TRAS LA VIA DEL RETORNO. Julián Alberto Gärtner Naranjo.
-ICon la camisa rota pasó frente a un desconocido sitio, un caminante de unos pocos años, pero con el peso de la muerte a sus espaldas, con la corriente de su soledad en sus venas, con una rica pobreza en su ánimo... y con sus ideas milenarias. Estuvo recordando en silencio a la novia del pasado, regresando así a sus añoranzas; retomó por instantes la sensación de las alegrías tan lejanas y entre sueños no detuvo su marcha errante. Era un día caluroso y algo más: picante; como aquellos en los cuales los oscuros nubarrones envuelven un sol incandescente amenazando los campos con una lluvia inevitable ante cualquier oposición de las fuerzas de la naturaleza. Era uno de esos días! El solitario se detuvo para observar todo lo que su campo visual le ofrecía y descubrió que en aquel paraje olía a suave amargura. Y así fue como ambos, ser y tierra, se hicieron compañeros que pensarían mutuamente hasta lo que un futuro decidiera: si se separarían o si ninguno abandonaría al otro con imprudente hostilidad. De todas maneras era la