Tradición Católica : Abril-Junio 2019

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Indice Editorial: El diálogo con el islam, casa construida sobre la arena........................ 1 Comunicado del Superior General de la Hermandad de San Pío X...................... 3 P. Davide Pagliarani

Análisis del Documento sobre la fraternidad humana: de la utopía a la herejía ..................................................................................... 5 El Papa Francisco y el islam: del concilio a la religión mundial.......................... 11 P. Mauro Tranquillo

Explicación del islam............................................................................................... 23 Fray Francisco de Tembleque................................................................................. 39 Rvdo. D. Eduardo Montes

La primavera del postconcilio................................................................................ 41 L. Pintas

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Editorial

El diálogo con el islam, casa construida sobre la arena

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a visión que el Concilio Vaticano II tiene de las religiones no cristianas es sumamente positiva. La Declaración conciliar Nostra Aetate canta himnos de alabanza al hinduismo, al budismo, al judaísmo. Con relación al islam, afirma: «La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno. Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren sinceramente una mutua comprensión, defiendan y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y libertad para todos los hombres» (núm. 3). Cuando hablamos del islam, podemos destacar tres puntos característicos. El primero es su “profesión de fe” que, más que una profesión de monoteísmo radical («Doy fe de que no hay más divinidad que Dios y Mahoma es el mensajero de Dios») es, ante todo, antitrinitaria. El islam rechaza como una blasfemia la Santísima Trinidad y, en consecuencia, la divinidad de Cristo. De Nuestro Señor dice mucho bien, menos que es Dios. Dios es único y no ha engendrado, se afirma en el islam, y los católicos son llamados “asociadores”. Dogma de la Trinidad, divinidad de Cristo y Crucifixión son diferencias doctrinales insalvables. En segundo lugar, lo que especifica al islam es su violencia innata. Ya es un mal síntoma que el Corán esté plagado de expresiones violentas y guerreras, en agudo contraste con el Evangelio. El mundo se divide para los musulmanes en dos partes: dar-al-islam, la tierra del islam, y dar-al-Harb, literalmente la tierra de la espada o de la guerra, que corresponde a la que ellos todavía no dominan. En el Corán se ordena expresamente la guerra santa para imponer la religión islámica hasta que los enemigos se conviertan o paguen tributo por dejarles vivir bajo el poder musulmán: «Combatid a quienes no creen en Dios ni en el día del Juicio Final y a quienes no prohíben lo que prohíbe Dios y su Mensajero, y a quienes no practican la verdadera religión tras habérseles dado el Libro, combatidles hasta que humillados paguen personalmente el tributo» (Sura 9, aleya 29). Fomenta la crueldad, alabando el asesinato de un cristiano como una buena obra. El islam surgió desde el primer momento como una religión beligerante y agresora. Finalmente, el islam es una religión profundamente sensual que promueve los


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Editorial: El diálogo con el islam, casa construida sobre la arena

placeres corporales en esta vida y en la otra. En esta vida, el Corán permite la poligamia y facilita el repudio; y en la otra promete un paraíso de deleites carnales, en el que los bienaventurados no cesan de disfrutar de comida, bebida y de bellísimas huríes celestiales prometidas al buen creyente musulmán. La Iglesia, consciente de poseer la verdad, predicaba y procuraba persuadir para, en última instancia, convertir. Si antes trabajaba por evangelizar a los adeptos de las religiones paganas, la Iglesia postconciliar emprenderá un “diálogo” con ellas. Se trata de una nueva mentalidad, pues el diálogo no tiene nunca como fin la refutación del error ni la conversión de aquél con quien se dialoga. La nueva mentalidad aborrece la polémica, considerada incompatible con la caridad, cuando por el contrario es un acto de ella. La Iglesia, pues, abandona su pretensión de ser la única poseedora de la verdad, y en paridad de condiciones disimula su ventaja, silenciando y escondiendo la fe cuando sería preciso manifestarla y defenderla. Otro ejemplo patente de esta infidelidad fue el de la declaración conjunta de Abu Dabi sobre la fraternidad humana el pasado 4 de febrero, analizada muy a fondo en este número de Tradición Católica. ¿Se aparta el Papa Francisco del malhadado espíritu del Concilio, o hasta de su letra en modo significativo? En absoluto. Francisco, como en casi nada, no innova a este respecto, sino que expresa más a las claras, y a veces con estilo vulgar y desenvuelto, las mismas tendencias que se remontan al Vaticano II y desde entonces se agudizan. Él mismo lo reconoció en el viaje de regreso de los Emiratos Árabes Unidos: «Una cosa que quiero decir y lo repito claramente: desde el punto de vista católico, el documento no se ha movido ni un milímetro más allá del Concilio Vaticano II. Nada. […] Es un paso adelante que viene de 60 años, el Concilio que debe desarrollarse. Los historiadores dicen que para que un concilio tenga consecuencias en la Iglesia se necesitan 100 años, estamos a medio camino. […] Es un proceso, los procesos deben madurar, como las flores, como la fruta». El ecumenismo postconciliar no es más que la aplicación de una doctrina desfigurada que conduce a un callejón sin salida. El diálogo con el islam es una ilusión: discutir de religión es un pecado para un musulmán y todo lo que un cristiano podrá enseñarle será, de todas maneras, entendido como falsificación de las Escrituras. Para ellos, el ecumenismo y el diálogo no son sino instrumentos de propaganda. Acabemos con una simple reflexión. Mártires hubo que, con su muerte, ofrecieron un magnífico testimonio. En el martirologio, el día 21 de febrero aparece el caso de San Pedro Mavimeno, el cual, en Damasco, por haber dicho a unos mahometanos que le visitaron estando enfermo: «Todo el que no abraza la fe cristiana católica se condena, como también se condenó vuestro falso profeta Mahoma», fue muerto por ellos. Otro ejemplo lo tenemos en San Perfecto (18 abril), el cual, porque en Córdoba combatía a la secta de Mahoma y profesaba intrépidamente la fe de Cristo, fue degollado por los moros. Tal vez se equivocaron estos mártires que, ajenos a la voz del Espíritu Santo, no supieron reconocer el pluralismo religioso como “sabia voluntad divina” (declaración de Abu Dabi, 4 de febrero de 2019) y no fueron capaces de respetar creencias distintas a las suyas. Tal vez, como Juan Pablo II el 14 de mayo de 1999, debieron en cambio haber besado el Corán y, como también aquel mismo predecesor de Francisco, invocado sobre el islam la protección de San Juan Bautista (plegaria junto al río Jordán, 21 de marzo de 2000). m


Comunicado del Superior General de la Hermandad de San Pío X El 4 de febrero de 2019, el Papa Francisco firmó con el Gran Imán de la mezquita de El Cairo un Documento sobre la Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común.

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a verdadera fraternidad existe sólo en Jesucristo Un Cristo ecuménico no puede ser el verdadero Cristo. Desde hace más de cincuenta años, el ecumenismo moderno y el diálogo interreligioso vienen presentando al mundo un Cristo disminuido, irreconocible y desfigurado. El Verbo de Dios, el Hijo unigénito del Padre, la Sabiduría increada y eterna se encarnó, se hizo hombre; ante este hecho histórico, nadie puede quedar indiferente: “El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama” (Mt. 12, 30). Por el hecho de la Encarnación, Cristo se convirtió en el Sumo Sacerdote de la nueva y única alianza y en el Doctor que nos anuncia la verdad; se convirtió en el Rey de los corazones y de las sociedades y en “el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8, 29). Por lo tanto, la verdadera fraternidad existe sólo en Jesucristo, y única-

mente en Él: “Pues no se ha dado a los hombres otro nombre bajo el cielo, por el cual debamos salvarnos” (Act. 4, 12). Es una verdad de fe que Cristo es Rey de todos los hombres, y que quiere reunirlos en su Iglesia, su única Esposa, su único Cuerpo Místico. El reino que Él establece es un reino de verdad y gracia, de santidad, justicia y caridad y, por consiguiente, pacífico. No puede haber verdadera paz fuera de nuestro Señor. Por lo tanto, es imposible encontrar la paz fuera del reino de Cristo y de la religión que Él fundó. Olvidar esta verdad

es construir sobre arena, y Cristo mismo nos advierte que tal empresa está destinada a perecer (cf. Mt. 7, 26-27).


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Comunicado del Superior General de la Hermandad de San Pío X

El Papa Francisco en el vuelo de regreso de los Emiratos Árabes dialogó con los periodistas: el Documento sobre la Fraternidad Humana es un paso adelante que viene del Vaticano II: «Una cosa que quiero decir y lo repito claramente: desde el punto de vista católico, el documento no se ha movido ni un milímetro más allá del Concilio Vaticano II. Nada. El documento ha sido realizado en el espíritu del Vaticano II. Antes de tomar la decisión de decir: está bien así, lo terminamos así, se lo he hecho leer a algún teólogo e incluso al Teólogo de la Casa Pontificia que es dominico con la hermosa tradición dominicana, no para ir a la caza de brujas, sino de ver lo correcto. Y él lo aprobó. Si alguno se siente mal, lo entiendo, no es algo cotidiano y no es un paso atrás. Es un paso adelante que viene de 60 años, el Concilio que debe desarrollarse. Los historiadores dicen que para que un concilio tenga consecuencias en la Iglesia se necesitan 100 años, estamos a medio camino. A mí también me ha pasado. Leí una frase del documento que me sorprendió y me dije: no sé si es segura. Sin embargo, ¡era una frase del Concilio! En el mundo islámico hay diferentes opiniones, unas más radicales, otras no. Ayer, en el Consejo de Sabios había al menos un chiíta y ha hablado bien. Habrá discrepancias entre ellos... pero es un proceso, los procesos deben madurar, como las flores, como la fruta».

El Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado por el Papa Francisco y el gran Imán de Al-Azhar, es sólo una casa construida sobre are-

na. Es, además, una impiedad que desprecia el primer mandamiento de Dios, y que hace decir a la Sabiduría de Dios, encarnada en Jesucristo que murió por nosotros en la Cruz, que el “pluralismo y la diversidad de las religiones” es “una sabia voluntad divina “. Tales afirmaciones se oponen al dogma que afirma que la religión católica es la única religión verdadera (cf. Syllabus, proposición 21). Se trata de un dogma, y lo que se le opone se llama herejía. Dios no puede contradecirse a sí mismo. Siguiendo a San Pablo y a nuestro venerado fundador, Mons. Marcel Lefebvre, bajo la protección de Nuestra Señora, Reina de la Paz, continuaremos transmitiendo la fe católica que hemos recibido (I Corintios 11, 23), trabajando con todas nuestras fuerzas por la salvación de las almas y de las naciones, mediante la predicación de la verdadera fe y de la verdadera religión. “Id, enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mt. 28, 19-20). “El que creyere y se bautizare, se salvará; el que no creyere, será condenado” (Mc. 16, 16). 24 de febrero de 2019 R. P. Davide Pagliarani, Superior General Mons. Alfonso de Galarreta, Primer Asistente R. P. Christian Bouchacourt, Segundo Asistente.


Análisis del Documento sobre la fraternidad humana: de la utopía a la herejía El 4 de febrero de 2019, el Papa Francisco firmó un documento titulado “La Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común” junto con el Gran Imán de la Universidad Al-Azhar de El Cairo. Aunque en el Documento se menciona el nombre de Dios, el de Jesucristo es ignorado completamente. La Iglesia católica quiere hacer causa común “con los musulmanes de oriente y occidente” para construir un mundo al servicio de la fraternidad humana y de la paz universal. Una utopía que conduce a la ruina del catolicismo.

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na continuación de “Le Si­ llon”

En el prólogo del Documento se invita a “todas las personas que llevan en sus corazones la fe en Dios y la fe en la fraternidad humana, a unirse y trabajar juntas”. Esta invitación para trabajar en aras de la fraternidad humana “salvaguardando la creación y el universo entero y apoyando a todas las personas”, es El movimiento de Le Sillon, pretendía aceptar su tiempo tal como es, amarlo tal como es, simpatizar con cualquier búsqueda sincera de la verdad de cualquier doctrina que proceda, con todo el esfuerzo hacia un ideal superior, inspirado en cualquier credo, sin distinción, buscar entre sus miembros y aquellos que no compartían sus ideas los puntos comunes mediante los cuales se podía establecer el acuerdo. A ello respondió San Pío X, a través de la encíclica Notre Charge Apostolique, del 25 de agosto de 1910: «No se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no esta por inventar ni la ciudad nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata mas que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopia malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo, restaurarlo todo en Cristo ((Ef 1,10).

muy similar al movimiento Le Sillon de Marc Sangnier (1873-1950), condenado por el Papa San Pío X desde 1910. El movimiento Le Sillon no era más que una gran utopía, que bajo el lema


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Análisis del Documento sobre la fraternidad humana: de la utopía a la herejía

“dignidad humana, libertad, justicia y fraternidad”, los modernos innovadores liderados por Sangnier querían renovar la Iglesia y construir una humanidad nueva. Todo esto efectuando un llamamiento para la creación de un nuevo mundo donde una fraternidad mal entendida, basada en una noción ambigua y falsa de la dignidad humana, sustituía a la verdadera caridad basada en la fe. San Pío X vio en este movimiento la ruina del catolicismo: “Pero más extrañas todavía, terribles y dolorosas a la vez, son la audacia y la ligereza de espíritu de los hombres que se llaman católicos, que sueñan con reformar la sociedad en tales condiciones y con establecer sobre la tierra, por encima de la Iglesia católica, ‘el reino de la justicia y del amor’, con obreros provenientes de todas partes, de todas las religiones o sin religión, con o sin creencias, con tal que olviden aquello que los divide: sus convicciones filosóficas y religiosas, y que antepongan lo que los une: un generoso idealismo y fuerzas morales tomadas de ‘donde les sea posible’. “Cuando se piensa en todo lo que ha sido necesario de fuerzas, de ciencia, de virtudes sobrenaturales para establecer la ciudad cristiana, además de los sufrimientos de millones de mártires, las luces de los Padres y de los Doctores de la Iglesia, la abnegación de todos los héroes de la caridad, una poderosa jerarquía nacida del cielo, los ríos de gracia divina; todo lo edificado, unido y compenetrado por la Vida y el Espíritu de Jesucristo, Sabiduría de Dios, Verbo he-

cho hombre; cuando se piensa, decimos, en todo esto, queda uno admirado de ver a los nuevos apóstoles esforzarse por mejorarlo con la puesta en común de un vago idealismo y de las virtudes cívicas. “¿Qué van a producir? ¿Cuál será el resultado de esta colaboración? Una construcción puramente verbal y qui-

Entre los días 3 a 5 de febrero, el papa Francisco promovió una visita a los Emiratos Árabes Unidos, en lo que constituye la primera visita de un jefe de la Iglesia Católica a la Península Arábiga, cuna del islam. El Pontífice fue acogido aún a bordo por el nuncio apostólico en los Emiratos, monseñor Francisco Montecillo Padilla. Después de dejar la aeronave, Francisco fue acogido por el Príncipe heredero Jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan y dos niños en vestiduras tradicionales que le ofrecieron flores. La acogida oficial, acompañada de canciones tradicionales, no preveía discursos.

mérica, en la que veremos reflejarse desordenadamente y en una confusión seductora las palabras de libertad, justicia, fraternidad y amor, igualdad y exaltación humana, todo basado sobre una dignidad humana mal entendida. Sera una agitación tumultuosa, estéril para el fin pretendido y que aprovechará a los agitadores de las masas menos utopistas. Sí, verdaderamente, se puede afirmar que Le Sillon se ha hecho compañero de viaje del socialismo, teniendo la mirada puesta en una quimera.” Resulta doloroso constatar que el


Análisis del Documento sobre la fraternidad humana: de la utopía a la herejía

Papa Francisco sigue resueltamente los pasos de los herederos de Marc Sangnier, fundador de Le Sillon. Ahora será en “nombre de Dios”, “en nombre del alma humana”, “en nombre de los pobres”, “en nombre de los pueblos”, “en nombre de la fraternidad”, “en nombre de la libertad”, “en nombre de la justicia y de la misericordia”, que católicos y musulmanes deberán entablar un diálogo para “difundir la cultura de la tolerancia, de la coexistencia y de la paz.” El papel de las religiones en la construcción de la paz mundial: herejía y blasfemia. El Documento firmado conjuntamente por el Papa conduce al relativismo doctrinal y al indiferentismo religioso. Para promover “los valores de la paz” y la fraternidad humana, el conocimiento recíproco y la convivencia común, “la sabiduría, la justicia y la caridad”, “el significado de la religiosidad”, etc., las distintas religiones son presentadas como queridas por Dios. Ya no existe, contrariamente a lo que enseña San Pablo, “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Ep. 4, 5), sino una multitud de credos, la verdadera fe se rebaja y se pone a la par con las creencias inventadas por los hombres y los demonios. Así es como lo expone la Declaración: “El pluralismo y la diversidad de religiones, de color, de sexo, de raza y de lengua son una sabia voluntad divina, según la cual Dios creó a los seres humanos”. Esta afirmación es falsa - es una herejía - y la atribución hecha a la Sabiduría divina es una blasfemia. El Hijo de Dios dijo claramente:

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“Yo soy la puerta. Si alguno entra por Mí, será salvo” (Jn 10, 9). Y también: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por Mí” (Jn 14, 6). Ocultar la verdad salvífica afirmando que “el pluralismo y la diversidad de religiones... son una sabia voluntad divina” es naufragar en la confesión de la verdadera fe y una gran falta de caridad hacia los confundidos, extraviados, infieles o incrédulos. “¿Qué concordia entre Cristo y Belial? ¿O qué comunión puede tener el que cree con el que no cree?”, preguntaba ya desde entonces San Pablo (2 Cor. 6, 15).

El Papa Francisco recibió un inesperado saludo en español de parte de un niño en Emiratos Árabes Unidos a su llegada en el aeropuerto presidencial de Abu Dhabi: “Buenas noches Su Santidad. Es para mí un placer darle la bienvenida a mi país… espero que disfrute y se sienta en casa”, dijo el niño. “Te felicito por el español”, respondió el Papa y le obsequió un rosario al pequeño.

Partiendo de este falso principio, el Vicario de Cristo despliega en consecuencia las libertades individuales que se encuentran contenidas en la Declaración de los Derechos del Hombre y en la Declaración conciliar sobre la Libertad Religiosa: libertad de creencia, de pensamiento, de expresión y de acción, para toda persona o grupo religioso (cf. Dignitatis humanae, 7 de diciembre de


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Análisis del Documento sobre la fraternidad humana: de la utopía a la herejía

1965). Éste es precisamente el plan de la masonería. Hacia la paz mundial Más adelante, la Declaración conjunta católico-musulmana pide: “la protección de los lugares de culto - templos, iglesias y mezquitas”, e insiste en la condena del terrorismo, que no debe instrumentalizar la religión. ¿Es esto una forma de exonerar al islam opresor y conquistador, para el cual la yihad es un elemento esencial? Es muy probable que así sea, puesto que el texto menciona en términos vagos “la acumulación de interpretaciones erróneas de los textos religiosos” pero también “las políticas de hambre, pobreza, injusticia, opresión, arrogancia...” (sic) El Documento finaliza sugiriendo “establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y renunciar al uso discriminatorio de la palabra minorías, que trae consigo las semillas del aislamiento e inferioridad”. ¿Es esto un ejemplo de la Neolengua al servicio del nuevo mundo y de la integración de las comunidades musulmanes? El texto estaría incompleto sin un llamamiento a reconocer “el derecho de las mujeres a la educación, al trabajo y al ejercicio de sus derechos políticos”, la defensa de los derechos fundamentales de los niños, los ancianos, los débiles, los discapacitados, los oprimidos, etc. La Declaración finaliza con el firme compromiso de la Iglesia católica y de la Universidad Al-Azhar de cooperar para difundir este documento, promoviendo su aplicación en los ámbitos político, le-

gislativo, escolar, educativo, etc. Finalmente, hace múltiples llamamientos a la fraternidad y a la sensibilización “para alcanzar una paz universal”. No hay verdadera fraternidad fuera de la caridad cristiana Para entender hasta qué grado esta Declaración es nociva y perjudicial al verdadero espíritu católico y a la verdadera fe en el verdadero Dios, basta con leer a San Pío X. En su encíclica mencionada anteriormente, Notre Charge Apostolique, del 25 de agosto de 1910, San Pío X explica

El papa Francisco reunido en el palacio presidencial de Abu Dhabi con el vicepresidente de Emiratos Árabes Unidos (EAU) y gobernante de Dubai, Sheik Mohammed bin Rashid al-Maktoum, y el príncipe heredero de Abu Dhabi, bin Zayed Al-Nahyan.

lo que se oculta detrás de esta “noción de fraternidad, cuya base [los innovadores] colocan en el amor de los intereses comunes, o por encima de todas las filosofías y de todas las religiones en la simple noción de humanidad, englobando así en un mismo amor y en una igual tolerancia a todos los hombres con todas sus miserias, tanto intelectuales y morales como físicas y temporales. “La doctrina católica nos enseña que


Análisis del Documento sobre la fraternidad humana: de la utopía a la herejía

el primer deber de la caridad no está en la tolerancia de las opiniones erróneas, por muy sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica ante el error o

Tras los honores militares y la interpretación del himno de la Ciudad del Vaticano y de los Emiratos Árabes Unidos, el príncipe y el Papa hicieron la presentación de los miembros de sus respectivas delegaciones.

el vicio en que vemos caídos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual y moral, no menos que en el celo por su bienestar material. Esta misma doctrina católica nos enseña también que la fuente del amor al prójimo se halla en el amor de Dios, Padre común y fin común de toda la familia humana, y en el amor de Jesucristo, cuyos miembros somos, hasta el punto de que aliviar a un desgraciado es hacer un bien al mismo Jesucristo. Todo otro amor es ilusión o sentimiento estéril y pasajero. Ciertamente, la experiencia humana está ahí, en las sociedades paganas o laicas de todos los tiempos, para probar que, en determinadas ocasiones, la consideración de los intereses comunes o de la semejanza de naturaleza pesa muy poco ante las pasiones y las codicias del corazón.

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“No, Venerables Hermanos, no hay verdadera fraternidad fuera de la caridad cristiana, que, por amor a Dios y a su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador, abraza a todos los hombres, para ayudarlos a todos y para llevarlos a todos a la misma fe y a la misma felicidad del cielo. Al separar la fraternidad de la caridad cristiana así entendida, la democracia, lejos de ser un progreso, constituiría un retroceso desastroso para la civilización. Porque, si se quiere llegar, y Nos lo deseamos con toda nuestra alma, a la mayor suma de bienestar posible para la sociedad y para cada uno de sus miembros por medio de la fraternidad o, como también se dice, por medio de la solidaridad universal, es necesaria la unión de los espíritus en la verdad, la unión de las voluntades en la moral, la unión de los corazones en el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo. Esta unión no es realizable más que por medio de la caridad católica, la cual es, por consiguiente, la única que puede conducir a los pueblos en la marcha del progreso hacia el ideal de la civilización”. Por haber olvidado lo anterior, los papas actuales persiguen una quimera apoyando la gran corriente de apostasía, de indiferentismo y de confusión en el mundo. El origen de esta desviación se encuentra en el Concilio Vaticano II y su constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual: “Al proclamar el Concilio la altísima vocación del hombre y la divina semilla que en éste se oculta, este santo Sínodo ofrece al género humano la sincera colaboración de la Iglesia para lograr la fraternidad universal que responda a


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Análisis del Documento sobre la fraternidad humana: de la utopía a la herejía

esa vocación” (Gaudium et Spes, n°3). Al adoptar los valores liberales del mundo actual, la Iglesia ha retomado

la ideología de Le Sillon y su utopía que San Pío X, el papa de la fe, ya había condenado. m

San Juan Bosco escribió un libro de apologética llamado El Católico instruido en su religión: Conversaciones de un padre de familia con sus hijos, según las necesidades del tiempo en 1853, en el que habla en forma dialogada para gente sencilla de la veracidad de la Fe Católica y de los errores de las sectas, herejías y demás religiones falsas. Mención especial merece la Plática XIII, sobre el islam. He aquí algunas de las preguntas: Hijos: ¿Puede decirse propiamente que Mahoma fuese un hombre letrado? Padre: De ninguna manera, ni mucho menos sabía escribir; y para componer su Alcorán fue ayudado de un hebreo y de un monje apóstata. Hablando de la Historia Sagrada confunde un hecho con el otro; por ejemplo, atribuye a María, hermana de Moisés, más hechos que los que conciernen a María, madre de Jesucristo, con muchísimos otros despropósitos. Hijos: Esto me parece impresionante: si Mahoma era ignorante, ni hizo ningún milagro, ¿cómo pudo propagar su religión? Padre: Mahoma propagó su religión, no con milagros o con la persuasión de las palabras, sino con la fuerza de las armas. Religión que, favoreciendo toda suerte de libertinaje, en poco tiempo hizo convertir a Mahoma en jefe de una formidabile tropa de milicianos. Con ellos recorría los países del Oriente ganándose a las gentes, no con insinuarles la verdad, ni con milagros o profecías; sino que por único argumento alzaba la espada sobre las cabezas de los vencidos gritando: o creer o morir. Hijos: Qué canalla, ¿son estos los argumentos que se deben usar para convertir a la gente? Sin duda, siendo Mahoma tan ignorante, ¿hubiera diseminado en el Corán muchos errores? Padre: El Alcorán contiene una serie de errores a cual más inmensos contra la moral y contra el culto del verdadero Dios. Por ejemplo, excusa de pecado a quien niega a Dios por temor de la muerte; permite la venganza; asegura a sus secuaces un paraíso, pero lleno de solos placeres terrenos. En resumen, la doctrina de este falso profeta permite cosas tan obscenas, que el alma cristiana tiene horror de mencionar. Hijos: ¿Qué diferencia hay entre la Iglesia Cristiana y la Mahometana? Padre: La diferencia es grandísima. Mahoma fundó su religión con la violencia y con las armas: Jesucristo fundó su Iglesia con palabras de paz, sirvéndose de los pobres sus discípulos. Mahoma fomentaba las pasiones, Jesucristo mandaba el negarse a sí mismo. Mahoma no hizo ningún milagro, Jesucristo hizo muchísimos milagros a plena luz del día y en presencia de innumerables multitudes. Las doctrinas de Mahoma son ridículas, inmorales y corruptoras: las de Jesucristo son augustas, sublimes y purísimas. En Mahoma no se cumplió ninguna profecía; en Jesucristo se cumplen todas. En síntesis, la Religión Cristiana, en cierta manera, conduce al hombre feliz en este mundo para elevarlo después a los gozos del Cielo; Mahoma degrada y envilece la naturaleza humana, y cifrando la felicidad en los placeres carnales, reduce al hombre al grado de los animales inmundos.


El papa Francisco y el islam: del concilio a la religión mundial P. Mauro Tranquillo

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ecientemente un texto ha causado sensación: el Documento sobre la fraternidad humana, por la paz mundial y la coexistencia común, firmado por el papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar el pasado 4 de febrero, con ocasión de la visita del Papa a los Emiratos Árabes Unidos. Esta declaración fue firmada por el papa Francisco “en nombre de la Iglesia católica”: es pues indispensable, para nosotros católicos, tomar abiertamente posición contra un texto que no tiene nada de católico, para no vernos implicados en una falsa profesión de fe hecha asimismo “en nuestro nombre”. Aunque firmada por el Papa, en efecto, esta declaración no es un acto magisterial, y contradice incluso los mandamientos del magisterio y de la religión: he aquí por qué podemos advertir errores en la misma y tomar posición contra ella. El título mismo del documento recuerda claramente una terminología de sello masónico: la fraternidad es una noción típica de las logias, que se sustituye a la caridad y a la comunión de los santos (las cuales implican la auténtica fe católica, única causa de verdadera unidad entre los hombres); en cuanto a la “paz mundial”, fetiche de todos los ecumenistas de la época de la reunión

de Asís en 1986, es otro mito masónico que justifica la destrucción de todo elemento de división entre los hombres, en particular el auténtico catolicismo, y que recuerda al título y las ideas del célebre opúsculo de Kant La paz perpetua (1795).

El Papa regaló al príncipe un medallón de bronce que representa el encuentro de San Francisco con el sultán Malek al-Kamel que tuvo lugar en 1219. El príncipe heredero, por su parte, regaló al Papa una copia del acta notarial firmada el 22 de junio de 1963 mediante la cual se donaba un terreno para la construcción de la primera iglesia en los EAU. El Papa firmó en el libro de honor del Palacio Presidencial: “Con gratitud por su cálida bienvenida y hospitalidad y con la promesa de recordarles en mis oraciones, invoco sobre Su Alteza y sobre el pueblo de los Emiratos Árabes Unidos la bendición divina de paz y solidaria fraternidad”.

¿Qué Dios para la fe de dos religiones? En el prefacio se menciona una “fe” en Dios cuyo fruto sería la fraternidad


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El papa Francisco y el islam: del concilio a la religión mundial

humana. Veremos que esta fe no puede ser la fe católica, pero probablemente tampoco la fe musulmana. En efecto, no es una fe que pueda comprenderse en el sentido clásico, como adhesión a una revelación exterior: el contenido de esta revelación es incluso completamente indiferente, puesto que es válido tanto para el cristiano (para quien Dios ha revelado que es trino y encarnado) como para el musulmán (para quien Dios ha revelado que no es ni trino ni encarnado). No hablamos de conocimientos sobre Dios más o menos determinados, o de niveles de conocimiento diferentes pero compatibles, como podría ser el caso de quienes conocen a Dios por medio de la razón natural pero no tienen noción de la Revelación: ese discurso no es válido a priori para quienes (como los musulmanes) han rechazado explícitamente la revelación, creando un Dios cuya noción no es “preparatoria” a la fe cristiana, sino contradictoria con ella. En este sentido, evocar (como algunos han hecho) la Suma contra los gentiles de Santo Tomás, que quiere apoyar la disputa (distinta del diálogo) con los infieles sobre el eventual terreno común del conocimiento racional de Dios, es un pretexto, y completamente ajeno a la letra y al espíritu de este documento. Este enfoque podía en efecto referirse a una época en que parte del mundo islámico distinguía fe y razón sobre bases aristotélicas, como se hacía en la Cristiandad, pero todo aquello queda muy alejado del debate actual. Se deduce rápidamente que el documento no trata del Dios conocido por la

simple razón, sin más determinaciones: se habla en efecto del “Dios” que se revela a las dos religiones tomando como “mínimo denominador común” no verdades racionales comunes, sino verdades reveladas que se asemejan en las dos religiones: por ejemplo el juicio final, o ciertos preceptos morales. Por lo demás se hace constantemente referencia a las religiones como tales, y no a principios filosóficos. Se habla así de una “inmensa gracia divina que hace hermanos a todos los seres humanos”, y hay al menos una cita de uno de los libros santos de las dos religiones, evidentemente el Corán. La cita del versículo 35 de la sura 5, que el mismo Papa retoma por su lado como palabra de Dios, diría: “quien mata a

Llegada del papa Francisco a la reunión con el Consejero Musulmán de Ancianos, en la Mezquita de Sheikh Zayed. El pontífice estuvo acompañado en todo momento por el gran imán de Al-Azhar, Ahmed Muhammad Ahmed el-Tayeb, una de las figuras más prominentes del islam.

una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera.” Pasemos de lado junto al hecho de que esta cita está truncada y que el Corán expresa en realidad una


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noción diferente : el hecho es que se hace aquí referencia a una suerte de “revelación” común, como se afirma también en el pasaje que define a católicos y musulmanes como “Nosotros —creyentes en Dios, en el encuentro final con él y en su juicio“. (1)

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tido religioso, nos dice el documento, la verdadera fe, puede únicamente llevar a la justicia y la misericordia. Los “valores religiosos”, comprendidos siempre en un sentido vago, son incluso el remedio para “una conciencia humana anestesia-

El “Dios” de los modernistas ¿Cuál es pues este Dios, en nombre de quien se hace esta declaración? Los lectores de la encíclica Pascendi lo han comprendido desde hace más de cien años: es pura y simplemente el “Dios” de los modernistas, el dios panteísta que vive y habla en el sentimiento religioso del hombre. Un Dios cuyas religiones todas son expresiones legítimas, porque son todas ellas manifestaciones humanas e históricas de una experiencia interior del hombre, no de una revelación exterior. Los dogmas contradictorios de las diferentes religiones no deben asustarnos, si los comprendemos como expresiones poéticas que las culturas humanas han elaborado para hablar de lo divino que se encuentra en el hombre. Por supuesto, si quisiéramos hacerlos corresponder con verdades existentes al exterior del hombre, entonces las religiones se convertirían en peligrosamente contradictorias, como en la Edad Media, y necesariamente violentas y fuentes de oposición, pero afortunadamente no es así, nos dicen el Papa y el Gran Imán. Si se las comprende al modo de los modernistas (es decir, vaciadas de toda significación real), las religiones serán fuentes de fraternidad humana. El verdadero sen-

El Consejo Musulmán de Ancianos es una organización internacional independiente que se estableció el 18 de julio de 2014 para promover la paz en las comunidades musulmanas. Con base en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, Abu Dhabi, el Consejo es el primer organismo institucional que pretende unir a la nación islámica.

da” y para el dominio del materialismo: el mundo moderno no debe relegar las religiones al rango de subculturas, sino incluirlas entre los elementos capaces de aportar una contribución válida a la sociedad. Vemos claramente reaparecer la función “social” e instrumental de las religiones (comprendidas siempre en su versión modernista), tan grata a Ratzinger (sobre lo cual volveremos enseguida). El papa Francisco lo decía ya en la encíclica Laudato si (núm. 200): “Si una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos re-


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conocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar. Muchas veces los límites culturales de diversas épocas han condicionado esa conciencia del propio acervo ético y espiritual, pero es precisamente el regreso a sus fuentes lo que permite a las religiones responder mejor a las necesidades actuales.” El regreso a las fuentes, a la experiencia original de los fundadores para modernizarse, en diálogo con la conciencia moderna, es precisamente uno de los principios clave del modernismo, que debería pues ser sencillamente aplicado a cada religión para hacerla actual y “cívica”. Las religiones (en plural) pueden ofrecer su contribución (ibid., núm. 62) porque, según la idea ratzingueriana evocada, son dignas de ser vistas por los laicistas no como “subculturas”, según el modelo del laicismo francés, sino como riquezas culturales y formas de sabiduría que no deben descuidarse(2). Tal fue por lo demás el verdadero sentido del discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006: no era una condena del islam en tanto que violento (la cuestión histórica y la cita de Manuel II Paleólogo, que causaron sensación, eran a lo sumo un torpe punto de partida), sino de toda violencia en nombre de cualquier fe, como contraria al logos. Un logos que se convertía sin embargo en instrumento para hacer hablar a todas las religiones(3) (en plural) conforme a las exigencias no tanto de la “razón” en sentido clásico (lo cual conduciría a descartar todas las religiones falsas, en cuanto que no fundadas o por contener elementos irracionales)

como del iluminismo y del cientifismo moderno(4), y por lo tanto para presentarlas como dignas de entrar en el debate actual y hacerlas operativas con vistas al bien común del mundo moderno(5). Una tesis que, lo vemos, no es muy dife-

Uno de los párrafos del discurso de Benedicto XVI, del 12 de septiembre de 2006, dirigido a los académicos en la Universidad de Ratisbona y divulgado por la cadena qatarí de noticias Al Yazira suscitó reacciones airadas y conflictos diplomáticos, por haber citado unas palabras del emperador bizantino Manuel II Paleólogo: «Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su directriz de difundir por medio de la espada la fe que predicaba».

rente de la del documento de Abu Dabi. El mundo moderno ha querido excluir a las religiones como irracionales, pero en realidad sigue teniendo exigencias espirituales (en el sentido modernista del término) que (todas) las religiones pueden satisfacer, si queremos abrirnos a dimensiones más elevadas. La ampliación de la utilización de la razón haría reconocer estas exigencias, a las cuales las religiones aportarían una respuesta: pero esto haciendo siempre abstracción del contenido de tales religiones, o al menos readaptando su contenido (por esta misma razón siempre relativo y sustancialmente indiferente) a las necesidades humanas, sean de orden filosó-


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fico (según la percepción de Ratzinger) o puramente político, como en este caso. Para volver a nuestro texto, se afirma que “declaramos también la importancia de reavivar el sentido religioso(6) y la necesidad de reanimarlo en los corazones de las nuevas generaciones, a través de la educación sana y la adhesión a los valores morales y a las enseñanzas religiosas adecuadas [sic], para que se afronten las tendencias individualistas, egoístas, conflictivas, el radicalismo y el extremismo ciego en todas sus formas y manifestaciones“. Recordemos que estamos ante una declaración co-

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presentan a la política mundial como capaces de unir en nombre de un sentido religioso compartible por todos precisamente porque es indeterminado. Hasta tal punto indeterminado que se formula mediante esta tautología heladora: “El primer y más importante objetivo de las religiones es el de creer en Dios, honrarlo y llamar a todos los hombres a creer que este universo depende de un Dios que lo gobierna, es el Creador que nos ha plasmado con su sabiduría divina y nos ha concedido el don de la vida para conservarlo.“ Sólo un modernista puede concebir honrar a Dios fuera de la religión católica por Él revelada. Una “religión” vacía

Los terroristas islámicos son precisos: sus enemigos son los cruzados (cristianos en general) porque, según ellos, se sitúan contra el Estado islámico al ser “infieles”. Son simples musulmanes que practican la yihad “en nombre de Alá, de su fe religiosa. Anuncian que seguirán con su terrorismo para llevar a “los países de la tierra su pureza (...) y para establecer la mayor propagación (del islam rigorista) en todas partes del mundo. Pensamos que esta es una de las más grandes ideas defendidas por Dios”.

mún islamo-católica: ¿cuáles son “las enseñanzas religiosas adecuadas”, sino precisamente las enseñanzas genéricas y purificadas por el modernismo, sin dogmas, salvo como vestidura poética de una educación socialmente útil? Los jefes religiosos, acusados de dividir, se

He aquí la profesión de la utilidad y de la inocuidad de las religiones (siempre en plural): “Además, declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos religiosos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres para llevarlos a realizar algo que no tiene nada que ver con la verdad de la religión, para alcanzar fines políticos y económicos mundanos y miopes. Por esto, nosotros pedimos a todos que cese la instrumentalización de las religiones para incitar al odio, a la violencia, al extremismo o


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al fanatismo ciego y que se deje de usar el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión. Lo pedimos por nuestra fe común en Dios, que no ha creado a los hombres para que sean torturados o humillados en su vida y durante su existencia. “ Aquí la gravedad de la afirmación, además de en lo que toca a la fe común en “Dios” y al “sentimiento religioso” (ver más arriba), atañe a la idea (ajena a la fe católica) de que el ejercicio de la fuerza para defender la fe es siempre y en todos los casos ilegítimo y abusivo(7) . La Iglesia enseña, y en ciertos casos proclama legítimamente la guerra justa, y no es un simple hecho histórico sino una parte esencial de su doctrina. Negarla, igual que negar la licitud de la pena de muerte, es afirmar una herejía. Aquí, al contrario, las religiones (siempre en plural), revisadas y corregidas según la necesidad política, pueden intercambiar sus contenidos, el cristianismo igual que el islam. En consecuencia (de forma solapadamente contradictoria), para el Papa haber declarado en el pasado que la guerra en nombre de Dios podía ser legítima no habría sido sino oportunismo político; pero sería pura y verdadera religión afirmar, bajo el impulso de las oportunidades políticas actuales, que no hay nunca guerra legítima en nombre de la fe. Es cuanto menos curioso que en los discursos del papa Francisco la Iglesia del pasado se desvía siempre de la verdadera experiencia religiosa por motivos políticos o mundanos(8), mientras que solamente gracias a él se ha hecho súbi-

tamente desinteresada y heroica frente al mundo, portadora de una religiosidad finalmente “pura”. El mito del “Papa angélico” es constantemente autoalimen-

El papa Francisco y Sheikh Ahmed el-Tayeb, el gran imán de Al-Azhar de Egipto, firmaron una declaración después de la reunión interreligiosa en el Memorial del Fundador en Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos, el lunes 4 de febrero de 2019. El pontífice afirmó en la primera visita papal a la Península Arábiga que los líderes religiosos tienen el deber de rechazar toda guerra y comprometerse a dialogar.

tado por el pontífice, que no deja pasar una ocasión de desmarcarse de sus predecesores “carnales”(9). Diversidad y libertad religiosa Otro punto muy grave atañe a la reafirmación del derecho personal a la libertad religiosa, ya proclamada por el Concilio y ya condenada por numerosos documentos pontificios. Se afirma en particular, de manera blasfema, que la diversidad de las religiones es fruto de “una sabia voluntad divina”(10), atribuyendo así a Dios el error y la falsedad, además de la contradicción lógica. Este punto ha escandalizado a muchos, con razón: ¿pero no está implícito en cada actividad ecuménica? Si no se pensara que cada forma de religión es en cierto modo acepta a “Dios” ¿cómo se podría invitar a los representantes de las de-


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más religiones a orar con arreglo a sus formas, por cualesquiera intenciones? Y, sin embargo, al menos desde Asís en 1986 asistimos a fenómenos de ese tipo. Pero para quienes han comprendido que se habla del Dios del modernismo, es decir del sentimiento religioso inherente al hombre, el problema ya no se plantea: cada expresión será legítima y “verdadera” en tanto que auténtica y

El Papa señaló durante su intervención que “no hay violencia que encuentre justificación en la religión” al tiempo que defendió que las religiones no pueden renunciar a “la tarea urgente” de construir puentes entre los pueblos y las culturas. El sumo pontífice durante su intervención en el encuentro interreligioso, celebrado en el Memorial del Fundador de Abu Dabi.

adaptada a las exigencias humanas y, si fuera posible, en consonancia con el mundo contemporáneo. De esta “sabia voluntad divina” que ha creado la “diversidad” vendría el derecho personal a la libertad de creencias y a la libertad de “ser diferentes” (sic). Por otro lado el mismo Ratzinger nos había explicado que la libertad religiosa del Concilio debía justamente comprenderse así, precisamente como un verdadero derecho personal e inalienable: “Se puede decir que, entre los derechos y libertades fundamentales enraizados

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en la dignidad de la persona, la libertad religiosa goza de un estatuto especial. […] Es un bien esencial: toda persona ha de poder ejercer libremente el derecho a profesar y manifestar, individualmente o comunitariamente, la propia religión o fe, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, las publicaciones, el culto o la observancia de los ritos. No debería haber obstáculos si quisiera adherirse eventualmente a otra religión, o no profesar ninguna”(11). Esta afirmación es la contradicción literal de las enseñanzas de Gregorio XVI y de Pío IX(12), por mucho que ello disguste a los “hermeneutas” del Concilio que querrían limitar el alcance de las declaraciones de Dignitatis humanae: el mismo hermeneuta por excelencia, Ratzinger, comprende la libertad religiosa en su sentido más amplio y positivo, no simplemente negativo. No es asombroso que el papa Francisco no quiera ser menos. Síntesis En resumen, el documento de Abu Dabi plantea dos afirmaciones problemáticas: - Islam y Cristianismo tienen en común al mismo Dios, y por lo tanto los dogmas sobre la divinidad de Cristo o la Trinidad no tienen importancia, porque a propósito del mismo Dios se pueden afirmar o negar estas verdades sin que ello plantee ningún problema. Ello se explica si se ha comprendido la teoría modernista sobre Dios y sobre la fe como sentimiento religioso, que puede


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pues expresarse legítimamente en fórmulas contradictorias, precisamente porque son expresión de un sentimiento y no de realidades exteriores al hombre. - Las religiones, oportunamente adaptadas a las necesidades actuales de los tiempos, pueden cooperar al bien común (fraternidad) de los hombres, y son incluso un factor importante de esta obra de construcción del nuevo mundo de la paz. Cuando se habla de purificarlas de la violencia, se entiende en realidad que ya no deben afirmar una verdad que excluya a las otras, sino que deben comprenderse en el sentido modernista, y de esa manera hacerse inofensivas.

Concilio Vaticano II se ha pronunciado abiertamente sobre este tema, y yo mismo en mi Encíclica primera Redemptor

Una triste continuidad en el error ¿Se trata aquí de nociones nuevas, inéditas, salidas del espíritu pérfido del papa Bergoglio? No. Si ya hemos hablado de Benedicto XVI, podemos reencontrar los mismos argumentos expresados en términos más o menos idénticos por Juan Pablo II en numerosas ocasiones. Algunas citas: - Discurso del 29 de noviembre de 1979 a los católicos de Ankara (Turquía): “Hoy vosotros, cristianos residentes en Turquía, tenéis la suerte de vivir en el marco de un Estado moderno, que prevé para todos la libre expresión de la fe, sin identificarse con ninguna, y con personas que en su gran mayoría, aun no compartiendo la fe cristiana, se declaran “obedientes a Dios”, “sometidos a Dios”, más aún, “siervos de Dios”, según sus mismas palabras, que coinciden con las de San Pedro ya citadas (2, 16); ellos, pues, comparten con vosotros la fe de Abraham en el Dios único, omnipotente, y misericordioso. Sabéis que el

Casi cada vez que el Corán se refiere a Jesús, lo que hace alrededor de una docena de veces, se opone señaladamente a la visión cristiana según la cual Cristo es uno de la Trinidad. Peor, según la presentación de la visión cristiana de la Trinidad hecha por el Corán, esta última está compuesta por Dios, Cristo y María. En la perspectiva radicalmente simple del Corán es suficiente para el fiel musulmán saber sobre Jesús que él nunca pensó que él era Dios o que María era Dios. El fiel musulmán debe vivir en la creencia de que Dios, Jesús y María son la Trinidad cristiana. El Corán no deja ninguna duda de que esa es la visión cristiana y de que tal visión debe ser rechazada y combatida resueltamente, igual que los cristianos y el cristianismo. No hay espacio allí para un diálogo, para un mejor entendimiento. Para el musulmán el Corán es la última palabra de Dios al hombre.

hominis he recordado “la estima que el Concilio ha expresado hacia los creyentes del islam, cuya fe se refiere también a Abraham” (núm. 11).” Por lo tanto, no solamente el mismo Dios, sino incluso las definiciones coránicas del musulmán


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como “siervo de Dios” se corresponderían con la definición del cristiano según San Pedro. Y continúa, con términos y nociones más o menos idénticas a los de la declaración de Abu Dabi: “Hermanos míos, cuando pienso en este patrimonio espiritual y en el valor que tiene para el hombre y para la sociedad, en su capacidad de ofrecer sobre todo a los jóvenes una orientación de vida, de colmar el vacío que deja el materialismo, de dar un fundamento seguro al mismo ordenamiento social y jurídico, me pregunto si no será ya urgente, precisamente hoy en que los cristianos y musulmanes han entrado en un nuevo período de la historia, reconocer y desarrollar los vínculos espirituales que nos unen, a fin de que “defiendan y promuevan juntos, como nos invita el Concilio, para todos los hombres, la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad” (Nostra aetate). La fe en Dios profesada en común por los descendientes de Abraham, cristianos, musulmanes y judíos, cuando se vive sinceramente y se lleva en la vida, es fundamento seguro de la dignidad, de la fraternidad y de la libertad de los hombres, y principio de recta conducta moral y de convivencia social. Y es más aún: como consecuencia de esta fe en Dios creador y trascendente, el hombre está en la cumbre de la creación. Ha sido creado, se lee en la Biblia, “a imagen y semejanza de Dios” (Gén 1, 27); aunque haya sido hecho de barro, se lee en el Corán, libro sagrado de los musulmanes, “Dios le ha insuflado su espíritu y le ha dotado de oído, de vista y de corazón”, esto es, de inteligencia (Sura 32, 8).” Ya en aquella época, la Biblia y el Corán eran citados en pie de igualdad. - Discurso del 19 de mayo de 1985 a la comunidad musulmana de Bruselas:

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“Cristianos y musulmanes nos encontramos en la fe en el único Dios, nuestro creador, nuestro guía, nuestro juez justo y misericordioso. Todos nos esforzamos por poner en práctica en nuestra vida cotidiana la voluntad de Dios, siguiendo las enseñanzas de nuestros respectivos libros santos. Creemos que Dios trasciende nuestro pensamiento y nuestro universo y que su presencia de amor nos acompaña cada día. En la oración, nos ponemos en presencia de Dios para adorarle y darle gracias, para pedirle perdón por nuestras faltas y obtener su ayuda y su bendición.” El discurso continúa sobre la necesidad de emulación entre los creyentes respecto de las buenas obras, a fin de que toda la sociedad se beneficie de ellas. - Discurso del 19 de agosto de 1985 a los jóvenes musulmanes en el estadio de Casablanca (Marruecos): “Cristianos y musulmanes tenemos muchas cosas en común, como creyentes y como hombres. Vivimos en el mismo mundo, marcado por numerosos signos de esperanza, pero también por múltiples signos de angustia. Abraham es para nosotros un mismo modelo de fe en Dios, de sumisión a su voluntad y de confianza en su bondad. Creemos en el mismo Dios, el Dios único, el Dios vivo, el Dios que crea los mundos y que conduce a sus criaturas a su propia perfección. Es por ello que mi pensamiento se dirige a Dios y a Él elevo mi corazón. De Dios os quiero hablar, pues en Él todos nosotros creemos, tanto musulmanes como católicos. Os quiero también hablar de los valores humanos que tienen en Dios su fundamento; son valores que conciernen el desarrollo de nuestras personas, como también el de nuestras familias y de nuestras sociedades, e incluso de la


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comunidad internacional. […] Creo que nosotros, los cristianos y los musulmanes, debemos reconocer con alegría los valores religiosos que tenemos en común, y dar gracias a Dios por ello. Ambos creemos en un Dios, el único Dios, que es la plena Justicia y Misericordia; creemos en la importancia de la oración, del ayuno y de la limosna, de la penitencia y del perdón; creemos que Dios será Juez misericordioso al final de los tiempos y que, después de la resurrección, estará satisfecho de nosotros como nosotros estaremos satisfechos de Él.” No podemos dejar de advertir la correspondencia casi literal con los pasajes más controvertidos y problemáticos del documento de Abu Dabi. Sobran los comentarios. - Palabras muy semejantes se pronunciaron por el papa Wojtyla en el Senegal el 22 de febrero de 1992, en Cartago en Túnez el 14 de abril de 1996, en Sarajevo el 13 de abril de 1997 … Los documentos conciliares instigadores La fuente de todos estos discursos, como lo ha afirmado claramente el papa Francisco, se encuentra en el Concilio Vaticano II y precisamente en su letra, y no solamente en su “espíritu” tristemente célebre. El papa Francisco puede reivindicar plenamente que no se ha apartado un milímetro del Concilio (ni, como hemos visto, de Juan Pablo II) porque el Concilio estaba ya bastante “por delante”. Reproducimos aquí el pasaje de Nostra aetate núm. 3, tal como fue citado

por el propio Juan Pablo II: “La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran [“con nosotros”, se lee en otro texto del Concilio, la constitución Lumen Gentium (núm.

Uno de los gestos más desafortunados del pontificado de Juan Pablo II: el beso del Corán, el 14 de mayo de 1999. El Papa abogaba por el diálogo religioso y cultural con el islam: «En un mundo tan marcado por la violencia es amargamente irónico que incluso ahora algunos de los peores conflictos sean entre creyentes que adoran al mismo Dios, que miran a Abraham como un santo Patriarca y que buscan seguir la ley del Sinaí». No le dolían prendas al proclamar: «Nosotros, los cristianos, reconocemos con alegría los valores religiosos que compartimos con el islam. La Iglesia mira a los musulmanes con estima, convencida de que su fe en Dios trascendente contribuye a la construcción de una nueva familia humana. La adoración al único Dios, creador de todos, nos alienta a intensificar en el futuro nuestro conocimiento recíproco, caminando juntos por el camino de la reconciliación».

16)](13) al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuan-


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do Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.” En el núm. 5 se recuerda que toda forma de discriminación entre los hombres, entre otras sobre una base religiosa, debe ser condenada, porque todos los hombres son hermanos. En el

El Papa Francisco celebró una misa al aire libre ante miles de fieles en un estadio de Abu Dhabi este martes en el último día de su histórica visita a los Emiratos Árabes Unidos. Casi 170 mil personas asistieron a la misa dentro y fuera del estadio Zayed Sports City.

discurso de Casablanca que hemos citado, Juan Pablo II hace precisamente referencia a este parágrafo conciliar para decir que la Iglesia “afirma que todos los hombres, especialmente los hombres de fe viva, deben respetarse, superar toda discriminación, vivir unidos y contribuir a la fraternidad universal.” La fraternidad universal como la libertad religiosa se fundan sobre la dignidad humana en tanto que capaz de ese afflatus divino que, para los modernistas, se encuentra en cada religión, y no solamente por los elementos “naturales” de bondad que se encuentran en ellas accidentalmente (y

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que, como naturales, podrían también venir de Dios): el Concilio mismo hace referencia a las formulaciones religiosas verdaderas, como en el caso del islam. En conclusión 1) Resulta claramente que la declaración de Abu Dabi se aparta no solamente de la fe católica, sino también de la misma concepción clásica de “fe” y de “revelación”, para tomar un sentido abiertamente modernista y por lo tanto gnóstico, en el cual Dios aparece como fruto de elaboraciones humanas, considerando el contenido contradictorio de las religiones “reveladas” como sin ninguna importancia. 2) Resulta que se presenta a las religiones como puro servicio humano hacia la “fraternidad” masónica universal, como animaciones espirituales de un mundo nuevo. 3) Y para terminar, hemos mostrado que la “Iglesia conciliar”(14) persigue explícitamente estos ideales al menos desde 1965, y que no se ha movido de esta concepción, para hablar como el papa Bergoglio, ni siquiera un milímetro. m (1) He aquí el texto completo: “Por causa de esto escribimos a Beni-Israil que, quien matare un alma sin ser por otra alma o corrupción en la tierra, sería lo mismo que si hubiere matado a las gentes todas; y quien la reviviere, cual si reviviere a las gentes todas. Y he aquí que llegaron a ellos nuestros profetas con las pruebas; luego, ciertamente, muchos de ellos, después de eso, en la tierra fueron disipadores. En verdad, la recompensa de los que hacen la guerra a Alá y a su profeta y maquinan en la tierra corrupción, será que sean muertos o crucificados o sean cortadas sus manos y sus pies a la inversa, o que se les eche de la tierra; esto será para ellos afrenta en el mundo, y para ellos en la otra vida habrá un castigo grande“ (5, 35-37). Ndt: se cita en español por la traducción de Rafael Cansinos Assens (Madrid, Aguilar, 5ª ed., 1963).


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El papa Francisco y el islam: del concilio a la religión mundial

(2) Cf. Laudato si, núm. 63. (3) “Para la filosofía y, de modo diferente, para la teología, escuchar las grandes experiencias y convicciones de las tradiciones religiosas de la humanidad [en plural, adviértase], especialmente las de la fe cristiana, constituye una fuente de conocimiento; oponerse a ella sería una grave limitación de nuestra escucha y de nuestra respuesta.” Benedicto XVI, Discurso en el Gran Anfiteatro de la Universidad de Ratisbona, 12 de septiembre de 2016. (4) “Este intento de crítica de la razón moderna desde su interior, expuesto sólo a grandes rasgos, no comporta de manera alguna la opinión de que hay que regresar al período anterior a la Ilustración, rechazando de plano las convicciones de la época moderna. Se debe reconocer sin reservas lo que tiene de positivo el desarrollo moderno del espíritu: todos nos sentimos agradecidos por las maravillosas posibilidades que ha abierto al hombre y por los progresos que se han logrado en la humanidad. Por lo demás, la ética de la investigación científica —como ha aludido usted, Señor Rector Magnífico—, debe implicar una voluntad de obediencia a la verdad y, por tanto, expresar una actitud que forma parte de los rasgos esenciales del espíritu cristiano. La intención no es retroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y de su uso. Porque, a la vez que nos alegramos por las nuevas posibilidades abiertas a la humanidad, vemos también los peligros que surgen de estas posibilidades y debemos preguntarnos cómo podemos evitarlos. Sólo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir sus horizonte en toda su amplitud” (Ibidem). (5) “Sólo así seremos capaces de entablar un auténtico diálogo entre las culturas y las religiones, del cual tenemos urgente necesidad. En el mundo occidental está muy difundida la opinión según la cual sólo la razón positivista y las formas de la filosofía derivadas de ella son universales. Pero las culturas profundamente religiosas del mundo consideran que precisamente esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón constituye un ataque a sus convicciones más íntimas. Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas” (Ibidem). (6) Según la terminología característica del modernismo, es el “sentido religioso” inherente al hombre el que es fuente de la fe, y no la revelación de un Dios trascendente. (7) Evitamos voluntariamente la banalidad de llamar la atención sobre que los contenidos objetivos del islam incluyen la violencia como instrumento ordinario de difusión de la fe, para concentrarnos sobre la incoherencia de las afirmaciones reproducidas con la doctrina de la Iglesia (sin por ello afirmar que los contenidos de las dos religiones a propósito de la violencia puedan superponerse, quod absit). Se espera manifiestamente del islam un rechazo de sus contenidos similar al que ha tenido lugar por parte del catolicismo. (8) A título de ejemplo, véase esta cita: “Si observamos la historia, vemos que las formas religiosas del catolicismo han cambiado manifiestamente. Pensemos por ejemplo en los Estados pontificios, donde el poder temporal estaba indisolublemente vinculado al poder espiritual. Fue una deformación del cristianismo, que no correspondía ni a lo

que quería Jesús ni a lo que quiere Dios. Si en el curso de la historia la religión ha sufrido una evolución tan grande ¿por qué no deberíamos pensar que también en el futuro se adaptará a la cultura de los tiempos? El diálogo entre la religión y la cultura es fundamental: el concilio Vaticano II ya lo afirmaba. Desde los orígenes se ha pedido siempre a la Iglesia una transformación continua –Ecclesia semper reformanda -, y esta transformación toma formas diferentes en el curso del tiempo, sin alterar el dogma. En el futuro la Iglesia se adaptará a las nuevas épocas, según formas y modalidades diferentes, exactamente como hoy se diferencia de las antiguas modalidades del regalismo, del jurisdiccionalismo, del absolutismo.” (J. M. Bergoglio – A. Skorka, Il cielo e la terra, Mondadori, 2013; hay versión española, Sobre el cielo y la tierra, ed. Debate). (9) Por otro lado ya se había jactado de ello en la famosa entrevista con Scalfari, publicada en La Repubblica el 1º de octubre de 2013: había anunciado que, en tanto que fuese papa, la Iglesia no haría política, si bien “casi nunca había sido así. Muy a menudo, la Iglesia en tanto que institución ha estado dominada por el temporalismo y numerosos miembros y altos representantes católicos tienen todavía esta forma de ver”. (10) He aquí el texto: “La libertad es un derecho de toda persona: todos disfrutan de la libertad de credo, de pensamiento, de expresión y de acción. El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos.“ Es curioso que “la diversidad de religión”, que debería derivar de una elección del hombre, sea emparentada con diferencias de nacimiento, efectivamente queridas por Dios en el orden de la naturaleza. (11) Benedicto XVI, Mensaje para la XLIV jornada mundial de la paz, 1º de enero de 2011. (12) “Con cuya idea totalmente falsa del gobierno social, no temen fomentar aquella errónea opinión sumamente funesta a la Iglesia católica y a la salud de las almas llamada delirio por Nuestro Predecesor Gregorio XVI de gloriosa memoria (en la misma Encíclica Mirari), a saber: «que la libertad de conciencia y cultos es un derecho propio de todo hombre, derecho que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida; y que los ciudadanos tienen derecho a la libertad omnímoda de manifestar y declarar públicamente y sin rebozo sus conceptos, sean cuales fueren, ya de palabra o por impresos, o de otro modo, sin trabas ningunas por parte de la autoridad eclesiástica o civil.» Pero cuando esto afirman temerariamente, no piensan ni consideran que predican la libertad de la perdición (San Agustín, Epístola 105 al. 166), y que «si se deja a la humana persuasión entera libertad de disputar, nunca faltará quien se oponga a la verdad, y ponga su confianza en la locuacidad de la humana sabiduría, debiendo por el contrario conocer por la misma doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, cuán obligada está a evitar esta dañosísima vanidad la fe y la sabiduría cristiana» (San León, Epístola 164 al. 133, parte 2, edición Vall).” Pío IX, encíclica Quanta cura, 8 de diciembre de 1864. (13) Subrayamos que la interpolación del texto de Lumen Gentium puesto entre corchetes no es nuestra, sino de Juan Pablo II en el discurso de Casablanca. (14) Utilizamos este término de forma únicamente convencional, sin entrar en discusiones –en nuestra opinióncompletamente superfluas.


Explicación del islam Hace 2000 años, el cristianismo hizo su humilde entrada en el mundo, provocando a su fundador y apóstoles una muerte violenta. Durante siglos, la sangre cristiana continuaría fluyendo para que la tierra pudiese dar frutos. “La sangre de los mártires es la semilla de los cristianos”, según las palabras de Tertuliano (Apologética 50,13). Hace casi 1400 años, el islam comenzó a imponer su ley sangrienta, y durante siglos la sangre ha fluido en los lugares donde intenta propagarse y en los países que ha conquistado. Las dos religiones son completamente opuestas, desde sus principios. En el siguiente artículo, intentaremos explicar con toda claridad la ley musulmana.

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uentes históricas y la ley musulmana

La pobreza de estas fuentes es extrema, pero ha sido bien maquillada por los historiadores musulmanes - que, a menudo, son víctimas de esta misma falta de fuentes - y por la servil repetición de

Para conocer los inicios del islam y la vida de Mahoma, los musulmanes usan el Corán y la tradición. Sin embargo, ambas fuentes son dudosas. Esto se debe a su origen tardío; a la gran dificultad para interpretar el Corán; y, por último, a la falta de historicidad en la mayor parte de su tradición. Por tanto, el historiador se encuentra completamente desorientado. PRIMERA PARTE: EL CORÁN

los historiadores occidentales. No hay absolutamente ningún documento que se remonte al comienzo del islam. Los primeros elementos tienen su origen en una época muy posterior a Mahoma, y fueron sometidos a múltiples manipulaciones. En cuanto a la vida del fundador, no hay nada histórico en ella. Los estudios más recientes confirman esta conclusión.

Las investigaciones sobre el origen del Corán han llegado a conclusiones muy interesantes. Algunos de estos elementos son solo hipótesis que aún no se han verificado, pero el esquema general del origen del Corán parece bastante claro. Según el islam, el Corán es un libro revelado Corán (Qoran) significa “recitación” o “leccionario”. Es un texto destinado a ser recitado en ceremonias religiosas. Los musulmanes ortodoxos lo conside-


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ran increado, en el sentido de que es una reproducción exacta del prototipo de la religión divina preservada en el Cielo desde toda la eternidad; pero también significa que, en su forma actual, su reproducción gráfica y fonética, su idioma árabe, es idéntico y coeterno al original celestial. Por tanto, el Corán sería el fruto de una revelación, dictado a Mahoma por el Arcángel Gabriel, a lo largo de decenas de años, y luego repetido por Mahoma a sus discípulos, quienes memorizaron el texto. Esto, sin embargo, es sólo la primera fase de la constitución del libro.

El viaje nocturno Para confirmar la sacralización del Corán, el texto en sí recurre a una historia muy original, “el viaje nocturno”, que vale la pena contar. Dice así: Una noche, Mahoma abandonó La Meca por inspiración divina. Dios le proporcionó un guía, el ángel Gabriel, y un caballo, Buraq. Viajó por aire a Jerusalén y aterrizó en el Monte del Templo. Allí vio a Abraham, Moisés, Jesús y otros profetas

Confiscación de los textos Después de la muerte de Mahoma, un califa (Otman, 579-656, aunque existe un cierto desacuerdo en este punto) ordenó que se recolectaran todos los elementos del texto, escritos sobre los omóplatos de los camellos, en piedras u otros materiales. Los textos existentes fueron quemados, y sus dueños condenados a muerte. Otra campaña de destrucción tuvo lugar bajo el califato de Abu Bakr en 665, y otra más por ‘Abd al-Malik. De hecho, hoy en día no queda prácticamente ningún documento anterior al siglo IX. Finalmente, según la tradición musulmana, una fase final de la transcripción del Corán fue emprendida por Abd al-Malik (685-705). Este último unificó la ortografía y realizó correcciones para evitar ciertas omisiones y confusiones demasiado obvias. Fue hasta el siglo X que se adoptó un solo sistema consonántico, limitando el número de posibles interpretaciones a 7.

El Corán es el libro sagrado de los Musulmanes, considerado la revelación de Dios. Complementado por el llamado Hadith, o tradiciones, es el fundamento del islam y autoridad última en cuanto a dogma y creencia, en cuanto a jurisprudencia, culto, ética, y en cuanto a la sociedad, a la familia, y a la conducta individual. El Corán contiene dogma, leyendas, historia, ficción, religión y superstición, leyes sociales y familiares, oraciones, amenazas, liturgia, descripciones imaginativas del Cielo, del Infierno, del Juicio Final, la Resurrección, etc. – una combinación de realidad y fantasía, frecuentemente privada de fuerza y originalidad. Es más pequeño que el Nuevo Testamento, y su forma actual no tiene ningún orden cronológico o secuencia lógica.

orando con él y detrás de él. Aparecieron dos cálices, uno lleno de vino y el otro lleno de leche. Mahoma eligió el cáliz lleno de leche, y Gabriel aprobó su elección. Luego, con un salto poderoso, que dejó una marca en la Roca, Mahoma, con la ayuda de los ángeles, se elevó hacia los cielos, que se abrieron hasta el séptimo cielo, el más cercano a Dios, quien le dio


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las cinco oraciones que los musulmanes tendrían que rezar todos los días. Allí estudió el Corán “celestial” colocado al lado de Dios, pero “lo olvidó” antes de irse. Descendió y regresó en su caballo alado a La Meca, donde anunció la inminente llegada de una caravana que había sobrevolado durante su camino. La caravana efectivamente llegó, demostrando la verdad de su historia sobre su ascensión y visión de Dios. El hecho de haber olvidado el Corán

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Mahoma al cielo, tenía que haber sido en Jerusalén, lugar sagrado y “fundamental”. Por esta razón, el islam tuvo que echar raíces allí, y tomar la ciudad. Por eso, el texto coránico tuvo que vincular a Mahoma con el templo. La mezquita de Al-Aqsa (“la más lejana”, como en el texto coránico) se construiría 90 años después sobre la roca desde la cual ascendió Mahoma. Fue así como se pudo conservar el carácter sagrado islámico de Jerusalén, y el Monte del Templo se convirtió en el segundo lugar más sagrado del islam. El verdadero origen del Co­ rán

El islam otorga un puesto privilegiado al arcángel San Gabriel, ya que dicen que fue el medio a través del cual Dios designó a Mahoma como su profeta para que revelase el Corán. Cuando un musulmán se refiere a Gabriel, dicen: “la paz sea con él”. Los musulmanes creen que Gabriel acompañó a Mahoma en su ascensión al cielo, montado en su caballo Al-Buraq, un híbrido entre centauro y pegaso. Los musulmanes además piensan que Gabriel desciende a la Tierra en La Noche del Destino, una noche en los últimos diez días del mes del Ramadán en el calendario islámico.

“celestial” era necesario para explicar dos elementos en el Corán terrenal (copia perfecta del Corán celestial...); en primer lugar, para demostrar que “el Libro” existe al lado de Dios; y en segundo lugar, para explicar por qué fue dictado por Gabriel. Esta fue la explicación que los califas propusieron para estos dos elementos. En cuanto a la ascensión de

El Padre Théry fue el primero en presentar una teoría que expuso en los trabajos publicados bajo el seudónimo de Hannah Zacharias. Después de su muerte, su discípulo, el Padre Bertuel, continuó su trabajo. Ambos identificaron numerosos elementos judaicos en la doctrina expuesta por el Corán, y orientaron su investigación hacia esa dirección. El Padre Gallez volvió a estudiar el tema y se acercó aún más a la solución: los elementos básicos del Corán fueron tomados del catecismo judeocristiano de una secta muy particular (los judeo-nazarenos). Esta última fue una de las muchas tendencias, o sectas, nacidas después de la predicación del Evangelio, que mezclaba las esperanzas para Israel con la religión de Jesucristo. Fueron expuestas y, a menudo, combatidas por los Padres de la Iglesia. Parece que esta secta persistió durante mucho tiempo, y terminó buscando una alianza con algunos de los árabes que vivían en Siria, con la esperanza de llevar a cabo su programa religioso


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y mesiánico. Gracias a un estudio interno del Corán se pudo llegar a esta conclusión, en la que coinciden muchos especialistas sobre el islam. El texto utilizado como base para elaborar el Corán fue, aparentemente, un catecismo “judeo-nazareno”, redactado por los árabes para convertirlos a la secta y alistarlos en la misión para la cual la secta creía que estaba destinada: la reconstrucción del templo de Jerusalén y la introducción de un culto “puro” para obtener el regreso del Mesías y su reinado de 1,000 años. Este fue el catecismo que Mahoma predicó a su círculo cercano para atraer a sus conciudadanos a esta secta que conoció a través de su primera esposa.

Elementos de prueba Los plagios y las cosas que el Corán robó de las tradiciones judías o judeocristianas son innumerables. Muchas de las leyes del islam fueron tomadas de la religión judía y del Talmud. Ciertos pasajes o versos del Corán provienen del Segundo Targum Sheni (27.17-44)(1), el Testamento de Abraham (87.19), el Targum de Jonathan ben Uziel, el Targum de Jerusalén (5.30-31), y el Midrash Rabba (21-51-71; 29.16-17; 37.97-98). Todas estas obras forman parte de la literatura rabínica. Además, el 25% del texto coránico fue literalmente recopilado de libros apócrifos como el Evangelio del PseudoMateo, el Evangelio de Santiago el Menor, el Evangelio de Tomás, la Historia sobre la Natividad de María y la Infan-

cia del Salvador, el Libro de los Jubileos, que contiene la historia de la lapidación de Satanás (3.36), y los reproches de Abraham a su padre (19.41). Estos elementos apuntan hacia los círculos judeocristianos.

Adán, Noe, Abraham, Moisés, Jesús, y Mahoma (en la ilustración), y María son figuras que aparecen también en el Corán, aunque sus “historias” no coinciden con las del relato bíblico. A Jesús se le presenta como un “auténtico musulmán”: enseña el monoteísmo absoluto, la sumisión a Dios y todos los preceptos del islam. En ningún caso se le reconoce como hijo de Dios. Por este motivo, el Corán califica a los cristianos de “asociadores”, ya que “asocian” al Dios único un Hijo de igual naturaleza. Jesús es un profeta-enviado: trae consigo un libro, el Evangelio, con el que los cristianos se identifican, pero que han falsificado; esta terrible acusación hace que, para conocer la auténtica figura de Jesús, se tenga que recurrir al Corán, la única revelación creíble.

De la tradición judeocristiana al islam Después de la muerte de Mahoma, sus sucesores tomaron Jerusalén según el plan de la secta, pero pronto se dieron cuenta de que estas teorías eran sólo fantasías. Decidieron hacer justicia por su propia mano, modificando el Corán para crear un nuevo sistema. Esto significaba una gran tarea, ya que no es fácil cambiar un libro que ya es público, o al menos bastante generalizado. Especialmente porque las diferentes autoridades


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civiles y religiosas luchaban según sus intereses intentando orientar el texto para ajustarlo a sus necesidades. De ahí las interminables correcciones, confiscaciones y destrucciones para controlar la evolución del texto. Pero esta situación no podía durar

La división entre chiitas y sunitas se debió a la cuestión de la sucesión tras la muerte de Mahoma. Tras tres califas, se produjo un problema cuando un grupo (los chiitas) estaban a favor del primo y yerno del profeta Alí, mientras que los sunitas estaban del lado del miembro del clan de Omeya y gobernador de Siria, Muawiya. La disputa dio lugar a la primera fitna, o guerra civil entre los musulmanes. Las dos ramas principales de los musulmanes están de acuerdo en cuanto a los pilares del islam. Sus diferencias se encuentran principalmente en el marco de la tradición y algunos conceptos teológicos, así como algunas cuestiones políticas, como por ejemplo, la legitimidad del califato. Los sunitas opinan que el califa debe ser elegido por votación de la Umma de la tribu Quraish, de la que provino Mahoma. Los chiitas, a su vez, están a favor del imanato, en la que el imán sólo puede ser un descendiente o pariente de Mahoma. A las diferencias religiosas se han sobrepuesto las diferencias étnicas, ya que el sunismo es, principalmente, la religión de los árabes, y el chiismo, de los persas.

para siempre, y el texto llegó a su forma, más o menos final, con variaciones locales y distintas tendencias (los chiítas y sunitas, por ejemplo, los primeros acusando a los últimos de haber falsificado el Corán), alrededor del siglo IX, como se explicó anteriormente.

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Evoluciones finales Todas estas manipulaciones, con propósitos cruzados, ocasionaron muchas incoherencias en el Corán, el cual es muy poco claro. Para eliminarlas, se tomaron tres decisiones, a principios del siglo XI, que se continúan aplicando actualmente. 1) La afirmación del dogma del Corán increado, el Corán celestial que Mahoma contempló durante su viaje nocturno. 2) La doctrina del abrogado y el derogado: cuanto más tardía es la revelación de una sura, mayor es su valor y más imperativos son sus mandatos. En caso de contradicción, la sura más reciente reemplaza a la otra. Esto conduce a una clasificación entre las suras “Medinesas”(2), las más violentas, y las suras “Mecanas”(3), mucho más pacíficas. 3) El cierre de las “puertas de ijtihad”, lo que significa que no puede haber más intentos de reflexión e interpretación sobre esta religión. Cualquier estudio crítico del Corán y la religión musulmana queda prohibido. También está la “tradición”. Aquello que ya no se podía lograr modificando un texto, se resolvió proporcionando una explicación que permitió la evolución del Corán. Conclusión Desde un punto de vista histórico, el texto no tiene prácticamente ningún valor. Antes de poder comprenderlo, se


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Los siete peores países del mundo para los cristianos 1. Corea del Norte. Es el país donde la persecución es más extrema. Kim Jong-Un no permite la libertad de religión y mucho menos el cristianismo. Allí los fieles sufren una insoportable presión por la que están obligados a vivir su fe de manera oculta, incluso ante sus seres más cercanos, por miedo a acabar en los campos de trabajo forzado. Un cristiano que sea descubierto practicando su fe puede ser arrestado, torturado e incluso ejecutado en público. Entre 50.000 y 70.000 cristianos han pasado por los campos de reeducación. 2. Somalia. En un país con más de diez millones de habitantes, apenas unos cuantos de cientos de ellos son católicos. Estos pequeños grupos que todavía sobreviven en el país se han convertido en el objetivo de los líderes islámicos del país, que han declarado que Somalia no es un sitio para aquellos que no sean musulmanes. 3. Siria. Más de un millón de cristianos viven en Siria, un país que ha visto cómo cada año que se prolongaba la guerra civil entre partidarios y opositores de Al Assad la convivencia entre distintas religiones se hacía más difícil. 4. Iraq. La revolución del Isis en Iraq ha complicado aún más la vida de los cristianos en el convulso país. Dos de cada tres días un cristiano es asesinado, secuestrado o castigado por mantener su religión. 5. Afganistán. En Afganistán no solo existe el riesgo del islamismo radical; también están los enfrentamientos tribales, que dejan a los cristianos en medio de luchas en los que acaban siendo las víctimas. Los miles de cristianos que viven en este país tienen el problema de que son vistos como miembros de una religión occidental. Algo que, en un país donde el radicalismo gana peso cada día, hace que su perspectiva de futuro sea cada vez más negro. 6. Arabia Saudí. Está prohibida la práctica de cualquier otra religión que no sea el islam y cualquiera que la abandone puede ser condenado a muerte. Un ejemplo: en 2013 dos cristianos fueron detenidos y condenados a un centenar de latigazos por proselitismo. Hoy permanecen en prisión. 7. Las Maldivas. Bajo la apariencia paradisiaca de sus playas, el presidente Abdulla Yameen mantiene un régimen que persigue y castiga a los pocos cristianos que siguen viviendo en la isla. Ser ciudadano del país es equivalente a ser musulmán. Por eso «oficialmente» no existen cristianos. El gobierno se ha erigido como protector del islam, promulgando leyes que impiden la conversión a otras religiones y la construcción de iglesias.

necesita mucho trabajo para aclararlo, si es que eso es posible. De hecho, es interesante hacer una comparación con la Biblia. Durante 150 años, la Biblia sufrió las repetidas acometidas de tendencias naturalistas e historicistas: se hicieron objeciones, y llovían las quejas y las burlas. Pero hoy, toda la espuma ha desaparecido, y el Libro Sagrado ha resistido todas las críticas y permanece victorioso. ¿Qué quedaría del Corán si se sometiera a este tipo de prueba? SEGUNDA PARTE: LA SUNNA Y EL HADIZ La Tradición o la Sunna La segunda fuente doctrinal y disciplinaria del islam es la Sunna del Profeta, la “práctica habitual o regla de conducta”, de ahí el término sunismo, que designa la rama principal del islam contemporáneo (85%), en oposición al chiismo (10%). El Corán llama a Mahoma el “modelo más excelente”; se cree que Mahoma decretó reglas religiosas y morales positivas a través de su ejemplo, palabras e incluso silencio. Por lo tanto, hay tres tipos de Sunna: verbal, activa y tácita. Para demostrar la importancia de la tradición, basta citar el aforismo “La Sunna puede prescindir del Corán, pero el Corán no puede prescindir de la Sunna”. Todos los musulmanes están de acuerdo en que la Sunna completa y explica el Corán. Hay muchas leyes establecidas por la Sunna pero que no se encuentran en el Corán, por ejemplo, la lapidación de las adúlteras. La creación de la Sunna Después de la muerte de Mahoma,


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la oscuridad del Corán pronto resultó insuficiente para organizar a la comunidad musulmana (umma). Por lo tanto, recurrieron a ejemplos del fundador reportados por testigos considerados dignos de confianza: los Compañeros del Profeta (Sahabi), es decir, todos aquellos que pasaron tiempo con el Profeta y transmitieron esta tradición. Esto supone que, plenamente conscientes de su misión, dedicaron su tiempo a estudiar este “modelo excelente”, para luego escribir diligentemente o memorizar

El Hadiz es toda palabra o sentencia atribuida a Mahoma y conforma un corpus doctrinal. Si los pilares del islam son aquéllos sobre los que el musulmán expresa su práctica religiosa, las fuentes son su legado sagrado. El Corán es fuente primaria, palabra misma de Dios. El Hadiz, tiene un papel secundario, en tanto que complementa las citas coránicas y, en ocasiones es punto de partida para interpretar su sentido. En este sentido, es de extraordinario valor para la teología. Ambos, Corán y Hadiz, constituyen una unidad básica de la Tradición (Sunna) islámica. La exacerbación del culto al Hadiz ha sido una seña de identidad de los movimientos islamistas, especialmente desde 1970.

atentamente los más mínimos detalles para transmitirlos a la posteridad. El término Compañeros también incluye a sus descendientes y sucesores que recibieron estas tradiciones de labios de los primeros. Juntos, conforman la casta de los salafi, Padres o ancestros, a la que los salafistas afirman pertenecer.

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Preservación y transmisión Según la tradición musulmana, muchos sahabi recopilaron todas las enseñanzas transmitidas durante el primer siglo de la Hégira(4). Una disciplina especial, el hadiz (literalmente, “novedad”), que experimentaría un desarrollo prodigioso, nacería para organizar este material. Cada hadiz se compone de dos partes, el isnad y el matn. El último es lo esencial, el texto del hadiz que debe reproducirse escrupulosamente. El isnad proporciona la cadena de nombres de autoridades y guardianes por la cual el hadiz llegó al último transmisor. Esta disciplina tendría gran autoridad si todos los hadices vinieran de Mahoma y sus Compañeros, pero este no es el caso en absoluto. En la época de los califatos, especialmente, el hadiz sirvió para crear una tradición que se adaptara a diversas necesidades: intentaban justificar una práctica de la Sunna, crear una Sunna que aún no existía, o corregir una tendencia de pensamiento a favor de una nueva Sunna. Los partidos políticos primitivos del islam (califatos) y los partidos religiosos (ulamas) utilizaron el hadiz para su propia ventaja produciéndolos desenfrenadamente. Más tarde fueron imitados por las sectas disidentes. Cada partido, secta o escuela de pensamiento solía poseer las tradiciones más favorables a sus afirmaciones o doctrinas. El hadiz incluso se utilizó para satisfacer el resentimiento personal: ¡el descontento popular llegó a inventar algunos contra la policía y los recaudadores de impuestos! La producción se hizo exponencial.


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Estadísticas de la Sunna Las colecciones más antiguas de hadices fueron elaboradas en la época de los califas omeyas (660-749); la fecha más importante se remonta al siglo IX, cuando comenzaron a clasificar el material que se utilizaría en las colecciones de hadices. Uno de los autores más famosos, Bukhari (quien murió en el año 870), recolectó 300,000... Bukhari decretó que 200,000 eran completamente apócrifos y únicamente conservó 8,000. Hoy en día, hay más de un millón y medio de hadices(5). Esta precoz prolijidad es tan escandalosa que los académicos musulmanes han intentado durante mucho tiempo evaluar el valor de los hadices; esto condujo al desarrollo de una inmensa colección de obras destinadas a verificar la solidez del isnad que, a su vez, llevaron a una clasificación de las personas nombradas en la cadena de autoridades: dignas de confianza, exactas, verdaderas, sin objeciones, dudosas o débiles. Pero el contenido nunca se cuestiona: el valor de la tradición, el matn, no puede ser cuestionado. Juicio crítico Analicemos ahora la información proporcionada por el hadiz. Para beneficio de la instrucción del creyente, los hadices relatan cómo realizaba Mahoma sus oraciones y abluciones, cómo comía, ayunaba, se vestía, se comportaba en su hogar; en ellos se puede aprender sobre sus platillos favoritos, el contenido de su guardarropa, sus aposentos, sus armas, sus caballos, sus camellos y sus nombres, su genealogía, sus cualidades... El Maestro ofrece la respuesta a todas las futuras dificultades dogmáticas, disci-

plinarias y políticas. Proporciona una lista con todas las ciudades y países que serán conquistados por las armas musulmanas. Condena a los futuros here-

El P. Henri Lammens, sacerdote jesuita belga, renombrado orientalista e historiador del islam (1862-1937), pasó toda su vida en el Líbano. Aplicando el método histórico moderno a los textos fundadores del islam (un enfoque entonces inédito) publicó artículos y libros muy críticos con el islam (como ¿Mahoma sincero? y Fátima y las hijas de Mahoma en 1912) que le valieron la reputación de estar en contra de los musulmanes. Por temor a reacciones hostiles del poder turco, sus superiores jesuitas le prohibieron continuar su investigación. Preparó una Vida de Mahoma (1914) que, aunque rigurosamente científica, permaneció en estado de manuscrito por temor a reacciones negativas. Algunos capítulos aparecieron como artículos en revistas. Colaboró en la Gran Enciclopedia del islam con 80 artículos. Fue considerado universalmente, incluso por los musulmanes, como uno de los grandes orientalistas de su tiempo. Pero a partir de la década de 1930, una cierta concepción “pastoral”, la del Padre Marchal y los Padres Blancos, por ejemplo, tendió a ocultar su trabajo. A ojos de ciertas autoridades políticas y eclesiásticas, la enseñanza del P. Lammens se volvía inquietante, ya que era necesario a toda costa evitar puntos de diferencia entre cristianos y musulmanes. Lo que llevaba a no querer ver la realidad del islam.


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jes. Por lo tanto, determina la Sunna y completa las prescripciones superficiales del Corán. A pesar de su inverosimilitud, la mayoría de los escritores musulmanes se niegan a rechazar estos hadices, por muy contradictorios o claramente apócrifos que puedan ser. Aquellos que admiten que ciertos hadices fueron inventados, simplemente se limitan a señalar los puntos débiles en su isnad y el poco valor de las personas nombradas en la cadena. El famoso islamólogo, Louis Massignon, escribió que si se eliminaran todos los hadices con isnads débiles, “los creyentes se quedarían únicamente con unas pocas prescripciones sobre higiene y cortesía”(6). Esta observación deja poco material como base para la vida de Mahoma. La Sirah Hacia finales del siglo VIII, los autores musulmanes comenzaron a componer la Sirah o Vida de Mahoma, de la cual existen incontables versiones. Casi todas están tomadas del hadiz, ya que el Corán ofrece muy pocos elementos sobre la vida del Profeta. El valor histórico de estos escritos es el mismo que el de la fuente. La mayoría de los detalles proporcionados tradicionalmente en la Sirah, y repetidos complacientemente en el mundo occidental, son excesivamente dudosos. Por eso es imposible escribir una biografía sobre Mahoma. El Padre Lammens demostró que estos textos no agregan nada al Corán en sí mismo(7), ni un solo hecho, ni un solo detalle preciso, sino que son, simplemente, un prodigioso desarrollo de la imaginación para añadir color a lo que el Libro dice sobre Mahoma. Por ejemplo, ofrecen nombres, descripciones, detalles pintores-

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cos, pero ni un solo detalle histórico. La Sirah no es más que una historia de Las Mil y una Noches. Algunos ejemplos La preexistencia del alma de Mahoma es uno de los dogmas favoritos de la tradición, aceptado por la Sirah, pero su origen es platónico y gnóstico. Los hadices tomaron esta idea de textos malinterpretados en los que Alá les dice a los fieles: “Les hemos enviado una luz”(8). Este tema se desarrolló y se aplicó a la persona del Profeta. Su cuerpo emitía rayos de luz, haciéndolo visible en medio de las sombras más densas. Una noche, esta luz permitió a Aisha (una de las esposas del Profeta) encontrar un alfiler perdido. La persona de Mahoma “no producía sombra”; su brillo opacaba al sol y a las antorchas”. Además de ser una fuente de luz intensa, podía ver lo que ocurría a sus espaldas; su visión era tan buena por la noche como en el día. Mejor aún, tenía un ojo físico en medio de la espalda, o entre sus hombros, nadie sabe exactamente dónde, y su ropa no impedía su “visión”. Este ejemplo muestra la fertilidad, lógica y métodos de esta tradición, al persistir en un término mal interpretado. Mahoma recibió el nombre de Qotam al nacer, pero como el libro de Alá lo llamó Ahmed, o Mahoma, la tradición se rehusó a saber más sobre ningún otro nombre. Sin embargo, se pueden encontrar rastros del primer nombre buscando a fondo en los hadices. ¿Cuántos años tenía Mahoma cuando murió? Probablemente ni el mismo lo sabía, como sucede con los beduinos de nuestros días. Pero la tradición improvisó una cronología en la Sirah. La cifra


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varía entre 60 y 65 años, según un verso malinterpretado del Corán. Algunas de las explicaciones son singularmente imaginativas. He aquí una de ellas: “Cada profeta llega a la mitad de años de su predecesor; ‘Isa (el nombre árabe para Jesús) vivió durante 125 años...” Conclusión: Mahoma vivió 62 años y medio. Los árabes están muy orgullosos de su paternidad. Mahoma recibió el nombre (konia) de Abu’l Quasim, padre de Quasim, su hijo. Según la tradición, prohibió a sus seguidores tomar este nombre y agregarlo al nombre de Mahoma. Esta afirmación es desmentida por la historia: entre los contemporáneos del Profeta, y en la siguiente generación, existieron varios Abu’l Quasims, cuyo nombre original era Mahoma. ¿A qué se debe esta insinuada prohibición? La historia de la juventud de Mahoma es sugerida a la Sirah por la sura 93, en la que Alá dice: “Te encontramos pobre, huérfano, sin familia”. Estas palabras proporcionaron el esbozo para un verdadero Evangelium infantiae Muhameti(9). Es imposible verificar la exactitud de esta novela basada en elementos inconsistentes, y en la que Mahoma sufre todas las vicisitudes propias de los huérfanos árabes. La imaginación de los escritores de la tradición compensó la información faltante. Los descendientes masculinos del Profeta son uno de los temas favoritos de la tradición. Al parecer, Mahoma tuvo un solo hijo. Los hermanos, por lo tanto, tuvieron que ser inventados; duplicaron el número, tomaron como nombres reales y diferentes los adjetivos Tahir (puro) y Taiyb (bueno) atribuidos a los hijos de Mahoma por la piedad popular, e incluso le otorgaron varios pares de gemelos. Estas artimañas die-

ron un total de doce hijos, ocho de los cuales eran varones. Al leer el Corán, es imposible no sorprenderse ante el sufrimiento de Mahoma por su desgracia paterna, sus protestas contra el nombre abtar (término islámico para un varón sin descendencia masculina). De ahí la larga serie de anécdotas en las que se ve al Profeta, incluso mientras reza, jugando con sus nietos. “Obedece al apóstol cuando llama”, dice el Corán. Este texto dio origen a toda una serie de hadices. Es considerado como la obligación de interrumpir cualquier cosa, incluso la oración, para acudir corriendo a la menor señal de Mahoma. Pero esta obligación fue llevada mucho más lejos. Una mujer deseada por él no puede rechazar su mano. Si está casada, su marido tiene que repudiarla. El apóstol debe casarse con ella, aún contra la voluntad de la mujer y su familia. ¿Acaso Alá no dijo: “Los creyentes deben preferir al Profeta que a sí mismos”?(10) En consecuencia, se puede declarar que la tradición musulmana no es muy fiable y que es imposible reconstruir la vida de Mahoma basándose únicamente en esta fuente. Lo mismo se puede decir del Corán. Son necesarias las fuentes externas para reconstruir la historia del islam. Conclusión La tradición islámica (hadiz) no tiene nada que ver con la tradición católica, dada por Dios, y verdadera fuente de Revelación. El hadiz es una fuente humana, fruto de la imaginación, pasión, luchas de poder e intentos de justificación que conduce a un gran fraude, independientemente de las intenciones de quienes lo elaboraron. Muchos mu-


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sulmanes, más o menos sinceros, están fuertemente apegados a él y, por lo tanto, son prisioneros de un sistema muy complejo de autojustificación. TERCERA PARTE: LA SHARIA Se trata de un tema delicado y actual del que no es fácil tener una idea clara. Sin embargo, es importante comprenderlo junto con sus diversas implicaciones, tanto políticas como filosóficas (por no decir religiosas). Resumen histórico

«Se puede tener el bautismo de deseo implícito, cuando hay una gran buena voluntad. Sólo Dios es juez en esos momentos. No sabemos lo que ocurre dentro de las almas: Dios conoce todas las almas y, por consiguiente, sabe que, en los ambientes protestantes, en los ambientes musulmanes, en los ambientes budistas, y en toda la humanidad hay almas de buena voluntad. Dios conoce las almas que están dispuestas a servirle, que están dispuestas a hacer su santa voluntad. Y por el hecho mismo de que quieren hacer su santa voluntad, reciben el bautismo de deseo implícito. Bautismo que es el medio de unirse a la Iglesia. Estas almas no lo saben, pero reciben la gracia del bautismo por la santa Iglesia Católica; no pueden recibir la gracia fuera de la Iglesia Católica. No nos podemos salvar por el islam, el budismo ni el protestantismo. Uno no se salva por el error. En el cielo no hay iglesia budista ni musulmana. En el cielo hay una única Iglesia: la Iglesia católica. Es el mismo Dios quien la fundó. Son cosas que pueden parecer duras de decir, y sin embargo son verdad. No soy yo quien fundó la Iglesia. Es Nuestro Señor, es el Hijo de Dios, es Él quien lo hizo. Y nosotros, los sacerdotes, estamos obligados a decir la verdad. Es posible salvarse en el protestantismo, en el budismo y en cualquier otra religión, pero no por esa religión. La diferencia es enorme. Mons. Lefebvre

El concepto encierra varias contradicciones, manifestadas en el islam actual, derivadas de la historia. Tradicionalmente, las fuentes de la sharia son a) el Corán b) los hadices (la sunna) y c) la Sirâ. Esta última no se distingue adecuadamente de los dos primeros, de los que fue extraída casi en su totalidad. Habría que añadir una cuarta fuente d) el consenso académico, el cual desempeña un papel sumamente importante, por no decir preponderante. Es algo similar al derecho canónico, extraído de las Escrituras, la Tradición y la labor de los juristas católicos. El Corán y la Sunna hablan poco de obligaciones y prohibiciones: lo que los vuelve determinantes es la lectura que hacen de ellos los expertos; es por eso que las dos corrientes principales del islam, el chiismo y el sunnismo, a ésta última pertenecen las cuatro grandes escuelas de fiqh, o ley religiosa (malikí, hanafí, shafií y hanbalí), no traducen las fuentes de la misma manera, ya sea en el lenguaje teológico o legal. Cabe señalar que los eruditos musulmanes no men-


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cionaron la sharia hasta el siglo XIX, e incluso se podría decir que fue hasta el siglo XX; pero ya desde el siglo IX existía una ley positiva, el fiqh, en las grandes escuelas sunnitas y chiitas. La fatwa (consulta) experimentó un gran auge y fue objeto de compilaciones, constituyendo así una jurisprudencia.

El ejemplo egipcio En Egipto, la enmienda al segundo artículo de la Constitución de 1980,

La aparición de la sharia moderna

Cabe señalar la influencia de distintas estructuras, y principalmente del imperio otomano, cuando una de las escuelas accedió al estatuto de la doctrina oficial del Estado. Finalmente, bajo los efectos de la colonización y la presión de las potencias europeas, varios países se embarcaron en una política de reformas que condujo, en la mayoría de los casos, a una transformación de la norma islámica en la legislación musulmana. Por lo tanto, la idea de transformar las normas islámicas en leyes aplicables, y particularmente en derecho codificado, es el resultado de un invento bastante reciente, llevado a cabo por los gobernantes musulmanes y las nuevas élites, cuya intención era fusionar el fiqh con el molde del derecho positivo (napoleónico). Fue así que la ley islámica se codificó parcialmente en diversos ámbitos y grados. Especialmente en el de las relaciones familiares, porque ahí era donde más intervenía el fiqh. Las fundaciones piadosas o waqf, (para apoyar a los musulmanes en sus necesidades o para la propaganda musulmana), las finanzas, e incluso se puede ver que los legisladores recurren a esta ley islámica para inspirarse en ella en el cumplimiento de su deber.

La oración o salat es el segundo pilar del islam. Todos los musulmanes deben rezar cinco veces al día mirando hacia La Meca, la ciudad donde Mahoma empezó a divulgar la religión de Alá.

estipula que “el islam es la religión del Estado, el árabe su idioma oficial y los principios de la sharia islámica, la fuente principal de legislación”. El contenido de la sharia no está dado: es el tribunal constitucional egipcio, compuesto por jueces formados en derecho, y no por eruditos musulmanes, el responsable de especificarla. De hecho, la sharia ha favorecido sistemáticamente el derecho constitucional a expensas de la ley islámica, pues ha distinguido los principios cuyo origen y significado son absolutos, de las reglas relativas que cambian con el tiempo, de acuerdo al principio reconocido por la fiqh, para limitar los efectos de la ley sharia. Esto es una fuente de tensión perpetua entre los “secularistas” y los salafistas. La sharia sigue siendo un con­ cepto impreciso Concluiremos este enfoque histórico afirmando que la sharia en disputa, ya sea


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para hacerla valer o para rechazarla, no está claramente determinada. Además, es objeto de constante tensión en los círculos musulmanes entre los gobiernos que la codificaron para suavizarla, y los diversos movimientos religiosos que reclaman su aplicación plena y completa. Pero también sirve como un caballo de Troya en el intento de islamizar a los países occidentales que han albergado a numerosos musulmanes, los cuales exigen poder vivir de acuerdo con la ley islámica.

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El contenido de la sharia La sharia contiene dos tipos de obligaciones: individuales y comunitarias, éstas últimas deben realizarse colectivamente. Las obligaciones individuales son cinco: 1. la shahada o profesión de fe que

Significado general de la sharia Se puede afirmar que todo lo que es musulmán se remite a la sharia, y lo que no forma parte de la sharia no es musulmán. Es verdaderamente una ley integral de la vida de los musulmanes y abarca todos los aspectos. La palabra sharia significa senda que conduce al agua. Por lo tanto, por derivación, también significa la voluntad divina que conduce a los hombres por el camino correcto. Es un sistema total que incluye: un derecho específico (el fiqh), una ética (la sumisión) y un comportamiento específico. Pero hay que destacar especialmente sus características fundamentales: 1) es superior a toda ley; 2) deroga todas las demás leyes; 3) es monolítica (no se puede elegir un elemento y rechazar otro, sin embargo, se pueden distinguir elementos absolutos, válidos siempre y en todas partes, y elementos relativos, que pueden evolucionar); 4) es inmutable.

La peregrinación a la Meca es algo que los musulmanes deben hacer al menos una vez en la vida, aunque siempre en función de su posibilidades económicas y de sus responsabilidades. La ciudad de La Meca, en Arabia Saudí, se considera el centro espiritual del islam. Dentro de la Gran Mezquita de Masjid al-Haram se encuentra la Kaaba, un edificio cuadrado cubierto con una tela negra alrededor del cual rezan los musulmanes. Según el Corán, la Kaaba fue construida por Ibrahim (Abraham en la tradición cristiana). En una de las paredes exteriores de la Kaaba se encuentra enclavada la célebre piedra negra traída, según la tradición árabe, del paraíso por los mismos ángeles a fin de que sirviese de escabel, o tarima para reposar los pies, al profeta Abraham cuando construyó el templo. Este objeto ha sido el más venerado por los árabes. Se dice que originalmente la piedra era de color blanco, pero que había ennegrecido a causa de los pecados de los hombres.

introduce al islam; 2. los cinco tiempos de oración diaria; 3. el azaque o impuesto; 4. el ramadán; 5. la peregrinación a La Meca (hadj). Las obligaciones comunitarias son cinco también (o pueden reducirse a estas cinco categorías): 1. tener líderes (musulmanes); 2. tener jueces (musulmanes también); 3. la Yihad o guerra


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santa; 4. el califato, que designa un territorio y la población que vive en él, la cual debe reconocer el poder del califa; 5. ordenar el bien y prohibir el mal (a todos los hombres). Una comunidad musulmana que no posee estos elementos o no intenta obtenerlos, es culpable. La sharia comprende otros elementos: rituales obligatorios, reglas fiscales, comerciales, maritales, reglas de sucesión y de justicia, diversas obligaciones de comportamiento y de creencia para los musulmanes y los no musulmanes. Se puede decir que todas las acciones de un musulmán, tanto públicas como privadas, están directa o indirectamente sujetas a la ley sharia. Algunas de estas reglas son incompatibles con las leyes de los países occidentales, llegando incluso a ser consideradas como ilegales o criminales. Algunos ejemplos... Sobre el tema de la discriminación: una mujer tiene derecho a media parte de la herencia contra la parte entera para el varón. Sobre la destrucción de ciertas libertades individuales: normas sobre el matrimonio, prohibición de la conversión. Sobre el empleo y la promoción del uso de la violencia: el castigo del ladrón a quien se le debe cortar la mano, el asesinato del que abandona el islam, la lapidación de la mujer adúltera. Finalmente, sobre el reconocimiento y la práctica de la esclavitud en algunos países islámicos. Estas leyes son practicadas actualmente. En países como Arabia Saudita, Qatar e incluso Irán, por nombrar tan solo los principales, se aplica rigurosamente la ley sharia. Pero muchos otros la aplican más o menos plenamente.

Finalmente, en países “secularizados”, como Egipto, Jordania, Túnez, Irak o Turquía, solo se aplica parcialmente. Pero la tendencia actual apunta hacia una radicalización, incluso si es necesario eliminar, por esta razón, a los go-

La sharia o ley islámica es un conjunto de leyes que se aplican en el mundo musulmán. Proceden de textos religiosos, como el Corán y otros libros sobre la vida del profeta Mahoma, pero en la práctica se aplican para guiar las normas de conducta social en el día a día. Es como una especie de código moral que indica qué puede hacerse y qué no en diferentes aspectos como la vestimenta, los derechos de las mujeres, el consumo de alcohol, las relaciones fuera del matrimonio… La interpretación de la sharia es diferente según el país y la rama del islam, pero en las versiones más estrictas puede incluir penas como los azotes, la amputación o la lapidación.

bernantes musulmanes considerados demasiado blandos: recordemos el asesinato de Anwar el-Sadat. En Occidente Ya se han introducido numerosos elementos de la sharia: mezquitas, centros de difusión del islam, el velo islámico, la carne halal que incluye un impuesto pagado a las organizaciones del islam, el día del Eid-el-Kabir, la demanda de jueces específicos (en Inglaterra y Canadá, por ejemplo). Es importante enfatizar que aceptar cualquiera de estas disposiciones allana el camino para la introduc-


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ción completa de la ley sharia, porque ésta no se puede dividir. Un elemento aceptado abre la puerta a los demás.

Análisis filosófico de la sharia Algunos elementos pueden considerarse positivos, pero es accidental para el islam y generalmente provienen de las civilizaciones que lo precedieron. La ley islámica es profundamente antinatural por definición. Hay que recordar que la sharia se deriva de un sistema “religioso” conformado por elementos extraídos de diversas fuentes: paganismo, judaísmo y cristianismo. Este sistema refleja una cierta filosofía sobre Dios, el hombre y los actos humanos, y la sociedad. La sharia representa una parte importante de este sistema, porque es la base de toda la acción, de toda la moral del islam. Alá es considerado por el islam como totalmente trascendente(11). No puede existir comparación alguna entre Él y la creatura. Esto conlleva la imposibilidad de descubrir cualquier atributo divino(12). También implica la imposibilidad para la razón humana de explicar el bien y el mal que dependen del fin último, Dios. Si no se puede decir nada de Dios, no se puede conocer este fin del que se suspende todo el orden moral. Por tanto, este último queda excluido del dominio de la inteligencia y la razón para ser adscrito al de la voluntad: en consecuencia, se cae necesariamente en un voluntarismo puro. En el islam, ningún razonamiento puede, ni debe ayudarnos, por eso todo debe hacerse según un plan completo. El único margen es el de la aplicación de la ley musulmana a un caso particular (fatwa). Por eso se debe proyectar en Dios la

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totalidad de la ley; pero esto solo se relaciona con la voluntad divina, por lo que no es posible discernir las razones por las que “esto” es bueno y “eso” es malo: es Dios quien así lo desea(13). La doctrina se encuentra en una contradicción inextricable: Dios aprueba el bien y reprue-

La obligación de extender el islam por todo el mundo, sometiendo a los infieles, no es una pretensión de los fundamentalistas. Es una parte esencial de esta doctrina. De acuerdo con las enseñanzas musulmanas, la yihad es uno de los mandamientos básicos de la fe, una obligación que Dios ha impuesto, a través de la revelación, sobre todos los musulmanes. En una guerra ofensiva es obligación de la comunidad musulmana en conjunto en una guerra defensiva se convierte en una obligación personal de cada varón musulmán adulto.

ba el mal, pero Él decide supremamente quién hará el bien y quién hará el mal. Es una moralidad puramente legal. Relación con la ley natural Esto implica una relación de sumisión absoluta, una “relación amo-esclavo”, en relación con esta ley. Puede objetarse que uno debe, según la verdadera moral, obedecer a Dios perfectamente. Pero existe una diferencia esencial: la ley natural nos es dada en nuestra calidad de seres inteligentes, racionales y libres; corresponde a nosotros descubrirla y aplicarla según nuestra naturaleza y des-


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cubrir gradualmente la riqueza y la implementación de la ley eterna en la vida humana. Dios no nos gobierna como a los animales, sino como a seres que asocia al conocimiento de su ley. Finalmente, la ley islámica es completamente positiva, pues depende de una decisión divina absoluta, no relacionada con la naturaleza creada, y debe aplicarse de manera uniforme siempre y en todas partes. Se podría formular dicha situación de la siguiente forma: la sharia no busca primero lo que conviene al hombre, sino lo que agrada a Dios. No hay ni bien ni mal por naturaleza, porque Dios lo quiere así. Así es como los musulmanes ven las cosas: está prohibido analizar la ley islámica para intentar comprenderla racionalmente (es la ley del ijtihad). Durante los tres primeros siglos, se realizó una cierta labor racional pero se considera totalmente finalizada.

Conclusión Todas las cosas están determinadas y no hay progreso posible: el Corán y la tradición (el hadiz) tienen una respuesta para todo. Lo único que queda por hacer es aplicarlas según el caso dado. Si surgen nuevos problemas morales, son completamente pasados por alto o brutalmente rechazados. Finalmente, no olvidemos que los musulmanes colectivamente tienen la tarea de imponer en el mundo entero el orden de la ley sha-

El islam es una de las religiones más cuestionadas por el trato que da a la mujer, en sus textos sagrados, en la interpretación de los mismos, en la legislación y en la organización interna. Y ello en todos los ámbitos: el político, el religioso, el cultural, el familiar, el laboral, etc.

ria. Es por eso que tenemos el deber político (en justicia) de rechazar cualquier elemento de este sistema que abra la puerta a todo lo demás. Y tenemos el deber en la caridad de hacer lo que esté en nuestras manos para liberar a aquellos que están encadenados en las tinieblas de la ignorancia y el error por los lazos de la ley islámica. m (1) Las cifras entre paréntesis son referencias al Corán: se cita el sura (capítulo) seguido de un punto y a continuación las aleyas (versos). (2) Porque habrían sido dictados en Medina. (3) Dictados en La Meca. (4) Fecha supuesta de la emigración de Mahoma a Medina, fijada en 622, que sirve de año cero a los musulmanes. (5) Tengamos en cuenta que el Ayatollah Jomeini, a su llegada a Irán, añadió toda una serie de hadices ... (6) Louis Massignon, Essai sur les origines du lexique technique de la mystique musulmane (Ensayo sobre los orígenes del léxico técnico del misticismo musulmán), Ed Geuthner, Paris, 1922, p. 103. (7) Henri Lammens, Qui était Mahomet ? (¿Quién fue Mahoma?), Ed. du Trident, 2014. (8) La palabra luz aquí es sinónimo de Corán. (9) Evangelio de la infancia de Mahoma (comparado con los evangelios apócrifos de la infancia de Jesucristo). (10) Corán, XXXIII, 6, 36. (11) Alá es Uno y Solo, Trascendente e Incomuntable. (12) Sin embargo, por falta de lógica y rigor, el islam da un cierto número. (13) Por eso Alá también predestina al infierno.


Fray Francisco de Tembleque Rvdo. D. Eduardo Montes

U

nas recientes declaraciones de Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados unidos Mexicanos, acerca de la grave obligación del Rey de España y del Papa de pedir perdón por la conquista de México me ha impulsado a desplazar la atención de estos modestos artículos desde la Edad Media a la república hermana. Pretendo mostrar algunas consecuencias de dicha conquista que merecen admiración y gratitud por los inmensos beneficios que aportaron, especialmente a los sectores populares. Para comenzar respondiendo a López Obrador hay que recordarle que la misma nación mexicana es creación de la conquista. Antes de ella estaba aquel inmenso territorio dividido en reinos y lenguas diversas generalmente enfrentados entre sí. Pero no es este el asunto en que quiero centrarme porque estos modestos trabajos quieren dar argumentos concretos de la compenetración entre la Religión Católica y el progreso. Sólo que eso hoy lo haremos recordando a AMLO –así se conoce vulgarmente al presidente citado- la obra de un misionero franciscano que llegó a la enton- El Padre Fray Francisco era natural de Temces conocida como Nueva España pocos años bleque, y marchó a América en 1540. Allí, designado a evangelizar en el valle de después de la conclusión de la conquista desde fue Otumba. En aquella zona, Fray Francisco su Tembleque natal, en la provincia de Toledo. se dio cuenta de las penalidades por la de agua, y decidió comenzar con Hablamos, pues, de Fray Francisco de escasez la construcción de un gran acueducto, de Tembleque. Nacido en 1510 en 1545 estaba ya nada más y nada menos que 48km de lonen la Nueva España iniciando la construcción gitud. La construcción tardó 17 años, los que estuvo en condiciones muy duras en de la obra hidráulica más ambiciosa e impor- pleno desierto. tante de América durante el siglo XVI. Nada hay que se le iguale ni de lejos en la América inglesa, portuguesa o francesa. El acueducto en cuestión tiene una longitud de 39,8 kilómetros con 6 arquerías monumentales, de las cuales la más importante se localiza en Santiago Tepeyahualco, en el actual Municipio de Zempoala, Estado de Hidalgo. Este acueducto transportaba agua desde las faldas del cerro El Tecajete hasta la población de Otumba, en el Esta-


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Fray Francisco de Tembleque

do de México. Nacido de la compasión del fraile toledano por la miseria de aquellas poblaciones privadas de este recurso fundamental se vería finalizado a los 18 años de comenzado, es decir, en 1563. Conformado por 6 arquerías, de las cuales la más conocida se encuentra sobre el río Papalote próxima a la población de Santiago Tepeyahualco; la Arquería Mayor o Arquería Monumental de Tepeyahualco, se ubica entre los límites del Estado de México y el Estado de Hidalgo, siendo el cauce del Papalote el límite natural; esta sección cuenta con 68 arcos de medio punto que se extienden a lo largo de 904 metros, alcanzando en su punto más alto 38.75 metros. La obra tiene una longitud En el siglo XVIII, cuando todavía pasaban las aguas total de 48 kilómetros, 38 desde su oripor el caño del acueducto, el capuchino Francisco de Ajofrín, de la Sagrada Congregación de Propa- gen en los manantiales de las faldas del ganda Fide, admiraba las proporciones de esos ar- El Tecajete hasta Otumba, y una bifurcos tan delgados y altos. Según su opinión, la obra era muy milagrosa, pues la fuente de donde salía cación de 10 kilómetros que surtía agua el agua era más baja que su punto de llegada, y a las poblaciones de Zacuala y Zempoaademás, el franciscano que lo concibió no conocía la. Si bien el acueducto del padre Temnada de arquitectura. bleque se conoce principalmente por la arquería mayor, cerca del 95 por ciento es subterráneo, variando su profundidad desde unos cuantos centímetros hasta los 2 metros; encontrándose 6 secciones aéreas, la primera en la Hacienda de Tecajete, la segunda en la Hacienda de Nuestra Señora de Guadalupe-Arcos, un pequeño arco en Acelotla, la más importante en Santiago Tepeyahualco, y finalmente dos arcos en el municipio de Otumba llamados San Pedro y San Marcos. Las fotografías adjuntas dan una idea de la grandiosidad de una obra realizada con los medios de transporte de la época y sobre todo llevan a pensar en la inmensa fuerza moral que lo hizo posible. Basta tener en cuenta lo fácil que es destruir y lo difícil que es construir para intuir al menos una parte de lo antes dicho. Ese monumento es la expresión de todo un clima social enormemente sano porque sólo la aportación de una multitud de colaboradores pudo alzarlo con la solidez que hoy admiramos y que motivaron que el 5 de julio de 2015 el Comité del Patrimonio Mundial reunido en la ciudad alemana de Bonn lo incorporase al Patrimonio de la Humanidad con la denominación «Sistema hidráulico del acueducto del Padre Tembleque». m


La primavera del postconcilio L. Pintas

l ¡Un, dos, tres! Un pasito p’a­ lante… y medio p’atrás, y me­ dio p’alante. Lo cual, si sabemos sumar, da como resultado “un pasito p’alante”. O sea, que nos quedamos con el documento de Abu Dabi como está. Ya saben: el Documento sobre la fra-

ternidad humana, por la paz mundial y la convivencia común que firmaron el 4 de febrero en la capital de los Emiratos Árabes Unidos el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad AlTayyeb. En él se dice que “el pluralismo y la diversidad de religión color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina”. La frase es tan enorme, que Francisco pareció querer justificarse durante la rueda de prensa en el avión de regreso a Roma: “Si alguien se siente disconforme, lo comprendo… pero [es] un paso hacia adelante que viene de hace 50 años, viene del Concilio... Y me sorprendió incluso a mí”.

Uno de esos disconformes es el obispo de Astana (Kazajstán), Athanasius Schneider, quien tuvo valor para pedirle al Papa, durante la visita ad limina del 1 de marzo, que aclarase el asunto. Aquí vino el medio pasito p’atrás, pues según transmitió monseñor Schneider, el pontífice le autorizó a ofrecer esta explicación matizada de la frase: “Pueden decir esto, que la diversidad de religiones es la voluntad permisiva de Dios” (algo malo, pues, que Dios no quiere positivamente, solo permite). Lo cual tal vez salve –por los pelos– la doctrina, pero no la frase, porque (aparte de que no es lo mismo un documento público que un “pueden decir que yo digo” en una reunión privada) sitúa la diversidad de color, sexo, raza y lengua al nivel de los pecados que Dios permite. ¡Explíquenselo a SOS Racismo! Ahora bien, para que nadie se hiciese demasiadas ilusiones sobre lo que significa Abu Dabi, vino un nuevo medio pasito p’alante para recuperar terreno. El 4 de mayo, en un discurso a los nuevos guardias suizos, Francisco les animó a reconocer “la diversidad cultural, religiosa y social como riqueza humana y no como una amenaza”. Enlazando con un poco de lógica ambos posicionamientos, llegaremos a la conclusión de que un objeto de la voluntad permisiva de Dios (necesariamente, un mal) es una rique-


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La primavera del postconcilio

za humana (necesariamente, un bien). Dice el viejo principio de contradicción que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo la misma relación.

Pero bien lo da a entender Francisco: ese principio se guardó en un cajón del Vaticano “hace 50 años”. l Somos católicos, Deo gra­ tias! Hay más cosas que quedaron guardadas en ese cajón. Por ejemplo, el concepto católico de la fe. “El modo de comprender hoy la fe, después del Vaticano II, es distinto al modo de comprender la fe antes del Vaticano II”, le dijo el Papa el 10 de mayo a 850 religiosas de la Unión Internacional de Superioras Generales. Es una declaración muy importante, dado que se supone que aquel Concilio era pastoral, no dogmático. Sin embargo, ha cambiado nada menos que el modo de comprender la fe. Y en eso tiene razón Francisco. Lo que definió el Concilio Vaticano I como una virtud sobrenatural por la que creemos ser verdadero lo que Dios ha revelado por la autoridad del mismo Dios que lo revela, se ha convertido, tras el Concilio Vaticano II, en lo que suele definirse ahora como la experiencia de un encuentro personal con Cristo. Lo cual –acabamos de ver-

lo– permite afirmar sin pestañear una cosa y su contraria. Eso sí, los católicos somos nosotros. Sí, usted y yo. Lo dijo el mismo Papa el 31 de marzo durante el vuelo de regreso de su viaje apostólico a Marruecos, al glosar esa misma idea de que “la fe crece en la conciencia” y evoluciona: “Hay católicos que no aceptan lo que el Concilio Vaticano II ha dicho sobre la libertad de conciencia y de culto. Hay católicos que no lo aceptan. Nosotros también tenemos este problema”. Conque sí, somos un problema… pero somos católicos. Mejor eso que dejar de ser una cosa para no ser la otra, ¿no? l Un obispo blasfemo. No se me ocurre otro calificativo, porque no tiene otro nombre la ‘instalación’ autorizada y celebrada por el obispo de Innsbruck para ser ubicada en la iglesia hospitalaria del Espíritu Santo de dicha ciudad austriaca. Es obra del artista Manfred Erjautz y con esta frialdad la describía el 5 de marzo la propia página web de la diócesis: “Erjautz ha transformado un viejo crucifijo en un reloj. Troceó el cuerpo en tres partes: el torso y las piernas señalan las horas, y los brazos los minutos y segundos”. Las fotografías muestran a Nuestro Señor como un muñeco descuajeringado en posturas grotescas, que en algunas horas está en posición invertida. Así alabó este engendro monseñor Hermann Glettler: “La Cruz no es un objeto decorativo cualquiera ni un símbolo de poder. Debe ser contemplado y tratado de forma nueva”. El rec-


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tor del templo, Jakob Bürgler, también está feliz: “Queremos que la iglesia sea un lugar donde se experimente con la fe mediante un arte nuevo y sorprendente”. Por si fuera poco, el obispo se ríe de nosotros jugando a interpretar el Cristo profanado con reflexiones de autoayuda barata: “[La ‘instalación’] nos enfrenta a preguntas muy profundas sobre la esencia de la vida. ¿Nos dejamos arrastrar por el tiempo y sus exigencias, o sabemos hacer una pausa?”. l Decir “padre” es (ahora) algo muy feo. En los países de tradición católica siempre se apeló de manera diferente a los sacerdotes religiosos y a los sacerdotes seculares. En español, respectivamente, “padre” y “don”. Sería interesante profundizar en la teología de la distinción, que la hay más allá de la cuestión lingüística. Saldrían a relucir conceptos como las diferencias en los votos, sus distintas finalidades en la búsqueda de la perfección y en la administración de los sacramentos o la importancia social que se otorgaba a los estudios teológicos del cura. Al llegar al confesionario, eso sí, los catecismos unificaban: “Perdóneme, padre, porque he pecado”, había que decirle a quien, fraile o no, estuviese al otro lado de la rejilla. Y hoy está ya prácticamente universalizado para unos y otros. Pues bien: si Dios es Padre, si el hombre por quien existimos es padre, si llamamos “padre” a la persona que con su absolución nos abre las puertas del Cielo… ¡solo a alguien de espíritu… ‘peculiar’ (pongamos el obispo de Wellington, Nueva Zelanda) podría ocurrírsele emprender una campaña contra el uso de tan entrañable apelativo! El cardenal John Dew consagra a ello una carta a sus fieles del pasa-


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do 4 de abril, donde respalda el artículo de un sacerdote francés, Jean-Pierre Roche, titulado No me llaméis padre, y lo enmarca en la lucha del Papa Francis-

co contra el ‘clericalismo’. Roche (y Dew con él) ofrece dos argumentos muy curiosos para esta novedad. Primera, que la palabra ‘padre’ sitúa a la gente “ante una relación de padre e hijo”, y “no es posible mantener relaciones de igualdad entre adultos que son hermanos y hermanas si llamamos ‘padre’ a uno de ellos”. Segunda, que la palabra ‘padre’ es “una expresión de dependencia basada en una falsa e irreal idea de obediencia”. El purpurado pide también que a él no se le llame ni Su Eminencia ni Cardenal.

Vale. De acuerdo. Así que… mira, John, mira Jean-Pierre, de igual a igual: sed un poquito más coherentes y no me déis órdenes (¿qué es eso de ‘No me llaméis padre’?) con vuestra –ésta sí– ‘irreal idea de obediencia’. Si estamos de igual a igual, entonces las órdenes las doy yo, si no os importa: dejad que la gente os denomine conforme al modelo que ama y desea ver encarnado en vosotros; dejad que el sensum fidelium, la fe de los sencillos, vea en vosotros lo que sois, aunque parece que no queréis ser, es decir, alter Christus, otros Cristos conscientes de los misterios infinitos que transmitís y del plus sobrenatural que esos misterios os exigen y al mismo tiempo os otorgan. Es la única razón por la que os distinguimos con una palabra que a la mayoría nos evoca, sí, desigualdad y obediencia, pero sobre todo amor incondicional y entrega absoluta. John, Jean-Pierre, coleguitas: sed espiritualmente esos “padres” que os llaman y veréis como enseguida deja de molestaros la palabra.m

Nuestra gran caridad hacia el mundo será llevarle ese testimonio tal como Nuestro Señor nos lo transmitió por la Iglesia. Las conclusiones derivan de ellas mismas, es inútil insistir. El sacerdote que no sea más el perfecto reflejo del pensamiento de la Iglesia pierde su razón de ser, se hace indigno de su sacerdocio. La verdadera caridad no contribuye a dejar los espíritus en el error y las almas en el pecado. Una cosa es entender las almas y el camino que las llevó al error y al pecado, y otra cosa es darle al error una apariencia de verdad, al pecado un semblante de virtud, lo que haría creer a nuestro interlocutor que está en la verdad y en el bien. Ciertamente, se trata aquí de matices, pero la verdadera y entera caridad, hecha de buena fe en Jesucristo, no se equivoca y no pondrá la luz bajo el celemín. Es más fácil el no contradecir nunca, aprobarlo todo siempre y crearse una popularidad fácil a costa de Nuestro Señor mismo: así, uno se busca a sí mismo y no se ejerce la verdadera caridad. ¡Bienaventurada la caridad que encuentra el camino de las almas, a fin de llevarlas al único Pastor! Mons. Marcel Lefebvre, Carta Pastoral 17


La vida espiritual Mons. Marcel Lefebvre La grandeza de un hombre está en lo que vale su espíritu. Ya sea que se le conceda vivir veinte u ochenta años, y sea cual sea su origen, algún día todo ser humano escucha en el fondo de su alma el llamamiento a ser más que parecer, una invitación a la vida interior más que a quedarse sepultado bajo la búsqueda del dinero, del poder, del placer y, finalmente, de la materia. «Señor, nos has hecho para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti», exclamaba San Agustín. En este libro, Monseñor Lefebvre nos invita a esta búsqueda de la gracia y, en definitiva, de la santidad y del Cielo. Estas páginas entresacan con método todo lo que aquel prelado pudo decir o escribir sobre la vida espiritual: Dios, que se nos revela a través de su divino Hijo, nuestro Señor Jesucristo; la obra del Espíritu Santo en el alma; la lucha contra el pecado; las virtudes; la oración y la vida sacramental; y, por último, la presencia reconfortante y provechosa de la Santísima Virgen. Este libro es, en cierto modo, una especie de catecismo de la vida interior. Empieza con la descripción de las verdades que debemos creer, prosigue con el camino que hemos de seguir para responder a nuestra vocación de bautizados, y termina con la presentación de los medios de santificación. A lo largo de las páginas, el lector atento y generoso se sentirá tocado por la profundidad y la sencillez de los pensamientos de Monseñor Lefebvre, y, desde luego, alentado a avanzar hacia el cielo por los pasos del amor.

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Capillas de la Hermandad San Pío X en España Madrid

Capilla Santiago Apóstol C/ Catalina Suárez, 16 Metro: Pacífico, salida Dr. Esquerdo. Bus: 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141 Domingos: 11 h.: misa cantada 19 h.: misa rezada Laborables: 19 h.

Vitoria

Capilla de los Sagrados Corazones Pl. Dantzari, 8 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h.

Granada

Capilla María Reina Pl. Gutierre de Cetina, 32 S3 Siervas de Jesús Sacerdote Autobús: er 1 domingo de cada mes, SERRANILLOS DEL VALLE misa a las 11 h. Domingos: misa a las 10 h. Sábado precedente, misa a las 19 h. Semana: misa a las 8’15 h. Más información: 958 51 54 20 Exposición Stmo. Domingos: 19 h. Jueves: 19 h. Más información: 91 814 03 06 Córdoba C/ Angel de Saavedra, 2, portal B, 2º izq. Lunes siguiente al 1er domingo, Barcelona misa a las 19 h. Capilla de la Inmaculada Concepción Más información: 957 47 16 41 C/ Tenor Massini, 108, 1º 1ª Domingos: misa a las 11 h. Viernes y sábados: misa a las 19 h. Palma de Mallorca Más información: 93 354 54 62 4º domingo de cada mes, misa a las 19 h. Más información: 91 812 28 81

Oviedo

Capilla de Cristo Rey C/ Pérez de la Sala, 51 3er domingo de cada mes, misa a las 19 h. Más información: 984 18 61 57

Valencia

Consultar dirección: 91 812 28 81 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h.

También se celebran misas en:

Salamanca, Murcia, Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.

Para cualquier tipo de información sobre nuestro apostolado y lugares donde se celebra la Santa Misa, pueden llamar al 91 812 28 81 Impreso: Compapel - Telf. 629 155 929


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