DE CÓMO LA VIDA MONÁSTICA IMPREGNÓ EL LENGUAJE DEL PUEBLO CON FORMAS DE HABLAR Y EXPRESIONES QUE TODAVÍA PERDURAN EN NUESTRO IDIOMA
JOSÉ LUIS GARCÍA REMIRO
Nuestra lengua se fue impregnando desde sus orígenes por la cultura religiosa de los monasterios, incorporando muchas de sus expresiones. San Agustín ve la inminente invasión de los bárbaros con una mirada perpleja. No le ve salida a la situación que se avecina. Para él, esta invasión de unos pueblos que lo arrasaban todo a su paso, era el fin incluso de la expansión del cristianismo. Y sin embargo a estos pueblos llamados bárbaros, desde este lado de la Historia los vemos como una inyección de sangre joven que devolvió la vitalidad a los pueblos de un Impero Romano ya en decadencia. Los bárbaros arrasaron el Imperio pero pasaron rozando las tapias de los monasterios sin darse cuenta de que en su interior se guardaba toda la cultura de la época. Cuando los invasores se asentaron, salieron de sus monasterios aquellos monjes silenciosos y, poco a poco, fueron civilizando, cristianizando aquellos pueblos rudos pero, en el fondo, sanos. Así como la música gregoriana de los monasterios influyó en la música popular, las expresiones, muchas de las expresiones utilizadas por los monjes y predicadores en el mundo cristiano, dejaron su huella en el lenguaje popular. Nuestra cultura popular discurrió durante siglos por los cauces de la comedia y el sermón. Desde el púlpito y desde el teatro llegaban al pueblo, junto con las ideas, muchas de las expresiones que luego circulaban por el idioma. El teatro popular, al mismo tiempo que reflejaba muchas de las expresiones del lenguaje de la calle, sirvió de resonador de muchas de ellas, que pasaron a generalizarse como un efecto mimético del teatro, que las había tomado de la creación espontánea popular. En muchos de estos casos, no sabemos, ni quizá importa mucho, si la expresión nació en la calle y la generalizó el teatro, o fue el autor teatral quien primero la puso en circulación. Otro tanto podemos decir del impacto que la predicación produjo en nuestro modo de hablar. Nuestra lengua se fue impregnando así desde sus orígenes por el mundo religioso que tenía su más alta expresión en los monasterios. Como un reflejo de esta impregnación, aparecen todavía palabras y expresiones que están [ 199 ]