Jueves 25-2-2016 / Fuáquiti / 9
8 / Fuáquiti / Jueves 25-2-2016
La entrevista
Por Farah Hallal
Ángela Hernández Siempre lo he dicho: nunca un nombre estuvo tan bien puesto. Ángela Hernández debe tener –por alguna parte– dos alas de ángel. Debe tener por alguna parte, ¿en la mano, quizá? una ruta divina que la ha llevado a ser siempre una bendición en la vida de quienes la conocen. Eso no lo digo solo yo: quien conoce a Ángela, entiende de inmediato la definición de las palabras bondad, amor, generosidad, seguridad, sabiduría, cultura, humildad, belleza... Y es, justamente, la belleza de su literatura lo que nos trae hoy hasta el puerto de Ángela Her-
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Ángela, no solo eres la cuarta de una escasa lista de escritoras que han sido reconocidas con el Premio Nacional de Literatura, sino la más joven de las cuatro. ¿Así ha sido tu vida, llegar temprano a todo? ¿Cómo ha sido tu ruta? ¿Hubo atajos?
Ha sido una ruta larga y particular, la cual empezó con los libros. Mi primer e inolvidable encuentro con un libro se remonta a un momento en que aún no sabía leer y escribir; tendría unos seis años. Vi «Las aventuras de Marco Polo» y, al instante, se descorrió una cortina tras la que percibí un orbe fantástico que me cautivó para siempre. Cada libro que apareció en mi vida, antes de los 18 años de edad, marcó un hito en ella. La vocación de escribir siguió otro curso. Más accidentado, más complejo. La rehuí por años, hasta que esa pasión de contar, de
nández: Premio Nacional de Literatura 2016. Ángela –debemos decirlo– no solo ha canalizado su creatividad hacia las letras, también hacia la fotografía, la química, la docencia, la lucha social, la investigación histórica, la búsqueda de la igualdad de género y la lucha a favor del reconocimiento de la mujer trabajadora, de la campesina y en contra de la violencia de género. Eso –entre muchas pasiones más– hace de esta laureada escritora un horizonte donde la diversidad y la poesía son elementos manifiestos permanentes. crear, de dejarse poseer por un verso, se me impuso con fuerza irrevocable. Entonces, ya me hallaba copada de compromisos laborales, familiares y sociales. Hube de «hilar fino» y llenarme de paciencia, meditar mucho y escribir a ratos. A veces la fatiga casi me hunde, pero tenía a que asirme: mis hijas y mi hijo, el ardor creativo (gozoso-doloroso), fe, buenos libros…, y la emoción indescriptible de estarme conociendo a mí misma en provocadora travesía.
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¿Cómo le haces para dedicarte (y dando fruto) a tantas pasiones diferentes y darte buena? Vivir. Pienso que todo lo que emprendo es solo pulsación del vivir. Dejo que mi espíritu se aventure por los senderos en que se manifiestan los contactos, con cada aspecto de la existencia y, a la par, con el todo. La calidad de
esos contactos proporciona sentido a cada día. Esos contactos entrañan activo intercambio. Es algo riquísimo, definido por la abundancia y el movimiento. ¿Cómo no interesarme por la vida de la comunidad, por las culturas? ¿Cómo pasear por una calle sin percibir las imágenes y sus lenguajes, las palabras, los roces, la sed, las ansiosas búsquedas, el amor y el desencanto…? Me interesan los perros, las hormigas, las estrellas, los pueblos, las personas… Los continuos milagros, los azares. La física cuántica y los prodigios culinarios. La poesía y el silencio. ¿Cómo explicar esta profusa atracción? No lo sé. A lo mejor todo se reduce a una forma de ser. La apatía me parece la cosa más triste del mundo. La escritura no conoce fin, la exploración tampoco. De ahí que los libros, escribirlos, leerlos, comporten un antídoto contra el aburrimiento y la desidia de cualquier género. Además, pertenezco a la generación de los cambios vertiginosos. El espíritu se ve compelido a cultivar el reposo de los contactos, a fin de no vaciarse en la corriente que trata de arrastrarlo y seducirlo con artificios. Vivir es abrazarse a cuanto late de mil formas.
A mí no deja de sorprenderme que nadie parezca alarmarse por el escaso o nulo acceso a los libros por parte de la población, en nuestro país. Las bibliotecas públicas municipales y barriales son pocas. Y no prestan libros para leerlos en el hogar.
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¿Qué tienen en común la ingeniería química, la lucha social y la poesía de Ángela Hernández?
La rebeldía de Ángela Hernández. Las tres han sido telares de rebeldía, de distintos géneros. Cada uno de estos telares ostenta su característica. Ingeniería Química: participar de un conocimiento que solía excluir a las mujeres. Lucha social: participar del presente emergiendo del silencio. Poesía: permitirme ser parte de la tierna verdad del amor radical que resguarda la vida humana y la hace florecer, pese a la acumulación de desaciertos, escisiones, decadencias y cataclismos. Escribir acaso no sea más que eso: una radical manifestación del amor.
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Habiendo tanto horror en la vida real, ¿de dónde sacas la esperanza en la humanidad que se refleja en tu narrativa?
De la poesía inescrita, de la fe, del conocimiento de la gente. Y, no menos, de mi recóndita ilusión de que la literatura y la poesía encarnen nutrientes para los pueblos. Sin embargo, no confío en facilismos ni en fórmulas superficialmente estimulantes. Jamás manipulo historias
y personajes para alcanzar finales felices. Procuro crear personajes vivos, que encaran sus contradicciones y no soslayan las aristas oscuras de los conflictos (internos y externos). A veces me topo con personas que han leído una de mis novelas o algún cuento y exhiben con vehemencia interpretaciones de los desenlaces que me asombran. Eso me gusta. Estoy convencida de que el individuo más simple, mujer u hombre, aloja laberintos y poderes, en los que pueden pulular ingredientes siniestros o bien lozanos, edificantes.
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Tu extensa (e intensa) producción literaria –así como recibir el Premio Nacional 2016–, podría sugerir que has llegado a culminar un proceso. Sin embargo, te vemos como una eterna aprendiz. Háblanos de ese hormigueo creativo interior.
llameante, en mi vida interior. Creo que lo puedo ilustrar con lo siguiente. En etapas en las que me veía forzada a dedicarme a tiempo completo a faenas en las que debía imperar la racionalidad y el pensar planificado, por ejemplo: conduciendo un proceso de planificación estratégica y operativa, al momento de irme a la cama, exhausta, me surgía, impetuoso, un cuento. Escribí «Una gota de sangre» en minutos, mientras realizaba, con varios expertos, la evaluación de un proyecto sobre recursos naturales apoyado por el Ministerio de Cooperación Alemán, GTZ, en el Instituto Superior de Agricultura, Santiago. Y el cuento «Los Olaxis» lo prefiguré en una madrugada cuando me ocupaba en algo parecido en San José de Ocoa.
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Podrías haber sido «una comesola literaria». Pero no. Te has detenido a impulsar a otras personas creadoras. ¿Cómo es la convivencia de tu genio literario y humildad personal?
La vida, breve y magnífica, no admite desperdicio ni ceguera (espiritual). He recibido libros e instrucciones iluminadoras de personas amigas y de tantísimas que conozco solo a través de sus escritos. De modo que, por fortuna, formo parte de una hermosa y antigua manera de compartición. Esos vínculos que atraviesan siglos y fronteras cobran viveza en el presente. El intercambio con otras personas creadoras me hace sentir «en mis aguas».
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esta inversión es importante?
Un joven, una mujer, una persona cualquiera deseosa de leer una obra de ficción o de otro género no debería encontrar obstáculo económico o burocrático que se lo impida, al contrario, debe hallar facilidades y estímulos positivos. A mí no deja de sorprenderme que nadie parezca alarmarse por el escaso o nulo acceso a los libros por parte de la población, en nuestro país. Las bibliotecas públicas municipales y barriales son pocas. Y no prestan libros para leerlos en el hogar. La UNESCO ha observado, con sobradas razones, que la participación constructiva de la ciudadanía y la consolidación de la democracia dependen de una educación de calidad y «del acceso libre e ilimitado al conocimiento, el pensamiento, la cultura y la información». Las bibliotecas públicas son un paso fundamental para la educación permanente. A veces me encuentro pensando en estas preguntas: ¿Qué ocurrió con los bibliobuses?, ¿por qué muchas de las pocas bibliotecas municipales han desaparecido o languidecen entre las polillas y la apatía general?, ¿qué está sucediendo con la Ley del Libro y Bibliotecas?, ¿cuál es el monto de los recursos destinados a bibliotecas? Todo esto me luce de una importancia capital para una ciudadanía consciente y participante. Luce oportuno preguntar sobre ello a los candidatos y candidatas que compiten en los próximos comicios para dirigir el gobierno central, los gobiernos municipales y el Congreso.
Un sueño –has con¿Puede una separarse de su mirada fesado– es que el Esta ¿Qué nunca falta en tu y de lo mirado, y de lo que brota do dote de bibliotecas literatura? entre la mirada y lo mirado? La comunitarias cada rincón del Incertidumbre, amor y inclinación a crear es definitoria, país. ¿Por qué consideras que libertad.
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