Disparar una fotografía es relativamente fácil, necesitas una cámara (del tipo que sea), algo de luz, mirar por el visor y apretar el botón. Muy fácil, ¿cierto? Tomar una fotografía correcta requiere algo más de destreza, como controlar la exposición y el enfoque. Disparar una foto o, lo que es lo mismo, tomarla, lo puede hacer incluso un niño y, con suerte, puede hasta tomarla correctamente si se dan las condiciones adecuadas y el azar está de tu parte. Ahora bien, ¿significa esto que estas fotos van a resultar atractivas? Lo más seguro es que no, por muy sugestivo que sea lo que esté delante del visor, si te limitas a disparar, es más que probable que obtengas simplemente una imagen más, una que no interese a la retina, que pase tan desapercibida ante tus ojos como un grano de arena en el desierto.
Esto es como lo de que no es lo mismo contarlo que vivirlo, existe el mismo abismo entre disparar y hacer fotografía. Cuando haces una fotografía, la compones, la creas. No necesariamente tienes que crear un escenario o montar una escena (que también puedes), sino que se trata de optimizar lo que tienes delante, de aumentar su atractivo. Cuando tienes una escena frente a ti, ésta tiene tres dimensiones y existen unos sonidos e incluso aromas que estimulan tus sentidos, pero cuando la capturas con tu cámara, quedan dos dimensiones y un solo estímulo, el relacionado con la vista. Con lo cual, gran parte de la belleza o interés que estás percibiendo se pierden por el camino.
También ocurre, en muchas ocasiones, que en la escena hay numerosos elementos distractores que nuestro ojo no percibe, pues centra la atención en lo que le interesa. Sin embargo, la cámara no hace las mismas distinciones que
nuestro cerebro y si hay un cable estorbando, el cable sale. Y si hay una botella al fondo, pues también, igual que el playmóbil del niño o la dentadura del abuelo sobre la mesita de noche. Y un detalle así puede arruinar una foto. En menos de un suspiro. No sé si alguna vez te has dado cuenta de que cuando le das una cámara a alguien que no sabe de fotos para que te haga una dispara y punto, y si se la das a alquien que entiende empieza a decir cosas como estas: Un poco a la derecha, por favor. ¿Puedes quitar esa camiseta de ahí detrás? ¿Os podéis acercar a esa ventana? ¿Te importa si corro esta cortina? Fulanito, ¿te puedes poner al lado de Menganito? O ves a esa persona moviéndose de un lado para otro, agachándose o subiéndose a una silla, cambiando una silla de sitio o quitando un vaso de en medio. Y lo que pensabas que iban a ser cinco segundos se convierten en mínimo cinco minutos. Y es que la diferencia entre una buena foto y una mala foto puede estar en un detalle muy simple y que pueda parecer indiferente. ¿Qué puedes hacer tú para recuperar todos esos matices, esencias y atractivos que se quedan atrás? ¿Cómo puedes dejar atrás las malas fotos y conseguir buenas imágenes? De eso vamos a hablarte hoy, de los recursos con los que cuentas para que tu imagen cobre vida y tenga interés. De cómo crear una obra, porque al fin y al cabo, la fotografía es arte, y tú vas a crear una obra de arte. ¿Quieres saber cómo?
Una fotografía necesita algo de luz para ser tomada y una iluminación adecuada para que esté correctamente expuesta. Esto es lo básico y necesario. Sin embargo, la luz se puede (y se debe) utilizar con otros propósitos.
A través de la luz puedes emocionar, conmover, transmitir distintas sensaciones o incluso utilizarla como protagonista. No tendrá el mismo efecto la luz del atardecer que la del mediodía a la hora de plasmar un mensaje, tampoco ofrece los mismos resultados una luz difusa que una luz dura. En función de lo que desees contar con tu imagen, de lo que necesites potenciar de la escena, debes utilizar la luz más adecuada.
Fotografía de huweijie07170 bajo licencia Creative Commons.
Tampoco vas a transmitir lo mismo con luz natural que con luz artificial. En Blog del Fotógrafo dispones de numerosos artículos que te ayudarán a manejar la luz y utilizarla a tu antojo para crear tu fotografía. También tienes 23 maneras de utilizarla como elemento creativo.
La composición es, junto a la luz, el recurso más importante a la hora de crear una obra fotográfica. Puedes tener la seguridad de que una fotografía que no tenga una composición atractiva pasará completamente desapercibida. Será algo parecido a un jardín sin plantas o en el que sólo crezca la maleza. Seguro que no te quieres quedar en él.
Si disparas simplemente y no pones atención a la hora de disponer los elementos de la escena dentro del encuadre no estás creando una fotografía, estás tomando una foto y tú quieres crear, ¿a que sí? A la hora de componer una fotografía existen ciertas reglas, esto no significa que haya que seguirlas a rajatabla, pero sí que es imprescindible conocerlas para dar el paso entre tomar una foto y hacerla o crearla. Encontrarás situaciones en las que saltarte las reglas te ofrecerá un resultado mucho más interesante, o en las que cometer un error intencionado puede convertir tu fotografía en una gran fotografía, pero sin duda alguna, para llegar a este punto debes pasar por la fase de conocer y saber aplicar estas normas. Existen, además de las normas que te hemos mencionado, muchos recursos compositivos que puedes utilizar para que tu imagen sea atractiva, desde la luz hasta las líneas, pasando por las distintas formas de destacar el centro de interés o las diferentes perspectivas. Si quieres saber más te recomendamos que eches un vistazo a este recopilatorio de artículos publicados en el blog sobre composición fotográfica.
Fotografía de Caro Musso y oskaline bajo licencia Creative Commons
En la imagen de arriba puedes observar dos fotografías de tema muy similar. Podríamos jugar al pasatiempo de encontrar las diferencias, aunque a simple vista ya resulta mucho más agradable la imagen de la derecha que la de la izquierda. La fotografía de la izquierda se ha tomado sin componer, sin tener en cuenta la luz para lo que se deseaba transmitir, simplemente se ha disparado lo que se pensaba que era un paisaje bonito. Por el contrario, la imagen derecha está más trabajada, tiene profundidad, una luz suave que invita a la tranquilidad, el centro de interés está claro, hay una unidad estética y un mensaje claro. ¿Ves ahora la diferencia entre disparar y componer?
Puede que no lo creas, pero el ojo fotográfico se puede entrenar. Aunque ahora no veas una foto que otro sí ve, te maravillas con las fotografías de otros y con su creatividad, con el tiempo serás tú quien acabará viéndolas. Conforme entrenes tu mirada, conseguirás capturar fotografías de motivos aparentemente indiferentes pero que en una foto ganan en atractivo. Caminarás por la calle y verás con ojos de visor y dispararás con una intención clara, no estarás tomando una foto, estarás componiendo y creando. Dale tiempo al tiempo y lo comprobarás.
Aunque existe una corriente que está totalmente en contra de retocar las fotografías, debemos hacer una pequeña pausa para hablar de ello. Es importante cuando haces o compones una fotografía, que seas consciente que puede que tengas que trabajarla con un programa de edición. Ahora bien, editar no es lo mismo que retocar. Entiendo el rechazo al retoque, a crear fotografías para nada naturales, comprendo que la fotografía se debe lograr con la cámara y no en el ordenador. Sin embargo, un poco de edición es en muchos casos necesario. Enderezar unas líneas que han quedado algo inclinadas, ajustar la luz, el contraste, la temperatura de color, retocar un pelín el encuadre porque se ha colado algo justo en el último segundo, etcétera. Esto son cosas que se hacían cuando llevabas tus fotos a revelar y ahora, en la era digital te toca hacerlo a ti. ¿Significa eso que tu foto está retocada? No, significa que está cuidada y trabajada.
Como te hemos comentado, con el tiempo aprenderás a ver donde otras personas no ven. Perseguirás la luz, aprovecharás instantes fugaces y convertirás un momento o escenario feo en una imagen bonita. Será cuando hayas asimilado completamente la diferencia entre disparar y crear fotografías.