BENEMERITA ESCUELA NORMAL “Manuel Ávila Camacho”
Curso: Desarrollo de Competencias Lingüísticas
Tema: Aprendiendo el lenguaje escrito Relato, (anécdota)
Maestro(a): José Antonio Jasso Lugo
Alumna: Jazmín Vázquez Miranda
Educación Preescolar
Fecha: Martes 17 de Febrero del 2015
APRENDIENDO EL LENGUAJE ESCRITO Relato, (Anécdota) Un Libro Nuevo Todo sucedió en un día tan común, que no vale siquiera la pena mencionarlo, me encontraba como de costumbre en mi cuarto, leyendo uno de mis libros favoritos, era la tercera vez que leía ese libro, pero poco me importaba porque lo leía con el mismo entusiasmo como si fuera la primera vez que mis ojos pasaban por aquellos viejos renglones, llenos de letras que formaban una hermosa historia. Escuche la puerta cerrar, de inmediato supe que mi mamá había llegado a la casa, no dejo pasar ni un momento cuando me pidió que le hiciera algunos encargos, más de fuerza que de gana, me puse el suéter más cercano a mí y tome lo más importante, mis audífonos. Salí apresuradamente de la casa, pero no era por la rapidez con que mi mamá necesitaba sus cosas, en realidad lo que quería era volver a mi libro, desde que salí me percate del inmenso frio que hacía, así que subí el cierre de mi delgado suéter, seguido de mi gorro. Con mis audífonos puestos, caminaba justo al ritmo de la música, esas perfectas notas que sonaban al máximo volumen dentro de mi cabeza. No pensaba en nada, solo me dejaba llevar por la música, en realidad escucharla era lo único que me hacía olvidarme del libro que se había quedado sobre mi cama, entre abierto en las últimas páginas, en las más importantes debo añadir. Eran aproximadamente las 8 de la noche cuando volvía, igual o más rápido que cuando recién salí de casa. Recuerdo ver a los autos ya con las luces prendidas, incluso algunos con los limpiaparabrisas encendidos, pues el gran aire traía consigo un par de gotas. Vi un gran tráfico en la calle principal, varios choferes molestos por la enorme fila que llevaban haciendo ya hacia un rato, sin pensarlo mucho tome mis bolsas y corrí entre ellos, cruce exitosamente pero no le tome importancia, pues mi destino no era la otra acera, era mi casa, así que en la primer esquina doble hacía la derecha, pero mi imprudencia, mi música a su máximo volumen, mi rapidez, y sobre todo mi mente en otra parte, cruzaron la calle sin siquiera detenerme a pensar lo que hacía, mis ojos vieron unas luces muy cerca, mis oídos entre notas y altos cantos, pudieron escuchar un claxon, mis manos soltaron las bolsas que solo rebotaban entre mi necio correr, mi cuerpo solo sintió un duro golpe, y mi alma un dolor. No sentía mucho sufrimiento, pero podía escuchar como las personas corrían, y gritaban que llamaran a emergencias, que clase de persona grita a los demás lo que hagan, si lo podían hacer ellos mismos, cuando note que aun podía criticar un acto más de las personas que me rodeaban supe que estaba bien, o que si no lo estaba en ese momento, lo estaría. Llegaron algunos paramédicos, pero yo ya estaba despierta, ya estaba consiente, y ya me quería ir, aun así no me pude salvar de algunas revisiones que contra mi voluntad me hicieron sobre la camilla. Algunos moretones y dolores por todo el cuerpo me acompañaron por un largo tiempo. Regrese a casa, y deje las cosas sobre la mesa, me volví a encerrar en mi cuarto y llore, llore porque aquella estúpida decisión de cruzar la calle había arruinado mi
tarde perfecta, llore porque el dolor era inmenso, llore porque no sabía que más hacer, pero sobre todo llore, porque ya no tenía más ganas de leer mi libro, ¿será que algo cambio después del golpe en la cabeza?, no sabía nada en ese momento, pero llore. Al día siguiente, abrí los ojos y vi el libro sobre mi mesa, lo tome y pensé, tal vez ese golpe me hizo recordar que ya lo había leído, tal vez es tiempo de comprar otro libro, así que volví a tomar mi suéter, mis audífonos y me dirigí por un nuevo libro, una nueva aventura.