Mis mejores sobras
Javier Aguirre Ortiz
Al final, dos o tres palabras secas, residuos del gran dĂa, heces de la gran mar.
sรณlo digo tu nombre y ya la luz deviene mรกs real prรกcticamente veo y entre los muros de la vida soy
Dame tu luz, oh, negritud.
Por mรกs que sean negros los paraguas, la sangre te lo dice: es primavera.
Permiso, pide el ciego a nadie.
Lejos, muy lejos, lejos, lejos, lejos, toda la noche es sombra, sombra, sombra.
SoltĂŠ la pluma como una condena.
Heidegger
Consentir el sinsentido.
Os pregunto, palabras, el silencio.
Sopla las brasas con tu boca roja.
A aĂąos-luz de distancia, tal vez tu luz ha muerto pero sigue brillando todavĂa.
Conmigo estรกs mientras estรกs
ausente
Soy libre como un pรกjaro en tu mano
Pensar en ti mueve las hojas, descongestiona el coraz贸n, pensar en ti despierta el mundo, da ramas nuevas al amor.
Causa cansancio el rĂo sin el puerto, el enterrado amor causa cansancio, y me cansa ser tierra y no ser huerto.
en el sendero de la luz te vi aparecer, desvanecerte; el corazón del árbol late fuerte, está lloviendo su mañana en mí
La poesĂa debe servir para nacer hoja nueva en otoĂąo astro raro en el mundo estrella que tocada con la mano ilumina la vida luz encendida en medio de la noche para escribir sus lĂneas que no acaban
CÁLIZ DE SILENCIO
límpiame de palabras la palabra que salga libre de tu boca oscura sola silencïosa palabra palabra no palabra misterio donde no digo nada tu nombre
Perd贸name por afirmar lo que est谩 siempre en el viento Perd贸name por no callar con la verdad del silencio
Soleá La solitude, Partagée, n’existe plus. La soledad, al compartirla, sola se va.
PAÍS
“Porque es nuestro el exilio, no el Reino”. José Ángel Valente
COLLAGE Zeren baskoak baitira animos eta gentil Orain hemen nago, eremu latz honetan Hareaz eginak desparadisuaren zutabeak Oi lur, oi lur, oi ene lur neria!
Puesto que son los vascos gentiles y animosos Ahora estoy aquí, en el páramo estéril Hechas de arena las columnas del desparaíso ¡Ay, tierra, ay, tierra, ay, mi tierra mía!
AGIAN Agian, hemen gaude. Gertutik ikusita, ez dirudi gure ingurumenaren parte garenik. Agian, gogoa da dugun gauza bakarra.
ACASO En verdad, aquĂ estamos. Mirado desde cerca, no parece Que seamos parte del entorno. Acaso, es el deseo ya Lo Ăşnico que tenemos.
EXILIO Como mi tierra denso fui, violento como la mordedura de lo umbrío, y húmeda y viva como el llanto mío es mi hierba lejana, aquel tormento. Dolorido emigré, y hasta el momento más vivo en el exilio, ocre de frío. Soy exilio, monótono y baldío, sueño con empaparme en lluvia y viento. Tuve en mis ojos disparada guerra de balazos hundiéndose en mi tierra: involuntario girasol herido por munición que atravesaba el centro, bruñido afán de puntas hacia dentro, fui eterno, y ahora soy lo que no he sido.
TINY LEAF Nothing has seen you since the light has gone, dance in the forest till the autumn leaves, changing the seasons in your foolish heart, watching the growing, tiny growing leaves.
HOJITA La luz se fue, ya nada te está viendo, Danza en el bosque hasta que huya el otoño, Cambien las estaciones en tu corazón loco, Viendo la leves, tiernas, breves hojas.
CHILE Qui én com pren dea est ep ue bl oa rri nc on ado ent rel a in q ueb rant abl eco rdill era ye linq uietanteoc éanopací fico
REVERDECER
Estabas esperando, tierra mía, la lluvia que te reverdeciera. Fuiste amarilleándote, secándote, hasta no entender nada y enterrarte en ti misma. Hoy llueve y llueve y llueve, y hoy verdean las yerbas que un aliento de viento suave mueve. ¡Y hoy quiero, tierra mía, reverdecer contigo, y como tú asomarme por fuera de mí mismo!
ESTACIÓN me dijeron ¡ubíquese! yo soy muy obediente giré miré los montes siempreverdes al final de la calle borré el rumor del tráfago adiviné la luna y los planetas y me dije aquí estoy este es el centro aquí escucho la lengua de la tierra aquí me ubico (((mis ramas resplandecen)))
DESTINO SALUTARIO
en el largo silencio de este tren que en el día comienza las atentas llanuras de Francia la verdad relevante que ilumina mi vida como un árbol como un aliento soleado que calienta la esperanza recóndita o la olvida para empezar de nuevo llegan a mí palabras destronadas revueltas encontradas al borde de los labios como un día de lluvia como si de lo último encontrado resurgiera de pronto la semilla como si el sol del que nada supiera requiriera comenzar otro verso por los raíles que me llevan imposiblemente a lo imprevisible un corazón de tierra en una mano palpitante de luz
CANTAR
Si aún me dejas que siga cantando es que quieres que siga viviendo cantaré mientras viva tu vida por mi sangre cantando y batiendo si no niegas mis versos entonces es que puedo seguir escribiéndote es que puedo entregarte mi sangre es que puedo sentir tu silencio si no niegas mis versos entonces es que bebes la sangre que soy
PAÍS "No, no, país, paííís!!!" Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain.
Un país en el que la vida deje de ser indiferente país en el que pasa el tiempo donde envejeces y envejezco un país en el que los días de luz cambiante y vario cielo van despertando flores nuevas al borde de la carretera país que apenas percibimos que no sabemos que intuimos país en el que ya vivimos.
SONROJO Mi corazón no tiene desperdicio: unas veces se afana, otras se enoja; busca el hálito azul de cada hoja, busca en cada palabra un precipicio; mi corazón busca el menor indicio para recuperar su sangre roja, por que cada palabra que le escoja le lleve hacia la luz de un nuevo inicio; mi corazón está fuera de quicio, son un árbol de sangre mis pulmones, otro país su despertar aloja; mi corazón, la sombra que acaricio, tiene múltiples ramificaciones, sólo con otra sangre se sonroja.
TREILE No me engañas, jardín: Soy de esta tierra.
EUCALIPTUS Para que vivas tú muere la tierra.
El campo ni siquiera tiene puertas Entre el campo y lo urbanizado hay una cerca el treile ignora toda división yo debo contentarme con mirar a través del alambre de púa la verdadera luz del trigo verde
TELÚRICO (Temuco, 1920). Lucila Godoy Alcayaga, directora del liceo que se llamará en su honor Gabriela Mistral, iza su mirada severa para ver entrar en su despacho a un adolescente delgado como un suspiro que escribe poemas. Tímidamente, el cabro –tiene apenas dieciséis años- deposita una cuartilla autografiada sobre el escritorio de la admirada maestra. De pronto, la mesa se sacude, oscila, traquetea como un tren tronante. Ambos se afirman en ella, con los ojos muy abiertos, hasta que cede el temblor. Lucila mira el texto: “Esto que escribes tiene mucha fuerza, Neftalí”.
EXTREMOS Sentada en un banco de la plaza de armas de Temuco Bárbara Paz leía ensimismada. Cuanto más avanzaba en la narración más se desligaba de su entorno. Giraba el mundo, el tráfico, paseantes y sombras, y ella permanecía inmóvil, inmersa en su aventura. De pronto, todo estaba detenido. Y en el silencio blanco, dos esculturas se desperezaron. El guerrero mapuche y el invasor extremeño se le acercaron y, dejando a un lado lanza y cruz, se sentaron flanqueándola, fijando sus ojos atónitos en las páginas del libro. Bárbara les sonrió y siguió leyendo la Araucana.
LA LLUVIA DE TEMUCO Y DE BILBAO Nuestras ciudades vienen con nosotros. Blas de Otero, acaso el mejor poeta de Bilbao, la veía en las aguas del Volga y en el mar de China, a donde fue a orientarse. Jorge Teillier se dio cuenta en Madrid de que “hay que viajar para no viajar”. Uno no puede evitar ver su territorio allá donde va, como tampoco puede desprenderse de sus ojos, que ven con la memoria. Y es por eso que encuentra parecidos, o tal vez sería mejor decir apariciones; sí: su ciudad se le aparece en la otra ciudad, como cuando cree cruzarse a su amor por la calle, y por un momento el engaño le enciende, hasta que descubre que la semejanza era sólo un espejismo. Pero si algo desde que el tiempo es tiempo –es decir, desde que está habitado– ha desencadenado la memoria del poeta, eso es la lluvia. La lluvia borra los límites, difumina los contornos, dibuja y desdibuja con su spray. Y así, cuando llueve, no llueve ahora, llueve siempre; no llueve aquí, llueve lejos. La lluvia tiende un hilo transparente entre territorios que se recuerdan. En Bilbao, como en Temuco, llueve, llueve, llueve. Y si para Neruda la lluvia es el personaje más importante de su infancia, Blas de Otero ve cómo “llueve en cursiva” y, sobre todo, “llueve de memoria”. La llovizna diluye los lindes e iguala las ciudades, como dos gotas de lluvia. En el centro de Bilbao hay una araucaria con un busto de Alonso de Ercilla, poeta de ascendencia vasca, bajo el cual se lee: “Euskaldunok Txileri – Los vascos a Chile”. Llueve tiempo sobre el poeta, en el centro de Bilbao, en el corazón de la Araucanía. Un Ercilla admirado de gotas paralelas. “No las damas, amor, no gentilezas de caballeros canto enamorados”, verbo aguerrido en medio de la lluvia, del barro –“barrizales del alma niña, y tierna, y destrozada”–. Vivifica la lluvia el alma de la tierra y respira y canta el mapuzugun y el corazón antiguo del euskera. Los árboles de Temuco y Bilbao, las profundas raíces bien fincadas, respirando los cerros al final de la calle y abriendo los ojos de las hojas, aún hablan la lengua de la tierra. Sigue lloviendo y Ercilla tiene los ojos abiertos, en los que brillan oscuras lágrimas. El futuro, el pasado, Temuco y Bilbao se confunden en la lluvia, el corazón es una casa de cuatro piezas, del corazón de Ercilla mana sangre verde.
VOLVER
I Porque si viene el viento, ya la lluvia Volverá hasta su ser. La oliva clara, Desnuda, verde sueño, de nube en abertura, Flotará en una mano blanca toda, Y en su pureza clara será el viento Quien la quiera madura, al árbol vivo, Ya en el aire cayendo, ya mentida, Ya en la boca que sabe lo que dice. Y en la lengua del aire, será sueño Todo lo que no fue, por dentro amó Y en una aurora tierna supo el río.
II Ya el calor de la lluvia apareció Como de otro momento. Ya la siega Sonaba a otra extensión, otro molino. Ya la veleta quieta amaba el viento, Lo soñaba en su dentro, lo sonaba, Recuperando el aire del verano Por la respiración, gallo de yerro. Y el río era una lucha de contrarios A ras de su interior, a ras de tiempo.
III Puso una viva herida en su memoria Como si fuera ayer el que llegaba: Dejó de abrir el aire y quiso el mar. Desde una estación falsa pensaba en los horarios Y esperaba la hora de volver. Quisiera aparecer en otro tiempo, Pasar las estaciones, abrir todo Lo que esperaba abrirse, ser abierto. Pensó la lluvia en otra boca clara Y esperó a que llegara esperanzado De esperanza sentada. Quiso el viento. No vio que el mar por dentro le llamaba.
IV Piensa y sabe que escribirás el viento Cuando vuele tu pluma. Será pronto Si el aire, si el amor la sombra parte, Salta los goznes de la dura puerta Oscura. Piensa y sabe que el aire está contigo, Que, aunque lejano el mundo, está la vida Pacientemente alimentando lluvias, Siendo aliento del fruto que madura: Porque en tu habitación un árbol crece, Míralo con sus ramas, su fuerza convencida, Sus frutos que –lo sabes- te sonríen: Piensa y sabe que vivirás la lluvia Cuando la confianza abra tu puerta.
CIEGO "por qué te olvidas, y por qué te alejas del instante que hiere con su lanza.” José Hierro. Por qué vuelves la espalda a la alegría. Por qué cierras los ojos al instante. Por qué ciego, sin vida, siempre errante vas por la noche cuando ya es el día. Lucha de luz es lo que te decía y es lo que tú cantabas, anhelante, cuando aún caminabas adelante, y una sombra pequeña te seguía. Por qué te empeñas en cerrar la vida. Por qué dejar que la costumbre pueda contigo y con tu sangre ahora dormida. Por qué te pierdes, ruedas con la rueda sin ver y sin salir por la salida que por tus ojos por amor te queda...
CÚPULA DE LOYOLA Cúpula de Loyola, que mi alma aprietas, como tú tiene grietas ya mi alma sola. Yo siento aquí apretadas Mis oquedades, Las ventanas cerradas No ven verdades. Arriba está alto el cielo, La libertad, Mas tiene miedo al vuelo La oscuridad. Ay, que no sé si quiero Tu techo oscuro O si en verdad prefiero Mi cielo puro. Que es mía, y que no es mía Tu piedra ciega, Que es mía, y que no es mía, La luz que llega. ¡Cúpula de Loyola, que mi alma aprietas, como tú tiene grietas ya mi alma sola!
LOYOLA Mi alma se humedece de Dios, como esta tierra de Loyola, alma verde con coraz贸n de piedra. Todo el valle est谩 vivo, Dios en la cruz del alto, Dios lloviendo en los pinos, Dios lloviendo en los campos. Dios lloviendo en mi alma, Pero en el mismo centro, Las ventanas cerradas, Resiste erguido el miedo.
VITA NUOVA Quiero nacer hacia la vida nueva, al coraz贸n que se abre a la ventura, quiero ser en virtud de tu figura, quiero quemarme entero mientras nieva; ver tu mirar donde mi voz se abreva, tu llama amar donde el no ser se cura tu tierra arar, porque es la derechura, la v铆a que al amor del cielo lleva. Quiero comer tu coraz贸n ardiendo, caminar en la lluvia deseada, no quiero dejar nada que no entregue para que no nos vaya as铆 perdiendo: la viva luz comparta la mirada, que no quede una sombra que nos niegue.
SĂĄlvame de la sombra abrasadora, dĂŠjame ver el sol de la palabra con que mi corazĂłn sus puertas abra, y acuda el mundo al alba destructora de la estrellada noche. Oh, redentora luz que las falsedades descalabra, y como arado que la tierra labra mueve mi muerte en que mi vida mora. Desconocida luz, deshabitada luz, dame voz para vivir tu vida, alma para encontrarte a la salida, valor para beberte en la mirada. No vaya a ser la sombra prisionera protagonista de la primavera.
MITOS
Como Ulises llorando a la orilla del mar, así estoy yo, y así se me nubla el aliento. Qué mirar sino el mar? Pero Calipso me promete la vida eterna, el vuelo por dentro de una cueva al infinito. Sé que habrá de llegar un mensajero de los dioses, así lo dice el alma. Y volveré ya al mar que aquí alimento.
DESTINO DE ENEAS Todo a cuanto me acerco se esfuma como nube, Todo, aunque pareciera tener cuerpo, Se pierde entre las sombras de la noche Donde todo es igual, sordo y difuso. A punto está una rosa de serme material Cuando desaparece, sin dejarme más señas Que mis manos vacías. ¿Qué infierno es éste, en donde no te toco, donde perdiste toda realidad? Las plantas, y las fuentes, y los pájaros, ¿dónde fueron, dónde quedó su tiempo? La queja es el refugio último que me queda, sin mi voz pronunciada, perdida ya la vida. Tal vez al alba, aún...
BUEN TIEMPO Quién puede tener prisa para llegar al sol. Ícaro me mostró cuánto pesa un naufragio, un hundimiento, un negror de amor quemado. Para llegar al sol quién puede tener prisa. Vamos andando. hace buen tiempo.
Hoy
hace
Hoy
sol.