SAYENCO

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SAYENCO TALLER LITERARIO DEL LICEO GABRIELA MISTRAL DE TEMUCO

Gabriela Mistral Eugenia Caamaño Elicura Chihuailaf F. J. Irazoki Sara Castelar Lorca Sergio Oiarzabal Aitor Francos Óscar Alberdi Antolín Amador Vicky Sáez Alejandra Yáñez M. José Riveros Inanna Txaro Sierra Josetxo Ordóñez Javier Arnáiz Will Shakespeare Consuelo Martínez Taller Lenguaje Artes Plásticas Taller Sayenco

HOMENAJE A EUGENIA CAAMAÑO TEMUCO 2010 http://SAYENCO.ES.TL


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PRESENTACIÓN Esta revista que ojalá despierte tu atención es el fruto de muchas manos y muchos ojos que quisieran repartirse por muchos ojos y manos. Es un fruto brotado de la tierra, así nos gusta verlo. Con el oído pegado a ella, y también mirando al cielo, como necesitaba hacerlo Gabriela Mistral para que sus poemas remontaran el vuelo, escriben, crean, cada una de las plumas que aquí se reúnen. Algunas son plumas jóvenes, incipientes, pero también por eso audaces, sorprendentes. No les dejarán impasibles ni los poemas visuales del taller de lenguaje entretenido, ni las ilustraciones de artes plásticas, ni el lirismo ecológico de Vicky Sáez, ni los cuentos con un toque de realismo mágico o de telenovela. Otras tienen más horas de vuelo, y están acostumbradas a la altura: el gran poeta mapuche Elicura Chihuailaf, recientemente homenajeado en la Universidad de Salamanca, nos envió un hermoso poema con su saludo Azul, que acogemos con emoción. Francisco Javier Irazoki, hondo maestro, nos sorprende desvelándonos de manera insólita que la poesía es el misterio que hay en todas las cosas. Sara Castelar Lorca, esencial poeta andaluza que participó en las jornadas literarias que hermanaron en Vicuña a la gran chilena con el también premio Nobel Juan Ramón Jiménez, nos envía la crónica de tan importante evento mistraliano y una evocación –e invocación- plena de lirismo encabezada y cerrada por una cita bien conocida de las estudiantes del Liceo Gabriela Mistral de Temuco: “todas íbamos a ser reinas”. Sergio Oiarzabal, poeta de raza, uno de los más leídos del momento, comparte con nosotros su alta fiebre. Aitor Francos, finalista del premio Adonais, nos remite poemas acuáticos de experto navegante. Óscar Alberdi suspira oscurecido como gaviota tierra adentro. Antolín Amador nos regala desde su Madrid una breve batalla de amor urbanita. Javier Arnáiz nos envía unos endecasílabos a su compañera, emocionales y reflexivos. Aprovechamos la generosidad de Txaro Sierra, profe de alegría, para seguir tejiendo con ella más palabras y más vida. Josetxo Ordóñez, navarro afincado en Barcelona, nos describe con intensidad la honda experiencia, como testigo cercanísimo, de un parto natural –sin anestesia-, en Europa cada vez más practicado, aprendido por su mujer Mireia de las mujeres “de la ancha América”, durante sus años de vida común en Perú. Consuelo Martínez, que participó en su día en el taller, nos demuestra que sigue escribiendo, escribiendo, escribiendo. La misteriosa Inanna nos envía misteriosas, redondas palabras. Con especial emoción incluímos también un poema de Eugenia Caamaño, que en su día fundara el taller Sayenco y hoy sigue viva en el recuerdo de quienes la conocieron y en su palabra poética, leve y voladora. Con este número de Sayenco queremos rendirle un pequeño homenaje. Pero no desvelemos todo antes de comenzar. Ahora, no te quedes ahí, pasa, entra. Hay sitio para todo el mundo. Seguro que encuentras algo de tu gusto. Disfruta. Estás en tu casa.

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LA PALABRA

Desdeñarás tu verbo, el que no te ha aplacado; no amarás como un hijo el canto que entregaste. En cada uno de ellos, hombre, te traicionaste, dijiste otro mensaje, y no el tuyo, sagrado. Mejor expresa el alma del granado su fruta de frenesí; mejor, la pluma azafranada del faisán de oro, dice su Persia apasionada, y mejor dice el polvo la gran sed de la ruta. Y mejor todavía, las madre-perlas, duras, tornasoladas como los ojos de Proteo, y la medusa que muda como el deseo, dicen al mar y son sus fieles criaturas. Hiciste tu palabra con tu carne más roja y te dolió arrancar su almendra ensangrentada. El canto fue la médula de tus huesos volteada; pero, fuera de ti, tu canción es tu mofa. No tiembla como tiembla tu boca con jadeo y no entrega la rima tu entrechocar de dientes. Se muere el canto, como la salamandra ardiente, saliendo de tu entraña, torcida de deseo. Gabriela Mistral, del libro inédito Almácigo.

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Pilar Soto, 2ºA. Artes Visuales. Profesor Pelantarú Jara.

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La profesora Eugenia Caamaño fue la fundadora del Taller Sayenco en 1994. Como ella solía decir, recuerda Consuelo Martínez, poeta que participó como alumna en el taller y hoy estudia Pedagogía en Castellano, la poesía juvenil merece ser rescatada, alentada, aireada. Con un poema aéreo rescatamos hoy la presencia intangible de una profesora que no deja de ser recordada.

DISTANCIA Fríos vientos detuvieron su vuelo. Cuatro alas acariciaron mi rostro. Cuatro velos. Como cuatro cuchillos abrieron la tierra. Se abrió también el cielo. Las garzas de invierno alzaron sus cuatro velos. La distancia es sólo un último vuelo. Eugenia Caamaño (Invierno 1990)

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Janina Paz, 2ºA, Artes Visuales. Profesor Pelantarú Jara.

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INI RUME ÑAMVM NOEL CHI LLAFE Feyti vlkantun che mu rume kvmelay, pigeken Ka fey ti mawizantu ayiwigvn ti pu aliwen ñi kallfv folil mu egvn ka ñi chagvll negvmi ti kvrvf chalilerpuy vñvm egu ti Pvnon Choyke* Feyti vlkantun alvkonchi wirarvn feyti pu lalu kiñe pin ti tapvl rimv mew feyti weñagkvn feyti wecheche ñi petu zugu ñi kewvn welu ñami ñi pvllv Feyti vlkantun, ti vlkantun fey kiñe pewma feyti afvl chi mapu tami ge ka iñche ñi ge, vlcha allkvfe piwke, ka feychi vl zugulvn Ka zoy pilayan, ini rume penolu ti llafe ini rume ñamvn nolu Ka vlkantun fey ñi vl tañi pu Kuyfikeche pukem antv mu vy lu ka chonglu feyta chi kisu zwam weñagkvn. Elicura Chihuailaf.

LA LLAVE QUE NADIE HA PERDIDO

La poesía no sirve para nada me dicen Y en el bosque los árboles se acarician con sus raíces azules y agitan sus ramas el aire saludando con pájaros la Cruz del Sur* La poesía es el hondo susurro de los asesinados el rumor de hojas en el otoño la tristeza por el muchacho que conserva la lengua pero ha perdido el alma La poesía, la poesía, es un gesto un sueño, el paisaje tus ojos y mis ojos muchacha oídos corazón, la misma música Y no digo más, porque nadie encontrará la llave que nadie ha perdido Y poesía es el canto de mis Antepasados el día de invierno que arde y apaga esta melancolía tan personal. Elicura Chihuailaf

* Pvnon Choyke: Rastro del Avestruz

*En la visión de mundo mapuche la Cruz del Sur corresponde al Rastro de un Avestruz Azul.

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Gretel Bustos, Kultrun rodeado de alambre de pĂşa.

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RETRATO DE MI GUARDAESPALDAS

De noche, con la sombra y el silencio de los habitantes de la casa, el reloj de pared renueva su libertad. Sus miembros se despiden y dispersan hasta casi el amanecer. Las ruedas dentadas descienden por los anaqueles de la biblioteca, mientras el péndulo arrastra con torpeza su movimiento uniforme y las manecillas navegan por el aire. Yo lo observo bien en la oscuridad, porque el daño infligido por el tiempo que mide ese reloj me ha dado las facultades de la pupila del gato. Y, confiados, los muelles se acercan al rincón donde lustro el cristal de la tapa. Cae el polvo del día, la tierra muy seca de los minutos, esa sustancia negra que depositan las horas. A medida que los rastros del tiempo desaparecen de la superficie que limpio, algunos accesorios aumentan su ligereza y energía. Es el momento en que cada fragmento vive de manera humana. Veo que las manecillas se aman o cabecean con sopor, y que las oscilaciones de la péndola regulan sus euforias y desánimos. Hoy a los muelles les dolerá la cabeza, a las maderas les llega el aroma punzante de los bosques, y las ruedas dentadas mueven circularmente una pregunta. En cuanto aparece una fisura en el horizonte nocturno, las partes del reloj se reúnen con prontitud de animales perseguidos por la claridad. Cruzan la habitación, saltan del suelo a los muebles y suben al sitio que deben ocupar en la pared. Encajan las piezas en el conjunto recompuesto y al principio traquetean con respiración difícil. Cuando las primeras luces bajan de la claraboya y se filtran entre los visillos, todos los mecanismos trabajan en su celda de fríos auxiliares del tiempo. FRANCISCO JAVIER IRAZOKI

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EL AÑO QUE SE AHOGARON LOS GIGANTES Todas íbamos a ser reinas. Gabriela Mistral El año que se ahogaron los gigantes nadie tenía una corona ni un verano con sueños de chiquilla que hablara de los pájaros, nadie tenía la edad de los naranjos cuando saben a verde y clavan en el labio su edad escandalosa. Los ojos de Alfonsina eran todos los ojos sumándose a las aguas y amaron toda soledad de golpe y se supieron hembras. Se adentraron los silbos en el pelo mientras el mar dolía en una sola gota, ya no quedaban muertos que llorar y no quedaban niños azulando las noches, las formas de la higuera anidaron los muslos como frutos austeros que sin pudor se olvidan. El año que se ahogaron los gigantes ella amaba la tristeza del árbol la huella quebradiza de los montes sobre la gravedad del vientre y otoños que parían cinturas amarillas. Ella soñaba uvas en la paz del sarmiento y supo que el poeta era la única verdad sonora, la tierna obstinación a lo que sangra. Háblame, Juana, dime en qué lugar las violetas forman un cimbel de palomas, en qué segundo el fruto de las torvas riega los helechos para comprender la llama, para saberse entera. Dime, qué animal se trenza al hilo del mistral y todo es una sola luz que te parte las uñas. ¿Acaso en esta oscuridad me ves, saben ellas que el lirio es un arma imposible para matar la lengua de los amores muertos? Sí, todas íbamos a ser reinas. Sara Castelar Lorca.

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ATRACCIÓN

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PRIMERAS NUPCIAS (Gran Baile de Disfraces en el Salón de la Claustrofobia)

mañana he de hacer un examen de maleta que no se me olviden los calcetines de la gravedad ni dejar en la fresquera las cerillas de la encarnación el coro de la cirrosis cantará para Prometeo muy pronto el oleaje de la niebla desciende por los Viernes más altos basta un delfín para que no se pierda de nuevo la cosecha y mis rodillas se hunden en el placer como en el eco las uñas de las concubinas todo es una encantadora niña a los ojos de las celosías muerte aunque el tiempo dejase huérfana mi vida desde la metáfora primera no hay pez que no se ahogue en el cielo victoriano de Oscar Wilde no hay signo de interrogación no que no hinque su garfio en mi repleto corazón de abismos no hay brasa insomne no que mi voz no guarde entre sus paños vírgenes y jamás antes en la tierra como tú y yo pareciese siendo a salvo un ser mismo en el amado milagro de querernos

Sergio Oiarzabal

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PERSECUCIÓN NAVAL

Cambios de viento gangrenan el grosor de la resaca: va haciéndose así más viejo el mar, que se aproxima a nosotros sólo para morir. El ancla es un poema de Lawrence Ferlinghetti. Ese que no dice que hay un eclipse de laca en tus uñas. Se puede diseñar una esbeltez, una interpretación de ser en la pereza. Los sueños son un tránsito: pliegues de una substancia para medir la lluvia de un descarte. A bordo es necesario el amor para plastificarlo todo. Otro día explicaré los principios de ese magnetismo

Aitor Francos.

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LES BAIGNEUSES DE CÉZANNE Un barreño -punteado de soly el mapa intermitente de las peces descompuestos comparten mi extrañeza, la impaciencia de buscar en las nubes de entretiempo un calendario fijo, que es la ventana que quiero para verte. La sed de los alambres dilata un caparazón perceptible, un breve sigilo que cicatriza la niebla de las faldas, una porción dispersa igual que el nexo de cada muelle en un gusano. Todavía me asombra este vacío de hacer que todo sea navegable. Mi quietud es la página imperfecta, un agua débil fabricándose en los espejos. Comparto mi insomnio con lo que miro.

Aitor Francos

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Como gaviota tierra adentro Cuando te quedas en silencio me haces sentir como una solitaria gaviota lejos del mar a la que exclusivamente tu mirada -que mis ojos buscan con la misma ansiedad con que un perro travieso te clava fijamente la suya esperando que le lances algoes capaz de devolver la oceรกnica serenidad del permanentemente invariable paisaje como un arrugado papel de fumar, de las olas en mitad de este inquietante y siempre impredecible mundo, en el que la candidez sincera de mis sentimientos de blancas plumas son fรกcil diana para el dolor que aparece amenazador como la oscura silueta de los รกrboles saliendo de entre la niebla.

ร scar Alberdi Sรกenz.

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OMEGA “Como la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos si cada aldea tuviera una sirena mi corazón tendría la forma de un zapato.” F.G. Lorca Algunos días pasan lentamente porque estás y otros se precipitan por tu culpa. Son patriotas vendidos. Pero conquistaré Madrid e iré a Vietnam, a pesar de no haberte comprado nunca flores y aparcar para ti mi cuerpo en doble fila. Antolín Amador

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AMBICIÓN

Borrasca de viento la mañana fría traía el otoño en un comienzo, yo pensé en el frío que atormenta los vacilantes cuerpos de los viejos. Pero esa mañana no era mía, era sólo el presagio de un invierno que vendría. Y pasó el otoño en suave brisa, llevándose las hojas del cerezo, y arrancó la hierba la sequía. Las vertientes que en la tierra se escondían, las secaron las raíces de los pinos y eucaliptus traídos desde lejos. ¿Dónde están los bosques de mi tierra, el laurel, el boldo, el ulmo que las abejas perseguían? ¿Dónde quedó la selva de mi tierra hoy en mezquinos pinares y eucaliptus convertida? ¡Más pudo la ambición que la cordura, cómo gimen las torcaces por sus lingues, cómo añoran las perdices la espesura...! Hoy vagan en inhóspitos lugares, y en las noches de luna cuando la escarcha arrecia los he visto pasar, hambrientos sus cachorros caminando tras sus pasos, buscando algún refugio que quizás no han de hallar.

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Los últimos laureles hoy yacen mutilados como un desecho humano que a nadie le interesa. Si tu noble madera pudiera echar raíces y alzarse sobre la madre tierra... ¡Pero nadie te entiende! Las hermosas copihueras que un día las reinas fueron del tupido matorral hoy visten su amargo llanto en el horrible quebranto de ver cerca su final, y aquellas que ostentaban blancos pañuelos al viento se fueron con paso lento, al bosque no volverán, porque ese bosque nativo que ayer lucía orgulloso lo ha arrasado la ambición, y en su lugar sólo existen los pinares y eucaliptus traídos desde otras tierras, hoy trabajo de motosierras, y mañana ya no habrá. Mas el viento bendito va sembrando semillas donde la ambición humana no ha podido alcanzar: Señor: yo te suplico por este suelo patrio, por esta tierra indómita que un día nos legaste. Por mis hermanos robles y toda la natura de este bello jardín, que en dulces versos canta nuestro himno nacional.

Vicky Sáez, 1ºA Septiembre de 2009.

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GĂŠnesis Allulef, Cambio de mentalidad.

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Lucía y el gallinero En un campo muy lejano de la ciudad de Temuco, en donde había muchas crianzas de gallinas, habitaba una señora muy pobre, llamada Lucía, la cual vivía en una casa que era prestada. Un día vinieron los dueños de la casa a quitársela. La señora muy triste y angustiada, no sabía donde dormiría el resto de las noches; entonces , mientras encontraba un hogar en el cual poder vivir, se le ocurrió dormir mientras tanto en el gallinero. Pasaron meses y meses, hasta que se llegó a acostumbrar y a mimetizar con las gallinas; hacía sus mismos gestos, cacareaba, dormía parada y madrugaba todas las mañanas junto a ellas. Pasaron los años y vinieron unos caballeros a regalarle una casa, ya que se habían enterado de su situación. Al verla en el gallinero se asombraron de ver el estado de vida que llevaba; pero ella estaba tan acostumbrada y feliz con las gallinas y las gallinas con ella, que no se hacía problemas. La señora les dijo que no necesitaba una casa, porque viviendo así se sentía bien. Lucía estaba tan feliz y dichosa de vivir con sus gallinas, que ya no hacía nada más que estar con ellas. A pesar de todos los problemas que tuvo que enfrentar, vivió muy contenta y agradecida de ser igual a ellas el resto de su vida. Alejandra Yáñez Sepúlveda Alumna del Taller de Lenguaje entretenido del Liceo Gabriela Mistral de Temuco. Ganadora del Concurso Municipal de Narrativa breve con este relato.

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Bárbara Ballier. 2ºA. Artes Visuales. Profesor Pelantarú Jara.

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Una mirada sin rostro

Veo hacia atrás una flor que se marchita, que se deja al olvido y que sigue un camino, no sabe que no es el suyo. Pobre flor que busca en los demás alguien que la riegue, aún no la ha encontrado, pues sigue marchita. Se había perdido la esperanza, sólo había que esperar la muerte, al romper el alba, veo existencia y vida pues la flor no se había marchitado, sino que había recuperado su brillo máximo en una oscuridad que al fin tuvo salida. La flor está creciendo bella y feliz, ya no mira hacia atrás , sólo hacia adelante, ya lo amargo queda en el olvido y el tiempo se encargará de hacer que no pierda el valor y la fortaleza para seguir viviendo. Ahora mi alma camina feliz hacia el mañana ya no hay tropiezo ni nada que no permita que siga mi camino, ya la angustia quedo atrás y las riquezas de una vida feliz quedaron junto a esa bella flor. María José Riveros 1°B

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AGENDA LLENA, CORAZÓN VACÍO Acumulamos objetos, miradas, gustos, sentimientos, pero lo esencial pesa poco. Diciembre 2002.

AL ENCUENTRO Es allí, en aquel lugar que me parece el infinito de donde viene esa luz que abraza y consuela que despeja lo nublado de mi mente linterna para el transcurso de mis días con ella vivo como un menhir. Me es grata esa luz que me acompaña y estimo pues fue hecha para mí como tantas otras con las que me mezclo y vivo. Hacia ella iré. Julio 2003

POEMAS DE TXARO SIERRA

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ENTRETEJEMOS VIDA Y se va tejiendo mi vida con la de todos. Los hilos del pasado, los hilos del presente, entretejiendo vida. El recuerdo conformando los colores. Como el arco iris a nuestro paso por el mundo iluminando el amor que nos trajo a la tierra. Ese tejido invisible que posarĂĄ como una manta junto a la feliz hierba para que alguien continĂşe el tejido a nuestra ausencia. Txaro Sierra 26 de Diciembre 2001.

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Escucha el alma de la tierra verde: Lo que se da nunca se pierde. El Taller Sayenco, con el Taller Ecol贸gico, Naturalmente

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Díptico del Nacimiento I Sabia, pacientemente, supiste desde el primer dolor que había llegado el día. La serenidad de tus manos acariciaba toda la casa, los gestos cotidianos: aquellos últimos detalles en la maleta, el desayuno primordial de los niños, aquel peine olvidado sobre el lavabo, los pomos de las puertas. Observaba cómo quedabas detenida doblando un camisón, calentando el mate de frambuesa, guardando un termo en la mochila. Sabia, pacientemente, todo esto preparado. Después, al llegar la luz, dispuesta al amor, puesta en pie, en la fuerza de todo tu cuerpo, comenzaste a recibirlo. Tus manos y mis brazos se buscaban, tu cuerpo descansaba en mí fugazmente, hubiera querido atrapar esa eternidad contigo, acompañarte siempre en ese instante detenido, en esa hora de tanto amor. Te hablaba al oído entre el sudor, hasta el agotamiento. Rasgaste la negrura del vientre. Nació.

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II

Era un día inconexo, sin nubes y sin sol, perfectamente prescindible por el olor de la calle, el gris de las aceras y el asfalto anónimo, impersonal. Los transeúntes tampoco mostraban rostro: llevaban mediocres abrigos oscuros. Era un día normal, viernes a punto de rendirse al hastío. Nada hablaba de ti, nada te sospechaba. Nada en la ciudad estaba preparado para tu llegada, para tu luz. En cambio, el corazón, las manos abiertas... En medio de la ciudad, empezó todo. Llegaste después de la fuerza, en una explosión de poder, en empujones poderosos. Estabas dormido al principio. Después, vino tu llanto, suave, casi felino, con la boca abierta, con los ojos cerrados. Te miraba; luego, con un lienzo inmaduro, sequé tu piel, limpié las manos, las piernas. Seguías llorando, abrazado al regazo de la madre. Seguías allí en las manos abiertas, palpitante, como todavía ahora. Corté el hilo que te unía al pasado irrepetible de la noche oscura a la que no regresarás. O tal vez sí cuando, anciano, se agoten tus días. Estabas desnudo y te vestí. El pulso temblaba mis dedos, eras un viento soplándome en las manos, como hojas. Más tarde, cuando pasó aquella nuestra intimidad infinita, regresaste a la madre, al pecho de sudor y calostro. Acabó tu nacimiento, pero empezó todo lo demás. Así viniste a este mundo, tiernamente. Duermes mientras te hablo ahora. Duerme, pues, duerme. Josetxo Ordóñez Etxeberría. 37


CONTIGO…

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COMPAÑERA

Por el sol de tus ojos, compañera, que miran los amores que nos unen voy errando y, sin olvidarme, espero que por siempre deseemos desear.

Tus besos, compañera, tus abrazos y el rumor de tu boca y tus silencios y el tiempo que nos pasa y que nos pesa y lugares y abismos de tu cuerpo.

Tú. Nosotros. Tu risa encantadora, tus brazos y la sima de tus labios y ese ardor que nos quema y que nos colma con sus nómadas llamas. Fulgurantes.

Mas los hijos, que aumentan nuestras vidas, los que hacen que vivamos en verdad, dan la cuenta de sueños y esperanzas, contrapunto de vida en su final.

Javier Arnaiz. Poeta vasco, es miembro de la Plataforma Blas de Otero y coordinador del blog ¿Dónde está Blas?

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Sonnet CXXX

My mistress' eyes are nothing like the sun; Coral is far more red than her lips' red; If snow be white, why then her breasts are dun; If hairs be wires, black wires grow on her head. I have seen roses damask'd, red and white, But no such roses see I in her cheeks; And in some perfumes is there more delight Than in the breath that from my mistress reeks. I love to hear her speak, yet well I know That music hath a far more pleasing sound; I grant I never saw a goddess go; My mistress, when she walks, treads on the ground: And yet, by heaven, I think my love as rare As any she belied with false compare. William Shakespeare

Soneto CXXX Los ojos de mi amada nada tienen del sol, ni del coral su boca el rojo; la nieve es blanca: oscuros son sus pechos, y el metal de su pelo es hierro negro.

Rosas vi damasquinas, rojas, blancas, pero ninguna así vi en sus mejillas, y hay perfumes que son más agradables que el aliento que de mi amada exhala.

Me encanta oírla hablar, pero bien sé que es más dulce el sonido de la música; confieso que en mi vida vi una diosa: mi amada, al caminar, pisa la tierra.

Y aún así, cielos, hallo que mi amor es único, real, incomparable.

Versión libre de Javier Aguirre Ortiz.

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Crónica de las I Jornadas Internacionales de Estudios Mistralianos en Vicuña

El mes de noviembre de 2009 se ha convertido para Vicuña en el mes de su gran poeta, Gabriela Mistral, que ha acogido con el mayor de los honores las I Jornadas Internacionales de Estudios Mistralianos, dirigidas por el poeta Chileno Benjamín León y financiadas por el "Fondo de Fomento del Libro y la Lectura", Convocatoria 2009, del "Consejo Nacional de la Cultura y las Artes", del Gobierno de Chile, que han hecho posible un ambicioso proyecto cultural en honor a la memoria y la obra de esta poeta universal en el marco de su hermosa tierra y en el cual también tuvo lugar el hermanamiento de su Fundación, con la Fundación del premio Nobel español Juan Ramón Jiménez de Moguer, Huelva, que se tradujo felizmente en un compromiso de cooperación en la divulgación de la obra, a nivel internacional, de ambos poetas, acuerdo en el que también tomó parte el Municipio de Vicuña en favor del interés turístico cultural de su región. El carácter ecléctico y unificador de las jornadas, reunió a estudiosos, poetas, literatos, tanto chilenos como de diversos países latinoamericanos y españoles, estudiantes y el pueblo en general, que pudieron disfrutar de las ponencias, el folclore y la poesía que se aunaron para vivificar el espíritu que profesa toda la obra de Mistral, impregnado de la tradición y la divulgación de la cultura como meta ineludible del artista. Nombres como Iván Carrasco, Jorge Rosas, Cecilia Corona, Gloria Mendoza, Julio Piñones, Juan Gabriel Araya, Jaime Quezada, Antonio Ramírez Almanza, Diego Ropero Regidor, Rolando Manzano, Edith Cerda, entre otros, pusieron voz a exposiciones de altísimo nivel académico que tuvieron una gran acogida por el público asistente, incentivando desde el punto de vista más ilustrado, la profusión en la obra de una poeta trascendental y necesaria en al historia de las letras en castellano y la literatura en general. 43


Como no podía ser de otro modo, los niños tuvieron un lugar de honor en todos los actos, desde el comienzo de las Jornadas, que tuvo lugar en el colegio Juan Torres Martínez, de Diaguitas, con el compromiso de la creación de una biblioteca apadrinada por la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, donde los representantes españoles y las autoridades locales pudieron sentir toda la emoción de un proyecto que está creando futuro para esta comunidad rural del Norte de Chile. Los actos tuvieron lugar en varios escenarios privilegiados de la región, desde el Teatro Municipal de Vicuña, lugar de la ceremonia de inauguración y de todas las exposiciones por parte de los invitados nacionales e internacionales, que se llenó de música gracias a la Orquesta Sinfónica Gabriela Mistral, compuesta exclusivamente por niños, pasando por una lectura poética en el Observatorio Mamalluca, uno de los más prestigiosos del mundo, hasta un recorrido por la interesantísima Ruta Mistraliana que acabara con la visita a la Tumba Mausoleo de la poeta, donde a cargo de todos los asistentes, con el arpa de fondo y los cerros flanqueando la belleza del paisaje, se leyeron poemas de la autora en honor a su memoria. Este despliegue humano, tanto por parte de la organización, las autoridades y el Ministerio de cultura, ha sentado un precedente que se presume lleno de continuidad en el tiempo, y por el cual el Municipio, la dirección del proyecto y el pueblo mismo, siguen apostando para su desarrollo en años sucesivos, como evento artístico de proyección internacional que pone a Vicuña entre los lugares más destacados del panorama cultural mundial. Sara Castelar Lorca

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Te tocó un té con sabor a tilo, tartamudo y tosco. Traía trocitos de tímido, Tesoro tildado y tupido. Te tocó un té Taciturno y tranquilo.

Hace un instante, la infancia. Ahora mismo, otra época. Hace horas, hoy, Y el reloj sigue igual. Años, mañana, Y las estaciones son las mismas.

¡Se abren los cielos Y se desatan cadenas!

Tiempo todo cruza, Tiempo se consume.

Porque existe camino A la libertad. Consuelo Martínez Astorga.

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Daniela Trangol 2ÂşA Artes Visuales. Profesor PelantarĂş Jara

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ESTACIÓN me dijeron ubíquese yo soy muy obediente giré miré los montes siempreverdes al final de la calle borré el rumor del tráfago adiviné la luna y los planetas

Dibujo de Vanessa Brown ©

y me dije aquí estoy este es el centro aquí escucho la lengua de la tierra aquí me ubico

El campo ni siquiera tiene puertas

(((mis ramas resplandecen)))

AVENIDA LOS URBANISTAS

Entre el campo y lo urbanizado hay una valla El treile ignora toda división Yo debo contentarme con mirar A través del alambre de púa La verdadera luz del trigo verde

El treile no comprende que la urbanización no es cosa suya En las últimas construcciones aún sin ocupar los cardos arremeten contra el orden Los muros rectilíneos las apiladas piedras no significan nada sólo sombra

J.A.O. Taller Sayenco.

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INOCENCIA PARA CRECER Contra la infelicidad... cultivar la inocencia. Como el pollito que rompe su cascarón con su única fuerza: la de la vida, que le hace caminar y buscar su alimento. Rompiendo cascarones de culpa, pecados y patologías, nos acercamos a la inocencia. Alimentándonos de honestidad y hermosura, comenzamos de nuevo, crecemos sobre nuestros pasos. Cada día, haciéndonos, inocentándonos. 28 de diciembre de 2006 Txaro Sierra

CALMANTE Y encendió la luz porque el día se había apagado, y encendió un sueño para apagar la noche. Febrero 1997 Txaro Sierra.

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Los que están lejos padecen nostalgia, Para los que están lejos ojalá fuera Temuco, Y aquí ojalá fueran tierras lejanas. Aquí se quedaron las araucarias, Se quedaron las palabras, Se quedaron las lluvias. Los que están lejos, aún estando lejos, Están donde nacieron. La distancia en los siglos, Entre los mares y las superficies, Poca es para los que viven remotamente. Allá habitan las cabezas, Las almas, los pies y los hijos Del sur pequeño y enredado. Los que están lejos carecen de agua, La sed donde crecieron. Para ellos, resistir, Allí está lo que aquí poco se conoce. Con pasos se puede contar la cercanía.

Consuelo Martínez Astorga.

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CANDIDATO

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La verdad de Lucía En los suburbios de Rancagua vivían los padres de Lucía, los cuales a corta edad la entregaron a una familia de condiciones más acomodadas, para que la criaran, porque ellos no tenían los recursos necesarios para darle una buena vida y educación. Ella ahora vive en la ciudad de Concepción con sus nuevos padres, Pedro e Isabel, aún sin saber su pasado. En una tarde muy soleada decide ir al parque con su supuesta hermana Ernestina, la cual siempre la rechazaba con insultos por ser la regalona de sus padres. Ese día Lucía nunca imaginó que su hermana Ernestina le iba a revelar una verdad que le cambiaría la vida. Ernestina sabiendo el secreto de su hermana decide contarle todo acerca de su verdadero origen para que esta se fuera de sus vidas. Lucía al escucharla sale corriendo, y al cruzar la calle, no se da cuenta que viene un auto, el cual la atropella. Lucía inconsciente llega al Hospital Regional de Concepción en donde fue atendida rápidamente por un atractivo joven médico, que al ver a Lucía se enamoró de ella. Al llegar los padres de Lucía, comprendieron lo que había ocurrido, dándole una explicación a ella. Lucía habla con su hermana y la perdona por decirle en forma cruel la verdad de su vida. Durante una semana estuvo internada en el hospital, atendida por su nuevo amigo, Héctor, el cual le llamaba mucho la atención. Al paso del tiempo Lucía se pone a pololear con el joven médico llevando una relación muy buena. Ernestina comprendió el cariño que le tienen sus padres debido a todo su sufrimiento. Lucía un día decide conocer a sus padres biológicos y darles las gracias por su nueva familia . Tras los años Lucía, ya felizmente casada con Héctor, mantiene siempre contacto con sus padres biológicos y adoptivos y a cada persona que le pregunta orgullosa y feliz les cuenta su historia. Autora: Karina Campos

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