Pregón en la red Semana Santa BAEZA 2017

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ueridos hermanos cofrades y amigos, paz y bien.

Llegamos ya a la undécima edición del Pregón de la Semana Santa de Baeza en Red. En esta ocasión el encargado de escribir será mi buen amigo D. Daniel Chamorro Romero. Sobran las palabras de presentación cuando él es conocido por la Baeza cofrade. Dani nació en Baeza el 21 de junio de 1996 en el seno de una familia de gran tradición católica. Hijo de Antonio y Paqui, es el pequeño de 6 hermanos. Cursó sus estudios de Educación Primaria en el Colegio San Juan de la Cruz, y los de Secundaria en el Instituto Santísima Trinidad de Baeza, donde realizó el Bachillerato de Ciencias de la Salud. Actualmente cursa estudios de Grado de Enfermería en la Universidad de Jaén. Dice él que es “macareno” pero, en realidad, su principal devoción es la Semana de Baeza. Muestra de ello es que su afán por colaborar hace que esté allí donde haga falta para echar una mano.

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Desde muy pequeño se ha sentido especialmente identificado con la Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna y María Santísima de la Salud, Esperanza y Amargura “Nuestra Señora de las Lágrimas. Su pasión y sus ganas de trabajar hicieron que desde 2014 entrara a formar parte de la actual Junta de Gobierno, donde se ocupa de la Vocalía de Cultos y Espiritualidad junto con Mariángeles Gámez Rus. En 2017 pasa a formar parte de la Junta de Gobierno de la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Misericordia, María Santísima Madre de Dios en su Limpia, Pura e Inmaculada Concepción y San Juan de Ávila “Las Escuelas”, también en la Vocalía de Cultos y Espiritualidad. No es casualidad que ocupe estos cargos tan importantes en ambas corporaciones, pues Dani es un buen cofrade, sí, pero es aún mejor cristiano. Su formación así lo demuestra. Seguro que estos aspectos se reflejan en el XI Pregón de la Semana Santa de Baeza en la Red. Además de tener un grandísimo currículum cofrade, también es un gran aficionado a la fotografía. Es difícil no encontrártelo por la calle sin su cámara. Colabora desinteresadamente con todas aquellas Cofradías que requieren de sus publicaciones. Amigo, tuya es la palabra. Sé que nos deleitarás con un exquisito pregón que quedará grabado con letras de oro en la memoria viva de la Semana Santa de la Muy Noble y Leal Ciudad de Baeza. Álvaro Curiel Palomares. Pregonero Semana Santa Baeza en la red 2016.

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éjame que te cuente con qué quiero soñar hoy…

Sueño con que llegue esa semana del calendario, para la cual trabajamos sin descanso día y noche, sueño con que el aroma embriagador de la primavera de Baeza inunde nuestras calles, y encaramen al vuelo los roncos tambores en sus ensayos, un solo de corneta a lo lejos que se pierde, que es cuanto menos, recuerdo de nuestra melancólica infancia cofrade. Sueño con ver a nuestros campos florecer, señal de que las cazuelas, hornazos, torrijas y empanadillas de vigilia anteceden a los días grandes de Baeza… Anhelo esas inacabables tertulias, días y tardes de ajetreo, paseos cuaresmales… Largas colas en tintorerías y lavanderías, indicio, un año más, de que al igual que la ceniza nos reconduce a la mundanidad de nuestro ser, los cofrades de Baeza limpian sus túnicas invocando la fe de nuestros mayores, para que en una nueva estación de penitencia pedir indulto anónimo a Dios por nuestros pecados diarios, que son como “un león rugiente que trata de devorar al ignorante”, dijo San Pedro. Ese deseo, ese anhelo de que llegue ya esa, semana, que no es como algunos la quieren vender, afirmando ser una “serie de acontecimientos de marcado folclore que aglutina a un cierto número de turistas”. No. Baeza no celebramos esa semana, celebramos una semana que es Santa, y no profana, en la que los cristianos cofrades la llevamos como baluarte en nuestras vidas. 7 días para evangelizar por las calles, mediante los pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

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Semana Santa, pues Jesús instituye el sacramento de la Eucaristía, evocando el momento en el que su Cuerpo y su Sangre serán para nosotros “Pan de Vida, y Cáliz de Salvación”. No seamos, por tanto, unos ingratos ignorantes, y acudamos a los Santos Oficios del Jueves Santo, porque nuestra salvación pasa por nuestros ojos sin darnos cuenta, y no seamos como la “siembra del sembrador que cae en el espino” (Mc 4). Y como no, es Santa pues Cristo muere en la cruz por ti y por mí; en su corazón rezuma el Amor de un Padre por nosotros, pobres hombres pecadores, que muchas veces no queremos saber nada de Ti.

Todo comienza como ustedes saben más que de sobra. 40 días de trabajo incondicional por y para nuestras Hermandades y Cofradías, en definitiva, para mayor Gloria de Dios y su Bienaventurada Madre la Virgen María. 40 días que pasarán con celeridad, y que poco a poco se irán derritiendo para dar paso a una nueva Semana Santa. Para ello, las Juntas de Gobierno y sus Hermanos organizan los actos centrales de este tiempo litúrgico que anteceden, en última instancia, a la noticia más importante y esperanzadora que la humanidad ha conocido, y que algunos todavía desconocen: la celebración de la Pascua de la Resurrección. Serán tardes de limpieza de candelabros, faroles y respiraderos, montaje de altares que albergarán a nuestros Sagrados Titulares que serán expuestos al culto público. Noches frías de ensayos de costaleros, lectura de boletines, tertulias… en definitiva, nuestra querida Baeza en cuaresma.

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n el barrio de San Antonio, tras un día largo e inquieto, los baezanos acudiremos impacientes a la plazoleta de la Virgen de la Cabeza, un una noche fúnebre y silenciosa, interrumpida por bombos de sonidos raucos, y acompañados por un coro sacro de indescriptible sabor celestial. Poco a poco, los hermanos de la Cofradía del Stmo. Cristo de la Buena Muerte, vestidos de hábito negro y guinda, marcarán con sus cirios, en la lejanía, los confines que conducen al público presente hacia el Señor de San Antonio, que por su Buena Muerte tendremos oportunidad de revivir, cuando nuestros días finitos terminen, en la Jerusalén Celeste: este es el Señor, verdadero Dios, y el que acuda a su presencia en esta noche, no quedará defraudado. Antagónicas circunstancias y momentos viviremos tras la salida de esta joven corporación en la noche del Martes Santo, cuando la dicha del barrio del Ejido salga a nues-

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tras calles y plazoletas, contagiando de alegría y fervor a Baeza. ¿Quién no está feliz, tras la Resurrección de Cristo, cuando ve aparecer al Niño y su Madre de la Virgen de la Cabeza en una soleada y melancólica tarde de Domingo de Resurrección? Ancianos, niños, adultos y jóvenes se suman a esta procesión gloriosa de marcado abolengo baezano, y nos convertimos en niños que buscan sin descanso el rastro jubiloso de esta hermandad. ¡Viva el Niño de los bizcochos!

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No me atrevería a hablar sobre la interpretación del Salmo 50 en la SI Catedral que si Dios quiere volveremos a escuchar, atónitos, en la noche del Martes Santo. Simplemente diré que la Catedral acoge la baezanía pura y dura de este acto. Yo personalmente, por desgracia, he estado pocas veces, pero sin duda alguna es sencillamente impresionante cómo la gente de pie baezanos oran con este Salmo, calando sus súplicas en los tuétanos de los allí presentes. Sé que hay cofrades que todavía no han acudido. Os invito a asistir. Ya me contaréis.

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Pero si hay un día en el que este sueño ‘semanasantero’ comienza es cuando el Rey de Reyes, aclamado por el pueblo de Jerusalén, entre ramilletes de olivos y palmas, entra en el Nido Real de Gavilanes por el barrio de San Ignacio; y es que los baezanos aguardamos, exultantes ver al Cristo de la Borriquilla seguido de la Virgen de Esperanza y Caridad en un desfile pletórico. Nada en su aspecto denotaba síntomas de miedo. Pero este Jesús que quiere entrar en ti a lomos de una borriquilla, se

convertirá en pocos días en varón de dolores. ¡Obsérvalo de lejos, ya viene, ya se acerca, el que libera a Israel en este día festivo y en el que larga es la espera hasta que llega! Niños vestidos de hebreos, tintinean con esfuerzo sus palmas, pues aunque sean pequeños y no lo entiendan, hasta Jesús da labios para que el resto lo comprendan.

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A todos los que estaba a su alrededor sonreía, y los que lo miran cantan con gozo cuando lo ven llegar. “¡Hosanna en el cielo! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” Alégrate baezano, alégrate María, que el mismo Cristo, redentor del mundo, llegará pronto y será recordado el día.

Por el barrio intramuros, la Palabra de Dios se hace viva estampa del Evangelio. A las 5.30h del Viernes Santo, acompañado de Simón Cirineo, Cristo habla a Baeza entre la luz de la aurora: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga”. Agrupados en la Pza. de Santa Cruz, los allí presentes seremos testigos de este testimonial mensaje evangélico. El Señor de la Vera Cruz, camino de su Redención, caminará todos los lugares más recónditos de la ciudad, las envejecidas y nobles piedras de San Felipe Neri contemplarán a Jesús camino de la muerte, a sones del Miserere Chico, y como no podía ser de otra manera, de las tradicionales espinaqueras que se mofan de Cristo escondiéndose bajo túnica franciscana.

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Silencio. Que las cruces de cedro que los hermanos cofrades agarran con ahínco, y los pájaros más madrugadores de la mañana, rompan cuando llegue el día, pues la Aurora tiene ‘partío’ el alma, pero que con tanto amor se abre para darnos su consuelo como sólo lo sabe dar una buena Madre.

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Es en este mismo barrio cuando Cristo se transustancia en Pan y Vino, conformando el sacramento cumbre de la Iglesia Católica. Túnicas de capa y capirotes de terciopelo sacramental nos predecirán el paso de la Hermandad de la Santa Cena que, en una estación penitencial jubilosa, proclaman a los cuatro vientos el único sustento de vida. Es el propio Jesucristo el que llama a nuestra puerta, contiene todo bien, y allá por donde esté todo lo deja limpio con paz. Mantén fija la vista, porque es Ella, la Virgen de la Paz, Madre de la Iglesia, la que al abandonar la Pza. de Santa María une su luz a la del sol, formando una estela de blanca pureza virginal. Cristo del

Amor, Cristo peregrino, entre doce apóstoles da a conocer su destino. ¡Seguid su huella hecha carne, pues ha hecho un pacto nuevo, y solo podrá conocerlo, el que limpio de todo propio y vano anhelo, coma de su pan y beba de su vino.

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Continuando por este marco monumental sin parangón, corazón de Baeza, 2 faroles en la pared aguardando una puerta de madera de húmeda madera, puerta de la Capilla de San Juan Evangelista. Cuando la noche se haga sarga y esparteña, los jóvenes cofrades de Baeza se impacientan por acudir a su joven Hermandad de “Las Escuelas”. Es Lunes Santo. Nos vestiremos con sotana avilista, largos capirotes negros marcarán nuestro caminar, y con el corazón palpitante al pecho, nos dirijiremos a la Santísima Trinidad. ¡Qué desmesura de estampa, Señor del Lunes Santo, Dios de Justicia y Misericordia, tras esa mirada afilada, atravesar los más duros corazones! Tras Él, nuestro refugio en esta tierra, la defensora de las Españas, Pura e Inmaculada Madre de Dios, que se eleva, mayestática, en el altar mayor del templo en la penumbra de un nuevo Lunes Santo, y que verá pasar a sus hijos nazarenos e infantes monaguillos en esta noche silenciosa de cera tiniebla y plegaria estudiantil. 22:00h. Ya falta poco, ya queda menos, que con mi túnica negra, esparteñas, cruz de madera al cuello y disciplina acuda a tu universidad de sabiduría para inmiscuirme en tus llagas, escudo frente a la traición, armadura contra las lanzas del enemigo en esta noche que queremos sea eterna.

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Cuando el sol se esconde tras el Palacio de Jabalquinto, a la Cofradía del Calvario le llega la hora de realizar su Estación de Penitencia. La Pza. de Santa Cruz se convierte por unos instantes, en el Gólgota de Jerusalén, monte que sostendrá al Hijo de Dios crucificado, y erigido entre Dimas y Gestas; en esta tarde de Jueves Santo te dispones a abandonarnos de este mundo, quedando nuestra alma aún más enferma, nuestras manos aún más vacías. Ya lo anunció Rut: “no me llaméis Noemí (placentera), llamadme Mara (amarga), porque el Todopoderoso me ha llenado de Amargura”.

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¡Pero bendita crucifixión de nuestro Señor, Dios del Amor, clavado en el madero si su muerte significa destello de Verdad y Luz que esta sociedad necesita! Bendita muerte, si por ella podemos alcanzar el perdón de Dios. Bendita muerte, si por ella aspiramos al Reino eterno de los cielos. Bendita muerte que no se queda en muerte, sino que se transforma en vida vehemente.

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Baeza es cofrade por sus barrios, el de San Pablo es un buen ejemplo de ello. Ya inmersos en el Viernes Santo, al alba de este día en el que la Iglesia universal llora la muerte del Hijo del Hombre, el Señor del Paso, abrazando la cruz donde se inmolará como cordero, sale a bendecir a su ciudad, en un porvenir de sabor añejo y emblemático, fusión de amalgamas y esencia de esencias, que conforman la estación de penitencia más tradicional de Baeza. ¿Cómo puede ser que abrazando la cruz se llegue a la vida? Pregúntaselo a las familias con hijos enfermos, a los que tienen cáncer, a los que no tienen para beber y comer, pues en la cruz aparece Dios. No es una cruz corriente, es la Cruz de la Vida, del amor por el prójimo y del sacrificio: “el que pierda su vida, la salvará”. Mañana amarga de Viernes Santo, comienzo del 2º día del Triduo Pascual, cuando Baeza se asoma al balcón del clasicismo para contemplar a Jesús Nazareno por la calle de la Amargura, revelando uno de los mensajes centrales de su Pasión, y que se completa en la representación de la 4ª y 6ª estaciones del Vía Crucis en la Plaza de España. ¡Ay! que vacía se queda Baeza, cuando llega el mediodía, y el Señor se dirige a su templo parroquial, rodeado de una gran multitud, evocando el momento el que 2000 años atrás, la Virgen María y la Santa Mujer Verónica, anegadas de dolor, llanto y Amargura, contemplan al Señor tambaleándose por el peso de la cruz, pero manteniendo fija su mirada y su alma, en este ciudad que le proclama, único y verdadero protector.

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El cielo se torna gris. Baeza se empalidece. Jesucristo, en la cruz, muere como sacrificio expiatorio. “¡Eli, eli, lamá, sabactaní!” es en hebreo, lo que Cristo, destrozado, pronuncia crucificado en el ‘patíbulum’, antes de morir: “¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Pero Cristo en Baeza no muere, los hermanos de la Venerable Expiración acuden a San Pablo a orar ante su Señor expirante, a merced de la salvación de sus almas. No decaigáis en el intento, pues su rostro, apuntalado al cielo, lo dice bien claro. “¡Aspirad a las cosas del cielo, y no a las de la tierra!” Arrebatador se nos muestra el Cristo de la Expiración precedido por elegantes tramos de nazarenos de color burdeos, que cada tarde de Viernes Santo exhala el Verdadero Amor a los cuatro vientos de la Patria Chica.

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¿Quién es capaz de ayudar a José de Arimatea y a Nicodemo a bajar al Señor pendido del madero, exánime? Baezano, ¿eres capaz de destaparte para albergar a Cristo, el cual no murió en vano, y vendrá revestido de Gloria para sacarte de la muerte? Una vez que el velo del templo se rasgó en dos, el derramamiento de su sangre certifica su propio sacrificio para abrirnos el camino de la santidad. ¡Qué solemne, elegante y sobrio paso de misterio, que se alza, suntuoso, entre un mar de capirotes blancos, al son del crujir de las maniguetas, y que cobija la Quinta Angustia del Señor del Descendimiento, siendo partícipes de la escena San Juan Evangelista, María Magdalena, María Salomé y María de Cleofás, que no quieren ni observar este tormento. Una desgarradora corneta del Santo Reino presagia que Cristo, en la tarde del Viernes del Señor, desciende a la médula de Baeza. No te quedes ahí, con las rodillas amoratadas, y los brazos sin vida, que esta ciudad te necesita en el cielo, pero también en esta pobre y agria vida.

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Mujer, ¿cómo te sentirías si te encuentras prendiendo a tu hijo muerto e inerte en tus brazos? No respondas, contempla a la Virgen de las Angustias bajo el pavoroso cielo de la tarde. Jesucristo, en los brazos de María, somos nosotros cuando la muerte espiritual del pecado inunda nuestro ser: estamos muertos, sin capacidad de amar, perdonar y sentir; nos ponemos en manos de la Virgen, mediadora de todos los bienes. Las mujeres acompañan de riguroso luto a las Angustias de María, en una añeja estación penitencial. Imperial fortaleza de María, la que abraza sin vida el cuerpo de Cristo. Tristeza y lágrimas resbalan por su semblante. Porque así lo quiso, quiso Dios que la Virgen llorase por nuestras calles con Cristo en los brazos, pidiendo el silencio de los silencios; es el Mesías en el regazo de la prudentísima María el que duerme en una noche de congoja y pesadumbre. Ruega por nos ante Él, no se apague tu grandeza, pues eres el ángel de la guarda, imagen de la virtud, de esta cristiana Baeza.

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En la colegiata de San Andrés, tras ser sepulcrado el cadáver de Cristo, una estrella fulgurante en un océano humeante de oro y plata anda desconsolada por nuestra ciudad en la noche del Jueves Santo. Dolorida y afligida, atravesada por una espada, Fervorosa: fervor de ver en María una luz en la oscuridad, un roca entre el mar, un oasis en el desierto; fervor de Baeza a esta devocional y majestuosa Virgen, sustento de los cristianos, enemiga de la apostasía, que franquea poco a poco las densas filas de nazarenos de raso negro y esparto, y que contiene a Su Divina Majestad en alma, cuerpo y divinidad, ¡primer sagrario de Cristo! Parece que tu pulso se para, nunca imaginamos llegar a verte así; no pases de largo, no cruces sin llamarnos. Trono de sapiencia, Madre llena de Dios, ¿cómo no voy a cantarte, si en Ti está toda la franqueza, y la gloria que hace bello este mundo? Eres perfume, radiante como el sol, mecida en son de plata, desde Rojo a San Andrés, y entrando en tu casa, Estrella de la Colegiata.

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Tras una frenética tarde, y cuando Baeza se recupera y toma fuerzas para vivir y celebrar el Solemne Triduo Pascual, epicentro litúrgico de nuestra fe, y por ende de la Semana Santa, cuando las calles empiezan a llenarse de fieles y cofrades, a primera hora de la mañana del Jueves Santo un Hombre, atado de manos, nos bendice con su caminar cautivador. Es Él, el Cautivo de San Andrés, en este jueves que brilla más que el sol, el que se dirige cabizbajo entre casas de cal y piedra, calle Rojo abajo. ¿Por qué va atado de manos? le pregunta el niño a su padre. ¿Quién hizo tal despropósito, si cuentan de Él que es un hombre bueno? Eres tú, soy yo, somos todos, los que atamos a Cristo sus manos sin descanso, a diario, impidiendo así que cautive nuestra alma. Dejémosle pues, libres sus manos, si quieres el perdón para ti y tus hermanos. Tú, que derramaste tu sangre en rescate de la humanidad, Hijo del lucero del crepúsculo del amanecer baezano, que portada por mujeres valientes, te busca con magnificencia y elegancia, también llena de espanto. En tu palio estás, Trinidad celestial, ¡derrama la luz a los que vamos tras de Ti, sufriendo bajo el yugo asfixiante de la cautividad del pecado!

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Con tintes de azul caridad, la Hermandad de la Sagrada Oración en el Huerto se dispone a realizar manifestación pública de fe en tarde-noche del Domingo de Ramos. Qué importancia la del mensaje de esta representación evangélica. La oración, el diálogo entre Dios y nosotros, pues a través de ella solo está la vía por la que se puede recibir los dones del Altísimo, encuentro con la grandeza divina del Padre. Señor de la Oración en el Huerto, que ora bajo un olivo en San Andrés, en este Getsemaní de penurias y rosarios, ¡admite y ten a bien nuestras súplicas y oraciones! Tenemos sed, estamos destrozados, perdidos y anonadados, sin fe nos encontramos. Transmite las faltas e impertinencias cometidas por pobres hombres que liederan a Sion a tu Madre del Rosario, que como cada noche de Domingo de Ramos, espanta y esfuma al infierno.

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Obediente a Dios, y de San Andrés la armonía, ¡qué grande tiene que ser de Ti, Madre del Rosario, Madre mía! Nazarenos del Huerto con la cruz trinitaria, al anochecer os cobijáis bajo las “chicotás” de los costaleros del Señor de la Oración. Hacedlo con dignidad, pues tenéis la dicha de portar a la Verdad, la única razón por la cual creemos que no hay otro alguien, otro algo que nos prepare una habitación donde derrame su bondad y felicidad eternas.

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Hubo de haber un fuerte viento que no se había visto antes. Testigo fue el cielo plomizo del Gólgota de Jerusalén, cuando Longinos clava una lanza a Jesús, torturado por las heridas, desquiciado y apenas sin vida. Sangre y agua brotaron de su costado, hecho irrefutable. Agua del Bautismo, del costado de Cristo, que contiene la gracia purificadora de Dios, y sangre del Señor, símbolo de comunión, derramada por y para nuestra salvación. Sangre y agua es lo que buscan los hermanos de esta Hermandad del Stmo. Cristo de la Salud. Escapularios trinitarios e incesantes capuchas negras, acompañan al Cristo de la Sangre. Altos guardabrisas de oro contrastan con el oscuro cielo de esta noche Santa de Jueves. No te quedes en casa, no omitas su llamada, que el Señor de la Salud, atravesado de una lanzada, arde en deseos de encontrarse contigo para ofrecerte su sangre y agua para lavar alma, más que saboteada. La Sangre del Señor crucificado vertida en caridad y penitencia. Con la cabeza agachada, encontrándote ya con el Padre, todavía hoy nos derramas tu preciosa sangre. Si el corazón supiera hacerte nuestro guía y compañía con nuestra cruz de cada día…

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Retornando al centro de nuestra ciudad, y cruzando la esquina, presenciaremos majestuoso el duelo de la Virgen y Cristo, que desnudo de amor será sepultado. No por estar muerto su amor desfallece, al contrario, la muerte de Cristo es triunfante y a favor nuestro. Que suene María de los Dolores, que en este Viernes Santo de terciopelo negro y Jerusalén, 2 pebeteros de incienso anuncian a Baeza que Cristo se entierra, que la piedra del sepulcro será incrustada inmóvil en la tierra. Pero como siempre, a su lado en todos los momentos de su vida, hallaremos a la Hija de Sión, incorrupta desde su concepción, perseverante. Ya va quedando menos, poco a poco Baeza se va quedando desierta, que tras un pletórico Viernes Santo y una Semana Santa para el recuerdo, la Procesión Oficial del Santo Entierro torna a su fin. El Señor, postrado sobre plata, entra a la Catedral de la Natividad y San Isidoro, solo se escucha el frío viento que silba por los callejones de alrededor del templo catedralicio, atravesando sus muros, y las parcas, que con su agónico son, nos transportan a verdaderos momentos de muerte y martirio. Que el Cristo Yacente, de mano de la Reina de los Dolores, abra la piedra de nuestro interior, y entre en nuestro sepulcro, nuestra alma.

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El cielo se encapota cuando la Palabra, tal como estaba predicho, se va cumpliendo conforme pasa el tiempo. Un capricho de esta pequeña ciudad sale a las calles manifestando el último de los Siete Dolores de la Stma. Virgen. María, profundamente llena de dolor y amargura, espera tras ser sepultado el cuerpo de Jesús, en memoria y recuerdo del martirio que el Señor ha padecido durante su Pasión y Muerte. Y esperará su gloriosa venida, al tercer día, como lo dice la Sagrada Escritura. ¡Bendita dicha la nuestra, que podemos contemplar a la Rosa Mística carmelitana bajo marchito paso de palio, en la noche en la que ya aguardamos el que venga a nosotros el Regalo de los regalos, y la Vida en la vida. ¡Soledad!, no te atreves a mirar a tus fieles y devotos, pues es tan hondo tu dolor que incluso la luna y las estrellas se esconden; solo la torre de la Catedral se mantiene firme en tu pesar. Pero incluso en la noche, Tú eres la senda y el camino; la luz de tu candelería nos reconforta. ¡Enséñanos a amar a Jesús como lo amaste Tú!, que incluso en la más pura soledad, eres el susurro del espíritu de Dios, y la pena hecha candor.

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Por el barrio de la Magdalena cae. Por San Francisco cae de nuevo, y en Sacramento vuelve a caer. Si no lo conoces, que no pase un año más sin haberlo conocido. Sal a la calle el Miércoles Santo, y ve en busca de aquel que emborracha a Baeza de belleza y divinidad cada vez que sale por el Monasterio de Santa María Magdalena. No hay palabras. Todo el que Lo ve lo dice. No hay palabras para describirlo; su rostro seduce y suscita tantos sentimientos, tantas ideas, reflexiones…que cuando te hace preso de tu mirada el silencio se adueña de ti. Nazareno de la Caída, Hijo de la Gracia y dador de Esperanza, que tu mano nunca se aparte de tu roca, porque nosotros somos esa roca en que apoyas tu inmensidad, transmitiéndonos mansedumbre y perdón. Que la noche del Miércoles Santo sea una conversación sin finitud entre Tú y Baeza; que aunque ya no puedas, aunque de un momento a otro beses el suelo del Nido Real de Gavilanes, entre el raso marrón de tus siervos, y la lúgubre noche de este día, serás aclamado en Baeza camino, andadura y guía, y de Sor Mónica celosía.

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En este 2017, la Semana Santa de Baeza revivirá un momento histórico: el Stmo. Cristo de la Yedra procesionará en la noche del Miércoles Santo tras varios siglos. Una estación de penitencia “desconocida”, pues es un acontecimiento nuevo para nosotros. Aunque estoy seguro, en que la máxima devoción cristífera de la comarca de Baeza volverá a bendecir a cuantos vayan a su paso, ataviado con su peculiar paño de pureza. “Yedra”, advocación no muy extendida pero que nos invita a la adoración de la cruz, como medio de vida y auténtico instrumento de evangelización. Personalmente me recuerda a un fragmento de las antiguas Odas de Salomón, que datan del siglo primero d.C: “Cruz gloriosa, árbol de salvación angosto sendero, puerta estrecha donde el Señor nos ha desposado” Aprendamos del Cristo de la Yedra, que nadie como Él, hecho mortal, tan pobre, pero tan grande, tiene en sí tanto Amor.

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454 años lleva la Cofradía de la Humildad rindiendo culto a Jesucristo presentado por Pilato en la tarde del Jueves Santo. En esta tarde soleada, en la que la mantilla española, los sagrarios y el terciopelo de Lyon del Señor de la Humildad se funden, Cristo es coronado de espinas y preguntado de forma burlesca: “¡Haz de profeta, ¿quién te ha pegado? “¡Salve Rey de los Judíos!” Esta escena evangélica se produce todos los días, por si no eras consciente de ello; sí, ahí afuera. Aquel Mesías que nació de la Virgen como Rey, y adorado por los Magos de Oriente en un pesebre, es ahora un cuerpo desfigurado y entregado por el hombre a la muerte. Te hemos traicionado, una y otra vez. Pero Él es rico en perdón y humildad, por eso cada vez que el Señor atraviesa el pórtico del portón de El Salvador sella con Baeza su sentencia de amor, perdurando hasta el fin de los tiempos. Aun siendo deshecho de los hombres y menospreciado, siempre a su lado se mantiene enhiesta y fiel una Madre, de los Dolores del Rosario, que implora a Dios inundada de aflicción, bajo una bóveda calada de oro.

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Cuando todo parece haberse acabado, cuando parece que todo ya está y al mismo tiempo falta algo, y ya no saldrán más pasos a la calle, en esa noche, en la que Baeza duerme despierta, tendrá lugar sin igual la gran noticia…en la noche de la Vigilia Pascual. ¡Él vive, vive entre nosotros, hoy, ayer y siempre, en el Cielo y en la Tierra! ¡Hoy está a la derecha de Dios, como victorioso y resplandeciente salvador, y allí estará hasta la eternidad de eternidades! En esta gloriosa mañana de Domingo de Resurrección no hay lugar para el pecado, ni espacio para la muerte, pues ahora nuestra vida es Vida, y desde San Andrés lo contemplará Santa María la Virgen en todo su esplendor, alcázar de la cristiandad. ¡Que el sol que más brilla se esconda de vergüenza, que se alzen los dinteles de las puertas, que Satanás retorne al abismo, que testigo es Baeza, de que Jesús vence a la muerte para llenar nuestras vidas de paz, ventura y belleza!

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Pretorio de Jerusalén, tarde del Miércoles Santo, ¿qué pasará en esta bendita tarde, que Baeza acude en masa a la Plaza de El Salvador? Ya van llegando los nazarenos y penitentes de morado a ver a Jesús flagelado entre ventanales de Amargura; ellos y los costaleros no lo quieren ver morir. ¡Porque no hay nadie como Él, mi Señor del Salvador, reo de muerte, que eres exhibido ante la multitud, que se refleja en tu tez cansada y morena, y busca en Ti la fuente de Vida verdadera y la felicidad plena!

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¡Eres Columna de la Iglesia y soporte del pecador, y del que escribe este pregón, su fiel aliviador! ¡Eres Hijo de un manantial de Salud y Esperanza, que aunque por nuestras faltas y manchas, pobres humanos, ves a Cristo en tormentos y sometido a azotes! ¡Eres casa, descanso y morada, y preludio del cielo el que alcanzas, cuando los columneros somos tus costaleros que queremos extirpar tu flagelo! ¡Mi Reina y Virgen de las Lágrimas!, promesa, confianza y de Baeza la Esperanza!

Ya queda menos para acudir a vos en ese mágico Miércoles Santo de cíngulo, incienso y espanto, en el que tus descendientes llevamos tu silueta y tu semblante con punzadas en el alma.

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Darle las gracias de corazón y de una forma especial a Francisco Galiano Cabrera y Pedro Narváez Moreno por su colaboración fotográfica que compone este pregón. Gracias amigos. Asimismo, mi más sincero agradecimiento a Javier Ruiz Olivera por su gran trabajo en la maquetación de este escrito, y que sin él hubiera sido imposible que este pregón hubiera visto la luz. Te debo una Javi. Y cómo no, a mi predecesor, Álvaro Curiel Palomares: muchas gracias por tus palabras sinceras, de cercanía y aprecio hacia mi persona, fruto de muchos años de amistad. Gracias, de verdad. Con el anhelo de que este pregón haya sido mínimamente de su agrado, les deseo una Feliz Semana Santa y una fructífera Pascua de Resurrección. Que el Señor verdaderamente resucite en nosotros.

“Memento homo quia pulvis eris et in pulverem reverteris”

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