¿Es moralmente segura la vacuna contra el Covid-19? P. Arnaud Sélégny Ahora que varios fabricantes han anunciado la elaboración inminente (*) de una vacuna contra el Covid-19, han comenzado a circular diversos rumores en torno a estos productos afirmando la imposibilidad moral de utilizarlos. La situación farmacéutica es extremadamente compleja y cambiante. Hasta la fecha, hay por lo menos 32 vacunas diferentes en fase de desarrollo, basadas en 4 métodos de diseño distintos. El presente artículo se ocupa exclusivamente de la respuesta a esta cuestión moral: tomando como base concreta el funcionamiento de una vacuna y la manera en que es elaborada, ¿es posible utilizar cualquiera de estas vacunas sin cometer pecado? Cada quien es libre de opinar sobre el origen del Covid-19, sobre la forma en que se ha manejado en tal o cual parte del mundo, sobre la política de vacunación de un país determinado, sobre la vacunación en general; pero ninguno de estos elementos modifica la conclusión moral proporcionada aquí. Este artículo está conformado por tres partes, necesarias para comprender el juicio moral realizado.
UN PANORAMA GENERAL SOBRE LA VACUNACIÓN El concepto de vacuna La idea de preparar al cuerpo contra los efectos perjudiciales de venenos o agentes infecciosos no es nueva. Podría remontarse al Rey Mitrídates (132 - 63 a.C.). Se dice que este último solía consumir pequeñas cantidades de veneno para acostumbrarse a él. Esta idea puede observarse actualmente en la desensibilización, cuyo objetivo es reducir las reacciones inapropiadas en sujetos alér(*) NDR. La versión original de este artículo se publicó el 4 de diciembre de 2020. El siguiente 21 de diciembre se hizo pública una Nota de la Congregación de la Doctrina de la Fe sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19, cuyos principios y conclusiones coinciden con el juicio moral realizado en este artículo. Y el siguiente 27 de diciembre comenzó en España la aplicación de varias vacunas contra este virus.
gicos. El sujeto entra en contacto con cantidades cada vez mayores de elementos a los que es sensible, para suprimir finalmente la reacción alérgica a estos elementos. En la vacunación, el mecanismo es diferente. Consiste en administrar un agente infeccioso, en su totalidad o parcialmente, a veces solo su producción, para desencadenar la reacción del organismo y permitirle adquirir una inmunidad contra este agente. De esto debe sacarse una primera conclusión importante. Las vacunas no hacen sino utilizar una propiedad del cuerpo humano o animal: su denominada capacidad de inmunidad para oponerse activamente a los agentes extraños que lo atacan. Por lo tanto, si un sujeto se infecta con el bacilo de Koch, agente de la tuberculosis, y se cura, creará una