Once años de vida en el Colegio de San José

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ONCE AÑOS DE VIDA EN EL COLEGIO Grupo 74 - Colegio de San José Quienes concluímos el bachillerato en 1.974 recordamos, quizás todos vívidamente, algunos momentos que podemos registrar aquí y signar con la emoción que nos suscita y la hilaridad que nos provoca el auto-comprobar nuestra participación en ellos. Es más, somos los únicos protagonistas de nuestra propia historia, los hacedores de los que nos hace reír y los jueces de lo que nos pudo haber hecho sufrir. Pretendemos a través de estas líneas - que se irán complementando con aportes de todos - traer al presente las recordaciones de algunos episodios y nombres que nos alegra perpetuar. Nuestra sangre lasallista está formada con infinidad de segundos que contienen viva e inolvidable historia; segundos que nunca morirán porque hacen todos los tiempos, porque forjan todos los derroteros de nuestras existencias, porque solidifican las conjugaciones espirituales de los verbos Vivir, Amar y Luchar, principios de nuestra identidad. En los eventos que presentamos en este relato no pretendemos ofender a persona alguna de las citadas, como tampoco es intención nuestra que así ocurra con quien involuntariamente hayamos omitido; por el contrario, queremos en pleno reiterar nuestro afán de estrechar perdurablemente los nexos que nos unen a través del espíritu, con una firmeza que jamás permitir distanciarnos ya que nos apoyamos en que la juventud no es un de la vida sino un diario despertar por alcanzarla. Agradecidos con todo el bagaje de buenos recuerdos que nos deja el Colegio, queremos, pues, comenzar con los hechos correspondientes al año 1.964, pues muchos entre la promoción de egresados que, por esta fecha prepara el encuentro de los quince años del grado, comenzamos nuestra vida Lasallista desde Primero de Primaria o "Primero Elemental". LA PRIMARIA 1.964. Los profesores de este nivel fueron dos solamente y dirigieron sendos grupos de a casi 47 alumnos. No sólo soportaron el ingeniarse en transportar toda la "carga académica" sino también toda la carga que les impuso el reto de enfrentarse con nosotros. Fueron ellos Don José María Hernández, en el "A", y Don Conrado Villa Morales, en el "B". Al primero sólo le faltó se le erigiera un pedestal en la Capilla del Colegio, pues su aspecto bonachón parecía como el de los personajes que en la Historia Sagrada figuraban en nuestros textos donde era relatada la vida de los patriarcas de la mansedumbre. Al segundo, tan reconocido por sus recursos pedagógicos, lo recordamos especialmente en el momento en que llevó al Colegio cantidades industriales de "chochos" para enseñarnos lo que, años más tarde, se habría de llamar "Ley Asociativa" y que después desaparecieron, pues hubo que recogerlos de los corredores a donde repetitivamente iban a parar, después de las guerras que hiciéramos entre nosotros idealizándonos en "Combate" o en "Las Ratas del Desierto", favoritas series de la monocromática y desenfocada televisión que, no nos explicamos, soportábamos ver. Ya de párvulos teníamos tanta vivacidad como para que despreocupadamente cambiáramos el nombre de Don Conrado por el de "Don Corrido"... y todo debido a los "chochos"! Fue el año de las primeras comuniones de muchos miembros de esta promoción que escribe... que se escribe a sí misma. Primeras comuniones en una pomposa ceremonia concelebrada por el entonces Arzobispo de Medellín, Monseñor Tulio Botero Salazar, el Capellán del Colegio, Padre José Mejía junto con el Padre Macario Botero y otros extras. Allí hubo confirmaciones y se destacó el sonido imponente del órgano tubular de campanas de la Capilla con la interpretación de obras para el momento, como el "Ave María" de Schubert - cuyo recuerdo estremece- y la participación de un rico coro de voces que hoy evocamos por sus magistrales ejecuciones. La primera confesión, días antes, fue de tenebroso matiz pues la absolución fue dada, ignoramos si en alemán o latín, por el Padre Pablo "Raskazancos", Ragazansky, o algo así, quien sólo sabía decir en antioqueño "Buenos días" y el resto de las cosas no se le entendían. Si nos decía, por ejemplo, "Gott verbindet Dich" (Que Dios te perdone), con seguridad le interpretábamos: "Sigue así.. te condenarás". Las misas en el Colegio se celebraron en aquella época a las 11:15 a.m. pues el ayuno era entonces de 3 horas. No se abrían las tiendas "al público" y quien no comulgara era enviado por el profesor a confesarse. De no hacerlo, podría comprometer su nota de Religión. Las misas de los primeros viernes eran solemnes: concelebradas, cantadas y acompañadas por la ejecución del Hermano Mario Llano en el órgano tubular incidieron enormemente en el desarrollo de nuestra apreciación musical. También ese año los careos matemáticos de cálculo mental enmarcaron el cuadro de este primer año que en más de una vez nos hizo temblar. Muchos otros careos disiparon las tensiones de éste y se vieron en los improvisados ventorrillos de láminas o cromos de "Conozca a Colombia", "Fauna", y de otros álbumes con los que aprendimos a acaparar las "escasas", llenarnos de "mecato" en la tienda de Cano (a $0.20 el pan y a $0.40 la naranjada, por ejemplo), y demorar con todo ésto la formación de las filas para entrar a clase, especialmente en los citados primeros viernes cuando era obligatorio llevar puesto el disfraz de la primera comunión: un vestido de paño azul, corbatín negro, camisa


blanca, zapatos muy lustrados, gomina en el muy motilado pelo y, además, uñas muy limpias que se revisaban junto con nuestras grandes orejas. 1.965 Ese año seguimos cada curso con un profesor quien al tiempo era coordinador de grupo o titular y fue entonces cuando nos enseñaron a distinguir la diferencia entre alguien "malo" y alguien "bueno", cosa que se hizo muy explícitamente, pues a quien realizara un acto desaprobado que lo llevara a degustar el sabor de perder disciplina o el de la máxima sanción, perder décimos de conducta, después de exponerlo ante todo el alumnado, lo "sembraban" un largo rato en medio del patio o en otro lugar visible, a la intemperie, para que por todos llegara a ser temido como una muestra de lo que los demás no podríamos atrevernos a ser. Pese al furor de los "Beatles", o quizá debido a ello, la peluquería del Colegio ubicada donde años más tarde funcionara el Laboratorio de Fotografía, llegó a su apogeo y la moda se dictó desde Rectoría, compitiendo con los centros estilistas mundiales que, de pronto, ni existían. Todos deberíamos usar "guardabarros" (o sea el "por qué" de nuestras grandes orejas) y debía resaltar en nuestras nucas algo que podríamos llamar "efecto chicharrón" producido por la barbera o la cuchilla de rasurar. Desobedecida la orden taxativa, se formaba un gran lío y del pelo mismo todo "melenudo" pasaba a una tediosa fila donde registraban su "punible infracción" para que fuera luego efectivamente trasquilado. El Colegio tuvo hasta ese año una estructura "tipo lobo" de características superlativas. Las paredes interiores eran amarillas, unas, y azules otras, con tonos extravagantemente fuertes que contrastaban con una amplia franja inferior de granito amarillo sucio y con unos pasamanos morados que había en los muros de todos los pisos. Las puertas de doble ala, francamente feas, se trababan fácilmente, lo cual permitía juegos agradables como intentar abrirlas a las patadas recordando al "Llanero Solitario". Llegó, pues, la gran restauración física, "el cambio de imagen". El material usado, los baldosines actuales, se convirtió para nosotros en invaluable riqueza destinada a diversos fines: negocios, trueques, juegos de "Vuelta a Colombia" (rayando el patio con tiza), futbolito, etc. El patio, como en la época de los "chochos", se llenó desordenadamente de baldosines verdes que, diariamente al irnos a casa, tenían los del aseo que recoger. Opiniones muy diversas como "el Colegio se está pareciendo a un gran inodoro verde" o "¿van a pasar la piscina para acá?", se oyeron durante los meses de reforma. Los profesores que, recordamos, nos dictaron clase ese año fueron Don Alfonso Flórez Alzate (la bata) y Don Ramón Gómez. Figuraban también Don Javier Castro y Don Próspero, pero ignoramos cuánto tiempo prosperó el último en el Colegio. Su "Reverencia" el coordinador de Primaria o "Prefecto", como se le decía, era el Hermano Apolinar. En Bachillerato era el "Hermano Canguro". El Rector durante nuestra primaria fue, desde 1.965, el Hermano Néstor Suárez (Marciano) cuya hermana, la irremplazable Tulia, siempre se ha encargado de la biblioteca. Trabajó con ella el Vicerrector un familiar de nuestro compañero Juan Felipe Hoyos; era el Hermano Felipe, fallecido, a quien cariñosamente llamamos "Boquillanta". El Hermano Teófilo ("Fifo"), también fallecido, manejó el mimeógrafo, los billares y el ping-pong; para muchas generaciones fue protagonista de innumerables y graciosas historias que nos llevaría otro artículo relatarlas junto con las del Hermano "Fan Fan", Fernando Fernández, director de la prestigiosa Banda de Guerra que por años encabezó el Desfile de Silleteros y que, con estudiantes del Colegio, fue de alto turmequé en Antioquia, como lo es en Colombia el Museo de Historia Natural que conocimos al dedillo gracias a las interesantes explicaciones que oímos del sabio Hermano Daniel González Patiño, Honoris Causa, quien fue el Rector antes de trasladarse a la Universidad de la Salle y quien fue reemplazado por el Hermano Néstor. 1.966 Todavía recordamos los extraños ojos de Don Leonel Monsalve, tan semejantes a los de los sapos que junto a las tortugas tuvieron su habitat en una pileta del Zoológico del Colegio y las fantásticas parábolas que describían los borradores que desde el tablero lanzara Don Teodulio Pérez Giraldo para que aterrizaran en predios de los distraídos. Cierta vez un borrador lanzado hizo un vuelo de regreso; en efecto, había hecho su arribo al pupitre de un compañero nuestro, Cipriano Londoño, y de allí partió nuevamente dando en el blanco, como un retorno ofensivo. Fue una batalla quizá sin precedentes. El blanco alcanzado, es decir, Don Teodulio mismo, había "pillado" al "Ciprio" hablando con otro en clase y se produjo el conflicto que afortunadamente no dejó víctimas, pero que, mejor aún, nos estimuló a todos para oficializar futuros "voleos de tiza y borrador" que nos sentimos hoy en capacidad de proseguir. Por hacer algo o, mejor, por no querer dejar hacer nada, ante la eufórica sensación de ver terminado un viernes, matamos una lagartija y la colocamos en la ventana del salón. A los días se formó un concilio que, congregado alrededor de los restos, determinó la búsqueda de los responsables del hecho traducido en insoportable hedor. Estos últimos nunca aparecimos y todo el grupo comenzó a asegurar que la lagartija había muerto de vieja. Al no creernos ésto defendimos nuestra inimputabilidad desafiando con el argumento de que los Cuartos de Primaria estaban empeñados en llenar las ventanas de sus salones con frascos llenos de agua en los que, sobre un algodón, colocaban un frijolito.


Discutimos que en medio de tal flora pereció la lagartija y que la oportunidad de tenerla muerta nos podría llevar a entender cosas que nos intrigaban de las Ciencias Naturales. Ese año, procedente de la India, llegó un compañero nuevo, Esteban Montoya, quien estuvo días enteros explicándonos cómo era de cerca un elefante, relato que creemos est dispuesto a repetir las veces que sea necesario, en el presente. Como bien dijimos, el Colegio tenía un Zoológico. Estaba ubicado paralelo a lo que llamábamos "el pasadizo a la capilla". En él apreciábamos aves, como pavos reales y otras, imitábamos a los micos enjaulados, - o mejor, nos imitaban ellos a nosotros- y algunos otros animales podían ser observados e incluso podían comer borradores y lápices que les tirábamos. Una mañana se escapó el tigre y se fue de recreo al patio. Gritos y empujones sirvieron de marco a la captura y un diestro cazador, tal vez Benedicto o "Benedito" lo atrapó con una red en un heroico acto del cual nunca supimos si le dejó honores o distinciones, pero que, sabemos, superó en comentarios al "film" que por la época se presentaba en Medellín: "Jack el Matador de Gigantes". Fue 1.966 un año de gran acción. Además como grupos, los terceros elementales ya tenían su imagen para ser incluídos en la impecable organización de los equipos de fútbol; entre ellos recordamos el "Atlético Madrid", precisamente de 3°C, el grupo de Don Teodulio, equipo que fue líder del "Baby Fútbol", con uniforme negro y una franja diagonal blanca en la camiseta, el cual con similar nómina titular pasó a 1.967 con el nombre de "La Danza del Sol" y con este nuevo uniforme: camisa amarilla con mangas y cuello de un mismo azul al que en el frente había, para destacar, el distintivo del grupo rodeado de algunas estrellitas. En la espalda, el número del jugador. La pantaloneta era roja y las medias combinaban los anteriores colores en una distribución que no recordamos. 1.967 Los profesores fueron: para algunos Jairo Betancur (Jirafa) y Huberto Vargas (Guayabo Eterno); para los demás fueron Diego Aguirre (Zoquete o Cansonetas) y Jorge Vélez (Cepillo Roto). Desde los años anteriores en el Colegio se organizaban, de acuerdo con los resultados de rendimiento, como por ejemplo, de ortografía, las famosas "caminadas", tardes deportivas en las que prácticamente no se hacía nada (...vagar); le era posible a uno "mamarse la tarde" quedándose en casa pues la asistencia allí era difícil de controlar... o la hacíamos difícil de controlar. Se hacía merecedor a una de ellas el grupo que alcanzara un puntaje de "60 minutos". Los "minutos" eran un estímulo acumulable que daba el Rector, el Vicerrector en la revisión de Libretas de Tareas, o el prefecto, todos en la entrega de calificaciones. Nuestro prefecto ahora era el Hermano Raúl. Concedía muchos "minutos" cuando el "DIM" ganara a otro equipo el juego del domingo. Nunca nos quitó uno sólo porque ganara el Nacional, pero sí lo hizo cada vez que un "relajo" fuera la definición del balance de la Semana. Algunos minutos los usamos para ir a un sitio que tenían los Hermanos en San Antonio de Prado. Fue éste el Año Olímpico de los "Mercaditos de San Vicente"; todos los miércoles convertíamos la Capilla en algo parecido a una Central Mayorista: racimos de plátanos, toda clase de frutas, panelas, medicinas, en fin, sin incluír carne, todos los productos de la canasta familiar se agolparon junto al altar. Todo ésto era prioritariamente enviado a la Escuelita Beato Salomón, también de los Hermanos Cristianos; nuestra intención era muy clara: al grupo que más surtiera la Capilla le concedían una ansiada "caminada". Ese año entraron los mellizos Soto García a nuestro nivel y causaron gran revuelo, por ser mellizos y por sus chaquetas espaciales de gamuza color azul traídas de los Estados Unidos. Algunos pensamos que eran gente vinculada a la Nasa o construída allá. A los Soto les pedíamos que se colocaran el uno junto a otro para ver si en realidad eran igualiticos y fue mucho lo que tardamos en identificarlos correctamente. Nos sentimos, pues, muy regocijados ese año al saber que el Colegio había tenido mellizos. 1.968 Como estábamos en 5°, éramos los "pelaos grandes". Formábamos "bonches", controlábamos todo y empezábamos a ser rebeldes... pero estudiábamos. Fueron nuestros profesores el Hermano Oscar (O-K), Don Ramón (Carecrimen), Don Daniel (Carepasa) y Don Darío Yepes ese año llamado "El Médico Asesino" pues al dictarnos "Ciencias Biológicas" nos llevaba a clase huesos humanos, con los que resultaba disfrazándose. También lo pusimos así porque trajo un extraño invento del cual nunca entendimos nada y al cual llamó "La Nota Suplementaria" que en combinación con el método de la "curva" en muchas ocasiones se caló en la médula de nuestros propios huesos. Con el tiempo Darío se suavizó y fue gran colaborador en las fiestas lasallistas. Don Daniel, con una regla en la mano a todas horas, comenzó desde su primera clase a contar mentiras que perfeccionó cada vez más hasta que nunca se supo más de él. Todas se referían a milagros y apariciones que le fueron reveladas a él en su vida; las famosas historias de Don Daniel nunca tuvieron relación con la Historia de Colombia, curso que le correspondió dictar hasta el día en que... desapareció. De la materia obtuvimos conocimientos imborrables como: "Yace por salvar la Patria" (frase a Palomo, el caballo de Bolívar), "en átomos volando" (descripción de quien en su pueblo descubriera siglos atrás el electrón), "Gloria inmarcesible" (seudónimo de heroína del Socorro) y muchas "exactitudes" más en las que siempre Carepasa incluyó fechas. Un compañero, quien no terminó bachillerato con nosotros y a quien le decíamos "Músico", organizó con Luis Iván Arango y otros de nuestro nivel un mini-festival de música con el conjunto "Los Cavernícolas". En esta vez vivimos la


primera borrachera grupal dentro del Colegio; fue la primera vez que tuvimos de cerca, en vivo, los registros dados por las guitarras eléctricas, bajos, percusión. Los temas de impacto fueron "Mi primer Juguete" (o "La Bomba atómica a GoGo"), "La Chica del Billete", "Lupe" y "Ametrallando". Era el Día del Profesor; 15 de mayo de 1.968...día de desenfreno y ruido; ya nadie usaba "guardabarros", la peluquería había sido derribada! También, finalizando Quinto de Primaria o "Quinto Preparatorio" realizamos algunos paseos a la finca de los Hermanos en La Ceja, donde tuvimos la oportunidad de asimilar en grupo el etílico, esas veces fuera del Colegio. Recordamos muchos eventos que sucedieron en la Primaria, pero que no registramos aquí para no ser muy extensos y darle cabida a los que del Bachillerato vamos a referir. Años todos inolvidables, de profundo significado dentro de la sencillez de sus instantes y de trascendencia, creemos, para todos los que hoy nos llamamos "Grupo 74" y, obviamente, "Lasallistas", como lo éramos ayer... como lo seremos siempre.

FIN PRIMERA PARTE EL BACHILLERATO 1.969 Iniciando el Bachillerato comienzan a apreciarse cambios a todo nivel, incluso en la actitud del profesorado hacia nosotros, pues aparte de ser una nueva época en nuestras vidas, se configura como otra época cultural. Ahora los conceptos y las costumbres rígidas llegan a reemplazarse, o bien, son transformadas. Posiblemente sea una impresión, pero parece que desde cierto período del siglo cada década a tenido su definición que, al finalizar, le traza su exordio a la siguiente. Fue nuestro prefecto ese año el Hermano Jáuregui; procedente de Cuba fue persona de empuje y talento; estuvo poco con nosotros, pero lo recordamos como una persona especial conocedora de su oficio no sólo en las actividades de índole administrativa, sino también en las académicas. Una tarde Jorge Alberto Jaramillo, Luis Iván Arango y Tomás Gómez se dedicaron a molestar en las canchas. El Hermano Jáuregui les envió esta maldición: "Si siguen con eso les voy a poner unos apodos por los que los van a llamar toda la vida". Los apodos fueron respectivamente "Tutti", "Pocholo" y "Pompi" y la maldición fue efectiva: fueron apodos para toda la vida... Los profesores perdieron el calificativo de "Don". Recordamos a Odelio Llano (Avioneto), coordinador de un "Primero Preparatorio" como a todos les dió por seguir llamando a nuestros cursos. Fue impulsador, con los Hermanos Jáuregui y "Pino", de los famosos concursos de ortografía que se hicieron ese año y nos dieron la oportunidad de competir en la búsqueda de más "caminadas". Recordamos cómo Odelio agitaba sus brazos y flexionaba sus rodillas al enfatizar un tema en clase. Nosotros dejábamos un espacio en mitad del salón para que aterrizara; pero él volvía a alzar su vuelo y de nuevo entraba en "picada". Fue muy familiar con el alumnado y emprendedor también, ese año, de actividades de índole deportiva. Así mismo era Don Diego Aguirre. Ya era "uno de los nuestros" y quienes ahora recordamos la materia que nos dictó ese año, Ciencias Naturales, sabemos que era más complicada que la Química que veríamos luego en Quinto, pues mezclaba conocimientos de la tabla periódica con características y propiedades de los elementos, dibujos de productos hechos con varios de ellos. Nos tuvimos que aprender qu se fabricaba con muchos elementos, cómo y dónde se obtenían... en fin, todo ello nos aseguraba una "corchada" que merecíamos, según decía, por "cansonetas". El Hermano Oscar, "Abelachau", "pasó" a Bachillerato en reemplazo del Reverendo Flaco Tavera o "Hermano Calavera" de quien recibieron clase generaciones anteriores. A "O-K", fácilmente sonrojable, le veíamos en ocasiones de ropa "sport" con unos tenis tan grandes como sus orejas que ardían junto con su cara, pues para la asechanzas de sus maldadosos y saboteadores alumnos estuvo como blanco predilecto; nunca dejó de ser un buen amigo. Algo muy particular en él era que cuando usaba sotana, en sus orejas no se apreciaba cambio alguno, pero sí en su voz que se hacía más ululante, que desarrollaba un constante emitir de "gallitos" que ni el más precoz de Primero podría alcanza a producir en ese entonces. El Hermano Julio Enrique Arias ("Bastaf", "Escopeta" o "Winchester"), profundamente humano, bondadoso y consecuente con nuestra realidad de adolescentes, pero a la vez introvertido, nos dictó el primer inglés. Nos sorprendió con su envidiable resistencia física cuando escalamos con él el "Pan de Azúcar", programa que creemos pudo ser para él un encarte, como debieron de haber sido las "chocolatadas", modalidad de "caminada" la cual no era otra cosa que tarde de chocolate en las canchas. En una gran olla, en la que se preparaba la tradicional bebida, dejábamos caer hojas, espartillos, piedritas, cucarrones, etc., para que navegaran un buen rato dificultando el proceso de elaboración de la misma, que sin protesta alguna nos tomábamos. Como nos alternábamos para este trabajo y como la mayoría tenía que hacer algo, se organizaba al tiempo un partido de fútbol de veinte contra veinte. El balón nunca cayó dentro de la olla, pero sí la derribó muchas veces. Esto sucedía, no cuando se lanzaba el balón a "la luna" para luego rescatarlo en la Escuelita Beato Salomón, sino en los "tiros" más rasantes y mal intencionadamente dirigidos. 1.970 Diego Aguirre siguió con nosotros y nos dictó Matemáticas. Ya éramos de confianza y cada uno tenía preparada una pregunta a su tradicional saludo de "Hola Jefe" para formulársela con acento de broma, como por ejemplo: "Diego, cómo


van las mellizas?". Estas eran dos niñas recién nacidas en el hogar Aguirre pero que traíamos a colación por el peculiar modo que tenía Diego de rascarse. (...) Don Luis Fer, Luis Fernando Gómez Betancur, o "Puñalada" fue otro profesor que se robó la simpatía de todos y debió su apodo a la apocalíptica voz con la que organizó el más etílico paseo a Santa F de Antioquia, en "bus nuevo con pasacintas y todo y... con almuerzo en el Mariscal". A este plan suyo sólo le creímos el día mismo en que se realizó y en que nos descrestó porque pudimos fumar ya no "al escondido". Un profesor "revelación" de ese año fue Fabricio Tobón ("Cagacoles" o "Recógcholis") quien con su acento gutural y sus extrañas interjecciones nos hizo pensar que era francés o catalán; nunca supimos de qu municipio del departamento de Caldas era, pero sí sabemos que actualmente es sacerdote. Fabricio, tal vez en últimas italiano, como tantos Fabrizzios, tenía la particularidad de ser astuto y genial en el sarcasmo. Siempre se salía con la suya. Lo asociamos con el "Topo Giggio" pues no sólo su diminuta estatura, sino también su aspecto era exacta réplica -o de pronto inspiración- del famoso personaje mundial. Como contraste a su tamaño, estuvo en esa tanda docente el Hermano Javier Cancino, quien con su exagerada estatura y su desbaratado esqueleto parecía siempre en pijama. Nadie se lo imagina ahora en pijama. Era la persona precisa para limpiar las basuras que arrojábamos en los postes de basketball, en cuyas canchas se jugaron los más "infartantes" partidos, pues bajo la tutela de Rubén López el Colegio de San José fue líder en este deporte y en fútbol durante numerosos torneos intercolegiados. A nivel nacional, figuró entre los grandes, año tras año. 1.971 "El año del cambio" fue éste y por estas razones: primera, aparece el periódico "Avancemos" y como gente pensante y seria que éramos ya, hicimos en él nuestros primeros "pinitos" en el ensayo literario. Coincidió la aparición de "Avancemos" con el primer año en que tuvimos la oportunidad de ser orientados por la experiencia de Rubén López, de quien hablaremos luego. Segunda, porque fue nuestro Rector el Hermano Arnoldo Silverio Pérez reconocido por su peculiar expresión oral en la que predominaba SU ADVERBIO "común y corrientemente". En las izadas de Bandera decía por ejemplo: "Hoy Sextos, Quintos y Cuartos salen a las 2:00 p.m., común y corrientemente; los demás también. Este Hermano trajo, no sabemos de dónde, una idea basada en la "Educación Liberadora de Freire" que nos permitía fumar en clase, tomar tinto, abandonar aulas y muchos "derechos" más que, ejercidos por todos, atrajeron al Hermano Visitador de la Comunidad quien indignado por lo que pudo comprobar llevó con su reacción a que desde los Sextos y Quintos se decretara "Paro Indefinido y Asamblea Permanente" Gustavo Adolfo Garcés (El Rolo "actor de la Inglaterra") y Gabriel Bernardo Isaza (Justi), dos compañeros que tenían su imagen en el Colegio por ser buenos declamadores y por poseer dotes de liderazgo, analizaron, como representantes de los Terceros, el momento y nos comunicaron sus impresiones, las cuales nos impulsaron a entrar con los Cuartos en la "escandalosa huelga" de la que el periódico "El Colombiano" hizo en primera página un despliegue para terror y confusión de la sociedad antioqueña. En estas asambleas se gritaban consignas y se reía profusamente, hasta que no llegando a nada, estrenamos Rector: el Hermano Andrés Rosero Bolaños, gran amigo, quien nos iría a acompañar hasta el día del grado y quien hizo benéficas innovaciones que se estrenaron al año siguiente. El mecanismo usado por el Colegio para crear la desmotivación de los rebeldes fue muy inteligente: se instituyó el "Béisbol tapitas". Con palos de escoba en mano y tapitas de gaseosas todos nos vimos enfrascados en los más agradables torneos que se realizaron mientras se esperaba el segundo viaje de los buses. En este año histórico, recibimos clase de los siguientes profesores: Rubén López Naranjo; figura clave en la vida de estas promociones a las que llegó cordialmente en un trato de igualdad antes que de autoridad. Sus conocimientos sobre literatura, la metodología del curso por él creada en la más acertada forma, la dinámica, el incansable interés por elevar nuestro intelecto y cultura, le dieron un derrotero a este arte que se hizo trascendente, suscitando en nosotros el afán de elaborarnos planteamientos en un mundo filosófico en el que las cosas se amalgaman con las palabras. Apasionado por la música con poesía y en especial, como pudimos conformar, de aquella música nacida en la Argentina era, así mismo con el deporte; llegó incluso a sobrepasar su preocupación por mantener el nombre del Colegio, nuestro nombre, en el liderato, en el, digamos, primer lugar de la tabla de posiciones, pues, en ocasiones ante un súbito revés futbolero, apreciábamos sus amigos y alumnos que llegaban a mezclarse un poco sus dos básicas actividades en un sólo ente intelectual que a él mismo le provocaba tal ansiedad que se trastornaba la calma académica. "Rubencho" supo ser apreciado como uno entre el grupo, muy dilecto amigo, indispensable, respetado y lo citamos aquí con gran simpatía. El Hermano Antonio Gómez Pino o "Pino" a secas, también especializado en su campo, la Biología, le dió estructura al programa del curso y llegó a nosotros como otro recordado amigo. El Hermano Francisco "Pacho" Vélez, maestro del Algebra en 3° y 4°, nos entregó las valiosas herramientas para que encontráramos con ellas la coherencia y el arte que en las matemáticas siempre hay que descubrir. Así como Rubén, él tenía "ojos por todas partes" y no se dejaba manipular. Aunque fuera de clase era Pacho muy amigable, en cátedra centraba su misión y nos veíamos esforzados a responderle según y conforme a sus estrictas pero valiosas exigencias. Jesús Carmona, "Chucho" nos dictó Geometría en 3o. y 4o. conformando con el Algebra de Pacho un sólido bloque matemático. Ante nuestras traviesas actitudes ocasionales nos traía a colación a la Virgen del Carmen y, asumiendo un tono de profeta que vaticina tiempos de austeridad, elegía sorpresivamente un día para echarnos un "rollo" con el que


nos prevenía, pero con el que a su vez nos divertía, pues en esos instantes veíamos resaltados sus particulares gestos. Evocar tales gestos vivifica la imagen de "Chucho". El Hermano Arturo Peláez, "Canguro", coordinador de nuestra división (tres había ya en el Colegio) nos dictó desde el año anterior el curso intensivo de mecanografía el cual fue complementado por Oscar Flórez. En algunas sesiones, alguien colocaba cabezas de fósforos en el ángulo de impacto de la tecla sobre el rodillo, con lo cual reventaba la cinta logrando así interrumpir la clase y dar pábulo a un iracundo sermón que escuchábamos tras el aviso de "Vea joven!" el cual nos petrificaba. Cierta vez uno de nosotros, Cipriano, no quería trabajar, sino "patanear"; se dirigió hacia la ventana del gran salón y, pensativo, se quedó mirando hacia las canchas. Al ser interrogado por Arturo Peláez, entre otras cosas tío de Ignacio "Nacho" Echeverri, se limitó el renuente a contestar: "Estoy mirando los canguros del Hermano Caballo". La risotada fue general y hoy no sabemos que sentencia se dictó... Entre los caballos que el Hermano Arturo tenía en el Colegio, figuraba un descendiente del famoso "Resorte". Creemos que en algún momento lo ensilló y se fue en él hacia el Colegio de La Salle de Montería, pues... allí se quedó. Hubo otros profesores, blanco de nuestras asechanzas como un Javier Bedoya quien dictó Historia, tan fugaz que poco recordamos de él, unos practicantes novicios de la Comunidad, un Hermano a quien le decíamos "Ra-mo-na", otro que como él nos dictó también música, el hermano José de Jesús, y otros más que pudieron estar en 3° ó en 4° con nosotros. 1.972 "Pacho" y "Chucho" como dijimos, siguieron complementando los momentos iniciados el año anterior. Empezamos a ser partícipes de la referencia emanada en la presencia irremplazable de Silvio Loaiza Giraldo, a quien tuvimos siempre en alto porque su calidad era tal que la admiración, afecto y respeto nos mantuvo inalterable la definición que encajaba con sus actividades múltiples tan bien llevadas. Era un ser superior, un genio. Fue el alma del Colegio. Orientó el Departamento de Idiomas cuyas dependencia adecuó con sofisticado material para convertirlo en un laboratorio donde real y dinámicamente se aprendía; revivió la astronomía formando un grupo de estudiosos del cielo; reabrió y actualizó el laboratorio de fotografía y su club; colaboró a Rubén, su gran amigo, con los deportes y entre tan polifacética misión hizo posible la innovación que llegó en 1.972 al Colegio con el período del Hermano Andrés: dotó un salón con guitarras acústicas, bajo, guitarras eléctricas, percusión y, finalmente, una organeta, surgiendo así la realidad de poder ejecutar música con la estudiantina que se inició con 16 miembros de 4°, 5° y 6° de Bachillerato, que fue creciendo en número, edades y repertorio y que llegó a diversos establecimientos de la ciudad, donde irradió esa calidad que él supo darle; fue nuestro director musical y, bajo su tutela, quienes representábamos al Colegio en esa actividad, pudimos ser enaltecidos tras cada presentación. También con su orientación formamos dos grupos de música instrumental electrónica; "Evolución" y "Generación". "Evolución" surgió primero y sus integrantes, conquistando trofeos en los festivales de música que se hicieron en la ciudad, abrieron las puertas para que los grupos del Colegio año tras año ingresaran. Al grupo "Generación" pertenecimos dos de nuestra promoción y con los integrantes de otras el número de miembros fue de cinco. Este, el grupo joven, como se le decía, hizo su debut en el Teatro Bellas Artes de Medellín y la Rectoría encaminó a través de Silvio sus ejecuciones por la vía del acercamiento inter-colegiado en forma paralela a la orientación que Rubén le dió a los deportes en el Colegio. Por el sonido que salía desde los amplificadores, somos recordados como equipo y también por el objetivo que tuvimos de prepararle el camino a los sucesores que en primera instancia llamamos "el conjunto de los pelaos", todo gracias a la experiencia de aquel Silvio a quien nunca olvidaremos porque nunca desaparecer de nuestras mentes pese a que un día aciago, ya graduados, abordó el absurdo tren que a todos nos espera irremediablemente, que se ha llevado a tres de nuestros compañeros, Horacio, Alvaro y Oscar, como también a otros de otras promociones. Pese a la dura realidad, ese tren nos ha de conducir, como todos lo esperamos, a nuestra meta, pues es "solo la vida una puerta y es la muerte un pasadizo hacia la verdad. El Hermano Pacho Aristizábal ("Suavidad") nos dictó en cuarto el dibujo "con suavidad y perspectiva" y en 2° y 3° Historia, constituyéndose en blanco de nuestras maldades, pero apreciado como lo fueron todos aquellos que resultamos eligiendo en nuestros desfogues juveniles para hacerles la vida insoportable. Ellos con nobleza y altura supieron interpretar nuestra actitud como ímpetus encausables, como un básico aspecto que acompaña a la formación. Ese año hicimos otra huelga que se disipó rápidamente. Ante el inconformismo en las universidades por el estatuto docente y como expresión de nuestro derecho a ser vistos los adolescentes como partícipes dentro de la sociedad, paramos actividades para meter nuestras narices en asuntos de veras ajenos argumentando estar en capacidad de vivirlos. Como dato especial, nos arriesgamos aquí a incluír la aparición de las "FARC" en el Colegio. Estas eran la "Fuerzas de Ascensoristas Revoltosos de Cuarto" que nacieron al tiempo en que lo hizo la clandestina "Maffia 13"; fueron grupos que se disolvieron por las fuertes medidas aplicadas a todo miembro activo que se iba descubriendo. Encubrimos en este relato los nombres de los miembros, especialmente de aquel que logró conseguir una copia de la llave del ascensor dando origen así a uno de los movimientos. Esta llave era de uso privativo de las fuerzas de la Comunidad de los Hermanos. La causa "FARC" nunca tuvo sentido alguno, pero sí el atractivo de poder disfrutar de algo prohibido: disponer de un ascensor lleno de invitados y acarrear repetidas visitas de técnicos para la reparación de tan "mágico recinto". Fueron las FIESTAS LASALLISTAS DE 1972 quizá las más anárquicas, las más etílicas de todas las que vivimos durante los once años: inundamos el Colegio y lo embadurnamos con "Maizena", hicimos rodar estrepitosa música por todos los rincones a la par que aguardiente y cerveza, pues dispusimos de un volumen comparable o mayor, creemos, al contenido de agua que hay en los tanques de suministro de acueducto del Colegio.


Las pericias automovilísticas, no es de extrañar, fueron hechas posiblemente por expertos borrachos en el patio del Colegio la Maratón fue una "rumba" por las calles de Medellín. Se destacó en las Fiestas el fenómeno de las "Alcaldías", representadas por miembros elegidos mediante el voto. En tal oportunidad la candidatura de un compañero que no se graduó con nosotros, se llamaba Hernán Castrillón pero le decíamos "Obispo", obtuvo mayorías y propició un fin secundario: sacar utilidades de los negocios y concursos donde cayeron incautos bajo la demagogia más etílica y "maicenera" que pudimos desatar. Como contraste a todo este arsenal de locuras, proseguimos bajo la inolvidable tutela del Padre Saúl Londoño encaminando nuestros propósitos para los años siguientes. Y contamos con la sin par amistad de Doña Fabiola Vélez quien, desde su oficina de Relaciones Públicas, vió salir a varias promociones del Colegio. 1.973 Importantes nos sentíamos entonces, pues durante dos años habríamos de reinar y al final de ellos seríamos coronados como grandes personajes. Desde el primer día de clases en Quinto estuvimos viviendo la obsesión de vivir el último de Sexto. Eramos más idealistas que nunca y nos proyectamos al fondo de nosotros mismos. Ahora cursábamos materias con las que siempre soñamos y estrechábamos más nuestros nexos entre los grupos, hablando de nuestras novias, nuestros destinos, nuestras búsquedas; es decir, apreciábamos ya con arraigo la sensación de vivir "las tres Heridas" como el poeta Miguel Hernández (musicalizado por Serrat) llamó a la Vida, al Amor y a la Muerte. Seguramente a esta edad se es muy auténtico y sincero en el afecto. La amistad tiene un valor enorme y en ella no se admiten "formas negociables" que se pueden presentar cuando existen intereses diferentes a la camaradería. Entra en juego la subsistencia y es, humanamente hablando, la Universidad o cualquier otro paso dado un débil punto de apoyo pues básicamente tiene un matiz competitivo, lamentablemente. Parece entonces que no se vive lo que se sueña o no se sueña lo que se vive y toca inventar un rato para la fantasía, para fabricar la felicidad... pero no es éste el enfoque de este escrito y es por ello que registramos a continuación nuestra partida desde los primeros momentos en que siendo todos más familia empezamos a vislumbrarla. La vida siempre es contraste, ambivalencia. Tan desaforadas podrían ser nuestras muestras de indisciplina a ratos como ingente nuestro afán por mantenernos a la altura a la que pertenecíamos. Había un tiempo para cada cosa y diferentes tiempos para cada cual; entre los momentos disímiles se centraba el fiel que registraba el equilibrio... La asesoría espiritual en el Colegio trajo consigo la riqueza que Saúl Londoño legó como Capellán, dejando de sus manos en las nuestras la semilla que latente espera germinar en el tiempo en que Dios mismo reciba, como siempre lo ha esperado, una disposición de abrir la puerta por la que entrar a infundir vida. Fueron nuestros profesores, Rubén, Silvio, Alveiro Arias, Guillermo Arcila, Saúl Sánchez, el Hermano Emilio Gómez, Héctor Cortés, el Hermano Antonio Gómez Echeverri, el Hermano José Carmona "Tihanny". Guillermo ("Chócolo") y Alveiro (no quedó claro un apodo que encajara con el enorme lunar que tenía en la cara) compartían criterios en la programación de actividades docentes y extracurriculares orientadas a la Física y a la Química y que destinaron al fomento de una integración académica, como también de las actividades sociales de nuestro momento lasallista. Nos traían ideas para discutir, desde la preparación de festejos hasta las materias que nos dictaron en 5° y 6°. Ambos fueron "llaves" de nosotros y si los "batíamos" recibíamos de ellos, dentro de la cordialidad, idéntica respuesta. Al que saboteara, por ejemplo, un laboratorio de Química, Alveiro, con ingenio le organizaba el modo de que continuara saboteando hasta que se convenciera de la ridiculez de su propio chiste. De "relajo en relajo", con interés por los temas, dimos buen rendimiento. Guillermo organizó las "Plazas Memo" en las que todos participábamos como piezas de funcionamiento ilustrativo de lo que fuéramos en clase a tratar. Sólo faltaron disfraces, pero no fue necesario porque sin ellos pudimos entender diversos temas de Física. El Hermano "Tihanny" nos dictó dibujo. Hermano de Jesús Carmona recibió este nombre por lo que de él percibimos en las clases sobre Isométricos. De tres vistas iniciales nos mostraba un dibujo final con volumen, lo cual, entre aplausos, proclamábamos como "magia", como "un suceso sin precedentes en el arte de la ilusión". Reforzamos la razón de este apodo cada vez que lo vimos al manejo de la situación en lo concerniente a la dirección de los buses: desde su oficina dirigía las rutas (telekinesis) y con una sensacional palmada diaria todos arrancaban desde el cuadradero a repartir el alumnado (insuperable dominio mental). Quien haya olvidado el nombre "Tihanny" en el mundo del espectáculo, le recordamos que proviene de un circo que hizo gira mundial en la época y vino a Medellín por una temporada. Era el famoso "Tihanny Magical Circus". El Hermano Emilio Gómez nos dictó Filosofía y Sicología. Para algunos fue "plenamente identificado" con el apodo de "OCPI", una especie de código secreto de referencia. Superbondadoso y paciente, Emilio soportó la desmesura de muchos en clase. Ahora, con el reloj del tiempo, nos convencemos que una resistencia como la suya es escasa en el mundo y que define exactamente la raíz misma de la palabra "vocación". Emilio no sólo pretendía instruír; su convencimiento inalterable fue: Educar.


A Héctor le correspondió Educación Física, Deportes y el Gimnasio. Fue con nosotros un "vacán". No por delatarlo, sino para comprobar lo dicho, registramos aquí algo para nosotros grandioso: nadie apareció con faltas de asistencia y todos sacamos buena nota definitiva en 5° y en 6°. El misterioso, gigante Hermano Antonio Gómez Echeverri ("Coloso" o "Upac") nos dictó Analítica y Trigonometría. Creemos que se le llamó "Upac" porque tenía varios títulos post-universitarios como el de "Master en Matemáticas" y quizá el de "Philosopher Doctor", motivos suficientes para que a diario "creciera en rentabilidad" el miedo que le teníamos. Anécdotas de Quinto hay por toneladas, en este momento quedan en el tintero pues es justo que relatemos el último año que vivimos en el Colegio. 1.974 ¿Qué nombre puede darle uno de nosotros a un año en el que tuvo que despedirse de tanta vida compartida? No lo sabemos... El primer día éramos capaces de decir "al fin 1.974!" y a la vez de lamentar "qué falla, 1.974!". No es necesario explicar por qué; mas bien, es lógico que no existan palabras con que referirse a un profundo sentimiento. Sólo es posible perpetuar y reencontrarse uno mismo con EL... Sabemos que no se atenúa y agradecemos el que nos haya eternamente invadido. Sucedieron tantas cosas ese año y fue tanta nuestra sensibilidad para grabarlas en lo más sagrado de nuestra alma de grupo, que no sabemos cómo organizar cronológicamente su registro aquí. Por ejemplo, la excursión, las fiestas, las pruebas del ICFES, en fin, todo detalle que con la lente del espíritu son de magno significado para nosotros. Este año con los profesores que desde año el año anterior pasaron a despedirnos estuvieron, entre otros, el Hermano Luis Zuluaga (Félix) nuestro coordinador, Edgar Sánchez ("Kung Fu" o "Kwai Chang Caine") profesor de Cálculo, Germán Zapata de Instituciones y Arcesio Gallego ("Caballo Loco") quien nos dictó Filosofía. También el Hermano Andrés nos dictó "Catequesis" junto con el Hermano Humberto. Saúl Sánchez Giraldo, quien el año anterior dictara Francés pasó a darnos "Educación Estética". Luis Zuluaga fu el coordinador más ligado a nosotros de cuantos tuvimos en el Colegio. Disfrutó su trabajo y nosotros disfrutamos de su compañía. Ya nos había dictado Biología en 3° de Bachillerato y ahora, en Sexto tenía la misión oficial de despedirnos. Arcesio llamó al salón de Filosofía, "El Salón del Pensamiento". Las clases empezaban con un intento de relajación mental; nuestras mentes sólo buscaban el relajo. Arcesio colocaba un cassette con lo más selecto para el día, dentro de la música de los compositores del barroco. Nos invitaba a cerrar los ojos diez minutos y a concentrarnos en la música que asociaríamos con cualquier cosa que a nuestra imaginación propiciara descanso. Pasado este lapso, debía quitar el cassette y empezar tema. Pero repetidamente nosotros prolongamos a 50 esos minutos y, muy seriamente, le asegurábamos que entre más habituada estuviera la mente a este ejercicio más positivo era para nosotros tomar el tiempo que "necesitábamos". Era una fina y efectiva manera de "mamar clase" y sabotear. Arcesio no tenía otra alternativa que irse a caminar un rato al patio hasta que nos pasara "la tensión por disipar". Saúl Sánchez nos dictó tres cursos dentro de lo que el pénsum llamaba "Educación Estética". Estos fueron algo así como "Introducción al Estructuralismo", "Principios de Economía" y "Fundamentos de Sicoanálisis". Saúl había estudiado en París en donde bajo sus cielos respiró la misma atmósfera de Althouser. Con Rubén, él y varios de nosotros vivimos ratos de tertulias intelectuales, discusiones en torno al Arte, etc., a las cuales asistieron, inclusive, Luis Zuluaga, Silvio y Andrés Rosero. Con los Sextos A,B y C, estuvo haciendo cineforos, análisis del relato y muchas actividades que no sólo las palabras y las cosas expresaron, sino también la degustación de la música que los grandes compositores crearon. Saúl nos acompañó, con Guillermo y Alveiro, a la Excursión y fue invitado especial. Edgar Sánchez nos dictó Cálculo y la imagen más vívida de él la encontramos en la Cafetería donde nos reuníamos con el a conversar amenamente. Germán Zapata Gutiérrez (Gezagu) fue todo un "prócer" que batalló para poder dictarnos Instituciones ya que nosotros muchas veces le instituimos gran desorden, especialmente cuando se nos aparecía con discursos sobre "El Cerrejón". Dibujo fue dictado en Sexto por José Portilla, diminuto ser que subíamos sobre el escritorio para que pudiera alcanzar el tablero; más cómico que su apellido era su modo de hablar. Aparte de los profesores nuevos que tuvimos, también hubo "extrañas novedades" que llegaron como compañeros: fueron dos gringos de nuestra edad que nos acompañaron un semestre en Sexto por razones de intercambio. Nuestra técnica para integrarlos al grupo fue muy eficaz: lo primero que les enseñamos fue un sartal de palabras vulgares para que ellos las recitaran por todas partes y a toda hora. En clase de física, ubicamos a uno de ellos al pie del Van der Graff que, al generar alto voltaje, le erizaba el pelo mientras nosotros disfrutábamos del "show" riéndonos a las carcajadas. El gringo no se electrocutó porque el Van der Graff funciona a bajísimo amperaje. Los "students" importados dieron muestras de haber disfrutado mucho de su estadía entre nosotros quienes creemos que no vinieron a estudiar sino a "parrandear" puesto que, como a continuación relatamos, Sexto tuvo exquisitos jolgorios. Como máximos organizadores de las Fiestas Lasallistas, hicimos un surtido y selecto programa; llenamos todo el patio con casetas, abrimos discotecas de Salsa y Rock y muchas otras fuentes de dinero para la excursión. Invitamos especialmente a nuestras amigas conocidas en las convivencias que realizamos desde Quinto.


La discoteca de Salsa se llamó "La Cueva de Olafo" y la ubicamos en el sitio ocupado por "El Salón del Pensamiento". A ella entraron a bailar las "sardinas" visitantes quienes fueron atraídas por el trato caballeroso con que fueron atendidas y también por la calidad del sonido amplificado en sofisticadas columnas que produjeron un efecto de mezclas de reverberación, sostenidos, agudos coloreados, bajos profundos y pistas pregrabadas con precisión en los empates, todo gracias a la "consola master" que a quien en su turno le correspondiera operar privándose un rato de admirar a las niñas debido a su responsabilidad de concentrarse en el manejo de las perillas. Por esta razón se determinó que el "operador de audio" fuera diferente para cada pieza bailable, cosa que no sabemos si nuestro compañero Juan Manuel Arcila, "Archi", cumplió a cabalidad; creemos recordar que se quedó largos ratos moviendo perillas, colocando cassettes, cambiando discos en forma distraída, conversando con “sardinas" al pié de la consola. A las invitadas se les llevaba también a la discoteca de Rock donde otro tanto ocurría: baile y más baile, volumen y más volumen, cerveza y más cajas de cerveza, determinando así "plata y más plata" para la excursión, porque lo cierto es que ellas no bailaban solas... También, para mayores ingresos destinados a la natillera "Pro-Excursión", se hicieron como en otros años competencias para que los incautos apostaran y perdieran su inversión e inscripciones para eventos deportivos, incluídos todos aquellos que aglutinaban al respetable, como el automovilismo. Así mismo, ese año, José Rodrigo Jaramillo, hizo centrar las miradas de todos en la trayectoria descrita por las palomas que soltó al concluir los actos inaugurales de las fiestas consistentes en un desfile olímpico, llegada de la maratón, griego espectáculo, y el discurso de apertura oficial con los himnos. En esa ocasión a alguien se le ocurrió organizar un evento paracaidístico , pero hubo que "cerrarle el pico" y motivarlo a que más bien ideara otro plan. Se vendió hasta café helado y ginebra; no todo era cerveza ni aguardiente; muchos brebajes podían beberse cerca a los asados. La avidez de holgura nos hizo programar más variedades que tuvieron lugar después de las fiestas: un bingo y un "gran baile gran" con dos conjuntos: "Fruko y sus Tesos" y "Los Graduados de Colombia"; hasta se hizo un concierto de Rock en la Capilla! Pese a lo recaudado, hubo resultados funestos. En el Concierto en la Capilla el público fue quien desentonó, pues por no habernos reservado el Derecho de Admisión se colaron indeseables. Nuestro presente se centraba entonces en los fondos para excursión de Fin de Año y cada profesor concedía unos minutos para que hiciéramos un innecesario repaso al Balance de la Natillera y se expusieran ideas para la excursión que presentó dos planes a elegir: San Andrés o la Costa. Se adoptaron los dos y Luis Zuluaga (Félix) viajó con un grupo a las Islas y sus anécdotas esperamos tener muy pronto. El 11 de Octubre de 1.974 a las 9:00 p.m. la mayoría nos subimos en San Diego a los pullman de la Flota Occidental; más se demoró Arnobi, el chofer de uno de los dos buses en ponerlo a rodar que nosotros en distribuir "guarito" por todas las bancas para así "inauguró el viaje que en una primera etapa, hasta Barranquilla, nos tomó 20 horas. Fueron muchas porque parecíamos gringos: nos bajábamos en muchos pueblos a curiosear y como buenos paisas paramos a mecatear en cuanto "chucito" hubiera, a "doblar el codo" y a cantar. En Barranquilla sólo hasta el día siguiente. Nos instalamos en el Colegio Biffi donde pernoctamos. Tras la llegada a la ciudad nos fuimos a "dar lora" por la 72 y hubo quienes se tiraron en las aceras del Estadio Romelio Martínez un buen rato. La salida hacia Santa Marta se produjo al medio día y dispusimos del Rodadero como cosa nuestra hasta el día en que salimos rumbo a Cartagena. Allí nos hospedamos en el Hotel Avenida y fueron nuestros centros de actividades lugares como La Piragüa, las canchas de Bolos y, en la playa, un pequeño restaurante donde un alemán, Frank Doering nos vendía un "juguito" llamado "Inyectado de Mandarina", mezcla de ginebra, vodka y mandarina que disparó a más de uno. Cenamos en los mejores Restaurantes de la Avenida San Martín, pues derrochando divertidamente quisimos entender el significado de lo que aparecía en la carta de cada uno de ellos. Derrochamos también en las idas al San Andresito y en cuanta salida organizamos. Por el mes de Julio el grupo 6°A estuvo en la finca del negro Carlos Emilio Mejía Galeano, la Hacienda Dinamarca, un kilómetro antes de El Jardín, a 40 de Caucasia. Sin ley, en estos paseos nos reíamos de todo el mundo, en especial de las personas que en esos precisos momentos, por estar cursando otros años, se tenían que quedar en Medellín recibiendo clase. Pero para comentar de cuanto paseo se hizo en el Bachillerato necesitamos mucho papel y muchas oportunidades de encontrarnos con el recuerdo. Cuando se dan los momentos de encontrarnos en el presente resultamos "dando lora" a más no poder. Recordamos también los retiros espirituales celebrados en Monticello, lugar donde hoy funciona el CES; con la compañía del Padre Saúl, de Luis Zuluaga y de los Padres Carmelitas Joaquín, Francisco Javier Jaramillo, Luis Carlos Duque y Leonel Naranjo encontramos profundidad en los asuntos tratados y haciendo con ellos "relajo" en los descansos, como tirar a Saúl a la piscina, ir a "robar" comida a la cocina, por ejemplo, conocimos que para nosotros siempre lo sencillo sustenta a lo sublime. Vienen al recuerdo las pruebas del ICFES y la presentación al Batallón Bomboná a donde perdimos la ida, pues meses después nos informaron que el registro de las libretas de aplazamiento se había extraviado. Como ése no era problema causado por nosotros, nadie prestó servicio militar; preferíamos figurar como "no aptos", cosa que nos importó un bledo. Uno de los últimos eventos fue el Censo Nacional de Población. Nuestra labor allí fue tomar tinto todo el día, totalmente ausentes de lo que nos dijeron teníamos que hacer, y también recorrer a Medellín pues todo conductor de vehículo autorizado a transitar ese 24 de Octubre debía recogernos a todos los que tuviéramos un brazalete que nos distinguía como "Colaboradores de la Patria". Pudimos, pues, tomar tinto en el Centro, en el Edificio del EDA, en Laureles, el Poblado, Envigado, en todas partes y en un mismo día, tinto que se repartía gratis junto con las calcomanías de


"Censado", inscripción que convertimos en "Cansado": simplemente recortábamos una "A" de una calcomanía y la pegábamos sobre la "E" de otra. Con nuestra "ardua labor" del Censo pagamos todos las horas de Alfabetización. Y se llegó el grado... "Justi" ley" el discurso. Hubo medallas, diplomas, aplausos, palabras, estrechón de manos y lagrimitas de orgullo y nostalgia que se empezaron a escapar en un brindis efectuado en la Cena de Grado a la que nos invitó el Colegio en el restaurante "La Estancia" días antes de la Ceremonia. De la Cena, profesores y compañeros salimos a la Plaza de Envigado y juntamos 118 sillas en mesas colocadas en la acera. Altas dosis de etílico rumbaron hasta que algunos salimos a las tres o cuatro de la mañana a llevar serenatas a las casas de las "sardinitas" que conocimos en la época, algunas novias de ciertos “romeos” del grupo. Fue la ceremonia el último momento en que nos vimos todos como compañeros de estudio... pero no existirá vez alguna en nuestras vidas en que nos olvidemos de lo que grabamos en nuestros corazones pues sabemos que en estas últimas líneas del relato sólo termina su narración mas nunca nuestro emblema; porque proclamamos sin vacilación que para nosotros EL COLEGIO DE SAN JOSE ES ETERNO... ES FAMILIA LASALLISTA. GRUPO 74 - Celebración de los Quince Años. Medellín, Noviembre de 1.989

© MCMLXXIV. Julián Alberto Gärtner Naranjo


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