Necesitamos mantener, lo menos alterada posible, la cadena trófica (alimentaria) Los animales que se alimentan de vegetales son las presas favoritas de los predadores. Los lobos cazan cérvidos ; los linces, conejos… Pero en un medio tan antropógeno como el mediterráneo, donde no podemos olvidar que el hombre es el más numeroso y eficiente predador, p o d e m o s c o m p ro b a r q u e l o s grandes mamíferos viven donde el hombre los protege como presuntas piezas de caza. Desde la prehistoria, el hombre ha combatido a sus competidores más directos, produciendo la casi extinción del lobo, el oso y el lince. Las rapaces no han corrido mejor suerte. Para proteger a corto plazo sus codiciadas piezas, el predador humano ha desequilibrado todo el ecosistema, poniendo en marcha un proceso de selección negativa que puede resultar catastrófico. La ausencia de predadores naturales supone la falta de selección natural al tiempo que acarrea una explosión reproductiva de los predadores de menor alcurnia (zorros, córvidos, ratas…)
Durante todo el Paleolítico Inferior, la dependencia del hombre de los recursos que le proporcionaba el medio fue muy estricta. A pesar de ello, los cambios en los bosques producidos por la acción humana debieron ser mínimos, pues la relación población-espacio era favorable para mantener el equilibrio ecológico. La incidencia de la acción humana sobre los bosques se agudizó a partir de la revolución neolítica, al unirse la agricultura y ganadería a la caza y recolección como formas de producción de alimentos. La mayor disponibilidad de alimentos originó un aumento demográfico y se rompió así el anterior equilibrio entre población y espacio.
! Las montañas, los bosques, los cauces que conducen las aguas y labran barrancos y cerradas,…. todos los lugares de los que os vamos a hablar, exhiben cicatrices de perdedor acumuladas en su milenario combate con los elementos. Sus pobladores han sabido preservar un estilo de vida sosegado e inmutable, ajeno a las rigideces horarias, gente que distingue entre lo que es fundamental y accesorio. Su mayor riqueza es que se rigen por el profundo conocimiento de quienes se hallan en armonía con la tierra que habitan. ! Un solo vistazo basta para darse cuenta de que estos sitios nunca revelarán todos sus secretos. En ellos, hasta cierto punto, las cosas y los espacios pertenecen a los que saben apreciarlos. Sólo si disfrutamos de nuestra estancia, podemos adueñarnos un poco de los lugares y hacerlos nuestros, aunque sólo sea en el corazón.