Esto es lo más cercano a una titulación universitaria que he tenido en la vida. Y no porque haya tenido impedimentos para hacerlo, sino que mis juicios no me dejaban creer en mis capacidades y la inseguridad me inmovilizaba…., tanto así, que cuando me gradué de Secretaria, preferí que me enviaran el título por correo para evitarme la incomodidad de interactuar con gente…… Todo este proceso de aprendizaje ha sido un descubrimiento impresionante. Cuando me invitan a participar en un diplomado de Gestión y Liderazgo, mi primer juicio fue “otro curso más”, “ojala que no sea una pérdida de tiempo como otros” y los juicios no se aquietaban en mi mente, bloqueando toda posibilidad de esperanza hacia algo positivo. Cuando fui a la primera clase, asistí con mucha curiosidad por ver que se trataba, había delante de mí un personaje muy particular, no era precisamente el típico profesor que uno encuentra en estas capacitaciones, sino todo lo contrario. Más que una clase de contabilidad básica o administración, esto parecía una terapia de shock. Entre los alumnos presentes nos mirábamos incrédulos, nos hablaban de juicios, que sintiéramos desde la guata, a cada juicio que hacíamos este personaje nos instaba a hablar en voz alta, con micrófono, con un telón donde veíamos nuestras caras llenas de vergüenza e incomodidad. Nos reíamos de nervios por lo que pasaba y no entendíamos nada, preparen el cuerpo nos decían…
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Aparecen muchos conceptos como: Chauchas…, los pedidos, las promesas, los estándares, los loop, las interpretaciones, que había tipos de lenguajes, la identidad pública, hasta que llegamos a los estados de ánimo, y supe reconocer que algo me estaba haciendo sentido, reconocí entonces que eso era mi primera chaucha. Aprendí que los estados de ánimo son una amenaza si no los reconocemos y no somos capaces de cambiarlos. Un día me sorprendí de manera casi ridícula haciendo muecas, caminando en círculos como enferma de la cabeza en las clases de teatro. A estas alturas del diplomado, ya no me preguntaba cuando nos enseñarían administración o contabilidad, la primera gran chaucha ya la había asimilado y descubría otra nueva, no me conocía y no me reconocía, fue emocionante ese momento, a estas alturas de la vida y no sabía quien era o lo que quería, sabía que era microemprendedora y hacía chocolates. Me agradaba asistir al diplomado y esperaba con ganas las clases, lo mismo que a las tutorías, donde se generaron fuertes lasos de amistad entre nosotros. Pero esto no era todo, faltaba más, mucho más, descubrí que no tenía tolerancia a los juicios, siempre lo sentí como un ataque personal, al cual tenía que hacerle frente y pelear, o bien dejarme indefensa frente a mi oponente y le daba autoridad a todos quienes me hacían juicios, y las tomaba como verdades absolutas. Después descubrí que no me gustaba hablar con la gente, que cuando tenía un cliente frente a mi lo atendía lo más rápido posible para se fuera lo más pronto que pudiera, para no sufrir esa incomodidad de hablar con un 2
desconocido, porque lo más importante era que me comprara, yo no estaba para escuchar problemas ajenos, tenía suficientes con los míos. Grande fue mi sorpresa cuando comprendí que la venta era una conversación, que tenía que conversar con la gente, que con cada conversación habría mundos, posibilidades para mi, no importaba a quien tuviera en frente, siempre había algo de que hablar, había que desarrollar la habilidad de preocuparme de sus preocupaciones…. Después vino otra gran chaucha no sabía pedir, cuando siempre me considere una persona clara en mis solicitudes. Como no entienden, si es de cajón que estoy pidiendo esto o aquello, como la gente es tan poco avispada, si es obvio lo que estoy pidiendo…., llegué a pensar que los hombres tenían un problema en un lado del cerebro, o no tenían esa área desarrollada, que eran poco sensibles, en resumen que no entendían nada. Descubrí que no había hecho declaraciones por tanto no tenía claro donde quería llegar. Descubrí que la identidad pública es un bien muy preciado, y que debo trabajarlo siempre a conciencia y cumplir con mis compromisos, por dolorosos que sean.. Descubrí que no estaba sola en mi empresa, ojo, empresa lo de microemprendedora a estas alturas había desaparecido, me restaba posibilidades, era una limitante en mi cabeza para hacerme menos competitiva y responsable de la actividad que realizaba. De pronto se me apareció la gente, grande fue mi sorpresa cuando me cayó la chaucha de que no había interactuado 3
con mis compañeros de diplomado, pero ellos tampoco se habían acercado a mi, ellos también tenían los mismos juicios y no nos habíamos dado la posibilidad de conocernos, fue un remezón muy fuerte descubrir que en mi vida había puesto tantos límites, trabas, y que de algún modo habían limitado mis posibilidades de crecimiento y aún lo estaba haciendo. En fin, las chauchas fueron cayendo por montones, el último día parecía traga monedas, comprendí entonces que mi problema no era la falta de declaraciones, siempre busque excusas para que alguien caído del cielo se hiciera cargo de la administración y venta de mis productos, pues durante todo este tiempo me negaba ha enfrentarme a la gente, a relacionarme con ellos, a aprender de ellos, yo solo quería hacer lo que me gustaba, estar en mi cocina haciendo chocolates. Hoy en día, tengo conversaciones con la gente, hago ofertas a gente que no conozco, me atrevo a hablar con gente que deje de ver hace mucho tiempo, y en todos reconozco la igualdad, por más títulos que tenga, ese es un ser humano igual que yo, que tiene preocupaciones como yo, que tiene problemas como yo, y tiene algo que ofrecer a los demás como yo. Señores es tan simple simplificarle la vida a los emprendedores, ocúpense de sus preocupaciones, este diplomado abre mundos, que quede claro: “Este Diplomado, no otro. Quiero partir mis agradecimientos por una persona que tuvo la generosidad de compartir esta experiencia con 4
nosotros, Jaime Muñoz y el equipo de Santiago Agroturístico, considero que fue un regalo, un regalo que nos cambió la vida, estoy segura que nadie quedó indiferente ante este aprendizaje, algunos en mayor o menor grado, pero igualmente importante, aprender a ver lo medular de las cosas. El crecimiento de cada empresario esta dado por la capacidad de conversaciones que tiene, pero para ello debe conocerse a si mismo y estar bien consigo mismo. La experiencia vivida por nuestro grupo de empresarios así lo sintió, muchos de nosotros no sabíamos las capacidades que teníamos y que todo dependía de nosotros mismos, de hacernos cargo de nuestras declaraciones, y no culpar al mundo de nuestros errores. El último día con mucha emoción nos reconocimos en otros, entendimos la importancia de contactarnos, de hablar, este diplomado nos abre mundos, mundos que nos esperan, oportunidades que esperan por nosotros… ahora es el momento, estamos preparados, sabemos que futuro los construimos nosotros, tenemos conciencia de que no lo lograremos solos, para eso estamos listos, aprendimos a comunicarnos. Quiero agradecer a todos quienes tuvieron que ver con este diplomado, la Universidad del Pacífico, Javier, Cristian, Bernardita, Juan Pablo, Daniel, Patricio, Ximena, especialmente a Pepe Martínez, nuestro preparador físico, Pepe es una persona cercana, creíble, transmite su entusiasmo y pasión por lo que hace, nos sentimos muy bien, al recibir este diplomado con tanto profesionalismo, a Iván Morán, nuestro tutor quien semana a semana después de su jornada de trabajo acá en Santiago, nos visitaba en El Caldero para reforzar nuestras experiencias, 5
reconocemos en ti una cuota de compromiso social muy fuerte Iván. En fin a todos y cada uno de ustedes, muchas gracias. Autoridades presentes, quisiera hacerles un pedido, permitan que muchas más Teresas del territorio tengan el despertar que yo tuve, los empresarios del Santiago Agroturístico se merecen la oportunidad que nosotros tuvimos, es la mejor inversión que pueden hacer, darle la oportunidad a la gente de que se conozca, que sepa verse y reconocerse en otros, que las historias personales de cada uno no sean impedimento para lograr el éxito.
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