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La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa
P. Gastón Driollet
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Si hay algo que se destaca en nuestra congregación, tanto por fuera como por dentro, es el amor a la Santa Misa. Y esto por varios motivos.
En primer lugar, por el fin que tiene la congregación, que es el sacerdocio. Ahora bien, no hay sacerdocio si no hay sacrificio, como tampoco hay sacrificio si no hay sacerdocio. El fin principal que tiene el sacerdote es la celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Por lo tanto, inevitablemente, la misa ocupa en la Fraternidad (como también en la Iglesia), un lugar principal. La Misa es el Corazón de la Fraternidad.
En segundo lugar, por el amor al Santo Sacrificio que Mons. Lefebvre trasmitió a la Congregación. “¿A qué debemos estar más aferrados sino al Santo Sacrificio de la Misa? Lo digo a menudo a los seminaristas, si la FSSPX tiene una espiritualidad especial, (no deseo que tenga una espiritualidad especial, no es que critique a los grandes fundadores de órdenes religiosas que han querido dar un sello especial a su congregación, sello que ha sido sin duda querido por Dios), pienso que si hay un sello particular en nuestra Fraternidad es la devoción al Santo Sacrificio de la Misa ”(1) .
Y, en tercer lugar, por el combate de la defensa de la Misa de Siempre, como le gustaba decía a Monseñor, y el rechazo del Nuevo Ordo de la Misa promulgado por Pablo VI. De hecho, este rechazo de la misa nueva, junto con el rechazo del Concilio Vaticano II, es lo que diferencia a la Fraternidad de todas las demás congregaciones “ conservadoras ” . La Misa tradicional es uno de los estandartes de la FSSPX, en su combate por defender la fe y la Tradición de la Iglesia.
En este tiempo de crisis de la Iglesia, el tema de la Misa sigue siendo un tema
candente y lleno de conflictos. Observamos cómo la Misa es un signo de contradicción, odiada por los enemigos de la fe y por los modernistas, defendida y amada por otros, y deseada por algunos Nicodemos que no se atreven a defenderla públicamente o que asumen una defensa mal fundada, con argumentos sin consistencia (se escucha a menudo: “que es más bella ” ,
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa “que no hay que perder el rito extraordinario ” , “que pueden coexistir dos ritos en la Iglesia sin contradicción ” , etc.), argumentos que no logran llegar a lo profundo del problema del cambio de la misa, y por tanto, a entender la importancia que tiene para la vida de la Iglesia, y de cada cristiano, el Sacrificio de la Misa.
Vamos, entonces, a dividir esta conferencia en dos partes. Primero, repasaremos lo que nos dice la fe acerca de la Misa, y diremos algo del rito de la Misa de siempre. Segundo, veremos la estrecha relación que hay entre la Fraternidad, nuestra congregación, y la Misa, y allí tocaremos el tema de la Misa nueva. Finalmente, viene la conclusión. El Catecismo de San Pío X define la Santa Misa como “ el sacrificio del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, que se ofrece
sobre nuestros altares bajo las especies de pan y vino en memoria del Sacrificio de la cruz
”(2) .
A. Qué es un sacrificio
1º PARTE DOCTRINA CATÓLICA ACERCA DEL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA
Qué es la Misa. Lo primero que debemos tener en cuenta es que vamos a estudiar un misterio de fe, es decir, una realidad que está por encima de las capacidades de nuestra razón, y que, por tanto, no podemos comprender, pero que debemos creer porque Dios nos lo ha revelado. Esa es la razón de lo que dice el sacerdote en el corazón del corazón de la Misa, cuando dice las sublimes palabras de la consagración de la Sangre de N.S.J.C.: “MYSTERIUM FIDEI” , porque la Misa es uno de los misterios principalísimos de nuestra fe. Sin embargo, intentaremos comprender lo que se pueda comprender, y exponer y delimitar la doctrina acerca de la Misa.
Dice San Tomás de Aquino que la misma razón natural dicta al hombre que se someta a Dios que es superior a él, y que por tanto le manifieste, de algún modo, sumisión y honor. Por lo cual, el hombre ofrece a Dios algunas cosas sensibles como signo, como testimonio, de su sumisión a Dios(3) , esto es un sacrificio. Luego precisa que el ofrecimiento de un sacrificio se hace para significar algo, por lo que el sacrificio exterior de una cosa sensible se hace para expresar el sacrificio espiritual interior, por la que el alma se ofrece a Dios en señal de sumisión y de honor, siendo Dios el principio y fin de todas las creaturas(4) . Resumiendo, podemos decir que el sacrificio es ofrecer algo a Dios que expresa nuestra sumisión interior a Dios.
Todo sacrificio tiene cuatro fines: 1. Adoración: es el fin principal, tributar honor y gloria a Dios.
2. Acción de gracias: agradecer por los beneficios recibidos. 3. Impetración: pedir los bienes que necesitamos. 4. Expiación: Satisfacer o pedir perdón a Dios por las ofensas cometidas.
Otro elemento del sacrificio es la persona que lo ofrece, un representante de
los hombres ante Dios: el sacerdote, que tiene la función de Mediador.
B. El sacrificio de la cruz
A partir de estas nociones de la ley natural, pasamos a considerar el Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, porque según el Catecismo de San Pío X, y el Concilio de Trento la Misa es “ sustancialmente el mismo sacrificio de la cruz
”(5) .
Toda la tradición de la Iglesia, confirmada luego por el Concilio de Trento, afirma que la “Pasión y Muerte de N.S.J.C. fue un sacrificio grato a Dios ”(6) .
En su Pasión, Cristo se ofrece en sacrificio a Dios Padre, y este es el motivo principal, el amor a su Padre eterno: “Para que sepa el mundo que amo al Padre y que obro según el mandato que el Padre me dio, levantaos y vámonos de aquí”(7) , es decir, a la Pasión.
Por la perfección de su caridad y de todas sus virtudes, su sacrificio incluía necesariamente una adoración y acción de gracias perfectas, pidiendo también por todos nosotros y, sobre todo, expiando nuestros pecados: “ nos amó y nos limpió de nuestros pecados por la virtud de su sangre ”(8) . Fue tan perfecto y grato a Dios el sacrificio de Cristo, que, dice Santo Tomás: “Cristo al padecer por caridad y obediencia presentó a Dios una ofrenda mayor que la exigida como recompensa por todas las ofensas del género humano…y por eso, la Pasión de Cristo no fue sólo una satisfacción suficiente, sino también sobreabundante por los pecados del género humano ”(9) .
Lo que queda aclarar es que el sacerdote y la víctima de este sacrificio es la misma. Es Cristo que se inmola a sí mismo, cuando él quiere y en momento que él determina. “Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima a Dios cual incienso de olor suavísimo ”(10) , “Nadie me quita la vida, sino que Yo la doy por mí mismo, y tengo potestad de darla y potestad para volverla a tomar ”(11) .
C. El sacrificio de la Misa
Que la Santa Misa es un sacrificio es una verdad definida por el Concilio de Trento: “En la última Cena, la noche que era entregado, para dejar a su esposa amada la Iglesia un sacrificio visible, como exige la naturaleza de los hombres, por el que representara aquel
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa suyo sangriento que había una sola vez de consumarse en la cruz, y su memoria permaneciera hasta el fin de los siglos, y su eficacia saludable se aplicara para la remisión de los pecados que diariamente cometemos… Jesús ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajos las especies de vino, y bajo los símbolos de esas mismas cosas los entregó, para que los tomaran, a sus Apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento, al mismo tiempo que les intimaba la orden, tanto a ellos como a sus sucesores en el sacerdocio, de que renovasen la oblación ”(12) .
San Pío X precisa en el Catecismo: “El sacrificio de la Misa es substancialmente el mismo sacrificio de la Cruz
”(13) . Y Pío XII, en su magistral encíclica Mediator Dei de 1947, profundiza más: “El augusto sacrificio del altar no es, pues, una pura y simple conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, sino que es un Sacrificio propio y verdadero, por el que el Sumo Sacerdote, mediante su inmolación incruenta, hace nuevamente lo que hizo en la Cruz, ofreciéndose al Padre como víctima por el ministerio del sacerdote ”(14) .
De todo lo cual, se desprende que en la Misa Cristo hace nuevamente, renueva, reactualiza, la oblación que hizo de sí mismo en la Cruz. ¿Por qué razones instituyó Cristo el sacrificio de la Misa? Además de las razones que se desprenden de la ley natural por la que el hombre ofrece sacrificios a Dios, hay dos razones especiales:
Primero, para perpetuar el recuerdo de nuestra redención, es decir, no sólo para que no se nos olvide cómo nos redimió N.S., sino para remarcar la importancia de su sacrificio, para que tengamos siempre presente el amor de N.S. que dio su vida para salvarnos.
Segundo, para aplicar diariamente la salvación merecida por N.S. en el Calvario. La Misa “ es un insigne instrumento para distribuir a los creyentes los méritos que brotan de la cruz…se nos aplica la eficacia saludable de la Cruz, para la
remisión de nuestros pecados cotidianos ”(15) . La Santa Misa, entonces, renueva el sacrificio de N.S. para aplicarnos las gracias que ya fueron ganadas el Viernes Santo. Podemos decir que en la Cruz N.S. nos ganó (nos mereció) todas las gracias, pero sin aplicarlas, mientras que en la Misa se aplican las gracias sin merecerlas.
Estos dos motivos son los que se expresan en la oración de la Fiesta del Corpus Christi, que es la que se dice en la exposición del Santísimo después del
canto del Tantum ergo: “Oh Dios, que nos has dejado bajo este sacramento admirable un recuerdo de tu Pasión (primera razón), te rogamos que nos otorgues venerar los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre, para que sintamos continuamente en nosotros el fruto de tu redención (segunda razón), que vives… ” .
Por último, para terminar esta breve exposición acerca de la Misa, conviene explicar por qué decimos que es substancialmente el mismo sacrificio de la Cruz. Es el mismo sacrificio porque la víctima es la misma, el sacerdote es el mismo, y los fines son los mismos.
El sacerdote principal en la Misa es el mismo Cristo que se ofrece por el ministerio de los sacerdotes. El que consagra es N.S.J.C. y el ministro le presta a Cristo su lengua, su boca. El ministro es un instrumento que por la ordenación ha recibo el poder de obrar en virtud y en la persona del mismo Cristo. El sacerdote actúa “in persona Christi” .
La víctima es la misa: es el mismo Jesús presente realmente, por la transubstanciación, bajo las especies del pan y vino. Por la transubstanciación, se hace presente verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y Sangre de Cristo, por lo que hay identidad de víctima. Además, al consagrarse por separado el Cuerpo de la Sangre, hay sobre el altar signos de muerte, de inmolación, y tal consagración por separado significa la separación que hubo el Viernes Santo al ser derramada su Sangre hasta la última gota.
Y los fines son los mismos que el de la cruz: al amor a su Padre, y los cuatro fines propios de todo sacrificio: adoración, acción de gracias, expiación e impetración.
La Santa Misa y el Sacrificio del Calvario se diferencian en tres aspectos (sin que por eso deje de ser substancialmente el mismo): en cuanto al modo de la oblación, que en la Misa es incruento, mientras que en el Calvario fue un sacrificio cruento; en cuanto al ministro, que en la Misa se ofrece Cristo por el ministerio de los sacerdotes, mientras que en el Calvario se ofreció personalmente; en cuanto al fruto, porque la Misa aplica las gracias ya ganadas, mientras que en el Calvario se merecen todas las gracias.
El rito de la Misa
Sin duda que el rito de la Santa Misa (el modo de celebrar el Sacrificio) a lo largo de la historia se elaboró, desarrolló y se perfeccionó, por lo que no es la misma la forma en que se celebraba la misa en el s. IV, que la forma que conocemos ahora. No vamos a estudiar el rito ni su historia, sino a dar los principios por los cuales se guía la Iglesia en la formación del rito de la Misa.
Aclaración importante: hay que tener mucho cuidado con este tema, porque, en general, toda la literatura acerca de esto, se encuentra influenciada por el
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa movimiento litúrgico descarriado, es decir, por ideas modernistas. Incluso hay autores buenos, pero imbuidos por algunas ideas malas, porque eran las ideas de los “ expertos ” de la época.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que en la liturgia hay elementos de institución divina y de institución humana. Los primeros, evidentemente, no se pueden cambiar (ej.: las palabras de la forma del Bautismo o de la consagración), mientras que los segundos sí. Sin embargo, la Iglesia sigue unos determinados principios para modificar los ritos, principios enunciados por Pío XII, en su importantísima encíclica Mediator Dei.
El primer principio fundamental es que los ritos pueden modificarse sólo en la medida que quede salvaguardada la integridad de la fe. Ante todo, la Iglesia quiere conservar la pureza de la doctrina sobre el Santo Sacrificio del Altar, tal como la transmitió su divino Fundador. La razón es que el rito debe expresar con claridad la fe católica. Un rito que no sea expresión de la fe católica sería inaceptable y condenable.
Teniendo esto en cuenta, podemos decir con Pío XII, que si el rito de la Misa, como dijimos, se fue desarrollando a lo largo de los siglos fue por cuatro motivos(16): 1º: para una formulación más segura y precisa de la doctrina católica. 2º: por el desarrollo de la disciplina eclesiástica en lo referente a la administración de los sacramentos. (Ej.: la Iglesia prohibió que se diera la comunión a fieles bajo las dos especies). 3º: Las prácticas de piedad que surgen por inspiración pero que no están íntimamente ligadas a la liturgia. (Ej.: por la devoción al Santísimo sacramento, aparecen las procesiones del Corpus): 4º: El progreso de las bellas artes. (Ej.: la música sacra). Siguiendo estos principios se formó la preciosa liturgia de la Iglesia, cuyas ceremonias no son un puro formalismo, sino que son un gran sacramental, actos externos de la virtud de religión, que estimulan el alma a venerar las co-
sas sagradas, elevan la mente a las verdades sobrenaturales, nutren la piedad, fomentan la caridad, acrecientan la fe, instruyen a los sencillos, adornan el culto de Dios y conservan la religión(17) .
Por lo tanto, acerca del rito de la Misa podemos remontarnos a los tiempos apostólicos: l Desde el principio, tuvo la estructura de un sacrificio, con una enseñanza antes (lectura de las Sagradas Escrituras), pero todo giraba alrededor del corazón de la misa que es la consagración. Si se sabe poco acerca de esta primera época es por la llamada “ley del Arcano ” , que prohibía dejar testimonios de los misterios sagrados para que no cayera en manos gentiles y se burlaran de las ceremonias cristianas.
l Más testimonios hay a partir del s. IV, evidentemente, cuando cesan las persecuciones a la Iglesia. Aparecen los antiguos sacramentarios leonianos(18) (s. V), gelasianos(19) (s. V) y gregorianos(20) (s. VI), en los cuales aparecen muchas de las oraciones colectas, prefacios, el canon, misas de santos, etc., que se encuentran actualmente en nuestro misal. l Acerca del corazón de la misa, que es el Canon romano, ya se encontraba acabado en la época de San León Magno. San Gregorio Magno lo completó definitivamente agregándole seis palabras. A esta oración siempre se le tuvo una
grandísima devoción en la Iglesia por ser antiquísima y la que nos une a los tiempos apostólicos. De ella dirá el Concilio de Trento: “Y siendo conveniente que las cosas santas se manejen santamente; constando ser este sacrificio el más santo de todos; la Iglesia católica estableció hace muchos siglos, para que se ofreciese, y recibiese digna y reverentemente, el sagrado Canon, tan limpio de todo error, que nada incluye que no dé a entender en sumo grado, cierta santidad y piedad, y levante a Dios los ánimos de los que sacrifican; porque el Canon consta de las mismas palabras del Señor, y de las tradiciones de los Apóstoles, así como también de los piadosos estatutos de los santos Pontífices ”(21) . l A fines del s. XII, el Papa Inocencio III, promulga un “Ordo Missae ” que muestra una identidad casi completa con el que más tarde será codificado por San Pío V. l Siglo XVI: Ante los ataques protestantes el Concilio de Trento desarrolla y defiende la doctrina acerca del Santo sacrificio de la Misa (de allí el nombre de misa tridentina). Codificación por San Pío V: ¿Por qué era necesario esta codificación? Para lograr una unidad en la liturgia de la Iglesia que sea un baluarte contra las herejías. Lamentablemente, había muchos misales en ese tiempo que variaban de un lugar a otro (aunque en lo esencial, el canon, era lo mismo), y cada diócesis agregaba misas nuevas sin la autorización de la Santa Sede. Se requería un rito único y poner orden en estos abusos. Y en el concilio los obispos pidieron que se pusiera remedio a esta variedad. l Bula “Quo primum tempore ” del 14 de julio de 1570: como el Concilio no pudo terminar este trabajo, San Pío V lo completó. Con este documento:
A. Codificaba la misa tal como existía antes de él. No inventó nada nuevo (de allí que el nombre de “ misa de San Pío V” , no es correcto)
B. Mandaba a todos los sacerdotes del rito latino que celebrasen según las rúbricas de este nuevo misal. Aunque permitía el uso, en algunos lugares, de
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa ritos que tuvieran más de doscientos años de antigüedad (ambrosiano, dominico, mozárabe).
C. Autorizaba el uso de este misal a perpetuidad: “Nos concedemos y acordamos que este mismo Misal podrá ser seguido en totalidad en la misa cantada o rezada en todas las iglesias, sin ningún escrúpulo de conciencia y sin incurrir en ningún castigo, condenación o censura y que podrá válidamente usarse, libre y lícitamente y esto a perpetuidad”(22) .
Podemos decir de esta breve reseña histórica del rito de la Misa, que el rito Romano se ha ido perfeccionando con el tiempo, pero que ha sido siempre substancialmente el mismo y que nos une con los santos de todos los tiempos, con la Misa de los apóstoles, y la primera misa del Jueves Santo. El rito de la Misa es comparable a un diamante en bruto que N.S.J.C. entregó en la última cena a los apóstoles y que la Iglesia fue tallando con mucho cuidado y embelleciendo a lo largo de los siglos, y que, a fines de la Edad Media, esta piedra preciosa llegó a tal estado de perfección doctrinal y simbólica que ya no necesitó ser retocada más. Por eso tan acertadamente la llamaba Mons. Lefebvre: La Misa de Siempre.
Conclusión de esta primera parte
Después de haber recorrido con brevedad la doctrina católica de la Misa y el desarrollo del rito, podemos comprender un poco más algo de la importancia del Santo sacrificio con relación a la salvación de las almas. Por eso los Papas y los santos no se cansaron de hablar del lugar esencial que tiene la Misa en la vida cristiana.
Pío XII decía acerca de este misterio que “ es el punto culminante y como el centro de la religión cristiana; tiene la máxima eficacia para la santificación y es el acto fundamental del culto divino ”(23); y San Alfonso María de Ligorio: “La Misa es lo más bello y hermoso que
tiene la Iglesia… Por eso el demonio siempre buscó privar al mundo de la Misa, por medio de los herejes, haciendo de ellos los precursores del Anticristo ” . Finalmente, nuestro querido fundador, que tenía la capacidad de resumir en frases breves toda una doctrina, decía: “jamás llegaremos a comprender en profundidad el gran misterio de la Misa. Debemos persuadirnos que la Misa no sólo es el acto religioso más importan-
Lutero odiaba al Papa y a la Iglesia: “la misa católica es la mayor y más horrible de las abominaciones papistas, la cola del dragón del apocalipsis” . Lutero afirmaba: “La misa es ofrecida por Dios al hombre y no por el hombre a Dios; ella es la liturgia de la palabra, una comunión y una participación (…) este abominable canon que hace de la misa un Sacrificio. La acción de un sacrificador. Lo miramos como sacramento o como testamento. Llamémosle bendición, Eucaristía, mesa del Señor, Cena del Señor, o Memorial del Señor” .
te, sino la fuente de toda la doctrina católica, la fuente de la fe, de la moral individual, familiar, social. De la cruz continuada sobre nuestros altares descienden todas las gracias que permiten a la sociedad cristiana vivir, desenvolver-
se ”(24) .
2º PARTE LA FSSPX Y EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA
La Fraternidad y la Misa
El corazón de la Fraternidad es la Santa Misa.
La razón es que la Fraternidad tiene como fin el sacerdocio católico. Ahora bien, el sacerdote está exclusivamente destinado a la celebración de la Santa Misa. El sacerdocio y la Misa están estrechamente unidos: no hay sacerdocio sin misa y no hay misa sin sacerdocio.
Cuando Santo Tomás de Aquino estudia el sacramento del Orden Sagrado, la verdad que domina todo su tratado es la siguiente: el sacerdote ha recibido el sacerdocio para celebrar la Santa Misa. “El Orden Sagrado implica una potestad”(25) , y “ esta potestad es doble: un poder principal sobre el Cuerpo de Cristo, y uno secundario, derivado del primero, que concierte al Cuerpo Místico de Cristo ”(26) .
El poder que se le entrega al sacerdote el día de su ordenación es el poder de consagrar el Cuerpo y Sangre de N.S.J.C., de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, según el mandato mismo de Cristo, de este poder se deriva todo el apostolado de los sacerdotes para con las almas. Porque el sacerdote tiene poder sobre el Cuerpo de Cristo, tiene poder también sobre las almas.
Por lo tanto, si la FSSPX tiene como fin el sacerdocio católico, tiene como consecuencia necesaria a la Santa Misa en el centro. En los estatutos de la FSSPX, se dice que el fin es el sacerdocio, y que, por tanto, “los miembros de la Fraternidad tendrán una verdadera devoción por la Santa Misa, por la liturgia que la aureola y por todo lo que pueda hacer la liturgia más expresiva del misterio que allí se realiza ”(27) , “los miembros no sacerdotes y las religiosas se esforzarán en contribuir al esplendor de la liturgia ”(28) .
El mismo Monseñor hablando del
espíritu que debe animar a la FSSPX dice: “ el espíritu de la Fraternidad es ante todo el de la Iglesia, y por tanto, sus miembros, sacerdotes, hermanos, hermanas, oblatas y terciarios, se esfuerzan por conocer cada vez mejor el Misterio de Cristo… Descubriremos entonces lo que ha guiado a la Iglesia durante veinte siglos, y comprenderemos la importancia que da al Sacrificio de Nuestro Señor, y por consiguiente al sacerdocio… Toda la vida de la Iglesia está vuelta hacia el
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa altar del Sacrificio… tales son también las convicciones de la Fraternidad”(29) . “Los miembros de la Fraternidad, apegados a esta espiritualidad de la Iglesia grabada en las piedras, en los libros litúrgicos tradicionales, se esforzarán no solamente en aplicarse a sí mismos estos principios de vida espiritual, sino también en descubrir sus maravillas a los fieles ”(30) .
Teniendo al Santo Sacrificio en el centro, todo lo demás, el apostolado, viene por añadidura, digámoslo así. Dicen también nuestros estatutos: “La FSSPX es esencialmente apostólica, porque el sacrificio de la Misa lo es también, y porque sus miembros deben ejercer generalmente un ministerio exterior. Vivirán con la convicción de que toda la eficacia de su apostolado procede del Sacrificio de Nuestro Señor, que ofrecen cada día ”(31) .
Todo el apostolado de la congregación gira alrededor de la Misa. Como ya hemos dicho el sacerdote tiene como fin principal celebrar la misa, y, en segundo lugar, tiene un poder sobre los fieles para llevarlos a Misa, conducirlos al Sacrificio de Nuestro Señor, a la Eucaristía. El fin del sacerdote con relación a los fieles es llevarlos a Misa, disponerlos cada vez mejor a la asistencia a Misa. Un sacerdote que pretenda otra cosa, no es fiel a su ordenación, a la Iglesia y a Nuestro Señor. Cuando el sacerdote quiere llevar a las almas a otra cosa que no sea la Misa (la política, “ obras sociales ” , los curas obreros, obras de humanidad, etc.), espanta a las almas, porque no tiene el espíritu de la Iglesia. ¿Qué hace la Fraternidad en todos los lugares? Instala un priorato donde los sacerdotes viven en común y tienden a la santidad. Pero donde hay sacerdotes está la Misa. Y donde está la misa están los fieles. Y todo un conjunto de actividades se desarrollan alrededor del altar. Algunas más directamente: grupo de acólitos, un coro, personas que ayudan de diferentes maneras para el mayor esplendor del culto, y todos los fieles. Pero no es sólo eso nomás: toda una vida social cristiana brota de la Misa: las fami-
lias católicas y numerosas, los grupos de apostolado, de formación, las escuelas, etc.
Entonces, el apostolado verdadero, es decir, fundado en el Santo Sacrificio de la Misa tiene eficacia por sí mismo. Es cierto que Nuestro Señor no violenta la libertad de nadie, pero por medio de la Misa va atrayendo las almas, lentamente o rápidamente, de acuerdo a las disposiciones de los lugares y de las almas. Pero tal apostolado tiene efica-
cia, porque es el apostolado de la cruz: “ cuando yo sea elevado a lo alto, todo lo atraeré a mí”(32) , decía N.S., por lo que la Misa, que es la continuidad de la cruz, atrae a las almas.
Y así la Fraternidad no para de crecer desde su fundación hace ya cincuenta años. Cada vez se expande más por todos los lugares. A pesar de las pruebas, a pesar de las condenas, a pesar de la diversidad de lugares y a pesar de la debilidad de los miembros que la componen, la Fraternidad tiene una gran eficacia, porque está fundada en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. El día que en la
congregación se deje de lado la Santa Misa - Dios no lo permita nunca- va a ser su fin.
La Fraternidad y la Misa Nueva
Aquí es donde debemos hablar inevitablemente del nuevo rito de la Misa, promulgado por el Papa Pablo VI en 1969. Porque si la FSSPX está fundada sobre la Santa Misa, ¿por qué no celebra este nuevo rito? La razón es, como se menciona en el “Breve examen crítico ” , que la nueva misa “ se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en detalle, de la teología católica de la Santa Misa tal como fue promulgada por el Concilio de Trento ”(33) . La Misa nueva va contra la esencia de la Fraternidad, que es el sacerdocio y el Sacrificio de la Cruz. Que el nuevo rito de la Misa es otra cosa distinta que la Misa de siempre es evidente a primera vista. Pero citemos a su autor, al encargado de la reforma, para que nos de su testimonio: “No se trata solamente de retocar una valiosa obra de arte sino, a veces, de dar estructuras nuevas a ritos enteros. Se trata, en realidad, de una restauración fundamental, diría casi de una refundición y, en ciertos puntos, de una verdadera creación nue-
va ”(34) .
De modo general, podemos decir que el nuevo rito de la misa tiende a borrar, a hacer desaparecer o a ocultar, tres verdades esenciales relativas a la Santa Misa:
1. La presencia real:
se ha perdido el lugar central que tenía la presencia de N.S.J.C. en la Eucaristía por los cambios introducidos y las supresiones de la mayoría de los gestos de respeto: l Supresiones de genuflexiones (quedan 3 de las 12 que había). En especial la que hace el sacerdote inmediatamente que consagra (según los protestantes es la fe de la asamblea la que hace presente a Cristo). l Supresión de mantener juntos los dedos y no tocar nada después de la consagración. l Ya no es necesario el dorado en los vasos sagrados. l Postura de pie después de la con-
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa sagración, para comulgar, y hasta en la mano. l Ambigüedad después de la consagración: las palabras “ anunciamos Señor tu muerte hasta que vengas ” , después de la consagración, introduce una duda de la Presencia Real actual de N.S., pidiéndole que venga al fin de los tiempos. l Se quitan las palabras “ mysterium fidei” de la consagración (que dijo N.S.).
2. El fin expiatorio del sacrifi-
cio: Ya no se pone más el acento en la remisión de los pecados, sea el de los vivos, como el de los difuntos. La noción de sacrificio propiciatorio se quita para poner énfasis en una cena de acción de gracias. l Se quita el altar y se pone una mesa: la misa pasa a ser una cena fraternal. l La “liturgia de la palabra ” toma una importancia de estilo protestante: lo importante es escuchar la palabra de Dios. De sacrificio ya no se habla. l El ofertorio se quitó para ser una simple presentación de dones: el ofrecimiento de la víctima que paga por los pecados se ha borrado. Si es una cena presento lo que voy a comer. l Todas las oraciones que se referían al aspecto propiciatorio se han quitado. l Supresión de casi todas las señales de la cruz (quedan 8 de las 47). l La consagración ya no es más una acción donde se inmola la víctima, sino una narración donde se hace un puro recuerdo (ya no hay ese punto y aparte de las rúbricas que separaba la narración de la consagración). l Confesión de los protestantes: “las nuevas oraciones eucarísticas tienen la ventaja de matizar la teología del sacrificio que teníamos el hábito de atribuir al catolicismo. Esas plegarias nos invitan a encontrar una teología evangélica (protestante) del sacrificio ”(35) .
3. El sacerdocio ministerial: La doctrina católica del sacerdote como ministro e instrumento de Cristo para renovar el sacrificio se pierde y se hace hincapié en el sacerdocio de todos los fieles. l El sacerdote es sólo el presidente de la asamblea. l Supresión de toda oración que hace distinción del sacerdote y los fieles (Confiteor).
l Se quita el latín, para que la asamblea entienda todo. l Todos pueden tocar los vasos sagrados. l Las lecturas las pueden hacer los laicos. También la distribución de la Eucaristía. l Se suprimen las oraciones que el sacerdote decía en voz baja.
Pero por si fuera poco el cambio del rito, Pablo VI publicó junto con la promulgación del N.O.M. una instrucción del nuevo misal, es decir, un documento explicando la nueva misa. En este documento aparece la definición de la misa
nueva en el art. 7: “La cena del Señor o Misa es una sinaxis sagrada, o sea, la reunión del pueblo de Dios, bajo la presidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor ” . Fue tan escandaloso que se tuvo que cambiar, pero sin retocar el rito. Además, en este documento: l No dice en ningún momento la palabra transubstanciación(36) . Tampoco se dicen las palabras: “ presencia real” .
Por todo el contexto se iguala permanentemente la presencia de Cristo en la Eucaristía con la presencia en la palabra de Dios y en la asamblea. l En ningún momento se habla de sacrificio propiciatorio. Trento decía: “Si alguno dijere que el Sacrificio de la Misa sólo es de alabanza o de acción de gracias, o mera conmemoración del sacrificio cumplido en la cruz, pero no propiciatorio, sea anatema ”(37) . Se habla de Misa como un memorial de la Pasión de Cristo y de su Resurrección. ¿Cuál es el juicio, entonces, que se puede hacer acerca del N.O.M.? La teología de la misa nueva (la doctrina que subyace y la que guía toda la reforma es la “teoría del misterio pascual”) no es católica. No niega explícitamente ninguna verdad de fe, sino que dice otra cosa, en lugar de la verdad. Tal como se advierte en el Breve examen crítico: “ contiene gravísimas ambigüedades, por no decir errores manifiestos contra la pureza de la Fe Católica ” (nº 8). El nuevo rito, entonces, no es un culto católico porque no expresa la fe católica relativa al Santo Sacrificio de la Misa. Mons. Lefebvre decía: “No se puede decir que sea formalmente herética, pero indirectamente favorece la herejía, pues nos pone en un ambiente que no afirma más las verdades fundamentales de la Misa ”(38) . Esa es la razón del rechazo del misal de Pablo VI de parte de Mons. Lefebvre. La liturgia del Concilio Vaticano II, va directamente en contra de la doctrina católica de la Misa y del sacerdocio, que son como las dos columnas esenciales de la congregación. Hay oposición total entre los principios de la Fraternidad, que son los principios de la Iglesia, y los principios de la nueva liturgia, como hay oposición total entre la misa tradicional y la misa nueva. Ambas expresan dos espiritualidades diferentes y dos tipos de fe diferentes.
Bien claro dejó la postura sobre este tema nuestro venerable fundador en la declaración del 21 de noviembre de 1974: “Habiendo esta reforma nacido del liberalismo, del modernismo, está totalmente envenenada; sale de la herejía y desemboca en la herejía, incluso si todos sus actos no son formalmente heréticos… Es por ello que nos atenemos firmemente a todo lo que ha sido creído y practicado respecto a la fe, las costumbres, el culto, la enseñanza del catecismo, la formación del sacerdote, la institución de la Iglesia, por la Iglesia de
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa siempre y codificado en los libros aparecidos antes de la influencia modernista del Concilio ” .
CONCLUSIÓN
El Santo Sacrificio de la Misa es el Corazón de la Iglesia. Así como el corazón en el cuerpo humano cumple una función capital, distribuyendo la sangre, la vida, a todo el organismo; así también la Misa distribuye las gracias a toda la Iglesia. Toda la Iglesia se beneficia con la celebración de la Misa, así como todo el cuerpo se beneficia de la acción del corazón.
Un alma llena del espíritu de la Iglesia y del amor a Nuestro Señor Jesucristo entiende la importancia del Sacrificio de la Cruz continuado en nuestros altares. Y por eso, las verdades de la fe católica que conciernen al Santo Sacrificio de la Misa no eran nociones abstractas para Mons. Lefebvre, sino que en él eran algo vivo. Eso mismo debe suceder con cada una de nuestras almas: toda alma debe vivir de la Misa.
El mismo veía todo un programa de vida en la misa para todas las almas. “¿Qué es la misa? Es un catecismo vivo. Lo que nos enseña el catecismo, el Credo, los mandamientos, los sacramentos, el Padrenuestro, las virtudes cristianas- todo esto se realiza punto por punto de un modo admirable en cada Misa ”(39) . La doctrina cristiana no está solamente escrita con letras muertas en el catecismo, sino que se vive cada vez que se celebra el Santo Sacrificio de la Misa.
Toda alma debe tener un amor y una devoción sin límites a la Santa Misa. ¿Por qué? Monseñor nos responde: “Dios ha querido divinizarnos y comunicarnos la caridad inmensa en que arde desde toda la eternidad. Ha querido comunicárnosla y lo ha hecho por una manifestación extraordinaria: por su Cruz, su Muerte y su Sangre derramada. Ha querido que hombres escogidos por Él continúen ese sacrificio para dar su vida divina a las almas, curarlos de sus faltas y de sus pecados, y comunicarles su propia vida con el fin de que esa vida un día los glorifique y que estas almas sean glorificadas un día con Él en la eternidad.
Esta es la obra de Dios ”(40) .
Dos amores, íntimamente relacionados tenía Monseñor Lefebvre, amor al sacerdocio y amor a la Misa. Y estos dos amores dejó a su congregación. Todo gira en la Fraternidad alrededor de estos dos amores. Este es el Testamento que nos dejó Nuestro Señor Jesucristo en la noche del Jueves Santo antes de padecer: nos dejó el sacerdocio para que se continuara su acción a lo largo de los siglos, y nos dejó su sacrificio y Él mismo
en la Eucaristía, para consuelo nuestro en este valle de lágrimas. Esto es lo que recibió Monseñor de la Iglesia y esto es lo que nos ha transmitido a nosotros.
Y como Monseñor tenía un alma grande, era magnánimo, y siempre apuntaba a la gloria de Dios, en su sermón de jubileo sacerdotal, cuando cumplía los cincuenta años de sacerdocio, llamaba a todos los cristianos a una cruzada para restablecer la cristiandad. Una cruzada fundada en el Santo Sacrificio de la Misa: cruzada de jóvenes que busquen un verdadero ideal, seguir a N.S.C.J., según la vocación a la que sean llamados; cruzada de familias católicas y numerosas consagradas al Sagrado Co-razón de Jesús; cruzada de los padres de familia para que hagan reinar la gracia de la Misa en las sociedades; y finalmente cruzada de sacerdotes santos que sean el alma de esta cruzada. Sólo un alma impregnada de un verdadero espíritu de fe en la Misa podía hacer esta llamada. Él vivió el poder de la Santa Misa en África y vio cómo se transformaban las sociedades. Y eso es lo que intenta hacer nuestra Fraternidad, donde se establece va creando pequeñas cristiandades alrededor del altar: prioratos con sacerdotes, vocaciones religiosas, familias, jóvenes, escuelas.
Por eso concluía este hermoso sermón de su jubileo: “Por la gloria de la Santísima Trinidad, por amor a Nuestro Señor Jesucristo, por devoción a la Santísima Virgen María, por amor a la Iglesia, por amor al Papa, por amor a los Obispos, sacerdotes y todos los fieles, por la salvación del mundo y por la salvación de las almas, ¡Guardad el testamento de Nuestro Señor Jesucristo! ¡Guardad el sacrificio de Nuestro Señor! ¡Guardad la Misa de siempre!(41) m
(1) Homilía de Mons. Lefebvre del 18 de septiembre de 1977, Econe. (2) Catecismo Mayor de San Pío X, 4º Parte, Cap. 5º. (3) II-II, q. 85, a. 1. (4) II-II, q. 85, a. 2. (5) Catecismo Mayor de San Pío X, 4ª parte, Cap. 5º. (6) III, q. 47, a. 2. (7) Jn. 14, 31. (8) Apoc. 1, 5. (9) III. q. 48, a. 2. (10) Ef. 5, 2. (11) Jn, 10, 18 (12) Con. de Trento, Ses. XXII, Cap. 1º. (13) Catecismo Mayor de San Pío X, 4º Parte, Cap. 5º. (14) Encíclica Mediator Dei, nº 67. (15) Encíclica Mediator Dei, nº 74 y 78. (16) Encíclica Mediator Dei, nº 49. (17) Encíclica Mediator Dei, nº 23 (18) Toma el nombre del Papa San León I (440460), en cuyo tiempo comenzó a coleccionarse las oraciones relacionadas a la Misa. (19) Toma el nombre del Papa S. Gelasio (492-496). (20) Toma el nombre del Papa S. Gregorio (590-604). (21) Sesión XXII, Cap. 4º. (22) Bula Quo primum tempore (1570). (23) Encíclica Mediator Dei, nº 65 y 26. (24) Un obispo habla. (25) Suppl., q. 34, a. 2. (26) Suppl., q. 36, a. 2. (27) Estatutos de la FSSPX. (28) Estatutos de la FSSPX. (29) “Espíritu de la FSSPX”, 2º artículo, Mons. Lefebvre. (30) “Espíritu de la FSSPX”, 3º artículo, Mons. Lefebvre. (31) Estatutos de la FSSPX. (32) Jn. 12, 32. (33) Breve examen crítico del N.O.M., prefacio. (34) Annibale Bugnini, Declaración de la Congregación de ritos, 1967. (35) Consistorio superior de la Confesión de Augsburgo y Lorena, 1973. (36) El conciliábulo de Pistoya (1794) fue condenado por Pío VI por favorecer la herejía al no decir esta palabra. (37) Concilio de Trento, Ses. XXII, Can. 3º. (38) Conferencia espiritual en Econe del 21 de enero de 1982. (39) Homilía en Lausanne, 9 de julio de 1978. (40) Homilía en Econe, 29 de junio de 1982. (41) Homilía de su jubileo sacerdotal, 23 de septiembre de 1979.