responsabilidad frente a lo impuesto por los demás y frente a las tendencias y predisposiciones adquiridas. Finalmente, una de las motivaciones para hacer frente, en casos sobre todo de enfermedades mentales, es la forma de reconciliación con el destino, que representa la enfermedad. Al revés, la lucha constante contra esas situaciones fatales, es lo que conduce al enfermo a una depresión acentuada; en cambio, la aceptación o resignación paciente de los estados patológicos lo pone en mejores condiciones para sobrellevarlos. Esto pertenece de lleno a las tácticas logoterápicas. La actitud frente a lo inevitable. 2.4 El destino sociológico Todo individuo vive dentro de una trama social, que lo envuelve como un nuevo ambiente o clima. Por una parte, su vida está condicionada al


organismo social; por otra, se le educa simultáneamente con miras a la comunidad, hasta el punto de que se puede hablar de una causalidad social, que moldea al individuo o pretende hacerlo; y de una finalidad social; pero, teniendo siempre en cuenta que las leyes sociológicas no determinan nunca al individuo ni eliminan su libertad y tienen que pasar por una zona de libertad individual antes de poder manifestarse en el individuo mismo y en su conducta; y frente a ellas siempre retiene un margen de libertad, una posibilidad de acción, como la conservaba también frente a los condicionamientos biológicos y psicológicos. 66 Por otro lado, en lo que atañe a la finalidad, no se puede admitir la teoría del anális individual, según la cual solamente es valioso lo que sirve o aprovecha a la comunidad. Esto sólo conduciría a un empobrecimiento de los valores de la existencia humana. En efecto, además de lo útil existen otros valores vivenciales, como la contemplación, la sociedad, los valores de actitud y la dignidad humana. Este factor social de la vida humana puede concebirse como la base o la meta de la vida, puede también considerarse como verdadero destino, como algo que escapa a la voluntad humana, la presiona constantemente y la reta al combate para no dejarse aprisionar por él. Sería en este sentido otro elemento fatal en el hombre, junto al destino biológico y psicológico. El Doctor Frankl es un testigo vivo y fehaciente de lo que el hombre en este siglo ha tenido que hacer bajo la acción de las condiciones o presiones sociales. “Las reclusiones en los campos de concentración y las abundantes experiencias psicológicas realizadas en ellos, permitieron trazar el cuadro patológico de la llamada enfermedad de las alambradas y las consecuencias de la guerra de nervios. Pero también al mismo tiempo la vida de masas en esos campos, es lo que más ha contribuido a enriquecer las investigaciones de la psicopatología de las masas”.67 Por eso la Logoterapia con su lógica implacable encuentra en el análisis existencial de la persona espiritual humana, dos características o propiedades específicas de suma importancia para la terapia. 66 67

Op. cit., p. 146. Op. cit., p. 147.


3. CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA HUMANA QUE ACLARAN MÁS LA LIBERTAD 3.1 Autotrascendencia No se trata aquí de la trascendencia de la persona humana sobre las dimensiones inferiores ni mucho menos de la trascendencia absoluta que está por encima de la persona, sino de aquella capacidad de la persona humana que, no solamente no está cerrada en sí misma, sino que está en apertura permanente hacia algo que está fuera de sí misma: el mundo de los demás, un valor por realizar, o una persona por encontrar con el amor. La autotrascendencia está definida por Frankl: “La autotrascendencia hacia algo o alguien, fuera de sí mismo; hacia un sentido por realizar, o una persona que sale al encuentro en el amor”. 68 El hombre se trasciende a sí mismo y al mundo circundante por su espiritualidad. Y, al hacer esto, se levanta por encima del nivel de lo somático y psíquico –que son el aspecto objetivo– y entra en el marco de lo genuinamente humano, lo noético, que es el aspecto subjetivo de su espiritualidad. Según esto, ser hombre significa un ser orientado hacia otros, apuntando hacia algo distinto de sí mismo: un valor o una persona. En todo caso, el ser humano lo es auténticamente en la medida en que exista al servicio de una causa o de un amor. La esencia de la existencia humana reside en esta capacidad de autotrascenderse y “comprendo con este nombre que el ser-hombre es llamado a estar saliendo de sí mismo y por encima de sí mismo, orientado hacia algo que ya no es él mismo, hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido que quiere realizarlo, satisfacerlo o hacia otro ser humano, que lo encuentra en el amor”.69 68

Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 210. Viktor E. Frankl. Der Mensch auf der Suche nach Sinn. Herderbücherei. Stuttgart. 1959, p. 75. (traducción libre del autor). 69


3.2 Autotrascendencia e Intencionalidad Considerada desde el punto de vista del nivel cognitivo, la autotrascendencia se refleja en la forma de intencionalidad de todos los actos espirituales. Es decir, que, al mismo tiempo, está la capacidad del espíritu humano de transvolar por encima del “contenido consciente” y aun a través de él hacia un objeto trascendente a la conciencia. Esto es lo que caracteriza al espíritu humano en cuanto tal, por constraste con el modo de funcionar del psiquismo de los seres vivos no humanos. 70 Esta trascendencia marca con gran relieve la diferencia del ser humano y el ser animal. Lo confirma Gehlen, Porschmann, así como también K. Lorenz, cuando afirma que entre ambos seres –animal y humano– se da una diferencia cualitativa y no gradual únicamente. 71 La autotrascendencia es una cualidad de la realidad humana, es una especie de intencionalidad, pero más amplia que la intencionalidad de los actos cognitivos, tan señalada por los fenomenólogos. Es un fenómeno más amplio, un auténtico encuentro entre dos “yo”, y un modo de coexistencia más abierto al Logos, que resulta de una convergencia de ambos en el logos.72

3.3 Mero encuentro y amor También aquí encontramos una diferencia entre la intencionalidad convertida en encuentro y el amor. El encuentro, en el sentido más amplio del término, nos hace darnos cuenta de la cualidad humana del otro; esa convergencia en el Logos mutuo. Mientras que el amor nos muestra su cualidad única e irrepetible. Pero en ambos casos está implicada la autotrascendencia. En el primer caso de encuentro personal

70

Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 210. Ibid. 72 Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 73. 71


está implicando un logos impersonal (indiferencial); en el segundo, en el amor, un logos personal (diferenciado y único): un logos encarnado. 73 3.4 Autotrascendencia y desarrollo e identidad humana De esta descripción de la autotrascendencia humana es fácil corregir la importancia que tiene para el ser humano en el desarrollo de su personalidad y de la propia identidad. Ambas cosas están en función de la proporción y medida en que se entrega a la tarea de un ideal o valor, tarea o persona olvidándose de sí misma. Lo ilustra Frankl con el ejemplo del niño que es sorprendido en toda su ingenua espontaneidad por la cámara fotográfica en oposición a la pose afectada de una artista, que se enfrenta ante ella con la intención de ser fotografiada. El olvido de sí mismo del niño nos muestra mucho más su identidad de niño que la fotografía rebuscada de la artista, que refleja más bien el esfuerzo que hace ante la cámara.74 “Y si alguen me demostrara que un chimpancé es capaz de realizar algo, que lo consideráramos específicamente humano, estoy dispuesto a reconocer que ese chimpancé, es ese momento y durante su acción, es un hombre”.75 En efecto, frente a la característica cerrazón del animal en su mundo, está la apertura de la persona; pero ambas cosas –cerrazón y apertura– se hacen compatibles en el hombre: el claustro de lo psicosomático y la dimensión de la persona noética con su apertura. Idéntico fenómeno sucede con la libertad humana y sus determinismos: éstos tienen lugar en la zona psicosomática, la libertad en cambio a nivel noológico. De esta manera, al hombre se le puede aplicar la frase “unidad a pesar de la diversidad”, y también “libertad a pesar de sus determismos”. 76 La importancia de admitir esta autotrascendencia del ser humano, contrasta con las ideas bizarras y descaminadas de hoy sobre la propia realización y la enorme devaluación de la palabra personalidad, que se 73

Op. cit., p. 74. Viktor E. Frankl. Der Mensch auf der Suche nach Sinn. Herderbücherei. Stuttgart. 1959, p. 75. (traducción libre del autor). 75 Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 210. 76 Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 50. 74


centra en una quimérica realización centrípeta que fija la atención en sí misma, como si estuviera dentro de uno mismo. La Logoterapia, en cambio, pone de relieve que la persona se realiza autotrascendiéndose y realizando valores y a otras personas. La realidad es que el hombre se realiza en la medida y proporción en que se olvida o prescinde de sí mismo.77 De tal manera que, cuando uno menos piensa en sí mismo, en su propia relización y fija su atención más en la realización de valores, antes logrará la meta de la propia realización. El hombre se realiza, realizando valores o personas. Con no poca ironía y alusión velada al dicho del evangelio “El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará”. (Mt. 10,39), pregunta ¿acaso los santos no lo fueron inconscientemente? Recuerda, al mismo tiempo, la citada expresión de que el cambio hacia sí mismo pasa por los otros, “no encontrándose en sí mismo, sino en los otros”, no acepta tan fácilmente al apotegma de Descartes: “pienso, luego existo”. Ya que todo pensar es pensar en algo; un acto intencional, que se dirige a un objeto del pensamiento. Cree que la frase más exacta sería: “pienso, luego existe algo”.78 Concluye: si el acto de pensar se escapa a la intervención reflexiva, cuándo más sucederá con el sujeto pensante; es decir, la persona espiritual de donde arrancan los actos espirituales. 3.5 Autodistanciamiento Otra de las caracteristicas de la libertad humana es la capacidad que el espíritu tiene de desprenderse de sí mismo y, por lo tanto, distanciarse del síntoma que le afecta, y aun de sí mismo. En esta capacidad se fundamentan algunos de los principios más originales y eficaces de su sistema terapéutico: la Logoterapia. En efecto, uno de los medios empleados ya desde el comienzo con el paciente, es tratar de que no se identifique con sus síntomas, cayendo 77

Viktor E. Frankl. Der Mensch auf der Suche nach Sinn. Herderbücherei. Stuttgart. 1959, p. 75. (traducción libre del autor). 78 Viktor E. Frankl. T. T. N. p. 221.


en la tentación acongojante del fatalismo. Para esto hace ver y subraya una distinción importante, para no caer en el fatalismo, entre lo que uno tiene, posee (sus condicionamientos) y lo que uno es: una persona libre. Lo que tiene son los determinismos impuestos por la herencia o la educación, o ambiente social. Por lo que es, una persona tiene la capacidad de tomar una actitud u otra frente a los condicionamientos. Esta persona por la fuerza del espíritu puede distanciarse de los síntomas impuestos, creando de esta manera un espacio mental apto para la maniobra de esa actitud distanciadora. En las bases antropológicas ya se expuso anteriormente que la esencia de la libertad es, precisamente, esta capacidad de tomar distintas actividades frente a los condicionamientos, tanto normales como anormales. Por expresar todo esto con un ejemplo sencillo, se puede ver que si se tiene un condicionamiento climático por una fuerte lluvia o aguacero, no podemos ciertamente evitarlo, nos es impuesto; frente a él si podemos adoptar distintas actitudes: una negativa, que es salir imprudentemente a caminar desguarnecidos, sin defensa frente al aguacero; otra positiva, salir bien protegidos con un paraguas o impermeable. De una manera parecida, ante un síntoma o una predisposición causada por condicionamientos impuestos, no los podemos evitar, pero sí el distanciarnos de ellos, tomando una actitud positiva. Se trata aquí de una comparación o analogía, no de una situación idéntica; porque, ciertamente, una cosa es un condicionamiento externo, distante especialmente de nosotros, y otra muy distinta un condicionamiento interno, ante el cual el distanciamiento no puede ser más que mental; pero éste, sin embargo, siempre deja lugar para una maniobra distanciadora. Narra Frankl en distintos libros el caso de una esquizofrénica que padecía alucinaciones auditivas. A la pregunta hecha por él: qué preferiría ella, no oír absolutamente nada u oír demasiado, como era su condición actual, ella responde ante esta alternativa sin dudar un momento: “oír demasiado”. Es decir, en este caso el poder espiritual ha


creado una alternativa efectiva para una actitud libremente tomada y este nuevo enfoque, sugerido por la pregunta que contiene una comparación alternativa, le hace ver su determinismo de una manera distinta, así como también su síntoma, ya que termina aceptándolo libremente y de una menera positiva. Aquí radica, como se verá más tarde, la novedad que aporta Frankl y es que frente al paralelismo psicofísico, pone Frankl el antagonismo del espíritu y, en lugar del fatalismo desesperante, la fuerza y el poder distanciadores y libres del espíritu. El espíritu libre tiene la capacidad de distanciarse del psicofísico.79 Carl Rogers estableció una diferenciación empírica de la libertad. Un discípulo suyo W.L. Kell investigó a 150 delincuentes juveniles sobre las raíces o factores de su tendencia a la delincuencia, con el resultado manifesto de que su comportamiento, no podía ser predicho con anticipación: ni atribuirlo al hogar o ambiente familiar, ni a sus experiencias educacionales y sociales, ni al ambiente de la vecindad ni al transfondo hereditario. Resultaba, en efecto, que el mejor vaticinio era con mucho el grado de autocomprensión: era lo que mostraba con el comportamiento ulterior una correlación de 0,84. Frankl interpreta que esa autocomprensión implica un autodistanciamiento respecto de sí mismo y que esa capacidad de autodistanciamiento resulta aminorada en el pandeterminismo.80 Pues bien, esta capacidad de distanciamiento, tanto de sí mismo como de los síntomas, servirá de fundamento para sus prácticas terapéuticas, ya sea la intención paradójica ya sea sobre todo la derreflexión. Para la aplicación de estas técnicas y lograr este distanciamiento, está el humor. Por

eso

la

Logoterapia

enseña

que

la

capacidad

de

autodesprendimiento y la de autotrascendencia, es un fenómeno “intrínseca y definitivamente humano. Estas movilizan la capacidad de humor del hombre, el reírse de sí mismo y ridiculizar los propios miedos”. Los puntos de vista psiquiátricos que se adhieren bien al 79 80

Viktor E. Frankl. El hombre doliente. p. 180. Viktor E. Frankl. Psicoterapia y humanismo. p. 55.


“modelo de la máquina” o al “modelo de la rata”, como los llama G. Allport, se privan a sí mismos de estos medios terapéuticos. Después de todo, ninguna computadora es capaz de reírse de sí misma, ni es capaz una rata de preguntarse a sí misma si su existencia tiene sentido.81 Naturalmente que el autor de la Logoterapia no pone en duda ni la teoría del aprendizaje, ni la terapia del comportamiento: lo único que afirma es que si permanecen fijos en ellos, no pueden utilizar lógicamente los “recursos especiales que únicamente se encuentran en la auténtica dimensión humana”.82

81 82

Op. cit., p. 135-136. Ibid.


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