Entrevista agosto

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El poeta Enrique Baltanás (Alcalá de Guadaíra, 1952) es un vecino bien cultivado, un erudito cercano, autor y editor de una recomendable hornada de títulos de temática variada. A mí me encandiló la prosa literaria de su “Viaje al Guadaíra” (1998), y no tardé en tomar “Medidas provisionales” (2004), un conjunto de poemas de su puño escogidos entre 1994 y 2004. Últimamente visito y disfruto a diario su bitácora almargendelosdias.blogspot.com Este alcalareño ilustre, que no busca ver su nombre en antologías, sueña con un libro a los pies y se levanta a diario para enseñar Literatura en la Universidad de Sevilla.

Enrique Baltanás

— No, de la Joven Guardia nunca formé parte, eso sale en un poema mío que no es estrictamente autobiográfico porque tampoco tuve nunca una novieta que lo fuese. Sí tuve amigos que lo eran, pero a mí los chinos siempre me parecieron... de extremo oriente. Yo de lo que sí fui es de las Juventudes Socialistas. Pero un primero de mayo me dijeron que teníamos que apedrear las lunas de no sé qué banco y entonces me di de baja. Que yo fuera socialista no quiere decir que no respetase absolutamente la propiedad privada. Hasta ahí podíamos llegar. Socialistas, sí, pero gamberros, no. Más o menos, eso fue lo que le dije al responsable de mi célula. Esto era antes del 75, claro. ¿Qué era Gallo de vidrio?

Háblanos del orto de tu escritura. — Yo creo que todo el mundo empieza a escribir por imitación. Porque lee. No puedes ser escritor si antes no has sido un gran lector. Pero, vamos, eso pasa con todo en la vida. La imitación, o dicho más finolis, la mímesis, es la base de todo el comportamiento humano. Mis primeras lecturas no fueron Verne o Salgari, sino Azorín, Baroja, Ortega, Unamuno... en los tomos de aquella colección Austral, impagable. Posteriormente, uno se da cuenta de que escribe para pensar, para salvar lo vivido, para vivir lo que no se vive, o sea, que escribimos por la misma razón que respiramos. En el prólogo de “Aleluyas, Memoria y Homenaje a la pintura…” se nos sugiere un elocuente predicador dominico como antepasado tuyo. — Bueno, yo no sé exactamente si fray Domingo de Valtanás (o Baltanás, porque ya se sabe que Cervantes firmaba como Cerbantes), este dominico del siglo XVI, era o no antepasado mío. Más bien, quizás, lo he prohijado yo, o sea, que lo he adoptado. Escribió muchos libros, en un tono erasmista o, como diríamos hoy, aperturista. Por ejemplo, defendía a los conversos en aquella España obsesionada por la limpieza de sangre. El pobre acabó a sus setenta años condenado por la Inquisición. En cierta manera me identifico con

...escribo para pensar, para salvar lo vivido, para vivir lo que no se vive...

— Gallo de Vidrio pasó por varias épocas. Yo estuve en la última, y básicamente era una tertulia que se reunía en torno al pintor Amalio, aunque el animador de la misma era Ramón Reig, hoy profesor de la Facultad de Comunicación. Cuando uno escribe a diario, por obligación, le coge tirria a las palabras, venía a decir Javier Salvago. — A mí, sin embargo, me gusta escribir por encargo. Que me señalen un tema y una extensión

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velería, por curiosidad, en 2004, y hasta ahora, que llevo no sé cuántas mil entradas y más de cien mil lectores, cosa que nunca ha ocurrido, por desgracia, con ninguno de mis libros. Digamos que “Al margen de los días” es mi tertulia y también mi borrador para futuros libros. Entre las etiquetas, sugerentes títulos. ¿Qué podemos encontrarnos en “Catálogo de ignorancias” o en “Volatería”, por ejemplo? — Lo de catálogo de ignorancias, como su nombre indica, es eso, todo lo que no sé y sobre lo que pido ayuda a mis lectores. En el blog no estamos solos, por fortuna. La volatería es una cosa cazada al vuelo, y puede ser un pensamiento, una greguería, un microrrelato... Para escribir “Viaje al Guadaíra” te documentaste in situ. Disculpa el planteamiento: ¿Qué mierda le pasa a este río humilde y provincial?. ¿Tiene arreglo tanta guarrería? — Pues quizás lo que le pasa es eso, que es un río humilde y provincial. Y arreglo tiene, claro. ¿Qué localidades se relacionan mejor con él?. — Desgraciadamente yo creo

él, al fin y al cabo, todos estamos amenazados por el santo tribunal de la corrección política. Cualquiera se escantilla. ¿En qué familia has crecido, tenías biblioteca en casa?. De la familia de uno es difícil hablar objetivamente. En la mía había de todo, como en botica. Algún día saldrán, debidamente metamorfoseados, en alguna novela, porque había tipos verdaderamente novelescos. ¿Cómo recuerdas la Alcalá de los años 60 y 70, antes de la Facultad? También la Alcalá de los sesenta y setenta da para una novela: un pueblo que se transforma en una ciudad, aunque fuera una ciudad dormitorio, en poco menos de veinte años.

determinada. Te dan la mitad del trabajo hecho. Claro que la otra mitad es lo difícil.

ninguna. Todas viven de espaldas al río, salvo una minoría y retóricas aparte.

Preséntanos tu bitácora, “Al margen de los días”.

Tu poema ‘Joven Guardia’ me trajo un amigo que nunca olvidará los besos a otra militante --no era su novia-- para disimular ante la guardia civil un reparto clandestino de octavillas. ¿Tú también?.

— Lo de los blogs es un gran invento. Permite la edición instantánea, sin intermediarios. No creo que vaya a sustituir al libro, lo que sí va a sustituir es a las tertulias en un mundo en el que ya nadie tiene tiempo para ir a una tertulia. Yo empecé por no-

Poesía, prosa, ensayo, novela, traducciones, artículos y reseñas periodísticas… ¿Cuándo le metes mano al teatro? ¿Conociste a Alfonso Jiménez Romero? — Sí, tuve la suerte de conocer a Alfonso. Su prematura desaparición fue una desgracia para la cultura andaluza. Pero afortuna-


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