Monacato y cultura 1. - Introducción
“Después de la salmodia del coro, la palestra del benedictino es el archivo; después de la oración es el estudio”- afirmaba con énfasis un siglo atrás, un abad benedictino1 empeñado en la investigación del rico archivo de su abadía. Por ello, no nos resultará extraño que tal vez alguien ante el título de esta ponencia se haya podido sentir movido casi connaturalmente a rememorar la prolífica historia de las aportaciones intelectuales y artísticas que desde el mundo monástico han enriquecido la cultura occidental. Y es que todavía está reciente para la memoria histórica el prototipo de monje erudito y el empeño cultural, sustantivado en trabajos de índole especializada, promovido desde los monasterios de las diversas familias monásticas colegiadas a la Regla benedictina durante toda su historia, pero especialmente durante los últimos siglos. Efectivamente, tras las violencias, dispersiones y supresiones monásticas de la revolución francesa y de las ocupaciones del periodo napoleónico se produjo en todos los países europeos, en el clima de la Restauración, una revalorización y recuperación de toda la tradición católica y también de las órdenes monásticas, ascendiendo de sus cenizas tanto en el plano institucional como en la general renovación cultural. En este intento restaurador de las instituciones tradicionales católicas, y en claro empalme con la gran tradición erudita de los maurinos de los siglos XVII y XVIII, se debe colocar la obra restauradora de dom Guéganger. Con ella se trataba de recuperar los valores e instituciones, rescatar modelos, recoger textos y tradiciones, es decir todos los elementos que constituyen lo que llamamos cultura, suprimidos de forma traumática en la época precedente. El fin principal de su establecimiento monástico era ciertamente “re-fundar” una casa religiosa de oración y recogimiento, pero sin desdeñar como fin secundario su deseo de dedicarse, junto con la comunidad por él constituida, a los estudios de las ciencias eclesiásticas en equilibrada distribución temporal orientando de este modo su servicio a la Iglesia.
1
Dom Silvano de Stefano, abad de Cava dei Tirreni, citado por G. PENCO, Spirito e caratteri degli studi monastici tra ottocento e novecento, en Benedictina 29 (1982), p. 152.
1