Amnesia

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Francisca Pageo Federico Fernández Míriam Cánovas Lujo Berner Ruby Fernández Alfonso García Villalba M. Victoria Oliva García Jesús M. Sánchez-Burdeos Marina González Eme


Francisca Pageo


Hay rincones de la memoria que conseguimos ubicar, mientras que otros son escurridizos, se mueven como el agua y nunca se quedan inamovibles en su sitio. Cuando logramos encontrar estos últimos a veces por casualidad, a veces por insights-, éstos estallan y se retuercen como aquellas emociones a las que nunca supimos dar nombre. Es entonces cuando busco una señal, una pista que me haga pensar porqué ese recuerdo se esfumó. Intento pensar lo que pienso, lo que siento; intentando subir cada vez más arriba hasta llegar a la cúspide de lo que hizo que ese recuerdo se formara como tal. Pero nunca llego. Es como si todas las sensaciones de los hechos sólo fueran destinadas al presente, al aquí y ahora, y lo ocurrido sólo fuera algo que se fue, que se esfumó sin yo quererlo. ¿No será, como dijo William James, que la función de la memoria es el olvido?


Federico Fernรกndez


Notas olvidables, quizás:

Mientras espero un correo de J.G.H. (en que me contará algo de la muestra que está tramando y que usted tien(d)e a su alrededor) leo un cuaderno rojo de un poeta: "Ana, sólo son buenos quienes tienen mala memoria. Toda amnesia es sagrada, en los amnésicos hay ángeles curiosos". Escucho -en estos días- una canción llamada "Lo que no voy a decir", en su tercer estrofa señala: "...sueño con los nombres de arquitectos claves, que me explican cómo se abren los candados / que dibujan mapas de ciudades que no existen más". Pienso que debo pasarle esa canción a JGH, pero por alguna razón (¿distracción por Animal Alado, algo que cruje en la hornalla, el Amor que me Espera a medianoche?) no se la envío. ¿Con qué arquitectos claves soñará Javier García Herrero? ¿De qué conversarán en esos sueños? ¿Qué relación secreta hay entre la falta de memoria y el arte? ¿Entre la amnesia y la biografía de un artista? ¿Entre este trazo silencioso y aquel rojo crujiente? ¿Cuáles serán las ciudades más olvidadas de todas las que habrá pisado JGH... (Palermo, Madrid, Montevideo, New York, Córdoba -de la nueva A-, Berlín, Lille, Roma, Buenos Aires, París, etc)?


¿La obra de arte como artefacto contra la amnesia, cómo residuo de una mirada, como diario de extimidad, como secreta arquitectura personal? ¿Deberían seguir aquí los signos de pregunta? {...} Descansemos. La amnesia como disparo de un mundo ¿psíquico, biológico, político, técnico? La biografía como resistencia. La arquitectura de la memoria. La arquitectura del tiempo. La cartografía de la imaginación. Los ladrillos de la memoria del trazo de la insistencia del ojo del tanteo del pulso. Las afinidades electivas que no podemos olvidar. Lo no recordado que nos persigue. Y a veces nos alcanza.



MĂ­riam CĂĄnovas


Este es el testimonio de una de las pocas jugadoras que pasó las cuatro pantallas de Memoria externa 2, y sé, que esa es la razón principal por la que me hallo aquí, en forma de texto. Han sido muchas las veces que he asistido a exposiciones con-y-de Javier. Algunas memorables y con prisas porque nos cerraban, de mejordeaquínosvamos, otras en las que yo trataba de tomar alguna que otra buena instantánea. Y unas cuantas que seguramente ya se nos habrán olvidado. En esta ocasión, Javi proponía una exposición en 4 actos. O un juego con cuatro monstruos al final de cada pantalla. Tengo la suerte de (casi) siempre tener datos de antemano, ver de refilón la fase previa a, pero aún con información privilegiada, debo de reconocer que no dejó de sorprenderme la experiencia de Memoria externa 2. Me dejé caer las cuatro ocasiones calle abajo, por la pendiente de la Calle Zurita hasta la sala Beats Lab. Allí estaba, rindiendo un más que evidente tributo a Twin Peaks una cortina de terciopelo color sangre, impertérrita en el transcurso de las cuatro exposiciones. Y la obra de Javier flotando alrededor. Su obra tiene algo de lynchiano. Te absorbe de una forma tan extraña que aun dejándote con la sensación de no haberla entendido del todo no deja de fascinarte. No puedo ocultar mi predilección por las obras más figurativas, que hacían las veces de fotografías mentales de arquitecturas fundidas entre sí, como los juegos visuales a los que nos tiene acostumbrados la memoria, fruto de las derivas del artista por diferentes ciudades.


Difícil me resultó dejar de describir círculos concéntricos alrededor de los lisérgicos tableros de parchís, inteligentemente dispuestos paralelos al suelo para poder observarlos desde las 4 esquinas. Era además tan divertido escuchar las teorías conspiranoicas sobre las supuestas instrucciones del juego. Y cómo olvidar el especialmente excéntrico hilo musical del tercer pildorazo Tracción Sonora (madre mía esa tonadilla del videojuego Street Fighter) con bandas sonoras de secuelas de videojuegos y películas. Sin duda alguna, yo seguiría jugando.



Lujo Berner


Alternancia de código

(…) las ciudades creen que son obra de la mente o del azar, pero ni la una ni el otro bastan para tener en pie sus muros. De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya. Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles.

No me grites noche que suelto el volante, no me taches esperanza que duermo sin abrigo. Hace mil años todo esto era suelo urbanizable. Ahora todo es vacío, un vacío repleto de esquinas, aristas plegándose sobre sí mismas extendiéndose tentacularmente hacía un pasado futuro. Formando escaleras sin perspectivas que lucen contrafuertes arracimados sobre la música de los conductos de servicios tallados en tu frente. Oquedades ensimismadas en el negro ungidas en la roca margosa. Dobla esa esquina, absorbe esa sombra: la habitación roja. La lluvia ácida que lo impregna todo de olor a comida asiática. Se oyen falsetes arrojados de nuevo al abismo desde barberías instaladas en las cornisas de las torres de media tensión. La farmacopea de la logia blanca tiene en su patio trasero una agencia de viajes argelina que te permite ver tu mundo interior (si te atreves). En algún rincón por fin hay alguien que mira, un hombre salado que no consigue peinarse, mientras que se pregunta y espera: el anhelo de ver aparecer a una femme dauphin a través de la penumbra, un amor desesperado, un bonito crimen piando en el barro de la calle… ¿Y el mar?


Ruby Fernรกndez


Exequias, miedo, deshacerse en el abandono que supone la muerte jugando a deteriorar la vida de otros. Nada nos sorprende en estas arquitecturas tan masculinas, nos enseñaron a que nos fuese familiar en que se convierte un cuerpo tras el portazo y la colonización de la mugre. En esta periferia vivir no es del todo lícito.

Oliendo a grasa y a herrumbre caliente pasan los días en el París de Félix y Paulette. Golpes de martillo contra la chapa, golpes sonoros y tristes en la base de la cadena social. Mera moneda de cambio para estraperlistas que nunca fueron gigantes. ‘Allons enfants de la Patrie/Le jour de gloire est arrivé !/Contre nous de la tyrannie/ L'étendard sanglant est levé’


¿Cómo una técnica tan hostil puede estar cargada de una sensualidad tan pura? Lenguajes corpóreos, limitados, estructura viva que culmina en paralelismo emocional. Bocetar teatros es incitar a crear historias, a mezclar perspectivas y ejes obligándote a devolver, en parte, el mismo silencio que está proyectado. El teatro es una estructura basada en ejes concéntricos cargados de la atmósfera penitente de la Divina Comedia. Oscuridad poético-geográfica contra los que el actor tendrá que lidiar si quiere cumplir sus promesas. Misión: purgatorio.

¿Qué hace el tiempo con la ciudad vencida? dominarla, arrugarla sobre si misma haciendo imposible la tarea de zurcido y reconstrucción que ha de venir después. Conquistar la ruina aún desconociendo si hubo un antes erguido. Composiciones piramidales que sacralizan e igualan la vana muerte. Ciudad proyectada como museo de la soledad y la desidia, lo mejor para todos sería mudar la piel.

La geometría de lo que no te pertenece ni en clase ni en esencia termina por apretar en la garganta.


¿Por qué tenemos la necesidad de pertenecer a un lugar cuando el antiespacio está a la orden del día? Se nos hace olvidar el mundo real en pos de la simulación y el efecto de realidad. Comprendemos la superficie a trozos. Algo nos está diciendo que no valemos absolutamente nada aunque la errata sea bonita. Lo que queda del puzzle no termina de encajar.

Decenas de ejemplares del mismo hombre abandonado, abominado y ya llorado.

Únicamente dos tipos de personas son las adecuadas para realizar el trabajo sucio y ambas residen o van a parar a Desterro. Aquí se reciclan las almas que deshecha la sociedad. Polvo, pesadez, calor, aridez, chirríos, grasa, música, algún atisbo de inocencia truncada, violencia, dinero, casquillos y aires de saloon, es lo que encontrarás tras el desfigurado cartel que anuncia tu funesta llegada a la ciudad de los fantasmas. Recuerda ¡708! ¡708!.

¿Puedes sacarme los ojos? es por sentir algo.


Me gustan las fotos en las que los protagonistas y sus espacios me son realmente ajenos. Fotos en las cuales Ăşnicamente aparecen cuerpos sin nombre ni apellidos. Humanos hechos a base de conceptos abiertos.

Lavar la ropa fuera de casa, ESE es el destino de quien se ve obligado a considerarse exiliado.



Alfonso GarcĂ­a-Villalba


Disolución de la memoria

Cada acto de percepción es, hasta cierto punto, un acto de creación, y cada acto de la memoria es en cierta medida un acto de imaginación. Oliver Sacks (...) la oscuridad que separa recordar de no recordar. Leyland Kirby

La dificultad para evocar recuerdos compone geometrías delirantes, geometrías que tienen que ver con la ciudad: calles, edificios, ventanas, pasos. Una suerte de paisaje, en realidad. Una suerte de extraño paseo por el paisaje (donde cada quien puede posar los ojos allá donde quiera). La dificultad para componer recuerdos traza mapas donde brújulas o astrolabios son cadáveres. Nuevos mapas traducen derivas sonámbulas en un territorio que se revela incógnita (donde cada quien puede dejar sus pisadas allá donde desee). La complejidad a la hora de materializar recuerdos crea una línea de disensión dentro de la imaginación, una línea de disensión que va más allá del argumento, del hilo argumental. Toda línea de disensión dentro de la imaginación va más allá de la forma habitual con que observas, más allá de la manera en que te fijas en geometrías que se vuelven delirantes o disuelven sus aristas en juegos de repetición y bucles, en partículas caprichosamente fractales, ingenua y dulcemente fractales.


Toda línea de fractura dentro de la percepción va más allá de la memoria, más allá de la dinámica convencional de composición de los recuerdos. La imposibilidad a la hora de evocar recuerdos produce una fluctuación de la imagen, tal vez la descomposición de lo ortodoxamente mimético, tal vez la configuración de un paisaje mental más allá de la memoria: Más allá de la geometría compositiva de los datos. Más allá de la alternancia bipolar entre ceros y unos, todo o nada, blanco, negro. Más allá de la absoluta comprensión. Más allá de la omnisciencia y su aliento déspota. La dificultad para componer el tejido de la amnesia consiste en dibujar un recuerdo más allá del recuerdo: todo recuerdo está más allá de la historia y es una invención. Todo recuerdo es pura literatura, ficción íntima. Un discurso donde esbozas pasos, calles, edificios, ventanas, resquicios de ventanas, sombras negras y blancas, color puro de la memoria fracturada. La dificultad para evocar recuerdos se condensa en un dibujo, un paisaje más allá de la geometría compositiva de los datos: los datos que no son y que devienen otra cosa bajo la sombra de la memoria que es siempre fábula, literatura, una suerte de extraño paseo por el paisaje.



M. Victoria Oliva GarcĂ­a


Si hubiera querido dejarme caer por los bordes afilados de lo que se espera de mí, hubiera sido otro, y no yo, intentado dibujar sonrisas en las que vivir (… al menos por un tiempo…) en lugar de esta cosa inmensa, oscura, palpitante, descarnada, monstruosa y nada cómoda que es una habitación sin paredes en la que respirar todos los versos es el objeto de mi supervivencia. Si hubiera querido dejarme caer en el tejido reticular subhumano, sería hoy el dibujante de otra cosa que nada podría decir de mí que todo lo que dibujo es en esencia el camino hacia mí mismo. Si lo hubiera visto venir… Amnesia sería la Babel de lo que pinto.


Jesús M. Sánchez-Burdeos


Isla, Juego, Misterio

Amnesia, I need you To remind me. Safety Scissors Amnesia, I Need you to remind me. Staedtizism 4, ~scape, 2003

Facebook me avisa de que tengo un mensaje. Se trata de Javi, un chico al que conocí este verano en Madrid y al que me une (aparte de una serie de afectos y simpatías) una amistad más cibernética/virtual que física. Javi es amigo de Pilar, mi pareja. Se conocieron en Palermo, Italia, allá por el 2009 y desde entonces conservan su amistad. La primera vez que oí hablar de él fue en relación a Julio Cortázar. Por entonces yo estaba conociendo a Pilar y hablábamos mucho de libros, en concreto de cómo Rayuela nos afectó a ambos. Nunca he leído Rayuela con el orden tradicional. Sé que he leído capítulos sueltosalgunos muchas veces-, sin saber si he llegado a completar la novela-juego. Ella lo ha leído con el orden natural consecutivo- y el orden sugerido por el propio Cortázar. Yo descubrí la novela en la estantería de mi hermana cuando contaba con unos 15 años. A ella se la enseñó Javi. Todo esto viene a una cosa curiosa: por una de esas groserías de internet y el anonimato, vi la típica frase adjudicada a Julio Cortázar que viene estupendamente para ilustrar y redondear esta anécdota tan aparentemente gratuita: "Ver a alguien leyendo un libro que te gusta es ver a un libro recomendándote a una persona." Obviando la cursilada anónima adolescente, Rayuela me ha recomendado a no pocas personas y, entre éstas, a la personalidad que aquí nos ocupa: Javier García Herrero.


Conforme leía y pensaba el mensaje y sus subsiguientes mails con información y material, siempre llegaba a tres palabras que de alguna manera lo han definido en mi cabeza desde que apareció en mi vida. Georges Perec (al que también lo relaciono con él y Pilar) tiene un texto titulado "Pensar/Clasificar" y cuando pienso en ese título, imagino el típico gancho de esas máquinas de premios con el que asimos las cosas, conceptos, imágenes, frases, todo el material que recibimos y que luego vamos depositando en diferentes contendores, cada uno con una palabra escrita fuera a modo de denominación. En referencia a la persona que aquí nos ocupa, cuando pensaba en él siempre lo acababa metiendo en tres de estas cajas: Isla, Juego y Misterio. Y conforme re-escuchaba sus podcasts, revisaba sus obras y pensaba en las conversaciones, siempre volvía a esta tríada con la que podríamos, a modo de analogía musical, definir su armonía. El concepto de isla en geografía se refiere a las masas de tierra rodeadas de agua que comparten alguna característica que las aísla de la masa acuosa, convirtiéndolas en un hecho aislado. Yo contemplo a algunas personas como personas-isla. Es decir: personas que tienen un sistema vital (de pensamiento, de acción, etc.) muy definido y diferenciado de su entorno o de sus conocidos. Están aislados, pero de manera voluntaria; no es que no conozcan las modas, las corrientes, es que a ellos no les interesan. Al revés, suelen estar inmersos en esos flujos de información pero claramente no le afectan. Tienen sintonizados sus intereses y lo externo no les hace dudar.


La referencia a Perec no es baladí. El grupo OuLiPO al que pertenecía tenía una manera muy curiosa de trabajar: se proponían sus propias normas, restricciones a la hora de afrontar la creación, en muchos casos relacionados con las matemáticas y la literatura. Todo esto tiene un componente lúdico, de perseguir un fin dentro de unas normas sólo válidas en la propia obra que, aparte de fundarla, la fundamentan y dan sustento a la misma. La obra de arte entendida como juego, como finalidad sin fin donde lo importante son las reglas que uno mismo se impone para explicar la propia acción. En respuesta a esto, hay un fenómeno actual que me parece curioso remarcar. Dentro del ámbito del consumo (la forma más general que tenemos de relacionarnos con los objetos hoy en día) lo primero que hacemos al adquirir algo hoy en día es consultar las instrucciones para saber qué es lo que tenemos entre manos y cómo funciona, qué utilidad tiene. Así acabamos con el misterio en lo contemporáneo. Ikea sería algo así como la antítesis de la creación artística pues en lo que compramos viene ya inserta la solución: la única y correcta manera de montar las partes para conseguir el mueble que anhelamos. ¿Qué pasaría si un día comprásemos una caja con una serie de elementos en los que, en potencia, haya muchas posibilidades de crear algo nuevo con ellos, pero no supiéramos qué o cuales serían para los que están pensados? No sabríamos qué hacer con ellos. Sería un misterio.


Tanto Javi, como su obra (sí, hay personas que lo consiguen, no saber dónde acaba una y empieza la persona) están contenidos, principalmente en estas tres definiciones o conceptos. Su interés y grandeza reside, al menos para mí, en que asomarse a su mundo es atraparte en algo que muy bien no entiendes, que no sabes a qué o dónde pertenece, y si lo sabes de momento te lleva a otro sitio y que una vez terminas de recomponer esos puzles, esos fragmentos de un todo, posiblemente no sabes por dónde has empezado y por dónde has terminado. Sigue siendo algo que desconoces y consigue perderte. Y eso, hoy en día, es todo un privilegio. Definir la actividad de una persona como alguien que te ayuda a perderte será -posiblemente- una de las obscenidades más potentes del S.XXI. En una era en la que todo está hecho para encontrar y encontrarnos: GPS, Redes sociales, dispositivos con agendas… que exista algo para lo contrario es signo de osadía y autenticidad. De hecho, el título de Amnesia es osado: hablar sobre la pérdida de la memoria cuando parece que lo único que hacemos es acumular memorias sin un sentido nos devuelve una mirada desafiante, una mirada resistente, lúcida que puede que nos ayude a entender y entendernos para qué y qué recordamos lo que recordamos, y si de verdad lo recordamos.


El trabajo de Javi me recuerdan al juego de la Rayuela (tanto al juego infantil como a la obra de Julio Cortรกzar), con una mecรกnica que mezcla el azar (lanzar el tejo nos consigue la casilla de salida) con unas normas que van variando conforme avanzamos (conforme avanzamos va cambiando la casilla de salida) y que nos obliga a estar en una posiciรณn diferente durante su contemplaciรณn (en el caso del juego a una sola pierna, en el caso de las obras con una atenciรณn excepcional) para poder jugar -disfrutar, al fin y al cabo- .


Marina Gonzรกlez Eme


Cada trazo espeso es un ancla. Un paso preciso que codicia saborear la bruma de lo incognoscible, del huracรกn en el mar desprevenido y mรกgico del conocimiento.


En esta oscuridad de mantequilla, simplemente es de noche, pero por ella se escurren los más complejos individuos. Acordes con repetición finita, signos atrapados en una compleja red bajo la luz incandescente de una idea, única, que conecta al que crea con los que quieren creer.


Vivir en la constancia de las interferencias y ser siempre, en vez de ser de vez en cuando. Van sumándose a la lluvia -densa cortina que siempre cala-, logrando descifrar la meteorología del pensamiento. He dejado de buscar, porque sé con certeza el lugar que ocupa todo. En mitad de los trazos de esta catarata acústica, casi casualmente matemática, aparece un destello inocuo, una capa densa que intenta cubrir todo de vacío.


En una ciudad llena de esdrújulas camina la inquietud. Respira y conecta los cables. La soledad es un conjunto mecánico. En esta construcción irracional se dan la mano las palabras fruto de la exactitud. Hay edificios espléndidos, verbos, huellas transitables por las que pasear. Y desde arriba vigila la desconfianza de los buscadores.




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