Rapaces nocturnas

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Los cazadores de la oscuridad

12 de julio de 2016

RAPACES NOCTURNAS

Príncipes de las tinieblas

Con las últimas luces del ocaso, un profundo silencio cae sobre el bosque. Por un instante, parece como si todos los habitantes de la espesura se dispusieran a arroparse a la espera de un nuevo día. La mayoría de los animales, que hasta el crepúsculo han animado con sus voces el paisaje, han buscado refugio para pasar la noche. En esos mismos instantes, un ejército de cazadores Javier Muñoz G (Fotografía & Conservación)

Las rapaces nocturnas, ven bien en la oscuridad y poseen una serie de adaptaciones al servicio de la vida en las tinieblas.

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Los cazadores de la oscuridad

12 de julio de 2016

capaces de moverse sin ver, se preparan para proseguir la tarea de los que ahora duermen: el cárabo y el búho, el mochuelo y el autillo, el búho chico y la lechuza abren a la noche sus redondos ojos. Cada uno de los atributos que los han llevado a convertirse en príncipes de las tinieblas -sus ojos, su silencioso vuelo, su voz, sus garras- son formidables adquisiciones evolutivas al servicio de la supervivencia. La mayoría de las denominadas “rapaces nocturnas”, desarrollan fundamentalmente de noche sus actividades, porque ven bien en la oscuridad y poseen una serie de adaptaciones al servicio de la vida en las tinieblas. La librea que visten está al servicio de la defensa frente a sus enemigos diurnos. Algunas rapaces nocturnas ostentan sobre sus cabezas un par de pinceles de plumas que constituyen una treta adicional, romper el redondo y alarmante contorno de la cabeza en un mundo donde las líneas puras no existen. Es el caso del Búho Real, el Autillo y el Búho Chico.

¿Cómo cazan los príncipes de las tinieblas?

La disimetría de sus oídos les permite localizar cualquier sonido con total exactitud

Sus ojos son Las armas de los cazadores hasta cien veces nocturnos son: ver en la oscuridad, oír más sensibles a la los más leves sonidos de la fauna cuando se desplaza o come y luz que los del aproximarse a sus presas sin hacer hombre. ruido. El ojo de las rapaces nocturnas ha sacrificado la capacidad de ver los colores por la de ser más sensibles a la luz. En sus retinas predominan los bastones, captadores de luz, sobre los conos, que sirven para distinguir los colores. De esta forma, sus ojos son hasta cien veces más sensibles a la luz que los del hombre.

Javier Muñoz G (Fotografía & Conservación)

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Los cazadores de la oscuridad

12 de julio de 2016

A diferencia del resto de las aves, carentes de pabellón auditivo externo, en la cabeza de nuestras amigas, las rapaces nocturnas, existen unos repliegues que captan los sonidos y los conducen al orificio auditivo. Si a esto añadimos la disimetría de sus oídos, comprenderemos que son capaces de localizar cualquier sonido con total exactitud pues la onda sonora alcanza antes uno de los oídos, provocando una instantánea información direccional. Para permanecer inmóviles y no delatar su presencia al rozar sus garras contra la corteza de la áspera atalaya que le sirve de cazadero, la naturaleza ha dotado a estas aves de la capacidad de girar casi 270º su cabeza. De esta forma, pueden barrer su territorio de caza sin dejarse notar. Podemos afirmar que, a pesar de su aguda vista, las rapaces nocturnas cazan de oído, hecho científicamente demostrado (Roger P a y n e y Wi l l i a m Drury). Ahora bien, cabe preguntarse: “¿por qué las presuntas presas no oyen a su presunto predador cuando se lanza sobre ellas?” Desde que el cazador abandona su alto posadero, no existe la más mínima posibilidad de oírlo porque sus alas no producen el más mínimo ruido al batir el aire y su cuerpo se desliza sin delatar su presencia. Esto es así gracias a una mullida capa de plumas que cubre enteramente su cuerpo del que solo sobresalen su pico y las garras. Para perfeccionar su adaptación al silencio, las plumas de sus alas presentan el borde desflecado para no producir el silbido característico de las aves al volar.

Javier Muñoz G (Fotografía & Conservación)

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