Trabajo 3 cuento sobre mi práctica, qué tal me quedo

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BENEMERITA ESCUELA NORMAL “Manuel Ávila Camacho”

Curso: El Niño como Sujeto Social

Tema: Cuento Sobre mi Práctica

Maestro(a): Ana María Frausto de la Torre Alumna: Jazmín Vázquez Miranda

Educación Preescolar

Fecha: Jueves 28 de Abril del 2016


¿Qué tal me quedó? Había una vez en un pequeño pueblito llamado Jardines una joven de nombre Meath con muchos sueños por cumplir, ella pasaba horas y horas todas las noches ya acostada en su cama, pero sin una gota de sueño, pensando en todas aquellas cosas que podría hacer en lo que le restaba de vida. Un día tuvo la fantástica idea de hacer una lista con todos aquellos propósitos, dándole más prioridad a lo que ella consideraba un sueño mayor, por lo que el número uno de la lista era ser una exitosa Chef, pero no quería ser como el resto de las cocineras que terminaban abriendo un local de comida rápida o trabajando para un hotel, ella quería algo distinto, era más difícil, y lo sabía, pero ella quería estudiar el arte de la repostería. Después de algunos intentos por fin logró entrar en aquella tan prestigiada escuela de repostería, aunque no solo había personas estudiando repostería, sino de todo tipo de comidas, pero eso no le llamaba la atención, ella quería lo más difícil y si no era eso, entonces no sería. Dentro de la escuela todo marchaba muy bien, aprendía cosas importantes que debía o que no debía hacer en el momento de cocinar, incluso conoció a un amigo que siempre la apoyaba en todo, su nombre era Javier. Una mañana llamarón a Meath y a Javier, se les solicitaba fueran a preparar algunos postres fuera de la escuela, al igual que al resto de sus compañeros, sin embargo todos fueron divididos en diferentes áreas, y ellos dos irían juntos. Rápidamente el miedo se apodero de ellos, pero se tenían el uno al otro que era lo importante, así que buscaron varias formas de llegar hasta ese sitio, tomaron algunos camiones, caminaron un poco, tomaron otro camión, pidieron a un carro los llevara, hasta que por fin llegaron, muertos del cansancio y del miedo se adentraron en la búsqueda de un hotel muy famoso por su infinidad de deliciosos postres. Una vez entrando al lugar, un hombre alto y de un traje muy elegante los dirigió hasta la cocina, donde por lo menos 10 reposteros hacían sus postres tan rápido que siquiera podían notarlo, a un costado sentado sobre un gran sofá y al frente una mesa larga estaba un hombre aún más elegante que el anterior, rápidamente dirigió su mirada hacia los dos niños, se trataba del dueño del hotel, quien imponía mucho respeto.


Javier y Meath caminaron lentamente hasta llegar justo al frente de aquel hombre, _ Mi nombre es Jophiel, y están aquí para demostrarme lo que saben hacer_ dijo apoyando ambos brazos en su gran sofá mientras cruzaba una pierna sobre la otra. _ Así que adelante, la cocina es toda suya_. Una vez dicho esto, se les explicaron a ambos jóvenes las reglas, ellos debían preparar, cuidar y llevar al éxito 30 postres cada uno, estos debían ser diferentes, todos con ingredientes distintos, tamaños distintos, sabores, olores, colores, todo en ellos debía ser especifico de ellos. Solo tenían 3 horas para hacerlo por lo que comenzaron en cuanto el timbre sonó, no era la primera vez que cocinaban algo, pero si era la primera vez que observaban cada movimiento que ellos hacían, mientras el tiempo transcurría se dieron cuenta de que hacer tantos postres en tan poco tiempo era algo casi imposible, que tal vez podrían lograrlo en cantidad, pero no en calidad, sin embargo continuaron haciéndolo, hasta que el timbre volvió a sonar, uno a uno fueron evaluando cada uno de los postres, cada vez que probaban uno de ellos, Meath preguntaba, _ ¿Qué tal me quedó? Pero los jueces solo la miraban y posteriormente se veían el uno al otro, cada uno se agachaba y anotaba algo en su libreta. Cuando por fin concluyó su tormentosa evaluación, los jueces no pararon de juzgar el trabajo de ambos alumnos, en ese momento no importo cuanto se habían esforzado, por lograr lo que ellos querían porque al parecer nada lo habían hecho bien. Entonces Meath se levantó de su asiento y dijo, en su defensa propia y la de Javier, que el tiempo no era el adecuado, que los postres que pedían eran muchos, a lo que Jophiel, respondió de la manera más sabia que pudo haberlo hecho, _ Su único error, es haber preguntado ¿qué tal les quedaron sus postres?, pues eso demuestra que no hay confianza en su propio trabajo, todos los postres quedaron muy bien, a pesar de que el tiempo fue poco, pero eso lo deberían haber sabido ustedes mismos, sin la necesidad de haberlo preguntado a alguien más,_ Esta experiencia no solo les dejo un aprendizaje en el momento, les demostró que no siempre puede haber las mismas preferencias para hacer algo, lo único importante es confiar en sí mismos, hacer las cosas siempre dando lo mejor. Una vez que Javier y Meath volvieron a su escuela, contaron a todos sus compañeros aquella hermosa experiencia, y sobre todo se sentían más seguros de que lo que eran capaces de hacer, pues lo importante no era lo que decían los demás chefs de su comida, sino quienes la probaron…


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