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SÓLO CINCUENTA AÑOS JOSÉ ANTONIO CARIDE DE LIÑÁN
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SÓLO CINCUENTA AÑOS JOSÉ ANTONIO CARIDE DE LIÑÁN
Aunque ya nos habíamos despojado del sombrero de tres picos con el que por orden del Conde de Aranda estábamos obligados a tocarnos los farmacéuticos, en atención a nuestro “distinguido empleo”, es lo cierto que de aquello hace muchísimo tiempo, nada menos que medio siglo; cincuenta años, aunque al recordarlo me parezca imposible que no fuese, como mucho, hace tres o cuatro. Me veo subiendo las escaleras del entresuelo que en la calle San Cristóbal ocupaba el Colegio de Farmacéuticos de Murcia. Acababa de trasladarse a allí desde el edificio en el que el Centro Farmacéutico, frente a la Catedral y el Instituto, tenía el almacén en la planta baja, con fachadas a Eulogio Soriano y la iglesia de San Juan. Era Presidente Enrique Ayuso1 que tenía la farmacia en enfrente de la nueva ubicación colegial en la prolongación de la Platería. Subíamos juntos Manolo Aguilera, al que acababa de conocer en aquella escalera, y yo. Íbamos a colegiarnos y teníamos prisa en activar el papeleo porque teníamos que incorporamos a las Milicias Universitarias a hacer las Prácticas2 con las que poníamos fin a nuestro compromiso con el Ejército. Dejaba atrás mis años de estudiante, Fonseca y la Facultad de Granada y mis entrañables amigos Antonio Peleteiro Valera3, Ricardo Rico4, José Antonio Nevares5, Santiago Piñeiro Esparza6, Pedro Ávila Galán7, Francisco Matéos Aparicio Lara8, Jesús Arístegui9, José Luis González Balsera10, Paco Zaballa Gorordo11, José Mari Urquizu12, Evelio García Reillo13 y tantos más cuyos nombres se han perdido en mi memoria. Había quedado atrás, cómo se lamentaba en “La casa de la Troya” Casimiro Barcala, la envidiable vida de estudiante que nunca ya podríamos recuperar. …Pero no hace unos pocos años, ¡ha transcurrido medio siglo! Volvía a una Murcia que me parecía aún más pueblerina que cuando la dejé. La Gran Vía a medio abrir y detenidas sus obras por la falta de acuerdo con un cantero que mantenía en la mitad de lo que después sería avenida, una gran mole de granito y otras piedras menores que esparcidas dificultaban el tránsito de los pocos automóviles que se atrevían a circular. Al fondo se veía el Sanatorio de los Doctores Clavel y Pérez Villanueva, (donde ahora está el edificio Vitalicio) y al que los peatones llegaban a través de carriles de huerta bordeando acequias.
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Casi me avergüenza, a pesar de tantos años de compañerismo e intimidad, no anteponer el Don a personajes con una categoría social y moral tan grande. Como ejemplo de la gran generosidad de Enrique Ayuso, al que los republicanos asesinaron a su padre, incautándose de la farmacia, baste recordar que le faltó tiempo para emplear en un puesto de máxima confianza, a un condenado a muerte (con toda seguridad injustamente) por un tribunal franquista, en cuanto fue puesto en libertad, tras unos meses de prisión. 2 Yo fui al Regimiento de Defensa Química que ocupaba parte de lo que ahora es M 30 y al que se accedía desde Alfonso XII por inhóspitos descampados. Manolo, creo recordar, que fue a la Farmacia Militar de alguna Capitanía de Canarias. Muchos jóvenes ignoran que el Servicio Militar era en España obligatorio desde Espartero a José María Aznar y los estudiantes universitarios, tras la guerra civil, en vez de hacerla en los cuarteles normales la hacíamos en campamentos de verano en los que llegábamos a alférez (posteriormente algunos sólo a sargento) y completábamos con seis meses de prácticas con esas graduaciones en cuarteles normales. 3 Antonio, casi tan bien plantado como su padre Manolo, también farmacéutico, ha llegado a ser una figura señera de la Farmacia Española, lo que no ha sido impedimento para continuar con su arrollador éxito social. 4 Dejó Los Navalucillos para instalarse en Gálvez, cumpliendo su vocación de ser el verdadero prototipo del farmacéutico rural. A todos cuento de su serenidad imperturbable cuando le llené de salsa de calamar el impecable terno que me había dejado para que lo estrenara en su nombre. Lejos de montar en cólera, como hubiera hecho cualquier hijo de vecino, él ni movió un músculo de su cara. La sofrosine griega se había asentado en un manchego. 5 Aún le debo una. Gracias a su insistencia y ánimo aprobé la “Técnica Física” 5
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Grandísimo amigo, compañero de tantos buenos ratos. Me preguntaba con estupor en aquella lejana época: “¿seré un bicho raro? ¡Me gusta más mi novia que Brigitte Bardot!” Fue muy feliz con ella hasta su reciente muerte. 7 Cordobés con gracia, gustaba de largas partidas de póquer perdiendo algo de dinero, que ganando ¡para qué decir!. 8 El gran “Machaco” manchego de pro, La Solana era su pueblo, y el Atlético de Madrid su club. Gran amigo de la zarzuela, su preferida, ¡cómo no!, “La rosa del azafrán” y su ídolo Marcos Redondo. 9 Nunca más he vuelto a verle desde la “Residencia Loyola”. Sólo alguna tarjeta o felicitación durante los primeros años. Era dueño de los laboratorios Arístegui, los del famoso “Rectamigdol” que tantos problemas de garganta resolvió y seguramente sigue resolviendo. 10 Una noche de fiesta, víspera del cumpleaños de su madre decidió ponerle un telegrama de felicitación. Para darle una alegría, que bien merecía, le añadió que había aprobado la orgánica. ¿Cómo aprobado? ¡Su madre merecía mucho más! ¡¡Sobresaliente!! (aunque quizá ese año, cómo otros, había olvidado matricularse. Finalmente en dos, hizo los cuatro últimos de la carrera y pocos meses después murió en un accidente de automóvil. Vivió demasiado intensamente. 11 Este gran amigo tenía sus primeros 32 apellidos vascos de impecable pedigrí, y quizá por ello se sentía español por los cuatro costados. 12 Compañero en la Pensión Monje ingresó en Farmacia Militar. Fue vilmente asesinado por ETA. 13 Los molinos de su pueblo, Campo de Criptana, eran su orgullo. Otro buen amigo que no he vuelto a ver.
3 Murcia sólo tenía el “Hotel Victoria” por que ni el “Rincón de Pepe” ni el “Hispano” habían dado el paso adelante de convertirse en el referente que fueron después. Y para reuniones de juventud teníamos “Drexco”14, “El Club Remo”15, “Dunia”16 y el incipiente “Club de Tenis”17 que con el Casino, siempre eterno, aglutinaban los puntos de encuentro de una juventud muy poco exigente. Qué ajeno estaba yo en aquellos momentos de la transformación que había de vivir tanto desde el punto de vista profesional, urbanístico, social, político o técnico, y sobre todo la rapidez con la que todo ello sucedería. ¡Qué pronto se consume la vida!... y cuanto arde con ella. Yo tengo una teoría matemática que explica porqué cada vez el tiempo pasa más veloz aunque su ritmo sea matemáticamente constante en función del que la tierra tarda en girar sobre su eje. El motivo es que, aunque el tiempo lleve un ritmo inmutable, en relación con nuestra vida, cada vez va suponiendo una proporción menor. Está claro que un año, cuando tenemos diez es nada menos que un diez por cien de nuestra vida, que se reduce a un dos por ciento a los cincuenta años y un 1,25 % cuando se tienen 80 años. La velocidad, “para nosotros”, se ha multiplicado por ocho. Es pues nuestra vida, somos nosotros, los que relativizamos el paso del tiempo que nos parece más veloz según envejecemos. Después de este paréntesis filosófico-matemático vuelvo a recordarme, lleno de una dosis inmensa de ilusión no exenta de curiosidad e incluso de recelo. Iba a cruzar la puerta de lo desconocido pero perseguido y anhelado casi con pasión. Qué enorme diferencia de aquel mundo a este. Eran tiempos de pluma estilográfica, o mejor lápiz de punta blanda para poder borrar con facilidad. Tiempos tan diferentes a los actuales que contar alguna anécdota puede parecer pura ficción… Pero no. Una conferencia con Granada podía tener ocho horas de demora por mucho que la telefonista quisiera poner de su parte, y grande la ascendencia que tuvieras sobre ella. - Haré cuanto pueda y si encuentro un hueco te pondré. Te decía a través del hilo telefónico en un contacto directo y amistoso. - Ponme entonces con mi tío Jesús. - No hay nadie en casa, se han marchado a Murcia…No volverá hasta las dos lo más tarde. No podéis negarme que se vivía en un mundo verdaderamente entrañable y no podía ser menos el que encontré entre los empleados del Colegio Oficial de Farmacéuticos y en los propios compañeros. Estaban al frente de un reducido número de empleados de aquella oficina Antonio Moñino y Carlos Sidrach de Cardona18. Comenzaba entonces el Seguro de Enfermedad a absolver gran parte de la actividad colegial. Allí, clasificando a mano las recetas y subsanando errores estaban Carmen Bernal, Trini Imbernón y Maruja López de Paz. Todos los citados
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De sus dueños, de aspecto inconfundible, uno de ellos en efigie ha estado colocado a la entrada del nuevo “Drexco” que ocupa un lugar a cincuenta metros del original, más próximo a la Plaza de la Cruz; allí tomábamos los más deliciosos cócteles que se hacían en Murcia 15 Cuando el río Segura corría, desde las terrazas del Club Remo, veíamos a los barbos, por decenas y constantemente, intentar, casi siempre sin éxito, remontar el azud que apartaba el agua para los primeros molinos. 16 Estaba situado en la calle Calderón de la Barca , frente a la Farmacia Requena y era un hervidero permanente donde se cerraban negocios, se hacían conquistas y se conocían todos los pormenores de la vida murciana. 17 El gran logro del Dr. Valenciano y de Varcalcel (suegro de Tono Páez, que después fua Presidente) acababa de trasladarse de la nueva Gran Vía a la calle que después se llamó Nicolás de las Peñas, donde ahora está ubicado. Era sólo un anteproyecto de lo que finalmente ha llegado a ser. 18 Con aspecto impecable, elegante y distinguido, daba prestancia a la oficina.
4 descansan en paz. También han muerto Joaquín Ferrer19, Vicente Buforn20 José Jimenez y Juan José Gigante21. Cuanta simpatía, cuanta eficacia, cuanto respeto; jamás te tuteaban ni apeaban del Don, ni siquiera a sus jefes inmediatos Sidrach o Moñino. Viven y con una magnífica salud, física y mental, el último jubilado, Lorenzo Martínez Villaplana y los hermanos Paquita y Pedro Martínez Meseguer22. Dios se las prolongue muchos años con la vitalidad que ahora disfrutan. Gran parte de la actividad de los empleados del Colegio era la valoración de las fórmulas magistrales que se facturaban a la Seguridad Social; eran “los tasadores”. Entré en un mundo de afable trato personal del que teníamos la sensación de ser dueños. Yo creo que ahora al profesional se le “permite” participar en un “engranaje” enorme y desconocido, casi ajeno y en el que se puede permanecer sin conocer su mecanismo, solo invitados a participar en actos puntuales; todo muy profesionalizado y distante. Por lo pronto se puede “estar” sin saber los nombres de la inmensa mayoría de los compañeros, cosa impensable a los pocos días de mi colegiación. En seguida conocí a los pesos pesados de la profesión: el Presidente del Colegio, Enrique Ayuso Serrano23, al Secretario José Rojo24, que entonces sería Capitán, o como mucho, Comandante Farmacéutico de Aviación. Eran responsables del sector de distribución José Sánchez Martínez25(de la Hermandad Farmacéutica Murciana) y Mariano Artés26 del Centro Farmacéutico Murciano. El Gerente de la “Hermandad Farmacéutica Murciana”, la empresa que entonces era sólo y nada menos que eso, “murciana”, era un jovenzuelo farmacéutico, de una brillante preparación y que estaba haciendo difíciles equilibrios para consolidar la empresa: José Ruiz Seiquer27, hijo del primer Presidente. Cómo un nuevo D. Quijote lo mismo luchaba por optimizar el servicio que por conseguir un descuento de 10 céntimos mediante una buena compra de botellas de agua de Carabaña. La “clase farmacéutica” tenía un predicamento social indudable, basado en su prestigio profesional. Quizá la base de éste, estuviese, en gran parte, en el del cuerpo de Inspectores Municipales. Por entonces, como hacía años que no se habían convocado oposiciones, “sólo” lo componían 69 farmacéuticos. El más antiguo era el que lo era de Alcantarilla José María López Leal28 y el más joven Antonio Saura García29 que ejercía en Mazarrón. De ese grupo selecto recuerdo a Moisés del Amor Marsilla30 en Mula, el entonces recién fallecido Rafael Moreno de Linart31 de Alcantarilla, en Jumilla Manuel Guillén Tárraga32 y tantos otros: Carlota Pomares Moya y su hermano José33, Pedro Rivera Gaona34, Carmen Carrascosa, Luis Portau García35, Matías Soria Villegas36, Francisco Munuera Martínez37, José Sala 19
Era jefe de contabilidad según recuerdo. Vicente murió de un desgraciado accidente casero al golpearse la cabeza tras caer de la escalera de acceso a su casa 21 Era militar, de aviación, y trabajaba en la farmacia de la que era titular Juan José Rojo el ilustre Coronel, que era Secretario de la Junta de Gobierno en los días de mi colegiación. Gigante murió en Mallorca poco tiempo después de su jubilación. 22 Gracias a la portentosa memoria de mi amigo Pedro he podido recordar todos los nombres y circunstancias. En su etapa colegial, resolvía cualquier problema que te surgiera y de una manera especial con el seguro (Previsión Sanitaria) ya fuese un retraso en un pago o la redacción correcta de un parte de accidente. 23 Fue una personalidad dentro de la sociedad murciana. Como Presidente del Real Murcia F. C. que lo era también en aquellos tiempos, consiguió la compra de la Condomina para el Club, entre otros logros. Fue además el impulsor del edificio que ahora ocupa el Colegio. 24 De una familia muy farmacéutica, gran profesional, conversador ameno y de una cultura enciclopédica. Era entonces, creo, capitán farmacéutico de aviación. Creó, desde la Secretaría del Colegio, una buena revista colegial que desapareció al apartarse de la actividad colegial. 25 Fue el segundo Presidente tras su fundador José Ruiz Seiquer, padre. Sánchez Martínez, tenía la farmacia en el Puente Viejo, casi bajo el manto de la Virgen de los Peligros, y era lo que se dice un hombre bueno, servicial que, como entonces no era raro, se esforzó por la expansión de la Cooperativa desatendiendo su propio negocio. 26 Era un lorquino, controvertido, muy amigo de sus amigos e implacable con cuantos “ponían chinitas” a “su” empresa. De una gran intuición para los negocios creó varios, siempre con buen éxito. 27 Cuando vemos consolidadas las grandes empresas de cualquier faceta, sean Bancos, Conserveras, Constructoras, Grandes Almacenes o la misma Hermandad con miles de empleados y almacenes por doquier, se nos hace difícil imaginarnos las dificultades y problemas que tuvieron que resolver sus creadores y primeros dirigentes. No fue la Hermandad ajena a esos comienzos difíciles e inciertos. Pasados los años, es fácil que sus nombres lleguen incluso a olvidarse. Con Pepe Ruiz Seiquer, sin duda, tiene la Cooperativa, y con ella todos los actuales socios y farmacéuticos murcianos, una deuda impagable y permanente y una no menos responsabilidad porque esa empresa perdure. 28 Fue farmacéutico muy querido por el pueblo de Alcantarilla desde su puesto profesional y Jefe Local del Frente de Juventudes 29 Fue Juez de Paz en Mazarrón, puesto desde el que también se granjeo el respeto y el cariño de su pueblo. 30 Mi buen amigo Moisés padre de farmacéutico. En Mula, como boticario, como agricultor y como hombre de bien era una verdadera institución. 31 Culto, políglota, gran analista clínico, durante la guerra fue Director General de Industrias Químicas de la zona republicana. Ya mayor estudió la carrera de medicina de la que poco pudo gozar por su fallecimiento. 32 Fundador y gran propulsor de la Cooperativa San Isidro, contribuyó eficazmente en la modernización y perfeccionamiento de los vinos de Jumilla. A la terminación de la guerra civil presidió la cofradía del Santísimo Cristo de la Salud, devolviéndole a su pasado esplendor. Fuimos compañeros de las directivas de Colegio u Hermandad. 33 Ejerció en la calle de las Boticas de Mula con seriedad y prestigio. 34 Insigne farmacéutico de Abanilla.. 20
5 Yust38, Diego Martínez Belvís39, Doroteo Jimenez40, Concepción de la Peña Abellán41, Pedro Alonso Carrión42, Francisco Tomás Lorente43, Lorenzo Andreo44 entre otros... Seguramente al prestigio de estos farmacéuticos deben otros el haber sido reconocidos por la Seguridad Social como analistas de plantilla como fueron los casos de Carmen Gómez Escolar45 en Lorca, José María García González en Cieza, en Cartagena Ricardo Barado Calzada, Pedro Antonio López López en Caravaca y en Jumilla Francisco Antonio de Vicente Toda que en sus propias farmacias resolvían el problema de los análisis clínicos al Seguro Obligatorio de Enfermedad. No hacía mucho tiempo que figuras como Enrique Gelabert o Pedro Coma habían desaparecido. Era el primero un verdadero científico y que daba lustre a la profesión como investigador y publicista y desde el puesto de Presidente del Colegio y el segundo había sido Inspector Provincial de Farmacia en el magnífico chalet del Malecón (quizá obra de Cerdán o algunos de los ilustres arquitectos murcianos de finales del s. XIX). Allí unos pocos farmacéuticos integrarían poco después un equipo que prestigiaba Pedro Alonso Carrión o Miguel Sarriá Caro que pasó después, transferido, a puestos de primer nivel en la Consejería de Sanidad de Murcia. A la terminación de la guerra con las heridas aún sangrantes por los asesinatos de varios farmacéuticos murcianos (Enrique Ayuso, Miguel Gallego, Fulgencio Cerón, Francisco Carrión, Francisco Ortega, Juan Mustieles y Modesto Maestre Ibáñez, de los que tenga noticia) Enrique Gelabert Aroca recibe “la orden” de tomar posesión de la Presidencia del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Murcia. Así lo hace pero con celeridad convoca a unas elecciones colegiales que le confirman como presidente y se elige para acompañarle, como Secretario a Emilio López Sánchez-Solís, Contador a Mariano Artés Carrasco, Tesorero Jesé Ruiz-Seiquer Alcaraz y como vocales José María López Leal, Purificación Gómez Ochando46 y Juan Álvarez Gómez47. Como curiosidad cabe reseñar que el puesto reservado al representante de Falange quedó vacante, ignoro por qué razón.. ¡Qué próximo el tiempo y qué lejanas las circunstancias! En aquellos tiempos nos fabricábamos nosotros mismos los reactivos para los análisis clínicos; ahora, complejos aparatos gobernados cibernéticamente, miden, dispensan, calculan, escriben y hacen los más complejos controles internos y externos sin que el analista tenga otra responsabilidad que vigilar la tensión eléctrica. ¡Qué frialdad al firmar los resultados… si no lo hace la propia máquina con firma homologada y todo bajo la atenta mirada de un ingeniero industrial! ¿Quién recuerda ya el método de “Barrón”? ¿Quién sabe lo que es la reacción de “Van den Bergh”? ¿Quién ha preparado su mesa de trabajo con cloruro de anilina y sulfato de cobre? ¿Quién ahora ha usado el método de la gota gruesa a la búsqueda del paludismo o ha estado horas ante el microscopio haciendo fórmulas leucocitarias no siempre perfectamente teñidas por deficiencias del pH del agua destilada? En todas las farmacias se hacían gran cantidad de fórmulas magistrales. Como prueba, baste decir que, por aquellos años, del número total de recetas facturadas el 24 por cien correspondan a éstas, mientras que las recetas en las que prescribían antibióticos, a penas sobrepasaban el 15 por ciento, según datos de 1954 en el que ya se llegaron a facturar casi 20 millones anuales de pesetas, sumando lo dispensado por todas las farmacias de la provincia. ¿Para qué sirven ahora los frascos con ácido benzoico, el borax, el ácido tánico, la ipecacuana, el sublimado o el bálsamo del Perú? ¡Sólo cómo decoración! ¿Dónde encontrar ahora las ampollas de aceite
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Había estudiado el bachillerato en Santo Domingo de Orihuela con los jesuitas mucho antes que yo, donde había dejado una profunda huella en la historia del mismo. 36 Trabajador incansable, participó el las tareas colegiales y fue mi antecesor cómo Tesorero de la Hermandad Farmacéutica Murciana, sin abandonar su farmacia, el trabajo de inspector y una familia numerosa. 37 Tuvo un prestigioso laboratorio que atendía una gran zona del Mar Menor. 38 Su farmacia, auténtica joya, puede verse ahora en el “palacio de Guevara” para satisfacción de los lorquinos y orgullo de la clase farmacéutica. 39 Desde Corvera, con un Laboratorio de Análisis Clínico prestigió con generosidad la profesión desde el área rural. 40 Fue, además de un gran farmacéutico, alcalde de Lorca. 41 Su vitalidad arrolladora y el buen criterio de Conchita la hizo participar en diversos puestos directivos en el Colegio y en la Hermandad 42 Brillante Inspector Provincial de Farmacia, de gran prestigio dentro de la profesión en todo el ámbito nacional, recuerdo los piropos que le dedicó Eduardo Zaragozá, por entonces Presidente de Toledo, en una reunión que celebramos en Madrid. 43 En la actualidad tiene su farmacia y vanguardista laboratorio frente al Corte Inglés y aledaño a las antiguas Galerías Preciados al que acababa de trasladarse. Era ya por entonces un prestigioso investigador en la rama de la síntesis con su éxito de la síntesis del acetato de terpenilo.. 44 Su novela “El valle de los caracas” fue premio ciudad de Águilas, que si no recuerdo mal estaba dotado con 250.000 pesetas, que era, para la época, muy importante. Marchó después a Madrid donde siguió su vocación literaria. 45 Esposa y madre (no se si hija) de ilustres farmacéuticos: los Alberola. 46 Tenía la farmacia en la Media Legua, a mitad de camino entre Murcia y Alcantarilla. 47 Recuerdo su magnífico empaque que a su sola vista justificaba el gran prestigio de se farmacia a la entrada de la Calle Mayor de Cartagena. Pertenecía a una familia de vieja raigambre farmacéutica.
6 alcanforado? Aquella farmacia ya pasó y con ella los farmacéuticos que las servimos. El boticario ha muerto, ¡Viva el farmacéutico! La sencillez en la responsabilidad nos hacía felices. Las amenas tertulias de la rebotica, ya casi perdidas, hacían más llevaderas las esperas de las llamadas telefónicas al almacén. Aquel boticario tenía oportunidad de ser historiador, político, filósofo…Sus criterios en agricultura, urbanismo o industria solía ser tenidos en cuenta; era enólogo, asesor, maestro, arqueólogo, consultor en cualquier materia, generalmente magnánimo y casi siempre certero. Yo llegué a conocer a algunos de ellos. En aquellos momentos, además de los que ya he citado, daban brillo a nuestra profesión algunos que recuerdo: Salvador Álvarez Orsi, que tenía un almacén de especialidades y era un prestigioso y generoso analista clínico, maestro de cuantos querían recibir su experiencia. Rafael Verdú Payá, era Director del único Instituto masculino de Enseñanza Media que había en Murcia y que tuvo que capear con la explosión demográfica que para la enseñanza supuso el hacerla obligatoria hasta los catorce años; tuvo que hacer verdaderos milagros. Domingo de la Villa y Fernández de Velasco48, acababa de dejar la Alcaldía de Murcia y empezaba a hacer sus pinitos en la construcción con la empresa IDASA, que ha dejado edificios emblemáticos en toda la zona. Octavio Carpena Artés49, dirigía el IOAS, cuna de la investigación y del desarrollo de la agricultura murciana teniendo una activa participación en los estudios que llevaron a la aprobación del trasvase Tajo/Segura, gracias al cual ha podido sobrevivir Murcia. También con un prestigio nacional contábamos con José Montesinos Pérez50 en su farmacia de la Plaza de Santa Catalina. Mientras, Pedro García Carrillo, que empezó la carrera de farmacia siendo maestro, tenía un laboratorio de productos farmacéuticos de gran prestigio nacional, el “Laboratorio Hortel”, situado en su querido pueblo de Abarán. Luis Alberola Foulquié de elocuencia poco común y farmacéutico vocacional, generoso con la profesión y con los problemas sociales, tenía frecuente presencia en la prensa nacional con artículos de opinión. Antonio Carazo, verdadero ejemplo de caballero, y además muy comprometido con la profesión. Luis Alías Pérez prestigiaba a la profesión murciana desde la cátedra Edafología en la Facultad de Farmacia de Santiago de Compostela que acababa de obtener. Tomás Serrano Álvarez tenía en Beniaján un prestigioso laboratorio de donde salían los colirio “Oftalmiso”. Y tantos otros, que hacían de la profesión farmacéutica murciana un verdadero orgullo. Citemos entre otros a Evaristo Tomás Ros51, Rosendo Moreno Clavel52, Bernardino Ros Costa53, Francisco Mora Álvarez54, Cristóbal Carpes Hernández55, la saga de los Fuentes56, Cesar Portillo57… La Seguro Obligatorio de Enfermedad que había instituido Franco en 1942, estaba entonces en mantillas, aunque disponía de fondos como para ayudar al Ministerio de Hacienda. Años antes, no eran pocos los farmacéuticos que habían dudado en adherirse a la dispensación al Seguro, pero ya entonces todos habían comprendido que sólo se podía subsistir dentro de la Seguridad Social. Antes de irme a Madrid a “cumplir con la Patria” me pasé por la Calle de la Gavacha a intentar que la “Cuenta de Garantía” que los cooperativistas iban acumulando en relación a sus ventas y al plazo de pago y que tenía “mi” farmacia, le fuese 48
Trabajador incansable, agotador para sus colaboradores, a pesar de su controvertido derribo de los ya casi destruidos baños árabes, supuso para Murcia una nueva idea de modernidad. La Murcia de los siglos XVIII y XIX ya había sido arrasada en épocas de incultura y prosperidad económica (peligroso cóctel) de finales del XIX y principios del XX. De la alcaldía de Domingo proviene el germen de la actual Murcia, moderna, ajardinada y esplendorosa. 49 Es posible que a este farmacéutico deba Murcia el haber salido de su estructura del s. XIX. Desde el IOAS consiguió la transformación de la agricultura de la huera murciana y la creación de un núcleo investigador del que se siguió un nuevo interés científico que antes se desconocía en Murcia. 50 Fueron innumerables sus publicaciones científicas con innovaciones muy interesantes en el mundo de los análisis clínicos. 51 Fue miembro de varias Juntas de Gobierno del Colegio, gerente durante largo tiempo de la Hermandad y Farmacéutico Hospitalario en la residencia del Rosell de Cartagena 52 De generación de boticarios, cerró la que tenía en la plaza de Camachos, para dedicarse íntegramente a su pasión profesional de Analista Clínico en la que consiguió un gran prestigio, dentro y fuera de Murcia. En la propia plaza de Camachos 26 había estado el laboratorio de especialidades de su padre (José Moreno) del que era de gran prestigio las ampollas de aceite alcanforado, cloruro y clorhidrato de quinina, arrenal, glicerofosfato sódico, cafeína y sulfato de estricnina y de esparteína que se suministraban a toda España. 53 Era D. Bernardino una institución. Militar de carrera (creo que coronel) nos parecía de una gran ancianidad y desde luego en todas la elecciones ocupaba la plaza del de mayor edad. Solía venir acompañado de su hija y siempre tenía un consejo o una frase ingeniosa: “delenda est intrusio” en época de intrusismo salvaje. 54 Su reciente, e inesperada muerte, nos ha sobrecogido. Fue Presidente del Colegio algunos años. Casó con una farmacéutica, hija de un ilustre farmacéutico de Espinardo: Conchita Flores. Los amigos le recordamos con añoranza. 55 Fue hasta su jubilación, jefe del Servicio Farmacéutico y del Laboratorio de Análisis Clínicos del Hospital Provincial en la época que éste alcanzó su mayor prestigio. Aún sigue en la actividad farmacéutica con Oficina de Farmacia. 56 Provenientes de la provincia de Almería se habían asentado en Lorca y Murcia, prestigiando en su segunda generación a la sanidad murciana. Manuel, médico, especialista en cirugía torácica fue Jefe del Servicio en los hospitales de la Arrixaca ( del viejo y posteriormente del de el Palmar) mientras que su hermano José (Pepe para los amigos) además del ejercicio lucido de la profesión farmacéutica, brilla como escultor vanguardista, demostrando su espíritu refinado y culto. 57 De gran simpatía, siempre alegre, fue miembro de las Juntas de Gobierno de Hermandad y Colegio Oficial, en éste como representante del “Movimiento”, aunque jamás le escuché observación política alguna.
7 devuelto a la viuda de mi antecesor (mi tía, por cierto) para que yo comenzara a capitalizar de nuevo. ¡No estaba el horno para bollos! Tuve que arreglar cuentas con mi tía, asumir la cuenta, y comenzar a incrementarla pues iba a pagar a 90 días. Allí trabajando a fondo conocí a Víctor Fernández Medina, Pepe Navarro, Ángel Frutos, José Ramón Sánchez, Juan Antonio, al desgraciado Pepe Marín…de los que puedo repetir cuanto antes dije de los que trabajaban en el Colegio. Tengo la seguridad de que no existe empresa en la que los empleados se sintiesen más implicados en el éxito de la Sociedad. Sin límite de esfuerzo o de horario, aplazando sus exigencias salariales a mejores tiempos, a aquellas personas debemos la firmeza de unos cimientos que algunas imprudencias y torpezas posteriores no han sido capaces de derribar. Víctor era el responsable del área de “Precios Especiales” que comprendían alimentos dietéticos, reactivos, material de laboratorio, ortopedia, en fin, todo lo que distribuía la Hermandad con márgenes diferentes al 30 + 12. Él solo acometía el trabajo que ahora desarrollan cuatro o cinco gerentes con sus correspondientes adjuntos. Su eficacia hizo a la Junta Rectora encomendarle la organización del Almacén de Alicante, lo que hizo a plena satisfacción. Juan Antonio García González era jefe de Almacén. Sin la ayuda de ordenador (¿Quién podía imaginarlo entonces?) con lápiz y papel, estaba centrado en que no hubiera faltas, en que se cumpliera con efectividad la confección de los pedidos para su reparto con puntualidad y la ausencia de fallos, lo que puedo asegurar que se conseguía mejor que ahora. ¿Cómo olvidar a Pablo Buitrago recibiendo los pedidos ante su vieja máquina “underwood”? O en el Almacén a Pepe Sierra, Antonio Pérez Chicano, Antonio Solís, los hermanos Navarro o mi paisano Pepe González? O a Pepe Ortega (un verdadero monstruo sacando notas ya que tenía en la cabeza todos los medicamentos y su ubicación), como “mozo empaquetador” José Jiménez y Pedro Abellán de “mozo repartidor”. La organización y el control de las salidas era responsabilidad de Conrado Egea, gran persona e incansable trabajador que contaba con la ayuda de conductores como los hermanos Mariano y Pepe Sotomayor. Y Fermín Guerrero, José Ortiz, Juan Montesinos y Antonio Bolarín, ya felizmente jubilados y entonces empezando como aprendices la ingente labor que han hecho por “su” querida Hermandad.¡Qué difícil conseguir una baraja con naipes tan bien ligados. Estaban Antonio Marín (que pasó pronto a Delegado de “Almirall”) Antonio Ruiz y no mucho tiempo después una persona también excepcional: Pedro Bueno de difícil andar pero conocedor a fondo de sus obligaciones… y Pepe Frutos, un hombre de la máxima confianza, servicial hasta el límite. Algunos años nos costó a Santiago Llorente, al gerente Evaristo Tomás y a mí, conseguir que la Junta aceptara la admisión de mujeres entre los empleados. Lo conseguimos. Al fin la centralita fue ocupada por Carmina Castaño y Consuelito Ruiz Quesada, rompiendo así un tabú que ahora puede ser tomado por una broma, pero gracias a esta medida, no mucho después entró una pléyade de chicas perforistas y ahora el sexo no pueda ser inconveniente alguno en conseguir una plaza laboral. No puedo terminar de hablar de la Hermandad, que entonces no era sólo un almacén de distribución sino la antorcha de la profesión y de la fraternidad que pregona su título, sin citar a la persona que consiguió introducir a la empresa en el mundo de la modernidad, la eficacia y la máxima proyección. Impregnó a los miembros de la junta de un barniz de empresarios que tanto nos faltaba, enseñándonos a interpretar un balance, a hacer un presupuesto… y a cumplirlo. Pepe Calvo fue el artífice de la gran Hermandad que finalmente llegó a ser en tiempos de Paco Vicente. Por entonces la Hermandad, que había empezado con la humildad de ser solo provincial, tenía ya a punto de inaugurar el modesto almacén de Cartagena en la calle Sagasti, gracias al gran esfuerzo de Juan Álvarez Gómez, Antonia Sánchez Peñuela, María Oliva, Plácido Romero, Bernardino Ros y la inmensa mayoría de los farmacéuticos de la zona. Se primer gerente fue un jovencísimo Gerardo Santos Oliva. Poco después se inauguró el almacén de Lorca, junto a la rambla, para atender la demanda de una gran zona de influencia que llegaba hasta Vélez Rubio (con el arrollador entusiasmo de Jerónimo Reina), Águilas (Pepe López Grande), Sotana (María Martínez Mira) y en el propio Lorca Doroteo Jiménez y la saga de los Alberola, con Luis y su mujer, Carmen Gómez Escolar y su hijo Luís Carmelo que fue el primer gerente.
8 Antes de que la Hermandad se trasladase a la Avenida del Río Segura, al edificio que proyectó Eduardo Mangada 58, y habíamos abirto el Almacén de Yecla. Así se respondió a la demanda de farmacéuticos tan cooperativistas como Jun Azorín59, Ricardo Tomás Soriano, Antonio Torregrosa o María de los Ángeles Tiedra60 por nombrar algunos que recuerdo. Hay cosas difíciles de olvidar. A mi vuelta del las Prácticas de la Milicia pronto entré a formar parte de la Junta de Gobierno del Colegio con la entrada de Domingo de la Villa a la Presidencia. Éramos un grupo entusiasta y trabajador, aunque esté mal el decirlo. Las Juntas (no pocas veces, varias a la semana) empezaban a las siete de la noche y podían prolongarse hasta las dos de la madrugada. Allí preparamos las ponencias que se presentaron en Lloret de Mar, en una Convención Farmacéutica multitudinaria y que tenía el propósito de estudiar el presente y el futuro de la profesión. Aunque la totalidad de los miembros de la Junta Directiva (y otros colegiados) intervinimos en los trabajos, tres nos responsabilizamos de cada uno de los temas. Luis Egea61 se encargó de redactar un sistema de normalización del acceso a las nuevas farmacias y las vacantes por fallecimiento. Se cubrían esas plazas alternativamente por antigüedad, oposición y méritos, garantizando en todo caso a los herederos el cobro del importe de la farmacia. Todo se estudió con la minuciosidad del ponente. Otra ponencia, de la que yo me responsabilicé estudiaba la posibilidad de crear la “superfarmacia” de multipropiedad farmacéutica y en la que tuviesen cabida diversas especialidades profesionales. Todos estos trabajos fueron defendidos en Lloret de Mar por Luis Alberola Foulquié que era el que había confeccionado, la que se refería al “medicamento galénico tipificado” que no era otra cosa que el medicamento genérico, ahora tan elogiado como original y que entonces proponíamos hacerlo en la propia farmacia. Como puede verse, no pude negarse el enfoque innovador de los temas, teniendo en cuenta que hablo de hace más de cuarenta años. También por entonces estalló lo que se llamó la “guerra farmacéutica”. Consistió en la lucha que el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Murcia mantuvo con el Consejo General que presidía Alberto García Ortiz rodeado de una pléyade de compañeros como cortijo propio. Todo comenzó por unas viviendas construidas en Madrid y adjudicadas de un modo bastante irregular por los propios miembros del Consejo y la repercusión de los coletazos de la huelga de las facultades de Farmacia que entonces sólo eran la de Madrid, Santiago (donde duró más de la cuenta por “desconexión” con las otras facultades y la inveterada desidia del personal) Granada (con activa participación del Delegado de la Facultad Manolo Saturno) y Barcelona (que se adhirió con bastante poco entusiasmo 62). Era pues un distinto enfoque profesional y de democracia interna de la profesión, que terminó por dividir a las diversas provincias en dos grupos irreconciliables. En Madrid perdimos todas las votaciones por 30/17 porque no era rara alguna abstención 63. Fue más de un año de trabajo febril con contactos con cuantos amigos teníamos por toda España. Las cartas de Domingo solían ser de un mínimo de seis folios por ambos lados, que se leían y releían, para corregirlas e intentar reducirlas antes de ponerlas en el correo. La verdad es que después de simplificarlas solía salir alguna página más. Cuando de la Villa hablaba en el Consejo no cabía un alfiler, mientras “los grises” merodeaban expectantes por los alrededores. Había que poner altavoces en estancias que se habilitaban. Todo el mundo pedía silencio, pero los “¡Olé!” y las ovaciones estruendosas hacían casi imposible escuchar los discursos. Por desgracia, no hace mucho, en un traslado, me deshice de un buen número de carpetas con documentación de esta 58
El proyecto fue finalista para el Premio Nacional de Arquitectura. Su construcción fue muy laboriosa (obra que hizo IDASA) por el nivel freático que entonces tenía aquella zona. Obligó a construir unos muros de contención para detener las “arenas brujas” y a renunciar a una planta sótano proyectada. 59 Era un monárquico tan fervoroso como influyente, pues pertenecía al círculo más íntimo de D. Juan 60 Gallega de nacimiento, yeclana de adopción fue compañera de curso en Fonseca. 61
No sólo la farmacia debe mucho a este compañero. En la época de la transición era Director de la Real Sociedad de Amigos del Pais de Murcia desde la que hizo una labor impagable para la ciudad y la región. Desde allí se evitaron derribos (el Colegio de San Esteban, hoy sede del Gobierno Regional, el Seminario y otros edificios singulares) gracias al catálogo de edificios a conservar, se comarcalizó la provincia, y se dio el último impulso al trasvase Tajo Segura redactando el informe que se repartió en las Cortes. Fue Presidente de UCD y Consejero en el primer gobierno autonómico. 62 Se trató de la primera huelga universitaria de España desde la de 1935, muy justificada por cierto, pues estaba en trance la supervivencia de la profesión que se pretendía casi entregarla a los químicos. 63 Contábamos siempre con los votos de Alicante (Agatángelo Soler), Almería (Guillermo Verdejo Vivas), Ciudad Real (Antonio Jimenez Cacho), Málaga (Salvador Martín Ruiz), Jaen (Lucas Guillén), Palencia (Rodrigo Nebreda), Burgos (Jesús Saiz), Bilbao (presidido por José María Lecea que sufrió un atentado de ETA no mucho después) y otros hasta esos casi inolvidables 17 con los que siempre perdíamos todas las votaciones.
9 aventura. No sé como pude hacerlo, pues sin duda ahora ya es imposible reconstruir los hechos (si no se encuentran en los archivos del Colegio). A la postre terminaron con cambio en la cúpula del Consejo y del Colegio de Madrid. Al Consejo General entró Ernesto Marco Cañizares64, después de que Mario Jimenez65 dimitiera en la toma su posesión, obligando a unas nuevas elecciones, mientras que para el Colegio de Madrid fue elegido Zapatero. Fue sin duda el fin de una época marcada por la hegemonía de los que habían aprobado las últimas asignaturas de la carrera vestidos de “alférez provisional” o con la camisa azul y la pistola colocada encima de la mesa del catedrático para examinarse desarmado. Eso no es óbice, sino al contrario, que podamos presumir de la democracia en nuestra profesión que fue la primera que se asentó en España, pudiendo enorgullecernos como farmacéuticos de que en nuestros Colegios las elecciones democráticas se han celebrado sin solución de continuidad. En mi labor colegial tengo la satisfacción de que desde mi vocalía de Análisis Clínicos se promovió una masiva obtención del título de Analista en los exámenes que se celebraron en la Universidad de Madrid cuando se llamaba Universidad Central. Murcia se convirtió en la provincia española con más farmacéuticos con el título de esa especialidad, con una diferencia abismal. Eran años importantes en la historia de España. Mientras en Roma se pergeñaba la UEE, aquí se iniciaban una serie de gobiernos de tecnócratas con la presencia inestimable de Ullastres, Arburúa, Navarro Rubio y Gómez del Llano y poco después Laureano López Rodó o López Bravo. Algo estaba cambiando. Anquetil, con 23 años gana el tour de Francia y los SEAT 600, a 56.000 pesetas, empezaban a inundar los caminos 66 de España aunque para conseguirlos tuvieses que adelantar 5.000 y esperar no menos de un año para verlos matriculados a tu nombre. Por primera vez se empezaba a hablar de impuestos pagados por los profesionales. Por entonces en el impreso de la Declaración de la Renta, los farmacéuticos escribíamos en diagonal y con tinta de trazo grueso: Evaluación Global. Palabra mágica que nos eximía de todo cálculo propio. En realidad desde Madrid se asignaba a la clase farmacéutica murciana (como a las restantes, agrupaciones y gremios) una cantidad global que una vez discutida y aprobada 67 era distribuida por el Colegio. Con toda seguridad a pesar de los ratios que se aplicaban no todos salíamos igual librados en terminas relativos, aunque en valores absolutos eran cifras ridículas. Para envidia de mis hijos tengo guardado el documento de pago de un año: 1.126,30 petas. Menos de 10 euros. Yo fui varios años de la comisión que discutía las cifras con Hacienda y creo que puedo mostrarme satisfecho. Parece imposible que pidiesen hacerse obras públicas como la construcción de toda la red hidráulica de la que todavía vivimos y la inmensa mayoría de escuelas e institutos a los que forzó la ley de enseñanza obligatoria hasta los catorce años, que instauró un ministro farmacéutico: D. Manuel Lora-Tamayo. Repasando mi actividad profesional me llenan los varios años que dediqué a la “Hermandad”, en años, que como los de la Junta de Gobierno del Colegio, no sólo no cobrábamos nada, sino que teníamos que pagar de nuestro bolsillo viajes y comidas. Y no me pesa, pues me satisface decir que fueron enriquecedores por las personas que traté y la labor que se me permitió hacer. La creación en la Hermandad Farmacéutica Murciana del “Fondo de Atenciones Sociales” que por orden de Domingo de la Villa organicé, redactando el reglamento que lo regía, me enorgullece verdaderamente. Ya no existe y quizá su utilidad fuese ahora inútil, pero en aquellos tiempos, muchos empleados pudieron ir al dentista, adquirir las gafas o hacer que sus hijos estudiaran en la universidad, gracias a ese fondo al que la Hermandad destinaba un 0,07 por cien de sus ventas. Varios empleados elegidos de entre ellos, formaban la Junta Administradora del Fondo que yo presidía como Tesorero. Recuerdo con cariño las reuniones en las que estudiábamos minuciosamente cada una de las solicitudes, no faltando a veces, una propuesta de algún miembro que conocía algún especial problema de compañeros que, por vergüenza, no quería manifestar su necesidad. Este fondo terminó por desaparecer operativamente pero su importe, ya importante, fue reintegrado totalmente a los empleados. La Hermandad era entonces una piña de obreros y cooperativistas, sin la menor fisura. Sólo un problema provocó agria controversia en el Consejo: la decisión de admitir para empleados de la Hermandad a las primeras mujeres y que al fin, los aperturistas, conseguimos como ha quedado dicho. 64
Había sido compañero mío en la obtención del título de especialista en óptica como también Zapatero, que pasó a ser Presidente de Madrid y que se habían sumado a nuestro movimiento reivindicativo profesional atendiendo mi correspondencia. Tenía su farmacia en la plaza de La Latina coincidiendo su personalidad con la del casticismo de su barrio. 65 Gracias a su esfuerzo se consiguió que se admitiera la especialidad farmacéutica de óptica, aprovechando que entraba dentro del epígrafe mayor de hacienda que nos acogía, aunque el ministerio de trabajo y el sindicato vertical al que estábamos adscritos (vidrio y cerámica) no nos reconocía derechos, por las presiones de los recientemente creados colegios de ópticos. Fueron meses apasionantes en los que llegué a intimar con Mario Jimenez, que fue elegido Presidente del Consejo General, pero en el acto de su toma de posesión nos sorprendió dimitiendo y considerando suficiente lo conseguido: la convocatoria de una elecciones limpias. 66 Me parece más ajustado que llamarlos carreteras. Téngase en cuenta que en la que unía Murcia con Granada todavía había algunos tramos sin asfaltar. 67 Pertenecí varios años al comité que discutía con los inspectores la cifra. Siempre conseguíamos reducirla considerablemente.
10 De aquella época recuerdo la instalación del primer “cerebro electrónico” que hubo en Murcia. Se trataba de un “Sistema Tres” de IBM que en aquella época no vendía ordenadores, sólo los alquilaba. Luis Egea y yo fuimos a la feria del SIMO, seguramente en su segunda o tercera edición, a vernos con la empresa suministradora. Rosa Infante definió el ordenador en un artículo periodístico de la época, como un instrumento para cuyo manejo se “precisaban conocimientos cuasi divinos” y desde luego así nos parecía. Era el que instalamos, todo un monstruo de tres cuerpos enormes llenos de botones y clavijas, cuya ubicación requirió obras importantes de aislamiento y refuerzo de cimentación, tal era la envergadura del aparato. Para su funcionamiento se precisaba de un equipo de cerca de cien perforistas que suministraban a través de las tarjetas, que ellas llenaban de misteriosos orificios, los datos, que el ordenador interpretaba. Una maravilla. También en esto tan diferentes los tiempos a los de ahora que el ordenador puede llevarse en el bolsillo, con teclado y pantalla virtual. Pero qué orgullo para la Hermandad, también pionera en esto ¡Con qué curiosidad y admiración la contemplaban cuantos pasaban por aquella sala! ¡Qué maravilla ver en que poco tiempo localizaba una factura o escribía una carta! Por otra parte me satisface también, haber podido abrir la primera Farmacia Hospitalaria en un hospital privado, contando con la comprensión y ayuda de Pedro Alonso como Jefe de los Servicios Farmacéuticos Provinciales, título que sustituyó al de Inspector Provincial de Farmacia. Comprendió lo que a la profesión suponía normalizar esos servicios que hasta entonces, al menos en Murcia, estaban fuera de los canales farmacéuticos. Tengo por otra parte que confesar mi desilusión por haber sido incapaz de encauzar las ansias de los farmacéuticos murcianos en introducirse en la faceta de la fabricación del medicamento. FAICI, (Farmacia Industrial y Científica, S.A.) una sociedad que presidí y en la participamos un gran número de compañeros, terminó en un gran fiasco por haber inmovilizado todos nuestros recursos en la compra del “Laboratorio Dexter”68 que fuimos incapaces de hacer rendir. Pasados los años encuentro no pocas soluciones que entonces no se nos ocurrieron. Este fracaso me llevó a abandonar por completo la política farmacéutica a la que tanto esfuerzo, sacrificio y medios había dedicado durante más de quince años. ¡Bien gastados quedan! Sí estoy sin embargo muy satisfecho de haber instalado en el Museo Etnológico de la Huerta de Alcantarilla una sala en la que se recuerde la labor del farmacéutico rural. Este museo, estoy seguro que se verá enriquecido por algunas aportaciones de compañeros que en las reformas de sus farmacias se encontrarán con infinidad de elementos, ya inservibles y que si no quieren conservar personalmente enriquecerán indudablemente la sala. Allí pueden verse medicamentos con más de un siglo de antigüedad, instrumentos, una importante biblioteca, facturas, anuncios, revistas, orlas, carteles y cuanto puede llevar a hacerse una idea de una época en la que los farmacéuticos hemos visto desaparecer una pléyade de enfermedades que eran endémicas en nuestra región, y alguna responsabilidad tiene la farmacia: el tifus, el tracoma, la sarna, la tuberculosis, la poliomielitis, la sífilis y tantas más. Yo he visto caras tusas con la picadura de la viruela o muertes inevitables por tétano o angina de Lubi. Y en el recuerdo, cuantas anécdotas, lágrimas y alegrías. Aquel que me protestaba por la dificultad de tragarse el supositorio que le habían recetado para su infección de garganta, por las insoportables arcadas que le producía69. O el que me pidió un veneno eficaz para asesinar a su esposa que le estaba siendo infiel. O la alegría de dar el resultado del “Galli Mainini” positivo a aquella pareja que perseguía el embarazo varios años. O la desolación de tener que comunicar el haber descubierto en un análisis rutinario una leucemia o una nefrosis. En nuestra profesión, como en otras, se aplica sin duda la comunión de los “santos farmacéuticos”…aunque también, seguramente, su contraria, la repercusión de los vicios, los fracasos, los errores, los desaciertos o las torpezas, porque tanto los éxitos profesionales y sociales como los fallos e injusticias, no sólo repercuten de una manera individual sino que configuran el prestigio de la propia profesión que queda engalanada o depreciada según la actitud de los miembros. Porque el prestigio que la clase farmacéutica pueda tener, no se debe sólo a los méritos de los que coyunturalmente conforman el colectivo en determinado momento, si no al que han ido acumulando los que ejercieron esa profesión a través de los siglos. Es nuestra “Comunión de los Santos”o quizá más exactamente la “comunión de botica y rebotica”. (profesión y sociedad). Esa es pues nuestra propia responsabilidad y obligación: recordar y emular a cuantos nos precedieron. De ahí nuestro agradecimiento a cuantos con el ejemplo de sus vidas han colaborado a la estima social de nuestra profesión. Pena es que su esfuerzo pueda quedar anónimo. Por ello es por lo que me he atrevido a citar a algunos de los que he conocido. Ya sé que aún así muchos farmacéuticos seguirán en tan profundo anonimato que en un par de generaciones ni sus descendientes, si es que tienen, sabrán siquiera la profesión que con tanto mérito ejercieron Yo me rebelo con la idea de que estén en la antesala del olvido incluso algunos que siguen en activo. Cómo olvidar en estos momentos a mis entrañables amigos y socios en nuestro Laboratorio el Dr. en Farmacia Mateo Nieto Cerezuela70 que ejerció en Torre Pacheco, mientras que en 68
El laboratorio estaba ubicado en solar de más de 300 metros cuadrados en las inmediaciones de Islas Filipinas, junto a los canales de Isabel II que pudieron ponerse en valor, trasladando la producción a Murcia, donde era más fácil su control. El laboratorio había sido fundado por su anterior dueño, catedrático de Farmacología de la facultad de Farmacia de Madrid. Pero ya es demasiado tarde para las soluciones, como haber efectuado un mejor lanzamiento de los reactivos que teníamos en exclusiva para España de un laboratorio argentino . 69 La proliferación de la forma farmacéutica del supositorio es relativamente moderna. No eran pocos los que se negaban a su utilización y la gran mayoría de los pacientes nunca la habían usado cuando yo comencé. 70 Fuimos socios en el Laboratorio de Análisis que tuvimos en la Ada. Muñoz Grandes, antes de que se llamase Constitución. Le considero uno de mis mejores amigos. Una persona excepcional en todos los sentidos que siempre está en mi recuerdo y en mi corazón..
11 Alquerías lo hacía Paco Vicente Ortega71. Los Hummer72 en El Puerto de Mazarrón, Pepe López Grande73 de Águilas, en Alcantarilla Moreno de Linart74 y José María López Leal, Pedro Rivera75 en Abanilla, Diego Martínez Belvís76 en Corvera, Ginés Zapata Lorente77 en La Ñora, en El Palmar García Estañ78, en Los Dolores de Cartagena, Ginés Bernal79, Trinitario Fernández Belmonte80 en Nonduermas, Antonio José Jiménez Jimeno81 en Javalí Viejo, Manuel Saturno Hernández82 en Javalí N. , Felipe Bueno Guillén83 en La Unión, Serafín Sánchez Carrión84 de Portmán, Pedro Meca Cascales85 y Ginés Perea86 primero en Cehegín y después en Mula, Fernando Villalobos Bernal87 en El Palmar, Luis Sáez Sánchez88 en Caravaca, Juan Ángel Álvarez Gómez89 en Cartagena, Joaquín Jordán Pérez90 en Cieza, mientras en Murcia recuerdo con cariño a José Antonio Sánchez Requena91, al matrimonio de Antonio Hernansáez y Carmen Cibeira92, Antonio Galindo Molina93, Ceferino Bañón Albacete94, José Miguel Prefasi Jimenez95, Francisco Ruano Bañón96 los hermanos Pérez Mayo 97 en Calasparra o el inolvidable Pepe Ortiz, nuestro Gary Cooper98 murciano derramando generosidad y simpatía. Y en la alicantina Aparecida, Jacinto Alberto Peñalver Perona99… y tantos compañeros que en tiempos difíciles de escasez de toda índole, defendieron la profesión los 365 días del año (si no era bisiesto) de día y de noche. También compañeros que ejercen la docencia como Salvador Zamora Navarro100 o están el la industria cómo su hermana Encarna. ¿Cómo recordar todos sus nombres? A los farmacéuticos que ahora ejercen la profesión, generalmente ya no les conozco con la excepción de los pocos que ya la ejercían en los tiempos que comento. Quizá sean excepción los hijos de antiguos compañeros (Saturno, Fernández Viudez, Mateo Nieto, Paco Mora, Paco Vicente, Ayuso…) o Valentín Martínez Torregrosa, que conocí casi cuando terminó la carrera y cuya arrolladora actividad, casi siempre relacionada con la profesión, te contagia y causa admiración. Compañeros de esta categoría 71
Entró en la directiva de la Hermandad Farmacéutica Murciana a mi propuesta a sustituirme como Tesorero cuando yo pasé a Vicepresidente. Años después asumió la Presidencia, haciendo vivir a la cooperativa (convertida en Hermandad Farmacéutica del Mediterráneo) los años más esplendorosos, convirtiéndola en la primera empresa de la región. 72 Le recuerdo horas y horas de pié tras su mostrador, esforzándose, a costa de su salud, de la de los demás. 73 El binomio indisoluble de su simpatía explosiva y de entrega profesional, siempre ayudado por su mujer. 74 Su cultura y su amor a la profesión fueron sus señas. Tuvo un almacén de productos farmacéuticos y el primer fotocolorímetro en un laboratorio privado en la provincia de Murcia: Un “Lange IV”. 75 Se dejó querer en su pueblo, colaborando activamente en la creación de cooperativas vitivinícolas. 76 Desde su farmacia, de las de 24 horas todos los días, y su puesto de Inspector Farmacéutico Municipal con el laboratorio, siempre presto dio prestigio a la profesión en Corvera y sus aledaños. 77 Tres amores le recuerdo: Santiago de Compostela, La Ñora y la farmacia. Su mujer y sus hijos debían estar celosos. 78 Farmacéutico de los de antes, con presencia permanente. Minucioso, como buen filatélico, dibujaba unas famosas felicitaciones en jeroglífico verdaderamente magníficas. Deseo que perduren en algún sitio las que enviaba a los empleados del Colegio y que vi muchos años expuestas en sus paredes. 79 Mi buen amigo de Santiago de simpatía desbordante. No es de extrañar que su farmacia de nueva creación fuese pronto una de referencia 80 Hace tiempo que no le he visto. Es posible que haya muerto sin que llegase a saber lo que le estimaba. 81 Sevillano, afincado y emparentado con la farmacia murciana ha pertenecido a diversas junta de gobierno del Colegio y de la Hermandad Farmacéutica del Mediterráneo 82 Tuvo después una farmacia en Alcantarilla y sus investigaciones en bioquímica y en la creación de una importante industria de esencias, demuestra que desde la farmacia rural, con estudio y dedicación es posible ser además un científico. ¿Cómo si no ser capaz de conseguir la extracción de la hesperidina a través del método de la dimetil formamida en circuito cerrado? 83 Fue alcalde de La Unión 84 Brillante ahí donde se lo proponía, fue el creador el Laboratorio Colegial que él llevó algún tiempo. Desde su puesto en Sanidad, recuerdo su éxito al descubrir el negro caso del crimen múltiple de la familia Fernández del Águila al identificar el veneno usado por la niña asesina. 85 Ingenioso, observador, agudo y uno de los primeros que en Murcia pusieron en su farmacia sección de óptica. También tenía laboratorio de análisis. 86 Gran amigo, compañero en la obtención del título de Especialista en Ortopedia, fue miembro de la Junta de Gobierno de la Hermandad y del Colegio. 87 Farmacéutico con valor para los negocios, compagina sus empresas con la óptica oftálmica… y el golf, dejada atrás su época de farmacéutico de hospital. Como puede verse polifacético. Nuestra amistad se remonta a la facultad y nuestro conocimiento a la época en que, en el Colegio de Santo Domingo, estudiábamos bachiller (aunque es mucho más joven que yo). 88 Fue compañero mío en Santiago de Compostela de donde se siguió una gran amistad. 89 De una ilustre familia farmacéutica de Cartagena, su padre fue compañero mío en Juntas de Gobierno y él de promoción en Granada.. 90 Sigue con una febril actividad profesional, política y académica. 91 Con sus dos hermanas constituían una institución farmacéutica en Murcia, llena de alegría y simpatía. Tenía su farmacia en la calle Calderón de la Barca, frete a la cafetería Dunia que entonces competía con “Drexco”. Su padre, también farmacéutico murió en aquella casa un par de horas antes que su mujer, ambos de distinta enfermedad. José Antonio trasladó su voluminosa humanidad a una pedanía, abandonando la casa. 92 También fueron compañeros en mis años de Fonseca. Él perteneció al IOAS (Instituto de Orientación y Asistencia Técnica del Sureste) que tanto hizo por el I +D, en época que pocos se preocupaban por ello… si sabían qué era. 93 Paisano de Alcantarilla y de una familia ilustre y muy emprendedora. 94 Inmediatamente después de terminar la carrera tuvo una especial inquietud. Fue Director de Banco, vendedor de automóviles, fabricante de yogur y siempre en primer lugar, farmacéutico. Gran amigo, compañero de colegio en el bachiller (aunque mucho más joven) murió no hace mucho de cáncer. 95 Su laboratorio de Análisis Clínicos fue siempre un referente. 96 Su capacidad para los negocios le ha hecho entrar en todas las facetas de la economía. 97
Mientras uno fue alcalde por el partido socialista el otro era un ferviente monárquico. Ambos fueron siempre buenos compañeros conmigo. 98 Tenía su farmacia en Trapería, frente a una de las fachadas de la catedral. Fue Concejal de Tráfico y de la Directiva del Centro Farmacéutico. 99
Fue largo tiempo miembro de la Junta de Gobierno de la Hermandad en puestos de máxima responsabilidad en las épocas de mayor auge. Pertenece ya a otra generación posterior a la mía, como su hermana que fue Directora General de la Hermandad Farmacéutica del Mediterráneo entre otros puestos relevantes. 100
12 son la esperanza de que la Farmacia continuará siempre cumpliendo con la misión que la sociedad le tiene asignada: el conocimiento y el buen uso del medicamento. Cuando se observa la vida desde la perspectiva de una larga existencia, ¡echa uno de menos a tantos amigos! Y no hablo sólo de los que han fallecido, muchos de los cuales ni siquiera supe cuando, hablo de aquellos con los que hemos convivido, estrechado amistad y compartido tantas experiencias y a los que la vida ha separado de nuestro lado (o nosotros del suyo). Como si estuviésemos sometidos a un continuo movimiento browniano, por unas influencias eléctricas o astrales incontroladas, vamos encontrando nuevos amigos y apartándonos de otros, no porque dejemos de considerarlos así, sino por razones de la más diversa índole y de la que somos ajenos. Y así, cuando queremos hacer un recuento de los amigos de nuestra vida, vemos con tristeza tantos y tantos con los que intimamos y ya, o han muerto, o sólo Dios sabe que habrá sido de ellos. Compañeros de bachiller, colegas de carrera, camaradas de milicias, miembros de los mismos consejos de administración de los que fuimos miembros, compañeros de juergas y aventuras, de negocios, de sueños, de viajes… A veces no conseguimos ni recordar sus nombres. Y esta consideración me viene a la mente con angustia, por haberme atrevido a citar a compañeros con los que compartí tantos sudores, tantas alegrías, tantas horas de conversaciones y proyectos, y tener la convicción que faltarán con toda seguridad, otros que tienen igual o más derecho que aquellos a los que he recordado, siendo así que todo mi empeño es que no quede en el olvido el servicio que a la profesión han hecho. ¡Perdón amigos olvidados! ¡Perdón a todos, por dedicaros apenas un renglón de las extensas biografías que, por vuestros merecimientos y, en muchos casos, mi cordial amistad merecéis! Ahora se me ha concedido la medalla de plata del Colegio Oficial de Farmacéuticos del Colegio de Murcia por el dudoso mérito estadístico de no haberme muerto durante el ínterin de los cincuenta años transcurridos desde mi colegiación. Aunque pueda parecer un premio sólo a la supervivencia, gracias al éxito de mis defensas, lo acepto, y siguiendo mis propios argumentos, con honor, ya que si me considero partícipe de los éxitos y los méritos de mis más brillantes compañeros, también puedo yo compartir con ellos el brillo de esta plata y lograr así el alto honor de lucirla con lo más florido de la profesión.
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