Año III Número 33 Marzo de 2015
Editorial
Dios te Salve María! Queridos hermanos:
E
stamos en plenos tiempos cuaresmales, con esa connotación de sobriedad y fuerza en la fe que se necesitan en estas fechas de especial cuidado litúrgico y religioso. Les exhorto humildemente a que tomen con seriedad la cuaresma, y realicen las prácticas recomendadas por la iglesia con fe, obediencia y sencillez. El ayuno aplica regularmente hasta la 1 de la tarde; mientras se ayuna, se recomienda tomar líquidos pues nuestra tierra calurosa lo exige. El ayuno no es obligatorio a los menores de 7 años ni a los mayores de 65. Si las actividades que realizas DIRECTORIO
Corazón de Madre
son muy fuerte, y tu trabajo también, la fruta, café con leche, leche y algunas galletas simples, son recomendadas con el objetivo de no poner en riesgo la integridad física de quien debe realizar altas jornadas laborales con fuertes exigencias para el cuerpo. Estas y más recomendaciones encontrarás a lo largo de este número, que espero puedas ayudarnos que lleguen a otras manos.
Pbro. Marcelino León T rejo Director General
Marcelino León Trejo Director General
José Juan Paz Herrera Coordinador Editorial
Jaime Alberto Osorio Villafuerte Diseño Editorial
La Voz del Magisterio Encíclica Lumen
Fidei
continuación...
37.- Quien se ha abierto al amor de Dios, ha escuchado su voz y ha recibido su luz, no puede retener este don para sí. La fe, puesto que es escucha y visión, se transmite también como palabra y luz. El apóstol Pablo, hablando a los Corintios, usa precisamente estas dos
imágenes. Por una parte dice: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos”(2 Co 4,13). La palabra recibida se convierte en respuesta, confesión y, de este modo, resuena para los otros, invitándolos a creer). La luz de Cristo brilla como en un espejo en el rostro de los cristianos, y así se difunde y llega hasta nosotros, de modo que también nosotros podamos participar en esta visión y reflejar a otros su luz, igual que en la liturgia pascual la luz del cirio enciende otras muchas velas. La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de persona a persona,
como una llama enciende otra llama. Los cristianos, en su pobreza, plantan una semilla tan fecunda, que se convierte en un gran árbol que es capaz de llenar el mundo de frutos. 38.- La transmisión de la fe, que brilla para todos los hombres en todo lugar, pasa también por las coordenadas temporales, de generación en generación. Puesto que la fe nace de un encuentro que se produce en la historia e ilumina el camino a lo largo del tiempo, tiene necesidad de transmitirse a través de los siglos. Y mediante una cadena ininterrumpida de testimonios llega a nosotros el rostro de Jesús. ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo podemos estar seguros de llegar al “verdadero Jesús” a través de los siglos? Si el hombre fuese un individuo aislado, si partiésemos solamente del “yo” individual, que busca
en sí mismo la seguridad del conocimiento, esta certeza sería imposible. No puedo ver por mí mismo lo que ha sucedido en una época tan distante de la mía. Pero ésta no es la única manera que tiene el hombre de conocer. La persona vive siempre en relación. Proviene de otros, pertenece a otros, su vida se ensancha en el encuentro con otros. Incluso el conocimiento de sí, la misma autoconciencia, es relacional y está vinculada a otros que nos han precedido: en primer lugar nuestros padres, que nos han dado la vida y el nombre. El lenguaje mismo, las palabras con que interpretamos nuestra vida y nuestra realidad, nos llega a través de otros, guardado en la memoria viva de otros. El conocimiento de uno mismo sólo es posible cuando participamos en una memoria más grande. Lo mismo sucede con la fe, que lleva a su
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plenitud el modo humano de comprender. El pasado de la fe, aquel acto de amor de Jesús, que ha hecho germinar en el mundo una vida nueva, nos llega en la memoria de otros, de testigos, conservado vivo en aquel sujeto único de memoria que es la Iglesia. La Iglesia es una Madre que nos enseña a hablar el lenguaje de la fe. San Juan, en su Evangelio, ha insistido en este aspecto, uniendo fe y memoria, y asociando ambas a la acción del Espíritu Santo que, como dice Jesús, “os irá recordando todo” (Jn 14,26). El Amor, que es el Espíritu y que mora en la Iglesia, mantiene unidos entre sí todos los tiempos y nos hace contemporáneos de Jesús, convirtiéndose en el guía de nuestro camino de fe. 39.- Es imposible creer cada uno por su cuenta. La fe no es únicamente una opción individual que se hace en la MATERIAL ELÉCTRICO
FERRETERÍA
intimidad del creyente, no es una relación exclusiva entre el “yo” del fiel y el “ Tú” divino, entre un sujeto autónomo y Dios. Por su misma naturaleza, se abre al “nosotros”, se da siempre dentro de la comunión de la Iglesia. Nos lo recuerda la forma dialogada del Credo, usada en la liturgia bautismal. El creer se expresa como respuesta a una invitación, a una palabra que ha de ser escuchada y que no procede de mí, y por eso forma parte de un diálogo; no puede ser una mera confesión que nace del individuo. Es posible responder en primera persona, “creo”, sólo porque se forma parte de una gran comunión, porque también se dice “creemos”. Esta apertura al “nosotros” eclesial refleja la apertura propia del amor de Dios, que no es sólo relación entre el Padre y el Hijo, entre el “yo” y el “tú”, sino que en el Espíritu, es también un EQUIPOS DE SEGURIDAD INDUSTRIAL
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“nosotros”, una comunión de personas. Por eso, quien cree nunca está solo, porque la fe tiende a difundirse, a compartir su alegría con otros. Quien recibe la fe descubre que las dimensiones de su “yo” se ensanchan, y entabla nuevas relaciones que enriquecen la vida. Tertuliano lo ha expresado incisivamente, diciendo que el catecúmeno, “tras el nacimiento nuevo por el bautismo”, es recibido en la casa de la Madre para alzar las manos y rezar, junto a los hermanos, el Padrenuestro, como signo de su pertenencia a una nueva familia. Los sacramentos y la transmisión de la fe 40.- La Iglesia, como toda familia, transmite a sus hijos el contenido de su memoria. ¿Cómo hacerlo de manera que nada se pierda y, más bien, todo se profundice cada vez más en
el patrimonio de la fe? Mediante la tradición apostólica, conservada en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo, tenemos un contacto vivo con la memoria fundante. Como afirma el Concilio ecuménico Vaticano II, “lo que los Apóstoles transmitieron comprende todo lo necesario para una vida santa y para una fe creciente del Pueblo de Dios; así la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree”. En efecto, la fe necesita un ámbito en el que se pueda testimoniar y comunicar, un ámbito adecuado y proporcionado a lo que se comunica. Para transmitir
un contenido meramente doctrinal, una idea, quizás sería suficiente un libro, o la reproducción de un mensaje oral. Pero lo que se comunica en la Iglesia, lo que se transmite en su Tradición viva, es la luz nueva que nace del encuentro con el Dios vivo, una luz que toca la persona en su centro, en el corazón, implicando su mente, su voluntad y su afectividad, abriéndola a relaciones vivas en la comunión con Dios y con los otros. Para transmitir esta riqueza hay un medio particular, que pone en juego a toda la persona, cuerpo, espíritu, interioridad y relaciones. Este medio son los sacramentos, celebrados en la liturgia de la Iglesia. En ellos se comunica una memoria encarnada, ligada a los tiempos y lugares de la vida, asociada a todos los sentidos; implican a la persona, como miembro de un sujeto vivo, de un tejido de
relaciones comunitarias. Por eso, si bien, por una parte, los sacramentos son sacramentos de la fe, también se debe decir que la fe tiene una estructura sacramental. El despertar de la fe pasa por el despertar de un nuevo sentido sacramental de la vida del hombre y de la existencia cristiana, en el que lo visible y material está abierto al misterio de lo eterno. 41.- La transmisión de la fe se realiza en primer lugar mediante el bautismo. Pudiera parecer que el bautismo es sólo un modo de simbolizar la confesión de fe, un acto pedagógico para quien tiene necesidad de imágenes y gestos, pero del que, en último término, se podría prescindir. Unas palabras de san Pablo, a propósito del bautismo, nos recuerdan que no es así. Dice él que ”por el bautismo fuimos sepultados en él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo
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resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva” (Rm 6,4). Mediante el bautismo nos convertimos en criaturas nuevas y en hijos adoptivos de Dios. El Apóstol afirma después que el cristiano ha sido entregado a un “modelo de doctrina” (typos didachés), al que obedece de corazón (cf. Rm 6,17). En el bautismo el hombre recibe también una doctrina que profesar y una forma concreta
de vivir, que implica a toda la persona y la pone en el camino del bien. Es transferido a un ámbito nuevo, colocado en un nuevo ambiente, con una forma nueva de actuar en común, en la Iglesia. El bautismo nos recuerda así que la fe no es obra de un individuo aislado, no es un acto que el hombre pueda realizar contando sólo con sus fuerzas, sino que tiene que ser recibida, entrando en la comunión eclesial que transmite el don de Dios: nadie se bautiza a sí mismo, igual que nadie nace por su cuenta. Hemos sido bautizados. Continuará...
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La Voz del Buen Pastor Mensaje de Nuestro Señor Obispo Don Gerardo de Jesús Rojas López
¿Cómo interpretar la Sagrada Escritura?
H
ay maneras diversas para interpretar la Sagrada Escritura; unas llevan a la fe, otras a la duda, otras a la Herejía. Algo importante que nos va a ayudar para el buen estudio de la Biblia es tener en cuenta lo siguiente: “El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y ponte junto a ese carro. Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le preguntó: ¿Entiendes lo que vas leyendo? Él respondió: ¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía? Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él” (Hech 8,29-31). “Pero, ante todo, tened
presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres, movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios” (2 Pe 1,20-21). Como acabamos de ver los pasajes bíblicos citados arriba, muestran que un primer paso que debemos tener en cuenta para una buena interpretación de la Biblia es que la recta interpretación de los pasajes de la Biblia pertenece a la autoridad de la Iglesia, que es la que ha recibido de Cristo la
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misión de enseñar, “Jesús se acercó a ellos y les habló así: ‘Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado’” (Mt 28,18-20). Cuando Jesús envió a los Apóstoles, no les ordenó que escribieran su mensaje, sino que lo anunciaran. Además lo
que se escribió no fue todo lo que realizó Jesús (Jn 21,25). Por lo tanto, el mensaje transmitido de generación en generación en la Iglesia, es más amplio de lo que se escribió. Este mensaje escuchado por sus Apóstoles de boca de Jesús, vivido, elaborado y transmitido por los Apóstoles se llama TRADICIÓN. Felipe, perteneciente a la única Iglesia fundada por Jesucristo, fue inspirado por el Espíritu Santo para ayudar
al “etíope” a comprender la Escritura. Lo mismo que ahora hacen con nosotros el Magisterio de la Iglesia, o sea, lo que enseña el Papa y los Obispos unidos a él, a los cuales se les confió este encargo por el mismo Dios ( Mt 28,18-20). Los individuos particulares pueden equivocarse al interpretar algunos pasajes, pues contienen muchas enseñanzas teológicas por ejemplo: la multiplicación de los panes representa la Eucaristía; las bodas de Caná representan la intercesión de María, etc. El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida, ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. La Biblia se expresa en un estilo sencillo y figurativo adaptado a la mentalidad de
aquel tiempo. Hay que tener en cuenta que la Biblia lo que pretende es transmitir una enseñanza. Su misión no es enseñar ciencia ni historia, por lo cual nosotros no debemos buscar en ella, solución científica a los problemas que plantea la ciencia moderna. Para comprender exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay que tener en cuenta los modos de pensar, de expresarse, de narrar que se usaban en los tiempos del escritor. El modo de hablar se acomoda al modo de pensar y de expresarse del pueblo al que se dirigía, por eso se utiliza un modo de hablar sencillo y popular. Cada lengua tiene su modo de hablar. Un español dice: “me duele la cabeza” y un francés: “tiene mal en la cabeza”, que un mexicano entendería por: “se ha vuelto loco”.
Por eso, el orden que sigue en sus primeros capítulos no es precisamente el cronológico, sino un determinado orden lógico. Se habla de una manera popular, según las apariencias, no según los principios científicos, por eso se dice que el murciélago es un ave (Lv.11,19) y en realidad es un mamífero, y que el Sol da vueltas alrededor de la tierra, pues Josué mando detenerse al Sol (Josué 10,13). La Biblia dice, como en estos dos casos anteriores, lo que se tenía por verdadero en la época en la que se hicieron, y en el sitio en que se escribieron esos libros. Según una tradición antigua, se pueden distinguir dos sentidos en la Sagrada Escritura, el sentido Literal y el sentido Espiritual. El sentido Literal, es el sentido significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis (o interpretación) que sigue las reglas de la justa interpretación. (cf.C.I.C.116) El sentido Espiritual de la Escritura se da gracias a la unidad del designio de Dios, no solamente en el
texto de la Escritura, sino también en las realidades y los acontecimientos de que habla. Pueden ser signos:
El sentido alegórico
Podemos admitir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo y por ello del Bautismo. (1 Co 10,2).
El sentido moral
Los acontecimientos narrados en la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos “para nuestra instrucción” (1Co 10,11).
El sentido analógico
Podemos ver realidades y acontecimientos en su significación eterna, que nos conducen hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la tierra es signo de la Jerusalén celestial, (Apo 21,1-22), (C.I.C.117). La fe verdadera entiende la vida como la Biblia la propone y le permite al hombre descubrir su verdadera identidad.
La Virgen del Mes
Nuestra Señora de Las Virtudes (8 de Marzo) Lisboa, Portugal
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a iglesia del monasterio de Nuestra Señora de las Virtudes -Nossa Senhora de Virtudes en portugués- es ahora nada más que una ruina situado al norte de Lisboa, Portugal. Ahora está protegido por su importancia histórica, y por ninguna otra razón. Las 10 principales virtudes por las que ella es conocida: Pureza, Prudencia. Humildad, Fe, Piedad, Obediencia, Pobreza, Paciencia, Caridad y Compasión. Según la tradición, el origen de la Iglesia de
Capilla de Nuestra Señora de las Virtudes
Nuestra Señora de las Virtudes se relaciona con la aparición de la Virgen a un cuidador de vacas de vuelta a principios del siglo XV. La aparición dio lugar a una peregrinación al sitio, así como la posterior construcción de una capilla primitiva, probablemente de madera y otros materiales perecederos. Poco tiempo después, debido a la creciente importancia del sitio y la devoción de los fieles que veía pasando alrededor de él, el rey Duarte ordenó que un monasterio franciscano construido que se adjunta a la capilla. A continuación de la construcción del monasterio, un hospital también fue construido pronto, y, posteriormente, hoteles y otros negocios que apoyan la próspera comunidad que creció alrededor de la capilla. Las peregrinaciones a la ermita se generalizaron en todo el resto del siglo XV. Fuente: gloria.tv
Sembrando Valores
MBE y LCB. José Juan Paz Herrera
La Decencia
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a decencia es el valor humano que mejor refleja la dignidad humana. Abarca los cinco sentidos: Vista, oído, gusto, olfato y tacto, e incluye la imaginación y el propio cuerpo, pues trata de evitar exponerlo a la morbosidad y al uso indebido, de la sexualidad humana y todo lo que de ella se deriva. También se relaciona con el aseo, la compostura, el adorno de las personas, el recato, la honestidad, la modestia y la dignidad en los actos y en las palabras. Para vivir el valor de la decencia se necesita una gran educación, buena calidad humana y mucho respeto por uno mismo y por los demás.
Viene de la palabra latina decentia, es el recato, la compostura y la honestidad de cada persona. El concepto permite hacer referencia a la dignidad en los actos y en las palabras. Es un valor que nos recuerda y hace conscientes de vivir y comportarnos dignamente en todo lugar, es decir, no perder la perspectiva de nuestra propia dignidad humana, y eso significa que debemos cuidar nuestros actos (que sean justos y honrados), la imagen (presentación física), la imaginación, el vocabulario y los sentidos; todo de acuerdo al lugar, al estado o cualidades de la persona. No basta ser decente, es
cosas. Decente es el hombre o la mujer, que trata a los demás con
necesario actuar con decencia, aunque eso suponga un motivo de burla de la sociedad. La decencia no es un valor humano para tímidos y cobardes, que se dejan llevar por lo que la comodidad y el placer dictan, es un valor que templa el carácter, lo fortifica y ennoblece. Una persona decente es aquella que siempre mide sus palabras y actúa como norma, con gentileza y tacto con sus semejantes. El hecho de ser decente, vivir con decencia, actuar decentemente y tener actitudes decentes, lleva a respetarnos a nosotros mismos, a nuestro cuerpo y a nuestras
dignidad y respeto y exige, que le traten de igual manera. Sin decencia no se puede tener buenas relaciones con otras personas, principalmente las del sexo opuesto. En la actualidad, la posmodernidad sustenta un modelo basado en el predominio de lo estético frente a lo ético, y como consecuencia en determinadas empresas el poseer un buen físico y poca calidad moral son los requisitos para obtener un empleo, debido a ello, muchas son las mujeres que pierden “estupendas” oportunidades de trabajo, por
vivir la decencia, por no permitir que se abuse de su condición. ¿Políticas empresariales? Seguramente, toda empresa posee cierta política con respecto al perfil de trabajador que desea, y este patrón se traslada hacia el departamento de recursos humanos. Por el contrario, al vivir este valor se garantiza la unión y estabilidad familiar, los jóvenes descubren que la verdadera realización personal no se alcanza con la satisfacción de los placeres, sino a través del desarrollo profesional, el trabajo y la formación intelectual; y socialmente las personas no tendrían que preocuparse de la
calidad moral de los ambientes que le rodean. La persona que se preocupa por vivir el valor de la decencia en los detalles más mínimos, paralelamente despierta confianza en los demás por la integridad de su conducta; sus relaciones son estables porque se basan en el respeto y el interés auténtico que tiene por colaborar con los demás. Tal vez por eso la decencia es motivo de burla, porque no es un valor para tímidos y cobardes que se dejan llevar por lo que la comodidad y el placer dictan, es un valor que templa el carácter, lo fortifica y ennoblece.
Conoce tu Fe
L
a abstinencia (en hebreo anneh, hissamor; en latín abstinentia, a la persona, “abstemius”, del prefijo ab “lejos de” y “temum”, vino) es una renuncia voluntaria de complacer un deseo o un apetito de ciertas actividades corporales que se experimentan como placenteras. Para los cristianos abstinencia es la virtud que consiste en privarse total o parcialmente de satisfacer los apetitos. Abstención de alimentos La privación de determinados alimentos o bebidas, en cumplimiento de precepto religioso o de voto especial. Se puede aplicar a cualquier tipo de abstención. Para los católicos la abstinencia comúnmente se refiere a no comer
La Abstinencia carnes en ciertos días. Por siglos, la Iglesia ha mantenido la obligación de abstinencia de carne todos los viernes (día penitencial por ser día de la Pasión del Señor). La obligación no se ha quitado como muchos creen. El derecho canónico mantiene en vigor esa antigua costumbre, aunque en España, por una especial Bula, se puede sustituir por un acto de piedad. He aquí los cánones del actual derecho canónico promulgado en 1983: Capítulo II. De los días de penitencia. 1249. Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a
hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, a tenor de los cánones que siguen. 1250. En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma. 1251. Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. 1252. La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Cuiden sin embargo los pastores de almas
y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia. 1253. La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad. Quiénes están excluidos del ayuno y la abstinencia Además de los que están excluidos por su edad, también se incluyen a los que tienen problemas mentales, los enfermos, quienes se encuentran en estado de debilidad, mujeres embarazadas o en la etapa de lactancia de acuerdo a la alimentación que necesitan para alimentar a sus hijos; obreros de acuerdo a su exigencia física; invitados a comer que no pueden excusarse sin ofender gravemente o sin causar enemistad, u otras
situaciones morales o físicas que imposibiliten mantener el ayuno. Dispensa y conmutación El canon 1254 establece unas facultades de dispensa amplias. Por lo tanto, pueden dispensar tanto el Obispo diocesano para sus súbditos como también el párroco. En este caso, sin embargo, se debe matizar que sólo puede dispensar en casos particulares: no puede, por lo tanto, conceder una dispensa general. También puede dispensar el Superior de un instituto religioso o de una sociedad de vida apostólica clerical de derecho pontificio para las personas indicadas en el canon. En todos los casos, se debe tener en cuenta el canon 90: Debe haber justa causa para conceder la dispensa. Conviene indicar que las obligaciones son jurídicas. Los fieles están obligados, desde el momento en que queda recogida en el Código de derecho canónico, por la fuerza de la norma. Vale por lo tanto esta consideración para hacer ver que, si bien
muchas veces el cumplimiento de la norma no supone sacrificio y penitencia, no por ello los fieles pueden ingerir estos alimentos. El fiel al que no le cueste sacrificio abstenerse de carne, ha de abstenerse de todas manera, y entonces el valor de su acción será la de la obediencia a la norma de la Iglesia. No supondrá sacrificio, quizás, la abstinencia de carne o el ayuno, pero tendrá el mérito y el valor ejemplar de la obediencia a la ley y a la Iglesia. Como ya se dijo, la Iglesia tiene establecidos tiempos de penitencia que incluyen el ayuno y la abstinencia. Pero se debe tener en cuenta que los fieles están obligados cada uno “a su modo”: las prácticas que se establecen no dispensan de la obligación de hacer penitencia, la cual es personal, y no se debería limitar a las pocas prácticas comunes a todos los católicos. Aparte de todos estos requisitos mínimos penitenciales, los católicos son llamados a imponerse algunas penitencias personales a sí mismos en ciertas
oportunidades. Pueden perfectamente estar basadas en la abstinencia y el ayuno. Una persona puede aumentar, por ejemplo, el número de días de abstinencia. Algunas personas dejan completamente de comer carne por motivos religiosos (al contrario de aquellos que lo hacen por razones de salud u otras). Algunas órdenes religiosas nunca comen carne. De la misma manera, es posible hacer más ayuno de lo requerido. La Iglesia primitiva practicaba el ayuno los miércoles y sábados. Este ayuno podía ser igual a la ley de la Iglesia (una comida principal más dos pequeñas) o aún más estricto, como sólo pan y agua. Este ayuno libremente escogido puede consistir en abstenerse de algo que a uno le gusta –dulces, refrescos, cigarrillos, ese cocktail antes de la cena, etc. Esto queda
a elección de cada individuo, siempre, en lo posible, aconsejados por un Director Espiritual. Abstención de relaciones sexuales La moral cristiana exige la abstención de relaciones sexuales fuera del matrimonio. Testimonios Los programas de abstinencia sexual son un éxito en Cleveland, Ohio. 15 de Septiembre de 2005.Un estudio publicado por el American Journal of Health Behaviour mostró que los programas de “abstinencia hasta el matrimonio” han dado resultado y son un éxito entre los estudiantes de secundaria de Cleveland. Según el sitio de internet LifeSiteNews. com, el estudio se realizó entrevistando a más de dos mil
estudiantes de secundaria, participantes del programa llamado “For Keeps”, dirigido por Operation Keepsake in Mayfield, Ohio. El programa consiste en cinco sesiones de 40 minutos, en las que se enfatiza la abstinencia sexual hasta el matrimonio. También se presenta la virginidad como un don que debe ser compartido en el matrimonio, así como los peligros del embarazo adolescente y las enfermedades de transmisión sexual, incluyendo al SIDA. La directora del estudio, Elaine Borawski, indicó al diario local Plains Dealer que los resultados son sorprendentes. La investigadora de la Case Western Reserve University opina que el programa realizado con fondos del gobierno federal, ha influido positivamente en la vida sexual de los adolescentes. “Todos decían que los muchachos que ya habían tenido relaciones sexuales no iban a encontrar relevante el programa. Parece que ha tenido más éxito del que pensábamos”.
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