“AÑO DE LA MISERICORDIA”
Vía Crucis
“¡Caminando juntos, Mostramos la Misericordia de Dios!”
Pbro. Jaime Quispe Palomino
Forma de almendra Figura importante en la iconografía antigua que evoca la presencia de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo.
Los colores Rojo: representa la sangre y la vida. Blanco: representa la luz de Cristo. Dorado: Representa la divinización de Adán y de los hombres por medio de Cristo.
El lema El lema del Año Jubilar es tomado del Evangelio según San Lucas: Sean misericordiosos como el Padre
La mirada Jesús y el hombre Adán comparten un ojo: Simboliza que, al conformarse con Él, Dios permite al hombre ver con sus ojos
Forma de almendra Figura importante en la iconografía antigua que evoca la presencia de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo.
El Buen Pastor Jesús es el buen Pastor que carga al hombre en sus hombros, como a la oveja perdida.
¡CAMINANDO JUNTOS, MOSTRAMOS LA MISERICORDIA DE DIOS!
Presentación Desde el 8 de diciembre del 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María hasta el 20 de noviembre del 2016, solemnidad de Cristo Rey, el Papa Francisco ha proclamado el “Año de la Misericordia”. Por eso, este tiempo tiene que ser “un momento extraordinario de gracia y renovación espiritual” (Misericordiae Vultus N° 3) que lleve a experimentar “la bondad y la ternura de Dios a todos, creyentes y lejanos y pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros” (ibídem N° 5). El Tiempo de Cuaresma nos ofrece la oportunidad, más intensamente, de experimentar la misericordia de Dios buscando su rostro en nuestros hermanos y en los acontecimientos del mundo, especialmente en aquellos que sufren la injusticia, la tristeza y el dolor como Jesús que fue conducido por el camino de la pasión hasta la muerte en cruz y es precisamente un “oasis de misericordia” donde “Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él” (Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2016). Hay mucha necesidad de volver a experimentar la misericordia de Dios para sentirnos perdonados por Dios y aprender a perdonar de corazón a los que nos ofenden. La misericordia tiene que ser este año la palabra clave que nos abra a una nueva experiencia de la vida con Dios y con nuestros hermanos; y, para que ese encuentro renovado con Dios esté marcado por la alegría del evangelio necesitamos “ser misericordiosos como el Padre” (Lc 6,36). Para “ser misericordiosos como el Padre” necesitamos escuchar a Dios que nos dice: “Misericordia quiero y no sacri cio” (Mt 9,13) que se concretiza en las obras de misericordia. Por eso, el Papa Francisco en su mensaje anual de Cuaresma para este año nos dice que: “es para todos un tiempo favorable para salir por n de nuestra alienación existencial. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar” (N° 3) Este “Vía Crucis” del “Año de la Misericordia” lo he preparado con las meditaciones encontradas en la Bula de convocatoria a vivir el Jubileo
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Extraordinario de la Misericordia “Misericordiae Vultus” y el mensaje para la Cuaresma 2016 del Papa Francisco con el lema: ““Misericordia quiero y no sacri cio” (Mt 9,13). Les invito a meditar cada una de las estaciones del “Vía Crucis” y en cada una de ellas encontrar una tarea pendiente de practicar las obras de misericordia; siete corporales y siete espirituales. No olvidar este año, como nos pide el Papa Francisco, el sacramento del perdón o confesión, pasar la puerta santa de la misericordia y la lectura frecuente del evangelio misericordioso de Lucas. María, madre de misericordia, nos acompañe en cada estación, nos cubra con su manto maternal y nos ayude a poner en práctica cada una de las obras de misericordia. Con afecto de amigo y hermano. Pbro. Jaime Quispe Palomino.
Ritos Iniciales Presidente: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Todos: Amén. Presidente: La misericordia y la paz de Jesucristo, que nos invita a la conversión, esté con ustedes. Todos: Y con tu espíritu. Presidente: Queridos hermanos, este año de la misericordia estamos reunidos para acompañar a Dios en el camino de la pasión rezando el “Via Crucis”. Dispongamos pues nuestra mente y nuestro corazón para que como una sola Iglesia caminemos juntos y
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meditemos, en cada una de las estaciones, la gran misericordia que Dios ha tenido con nosotros. Pero, para empezar el camino de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, reconozcamos humildemente nuestros pecados ante el Señor. Se hace un breve silencio para el examen de conciencia. Después de unos instantes el presidente continúa. Presidente: Tú que por la infinita misericordia del Padre has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad. Todos: Señor, ten piedad. Presidente: Tú que has venido a mostrar el rostro misericordioso del Padre para con los débiles y pecadores: Cristo ten piedad. Todos: Cristo, ten piedad. Presidente: Tú que estás sentado a la derecha del Padre para con tu misericordia: Señor, ten piedad. Todos: Señor, ten piedad. Presidente: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos conduzca la vida eterna. Todos: Amén. Presidente: Renovemos, ahora, nuestra profesión ante Dios y la Iglesia rezando el Credo. Todos: Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén A Continuación, empieza el recorrido orando en cada una de las 14 estaciones. Mientras se va de una estación a otra se puede rezar, cantar o, también, hacer silencio.
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PRIMERA ESTACIÓN
Texto Bíblico Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando: “¡Crucifícalo, crucifícalo!”. Por tercera vez les dijo: “Pues, ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré”. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo cruci cara; e iba creciendo su griterío. Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad (Lc 23,20-25).
Jesús Condenado a Muerte
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Pilato quería dejar libre a Jesús porque sabía que lo habían entregado por maldad. Él solamente quería deshacerse del problema pero los corazones inmisericordes de la gente se enardecían más por querer ver muerto a Jesús. Parecía que Pilato que tenía un corazón misericordioso pero su actitud estaba enmarcada más en función a su autoridad que a la misericordia de Dios y lo demuestra al momento de condenarlo a muerte. En momentos de turbulencias Jesús mantiene la calma y el silencio viendo cómo los hombres se disputan la vida como si fuera un trofeo o como si estuviera en sus manos decidir su destino. Pero Jesucristo que “es el rostro de la misericordia del Padre” no pierde la paz porque sabe que Él es la fuente inagotable de la misericordia que sabe perdonar a todos los que le ofenden. La presencia de Dios está en “Jesús de Nazaret que con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios”.
Obra de misericordia espiritual Estamos arrepentidos de todo lo que hemos hecho contra nuestros hermanos y por desconocer en ellos tu presencia. Llena nuestros corazones de tu misericordia para transmitir a los demás la alegría de experimentar tu amor misericordioso. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “enseñar al que no sabe” que Tú eres Dios y te mani estas en el rostro de cada uno de mis hermanos.
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SEGUNDA ESTACIÓN
Texto Bíblico Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos al pecado, vivamos p a ra l a j u s t i c i a . C o n s u s heridas fueron curados. Pues andaban errantes como ovejas, pero ahora se han convertido al pastor y guardián de nuestras almas (1 Pe 2,24-25).
Jesús carga la cruz
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Después de haber condenado a muerte a Dios empieza la ejecución y lo primero que hacen es cargar el madero en las espaldas del mismo Jesús como signo de humillación. La gente que lo había condenado, entre el cinismo y el estupor, empieza a abrir camino para asegurarse que Jesús llegase hasta el Gólgota, lugar donde iba a ser cruci cado. Jesús cargó la cruz y no se rehusó de hacerlo por su gran misericordia. La cruz en las espaldas de Jesús más que un castigo es la atrevida injusticia del hombre que se ha puesto por encima de Dios; pero, para Dios que es “rico en misericordia” nada puede ser agobiante sino más bien apremiante porque se convierte en “la vía que une a Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado”. Dios que “como cordero llevado al matadero” (Is 53,7), sin poner resistencia, cargó en sus espaldas el pecado de la humanidad nos acompañe en esta vía crucis.
Obra de misericordia espiritual Te acompañamos, Señor, en este camino de la pasión porque también queremos cargar nuestra cruz y sostener en ella el peso de nuestros pecados porque así como “tú eres misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros”. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para saber “dar buen consejo al que lo necesita”.
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TERCERA ESTACIÓN
Texto Bíblico
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él. (Is 53,4-5).
Jesús cae por primera vez
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Jesús, antes de iniciar el vía crucis, había sido castigado como un delincuente hasta quedar debilitado, ensangrentado y cansado. Luego, le hicieron cargar el pesado leño de la cruz hasta dejarlo tirado por los suelos. La cruz pesaba tanto porque contenía el pecado de la humanidad que se había acumulado a través de la historia; en el momento de su primera caída, cuando el madero tocaba el suelo, Jesús realizaba el intercambio divino de salvación. Cuánta misericordia cayó sobre la tierra al caer Jesús por el peso del madero que cargaba nuestros pecados. Cuanto más fuerte era la caída, más grande era su amor que no solamente se espació en aquél lugar sino también en la entera humanidad. Porque Dios quiso que “a todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros”. Tu primera caída abra nuestros corazones para sentir la misericordia que viene de ti.
Obra de misericordia espiritual Caíste por el peso de nuestros pecados pero te levantaste. Ayúdanos, también a nosotros a levantarnos de la ignorancia que impide conocer tu in nita misericordia. Solamente tú puedes levantar nuestra humanidad caída en los valores, que se ha olvidado de vivir en el amor y la paz, la unidad y el perdón y quiere desconocerte como su creador. Tú que eres” lento a la ira y rico en misericordia” (Nm 14,18) ayúdanos con el amor que has esparcido en el mundo con tu primera caída a “corregir al que se equivoca” pero con caridad.
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CUARTA ESTACIÓN
Texto Bíblico Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Éste ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el alma, para que se pongan de mani esto los pensamientos de muchos corazones». Su madre conservaba todo esto en su corazón (Lc 2,34-35.51b).
Jesús se encuentra con la madre
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Mientras Jesús llevaba la cruz hacia el Gólgota, la multitud de gente que estaba en el camino le lazaba improperios y escupitajos. Escenas nada agradables para una madre que impotente mira lo que hacen con su hijo. Sin embargo, Jesús que tiene el corazón misericordioso se alegra al ver a su madre, como todo hijo se alegra al ver que su madre viene en su auxilio. Pero, esta vez, nada pudo hacer María al ver que la multitud tenía ja su mirada en Él. Este encuentro ha debido ser desgarrante. Jesús en medio de tanta contradicción encontró a su madre. Este encuentro marcó el sello indeleble de la misericordia entre el hijo y la madre. En María se expresa el amor misericordioso del Padre que cuida de sus hijos y está presente en los momentos cruciales de la vida y en Jesús, “el siervo sufriente”, la máxima expresión del amor oblativo. En este encuentro María “entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor”
Obra de misericordia espiritual Que en todo momento estemos atentos para consolar a los tristes y a igidos como la virgen María quería consolar a su hijo, aún con la mirada; de allí se dice el Papa Francisco que la misericordia de Dios es “una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueve en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo”. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo y como la virgen María para “consolar al triste”.
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QUINTA ESTACIÓN
Texto Bíblico
A uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz (Mc 15,21).
Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Simón de Cirene regresaba cansado a su casa, después de haber trabajado en el campo. Al pasar por el lugar, se detuvo para enterarse lo que estaba sucediendo; pues ignoraba la condena que se le había in igido a Jesús. Quería enterarse del suceso viendo con sus propios ojos; hasta que uno de los soldados lo involucró violentamente en el escenario desgarrador de la pasión, obligándole a cargar la cruz. Simón de Cirene no dudó en acercarse a Jesús e inmediatamente se puso a cargar la cruz. El hombre que no tenía nada que ver con el asunto también se puso a cargar el leño pesado de su propio pecado y el pecado de la humanidad. Simón de Cirene que pasó por desapercibido a los ojos de la turba enardecida contra Jesús se presentó maravillosamente grande ante la mirada de Dios porque “hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada ja en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo e caz del obrar del Padre”.
Obra de misericordia espiritual Perdónanos, Señor, porque muchas veces el prójimo necesita nuestra ayuda y le ofendemos al pasar de largo con nuestra indiferencia, ngiendo no haber visto nada. Aunque el hombre ofenda al prójimo con su indiferencia queremos “estar siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre” que perdona nuestras ofensas. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “perdonar a los que nos ofenden”.
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SEXTA ESTACIÓN
Texto Bíblico
Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación (Sal 26,8-9).
La Verónica enjuga el Rostro de Jesús
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación
Verónica no es un nombre propio sino que hace referencia a una mujer que se acercó con un pañuelo para secar el rostro de Jesús que estaba ensangrentado y no le permitía ver el camino. Pues la sangre discurría por todo el rostro de Jesús porque le habían puesto sobre su cabeza una corona de espinas como burla ya que algún momento al preguntarle respondió que era rey. A esta mujer que tenía el corazón lleno de misericordia no le importó la reacción de la gente y se puso a limpiar el rostro de Jesús. Esta mujer, piadosa por tocar el rostro de Jesús con sus propias manos y arriesgar su vida al momento de enjugar el rostro de Jesús, guardó el pañuelo donde quedó marcado el rostro sufriente de Jesús. En ese pañuelo estaba marcado el rostro misericordioso del Hijo de Dios. En efecto, “misericordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida”. Volvamos a tener esta experiencia del encuentro con nuestros hermanos que sufren y lloran por el trato injusto, enjugando sus lágrimas con el pañuelo de la misericordia.
Obra de misericordia espiritual
Que siempre estemos dispuestos de secar las lágrimas de nuestros hermanos, y también las nuestras, con el pañuelo de la misericordia, guardados en nuestros corazones para “sufrir con paciencia los defectos del prójimo”. Danos paciencia, Señor, para tener un corazón misericordioso como el tuyo y “comprender a las personas que nos molestan”.
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SEPTIMA ESTACIÓN
Texto Bíblico
Me rodeaban cerrando el cerco... Me rodeaban como avispas, ardiendo como el fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé. Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó... Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte (Sal 117,11.12-13.18).
Jesús cae por segunda vez
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación El camino avanzaba pero lentamente por el peso del leño de la cruz y la gente se interponía al recorrido al punto que los guardias tenían que abrir el espacio violentamente, la fatiga de la gente que gritaba incesantemente y el cansancio de Jesús disminuía el ritmo lentamente. Jesús avanzaba, pero, de un momento a otro cayó por segunda vez porque no tenía fuerzas para andar; encima de Él cayó la cruz entre sus espaldas que le golpeó violentamente como los insultos de la gente. Nos puede sorprender esta segunda caída; inclusive cuestionar al decir: ¿cómo el Hijo de Dios puede llegar cansarse? ¿Por qué se cae si en sus manos está la fuerza y el poder? Es que Jesús quiso sufrir nuestros pecados para redimirnos; se identi có con nosotros hasta en el sufrimiento porque en ningún momento quiso hacer alarde de su condición divina ni tampoco fue mera apariencia de sufrimiento. “Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales”. Por eso se volvía a levantar.
Obra de misericordia espiritual
Perdónanos, Señor, porque somos débiles y no queremos levantarnos de nuestras caídas. Pareciéramos haber muerto a la esperanza de un mundo mejor y preferimos estar tirados en el camino del conformismo, el desánimo y la resignación. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “pedir en nuestras oraciones por los vivos y por los difuntos”. Por los vivos que parecen cadáveres andantes y por nuestros familiares y amigos difuntos.
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OCTAVA ESTACIÓN
Texto Bíblico
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus hijos» (Lucas 23, 27-28).
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Jesús no estuvo solo en el momento de la pasión porque hubo mucha gente que lo acompañó con su sola presencia, con sus palabras de aliento, aún con el anonimato y de muchas otras maneras más; pero, estuvieron en todo momento con Él. Esta octava estación destaca el encuentro de Jesús con las mujeres de Jerusalén que habían sido testigos de tantos milagros y haber escuchado en Él palabras de vida eterna. Estas mujeres lloraban porque tenían la convicción de que Jesús era el Hijo de Dios y el castigo que estaba recibiendo era injusto. En cada una de las lágrimas de las mujeres se derramaba dolor como un amigo o una amiga llora por el trato injusto de su amigo. Pero, Jesús, “el rostro de la misericordia del Padre” les dice que no lloren por Él sino por sus hijos que se quedan porque si eso hacen con el Hijo de Dios qué no harán por los hombres. Al decir Jesús que lloren por ustedes mismos y por sus hijos nos pide que “abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio”.
Obra de misericordia espiritual Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “visitar a los enfermos”, especialmente a nuestros amigos, familiares y conocidos que sufren las enfermedades terminales de cáncer, VIH, diabetes y otras enfermedades más; y acompañarles en su dolor, aún con nuestras lágrimas como las mujeres de Jerusalén estuvieron a lado de Jesús.
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NOVENA ESTACIÓN
Texto Bíblico
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?; ¿la a icción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?... Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado (Rm 8,35.37).
Jesús cae por tercera vez
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Jesús había recorrido gran parte del camino y estando muy cerca del Gólgota vuelve a caer por el peso de nuestros pecados. Es impresionante meditar esta estación porque Jesús al caer, cuando la gente pensaba que ya no se iba a levantar, se pone de pie, vuelve a cargar la cruz entre sus espaldas y continúa el camino sostenido por la misericordia que nunca se acabará porque “Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida”. Muchas veces hemos escuchado decir que a la tercera está la vencida, pero, Jesús, si tuviera que caer otras veces más lo haría gustosamente porque su misericordia no es el resultado de un ejercicio numérico sino la expresión nítida de su amor salví co. En esta estación debemos recordar nuestras caídas que seguramente fueron tantas y ver como en un espejo la misericordia de Dios que nos levanta de la miseria. Lo que nos pide el Papa Francisco es que “no caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye”.
Obra de misericordia espiritual Extiende tu brazo sobre cada uno de nosotros, Señor, porque el pecado ha tirado por los suelos nuestra dignidad y la ha deshabitado; levántanos con tu misericordia y vuelve a alimentar nuestra vida con tu gracia. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “dar de comer al hambriento” y no seamos indiferentes a sus necesidades.
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DÉCIMA ESTACIÓN
Texto Bíblico Los soldados, cuando cruci caron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a b a j o. Y s e d i j e r o n : “ N o l a rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca”. Así se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”. Esto hicieron los soldados (Jn 19,23-24).
Jesús es Despojado de las vestiduras
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Por n Jesús encuentra un descanso para respirar pero nada termina allí sino empieza la pasión; “será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacri cio”. A continuación, los soldados le quitarán las vestiduras para clavar los pies y las manos y colgar su cuerpo en la cruz. La turba seguía enardecida que al ver a Jesús despojado de sus vestiduras sentían que se les cumplía el deseo de humillar hasta el extremo a aquél que no compartía sus intereses. Cuanta misericordia has tenido con los hombres al dejarte desnudar y no rehusaste de ningún modo, cuanto amor a la humanidad has tenido que soportaste tanta humillación, cuanta paz transmitiste al mundo por guardar el silencio sagrado. Cuantas veces te hemos despojado con nuestro rechazo, cuantas veces te hemos humillado con nuestro pecado, cuantas veces te hemos maltratad en nuestros hermanos débiles y necesitados. En vez de andar despojando al Señor de sus vestiduras es mejor despojarnos de las malas vestiduras que nos hemos puesto para “dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza”.
Obra de misericordia espiritual Que no te despojemos, Señor, de tus vestiduras en nuestros hermanos pobres, dejándoles desnudos en el desierto de la indiferencia sino más bien les cubramos con el abrigo de la caridad. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para ser capaces de “vestir al desnudo”.
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DÉCIMA PRIMERA ESTACIÓN
Texto Bíblico Lo cruci caron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo cruci caron. En el letrero de la acusación estaba escrito: “El rey de los judíos”. Cruci caron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: “Lo consideraron como un malhechor” (Mc 15,24-28).
Jesús Clavado en la cruz
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Después de haber desnudado a Jesús lo clavaron en la cruz como si fuera un ladrón. Volvamos a entrar en el escenario doloroso de aquél momento cuando lo cruci caron, el clavo traspasó su mano, la sangre atravesó el madero, el grito de dolor de Jesús dejaba impresionado el alma y el grito de triunfo de la turba que estaba obscurecido por la maldad. No era todo, porque en seguida juntaron sus pies y con un golpe de martillo atravesaron el clavo al otro lado del madero. Levantaron en alto su cuerpo como si fuera un trofeo y lo dejaron colgado como castigo ejemplar para la sociedad. De nitivamente estaban equivocados por todo lo que hacían con Jesús, el Hijo de Dios. Desde el día en que Jesús fue colgado en la cruz como castigo ejemplar para los sediciosos, aquél mismo día se convirtió en signo de salvación para todos aquellos que profesando la fe en Jesucristo practican la misericordia porque, “la misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona”. Por eso la cruz es sinónimo de misericordia y misericordia es el nombre de Dios.
Obra de misericordia espiritual Desde el momento en que lo cruci caron, Jesús hizo de la cruz, además de un altar, su casa para acoger y transmitirnos su misericordia. Por eso, nunca dudemos de ir a su encuentro, poniéndonos de rodillas al pie de la cruz. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “dar posada al peregrino” y transmitirle nuestro afecto entrañable de amor.
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DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN
Texto Bíblico Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19,28-30).
Jesús muere en la cruz
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación La gente seguía en el Gólgota pero esta vez enmudecida porque había cumplido su acometido de no parar hasta ver muerto a Jesús en la cruz. En efecto, estaba muerto y todos sus detractores se fueron tranquilos a sus casas como si hubiesen cumplido el objetivo. El lugar había quedado desolado en cuestión de minutos. Se quedaron aquellas personas que lo habían acompañado en el camino de la pasión para llorar la muerte de su amigo Jesús. Todo estaba consumado para este mundo pero para Dios empezaba una nueva etapa de la historia de salvación. Muchos, a través de la historia, han escrito y hablado de la muerte de Dios como aquella gente que se fue tranquila después de haber visto morir a Jesús en la cruz; la pregunta es si desde aquél tiempo se transmitía la muerte de Dios, entonces ¿por qué no lo hemos olvidado? porque Dios ha muerto de verdad para bajar al lugar de los muertos y rescatar a todos aquellos que habían sido encarcelados por el pecado que mata. Desde el lugar de la muerte resucitará para darnos “vida en abundancia”. En efecto, “Dios será siempre para la humanidad como aquél que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso”
Obra de misericordia espiritual No permitamos que nadie se muera de sed, no le quitemos a nadie el agua de la vida y más bien calmemos la sed de justicia y paz que nace en “el corazón de la trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia”. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “dar de beber al sediento” en toda circunstancia.
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DÉCIMO TERCERA ESTACIÓN
Texto Bíblico
Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran (Mt 27,57-58).
Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Las pocas personas que quedaron al pie de la cruz se quedaron hasta el nal que tuvieron que bajar el cuerpo muerto de Jesús para darle cristiana sepultura. ¡Qué triste habrá sido para su madre recibir entre sus manos el cuerpo de su hijo amado! ¡Qué triste habrá sido para sus amigos bajar derrotados el cuerpo inerte de Jesús! En la hora de la muerte quedaran pocos y serán los que más nos quisieron y valoraron; ellos estarán hasta el nal y serán pocos como sucedió con Jesús. Quiero ser como José de Arimatea delante de ti para ofrecer una sábana y un lugar donde colocar tu cuerpo. Quiero ser como José de Arimatea para dar cristiana sepultura a mis familiares, amigos y conocidos. “En este mismo horizonte de la misericordia, Jesús vivió su pasión y su muerte, consciente del gran misterio del amor de Dios que se habría de cumplir en la cruz” que a su vez se convierte en sello indeleble de la misericordia.
Obra de misericordia espiritual Que siempre estemos dispuestos de dar cristiana sepultura a nuestros familiares, amigos y conocidos, especialmente a los que esperan mucho de nosotros. Que nuestra presencia en el velorio y el entierro sea una actitud misericordiosa que brota del corazón cristiano y no solamente un compromiso que se tiene que cumplir. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “dar cristiana sepultura a los difuntos” como hicieron contigo tu madre, tus amigos y tus amigas.
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DÉCIMO CUARTA ESTACIÓN
Texto Bíblico
Había un huerto en el sitio donde lo cruci caron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía... Allí pusieron a Jesús (Jn 19,41-42).
Jesús es Puesto en el Sepulcro
P/. Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos. T/. Que por tu santa cruz, redimiste al mundo.
Meditación Con la sepultura empieza una nueva etapa de la historia de salvación que se prolongará desde entonces hasta la vida eterna. Jesús mismo anticipó a sus discípulos diciendo que “si el grano de trigo cae en la tierra y no muere queda infecundo; pero si mure dará fruto abundante” (Jn 12,24). Eso es lo que sucedió exactamente con Jesús que ya había anticipado su muerte pero sus discípulos no habían entendido. Depositar el cuerpo de nuestros difuntos en la tumba vacía siempre entristece el alma. Allí se quedan los hombres que un día pasaron por este mundo pero los hechos y dichos empiezan a germinar en el corazón se sus familiares y amigos. Jesús murió pero tuvo que resucitar para ir al lugar que el Padre le había preparado, lo que empezó con el acontecimiento de muerte continuó con la resurrección; desde aquél día todos resucitamos en Él y para Él. Por eso, “en la muerte y la resurrección de Jesucristo, Dios hace evidente este amor que es capaz incluso de destruir el pecado de los hombres” por su in nita misericordia.
Obra de misericordia espiritual La misericordia no termina después de enterrar a nuestros difuntos sino que continúa con nuestras oraciones por ellos; pero cuantos hermanos nuestros tienen encarcelada su alma por culpa del pecado. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el tuyo para “visitar a los encarcelados”. Que las cáceles o centros penitenciarios sean verdaderos espacios de rehabilitación.
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Mensaje del Papa Francisco para vivir la Cuaresma 2016 “Misericordia quiero y no sacri cio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar 1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a n de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios. María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, María canta proféticamente en el Magni cat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, el y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales. 2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la in delidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso rati car la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa in el. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo. Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios
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con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella. Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salví co de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús cruci cado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, nalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa. 3. Las obras de misericordia La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor el, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano re exione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, agelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe. Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga
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a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es gura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos. La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por n de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús cruci cado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magni cat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo cruci cado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor in nitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el in erno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria de nitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea puri car a su Esposa prometida, a la espera de su venida. No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38). Papa Francisco
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Cantos estando yo sin fuerzas me salvó. Caminaré en presencia del Señor (2) Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo; arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.
1.- Juntos como hermanos. Juntos como hermanos, Miembros de una Iglesia, Vamos caminando, Al encuentro del Señor. 1.- Es largo el caminar, por el desierto bajo el sol no podemos avanzar sin la ayuda del Señor.
3.- Hoy, perdóname.
3.-La Iglesia en marcha está a un mundo nuevo vamos ya, donde reinará el amor, donde reinará la paz.
Hoy perdóname, hoy por siempre, sin mirar la mentira el vacío en nuestras vidas nuestra falta de amor y caridad. Hoy perdóname, hoy por siempre, aun sabiendo que he caído que de ti siempre había huido hoy regreso arrepentido vuelvo a ti, vuelvo a ti, vuelvo a ti, vuelvo a ti,
2.- Caminaré.
4.- Oh, Señor, ten piedad.
Caminaré en presencia del Señor (2) Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mi el día que lo invoco. Caminaré en presencia del Señor (2) Me envolvían redes de muerte, caí en tristeza y en angustia, invoqué el nombre del Señor: "Señor, salva mi vida". Caminaré en presencia del Señor (2) El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo. El Señor guarda a los sencillos,
Oh Señor ten piedad Cristo, ten piedad (2) Oh Señor ayúdame Contra ti yo pequé (2)
2.- Unidos al rezar, unidos en una canción, viviremos nuestra fe con la ayuda del Señor
5.- Ten piedad de mí. Ten piedad de mí, oh Dios conforme a tu misericordia conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mis pecados. (2)
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Por tus profundas llagas crueles, por tus salivas y por tus hieles, ¡perdónale, Señor!
6.- Una vez más rezare Una vez más rezare, de rodillas me pondré, pueda ser que una vez más el perdone. Le diré que lucho en vano, que pequé pues soy humano, de seguro una vez más el perdone eh, eh, eh. Para un Dios que conoció la tentación, del amigo la traición, yo no dudo me perdone Dios amigo, para un Dios que conoció la tentación, del amigo la traición, yo no dudo me perdone Dios amigo, mi Dios amigo. Yo vi sufrir al hermano cuando bastaba una mano, de seguro también eso me perdone. Murió pobre y desahuciado, yo con los brazos cruzados, pueda ser que una vez más el perdone.
8.- Un mandamiento nuevo. Un mandamiento nuevo nos dio el Señor que nos amenos todos como El nos amó La señal de los cristianos es amarnos como hermanos Quien a sus hermanos no ama miente si a Dios dice que ama En la vida y en la muerte Dios nos ama para siempre En trabajos y fatigas Cristo a todos nos anima.
9.- Tú que siempre nos perdonas. Tú que siempre nos perdonas, porque nos quieres mucho. Tú que siempre nos perdona, Señor ten piedad.
7.- Perdona a tu pueblo, Señor. Perdona a tu pueblo, Señor, Perdona a tu pueblo, perdónale Señor (2)
Tú que siempre nos escuchas, porque nos quieres mucho. Tú que siempre nos escuchas, Señor ten piedad.
Por las heridas de pies y manos, por los azotes tan inhumanos, ¡perdónale, Señor!
Tú que siempre nos ayudas, porque nos quieres mucho. Tú que siempre nos ayudas, Señor ten piedad.
Por los tres clavos que te clavaron y las espinas que te hincaron, ¡perdónale, Señor! No estés eternamente enojado; no estés eternamente enojado; ¡perdónale, Señor!
10.- Perdón, Señor, perdón. Perdón, Señor, Perdón (2)
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Misericordia, mi Dios por tu bondad, Por tu inmensa compasión borra mi culpa
Soy un peregrino, soy un pecador Vengo arrepentido, ten piedad Señor, vuelve a mí tus ojos con amor.
Reconozco mi culpa Señor, Tengo siempre presente mi pecado
Lejos de tu casa, de tu bendición, malgasté mi vida en la perdición. Roto y pobre vengo, ten piedad Señor, vuelve a mí tus ojos con amor.
Contra Ti, contra ti, solo pequé Cometí la maldad de Tu aborreces
A tus puertas llamo, sé que me abrirás. Con los pecadores muestras tu bondad. A salvarnos vienes, ten piedad Señor, vuelve a mí tus ojos con amor.
Lava del todo mi delito Y limpia todo mi pecado.
11.- Danos un corazón Danos un corazón grande para amar, Danos un corazón, fuerte para luchar.
13.- Zamba del perdón. 1.Hombres nuevos creadores de la historia, constructores de nueva humanidad. Hombres nuevos que viven la existencia, como riesgo de un largo caminar.
Perdón por aquel mendigo, por aquella lágrima que hice brillar, Perdón por aquellos ojos que al mirar los míos no quise mirar. Señor, ¿por qué soy así? Estoy como un ciego, no sé comprender. (Señor, Tú eres mi esperanza, Dame tu mirada, que te sepa ver.(2)
2.Hombres nuevos luchando en esperanza, caminantes sedientos de verdad. Hombres nuevos sin frenos ni cadenas, hombres libres que exigen libertad.
Señor, no le di la vida, se encontraba solo y le dejé partir. Perdón por no dar cariño, por sólo buscarlo, y lejos de Ti.
3.Hombres nuevos amando sin fronteras, por encima de razas y lugar. Hombres nuevos al lado de los pobres, compartiendo con ellos techo y pan.
Señor, no soy siempre alegre, no doy luz a otros que están junto a mí. Perdón por esta tristeza, por sentirme sólo cuando Tú estás en mí. Perdón por otros hermanos a quienes no importa tu parecer.
12.- Dame tu perdón. Ten piedad, Dios mío, dame tu perdón.
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Estás cerca del que sufre, pasan a tu lado pero no te ven.
entristeció. Padre, perdóname porque contra ti pequé no merezco alabarte siendo tu un Dios tan bueno ten piedad de mis pecados por favor acéptame, quiero llegar a servirte, Padre contigo me reconciliaré.
14.- A ti levanto mis ojos. A ti levento mis ojos, a ti que habitas en el cielo. A ti levanto mis ojos, por que espero tu misericordia. A ti levento mis ojos, a ti que habitas en el cielo. A ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia.
Nuevamente ocurre, volvemos a caer en los mismos pecados, tan difícil de creer. Pero la misericordia de nuestro Padre Dios viene en nuestro auxilio y nos reúne con su amor.
Como están los ojos de los esclavos, jos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia. Misericordia Señor, misericordia, que estamos saciados de burlas; misericordia Señor, misericordia que estamos saciados de desprecios. Nuestra alma esta saciada del sarcasmo de los satisfechos; nuestra alma esta saciada del desprecio de los orgullosos.
Padre, perdóname… El resto de los suyos, los campos y sus molinos recorrió mil caminos y llegó a la gran ciudad. Se encontraba sólo y no tenía amigos y se fue tan sólo mendigando amor. Al caer la tarde, a su casa él volvió su padre lo esperaba, para perdonar. Le dio un vestido nuevo, y una comida caliente hubo esta en casa y otra vez el cantó.
15.- Como el hijo pródigo Como el hijo prodigo, andaba por el mundo con trivialidades y placer falsos. Los falsos amigos pronto se marcharon y la soledad mi vida entera
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Oración del Proyecto Arquidiocesano de Renovación Pastoral Padre nuestro, que enviaste al mundo a tu Hijo Jesús, para que tengamos vida y vida en abundancia. Mira nuestra pequeñez, como Arquidiócesis de Huancayo, y envíanos al Espíritu Santo. Que su aliento creador nos anime en la búsqueda de tu voluntad; que su gracia nos haga crecer como discípulos en la Espiritualidad de Comunión para que nuestras comunidades parroquiales sean la expresión de una Iglesia de puertas abiertas y en salida misionera. Que tu Espíritu ilumine la conciencia de los bautizados y bautizadas que formamos la Iglesia Arquidiocesana de Huancayo para que, con un corazón renovado, nos incorporemos al dinamismo espiritual del Proyecto de Renovación Pastoral, como respuesta a los desafíos de la Iglesia y de la sociedad en la que vivimos. Ayúdanos a asumir el compromiso que nos corresponde como miembros de esta porción de pueblo de Dios que es la Arquidiócesis de Huancayo. Fortalece nuestro testimonio con una voluntad entusiasta para que mantengamos viva la Alegría del Evangelio y estemos atentos a los sufrimientos y clamores de nuestro pueblo. Por la especial intercesión de nuestra madre, la virgen de Cocharcas, seamos fieles, como ella, para colaborar contigo en la creación de un mundo más justo, humano y solidario. ¡Venga a nosotros tu reino, Señor! Amén.