Guía Kaiser Vintage | Irlanda 94

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asta la segunda mitad de la década de los ochenta, la República de Irlanda era la gran desconocida de las Islas Británicas en términos futbolísticos. De Inglaterra lo sabíamos todo y Escocia era una habitual de las últimas Copas del Mundo. Incluso Irlanda del Norte, de donde habían salido George Best, Pat Jennings y Norman Witheside -el mundialista más joven de la historia-, había estado presente en España 82 y México 86. Hasta Gales, podía presumir de exportar delanteros de prestigio a equipos de primera línea europea, como Mark Hughes al Barcelona e Ian Rush a la Juventus. Pero de Irlanda, ¿que sabíamos de Irlanda?, quizá el recuerdo del paso por el Calcio (Juventus, Sampdoria, Inter y Ascoli) de un elegante mediocampista llamado Liam Brady o simplemente que jamás habían disputado un torneo de selecciones. Incluso, la mala fortuna hacía acto de presencia. Su mejor generación de futbolistas se

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concentraba mayoritariamente en la Liga Inglesa, pero es que la segunda parte de la década de los ochenta, eran sin duda años oscuros para el fútbol inglés. Tras la Tragedia de Heysel en 1985, los clubs ingleses fueron apartados cinco años de las competiciones europeas, así que el conocimiento exterior de aquellos futbolistas irlandeses, era escaso. Precisamente una Irlanda donde aparecían nombres como el propio Brady, el excelente central del Liverpool, Mark Lawrenson, Kevin Sheedy, un talentoso interior izquierdo del Everton, o atacantes como el potente Stapleton -Manchester United- certificaba una nueva ausencia de una gran cita. Por cierto, en aquel equipo también tenía sus minutos un tal Michael Robinson. Esta vez, dos potencias emergentes como URSS y Dinamarca, apartaban del camino de México 86 a una selección irlandesa, con buenos mimbres pero incapaz ya no de ganar, sino de competir.


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El paseo militar de la "Dinamita Roja" de Elkjaer y Laudrup por Landsdowne Road en 1985, marcaría el principio de la mejor época del fútbol irlandés. Aquel 1-4 en el pequeño feudo dublinés, terminó con el ciclo de Eoin Hand al frente de la selección y empezaría con el de un peculiar personaje de ilustre apellido, capaz de transformar a Irlanda en un incordio para cualquier rival y a Landsdowne Road en uno de los mayores fortines del fútbol europeo. Un inglés, campeón del mundo en 1966 y hermano del mito Bobby Charlton, sería el encargado de llevar a Irlanda a las cotas más altas de su historia. Exfutbolista del Leeds y exentrenador del Sheffield Wednesday, Newcastle y Middlesbrogh, el espigado Jack Charlton era el hombre. Sobre él recaería la responsabilidad de llevar a Irlanda a lo que parecía una quimera, clasificarla para la Eurocopa 88. Máxime cuando, para dicho torneo, solo acudían ocho selecciones, las primeras de cada grupo y cuando los rivales irlandeses no eran precisamente peritas en dulce. Tres mundialistas en México 86 como Escocia, Bulgaria y la semifinalista Bélgica, además de la débil Luxemburgo, eran los escollos en el camino hacia Alemania Federal. Bélgica, rocosa y sólida como demostró en México, mantenía el bloque del mundial azteca. Los Pfaff, Gerets, Grun, Vercauteren, Scifo y Ceulemans seguían al frente. Mientras, aquella Escocia poco tenía que ver con la actual, futbolistas como el portero Leighton, el defensa Alan Hansen, los medios Strachan y McStay o la figura atacante “Mo” Johnston, destacaban en un once de buen nivel, la tercera en discordia debía ser una Bulgaria donde ya sobresalía el liderazgo de un veinteañero llamado Hristo Stoichkov. Sin embargo, fueron estos últimos los que sorprendentemente se disputarían la clasificación con una Irlanda que poco tenía que ver con la de años anteriores.

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El equipo que más ejemplificaba la esencia del fútbol das de jugadas de estrategia y juego aéreo. británico, así era la Irlanda de "Big Jack". Sobre el sus- En aquellos años, Landsdowne Road ya estaba labrando tento del gigante Bonner asentado en la titularidad de su leyenda de feudo inaccesible. El pequeño estadio dula portería irlandesa, los centrales Moran y Lawrenson, blinés, al que solo la colocación de gradas supletorias los mediocampistas Whelan, McGrath, Brady y She- ayudaba a rebasar los 30.000 espectadores, se había edy y el potente atacante del Ajax, Stapleton se asen- convertido -gracias a su perpetua imbatibilidad- en el taron los cimientos de una Irlanda que jugador número 12 de la por entonces siempre jugó a lo mismo. Balones a llamada Eire. Los paseos de Dinamarca varios metros sobre el césped, una dey otras selecciones por Dublín habían Jack Charlton pasado a mejor vida y la demostración fensa alta y contundente, un mediocampo que presionaba hasta la facilitó el salto de de esto, fue la decisiva victoria por 2-0 extenuación y el mismo tipo de atasobre la Bulgaria de Dimitrov, Stoichcalidad de Irlanda, cante, ya fuera Stapleton, Aldridge o kov y Sirakov. Los goles de McGrath Cascarino, potentes, finalizadores, aley Moran mantenían viva la ilusión de recuperando jados de la elaboración y cuya misión clasificarse por primera vez para un la esencia del consistía en jugar de espaldas, recitorneo de selecciones, aunque aún biendo uno de tantos balones largos que fútbol británico” hacía falta un milagro en Sofía. Esa llegaban desde la defensa, aguantarlos y victoria sobre los búlgaros aupaba a Iresperar la llegada de unos centrocampistas que se pro- landa a la primera posición del grupo, sin embargo las yectaban en ataque ante la ausencia de pausa y toque en balas irlandesas se habían agotado. No le quedaban más la zona ancha. Esas fueron las inamovibles señas de partidos por disputar, mientras a Bulgaria aún le restaba identidad de una Irlanda directa, física, que tenía como el suyo en casa contra una Escocia que no se jugaba principal función minimizar el juego oponente, para nada, y con la ventaja búlgara de que, un simple empate crecer a través del trabajo y el aprovechamiento de los transportaba de forma directa hacia la Eurocopa de unas ocasiones que en gran mayoría venían precedi- Alemania Federal. Guía Kaiser Vintage


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Nunca habríamos sabido cual sería el destino de la Irlanda de Charlton si Gary Mackay no hubiera estado presente en una fría y oscura noche de Sofía. Mackay era un secundario en la selección escocesa, un mediocampista del Heart que debutaba aquel día en Bulgaria y que no tuvo más recorrido y protagonismo del obtenido allí. Sin embargo, cuando Stoichkov y compañía estaban preparando las maletas para disputar la primera Eurocopa de su historia y casi sin tiempo para más, anotó el gol que certificaba el 0-1 y envíaba a la República de Irlanda por primera vez en su historia a un torneo de selecciones. La suerte que tantas veces había sido esquiva para los irlandeses, colocó la primera piedra de lo que serían los mejores años de sus vidas. Sin embargo, no todo eran buenas noticias para Irlanda de cara a su primera gran aparición internacional. Por

el camino a la Eurocopa 88 se habían perdido dos hombres fundamentales de aquella selección. Lawrenson y Brady, lesionados no podían disputar el torneo. Dos veteranos a los que la mala fortuna les hizo perderse su última posibilidad de disputar un gran torneo con su país. El primero de ellos, un central de gran personalidad, contundente, rápido y de buena salida del balón e indiscutible en el gran Liverpool de principios de los ochenta, formando pareja con el escocés Hansen. El segundo, el gran futbolista irlandés y quien había obtenido más prestigio internacional tras pasar por clubs como Arsenal, Juventus, Sampdoria e Inter. Brady era un mediocampista zurdo de gran visión de juego, inteligente y con talento, alguien diferente y contrapuesto al estilo irlandés.

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En definitiva, dos bajas que unidas a la inexperiencia equipos más competitivos del fútbol mundial en años irlandesa, la colocaban como la cenicienta de una posteriores. Un tanto de Houghton, el hombre de los Eurocopa en la que debía compartir grupo con tres goles históricos servía para ganar a una Inglaterra de los mejores equipos del mundo. que nunca pudo con aquella generación irlandesa. La mejor generación inglesa desde 1966 con Shilton en Solo un postrero cabezazo del holandés Kieft dejó fuera la portería, Wright y un joven Tony de las semifinales a una Irlanda que terAdams en el centro de la zaga, mediominó la Eurocopa, ganando a Inglaterra, campistas como Webb, el capitán Rob- Irlanda consiguió empatando 1-1 con URSS y perdiendo son y Hoddle. El talento de Barnes y in extremis con quien alzaría el trofeo imponerse a una Waddle en los extremos y el remate de días más tarde, la Holanda de Gullit y uno de los mejores delanteros del de las mejores Van Basten. mundo, Gary Lineker. Bonner bajo los palos, una defensa disselecciones de creta Una URSS que presumía de tener al petécnicamente pero impenetrable núltimo Balón de Oro en el rapidísimo Inglaterra de la con dos torres centrales como Moran y Belanov, junto a Dassaev, uno de los McCarthy. El liderazgo de la roca historia por 1-0” McGrath, mejores porteros del mundo, además del convertido en la estrella irlantalento emergente de Mikhailichenko y el habilidoso desa desde su posición de medio defensivo y los infatiZavarov. gables Whelan y Houghton detrás de dos rematadores Completaba el grupo la nueva Naranja Mecánica, la como Aldridge y el capitán Stapleton. Holanda de Van Breukelen, Koeman, Rijkaard, Gu- Solo el bullicioso Tony Galvin y Kevin Sheedy, salían llit y Van Basten, la selección que más estrellas acu- de los cánones de una Irlanda tan directa y física mulaba en el panorama europeo. Estos eran los tres como siempre, que dos años después, en su primer rivales irlandeses en un grupo para echarse a temblar. Mundial de Italia 90 confirmaría lo apuntado en AlePese a ello, aquel torneo mostró lo que sería uno de los mania Federal.

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Un equipo que conocía sus limitaciones, exprimía al máximo sus virtudes y minimizaba el talento rival. Con un once casi idéntico al de Alemania 88, excepto la entrada de sabia nueva como Staunton, un versátil lateral zurdo del Liverpool por Hughton, el mediocampista del Norwich, Townsend por Whelan y el tanque Nial Quinn por Stapleton. Con esos mimbres y encuadrados en el complicado Grupo F, de nuevo junto a ingleses, holandeses y la correosa Egipto, nadie pudo ganar a Eire. De empate en empate, así llegó Eire a las ocho mejores del torneo, prueba del estilo de un equipo que no arriesgaba, que anteponía el no perder al ganar, pero que selecciones con más talento individual como Holanda, Inglaterra y la Rumanía de Hagi en octavos no pudieron derrotar. Solo un gol del juventino Schillaci, tras un mal despeje de un Bonner, al que le acompañó la mala fortuna de fallar en momentos claves, terminó con el trayecto mundialista de una Irlanda a la que solo derrotó la anfitriona Italia en cuartos de final. Con Irlanda asentada en la primera línea europea y Jack Charlton convertido en héroe nacional, aùn quedaba una

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última oportunidad para la mejor generación de futbolistas irlandeses. Tras el Mundial de Italia 90 comenzaron a aparecer caras nuevas en una Irlanda que seguía manteniendo el mismo bloque. Los laterales Irwin y Phelan, el central Kernaghan y sobretodo un joven mediocentro llamado Roy Keane, que se convertiría en el jugador irlandés de la década, venían a reforzar a una selección entrada en años. Es por ello que bastiones como O'Leary, McCarthy, Stapleton y Sheedy disputaron su último gran torneo en Italia. La ausencia de la Eurocopa 92 a manos de su vecina Inglaterra y pese a no haber perdido ningún partido durante la fase clasificatoria, no había variado los planes de un Charlton que seguía exprimiendo al máximo las posibilidades irlandesas. Tanto es así que dominaba su grupo clasificatorio para USA 94 por delante de Dinamarca y una España sin rumbo. La llegada de Javier Clemente al banquillo, en sustitución de Vicente Miera, era el último clavo ardiendo para evitar que España quedara fuera de otro gran torneo, como había ocurrido en Suecia 92.


9 Mientras Irlanda seguía tan cohesionada y regular como siempre, España se debatía entre los conflictos de Clemente con la prensa, un once cambiante y la entrada y salida de futbolistas que nunca tuvieron protagonismo en la selección española, tales como Christiansen, Cristóbal, Aldana, Toni o Solozábal. Hasta que Irlanda, siempre ligada a la España de aquellos años, con quien se había enfrentado en el camino hacia Italia 90, hizo saltar por los aires a la principal señal de identidad de aquella España. Tras empatar con Letonia e Irlanda del Norte, la paciencia de Clemente con una selección que no se correspondía con sus gustos se agotaba a pasos agigantados. De nuevo otro 0-0 esta vez en Sevilla y contra Irlanda, supuso el punto final de la Quinta del Buitre en la selección. A partir de aquel partido, Míchel, Butragueño y Martín Vázquez finalizaron prematuramente su etapa con España. Esta vez, Clemente se jugaría la clasifica-

ción con el tipo de futbolistas que siempre le gustaron. Era un mediodía de Octubre de 1993, cuando España se jugaba el pase mundialista en el inexpugnable Landsdowne Road, y es que cualquier cosa que no fuera ganar le hacía depender de terceros para clasificarse para la Copa del Mundo de USA 94. Clemente, para quien el mejor ataque, era una buena defensa, eligió para jugar contra el equipo más físico de Europa, el once más físico que podía disponer. Ocho futbolistas que con frecuencia jugarían como defensas a lo largo de sus carreras como Ferrer, Voro, Nadal, Giner, Camarasa, Luis Enrique, Hierro y Goikoetxea más el capitán Zubizarreta bajo los palos, el llegador Caminero en mediocampo y el criticado Salinas en punta, realizaron uno de los mejores partidos de la era Clemente y ganaron 1-3 en Dublín, rompiendo la imbatibilidad tras ocho años del pequeño Landsdowne Road.

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Aquel día, Caminero y Salinas -por partida doble- sentenciaron el partido en solo 25 minutos y dejaron sin respuesta a una Irlanda que chocaba una y otra vez con un muro llamado Miguel Ángel Nadal. El central mallorquín hizo el partido de su vida e impactó tanto en las Islas Británicas que varios años después, Ferguson quiso llevárselo a su Manchester United. Clemente había encontrado su equipo ideal, desoyendo los cantos de sirena que le pedían la inclusión de los futbolistas más técnicos del país, como Míchel, Martín Vázquez, Fran y Guardiola, este último era convocado regularmente pero sin la confianza del vasco. Mientras Irlanda, en detrimento de la Dinamarca de los hermanos Laudrup, se clasificaba de nuevo para un Mundial que significaría el final de su mejor generación. La Copa del Mundo de USA 94, sería la última parada en la estación de un equipo que se dividía entre

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la base que jugó en Italia 90 y las nuevas caras reflejadas en futbolistas como Babb, Irwin, Phelan, McAteer, Keane o Coyne. En aquella época, la potencia de McGrath dado su veteranía, había pasado desde el mediocampo a la defensa. Sin embargo, Irlanda seguía manteniendo las raíces que la hicieron grande. El balón largo, la contundencia defensiva, la agobiante presión y el mismo tipo de atacante potente y finalizador, eran los valores por los que se regía el incómodo bloque de Jack Charlton. Encuadrados en el Grupo E, al igual que en los anteriores torneos, Irlanda formaba parte del cuarteto más igualado del campeonato. No por la calidad de sus rivales, ya que solo en Italia se veían opciones de llegar más allá de los 1/4 de final, sino porque entre noruegos, mexicanos e irlandeses no se apreciaban grandes diferencias.


11 El primer escollo irlandés era el más díficil de todos. En el Giants Stadium de New York, y bajo un sol abrasador, debían enfrentarse a una de las favoritas del torneo, la nueva Italia de Arrigo Sacchi. Sin embargo aquella Italia haría de la Copa del Mundo, una continuación de la fase clasificatoria para dicha cita. Hasta allí, llegaron tras jugarse el pase en el último partido frente a la Portugal de Vitor Baía, Couto, Paulo Sousa, Rui Costa y Futre, donde un gol del juventino Dino Baggio terminaría de confirmar el pase. Pese a ello, era una gran Italia. Sacchi había revolucionado el once y había decidido que futbolistas como Ferri, Mancini y Vialli no tenían hueco en la selección. La portería estaba cubierta por Pagliuca y la línea defensiva era la del Milán que un mes antes había ganado la Copa de Europa. Tassotti, Baresi, Costacurta y Maldini formaban la mejor zaga del mundial. El mediocampo, mezclaba la calidad de Albertini y Donadoni y la llegada de Dino Baggio, y en el ataque formaban el goleador de la Serie A, Beppe Signori y la

gran estrella italiana y actual Balón de Oro, el excepcional talento de Roberto Baggio. Mientras, Charlton cambió un matiz del clásico 4-42 que siempre utilizó. La entrada de un mediapunta como el futbolista del Sheffield Wednesday, Sheridan en lugar de un delantero, transformó su habitual sistema a un 4-5-1. Y la idea no pudo salir mejor, el fútbol tosco y físico irlandés, se le atragantó de tal manera a los italianos, que en los primeros minutos, el interior Houghton, adelantaba con un potente disparo a los chicos de Charlton. Mientras, la dupla defensiva formada por la revelación Babb y el veterano McGrath se comían literalmente a Baggio y Signori, y la asfixiante presión de los Keane, Townsend y Houghton ahogaban a Albertini. Así, el partido llegó a su fin con una Italia impotente ante unos irlandeses que apenas le concedían ocasiones. El 1-0 final supuso el comienzo de un agónico torneo para una Italia que llegaría a la final y la victoria más prestigiosa de la historia de Irlanda tras la conseguida en la Eurocopa 88 contra Inglaterra.

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Varios días después en Washington, una Irlanda embriagada de éxito por su victoria ante Italia, se enfrentaba a la actual subcampeona de América, la selección mexicana de Miguel Mejía Barón. Sin embargo, este partido poco tuvo que ver con el disputado en New York. Aquella selección mexicana era un equipo sin figuras rutilantes, solo la extravagancia del pintoresco guardameta Jorge Campos sobresalía en el once. En el resto del equipo, destacaban sus centrocampistas Bernal y García Aspe. Ambos con muy buen disparo, aunque el primero dedicado a la contención y el segundo, un zurdo creativo de muy buen toque. En el ataque, Hugo Sánchez, el icono de la historia del fútbol mexicano, ya no contaba para el seleccionador y por el contrario si lo hacía el atlético Luis García, quien sería el gran protagonista del choque. México, que había perdido en la primera jornada contra Noruega, se adueñó del control del partido, algo que nunca importó para una Irlanda acostumbrada a defender, máxime cuando tras ganar a los italianos, firmaban el empate con los ojos vendados. Sin embargo, Luis García, un incordio para un Phelan desquiciado, cada vez que caía a banda derecha, abrió una brecha demasiado grande para una Irlanda a la que si algo le costaba era atacar. El 2-0, reducido por un gol del ya veterano Aldridge, obligaba a los irlandeses a jugarse su participación en el torneo ante el equipo más semejante

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al suyo que había en USA. La derrota irlandesa contra los aztecas, les obligaba a sacar al menos un empate contra Noruega, para seguir en el torneo. Sin embargo, los nórdicos eran una copia "green", lo que podía traer nefastas consecuencias para los hombres de Charlton. Poderosos físicamente y con un juego directo y vertical. Su llegada al mundial, fue junto a la boliviana, tras eliminar a Uruguay, la gran sorpresa de los participantes en el torneo. Y es que por el camino habían eliminado a la Inglaterra de Gascoigne, Platt, Ince y Shearer, lo que supuso un drama para los británicos. Al igual que Irlanda, el núcleo duro noruego, se encontraba en Inglaterra. Su portero Thorstvedt, jugaba en el Tottenham. El lateral derecho Berg lo hacía en el Blackburn Rovers y el central Johnsen en el Chelsea. En definitiva, todos los hombres claves, menos el habilidoso mediapunta Mykland y el carrilero Bjørnebye que jugaban en Noruega, además de la gran estrella de aquel combinado. Uno de los mejores centrales europeos, el capitán Rune Bratseth que lo hacía en el Werder Bremen. Sin embargo, Irlanda supo aprovecharse de su mayor experiencia y la escasa creatividad noruega, para controlar perfectamente a los escandinavos, empatar a cero y clasificarse como segunda de grupo para los 1/8 de final. Mientras, Noruega quedaba eliminada e Italia se clasificaba como una de las mejores terceras.


13 Por tercera vez consecutiva, Irlanda y Holanda se encontraban en un gran torneo. Holanda se había clasificado como primera de su grupo por delante de Arabia Saudí y Bélgica. Si bien es cierto que los holandeses no habían desplegado ni mucho menos un gran juego. En parte, porque sus dos principales futbolistas, Gullit y Van Basten no habían acudido al mundial. El primero de ellos por problemas personales con el seleccionador Advocaat y el segundo por esa maldita lesión de tobillo que terminó por retirarlo. Aún así, continúaban teniendo un muy buen equipo. El discutido De Goey era el portero. La defensa estaba liderada por el incombustible Koeman como líbero y capitán ante la ausencia de Gullit. El mediocampo era una mezcla de técnica, dinamismo y trabajo con futbolistas como Rijkaard, Winter y Jonk. Y en el ataque sobresalía el rapidísimo extremo Overmars y no solo la gran estrella de Holanda, sino una de las máximas figuras del fútbol mundial, el interista Bergkamp. Un futbolista algo frío pero de un enorme talento, principal referencia holandesa tras la ausencia de Van Basten. La Irlanda compacta y rocosa que se había visto en

los últimos años, olvidó sus raíces en el momento más inoportuno. La defensa fue un coladero, Babb y Phelan acabaron superados una y otra vez por la mejor Holanda del torneo. El trabajo del potente Van Vossen entre centrales y los espacios que obtenían el eléctrico Overmars y el imaginativo Bergkamp, fueron demasiado para una Irlanda que comenzó a perder el partido con fallos individuales, inusuales en un equipo tan sólido. Primero, el lateral izquierdo Phelan, errando un pase ante Overmars que remató Bergkamp y posteriormente el portero Bonner, tan regular como fallón en las grandes citas, facilitaron el 2-0 holandés que terminó con el camino mundialista de la entrañable Eire. La derrota ante Holanda puso el punto y final a la mejor época de la historia del fútbol irlandés. De aquella Irlanda que cogió Jack Charlton en 1986 a la de 1994, mediaba tal abismo como los dos Campeonatos del Mundo y la Eurocopa disputados en apenas seis años. Los Bonner, McGrath, Townsend y Aldridge disputaron su último gran torneo en USA 94, dejando tras de sí a un equipo cohesionado, conocedor de sus defectos para convertirlos en virtudes. o

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COYNE

STAUNTON

SHERIDAN

TOWNSEND

HOUGHTON

KEANE IRWIN

PHELAN BABB

Pat

McGRATH

IRLANDA

BONNER

El futbolista del Celtic de Glasgow, reflejaba en su envergadura, las cualidades de un guardameta dominador del área pequeña, poco espectacular, pero regular y sobrio. Por el contrario, tenía dificultades en las salidas. Desde la Eurocopa 88 hasta la Copa del Mundo 94, fue el indiscutible arquero de la selección irlandesa, lo que le convirtió en uno de los referentes del equipo.

BONNER

Durante muchos años fue indiscutible en el lateral del Manchester United. Denis Irwin destacaba por su rapidez, seguridad en defensa y disciplina táctica. Era un futbolista que a pesar de no tener un marcado carácter ofensivo, medía perfectamente las subidas y doblaba con eficacia al interior. Su polivalencia le permitía adaptarse a cualquiera de la dos bandas, a lo que añadía IRLANDA un excelente golpeo. Una de las principales novedades y la gran revelación irlandesa en USA 94. El por entonces futbolista del Coventry City, realizó una exhibición ante Italia, mostrándose como un central poderoso en el juego aéreo, contundente y rápido en el corte. Aunque discreto técnicamente, disponía de un buen golpeo. Tras el mundial fichó por el Liverpool, donde tuvo un flojo rendimiento. Posteriormente IRLANDA llegó a jugar en el Sporting de Portugal.

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Paul

Denis

IRWIN

IRLANDA

Terry

Phil

BABB

McGRATH

IRLANDA

PHELAN

Desde su antigua posición de medio defensivo, fue uno de los mejores futbolistas de la Liga Inglesa. Allí se destapó como un jugador de excepcional fuerza física e inteligencia. Contundente, disciplinado y con la capacidad de recuperar y distribuir el juego. Paul McGrath era uno de los grandes pilares de la selección irlandesa. En los últimos años de su carrera, formó como central, donde el futbolista del Aston Villa, seguía imponiéndose por veteranía y presencia física. El futbolista del Manchester City, era la principal baza atacante de la defensa irlandesa. Lateral izquierdo de marcada tendencia ofensiva, muy rápido y de buen manejo del balón. A menudo tenía fallos de concentración, lo que le hacían ser mejor atacante que defensor. Su fuerte personalidad le jugaba malas pasadas, transformándola en una contundencia que rozaba la dureza.


15 Hablar de Roy Keane, es hacerlo del gran futbolista irlandés de la década de los noventa y de uno de los mejores de la historia del país. A pesar de su juventud, ya era considerado la gran estrella irlandesa. Como mediocentro, derrochaba tal personalidad que le hizo ser capitán del Manchester United. Futbolista muy completo, que aúnaba físico y técnica, con la capacidad para recuperar, distribuir y IRLANDA llegar desde segunda línea. Ha pasado a la historia irlandesa, como el hombre que anotó los goles que tumbaron a Inglaterra en la Euro 88 e Italia en el Mundial 94. Sin embargo detrás de la figura de este ex jugador del Liverpool y en aquella épòca del Aston Villa había mucho más. Un pulmón que ocupaba la banda derecha del mediocampo, bien dotado técnicamente y con la capacidad de proyectarse en ataque. Era una de IRLANDA las figuras de la selección.

La principal carecterística del futbolista del Aston Villa, era su polivalencia. Gracias a ella, podía actúar como central, interior y lateral izquierdo. Aunque, fue en esta última posición donde más destacó, siendo considerado uno de los mejores laterales zurdos de la Liga Inglesa. Futbolista batallador, veloz y de gran proyección atacante, por encima de estas cualidades, destacaba IRLANDA por su durísimo disparo.

Roy

Andy

KEANE

TOWNSEND

IRLANDA

John

Ray

HOUGHTON

IRLANDA

Tommy

Steve

STAUNTON

SHERIDAN

IRLANDA

COYNE

Capitán de la selección y tras la retirada de Liam Brady, el líder del once irlandés. Centrocampista del Aston Villa con una gran reputación en Inglaterra, aportaba trabajo, personalidad y proyección atacante, lo que lo convertían en un futbolista de ida y vuelta, imprimiendo mucho ritmo y velocidad al juego irlandés. Su trayectoria se divide en equipos ingleses como Norwich, Chelsea y Aston Villa. La decisión de Charlton de sustituir un delantero por un centrocampista ofensivo, favoreció su entrada en el once irlandés. El futbolista del Sheffield Wednesday, era un mediapunta creativo y habilidoso, que además destacaba por su buena visión de juego, llegada al área y lanzamientos de faltas. Como tantos futbolistas irlandeses, realizó la mayor parte de su carrera en Inglaterra. Además del citado Sheffield Wednesday, jugó en el Leeds, Manchester City o Nothingham Forest.

Representaba las características del típico ariete irlandés. Potente, luchador, poderoso en el juego aéreo y sin miedo al cuerpo a cuerpo. El futbolista del Motherwell escocés, era por encima de todo, un finalizador alejado de la elaboración. La ausencia del tanque Quinn y la veteranía de Aldridge le abrieron las puertas de una sorprendente titularidad en USA 94.

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TRAYECTORIA

Irlanda

Mundial 1994 GRUPO E

Jornada 1 | 18-06-1994

Italia 0-1 Irlanda Houghton 11’ Jornada 2 | 24-06-1994

México 2-1 Irlanda García 42’, 65’ - Aldridge 84’ Jornada 3 | 28-06-1994

Irlanda 0-0 Noruega

OCTAVOS DE FINAL 04-07-1994

Holanda 2-0 Irlanda Bergkamp 11’ Jonk 41’

KAISER FOOTBALL DIRECTOR Juan G. Arroita REDACCIÓN Jesús Nuñez González DISEÑO Y MAQUETACIÓN Juan G. Arroita


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