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Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié?
P. Guy Castelain
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1Introducción: ¡Señor, danos santos sacerdotes!
En la crisis de la Iglesia que vivimos, un católico bien nacido está normalmente deseoso de recurrir a un pastor digno de ese nombre. Como esos pastores son cada vez más raros, es urgentísimo pedir a Dios: “¡Danos sacerdotes, danos santos sacerdotes, danos muchos santos sacerdotes!”
Nota del traductor: Los dos artículos que aquí se han refundido se publicaron originariamente en francés en la revista Le Combat de la foi catholique (Le Moulin du Pin). Por ralliement se entiende en francés unión o adhesión a un régimen o posición; es término muy cargado de connotaciones políticoreligiosas desde los tiempos del papa León XIII y la III República francesa y, por ello, falto de buena traducción al español. «Se llama “ralliés” a las comunidades, los sacerdotes y los fieles que, habiendo elegido en un primer momento la defensa de la Tradición después, a partir de las consagraciones del 30 de junio de 1988 y la excomunión fulminada contra Mons. Lefebvre, Mons. de Castro-Mayer y los cuatro obispos consagrados, eligieron ponerse bajo la dependencia efectiva de la jerarquía actual al tiempo que conservaban la liturgia tradicional. Se unieron pues a la Iglesia conciliar. Por extensión, el vocablo “ralliés” designa a las comunidades, los sacerdotes y los fieles que conservan la liturgia tradicional pero aceptan los principales errores conciliares, así como la plena validez y la legitimidad del novus ordo de Pablo VI y de los sacramentos promulgados y editados por Pablo VI» (Padre François-Marie Chautard, Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre), en Tradición Católica, núm. 266, enero-marzo 2019, p. 17).
Es evidente que hoy a la Iglesia le haría falta un ejército de “curas de Ars”. San Juan María Vianney, el santo Cura de Ars es, en efecto, el tipo mismo de “santo sacerdote” pero, felizmente, no tenemos que esperar nuevos “curas de Ars” para poder recurrir a “santos sacerdotes”. Podríamos tener que esperar mucho tiempo…
Cuando hablamos de “santos sacerdotes”, es de suma importancia saber de qué hablamos. No se trata de juzgar a tal o cual sacerdote para saber si es ”santo”, hablando subjetivamente. Tampoco se trata de estimar a un sacerdote por sus cualidades personales de bondad, de simpatía o de afabilidad. Los sacerdotes modernistas son a menudo expertos en la materia. No se trata de juzgar al sacerdote en base a sus capacidades de relación, en base a su celo por las almas o en base a su elocuencia pastoral. El problema no está aquí: nos quedaríamos en lo subjetivo.
Cuando hablamos de “sacerdotes santos” hay que entender esta expresión en el sentido en que la Iglesia la entiende. Un sacerdote santo es un sacerdote que predica la doctrina católica sin alteración y que da los sacramentos sin adulterarlos. Es un sacerdote que predica la verdad y denuncia el error, que enseña y practica la virtud y condena los vicios. Es un sacerdote sin componendas con el mundo y sus errores. Es un sacerdote tal
14 ¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? como la Iglesia lo desea. Es precisamente por lo que trabaja la Hermandad de San Pío X desde hace cincuenta años.
Mons. Lefebvre, en su Itinerario espiritual, mostró cómo la necesidad de tener santos sacerdotes había obsesionado a su alma episcopal: “Si el Espíritu Santo permite que redacte estas consideraciones espirituales antes de entrar, si Dios quiere, en el seno de la Bienaventurada Trinidad, me habrá permitido realizar el sueño que me hizo entrever un día en la Catedral de Dakar: frente a la degradación progresiva del ideal sacerdotal, transmitir en toda su pureza doctrinal y en toda su caridad misionera, el sacerdocio católico de Nuestro Señor Jesucristo, tal como lo transmitió a sus apóstoles, y tal como la Iglesia romana lo transmitió hasta mediados del siglo veinte. ”
“¿Cómo realizar lo que me parecía entonces la única solución para renovar la Iglesia y la Cristiandad? Era todavía un sueño, pero en el cual se me presentaba ya la necesidad, no solamente de transmitir el sacerdocio auténtico, no solamente la “ sana doctrina ” aprobada por la Iglesia, sino también el espíritu profundo e inmutable del sacerdocio católico y del espíritu cristiano, ligado esencialmente a la gran oración de Nuestro Señor que expresa eternamente su sacrificio de la Cruz. ”
“La verdad sacerdotal depende totalmente de esta oración; y por eso he estado siempre obsesionado por este deseo de señalar los caminos de la verdadera santificación del sacerdote según los principios fundamentales de la doctrina católica de la santificación cristiana y sacerdotal” (op. cit., Voz en el desierto, 2005, pp. 9-10).
Para ser fiel a esta gracia recibida en Dakar, la Providencia divina dio a Mons. Lefebvre la ocasión de fundar la Hermandad de San Pío X, a la cual se unen numerosas comunidades amiSin duda alguna, toda la vida de San Juan de Avila de sacerdote y apóstol la dedicó a conseguir la reforma que la Iglesia necesitaba en momentos de profunda crisis. Es una de las figuras más centrales y representativas del siglo XVI. Destacó por la calidad de su doctrina teológica y la sabiduría de sus consejos como guía espiritual en una época de grandes confusiones. En el Concilio de Trento, al que mandó sus Tratados de reforma, puso todo su empeño en la renovación de las costumbres clericales, estableciendo colegios, parecidos en alguna manera a los seminarios, y haciendo que los sacerdotes, como soldados formados para todo, saliesen bien preparados en toda ciencia y virtud. gas, a fin de dar a la Iglesia “ sacerdotes santos ” tales como el obispo los había entrevisto. Mons. Lefebvre formó a sus sacerdotes en la pureza doctrinal y la caridad misionera, transmitiéndoles la “ sana doctrina aprobada por la Iglesia ” y “ el espíritu profundo e inmutable del
¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? 15 sacerdocio católico ” . Quienes no creyeron en su misión providencial, quienes prefirieron la letra de la ley contra su espíritu, quienes cedieron al canto de las sirenas conciliares de Ecclesia Dei, creyeron, después de las consagraciones de 1988, que no era ya posible que Mons. Lefebvre formase “ sacerdotes santos ” . Pero la historia mostrará, y lo ha hecho ya, que Mons. Lefebvre es el salvador del sacerdocio y de la santa Misa.
La cuestión crucial hoy es pues la de saber si se puede, con plena seguridad de conciencia, recurrir al ministerio de cualquier sacerdote al margen de la Hermandad de San Pío X y de sus comunidades amigas, especialmente al sacerdote Ecclesia Dei. La respuesta es importante, pues la fidelidad al buen combate está en juego. ¿Qué digo? La salvación de nuestras almas está en juego. Algunos han creído poder contentarse con menos que un sacerdote de la Hermandad de San Pío X o de una comunidad amiga. La experiencia ha mostrado que, después de cierto tiempo, no se tenía ya ningún problema con la misa nueva, sino que se empezaba a tenerlo con los “lefebvristas ” y los “integristas ” … “Dime con quién andas y te diré quién eres… ” . Es infalible. No hay pues que equivocarse cuando se plantea el siguiente problema: ¿Dónde están los “ santos sacerdotes ” de la Iglesia católica? Y para no equivocarse hay que plantear el problema objetivamente y no subjetivamente. Vamos a examinar aquí una cuestión más importante de lo que parece. Para comenzar, a fin de cortar de raíz toda crítica sobre la oportunidad de tal cuestión, recordemos lo que Mons. Lefebvre, el fundador de nuestra Hermandad de San Pío X, pensaba sobre la frecuentación de los medios ralliés. Lo expresó, entre otras veces, en una entrevista exclusiva publicada en Fideliter [la revista del distrito francés de la Hermandad] nº 79 de enero-febrero de 1991, por lo tanto algunos meses antes de su muerte. He aquí lo que decía: “Dicen también: la misa está bien, vamos a ella. Sí, está la misa.
La Comisión Pontificia Ecclesia Dei fue un dicasterio de la Curia Romana fundado en 1988 por el motu proprio Ecclesia Dei del Papa Juan Pablo II, a raíz de la consagración de obispos en el seno de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X contra la voluntad expresa del Papa. La estructura de la comisión fue refundida por el motu proprio Ecclesiae unitatem del 2 de julio de 2009, vinculándola estrechamente a la Congregación para la Doctrina de la Fe. El 17 de enero de 2019, mediante una Carta Apostólica en forma de Motu proprio, el Papa Francisco, considerando que las cuestiones que quedaban abiertas eran principalmente de carácter doctrinal, suprimió la Comisión Pontificia Ecclesia Dei, cuyas competencias se atribuyen plenamente a la Congregación para la Doctrina de la Fe. En la fotografía, Mons. Guido Pozzo, antiguo secretario de Ecclesia Dei.
16 ¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? Está bien, pero hay también el sermón; hay el ambiente, las conversaciones, los contactos antes y después, que hacen que suavemente se cambie de ideas. Es pues un peligro y por ello, de manera general, estimo que eso forma un todo. No se va solamente a misa, se frecuenta un medio. Hay evidentemente gente atraída por las bellas ceremonias, que van también a Fontgombault, donde se ha retomado la misa antigua. Se encuentran en un clima de ambigüedad que, a mi modo de ver, es peligroso. Desde el momento en que se encuentra uno en ese ambiente, sometido al Vaticano, sometido en definitiva al Concilio, se termina por convertirse en ecumenista. ”
2. Contra los hechos …
Para confirmar este juicio de Mons. Lefebvre, he aquí algunos hechos que prueban que tenía razón. Primero de todo, un antiguo superior del distrito de Francia, al comenzar su mandato, quiso averiguar en qué se convertían los fieles de la Hermandad de San Pío X que frecuentaban los lugares de culto ralliés. Comprobó que, después de cierto tiempo, ya no tenían problema con la misa nueva. Además, hemos sido testigos del hecho de que un sacerdote del Instituto de Cristo Rey redujo a la nada, en pocos minutos, todo el trabajo de formación sobre la misa nueva hecho en un retiro en nuestra casa del Moulin du Pin. Finalmente, una persona que iba todos los días a misa de los ralliés en Versalles fue amonestada por hacerlo así en lugar de ir a su parroquia. Esta persona, que quedó escandalizada, se cuenta hoy entre los terciarios de la Hermandad de San Pío X. Añadamos que, en el mayor número ¿Cuál es el programa de la Revolución en la Iglesia? Consta de tres puntos. El primer punto es excluir el gobierno de Cristo Rey: no debe hablarse de Jesucristo en el Estado, las cruces deben ser retiradas de las escuelas y hospitales, no debe haber más signos católicos. ¡La secularización, la laicidad! Segundo punto: a favor de esta secularización, suprimir la misa. Lo hicieron, en el Concilio, con la nueva misa, la misa secularizada. Y, en tercer lugar, todo ello con el fin de suprimir definitivamente la vida sobrenatural de las almas, de quitársela para convertirlas en almas naturales, profanas, seculares. Este es el programa liberal, el programa de la Revolución. Monseñor Lefebvre tomará este programa y le dará la vuelta para hacer su programa católico de reconstrucción en tres puntos. de los casos, cuando un fiel de la Hermandad de San Pío X se casa con una ralliée, es el fiel de la Hermandad quien cede y el matrimonio se celebra en la comunidad ralliée. Y a continuación se termina por callarse sobre los problemas de la crisis para salvar la paz familiar. Prueba de que la frecuentación de los ralliés provoca casi siempre un debilitamiento del combate de la fe y pone en peligro a las almas en la crisis de la Iglesia.
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3. El sacerdote rallié
Se oye decir que los sacerdotes ralliés son “ sacerdotes católicos ” , que enseñan la fe y la moral católicas, que son “tradicionales ” en su doctrina, que celebran los sacramentos según la liturgia de 1962. En el mejor de los casos, se oye decir también que no están contra la Hermandad de San Pío X, que no están muy alejados de la misma, que aceptan celebrar los sacramentos “ como en las capillas de la Hermandad de San Pío X” . Es verdad que algunos de esos sacerdotes ralliés comenzaron su formación, o fueron ordenados, en Écône y que veneran a Mons. Lefebvre. ¿Todo esto basta para poder ir a confiar el alma a tales sacerdotes?
Las cuestiones que se plantean son las siguientes: ¿los sacerdotes de las comunidades ralliées pueden ser sacerdotes de buena doctrina? Además ¿los fieles de la Hermandad de San Pío X y de las comunidades amigas pueden, con plena seguridad de conciencia, confiar el cuidado de su alma a esos sacerdotes? Finalmente ¿hay obligación en conciencia de asistir a la misa de esos sacerdotes, incluso para cumplir el precepto dominical, cuando no se puede ir a la misa de un sacerdote de la Hermandad de San Pio X o de una comunidad amiga?
Primer punto: devolver la misa a los católicos, la verdadera misa, la actualización del sacrificio de la Cruz en el altar de forma incruenta. Un misterio, pero una realidad fecunda para nuestras almas, una fuente de agua viva. Luchar por devolver a nuestras almas la verdadera misa por razones doctrinales y no sólo por razones sentimentales. No es que la prefiramos, sino porque es la misa católica que expresa el dogma católico y no nos obliga, como la nueva misa, a doblar la cerviz, a actuar en contra de la verdad y a contradecir los principios. Como todo fluye de la misa, restaurar la verdadera misa era el primer punto del programa del arzobispo Lefebvre y, para ello, por supuesto, dar sacerdotes y establecer seminarios. Segundo punto: con esta verdadera misa, reconstituir una élite católica, una élite de fieles católicos, y por tanto familias, instituciones cristianas, escuelas católicas. Tercer punto: con esta élite católica, devolver a Nuestro Señor su corona, es decir, su reinado social. Como se puede ver, Monseñor Lefebvre tomó el programa liberal, pero lo puso en el lugar correcto, como debe ser. Primero la misa, luego una élite católica que viva en gracia, es decir en estado de gracia porque muchos cristianos hoy ya no viven en estado de gracia sino en estado de pecado mortal, y, en tercer lugar, con esta élite, devolver su corona a Cristo Rey.
4. Un juicio objetivo
¿Se puede confiar el alma a un sacerdote rallié - a fortiori conciliar? Cuando nos planteamos esta cuestión muy pastoral, no se trata de juzgar a las personas o a un sacerdote en particular. Hay ciertamente sacerdotes ralliés llenos de cualidades personales, quizá incluso de buena fe. La cuestión no está ahí. Los problemas de pastoral descansan sobre los principios, es de la mayor importan-
cia resolver la cuestión en función de los principios. ¿Cuáles son estos, si queremos responder a la pregunta con plena seguridad de conciencia?
De manera general, la Iglesia juzga
18 ¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? a las personas sobre su pertenencia oficial. Hay pues una presunción que deriva del foro externo. Algunos ejemplos. Un sacerdote católico se reputa católico. Un pastor protestante se reputa protestante, por lo tanto hereje. Un pope ortodoxo se reputa separado de Roma, por lo tanto cismático. Un imán musulmán se reputa musulmán, por lo tanto infiel. Un rabino se reputa judío (de religión), por lo tanto “ pérfido ” (en el sentido teológico del término). Un monje budista se reputa discípulo de Buda, por lo tanto pagano. Y esto hasta prueba en contrario, es decir hasta la abjuración del error y la profesión de la fe católica.
En consecuencia, y es una verdad de Perogrullo, un sacerdote rallié se presume rallié, por lo tanto vinculado a la Iglesia conciliar, hasta prueba en contrario. Es decir hasta que rechace públicamente la misa de Pablo VI, la libertad religiosa, el ecumenismo y el sincretismo del Vaticano II. do y continúan la misión que les había asignado la comisión Ecclesia Dei en su tiempo. Continúan con el mismo impulso, aunque la comisión no exista ya. Recordamos a nuestros lectores que dicha comisión fue creada para hacer creer que la Hermandad de San Pío X era “ cismática ” y para apartar explícitamente a los fieles de la obra de Mons.
5. ¿Rallié a qué?
Un sacerdote rallié está precisamente unido de manera oficial, públicamente pues, por medio del instituto al cual pertenezca, a la excomisión Ecclesia Dei (afflicta).
Desde enero de 2019 esta comisión ya no existe, pero fue la que dio nacimiento a la posición ralliée y engendró y “legitimó” a todos los institutos que se vincularon a la misma: la Fraternidad de San Pedro, el monasterio del Barroux, los Canónigos de la Madre de Dios, el Instituto de Cristo Rey, los dominicos de Chéméré-le-Roy, el Instituto del Buen Pastor, el Instituto San Juan María Vianney de Campos etc. Ahora bien, esas comunidades ralliées siguen existien-
El cardenal Darío Castrillón fue Nuncio apostólico y Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), de 1983 a 1987 y Presidente, de 1987 a 1991. En 1992, fue promovido a la sede metropolitana de Bucaramanga. El 21 de febrero de 1998 fue designado Cardenal y en 2005 participó en el cónclave que eligió a Benedicto XVI. En el Vaticano, ocupó el cargo de Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei y Prefecto de la Congregación para el Clero, hasta que Benedicto XVI aceptó su renuncia en 2006. El 8 de julio de 2009 se retiró de sus labores. Falleció en 2018, a la edad de 88 años.
Lefebvre; que esa comisión descansaba sobre los hombros de la excomunión de Mons. Lefebvre, puesto que el nombre de tal comisión, erigida a continuación de las consagraciones de 1988, comen-
¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? 19 zaba con las palabras latinas que quieren decir “la Iglesia de Dios se aflige ” , se entiende que “ se aflige porque un obispo católico, a saber Mons. Lefebvre, ha creado un cisma en la Iglesia consagran-
El Instituto del Buen Pastor (IBP) es una sociedad de vida apostólica de sacerdotes y seminaristas católicos tradicionalistas, erigida el 8 de septiembre de 2006 por la Congregación para el Clero. Tiene su casa madre en la parroquia de Saint-Eloi en Burdeos y, desde 2013, su secretaría central en Courtalain, Eure-et-Loir. Aquí reside su fundador y superior general emérito, el padre Philippe Laguérie, así como el actual superior general, el padre Luis Gabriel Barrero.
do obispos ” . Pero sabemos que Mons. Lefebvre no creó ningún cisma y que la excomunión fue inválida.
Con lógica y piedad, un antiguo superior del distrito extraía con buen juicio esta conclusión en una Carta a los amigos y bienhechores del distrito de Francia: “La propia existencia de la comisión Ecclesia Dei, levantada sobre la condena de nuestros obispos, que reagrupa a quienes abandonaron el movimiento de Mons. Lefebvre (entrevista al cardenal Castrillón, 6 de agosto de 2007) se encuentra viciada desde el origen. Aceptar ser parte de la misma es una bofetada a la memoria de una persona que nos es sagrada. No es en modo alguno asunto de susceptibilidad …
El origen mismo de esta comisión pontificia, como su nombre, invitan textualmente a los fieles a liberarse del combate de los únicos obispos que se atrevieron a levantarse para defender la doctrina tradicional, nos son odiosos y bastan para desacreditarla a nuestros ojos ” (Carta nº 71, diciembre de 2007, p. 21).
Para conservar las ideas claras, también hace falta decir que cada vez que un fiel de la Hermandad de San Pío X termina por frecuentar las comunidades ralliées, es una victoria de la Roma conciliar sobre la obra de Mons. Lefebvre, victoria que es fruto del motu proprio Ecclesia Dei afflicta.
6. Una garantía de catolicidad
Sabemos que la posición oficial de la Hermandad de San Pío X (y de las comunidades amigas) es la que sigue: reconocer al Sumo Pontífice reinante actualmente y aceptar rezar por él públicamente; rechazar seguirle cuando se aparta de la Tradición católica, particularmente en materia de libertad religiosa y de ecumenismo, así como en todas las reformas que son nocivas para la Iglesia; admitir que las misas nuevas celebradas no son todas inválidas, pero afirmar que, en razón del carácter protestante del nuevo rito (incluso en el texto latino), de las malas traducciones en lengua vernácula y de los fantasiosos modos de celebración diversos y variados, el peli-
¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? gro de invalidez, en la práctica, es muy grande, y que este rito es de suyo malo; comprometerse a no celebrar jamás este nuevo rito, incluso bajo la amenaza de penas eclesiásticas, y a no aconsejar jamás a nadie, de manera positiva, participar activamente en la misa de Pablo VI.
Este compromiso se pronuncia por todo ordenando al sacerdocio en la Hermandad de San Pío X. Y es una condición sine qua non requerida por los superiores. Sabemos también que los sacerdotes de la Hermandad de San Pío X hacen, antes de la ordenación sacerdotal, la Profesión de fe de Pío IV y el Juramento antimodernista. Esto hace que cualquier fiel, al frecuentar la obra fundada por Mons. Lefebvre, goce de una garantía de catolicidad en el sacerdote a quien va a dirigirse y pedirle el ministerio sacerdotal. ¿Tiene el fiel la misma garantía dirigiéndose a un sacerdote rallié? He aquí la cuestión. Es el lugar adecuado para recordar que la posición ralliée implica: 1) que el sacerdote se desolidariza de la obra de Mons. Lefebvre, 2) que se acepta, por principio, el concilio Vaticano II y sus reformas, 3) que se acepta, por principio, la nueva misa, 4) que esta aceptación sea públicamente conocida, 5) que la celebración de la misa antigua no perjudique a la aplicación de la reforma de Pablo VI. Estas condiciones remontan al indulto del 3 de octubre de 1984, pero han seguido siempre en vigor hasta hoy para poder gozar de la misa de San Pío V. Podemos añadir que la comisión Ecclesia Dei tuvo también por finalidad, ciertamente no explícita pero muy real, la de hacer aceptar por los fieles: 1) la noción de “Tradición viva ” (evolutiva), y 2) la sumisión incondicional y silenciosa a las autoridades conciliares.
7. Sin garantía
Al recurrir a los sacerdotes ralliés, no tenemos ninguna garantía de catolicidad tradicional.
a) En cuanto a las personas
Los sacerdotes unidos a los institutos Ecclesia Dei no presentan en modo alguno las garantías que presentan los sacerdotes miembros de la Hermandad de San Pío X. A este propósito, se podrá releer Le Chardonnet nº 340 de julio-
Examinando la trayectoria de los grupos tradicionales que pactaron con el Vaticano, se encuentra que todos ellos tuvieron que dar algo a cambio del derecho a celebrar la misa tradicional o a erigirse en abadías, administraciones, etc. Tuvieron que aceptar el Vaticano II, sus ritos, sus santos, su misa. Todos ellos cambiaron bruscamente su lenguaje y su actitud hacia todo lo que produjo el Concilio y el post-concilio. En Campos, Dom Fernando Rifan terminó por concelebrar la nueva misa, así como por la total aceptación de toda la “espiritualidad” vaticana, ya sea el nuevo Rosario o la devoción al liberal Escrivá de Balaguer.
agosto de 2018: Catéchisme des vérités opportunes: les ralliés vus par Mgr Lefebvre, del padre François-Marie Chautard [hay versión española publicada en Tradición Católica y citada más arriba en la nota del traductor]. Nos limitaremos pues a algunos argumentos
El 30 de junio de 1988, Dom Gérard Calvet, fundador del monasterio benedictino del Barroux (Francia) asistió a la ceremonia de las consagraciones realizada por Mons. Lefebvre, pero días después, el 8 de julio, escribió una carta a Juan Pablo II, pidiendo su “regularización” , separándose definitivamente de la Hermandad de San Pío X. El 25 de julio llegó la respuesta que concedía el estatus canónico al monasterio, firmada por los cardenales Mayer y Joseph Ratzinger. El decreto de erección como abadía del monasterio de Sainte-Madeleine se firmó el 2 de junio de 1989, fiesta del Sagrado Corazón, y el 18 de junio se promulgó en el monasterio el decreto de erección y el nombramiento del primer abad: Dom Gérard tomó posesión del cargo. En septiembre de 1990 fue recibido en audiencia privada en Roma por Juan Pablo II. Falleció en febrero de 2008.
entre muchos otros.
Dom Gérard (+), fundador y abad del Barroux, concelebró la misa nueva el 27 de abril de 1995; Mons. Wach, Superior del Instituto de Cristo Rey, el 21 de diciembre de 1991; y Mons. Rifan, del Instituto de San Juan María Vianney, el 8 de diciembre de 2004. Han defendido la nueva misa de una manera u otra: la revista Sedes Sapientiae (nº 101, otoño de 2007, p. 8) de los dominicos de Chéméré-le-Roy; el padre Ribeton, quien fue superior del distrito de Francia de la Fraternidad de San Pedro (intervención en el Forum catholique del 13 de noviembre de 2006); y el padre Guillaume de Tanoüarn (su legitimidad, en Valeurs actuelles nº 3653, 1º de diciembre de 2006) y el padre Philippe Laguérie (en Le Mascaret nº 290, noviembre de 2007, pp. 6-7), ambos del Instituto del Buen Pastor. Dom Gérard dio, el 4 de marzo de 1998, su imprimatur a la tesis de su monje, el padre Basilio osb, a favor de la libertad religiosa del Vaticano II. El Instituto del Buen Pastor acepta la interpretación clásica (conciliar) del subsistit in de Lumen gentium del Vaticano II (Le Mascaret nº 281 de julio-agosto de 2006, pp. 6-7).
b) En cuanto a los sacramentos
Todos estos institutos están obligados a aceptar los óleos necesarios para la administración de la extremaunción y de la confirmación consagrados según el nuevo rito, lo cual deja pesar una seria duda positiva sobre la validez de esos sacramentos, sea en razón de una materia defectuosa, sea en razón de la deficiencia del rito (si se utiliza el nuevo rito). ¿Son válidos estos dos sacramentos cuando se administran en las comunidades Ecclesia Dei? He aquí otra cuestión importante en nuestro problema. En efecto, en materia de sacramentos, ni el ministro ni el fiel pueden aceptar la duda. No está permitido. Y ello es un principio elemental de la teología y de la moral sacramental católicas.
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c) En cuanto a la moral
Los ralliés, en particular, están obligados a afirmar que la misa de Pablo VI “ no es mala ” (de hecho les está prohibido afirmar lo contrario), sino que sencillamente es “ menos buena ” . Un ejemplo va a iluminar esta afirmación y las consecuencias prácticas que implica. El señor Mengano o Zutano, que practica habitualmente en la Hermandad de San Pío X, tiene un pequeño ahijado que va a hacer su primera comunión, pero en una misa nueva. Por comodidad de distancia, frecuenta de vez en cuando un instituto anteriormente vinculado a la excomisión Ecclesia Dei. El domingo que precede, se confiesa en ese instituto y, movido por cierta inquietud de conciencia sobre lo que debe hacer en esas circunstancias, expone su caso al confesor rallié: “Padre, debo asistir a la primera comunión de mi ahijado que va a hacer su primera comunión en una misa nueva. Creo que ese pequeño no comprenderá si no voy y, si voy, no comprenderá que yo no participe en la ceremonia, todavía menos que no comulgue al mismo tiempo que él. Por otro lado ello me entristece mucho … ¿Qué piensa usted?”
El confesor responde: “Querido señor, comprendo muy bien su inquietud, que es legítima. Hace bien en abrirse conmigo al respecto. Es verdad que la misa antigua es mejor y que la misa nueva es menos buena, pero ello no quiere decir que sea mala. Puesto que el rito de Pablo VI está aprobado por la Iglesia, no es un pecado asistir al mismo ni participar en él. Y si se puede asistir y participar, es que usted puede comulgar en el mismo, al menos excepcionalmente, en las circunstancias con que se encuentra. Vea usted, hay que ser caritativo antes que nada y no entristecer a su ahijado. Entonces vaya en paz ¡y duerma tranquilo, como se suele decir!” ¡Y he aquí la conciencia de este fiel de la Hermandad de San Pío X falseada por este sacerdote rallié sobre un punto importante! Si puede comulgar una vez en la misa nueva ¿por qué no dos? ¿Por qué no tres?
Los “ralliés” quieren preservar la Tradición (liturgia tradicional) al mismo tiempo que la obediencia a las autoridades actuales autoridades y sus principios, especialmente los principios innovadores del Concilio Vaticano II Concilio Vaticano II, aceptando la legitimidad y la corrección doctrinal del Novus Ordo. Guardan silencio sobre puntos de la doctrina tradicional, como el precio que se paga por ser para ser reconocido en la Iglesia de hoy. En este grupo se incluyen el Barroux, los Fraternidad de San Pedro, el Instituto de Cristo Rey. Ellos son los que abogan por la la “misa de indulto” y el bi-ritualismo, es decir, la legitimidad de los dos ritos, el de la de la misa tradicional y de la nueva misa. En la fotografía, Mons. Gilles Wach, fundador del Instituto de Cristo Rey.
¿Qué pensaba Mons. Lefebvre de esta cuestión? La Misa de siempre da la respuesta: “Pues bien, la nueva misa conduce al pecado contra la fe, que es uno de los pecados más graves y más peligrosos… Equivale a concluir que una
¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? 23 persona que fuera consciente y estuviera al corriente del peligro de esa misa [lo cual es habitualmente el caso de los fieles de la FSSPX, ndlr] y que fuera a ella, cometería por supuesto al menos un pecado venial. ¿Por qué, me diréis, por qué no dice usted un pecado mortal? Porque creo que asistir una sola vez a esa misa no constituye un peligro próximo [podemos legítimamente suponer que Mons. Lefebvre habla aquí de las misas de Pablo VI “bien dichas ” y no celebradas de manera sacrílega, ndlr]. Creo que el peligro se vuelve grave y, por consiguiente, se vuelve motivo de un pecado grave, por la repetición. (…) El pecado se vuelve grave si una persona consciente y que está al corriente va de todos modos regularmente y dice: “A mí me es igual, ¡oh!, no tengo ningún temor en cuanto a mi fe ” , siendo que sabe perfectamente que es algo peligroso ” (op. cit., ed. Voz en el Desierto, 2012, pp. 369-370). Ahora bien, todo el mundo sabe que nadie puede dar permiso para cometer un pecado incluso venial…
d) En cuanto a la doctrina
El sacerdote rallié tiene pues una presunción en contra. Oficialmente, celebra la misa antigua por compromiso o acomodo, no por un motivo de fe, sino por sensibilidad tradicional y preferencia sentimental. Oficialmente, no predica nunca sobre las verdaderas causas de la crisis: el concilio Vaticano II. No tiene derecho a denunciar oficialmente los errores conciliares, las reformas conciliares, el mal conciliar. No aparta de la nueva misa y la permite. Es incluso capaz de falsear la conciencia de los fieles sobre puntos graves en el confesonario. Da el sacramento de la extremaunción utilizando quizá una materia inválida. Presenta a los niños a la confirmación de un obispo (conciliar, modernista o conservador) que quizá va a utilizar una materia inválida. El nombre de Pablo VI está asociado para siem- Cuando este sacerdote había frepre 196 a 4, la ref bajo orma litúrgica. A partir la dirección de Anniba de febrero le Bugnini, de un cuentado un seminario de la HermanConsilium para la Ejecución de la Reforma Litúr- dad de San Pío X, una de dos: o bien fue gica se comprom conciliar sobre la etió a a liturgia, plicar Sacro la sa Constitución nctum Conciexpulsado, o bien se marchó por deslium, promulgada el 4 de diciembre de 1963. acuerdo. Generalmente, incluso, abandonó Écône antes del subdiaconado, es decir durante el cuarto año como muy tarde. Ahora bien, a esas alturas de la formación sacerdotal, si se ha terminado la filosofía, el seminarista acaba de comenzar el primer año de teología. Tanto como decir que no ha recibido la parte esencial de la formación sacerdotal. Cuando ha abandonado la obra de Mons. Lefebvre después de la ordenación, generalmente es porque no está ya de acuerdo con su posición doctrinal o moral, y la firmeza del combate católico frente a la Roma conciliar. Los institutos ralliés pretenden for-
24 ¿Se puede confiar el cuidado del alma a un sacerdote rallié? mar a sus miembros siguiendo a Santo Tomás de Aquino. Nosotros respondemos que es imposible ser formado en la doctrina de Santo Tomás de Aquino y mantener la posición ralliée, aunque solo fuese sobre la nueva misa y los sacramentos. Habría que añadir todos los errores conciliares: libertad religiosa, ecumenismo, colegialidad, moral conyugal, disciplina del matrimonio, aceptación de los nuevos “santos”, ideas nuevas etc.
Esos sacerdotes conocen quizá a Santo Tomás de Aquino, pero no se comportan según los principios de Santo Tomás: no es posible.
Sobre el culto de los santos, sería interesante verificar si en las escuelas ralliées no se encuentran clases o promociones que llevan los nombres de “San Juan Pablo II” o “San Juan XXIII”…
8. Conclusión: una solución equitativa
Ante estas múltiples faltas de garantías, hay pues una evidencia: que un fiel de la Tradición (FSSPX y comunidades amigas) no puede confiar el cuidado de su alma a sacerdotes ralliés. Cuando éstos hayan pronunciado públicamente la Profesión de Pío IV y el Juramento antimodernista, cuando hayan adoptado claramente la posición de la Hermandad de San Pío X, tal y como aquí precisada más arriba, entonces serán dignos de ser abordados con confianza por los católicos de la Tradición fieles al combate de Mons. Lefebvre.
No hay ninguna duda de que la excomisión Ecclesia Dei y las comunidades salidas de la misma o que se unieron a ella no presentan ninguna garantía de catolicidad para los fieles. Esas instituciones engañan, y engañan gravemente a los fieles sobre lo que pretenden transmitir y aportar en materia de fe y de moral. Esas comunidades son pues un peligro para todo católico que quiera permanecer fiel al buen combate de la fe. Y este peligro es suficiente para privarse de frecuentar tales comunidades en general e, incluso, de la misa dominical en particular, cuando no se pueda hacer otra cosa. ¿Desean una prueba de teología moral que autorice a mantener esta opinión pastoral fundada sobre principios? Hela aquí, extraída del Précis de théologie morale de Héribert Jones, libro que se encontraba en la biblioteca de Mons. Lefebvre: “Se está dispensado de la asistencia a misa por cualquier motivo medianamente importante, como en el caso de una indisposición seria o cuando se expondría uno mismo o a otro a un perjuicio espiritual o temporal” (nº 198). Ahora bien, está claro que se impone considerar el peligro para la fe y la moral que presentan las comunidades Ecclesia Dei y sus sacerdotes como un perjuicio espiritual más que medianamente importante: es un perjuicio espiritual grave. Por lo tanto ampliamente suficiente como para evitar a las comunidades Ecclesia Dei y huir de las mismas. No cabría pues ninguna obligación de asistir a misa en esas comunidades, incluso cuando no se tiene otra cosa a mano… Hay incluso cierta obligación en conciencia de evitar a esas comunidades. Es una cuestión de prudencia fundada sobre los principios. De acuerdo con el juicio de Mons. Lefebvre citado al comienzo… Así se encuentra resuelta la cuestión pastoral que nos ocupa, y ello objetivamente, en plena verdad y caridad, y sin juicio temerario. m