Indice Editorial: El evolucionismo, máquina de guerra ideológica contra la fe católica.... 1 La Iglesia al revés........................................................................................................ 3 P. Davide Pagliarani
¿Y si se volviera al buen sentido?.................................................................... 12 P. Philippe Toulza
¿Es compatible la Revelación con la Evolución?.................................................. 18 P. José María Mestre Roc
La Santa Sede y las pretensiones del régimen chino................................ 29 P. Hervé Gresland
Dom Benedetto Castelli, O.S.B................................................................................ 39 Rvdo. D. Eduardo Montes
La primavera del postconcilio................................................................................ 41 L. Pintas
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Editorial
El evolucionismo, máquina de guerra ideológica contra la fe católica
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uando el 22 de octubre de 1996 el papa Juan Pablo II, en un mensaje a los miembros de la Academia Pontificia de Ciencias, afirmó que “hoy, casi medio siglo después de la publicación de la encíclica [Humani generis (1950) de Pío XII], nuevos conocimientos llevan a pensar que la teoría de la evolución es más que una hipótesis”, el mundo saltó de gozo, aplaudió una rendición más de los católicos a la mentalidad dominante y los medios de comunicación titularon: “La Iglesia acepta el evolucionismo”. Cierto que Juan Pablo II no había afirmado exactamente tal cosa, en términos rotundos e inequívocos, pero razonablemente tampoco podía esperar que, al utilizar las sugerentes palabras que deliberadamente utilizó, el mundo entendiera cosa distinta, y así ocurrió. Hoy la vulgata evolucionista ha sido masivamente asimilada por la casi totalidad de quienes todavía se consideran católicos, sin diferencia alguna con el resto de sus contemporáneos. Y sin embargo Juan Pablo II tenía razón en cierto sentido, claro está que no en el sentido querido por él: el evolucionismo es más que una hipótesis; más que como simple hipótesis o incluso teoría o diversas teorías científicas, el evolucionismo ha funcionado desde sus orígenes como una ideología, más en concreto como una máquina de guerra ideológica contra las verdades que nuestra santa fe católica, y hasta en parte la razón, nos enseñan sobre Dios y la creación. Desde sus comienzos, la difusión y asimilación del evolucionismo llevaron consigo la negación de la creación y, reputándose que Dios no era ya necesario para explicar la existencia del hombre y de todas las cosas, también el ateísmo. “Darwin produjo la justificación intelectual que esperaban los ateos” (Richard Dawkins, biólogo y popular divulgador científico, él mismo ateo). En el plano vulgar o de la opinión popular, la idea de que el universo surgió de una explosión inicial y de que la vida sobre la tierra apareció primero bajo forma de organismos extremadamente elementales, luego cada vez más complejos a lo largo de millones de años (cuantos más mejor) con la evolución progresiva de las especies, incluso el hombre que procedería de algún simio o ancestro común, ha llegado a consagrarse como la única “visión científica” del mundo. No obstante, en el plano científico a este respecto nada hay de pacíficamente probado y aceptado, ni por parte de los biólogos ni, en general, por parte de los especialistas de ninguna otra disciplina relevante, sino que evolucionistas y antievolucionistas (estos segundos, cada vez más, con riesgo cierto para su reputación y carrera, por oponerse a la ideología dominante) siguen disputando sobre datos y argumentos opuestos. Lejos de nosotros la pretensión de ocuparnos de ese debate
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Editorial: El evolucionismo, máquina de guerra contra la fe católica
científico, ajeno a nuestra competencia. Pero baste con un solo ejemplo: mientras que para la vulgata evolucionista los fósiles son prueba irrefutable de la evolución de las especies, para los científicos constituyen a este particular un caballo de batalla. ¿Y qué dice nuestra santa fe católica? “Al principio creó Dios el cielo y la tierra…”, son las palabras con que comienza el Génesis. En tiempos de San Pío X, en concreto en 1909, la Pontificia Comisión Bíblica (entonces órgano del Magisterio) afirmó que, entre otros hechos narrados en los primeros capítulos del Génesis, tocan a los fundamentos de la religión cristiana la creación de todas las cosas hechas por Dios al principio del tiempo, la peculiar creación del hombre, la formación de la primera mujer del primer hombre y la unidad del linaje humano. Pronunciamiento magisterial que ha caído enteramente en el olvido, como acertadamente se subraya por el Padre José María Mestre en el artículo que a este propósito publicamos en este número de Tradición Católica. El IV Concilio de Letrán había ya definido en 1215 que desde el principio del tiempo Dios “creó de la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, es decir la angélica y la mundana, y después la humana, como común, compuesta de espíritu y de cuerpo”. Definición literalmente reafirmada por el Concilio Vaticano I en 1870, poco después de la publicación de El origen de las especies (1859) por Charles Darwin, y hasta citada en el Catecismo de Juan Pablo II (par. 327) pero, de hecho, casi siempre pasada por alto en la actual predicación y enseñanza de la fe . Cuando todavía se acepta hoy recordar a este propósito alguna enseñanza anterior al Concilio Vaticano II, generalmente nadie se remonta más atrás de la encíclica Humani generis (1950) de Pío XII, como en el recordado mensaje de Juan Pablo II. Esto porque allí se afirma por Pío XII que “el magisterio de la Iglesia no prohíbe que, según el estado actual de las ciencias humanas y de la sagrada teología, se trate en las investigaciones y disputas de los entendidos en uno y otro campo de la doctrina del “evolucionismo”, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva y preexistente”, lo cual agrada a los oídos modernistas. Mucho menos les agradan las palabras que siguen: “pues las almas nos manda la fe católica sostener que son creadas inmediatamente por Dios.” Y mucho menos todavía (ni siquiera se cita en el Catecismo de Juan Pablo II, a diferencia de lo afirmado respecto de la creación de las almas inmediatamente por Dios) la condena inequívoca del poligenismo (negación de la unidad del linaje humano) que en la misma encíclica se hace por Pío XII: “porque los fieles de la Iglesia no pueden abrazar la sentencia de los que afirman que después de Adán existieron en la tierra verdaderos hombres que no procedieron de aquél como del primer padre de todos por generación natural, o que Adán significa una especie de muchedumbre de primeros padres.” ¿Cabría pues, junto al condenado evolucionismo poligenista, otro evolucionismo monogenista, apto para católicos, compatible con “el pecado original que procede del pecado verdaderamente cometido por un solo Adán y que, transfundido a todos por generación, es propio a cada uno”? Imaginable en teoría, sí, pero cosa de broma o de risa para los genuinos evolucionistas como el diablo (que no Dios) manda. ¿Y por qué no renunciar entonces a ese funambulesco evolucionismo para católicos y regresar al sentido común? Es lo que en estas páginas nos propone el Padre Philippe Toulza en otro interesante artículo sobre el asunto. m
Una Iglesia al revés Entrevista con el P. Davide Pagliariani
R. P. Superior General, se esperan acontecimientos importantes de aquí a fin de año, como el Sínodo para la Amazonía y la reforma de la Curia romana, que van a tener una repercusión histórica en la vida de la Iglesia. En su opinión, ¿qué lugar ocupan en el pontificado del Papa Francisco? La impresión que muchos católicos tienen actualmente es la de una Iglesia al borde de una nueva catástrofe. Si volvemos la vista atrás, el mismo Concilio Vaticano II sólo fue posible porque era el resultado de una decadencia que había afectado a la Iglesia en los años que precedieron a su inauguración: como si una presa se rompiera bajo la presión de la fuerza que la había estado desgastando durante algún tiempo. Es lo que permite el éxito de las grandes revoluciones, dado que los legisladores solo aprueban y sancionan una situación que ya es un hecho, al menos en parte. De este modo, la reforma litúrgica fue sólo la culminación de un desarrollo experimental que se remontaba al período entre las dos guerras mundiales, y que ya se había introducido en una gran parte del clero. Más cerca de nosotros, bajo este pontificado, Amoris laetitia ha supuesto la ratificación de una práctica que, lamentablemente, ya se había introducido en la Iglesia, especialmente en lo referente a la posibilidad
de comulgar para las personas que viven en un estado de pecado público. Parece que hoy la situación ya está madura para otras reformas muy serias. ¿Puede precisar su juicio sobre la exhortación apostólica Amoris laetitia tres años después de su publicación? Amoris lætitia representa, en la historia de la Iglesia en los últimos años, lo que Hiroshima o Nagasaki han sido para la historia moderna de Japón: humanamente hablando, el daño es irreparable. Éste ha sido, sin lugar a duda, el acto más revolucionario del Papa Francisco y, al propio tiempo, el más discutido, incluso fuera de la Tradición, porque afecta directamente a la moral conyugal; cosa que ha permitido que muchos sacerdotes y fieles se den cuenta de la presencia de errores graves. Este documento catastrófico fue presentado erróneamente como el trabajo de una personalidad excéntrica y provocadora en sus expresiones, –lo que algunos quieren ver en el Papa actual. Pero eso no es correcto, y simplificar así el problema resulta inapropiado. Parece insinuarnos que esta consecuencia era inevitable. ¿Por qué es usted reacio a definir al Papa actual como una persona original?
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En realidad, Amoris laetitia constituye uno de los resultados que, tarde o temprano, debía producirse como resultado de las premisas establecidas por el Concilio. El cardenal Walter Kasper ya lo había subrayado señalando que a una nueva eclesiología –la del Concilio–corresponde a una nueva concepción de la familia cristiana(1). De hecho, el Concilio es principalmente eclesiológico, es decir que propone en sus documentos una nueva concepción de la Iglesia. Sencillamente, la Iglesia fundada por Nuestro Señor ya no equivaldría a la Iglesia católica, sino que se trataría de algo más amplio, que incluiría a las demás confesiones cristianas. Como resultado de esto, las comunidades ortodoxas o protestantes tendrían la «eclesialidad» en virtud del bautismo. Dicho en otras palabras, la gran novedad eclesiológica del Concilio es la posibilidad de pertenecer a la Iglesia fundada por Nuestro Señor en diferentes formas y grados. De ahí la noción moderna de comunión total o parcial, «con geometría variable», se podría decir. La Iglesia se ha vuelto estructuralmente abierta y flexible. La nueva modalidad de pertenencia a la Iglesia, extremadamente elástica y variable, según la cual todos los cristianos están unidos en la misma Iglesia de Cristo, constituye el origen del caos ecuménico. No pensemos que estas novedades teológicas son abstractas, pues tienen repercusiones en la vida concreta de los fieles. Todos los errores dogmáticos que afectan a la Iglesia, tarde o temprano tienen efectos en la familia cris-
tiana, porque la unión de los esposos cristianos constituye la imagen de la unión entre Cristo y su Iglesia. En una
En un documento preparatorio para el próximo Sínodo de los Obispos sobre la Amazonía, titulado: “El poder de santificar: los ministros de las comunidades indígenas y el derecho de acceso a la Eucaristía”, el cardenal Walter Kasper sienta las bases para el abandono del celibato eclesiástico, al menos en el Amazonas.
iglesia ecuménica, flexible y pancristiana, existe una noción de la familia en la que los compromisos del matrimonio ya no tienen el mismo valor, y en la que los vínculos entre los esposos, entre un hombre y una mujer, ya no se perciben ni definen de la misma manera, sino que también se vuelven flexibles. UN PAPA COHERENTE CON LOS PRINCIPIOS DEL CONCILIO VATICANO II ¿Podría darnos más detalles? Concretamente, del mismo modo que la Iglesia de Cristo «pancristiana» tendría elementos buenos y positivos fuera de la unidad católica, habría igualmente elementos buenos y positivos para los fieles fuera del matrimonio sacramental, por ejemplo, en un matrimonio civil, y también en cualquier otro tipo de unión. Lo mismo que ya no hay distinción entre una Iglesia «verdadera» e iglesias «fal-
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sas», dado que las iglesias no católicas son buenas, aunque imperfectas, igualmente todas las uniones se vuelven buenas, porque siempre hay algo bueno en ellas, aunque sólo sea el amor. Esto significa que en un matrimonio civil «bueno» –especialmente cuando se celebra entre creyentes–, se pueden encontrar ciertos elementos del matrimonio cristiano sacramental. No se trata de equipararlos, pero, sin embargo, la unión civil ya no es mala en sí misma, ¡sino que sencillamente no es tan buena! Hasta ahora se hablaba de obras buenas o malas, y de la vida en gracia o en pecado mortal. Pero ahora todo lo que queda
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El jueves 21 de junio de 2018, el Papa Francisco participó del 70° Aniversario de la fundación del Consejo Mundial de Iglesias (WCC, por sus siglas en inglés), que se celebró en Ginebra, Suiza. El Papa Francisco es el tercer Pontífice que visita el WCC, después de Pablo VI (el 10 de junio de 1969) y Juan Pablo II (el 15 de junio de 1982). «Caminar, rezar y trabajar juntos» fue el lema del viaje papal. El Papa dijo: “Somos los depositarios de la fe, de la caridad, de la esperanza de tantos que, con la fuerza inerme del Evangelio, han tenido la valentía de cambiar la dirección de la historia, esa historia que nos había llevado a desconfiar los unos de los otros y a distanciarnos recíprocamente, cediendo a la diabólica espiral de continuas fragmentaciones”.
totalmente con el ideal cristiano, y otras que solo le corresponden parcialmente... Resumiendo, a una Iglesia ecuménica le corresponde una familia ecuménica, o sea, recompuesta o «que puede recomponerse», según las necesidades. y sensibilidades. Antes del Concilio Vaticano II, la Iglesia enseñaba que las denominaciones cristianas no católicas estaban fuera del seno de la verdadera Iglesia y, por lo tanto, no formaban parte de la Iglesia de Jesucristo. La doctrina de la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium (nº 8), abre un medio para reconocerlos como realizaciones parciales de la Iglesia de Cristo. Las consecuencias de tales errores son incalculables y aún están en pleno desarrollo. Amoris lætitia es el resultado inevitable de la nueva eclesiología enseñada por Lumen Gentium, y también de la loca apertura al mundo predicada por la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo de este tiempo, Gaudium et spes(2). Y, de hecho, con Amoris laetitia, el matrimonio cristiano se parece cada vez más al matrimonio tal como lo concibe y profana la modernidad. De este modo, la enseñanza objetivamente desconcertante del Papa Francisco no supone una consecuencia extraña, sino que es la consecuencia lógica de los principios establecidos en el Concilio. El Papa saca de ella algunas conclusiones últimas... por el momento.
son acciones buenas o no tan buenas, o sea, formas de vida que corresponden
¿Esta nueva doctrina sobre la Iglesia se ha manifestado me-
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diante un concepto teológico particular? Después del Concilio, la noción de Pueblo de Dios reemplazó a la del Cuerpo Místico de Cristo. Esta nueva noción está omnipresente en el nuevo Código de Derecho Canónico publicado en 1983. Pero en 1985 se hizo un cambio. Parecía que el término «Pueblo de Dios» se volvía engorroso, porque permitía desviaciones hacia la teología de la liberación y el marxismo. Por eso se reemplazó con otra noción, también sacada del Concilio: la eclesiología de la comunión, que permite una pertenencia a la Iglesia extremadamente elástica, con la que todos los cristianos están unidos –aunque más o menos– en la misma Iglesia de Cristo, de modo que el diálogo ecuménico se ha vuelto babélico, como en la reunión de Asís en 1986. De modo parecido al poliedro del que nos habla el Papa Francisco: «una figura geométrica que tiene muchas facetas distintas. El poliedro refleja la confluencia de todas las diversidades que, en este caso, conservan su originalidad. Nada se disuelve, nada se destruye, y nada domina nada»(3). ¿Ve Usted esta misma raíz eclesiológica en el origen de las reformas anunciadas en el Instrumentum laboris del próximo sínodo para la Amazonía, o en el proyecto de reforma de la Curia romana? Todo se reduce, directa o indirectamente, a una noción equivocada de la Iglesia. Una vez más, el Papa Francisco sólo saca las conclusiones últimas de
las premisas que estableció el Concilio. Concretamente, sus reformas siempre presuponen una Iglesia en escucha, una Iglesia sinodal, una Iglesia atenta a la cultura de los pueblos, a sus expectativas y requisitos, especialmente a las condiciones humanas y naturales, es-
El concepto Pueblo de Dios aparece por primera vez en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, añadido in extremis en 1963. El cardenal Suenens logró que se insertara en el esquema sobre la Iglesia un capítulo suplementario sobre «El Pueblo de Dios». Este capítulo, donde se evitaba cuidadosamente la palabra «miembro», sirvió para incluir no solamente a los católicos, sino también a todos aquellos que, de una manera u otra, podían ser denominados “cristianos”.
pecíficas de nuestro tiempo y siempre cambiantes. La fe, la liturgia y el gobierno de la Iglesia deben adaptarse a todo esto y ser su resultado. La Iglesia sinodal, siempre en escucha, constituye la última evolución de la Iglesia colegial, predicada por el Concilio Vaticano II. Para dar un ejemplo concreto, de acuerdo con el Instrumentum laboris, la Iglesia debe ser capaz de asumir y adoptar elementos como las tradiciones locales del culto de los espíritus y las medicinas tradicionales amazónicas, que recurren a supuestos «exorcismos».
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Dado que estas tradiciones indígenas están enraizadas en un suelo que tiene una historia, se deduce que este «territorio es una referencia teológica y una fuente particular de la revelación de Dios»; razón por la cual, debemos reconocer la riqueza de esas culturas indígenas, pues «una apertura no sincera hacia el otro, lo mismo que una actitud corporativa, que reserva la salvación sólo a su propia fe, destruyen esta misma fe». Da la impresión de que, en lugar de luchar contra el paganismo, la jerarquía actual pretende asumir e incorporar esos valores. Y los encargados del próximo sínodo se refieren a esos «signos de los tiempos», queridos por Juan XXIII, que hay que escrutar como signos del Espíritu Santo.
LA IGLESIA DE CRISTO NO ES UN FORO NI UNA PLATAFORMA ¿Y, más específicamente, qué nos dice sobre la Curia? Por su parte, el proyecto de reforma de la Curia predica una Iglesia que se parece mucho más a una empresa humana que a una sociedad divina y jerárquica, depositaria de la Revelación sobrenatural, que goza del carisma infalible de conservar y enseñar a la humanidad la
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Verdad eterna hasta el fin de los tiempos. Se trata, como dice expresamente el texto del proyecto, de la «actualización (aggiornamento) de la Curia», «sobre la base de la eclesiología del Vaticano II». Por lo tanto, casi no nos sorprende leer bajo la pluma de los cardenales responsables de esta reforma: «La Curia actúa como una especie de plataforma y un foro de comunicación con respecto a las Iglesias y Conferencias particulares de los Obispos que necesitan tales experiencias. La Curia recoge las experiencias de la Iglesia universal y, a partir de ellas, exhorta a las Iglesias y Conferencias particulares de los Obispos... Esta vida de comunión dada a la Iglesia tiene el rostro de la sinodalidad... Pueblo fiel, Colegio episcopal y obispo de Roma se escuchan unos a otros, y todos ellos escuchan al Espíritu Santo... Esta reforma se establece en el espíritu de una «descentralización saludable»... La Iglesia sinodal consiste en que «el Pueblo de Dios camina unido»... Este servicio de la Curia a la misión de los obispos y a la comunión no se basa en una actitud de vigilancia o de control, ni siquiera en la toma de decisiones en cuanto autoridad superior...»(4) Plataforma, foro, sinodalidad, descentralización... todo eso no hace sino confirmar la raíz eclesiológica de todos los errores modernos. En este magma informe, ya no hay una autoridad superior. Es la disolución de la Iglesia tal como la estableció Nuestro Señor, que, al fundar su Iglesia, no abrió un foro de comunicación, ni una plataforma para intercambios, sino que le confió a Pedro y a sus Apóstoles la tarea de pastorear
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su rebaño, y de ser pilares de verdad y santidad para conducir las almas al Cielo. ¿Cómo caracterizar este error eclesiológico en relación con la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesucristo? La pregunta es muy amplia, pero Monseñor Lefebvre nos da una respuesta, diciendo que la estructura de la nueva misa correspondía a una Iglesia democrática, y ya no jerárquica ni monárquica. La iglesia sinodal tal como la sueña Francisco es realmente de tipo democrático. Él mismo dio la imagen que tenía de ella: la de una pirámide invertida. ¿Se podía acaso manifestar más claramente lo que quiere significar con sinodalidad? Es una iglesia al revés. Pero insistamos, él sólo desarrolla los principios que ya estaban presentes en el Concilio. ¿No parece que Usted está forzando la realidad actual, pretendiendo reducirlo todo a los principios del Concilio Vaticano II, que se celebró hace más de cincuenta años? Uno de los colaboradores más cercanos de Francisco es el que nos da la respuesta. Se trata del cardenal Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y coordinador del C6. Veamos lo que nos dice: «Después del Concilio Vaticano II, los métodos y el contenido de la evangelización y la educación cristiana están cambiando. La liturgia cambia. (...) La perspectiva misionera cambia: el misionero debe establecer un diálogo evangelizador (...). La acción social está cambiando, no es
Para el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga el papa es revolucionario: «Es la revolución del Evangelio. No cambia la doctrina, como piensan algunos, no... La revolución del Evangelio pasa por un sentido pastoral de cercanía a la gente, de gran ternura y, sobre todo, de mucha misericordia. Creo que su revolución consiste en un cristocentrismo que se manifiesta como pasión por la humanidad que sufre, una humanidad herida y necesitada de amor. Todo lo que consigue procede de esta opción fundamental y es fruto de un corazón lleno de misericordia y de ternura».
sólo la caridad y el desarrollo de los servicios, sino también la lucha por la justicia, los derechos humanos y la liberación... Todo cambia en la Iglesia según el modelo pastoral renovado». Y agrega, para mostrar en qué espíritu se realizan estas transformaciones: «El Papa quiere llevar la renovación de la Iglesia a un punto en el que se vuelva irreversible. El viento que impulsa las velas de la Iglesia hacia la alta mar de su profunda y total renovación es la misericordia» . Sin embargo, no se puede negar que muchas voces se han alzado contra estas reformas y es razonable suponer que esto continuará en los próximos meses. ¿Cómo juzga Usted tales reacciones? No podemos sino alegrarnos por tales reacciones, y por una toma de conciencia progresiva por parte de muchos
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fieles y algunos prelados de que la Iglesia se encamina a una nueva catástrofe. Estas reacciones tienen la ventaja y el mérito de demostrar que la voz que propaga estos errores no puede ser la de Cristo, ni la del Magisterio de la Iglesia. Esto es extremadamente importante y, a pesar del contexto trágico, alentador. La Fraternidad tiene el deber de estar muy atenta a estas reacciones y, al mismo tiempo, tratar de evitar que se extravíen y no lleguen a nada. EL PLURALISMO CONCILIAR CONVIERTE A TODA OPOSICIÓN EN ESTRUCTURALMENTE INEFICAZ ¿Qué quiere decir con eso? En primer lugar, debe tenerse en cuenta que estas reacciones se enfrentan sistemáticamente con un «muro de goma», y hay que atreverse a preguntarse por qué. Para dar un ejemplo, cuatro cardenales habían expresado sus dubia
La situación de confusión y de desconcierto a causa de las varias interpretaciones de Amoris Laetitia, en particular sobre lo que tiene que ver con el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, motivaron la carta dirigida al Papa Francisco por los cardenales (de izquierda a derecha) Walter Brandmüller, Carlo Caffarra, Joachim Meisner y Raymond L. Burke el 19 de septiembre de 2016. El cardenal Meisner falleció en julio de 2017 y el cardenal Caffarra en septiembre de ese mismo año.
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sobre Amoris laetitia. Muchos habían notado esta acción y la habían aclamado como el comienzo de una reacción que produciría resultados duraderos. Pero, en realidad, el silencio del Vaticano dejó esta crítica sin respuesta. Mientras tanto, dos de estos cardenales han fallecido, y el Papa Francisco ha pasado a otros proyectos de reforma, de los que acabamos de hablar, de modo que la atención se ha desplazado a nuevos temas, dejando, por la fuerza de las circunstancias, la batalla sobre Amoris lætitia en el aire, olvidada, y el contenido de esta exhortación parece que de facto se da por sentado. Para entender este silencio del Papa, no debemos olvidar que la Iglesia que viene del Concilio es pluralista. Es una Iglesia que ya no se basa en una Verdad eterna y revelada, enseñada desde arriba, por la autoridad. Tenemos ante nosotros una Iglesia que está a la escucha y, por lo tanto, necesariamente escucha voces que pueden diferir entre sí. Dando una comparación, en un régimen democrático, por ejemplo, siempre hay un lugar, al menos aparente, para las oposiciones, que, de alguna manera, forman parte del sistema porque muestran que se puede discutir y tener una opinión diferente, y que hay espacio para todos. Esto, por supuesto, puede fomentar el diálogo democrático, pero no la restauración de una Verdad absoluta y universal, y una ley moral eterna. De esta manera, el error puede enseñarse libremente, junto con una oposición real pero estructuralmente ineficaz e incapaz de poner las verdades en
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su lugar. Por lo tanto, hay que salir del sistema pluralista en sí mismo; y este sistema tiene una causa: el Concilio Vaticano II. En su opinión, ¿qué deberían hacer los prelados o fieles preocupados por el futuro de la Iglesia? En primer lugar, deberían tener la lucidez y el valor de reconocer que existe una continuidad entre las enseñanzas del Concilio, de los Papas de la era postconciliar y el pontificado actual. Citar el magisterio de «San» Juan Pablo II, por ejemplo, para oponerse a las novedades del Papa Francisco, es un pésimo remedio, condenado desde el principio al fracaso. Un buen médico no puede quedar satisfecho con unos pocos puntos para cerrar una herida, sin extraer primero la infección que se encuentra en la herida. Lejos de nosotros despreciar estos esfuerzos, pero al mismo tiempo es una cuestión de caridad indicar dónde radica la raíz de los problemas. Para dar un ejemplo concreto de esta contradicción, basta mencionar un nombre entre todos, el del cardenal Müller. Es sin duda el más virulento hoy contra Amoris laetitia, el Instrumentum laboris y el proyecto de reforma de la Curia. Utiliza expresiones muy fuertes, incluso llega a hablar de «ruptura con la Tradición». Y, sin embargo, este cardenal que ahora encuentra la fuerza para denunciar públicamente estos errores es el mismo que quería imponer a la Fraternidad San Pío X –en continuidad con sus predecesores y sucesores en la Congregación para la Doctrina de la Fe–
la aceptación de todo el Concilio y del magisterio posconciliar. Independientemente de la Fraternidad y sus posturas,
La Curia tendrá que someterse a una integración “sinodal” y colegial, en conformidad con el Concilio Vaticano II. Así, esta integración hará realidad el sueño de los reformadores: el papa será solo la cabeza del colegio episcopal, y la Iglesia será colocada en un estado de consejo permanente. La autoridad del Papa llegará a perder su carácter específico a favor de las “periferias” tan queridas por el Papa Bergoglio.
esta crítica, que ataca sólo los síntomas sin remontarse a su causa, representa un ilogismo de los más dañinos y desconcertantes. LA CARIDAD DE QUERER «TRANSMITIR LO QUE HEMOS RECIBIDO» A menudo se objeta que la Fraternidad sólo sabe criticar, pero ¿qué propone positivamente? La Fraternidad no critica sistemáticamente ni a priori. Ella no es una «gruñidora» profesional. Tiene una libertad de tono que le permite hablar abiertamente, sin temor a perder los beneficios de los que goza... Esta libertad es indispensable en las circunstancias actuales. La Fraternidad tiene sobre todo el amor de la Iglesia y de las almas. La crisis actual no es sólo doctrinal: se cierran los seminarios, se vacían las iglesias y
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la práctica sacramental cae vertiginosamente. No podemos ser espectadores, con los brazos cruzados, y decirnos: «todo esto prueba que la Tradición tiene razón». La Tradición tiene el deber de ayudar a las almas, con los medios que le brinda la divina Providencia. No nos mueve a ello un espíritu orgulloso, sino que nos sentimos impulsados por la caridad de querer «transmitir lo que hemos recibido» (1 Cor. 15, 3). Esto es lo que intentamos hacer humildemente a través de nuestro trabajo apostólico diario. Pero este trabajo es inseparable de la denuncia de los males que sufre la Iglesia, para proteger al rebaño abandonado y dispersado por los malos pastores.
¿Qué espera la Fraternidad de los prelados y fieles que comienzan a ver con claridad, con el fin de dar una continuidad positiva y efectiva de sus posturas? Hemos de tener el valor de reconocer que incluso una buena postura doctrinal no basta si no va acompañada de una vida pastoral, espiritual y litúrgica coherente con los principios que queremos defender, porque el Concilio inauguró una nueva forma de concebir la vida cristiana, coherente con una nueva doctrina.
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Si la doctrina se reafirma con todos sus derechos, debemos pasar a una vida católica real y conformarnos con lo que profesamos. De lo contrario, tal o cual declaración sólo será un acontecimiento mediático, limitado a unos pocos meses o incluso semanas... Concretamente, hay que volver a la Misa Tridentina y todo lo que eso significa; hay que volver a la misa católica y sacar todas las consecuencias; hay que volver a la Misa no ecuménica, a la Misa de siempre y dejar que esta Misa regenere la vida de los fieles, de las comunidades y de los seminarios, y, sobre todo, dejar que transforme a los sacerdotes. No se trata de restaurar la Misa Tridentina porque es la mejor opción teórica; sino que se trata de restaurarla, de vivirla y defenderla hasta el martirio, porque sólo la Cruz de Nuestro Señor puede sacar a la Iglesia de la catastrófica situación en la que se encuentra. Portæ inferi non prævalebunt adversus eam! ¡Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella! m Padre Davide Pagliarani, Superior General Menzingen, 12 de septiembre de 2019, fiesta del Santo Nombre de María
¿Y si se volviera al buen sentido? P. Philippe Toulza
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ue nadie se asuste: no se trata aquí de filosofía propiamente dicha. El buen sentido, es decir el ejercicio natural y sencillo de la inteligencia, basta para darse cuenta de que hay verdaderamente un grandísimo problema en el darwinismo. Bernard Grasset lo dijo un día: “la solución del buen sentido es la última en la cual piensan los especialistas.” Si la reflexión es verdadera ¡huyamos de la desgracia de convertirnos un día en “especialistas”! Lo que ha faltado quizá a los evolucionistas es ese buen sentido que se conserva limpiando de hierba un campo, plantando semillas, regando flores o recolectando patatas. Cultivar la tierra aleja de la mentira darwinista porque la tierra no miente. Entre las numerosas afirmaciones darwinistas que chocan con el buen sentido, nos ocuparemos de dos de ellas, reservando más atención a la primera que a la segunda. De la especie asno a maese Aliborón Primera proposición: Una especie viviente puede sufrir transformaciones en el curso de generaciones, y concluir así en la formación de una nueva especie viviente. Entendámonos sobre las palabras. ¿Qué se entiende por “especie viviente”? El conjunto de la comunidad científica
adhiere a esta definición: población natural cuyos individuos pueden, efectiva o al menos potencialmente, reproducirse entre ellos y engendrar una descen-
Charles Darwin (1809-1882), un naturalista sin título académico, al enunciar la Teoría de la Evolución, planteaba una explicación evolutiva para entender la realidad biológica. De formación anglicana, acabó sus días cerca de posturas agnósticas.
dencia viable y fecunda (la descendencia es ella misma fecunda: hay reproducción “hasta el infinito”) en condiciones naturales. Por ejemplo, felino salvaje es una especie y se subdivide en subespecies
¿Y si se volviera al buen sentido?
(gato doméstico, gato montés o salvaje de Europa etc.) a su vez subdivididas en razas (por ejemplo el gato doméstico se subdivide en persa, siamés etc.). Los felinos salvajes pueden reproducirse entre ellos (un gato montés puede fecundar a una gata doméstica) y la progenitura es viable y fecunda. Segundo ejemplo: el caballo es una especie que, absoluta y evidentemente, no puede reproducirse con la especie felino salvaje. Tercer ejemplo: el asno y la yegua pertenecen a especies diferentes y sin embargo pueden reproducirse entre ellos. No obstante la progenitura (el mulo) es viable pero estéril. Lo que existe, en la realidad, es el individuo: no la especie asno, sino tal o tal asno. Por lo tanto la especie (asno por ejemplo) no puede transformarse salvo que un individuo de esa especie como maese Aliborón [ndt: el burro de una célebre fábula de La Fontaine] sufra la transformación que le haga pasar a otra especie(1). Ese aire común que se dan los asnos Se constata que, en una especie, todos los miembros de la especie se parecen. Esto es muy manifiesto. Para empezar todo el mundo reconoce que, además de la capacidad de reproducirse que tienen en común, los individuos de una misma especie se asemejan en cuanto a su estructura física o morfología (forma del ser viviente): por ejemplo, todos los caballos poseen crines, cascos y una cola de crines. Lo que hay que añadir es que en el seno de una misma especie encontramos igualmente una similitud de com-
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portamiento. Por ejemplo el escaramujo, eglantina o rosa silvestre o canina, que es una especie dentro del género “rosa”, no solamente tiene una morfología característica (hojas de cinco a siete hojuelas elípticas y dentadas, estípulas
La esencia del darwinismo consiste en afirmar que las especies se transformaron (desde la bacteria al hombre) precisamente mediante el mecanismo de las mutaciones al azar y la selección natural. Sin este mecanismo, no hay darwinismo ni evolución. Ahora bien, sostener que el mecanismo del cambio evolutivo obedeció a mutaciones al azar, equivale justamente a negar el finalismo, negación que sería propia del evolucionismo como ideología, lo cual es inadmisible. Desde luego que una “creación evolutiva” no es de suyo incompatible con los datos de la Revelación, pero en ese caso, el mecanismo del cambio evolutivo ¡no puede basarse en el azar! Por eso una evolución dirigida (finalista) es totalmente inaceptable para el darwinismo, porque en este caso estaríamos, una vez más, hablando de creación. Una creación secuenciada en el tiempo.
desarrolladas etc.), sino igualmente un comportamiento específico (su raíz cura la rabia de los perros, sus frutos rojos maduran en el mes de octubre). Desde luego, no solamente en el interior de la especie, sino más ampliamente en el seno de un género, los individuos tienen un comportamiento en parte común: por ejemplo, el caballo y el burro, que pertenecen al mismo género equus pero en dos especies distintas, pacen tanto el uno como el otro. Sin embargo, siempre
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hay al menos un comportamiento que distingue dos individuos de especies diferentes: la reproducción “hasta el infinito”. Así la capacidad de engendrar de los caballos (aptos a su vez para engendrar) es propia del caballo, y el asno tiene también la suya. ¡Un caballo no engendra asnos y recíprocamente! ¿Qué es lo que, físicamente, permite a los individuos de una misma especie tener un mismo comportamiento? Su misma morfología: por ejemplo, únicamente los animales que tienen un estómago con cuatro bolsas o compartimentos pueden rumiar. ¿Cómo se llama a lo que, en los seres vivientes de una especie determinada, hace que deban clasificarse en esa especie? La naturaleza. Es la naturaleza del caballo la que da al caballo que tenga un estómago de cuatro compartimentos y que pueda rumiar; es la naturaleza de la eglantina la que le da producir frutos rojos en octubre; es la naturaleza humana la que nos hace capaces de reír.
cie) tienen la misma naturaleza; todos los asnos tienen la misma naturaleza; todos los hombres tienen la misma naturaleza. Además, no es porque los individuos pertenezcan a tal o tal especie por lo que tienen tal o tal naturaleza, sino que es al contrario porque, en ellos, se encuentra tal o tal naturaleza por lo que se debe clasificarlos después en tal o tal especie. La naturaleza (llamada en filosofía esencia) es tan fundamental en una cosa, que esta cosa no puede ser privada de ella sin convertirse en otra totalmente, mientras que, al contrario, puede ser privada de otros caracteres permaneciendo esencialmente la misma. Por
La naturaleza La naturaleza de un ser viviente … ¿Cómo definirla? Es lo que, en un individuo dado, hace que pertenezca a tal o tal especie. Es el elemento radical, primero, que explica su comportamiento (manera de alimentarse, de crecer, de reproducirse …). Es el principio primero que, en él, da pues cuenta de su morfología. En fin, es a la naturaleza que reenvía la definición de una cosa (por ejemplo, la definición del automóvil significa la naturaleza del automóvil). La naturaleza es propia a la especie: todos los escaramujos o eglantinas (espe-
Como dice acertadamente Etienne Gilson: “la noción de evolución, es una noción filosófica, introducida en la ciencia desde afuera de ella”. (De Aristóteles a Darwin, EUNSA, Pamplona, 1976). La así llamada “teoría de la evolución” es, esencialmente, una filosofía, elaborada específicamente para negar la creación, y adornada luego con ropaje científico. Y una filosofía anticreacionista en el sentido amplio de la palabra. Esto es, que niega, no sólo la creación directa o especial del hombre y de todas las especies, sino también una eventual creación “evolutiva”, ya que niega explícitamente el principio de finalidad.
ejemplo, una eglantina puede crecer, o bien perder sus flores, o bien cambiar de color y seguir siendo una eglantina; ha cambiado en ciertos aspectos (superfi-
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ciales), ha permanecido profundamente la misma porque ha conservado su naturaleza. Si muere, cambia de naturaleza y se convierte en un “cadáver”, preludio de una lenta descomposición.
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Por otro lado es por esta razón por lo que, en la reproducción sexuada, cada pareja de vivientes se limita a engendrar descendientes de la misma naturaleza que ella: no cabe que diera nacimiento
La bola, el palo y el jugador de golf Podemos ahora volver a la teoría de la evolución. A causa de la correspondencia entre especie y naturaleza, que acabamos de explicar, esta teoría supone en realidad que un individuo viviente puede Según declararía más tarde, fue en los años transcurridos entre el cambiar no solamente de regreso de su famoso viaje de exploración a Hispanoamérica y su especie sino también de matrimonio cuando más pensó Darwin en la religión y, lamentablemente, no fue para bien. Su camino hacia la incredulidad duró tanto naturaleza, por obra de como el resto de su vida, y a lo largo del mismo fue perdiendo la fe causas a su vez naturales. de una manera tan lenta y gradual que, según él, en ningún momento le supuso traumatismo psicológico alguno. Inicialmente dejó de Por obra de causas a aceptar el sentido literal del Antiguo Testamento, y poco después su vez naturales: la teoría su validez. Sus objeciones al respecto eran las clásicas: lo absurdo de relatos sobre la creación del mundo, la torre de Babel, el arco de la evolución se ve pues los iris como signo de alianza, etc. Pero sobre todo, la pintura que para obligada, para explicar el Darwin, y para muchos otros, hace el Antiguo Testamento de Dios transformismo, a recurrir como un tirano vengador. Tras su matrimonio, y por consejo de su padre, Darwin ocultó estas ideas a su mujer y al resto de su familia al concepto de “causa”. para no causarles pesadumbre. Entonces comenzó un proceso, muEs que, en efecto, no cho más lento, de rechazo general al cristianismo. Su dependencia del Antiguo Testamento, la imposibilidad de los milagros para una hay cambio sin causa – mente racional, la imposibilidad de probar que los Evangelios hubieproductora- del cambio. ran sido escritos en el tiempo de los hechos que narran, y la circunsde que él pensase que la moral cristiana sea contingente y Cuando una bola de golf tancia dependa de una u otra interpretación, fueron los motivos aducidos recorre una distancia so- por Darwin para el abandono de la fe cristiana. Este proceso le llevó años, y hacia 1859, cuando publicó “El Origen de las Especies”, bre la hierba, es que un veinte podía considerarse terminado. palo, manejado por Tiger Woods por ejemplo, la ha empujado, a vivientes más elaborados, ni incluso causando su movimiento. Cuando un menos elaborados, puesto que su natupoco de arcilla se convierte, en algunas raleza está limitada a transmitir lo que horas, en una vasija destinada a la deco- en ella está. ¡Los gatos no hacen perros, ración, es porque la mano del alfarero la pero tampoco los perros hacen gatos! ha formado pacientemente en el torno. En consecuencia cuando, en la supoLa causa debe tener siempre en ella, de sición evolucionista, un individuo vivienuna forma o de otra, el efecto que va a te pierde su naturaleza para recibir otra, producir. hace falta que está transformación sea
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causada por una causa proporcionada al efecto: la causa debe contener la nueva naturaleza que se dará al individuo. La aberración ¿Qué causa será capaz de llevar a un individuo de una especie determinada a una nueva especie? ¿Se podría decir que es el individuo quien se transforma él mismo? Es precisamente imposible porque no tenía más que la naturaleza anterior. Un australopithecus no pudo transformarse él mismo, darse a sí mismo la naturaleza de hombre (homo, en la clasificación recibida por los darwinistas), habida cuenta de que antes de la transformación no tenía esa naturaleza … ¿Se invocará a Dios? Pero que Dios quite a un individuo una naturaleza determinada, imponga a su cuerpo cierta modificación y le comunique una nueva alma, no es ya transformismo natural: es una intervención divina que rompe con el orden natural de las cosas, en otros términos un milagro … Lo vemos bien: siendo requerida la naturaleza para explicar el comportamiento y la morfología, es una verdadera realidad en el viviente, y no hay generación espontánea que pueda hacer aparecer las realidades, como un conejo sale de la chistera. Hace falta que la naturaleza venga de alguna parte, que una causa la produzca. Es absurdo, impensable, imposible, aberrante, inepto, insano y tosco que un individuo pueda pasar naturalmente de una naturaleza a otra: hay aquí contradicción en los términos. Si los evolucionistas no reconocen el argumento que precede, es finalmente porque no conceden la existencia de una naturaleza en las cosas (y la necesidad de
una causa para dar cuenta de efectos). Para la mayor parte de entre ellos, todo el comportamiento de los vivientes se explica por una disposición “geográfica” de las partes del cuerpo en el ser vivo y por las fuerzas mecánicas de la materia. Un verdadero darwinista no resiste mucho tiempo a la tentación del materialismo. Pero vengamos a la segunda parte. ¿El azar para explicar el ojo? Segunda proposición darwinista: suponiendo la primera proposición, entonces la orientación de las evoluciones sucesivas que afectan a los seres vivos no se hace según una dirección determiEs casi de rigor escuchar en muchos ámbitos católicos, afirmaciones muy sueltas de cuerpo en el sentido de que mientras se acepte la creación directa del alma humana por parte de Dios, no habría ninguna dificultad en admitir el origen evolutivo del cuerpo. Pero sí que la hay. Y muy seria. Por cuanto este origen evolutivo del cuerpo humano, aceptado con tanta ligereza por algunos católicos, no solo plantea problemas científicos insuperables, al igual que la inevitable cuestión teológica del poligenismo, sino también problemas de orden propiamente filosófico, que son insalvables. Y el problema radica, como explica Santo Tomás, en el hecho de que ningún ser viviente inferior puede producir por su propia virtud, el cuerpo humano. Afirmar lo contrario sería lo mismo que negar la necesaria proporción que debe existir entre la causa y el efecto. Proporción que imposibilita que un ser rebase los límites de su propia causalidad, produciendo efectos de un orden superior al de su propia forma. Nadie puede dar lo que no tiene. El origen evolutivo del cuerpo humano sería aceptable únicamente en el caso de que la evolución fuese finalista. Y la evolución no lo es. La finalidad que realmente existe en la naturaleza, no tiene absolutamente nada que ver con la evolución darwinista, esto es, con la transformación de unas especies en otras, sino con la conservación de las mismas en su configuración específica, es decir, en su forma sustancial. Sostener que el cuerpo del hombre se habría originado a partir de una forma viviente inferior, por la sola acción de las fuerzas naturales, equivale a renunciar al principio de causalidad y a los principios del ser, que son los mismos que los de la recta razón.
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nada, sino al azar. La primera proposición es ya inadmisible, pero supongamos por un instante que sea verdadera, y veamos si es posible que, por una serie de transformaciones puramente aleatorias, azarosas, se haya llegado al estado actual del universo de los vivientes (habiendo la selección natural eliminado a los menos aptos). Numerosos sabios han intentado cal-
El evolucionismo pretende explicar el origen de todo el hombre. No solo de su corporeidad. No. La totalidad del mismo: cerebro y mente; cuerpo y alma. Todos los autores evolucionistas, comenzando por Darwin, son unánimes en sostener que las diferencias entre la mente de un mono y la mente de un hombre, son solo de grado y no de naturaleza. En esta concepción evolucionista, el espíritu del hombre es también el producto emergente de las mutaciones y la selección natural. Es decir, de la materia.
cular la probabilidad de que las formas de sistemas complejos presentes por todas partes en la naturaleza hayan aparecido por puro azar, a lo largo de los siglos y desde el comienzo del universo. Según Michael Denton, “para que se forme una célula [elemento de base de todo ser vivo] por puro azar, deberían aparecer simultáneamente en el mismo lugar al menos un centenar de proteínas funcionales. Cada uno de esos acontecimientos independientes tiene una probabilidad que apenas puede exceder de 1 sobre 10 elevado a 20 [una posibilidad sobre cien mil billardos], la probabilidad máxima de su intervención simultánea es pues del orden de 1 sobre 10 elevado a 2000 [cien veces menos de posibilidades](2).” He aquí para una célula. Si amplia-
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mos después la mirada y tenemos en cuenta el número de seres vivientes (hechos de células) y todos los demás factores que deben intervenir, se llega a una probabilidad prácticamente nula. La razón lo muestra bien: cosas tan perfeccionadas como el ojo, el orden de una colmena o la cicatrización de una herida no pueden explicarse por el azar. Una refutación más profunda de esta proposición de los darwinistas requeriría por otro lado mostrar que invocar el azar supone la existencia del no azar, es decir del orden regular en la naturaleza, lo cual socava toda teoría de la evolución. A decir verdad el azar no puede explicar el ojo, sencillamente porque no puede explicar nada(3). Para concluir, se impone elegir entre el buen sentido y el darwinismo. La vida no es neutral; consiste en tomar partido audazmente. No hay neutralidad posible entre lo verdadero y lo falso, entre el bien y el mal, entre la salud y la enfermedad, entre el orden y el desorden. Podemos rogar a Dios que nos conserve –o nos dé- el buen sentido y que éste se convierta un día en el enterrador del darwinismo. m (1) El paso hipotético de una especie a otra no puede hacerse en el momento de la reproducción (dos individuos de una especie A engendran un individuo de una nueva especie B) sino que supone que, paralelamente, dos individuos de una especie A hayan ambos evolucionado hacia una especie B idéntica y copulen después. (2) Evolution: a Theory in Crisis, Adler & Adler, 1985, capítulo 13. (3) La palabra “azar” designa no una realidad, sino la ignorancia, por el hombre, del porqué del encuentro de varios órdenes naturales y esenciales de las cosas. El conocimiento de todos los órdenes de la naturaleza no pertenece sino a Dios, providencia del universo, a los ojos de quien no hay ningún azar puesto que no ignora nada.
¿Es compatible la Revelación con la Evolución? P. José María Mestre Roc
A
lo largo del Concilio y del postconcilio se ha realizado en la Iglesia toda una labor de aggiornamento, esto es, de actualización o de compaginación con el mundo moderno y con su pensamiento, que le ha permitido —supuestamente— purificar sus principios y valores y asimilarlos dentro de la doctrina católica. Uno de los postulados que había que purificar y asimilar es el de la evolución. De hecho, desde el concilio, exegetas y teólogos han intentado aplicar la idea de evolución a todo, incluso a la religión, que desde formas primitivas (totémicas y demoníacas) se habría ido transformando primero en politeísmo y luego en monoteísmo, hasta llegar a las tres grandes culturas monoteístas, a saber, judaísmo, cristianismo e islam; y también se la han aplicado a las divinas Escrituras, cuyos libros no habrían sido redactados de un tirón por personas individuales, sino muy gradualmente, a través de los siglos, por muchas manos anónimas, hasta llegar al estado en que las tenemos actualmente. Y es que la evolución, para el hombre moderno, ha llegado a ser, más que un hecho científico y demostrado, un modo de concebirlo y de pensarlo todo, o como se dice hoy, una cosmovisión. Esta cosmovisión se aplica al origen del hombre y de las cosas como un principio casi evidente, que nadie puede ni debe
discutir. Eso de que el hombre fue creado por Dios a partir del barro, y Eva a partir de Adán, y que todo fue hecho por Dios como se indica en los seis días de la creación, es un cuentito que se creía antes, o por decirlo más educadamente, era la manera de concebir las cosas en un pasado; pero hoy, con toda la ciencia y progreso modernos, esta visión de las cosas ya no es posible. Veamos, si no, a modo de ejemplo, la explicación que el Padre Maximiliano García Cordero da de la creación del hombre. En sus comentarios a la Biblia Nácar-Colunga(1), dice respecto a este punto: “La formación del hombre del polvo es una concepción primitivista y folklórico-ambiental que no prejuzga el problema del posible origen evolucionista del hombre”. Y en su libro Problemática de la Biblia, el mismo Padre explaya más extensamente la afirmación anterior. Sigamos su explicación, que servirá de status quæstionis de nuestro artículo. “Como siempre —nos dice el Padre Cordero, hablando de la creación del hombre—, el autor bíblico da una solución religiosa a un misterio que la ciencia moderna explicará hoy con nuevas categorías mentales a base de lo que en filosofía se llaman «causas segundas». Los hagiógrafos, en su visión religiosa de la realidad del mundo y de la vida, simplifican los problemas viendo a Dios
¿Es compatible la Revelación con la Evolución?
interviniendo directamente en todo. Hay que tener en cuenta este modo de pensar y de expresarse para luego calibrar el sentido de sus afirmaciones dentro de unas concepciones religiosas de su época”. Por lo tanto, sigue diciendo nuestro autor, “sería infantil entender [la creación del hombre] al pie de la letra, ya
Creación de los animales y de Adán
que es una concepción antropomórfica y folklórica. Lo que interesa es la lección religiosa que supone: el hombre salió de las manos de Dios, y por ello con una dignidad excepcional dentro de la creación”. Igualmente, “la leyenda de que la mujer fue tomada del cuerpo del varón («será llamada varona, porque del varón fue tomada», Gen. 2, 23) encuentra su paralelo en el folklore de los diversos pueblos de la antigüedad, ya que la leyenda de los hombres andróginos (se
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creía que, al principio, el hombre y la mujer estaban materialmente pegados, y que después fueron violentamente separados) estaba muy extendida entre los hombres de las culturas primitivas. Es una explicación popular y primaria de la atracción irresistible de los sexos: si el hombre y la mujer en todos los tiempos y latitudes se buscan para unirse corporalmente, es porque en un principio estuvieron fisiológicamente unidos”(2). Hoy en día, concluye el Padre García Cordero, el planteo ya no es religioso, sino científico: “Los paleoantropólogos deducen que el proceso de «hominización» ha sido muy lento a través de decenas de milenios antes de la aparición del «homo sapiens» en el período cuaternario, hace más de un millón de años. El proceso de «cefalización» culminaría a través de las edades en la manifestación de la conciencia refleja, la deducción lógica elemental y el principio del progreso, que encontramos ya claramente en el paleolítico… Ante este planteamiento científico, ¿cuál es la enseñanza de los textos sagrados? Ya hemos indicado que los autores sagrados se sitúan en sus explicaciones dentro del ángulo exclusivo de la enseñanza religiosa sin pretensiones científicas, que no se han de pedir a gentes que vivieron hace tres mil años en un ambiente cultural embrionario como los hebreos… El planteamiento de la teoría evolucionista escapa a su planteamiento, porque no la conoce. Por lo tanto, no da un juicio sobre ella. Esto quiere decir que la Biblia ni patrocina ni se opone al origen evolucionista del hombre. Esto es una cuestión que tiene que decidir la investigación científica moderna. A los autores bíblicos
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sólo les interesa dejar bien asentado que el hombre viene de Dios, lo que no compromete la teoría evolucionista sobre el origen del hombre”(3). ¿Es tan así? ¿Será cierto que “la Biblia ni patrocina ni se opone al origen evolucionista del hombre”? Por supuesto, el Padre Cordero rechaza la tesis del Evolucionismo ateo, en el cual Dios no intervendría para nada; pero intenta asimilar el Evolucionismo en una versión que sea compatible con la doctrina católica, una Evolución en la que Dios habría dirigido las cosas de tal manera que tendría razón la Biblia desde un punto de vista religioso, al atribuir dicha Evolución a Dios, y tendría razón también la Ciencia desde un punto de vista científico, al explicar el largo proceso como Dios pudo valerse de causas segundas, para hacer emerger al hombre, en un largo proceso de “hominización” y de “cefalización”, de formas inferiores de vida. Tomar la Biblia al pie de la letra estaría mal, pues sería no tener en cuenta los aportes de la Ciencia, debidamente purificados; como también estaría mal tener en cuenta sólo a la Ciencia, sin considerar la respuesta religiosa de la Biblia. Tal visión, volvemos a preguntar, ¿es defendible para un católico? A ello trataremos de contestar en el presente artículo. PRINCIPIOS DE SOLUCIÓN Lo primero que conviene decir ante dicho planteo es lo afirmado por el Papa Pío XII, a saber, que “algunos, con temeraria audacia, traspasan la libertad de discusión [que el magisterio de la Iglesia ha concedido a los científicos católicos al estudiar este tema](4) al proceder como si el mismo origen del cuerpo humano de una materia viva preexis-
tente fuera cosa absolutamente cierta y demostrada por los indicios hasta ahora encontrados y por los razonamientos de ellos deducidos, y como si, en las fuentes de la revelación divina, nada hubiera que exija en esta materia máxima moderación y cautela”(5). Es decir, que ni hay nada ciertamente demostrado desde el campo de la Ciencia que obligue a sacrificarle las afirmaciones de la Sagrada Escritura; ni faltan tampoco serios reparos contra la hipótesis evolucionista desde el campo de la Revelación. Estos reparos se echan de ver claramente apenas se recuerdan las grandes leyes de interpretación católica de la Sagrada Escritura. En efecto, la Iglesia siempre ha enseñado: 1º Que Ella sola es la intérprete autorizada y fiel de la Sagrada Escritura, y por tanto sólo a Ella —y no a la Ciencia— le compete juzgar del sentido de la misma —en este caso, del sentido exacto del relato de la creación, contenido en el libro del Génesis—. 2º Y que para indagar este sentido, hay que valerse de tres grandes criterios: el primero es la enseñanza solemne del Magisterio, contra cuyo juicio no se puede explicar la Escritura; el segundo es el parecer unánime y constante de los Santos Padres, del que no puede apartarse el exegeta católico; y el tercero es la analogía de la fe, esto es, la perfecta armonía de un texto bíblico con el conjunto de las demás verdades bíblicas, y con el conjunto de la doctrina enseñada por la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo. Vamos a investigar, pues, qué nos dicen estas tres reglas, y qué límites imponen a la teoría de la Evolución, para ver en qué medida dicha hipótesis es com-
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patible con la doctrina católica. 1º EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA Examinemos, en primer lugar, qué nos dice la Iglesia sobre el origen del hombre. Para ello desenterremos un decreto de la Pontificia Comisión Bíblica,
La institución que hoy conocemos como Pontificia Comisión Bíblica (PCB) fue creada por León XIII el 30 de Octubre de 1902 por la promulgación de la Carta apostólica Vigilantiae studiique memores, que constituyó una comisión bíblica para fomentar los estudios bíblicos y defender la Palabra de Dios no sólo de cualquier error sino también de cualquier opinión desviada. El nacimiento de esta nueva institución se debe vincular a la publicación de la encíclica Providentissimus Deus, de 1893. La Comisión tenía una estructura similar a las de las Congregaciones romanas y se consideraba un órgano del Magisterio; en su composición se combinaba la presencia de cardenales y asesores expertos.
que quedó olímpicamente relegado al olvido (seguramente por no ser conforme con la mentalidad del hombre moderno). Es el Decreto sobre el carácter histórico de los tres primeros capítulos del Génesis, del 30 de junio de 1909(6) (recordemos que en ese tiempo la Pontificia Comisión Bíblica era órgano del Magisterio). En este texto se nos dice, entre otras cosas:
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1º Que “los tres predichos capítulos del Génesis contienen narraciones de cosas realmente sucedidas, es decir, que responden a la realidad objetiva y a la verdad histórica; y no fábulas tomadas de mitologías y cosmogonías de los pueblos antiguos, acomodadas por el autor sagrado a la doctrina monoteísta; ni puras alegorías y símbolos bajo apariencia de historia, propuestos para inculcar las verdades religiosas; ni leyendas, en parte históricas y en parte ficticias, compuestas para instrucción o edificación de las almas”. ¿La prueba de ello? La Pontificia Comisión Bíblica las enumera, y son varias: “El carácter y forma histórica del libro del Génesis; el peculiar nexo de los tres primeros capítulos entre sí y con los capítulos siguientes; el múltiple testimonio de las Escrituras tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento; el sentir casi unánime de los santos Padres y el sentido tradicional que, trasmitido ya por el pueblo de Israel, ha mantenido siempre la Iglesia”; cosas todas que, obviamente, ya no pueden cambiar con el correr de los tiempos. De manera que esta afirmación del Magisterio supera el marco de una decisión puramente prudencial, y pasa a ser de orden doctrinal. 2º Que “el sentido literal histórico debe ser mantenido especialmente donde se trata de hechos narrados en los mismos capítulos que tocan a los fundamentos de la religión cristiana, como son, entre otros: la creación de todas las cosas hechas por Dios al principio del tiempo; la peculiar creación del hombre; la formación de la primera mujer a partir del pri-
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mer hombre; la unidad del linaje humano; la felicidad original de los primeros padres en el estado de justicia, integridad e inmortalidad; el mandamiento, impuesto por Dios al hombre, para probar su obediencia; la trasgresión, por persuasión del diablo, bajo especie de serpiente, del mandamiento divino; la pérdida por nuestros primeros padres del primitivo estado de inocencia, así como la promesa del Reparador futuro”. Notemos en particular las cuatro verdades puestas en negrita, que son las que se encuentran directamente implicadas en el tema que tratamos. 3º Que “sólo es lícito apartarse del sentido propio de las cosas, palabras y frases de estos capítulos cuando las locuciones mismas aparezcan como usadas impropiamente, o sea, metafórica o antropomórficamente, y la razón prohíba mantener el sentido propio, o la necesidad obligue a abandonarlo”. Es decir, que a menos de probar lo contrario, el sentido literal histórico es el que debe presuponerse por principio. A partir de esta enseñanza del Magisterio, argumentemos por partes. Ante todo, es dogma de fe la unidad del género humano, esto es, que todos los hombres, absolutamente todos sin excepción, vienen de Adán y Eva. Este dogma es un presupuesto de otros dos dogmas, a saber, la universalidad del pecado original, que afecta a todos los hombres (salvo a la Santísima Virgen por privilegio singular) por venir todos de Adán, y la universalidad de la redención realizada por Cristo. Por esta razón hay que descartar como herética
la sentencia del poligenismo, esto es, la supuesta multiplicidad de las primeras parejas humanas que postula el Evolu-
Pío X apostaba por la fundación de una ins– titución,diferente de la Pontificia Comisión Bíblica (que recibía entonces el nombre de Pontíficio Consejo de Asuntos Bíblicos), destinada a la formación de profesores de Sagrada Escritura, reservando, en todo caso, para la PCB, la autoridad para conferir el grado de doctor en Sagrada Escritura. Esta nueva institución, el Pontificio Instituto Bíblico (PIB), fue fundado el 7 de mayo de 1909 por la publicación de la carta apostólica Vinea electa, para que constituyese en Roma un centro de estudios sobre la Sagrada Escritura al más alto nivel, que promoviera de la forma más eficaz posible las doctrinas bíblicas en comunión con el magisterio de la Iglesia católica. Inicialmente, el PIB preparaba a los estudiantes para presentarse a los exámenes de la PCB pero la carta apostólica Cum Biblia sacra, de 15 de agosto de 1916, autorizaba al PIB a conferir el grado académico de Licenciado en nombre de la PCB. Posteriormente, ya en el pontificado de Pío XI, por el motu proprio Quod maxime, de 30 de septiembre de 1928, se decidió la independencia académica total de la PCB autorizando al PIB a conceder el título de doctor en Sagrada Escritura.
cionismo en su hipótesis más difundida. Primer límite impuesto por la doctrina católica a una postura evolucionista: una sola primera pareja, o lo que es lo mismo en clave evolucionista, la evolución sólo pudo afectar al primer hombre y a la primera mujer.
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Pero no; que también es dogma de fe que la mujer viene del hombre. San Pablo nos lo recuerda: “No procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre; ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre”(7); esto es, también hay que entender literalmente la formación del cuerpo de Eva a partir del cuerpo de Adán, y así Eva no pudo evolucionar a partir de una primate o de lo que fuera. Segundo límite, pues, que la doctrina católica impone a la doctrina evolucionista, y es que la evolución no vale para la mujer, que procede del hombre. Nos encontramos entonces con que el único que habría podido evolucionar, según una doctrina evolucionista “católica”, sería Adán. ¿No empieza ya a parecer un remiendo en tela de otro paño una tesis evolucionista con semejantes limitaciones? ¿Se quedará contenta con ella la mentalidad moderna? El caso es que hay más. Si leemos con cuidado el decreto de la Pontificia Comisión Bíblica, vemos que, según la doctrina católica, hay que entender literalmente la peculiar creación del hombre. Ahora bien, preguntamos nosotros, ¿qué es lo peculiar en la creación de Adán? No ciertamente la producción de su alma, que fue exactamente igual que la creación del alma de Eva, o de la Virgen, o de Cristo, o de cualquier otro hombre: es decir, a partir de la nada. Lo peculiar es precisamente la manera como Dios formó su cuerpo: esto último es, pues, lo que hay que entender al pie de la letra según el texto bíblico. Ahora bien, ese texto dice claramente, y lo
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recalca continuamente, que el hombre, por lo que mira a su cuerpo, fue formado de la tierra, llámesela lodo, barro o polvo: “Yahvéh Dios formó al hombre con
Hay no pocos creyentes que sostienen que existirían dos tipos de evolucionismos: uno radical, materialista, “de izquierda”, por así decir, que sería por cierto incompatible con la fe cristiana. Pero que afortunadamente existiría otro evolucionismo, “mitigado”, o “moderado”, que sí sería perfectamente compatible con la fe cristiana. Lo que se llama el evolucionismo teísta. Según estos pensadores, el evolucionismo moderado se distinguiría del radical, en tres aspectos: 1. El proceso evolutivo habría tenido un fin querido por Dios: la aparición del hombre. 2. Todos los seres humanos se habrían originado de una sola pareja. 3. Solamente el cuerpo del hombre habría sido el producto de la evolución, en tanto que el alma habría sido creada directamente por Dios. El problema es que, en la literatura científica y de divulgación, no existe un solo evolucionista de renombre en el mundo que acepte estos tres puntos.
polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”(8); “con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado; porque eres polvo y al polvo tornarás”(9); “el primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, que viene del cielo, es celestial”(10). El mismo nombre
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de Adán (en hebreo “Adam”, derivado de “adamáh”, esto es, tierra, como diciendo “el terroso”, “el terreno”), está indicando el origen del hombre a partir del limo. 2º EL PARECER UNÁNIME DE LOS SANTOS PADRES El último argumento, pensará tal vez quien lea este artículo, parece forzado: la “peculiar creación del hombre” podría
Pero si no hubo una primera pareja humana, como pretende el darwinismo, ¿qué pasa entonces con el dogma del pecado original? El pecado original como enseña el catecismo es uno en su origen, es decir, cometido por un solo Adán y se transmite por generación, no por imitación. Es decir, no por copia, sino por descender genéticamente del primer hombre. A la manera de una enfermedad espiritual hereditaria. Si no hubo una primera pareja humana como postula el darwinismo se hace insostenible el dogma del pecado original. Por eso, el Papa Pío XII, en su encíclica Humani Géneris, condenó explícitamente la hipótesis de que “Adán” significase el conjunto de los primeros padres es decir, el poligenismo, afirmando que los relatos del Génesis pertenecen al género histórico verdadero y deben ser interpretados literalmente, a menos que su sentido repugne a la recta razón.
muy bien referirse simplemente al hecho de que Adán, a diferencia de los demás hombres, no nace de mujer, o es creado
en estado adulto, o goza de los dones extraordinarios de justicia original de que luego carecerá el resto de la humanidad caída en el pecado, o alguna explicación semejante. ¿Por qué sostener que lo peculiar es precisamente la formación de su cuerpo, literalmente entendida según las palabras de la Escritura? Simplemente, porque el parecer de los Santos Padres y de los teólogos es unánime en explicar la formación del cuerpo de Adán a partir del limo de la tierra, si se exceptúa a Orígenes, Cayetano y algunos pocos más(11). No hacemos más que seguir el segundo criterio católico de explicación de la Sagrada Escritura. La Iglesia, por su parte, ha explicado siempre literalmente a los fieles, en todo tiempo y lugar, la creación del hombre a partir del barro de la tierra, y el de la mujer a partir del hombre. Como muestras de ello, bástenos reproducir cómo enseña el Catecismo romano de Trento la creación de Adán: “Formó Dios al hombre del lodo de la tierra, dispuesto y ordenado en cuanto al cuerpo, de tal modo que fuese inmortal e impasible, no por virtud de su naturaleza, sino por beneficio de Dios. Por lo que refiere al alma, lo formó a su imagen y semejanza, le dio libre albedrío, y con tal armonía ordenó sus movimientos y apetitos, que nunca dejasen de obedecer al imperio de la razón. Además de esto, le concedió el don maravilloso de la justicia original, y quiso también que presidiese a los demás animales”. Y el Catecismo mayor de San Pío X enseña igualmente que “Dios creó al hombre a su imagen y se-
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mejanza y lo hizo así: formó el cuerpo de tierra, luego sopló en su rostro, infundiéndole un alma inmortal. Dios impuso al primer hombre el nombre de Adán, que significa formado de tierra, y lo colocó en un lugar lleno de delicias, llamado el Paraíso terrenal. Mas Adán estaba solo. Queriendo, pues, Dios asociarle una compañera y consorte, le infundió un profundo sueño y, mientras dormía, le quitó una costilla de la cual formó a la mujer que presentó a Adán. Este la recibió con agrado y la llamó Eva, que quiere decir vida, porque había de ser madre de todos los vivientes”. Con este mismo criterio, el Concilio Provincial de Colonia de 1860 enseñaba: “Los primeros padres fueron creados inmediatamente por Dios. Por lo tanto, declaramos que se opone a la Sagrada Escritura y a la fe la sentencia de aquellos que no temen afirmar que el hombre, en lo que respecta a su cuerpo, procede de la naturaleza inferior por una inmutación espontánea hasta alcanzar su perfección humana”. Por este motivo, la Iglesia reprobó en su tiempo las obras que trataban de explicar el origen del hombre por el transformismo; así sucedió con Mivart(12) y Leroy(13), cuyas obras fueron puestas en el Indice. Zahm, que defendía la probabilidad de la sentencia de Mivart, fue obligado por la Sagrada Congregación del Santo Oficio a retirar su obra del comercio (año 1899). 3º LA ANALOGÍA DE LA FE Vemos, pues, por lo dicho hasta aquí, que es absolutamente falso decir que el texto bíblico es indiferente ante la teoría de la Evolución, y que no faltan argu-
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A la hora de estudiar la creación realizada por Dios hay una serie de verdades histórico-dogmáticas que cualquier católico ha de mantener. Rechazar alguna de estas verdades iría contra el dogma, y como consecuencia sería clasificada como herejía. Estas verdades son las siguientes: 1. Unicidad de Dios, frente a todos los politeísmos. 2. Por la creación conocemos al Creador. 3.- La creación es obra exclusiva de Dios. 4.- La bondad radical del mundo creado. 5.- La creación es acto libre de Dios. 6.- El tiempo fue creado por Dios con el mundo. 7.- Dios es trascendente al mundo y al hombre, pues les da el ser. 8.- La creación depende de Dios esencialmente pues también Dios la conserva en el ser. 9.- Autonomía relativa del mundo. 10.- Creación de un primer hombre y una primera mujer, a imagen y semejanza de Dios, representantes de Dios y reyes de la creación. 11.- Creación del hombre en estado de justicia original: con naturaleza perfecta, dones preternaturales y sobrenaturales. 12.- El mandamiento impuesto por Dios al hombre para probar su obediencia. 13.- Caída en el pecado por culpa del demonio y del hombre. 14.- El mal no es obra de Dios. 15.- El hombre caído conserva su naturaleza, aunque debilitada, pero pierde los dones preternaturales y sobrenaturales. 16.- El pecado original afecta a toda la descendencia de Adán y Eva. 17.- Dios no abandona al hombre sino que le promete un Redentor.
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mentos doctrinales serios para afirmar que dicha teoría es incompatible con la doctrina católica. Pero veámoslo aún con un ejemplo más, sacado de la analogía de la fe, esto es, de la armonía que debe existir entre las diferentes verdades reveladas.
Santo Tomás manifiesta el aspecto penal de la muerte corporal a la que se vieron sometidos Adán y Eva después del pecado, distinguiéndola bien de la corruptibilidad natural que le corresponde por ser materia. El cuerpo, por su constitución material (formado de partes) es mortal; pero Dios, en la integridad primitiva había concedido que estuviera sometido perfectamente al alma (inmortal de suyo). Como consecuencia de ello, el cuerpo, que tendía a la muerte por su propia imperfección, veía impedido ese efecto por la virtud del alma que sometía a la materia. El pecado rompió esa armonía y dominio de la parte superior del hombre sobre todo lo demás, quedando reducido el cuerpo a su existencia mortal.
La doctrina católica siempre ha afirmado, como dogma de fe, que Dios estableció al primer hombre en un estado de justicia original. Este estado de justicia original consta de elementos que no serían explicables según la teoría de la Evolución tal como hoy se la sostiene, y que difícilmente encajarían incluso en una versión católica de la misma. La versión evolucionista pura afirma en líneas generales que el hombre evolucionó paulatinamente de estados in-
feriores a estados superiores, hasta pasar de primate a hombre. Entrando en algunos detalles, para el evolucionista el primer hombre habría sido un ser bastante miserable, apenas algo más que un mono, y sería absurdo suponer que estaba en estado de gracia, inhabitado por la Trinidad, sin concupiscencia, iluminado especialmente en su inteligencia, sin estar sujeto ni a la enfermedad ni a la muerte. Tampoco sería evolutivo suponer en él un pasaje de lo superior a lo inferior, es decir, la caída que habría significado para el género humano la pérdida de esos dones “preternaturales”. En cuanto a la religión, habría pasado de la admiración de los misterios de la naturaleza a la adoración de los animales (totemismo), luego a la de los demonios (pandemonismo), para terminar en la de seres ya endiosados (politeísmo), y culminando en el monoteísmo, ya muy posterior (tiempos postmosaicos). Resumiendo, la perfección del hombre no se encuentra en sus comienzos, sino que la alcanzará un día como culminación de todo un proceso evolutivo; en términos “cristianos” se lo podría identificar con el Cristo cósmico de Teilhard de Chardin, esto es, con lo que él mismo llamaba Punto Omega de la Evolución: un día, por fin, el hombre llegará a ser perfecto e inmortal, consciente de su propia divinidad. La Iglesia Católica, por su parte, afirma todo lo contrario: que el hombre fue constituido desde el comienzo en un estado de perfección natural y sobrenatural: tenía la gracia santificante, la inmortalidad, la impasibilidad, la integridad y el dominio sobre toda la creación inferior; y luego, por su pecado, decayó
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de esa perfección primitiva y quedó reducido a un estado inferior. El conocimiento perfecto que tenía de Dios se fue degenerando, y de monoteísmo derivó en politeísmo, y luego en demonismo y fetichismo. Todos los males que lo afligen hoy en día no los tuvo en un principio: ni enfermedades, ni muerte, ni dolor, ni pena en el trabajo; no necesitaba de medicamentos, ni de vestido, ni de casa, pues la naturaleza no le era adversa.
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l Para lo segundo tendría que aceptar una nueva intervención divina, que le confiriese la gracia y la inmortalidad (algunos planteos que tendría que resolver en ese caso: ¿Podría Dios darle la
CONCLUSIÓN Como puede verse, la oposición entre la doctrina evolucionista y la doctrina católica (al menos en lo que mira al origen del hombre, al que nos hemos limitado en este artículo) no puede ser más flagrante, y su conciliación es una obra de prestidigitador, que presenta muchas limitaciones, incongruencias y reparos. l Una versión evolucionista verdaderamente “católica” tendría, no sólo que reducir la evolución al pobre Adán (ya que, como hemos señalado, Eva no pudo evolucionar, ni tampoco pudieron hacerlo los hijos de ambos), sino que además debería hacerla encajar con una justicia original que al menos comportase la gracia santificante y la inmortalidad, ambas definidas como dogmas de fe. l Para lo primero tendría que aceptar una intervención directa de Dios, que transformase al primate en hombre (ya que el hombre no es sólo un mono con alma humana, sino un ser específicamente distinto, incluso corporalmente) y produjese a partir de su carne el cuerpo de Eva.
1.- La Teoría de la Evolución es todavía una hipótesis científica que no ha sido capaz de demostrar sus afirmaciones claves. 2.- La gran mayoría de científicos serios están abandonando la Teoría de la Evolución como tal, pues ven que las conclusiones a las que llegan no son científicamente demostrables. 3.- Cuando la Teoría de la Evolución se sale de su campo puramente científico para entrar en el campo filosófico comete muy graves errores (origen del cosmos, existencia del alma) llegando a un reduccionismo materialista bastante simplista, científicamente indemostrable y filosófica y teológicamente contrarios a la razón y a la revelación. 4.- Cuando la Teoría de la Evolución reduce todo a un puro materialismo es como consecuencia de haber tomado una actitud filosófica y teológica previas contrarias a Dios y a la Revelación. Eso ya no se llama propiamente Teoría de la Evolución sino Evolucionismo; es decir hemos traspasado los límites de la ciencia para comenzar a hablar de filosofía.
gracia y la inmortalidad sin destruirlo como primate y rehacerlo enteramente como hombre? ¿En qué etapa de su “hominización” y de su “cefalización” le habría infundido Dios la gracia? ¿Cómo la habría perdido él después, y en qué consistiría el pecado de un ser aún no plenamente “hominizado” ni “cefalizado”? Y Cristo, al redimirnos luego, ¿nos
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habría redimido sólo a nosotros, o también a nuestros antecesores primates ya algo “hominizados” y “cefalizados”?). l En todo caso, y a fin de cuentas, todo acabaría explicándose por la intervención directa de Dios, y no por la evolución, ya que ni el alma es una forma desarrollada de la materia, ni la mujer una forma desarrollada del hombre, ni la gracia una forma evolucionada de la naturaleza. La evolución “católica” es, en realidad, una respuesta que no res-
La pasión con que han defendido los evolucionistas su posición se ha convertido, a veces, en una auténtica obsesión que ha llevado al silenciamiento de las críticas fundadas por parte de otros científicos o filósofos, e incluso a la falsificación o adulteración de datos científicos. Fue típico el famoso fraude del “Pithecanthropus Erectus” de Java, y que en realidad se trataba de la bóveda craneal fósil de un gibón gigante y un fémur humano hallado a catorce metros de distancia. O el caso del “hombre de Piltdown” que en realidad era la unión de un cráneo del pleistoceno con una mandíbula moderna de mono que se limó y coloreó. O la falsedad del famoso “hombre de Pekín”, que en realidad se reconstruyó a partir de un solo diente. Estos casos se multiplican y pueden verse en cualquier libro científico serio que hable del tema. En la foto, una reconstrucción de lo que habría sido el Hombre de Java.
ponde a nada. Damos por supuesto que un evolucionista que se precie no aceptará nunca las premisas y limitaciones impuestas por una óptica “católica”, ni dejará de reírse a carcajadas de las explicaciones que un evolucionista “católico” trate de dar a la evolución para “catolizarla”. Y es que la evolución es, en última instancia, una hipótesis forjada por el hombre moderno, incrédulo y ateo, para excluir a Dios de la creación; es su única alternativa frente a la creación, frente a la visión de un mundo producido por Dios y regido por sus leyes. Pretender purificar dicha hipótesis para asimilarla y armonizarla con la doctrina católica es querer conciliar dos cosmovisiones irreductibles, o más lisa y llanamente, una pura quimera. m (1) Versión castellana de la Biblia, revisada y anotada por el Padre García Cordero, al alcance de casi todos los fieles por la difusión que ha tenido en el mundo hispano. (2) MAXIMILIANO GARCÍA CORDERO, Problemática de la Biblia, pp. 71, 74-75, 76-77, B.A.C. 318, Madrid 1971. (3) MAXIMILIANO GARCÍA CORDERO, Problemática de la Biblia, pp. 78-79. (4) Pío XII recuerda que “el magisterio de la Iglesia no prohíbe que, según el estado actual de las ciencias humanas y de la sagrada teología, se trate en las investigaciones y disputas de los entendidos en uno y otro campo, de la doctrina del «evolucionismo», en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva y preexistente —pues las almas nos manda la fe católica sostener que son creadas inmediatamente por Dios—”. Pensamos que el Papa Pío XII dejó esta libertad de investigación a los sabios católicos (como medida prudencial) por el empuje con que se debatía en ese momento (año 1950) el tema de la evolución, que, en realidad, no puede demostrarse con argumentos serios y pruebas contundentes ni filosófica, ni teológica, ni científicamente. (5) PÍO XII, Humani generis, Dz 2327 (DS 3896). (6) Dz. 2121-2128 (DS 3512-3519). (7) I Cor. 11, 8-9. (8) Gen. 2, 7. (9) Gen. 3, 19. (10) I Cor. 15, 47. (11) Precisemos de todos modos que estas voces discordantes eran anteriores al decreto de la Pontificia Comisión Bíblica, que zanjó lo que antes pudieran discutir o entender de otro modo algunos autores. (12) Lessons from nature, Genesis of Species. (13) Évolution restreinte aux espèces organiques.
La Santa Sede y las pretensiones del régimen chino Padre Hervé Gresland Mediante el acuerdo con el gobierno comunista chino, el Vaticano da su bendición a la Iglesia “patriótica” y abandona a los auténticos católicos de la Iglesia clandestina al dominio de esa Iglesia enfeudada al poder.
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n China, como en todos los paí- temente esta Asociación. El 29 de junio ses comunistas, todos los movi- de 1958 promulgó una encíclica dirigida mientos, asociaciones y agrupa- a los católicos chinos(1) en la cual denunciones de diverso tipo, incluyendo las ciaba la acción de esta Asociación que, comunidades religiosas, deben tener un bajo el falaz pretexto de patriotismo, “núcleo dirigente” emanado del todopo- quería sobre todo conducir gradualderoso partido único. El Partido tolera mente a los católicos a cooperar con “la las religiones en tanto que estén bajo construcción del socialismo”. Pío XII su control y apoyen al régimen. En la afirmaba que los obispos de la Iglesia Iglesia católica, los obispos no están sometidos sino a Roma. Lo cual es insoportable para el régimen chino, que en 1957 creó de arriba abajo una “Asociación Patriótica de católicos chinos” cuyos cuadros son agentes comunistas y católicos ingenuos o apóstatas, y que no reconoce la autoridad de Roma. Por medio de la Asociación Patriótica, correa de transmisión La primera misión católica en Pekín fue fundada por el franciscano del Partido Comunista, italiano Giovanni de Montecorvino en 1234. Bautizó a millares de el Estado chino controla personas y fundó tres iglesias. En el 1300 llegaron otros misioneros franciscanos, algunos de los cuales eran obispos, con el fin de asea la Iglesia “oficial” que gurar la continuidad en la consagración episcopal. En este periodo es ilegítima y cismática, los católicos eran unos 30.000 pero en gran parte no eran chinos de origen. En 1549 San Ignacio de Loyola envió a China a San Francisco y nombra a sus obispos. Javier. A comienzos del 1600, había 25 misioneros jesuitas en China, Pío XII condenó eviden- así como 22 franciscanos, dos agustinos y un dominico.
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patriótica no pueden gozar de ningún poder de magisterio ni de jurisdicción, y que todos sus actos de poder de orden son gravemente ilícitos. Él mismo y Juan XXIII hablaban de falsos obispos, falsos pastores y cismáticos a propósito de esos obispos “patrióticos”. Al lado de esa Iglesia oficial subsiste la verdadera Iglesia católica, la única reconocida por Roma como legítima, pero perseguida y forzada a vivir oculta(2). Esta Iglesia clandestina es una moderna Iglesia de las catacumbas, cuyo clero y feligresía han mantenido su Iglesia firmemente, y al precio de numerosas y terribles persecuciones, en la fidelidad a Roma, rechazando toda dominación del Partido. Desde hace 70 años que la dictadura comunista tomó el poder, decenas de miles de católicos (obispos, sacerdotes y laicos) han sido encerrados en campos de trabajo para su “reeducación” (laogai). Pero desde el pontificado de Juan Pablo II se instauró un “diálogo” entre Roma y Pekín. En los años 2000, bajo Juan Pablo II y Benedicto XVI(3), obispos de la Iglesia patriótica fueron ordenados por otros “patrióticos” con el aval de Roma; y la Santa Sede empujó a los católicos a colaborar con la Iglesia patriótica. Y desde la elección de Francisco delegaciones de Pekín han sido regularmente acogidas en Roma, y representantes del Vaticano han viajado a China. Las advertencias del cardenal Zen
El cardenal José Zen Ze-kiun, antiguo obispo de Hong Kong, que tiene hoy 87 años, es una figura de proa de la
Iglesia china, y uno de los mejores conocedores de la situación del catolicismo en China. Este valiente cardenal ha denunciado muchas veces las ambigüedades del “diálogo” entre el Vaticano y
La relación entre China y el cristianismo encontró su problema más agudo en el famoso debate de los «ritos chinos». Algunos misioneros condenaron los ritos ofrecidos por los chinos a sus ancestros, y otras supersticiones. Esto provocó en la primera década del siglo XVIII una oleada de persecución de misioneros y laicos, que fueron asesinados y las iglesias destruidas. Los mismo sucederá a mediados del siglo XIX. La persecución fue muy dura en el período que va de 1796 a 1820. Tras la derrota militar de China por parte de Inglaterra, fueron emanados diversos decretos favorables a la libertad religiosa. En 1844 se permitió a los chinos seguir la religión católica y en 1846 las antiguas penas contra los católicos fueron suprimidas. La Iglesia pudo vivir al descubierto y ejercer su misión. Así en 1907 se alcanzó por primera vez la cifra del millón de católicos. Se fundaron tras grandes universidades católicas, un centro de meteorología y además guarderías, orfanatos e institutos culturales de alto nivel.
China, que recuerda a la ostpolitik puesta en obra por la Santa Sede bajo Pablo VI respecto de los países comunistas de la Europa del Este, y se ha opuesto siempre vigorosamente a un posible acuerdo entre el Vaticano y la China comunista. En un artículo publicado en 2016 en Asia News(4), explica sus ideas
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sobre semejante acuerdo cuya amenaza percibía: “Se sabe que en China el poder ateo siempre ha querido controlar totalmente las religiones: Hasta la actualidad grupos importantes de católicos siguen fieles a la Iglesia fundada por Jesucristo sobre Pedro y los apóstoles. Pero hoy se presenta a ellos el espectro de una declaración procedente de las autoridades de la Iglesia diciéndoles que hay que cambiar de rumbo. Lo que se declaraba contrario a la doctrina y a la disciplina
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nal Zen durante los dos últimos años: “Los comunistas quieren destruir la Iglesia o, al menos, si no pueden destruirla, quieren debilitarla.” “Los obispos oficiales son marionetas del gobierno y no realmente pastores del rebaño … No predican el Evangelio. Predican la obediencia a las autoridades comunistas.” “¡Verdaderamente no puedo creer que la Santa Sede no sepa que no hay Conferencia episcopal! No es sino un nombre. Verdaderamente no tienen nunca discusiones, ni reuniones. Se encuentran cuando son llamados por el gobierno. El gobierno da sus instrucciones. Ellos obedecen. Es una falsificación.” Las negociaciones de los últimos años
El Obispo Emérito de Hong Kong, José Zen zekiun, recordó que la Santa Sede y Pekín rompieron lazos en la década de 1950. Los católicos y otros creyentes eran arrestados y enviados a campos de trabajo. Yo volví a China en 1974 durante la Revolución Cultural, y la situación era terrible, peor de lo que puedan imaginar. Era una nación bajo la esclavitud y olvidamos estas cosas fácilmente. También olvidamos que nunca se puede tener realmente un buen acuerdo con un régimen totalitario. China se ha abierto, sí, desde la década de 1980, pero aún hoy todo está bajo el control del Partido Comunista Chino. La Iglesia oficial en China está controlada por la llamada asociación patriótica y la conferencia de obispos, y ambas son controladas por el partido.
de la Iglesia va a convertirse en legítimo y normal, todos deberán someterse al gobierno que rige China, todos deberán obedecer a obispos que hasta ahora eran ilegítimos e incluso excomulgados.” He aquí otras puestas en guardia del carde-
A pesar de estas advertencias solemnes, el Vaticano ha proseguido el “diálogo”, con objeto de restablecer relaciones con Pekín. El padre Bernardo Cervellera, director de la agencia Asia News, estima que Francisco sueña con viajar a China. Por ello, según él, la delegación del Vaticano estaba “dispuesta a hacer cualquier concesión para tener si quiera fuese un pequeño acuerdo, incluso provisional, con el gigante chino”. Por su lado, si los comunistas accedieron a negociar, fue con un doble objetivo: obtener el reconocimiento por Roma de la Iglesia “patriótica”, y someter a la Iglesia clandestina que hasta entonces había resistido al absolutismo comunista. El fin de ese gobierno es tener una Iglesia domesticada y a su servicio. El acuerdo contemplado concernía en particular a la designación de
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obispos, puesto quien tiene en su mano a los jefes de una sociedad tiene en su mano toda la sociedad. Desde hace años, al forzar el acceso de sus hombres a la jerarquía eclesiástica, el gobierno chino ha hecho comprender al Vaticano que si quería tener éxito, debería pasar por sus horcas claudinas. De hecho la elección de los obispos, el principal problema que bloqueaba las relaciones entre el gobierno chino y la Santa Sede, ha sido resuelto … en provecho de la Iglesia “patriótica”, para complacer al régimen comunista. Para llegar a este acuerdo, el Vaticano impuso a dos obispos legítimos de la Iglesia clandestina que renunciaran a fin de dejar su lugar a un obispo excomulgado, a saber Mons. José Huang Bingzhang. Ordenado sin mandato pontificio, este último ocupa la sede episcopal de Shantú desde 2011. Es miembro de la Asamblea Nacional Popular, el parlamento chino compuesto por unos 3.000 diputados, dos tercios de los cuales son burócratas y miembros del Partido Comunista. Habiéndose negado Mons. Zhuang a obedecer, en diciembre de 2017 fue retirado de su diócesis y forzado a viajar a Pekín para reunirse con altos representantes del gobierno central y una delegación del Vaticano. Un prelado del Vaticano, Mons. Claudio Maria Celli, “su Ilustrísima asiática” como le llamaba Juan Pablo II, renovó sus presiones. Otro obispo, reconocido por el Vaticano pero no por el gobierno, Mons. José Guo Xijin, obispo de Mindong, bajo arresto, fue conminado a retirarse para convertirse en auxiliar de un obispo ilícito, Vicente Zhan Silu. A petición de Mons.
Zhuang, obispo legítimo de Shantú, el cardenal Zen fue a Roma para exponer la situación china al papa Francisco, que le recibió en audiencia durante media hora
En China, y esto ilustra la naturaleza de la persecución contra los cristianos, la Biblia es un libro ilegal. No ha sido oficialmente aprobada por el Gobierno del país y, en consecuencia, no puede ser vendida en comercios (sólo se puede acceder a ella libremente en las iglesias que escapan del control del Estado).
el 12 de enero de 2018. En una carta a la agencia Asia News del 29 de enero, comparte sus reflexiones después de esa conversación: “Reconozco que soy pesimista a propósito de la situación actual de la Iglesia en China, pero mi pesimismo se basa sobre mi larga y directa experiencia de la Iglesia en China. Tengo experiencia directa de la esclavitud y de la humillación a la cual nuestros hermanos obispos [de la Iglesia oficial] están sometidos. (…) La propuesta “unificación” forzará a todo el mundo a entrar en esa comunidad. El Vaticano daría pues su bendición a una nueva Iglesia cismática todavía más fuerte, al tiempo que lavaría la mala conciencia de los renegados que se habían unido voluntariamente a la misma y de todos aquellos que están dispuestos a seguirles. (…) Creo que el Vaticano está en curso de vender la Iglesia católica en China.”
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La conclusión de las negociaciones Pero estas palabras no fueron escuchadas en el Vaticano, y el acuerdo con la China comunista se concluyó , aunque parezca imposible. El 22 de septiembre
La persecución a los cristianos se ha incrementado dramáticamente durante el mandato de Xi Jinping, quien profesa una manifiesta aversión a la Iglesia católica en particular. El número de cristianos perseguidos por su fe el pasado año fueron 223.000, por los 48.000 de 2016. El presidente de China ha abundado desde el inicio de su mandato en la necesidad de que todas las religiones estén impregnadas de la idiosincrasia china y está preocupado por dos hechos íntimamente ligados: por un lado, las iglesias que rehuyen el control del Estado (las ve como una amenaza para la seguridad nacional); y, por otro el de aquellas parroquias que, aun siendo controladas por el Estado, se llenan de feligreses cada domingo.
de 2018, en Pekín, Mons. Antonio Camilleri, de la Secretaría de Estado de la Santa Sede –que tiene a su cargo las relaciones con los Estados-, y Wang Chao, viceministro chino de Asuntos Exteriores, firmaron un acuerdo provisional. Las dos partes publicaron el mismo día un comunicado oficial: este acuerdo “prevé evaluaciones periódicas en cuanto a su aplicación”. “Las dos partes, pro-
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sigue el comunicado, desean que esta entente favorezca un itinerario de diálogo institucional fecundo y clarividente y contribuya positivamente a la vida de la Iglesia católica en China, en bien del pueblo chino y de la paz en el mundo.” El Vaticano no ha publicado el texto del acuerdo ni dado precisiones sobre sus términos que siguen guardados en secreto. El Papa sería reconocido en tanto que “jefe de la Iglesia católica en China”, y a cambio el Vaticano reconoce a siete obispos de la Iglesia oficial que habían sido elegidos y consagrados sin consentimiento del Papa, y por lo tanto ilegítimos y excomulgados. Pues desde 2010 la Asociación Patriótica había instalado siete obispos no reconocidos por el Vaticano. El acuerdo confirma la designación por Pekín de esos siete obispos y levanta su excomunión, abriendo la puerta a la atribución oficial de diócesis. Entre ellos algunos son miembros del Partido, o tienen concubina e hijos. Por ejemplo Mons. José Ma Yinglin, obispo “oficial” de Kunming, uno de los vicepresidentes de la Asociación Patriótica, es también miembro del Partido y de la Asamblea Nacional Popular. Vale decir que es un peón de los comunistas. Por el lado del Vaticano, se destaca que mediante este acuerdo Pekín reconoce al Papa a la cabeza de la Iglesia católica en China. Este acuerdo es el medio de “resolver el cisma que se había instalado” y de “restablecer la unidad” de la Iglesia en China. Greg Burke, director de la Sala de prensa de la Santa Sede, subraya que “el acuerdo va a permitir a los fieles
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tener obispos en comunión con Roma y al mismo tiempo reconocidos por las autoridades chinas”. El Vaticano espera conseguir así una mayor libertad y más seguridad para los católicos de China. ¿Pero cuáles son las ventajas reales? En adelante el Papa nombrará a los obispos, pero entre una lista de nombres elegidos por la Asociación “patriótica” con el acuerdo del gobierno comunista. Serán evidentemente todos ellos sacerdotes en manos del gobierno. El Papa tendrá un teórico derecho de veto, pero seguirá sin poder rechazar los nombres propuestos. Se puede pues decir que el Vaticano ha concedido al gobierno chino un poder decisivo sobre la elección de obispos. “¿Cómo puede darse la iniciativa de la elección de obispos a un gobierno ateo?”, exclama el cardenal Zen. En cuanto a la Asociación Patriótica, después de su acuerdo con la Roma conciliar, reafirma su fidelidad al Partido Comunista. En una declaración publicada después del acuerdo, indica claramente a quién son fieles los miembros de esta institución: “La Iglesia católica china ama profundamente a su madre patria. Adherimos a la hermosa tradición de patriotismo y de amor por la religión, adherimos al principio de la Iglesia independiente y autónoma, adherimos a la vía de adaptación a la sociedad socialista bajo la dirección del Partido Comunista de China.” Un acontecimiento posterior da indicaciones sobre el contenido del acuerdo y la manera en que se aplica. Dos obispos chinos de la Iglesia oficial, entre los principales miembros del Consejo de obispos y conocidos por ser próximos al régimen, estuvieron presentes en el sínodo que tuvo lugar en Roma en oc-
tubre de 2018. Esos dos obispos estaban “invitados”, pero a todas luces su elección había sido poderosamente influenciada por el régimen chino. Uno de ellos, Mons. José Guo Jincai, es uno de los siete obispos cuya excomunión fue levantada por el acuerdo del 22 de septiembre. “En el repertorio oficial de los miembros del sínodo, este último figura como “obispo de Chengde”, lo cual significa que no solamente se ha levantado su excomunión sino que igualmente se le ha confiado el gobierno de una diócesis, que dirigía ya de forma ilegítima y cuyas fronteras habían sido redefinidas por las autoridades chinas sin el acuerdo de la Santa Sede. Fronteras que Francisco ha aceptado formalmente al erigir esta
Según el cardenal Parolin China y la Santa Sede no están discutiendo teorías sobre sus respectivos sistemas ni quieren reabrir preguntas que ahora pertenecen al pasado. Más bien, estamos buscando soluciones prácticas relacionadas con la vida de personas reales que desean practicar su fe de manera pacífica y ofrecer una contribución positiva a su propio país.
“nueva” diócesis de Chengde en el momento de la firma del acuerdo”, escribió el vaticanista Sandro Magister . Es pues probable que el acuerdo contenga una cláusula donde se estipule el reconocimiento del nuevo mapa de las diócesis en China, establecido por la Asociación Patriótica.
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¿Qué pensar de este acuerdo? Mientras que antes el obstáculo entre la Santa Sede y China era la pretensión del régimen chino de tener una Iglesia en sus manos, para la Roma actual es la Iglesia subterránea, de donde han salido numerosos mártires, la que se ha convertido en obstáculo. El acuerdo se hace a costa de esta Iglesia perseguida, que fue mantenida completamente al margen de las negociaciones entre Roma y Pekín. Para una “normalización” de las
Iglesias clausuradas o destruidas; cruces arrancadas de los campanarios o de los muros de las iglesias, cúpulas arrasadas; antiguas imágenes religiosas de santuarios, secuestradas; los signos religiosos en el interior o en el interior de las casas, eliminados; sacerdotes expulsados de su ministerio; otros, llevados por la fuerza a su pueblo de origen; jóvenes menores de 18 años, a los que se les bloquea el paso o son detenidos en las iglesias, para que no ingresen a ellas ni reciban ningún tipo de educación religiosa. Estas son algunas de las situaciones que se presentan en la vida de la Iglesia católica en China. Para algunos sacerdotes chinos, se trata de una nueva Revolución Cultural, con su furia iconoclasta y su caos. En realidad, estas situaciones responden a un proyecto muy preciso y para nada caótico, perseguido con sofisticación y capilaridad, que se lleva adelante desde hace años.
relaciones diplomáticas con el régimen, y una hipotética mejoría de la suerte del catolicismo chino, el Vaticano sacrifica esta Iglesia subterránea y entrega a los
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católicos, clérigos y fieles, que fueron heroicamente fieles a Roma, a la Asociación Patriótica totalmente sometida al gobierno comunista. Se comprende el inmenso malestar de los católicos chinos siempre fieles a Roma. Decir que están inquietos no es sino un eufemismo. Después de haber sufrido por la Iglesia, van ahora sufrir a manos de la Iglesia. Y se añade otro grave problema, ni siquiera evocado por la Roma actual: “No solamente existe el problema del cisma de los “patrióticos”, sino que existe también el de la validez de las consagraciones episcopales. Parece en efecto que existe una duda positiva desde siempre sobre la validez de esas consagraciones al interior de la Iglesia “patriótica”. En consecuencia, los obispos “patrióticos” son dudosos, igual que los sacerdotes que han ordenado y la mayor parte de los sacramentos que han conferido” . El padre Jean Charbonnier, sacerdotes de las Misiones Extranjeras de París, especialista de China y del cristianismo chino, subraya que el Papa dispone de un derecho de veto pero “esta disposición es desmentida en lo inmediato puesto que la Santa Sede debe reconocer siete obispos nombrados sin su acuerdo e incluso, respecto de algunos, a pesar de su rechazo explícito. Esta contradicción interna dice mucho sobre el alcance real del acuerdo.” “Es una victoria para el gobierno chino. […] Es un debilitamiento de la autoridad romana para los católicos clandestinos, que no comprenden este giro de la Santa Sede. Desde el punto de vista de la psicología china, es una pérdida de prestigio intolerable y hace temer sanciones agravadas” . El padre Jean-Michel Gleize denuncia “las
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componendas vergonzosas del actual sucesor de San Pedro”: “Hay sin ninguna duda aquí una falta gravísima contra la prudencia, que debería tomar en cuenta las circunstancias en las cuales debe concluirse el acuerdo. La situación de los católicos chinos hubiese reclamado por parte del Papa una firmeza desprovista de concesiones. [… ] El Papa renuncia a hacer frente a la persecución comunista, buscando acomodos demasiado fáciles” . El cardenal Zen se expresó igualmente : “Arrojan al rebaño a las fauces de los lobos. Es una traición increíble.” Respecto del principal artesano de este acuerdo, el cardenal Parolin, Secretario de Estado y por lo tanto más alto diplomático del Vaticano, el cardenal Zen no se anduvo con rodeos: “No creo que tenga fe. Es nada más que un buen diplomático en un sentido muy secular y mundano.” “Debería dimitir”. “Es un abandono total … No tengo otras palabras.” Y en una tribuna publicada por el New York Times : “En realidad, este acuerdo constituye una etapa principal en la aniquilación de la verdadera Iglesia en China.” Invita a los obispos y católicos fieles a “volver a las catacumbas” para salvar su fe: “No os lancéis a una revolución, por favor. ¿Os quitan vuestras iglesias? ¿Ya no podéis oficiar? Volved a casa y rezad en familia. Trabajad la tierra. Esperad tiempos mejores. Volved a las catacumbas. El comunismo no es eterno.” Para el cardenal Zen, el acuerdo significa que todos los obispos en China deberán unirse a “la sedicente Conferencia episcopal” vinculada a la Asociación Patriótica (de hecho, el Consejo de obispos es un simulacro de conferencia episcopal bajo control del régimen). Siendo los obispos “oficiales” actualmente en tor-
no a 70 y los clandestinos una treintena, estos últimos estarán pues en minoría, y la conferencia episcopal será pues para ellos una “jaula”. Si los obispos clandes-
El cardenal Parolin decía: “El Santo Padre pide a los católicos [chinos] en particular que emprendan con valentía el camino de la unidad, la reconciliación y una proclamación renovada del Evangelio. El Papa ve a China no solo como un gran país, sino también como una gran cultura, rica en historia y sabiduría... En palabras del Papa Francisco, diríamos que solo uniéndonos podemos superar la globalización de la indiferencia, trabajando como artesanos creativos de paz y promotores resueltos de la fraternidad”.
tinos son ahora tan poco numerosos, es porque desde hace años piden a Roma que se les den sucesores y no reciben respuesta. Roma como Pekín esperan la muerte de los últimos obispos “subterráneos” … y así no habrá ya división.
Una persecución agravada Este acuerdo se produce mientras que el presidente chino Xi Jinping ata-
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ca sin piedad a la libertad de religión para las religiones no chinas, entre ellas la Iglesia católica. La campaña de “sinización” de las religiones relanzada en 2016 ha producido un redoblamiento de persecuciones contra los cristianos:
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go de ser detenidos, obligados a pagar una multa o de ver el edificio embargado. En la provincia de Henan ninguna actividad de formación para menores de 18 años puede ya organizarse por la Iglesia. Estas directrices fueron trasladadas por las autoridades católicas “patrióticas” en una circular de abril de 2018. Citaremos para terminar un artículo de Steven Mosher , un católico estadounidense que conoce bien China: “Creo que el “acuerdo provisional” es una traición de la Iglesia católica en China. De hecho, lo veo como una traición a varios niveles. Traiciona la autoridad del papado dando al Partido En octubre de 2018, dos santuarios dedicados a la Virgen fue- Comunista chino el derecho ron desmantelados y privados de sus estatuas por las autoridades chinas. Se trata del santuario de Nuestra Señora de de nombrar obispos. Trailos Siete Dolores, en Dongergou (Shanxi), y del santuario de ciona a la Iglesia clandestina Nuestra Señora de la Beatitud, más conocida como “Nuestra Señora de la Montaña”, en Anlong (Guizhou). Las estatuas del en China, una Iglesia que no santuario de Dongergou fueron secuestradas en nombre de solamente ha sobrevivido a la “sinización”: las autoridades declararon que había “demasiadécadas de persecución a madas cruces” y “demasiadas decoraciones, que éstas iban más allá de todos los límites, y que por ello debían ser retiradas nos de las autoridades, sino y destruidas. El santuario de Nuestra Señora de la Montaña, que es de nuevo asediada. Y, en Anlong, fue destruido porque las autoridades declararon que carecía de los permisos de construcción correspondien- porque es un acuerdo secreto, tes. Los dos sitios de peregrinación fueron demolidos a pocas traiciona la verdad permitiensemanas de haberse firmado el acuerdo entre China y el Vatido a las dos partes presentarcano, referido al nombramiento de obispos. lo de manera falsa. ¿Con qué lugares de culto destruidos o cerrados, fines se firma un acuerdo secreto? Las cruces abatidas, destrucción de miles de Escrituras nos dicen que “las tinieblas biblias … El gobierno promulgó el 1º de aborrecen siempre la luz”. febrero de 2018 nuevas ordenanzas que Un acuerdo secreto mantiene a los prohíben a los menores de 18 años en- católicos en China y en el mundo entetrar en las iglesias, exigiendo que todos ro en la ignorancia de los compromisos los lugares religiosos estén registrados que el Vaticano ha concluido. Todavía y prohibiendo las actividades religiosas peor, esto permite igualmente a las auno autorizadas, en particular los cursos toridades comunistas dar una falsa prede catecismo y las escuelas del domin- sentación del acuerdo a los fieles chinos go. Incluso las reuniones de oración en de la manera que les conviene. […] Si el domicilios privados se consideran como Vaticano cuenta con la confianza de los “asambleas religiosas ilegales”, con ries- responsables comunistas chinos, se verá
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seguramente decepcionado. Pekín ha sos policías, llegaron para proceder a la firmado numerosos acuerdos en el curso demolición del pórtico, del santuario de de los años –acuerdos cuyos términos la Virgen y de la iglesia del Sagrado Coson públicos- únicamente para violarlos razón. Es en esta diócesis donde se desantes de que la tinta se hubiera secado en truyó una iglesia el 4 de abril. Otras deel papel.” “El acuerdo aprovechará más moliciones están previstas. La diócesis bien al Estado-Partido chino, que lo utilizará para afirmar su control sobre la Iglesia clandestina en China. Dirá a los fieles que el mismo Papa ha reconocido a la Asociación Católica Patriótica china dirigida por los comunistas. Intensificará sus ataques contra la Iglesia subterránea, utilizando la autoridad prestada del Vaticano como arma La primera ordenación episcopal desde el acuerdo secreto entre China y la Santa Sede en 2018 se celebró el de asalto ideológica. […] No concertado 26 de agosto de 2019. En la fotografía, Monseñor Antonio Yao tengo ninguna confianza en Shun (al centro). un acuerdo negociado por clérigos que no comprenden nada de la re- de Fengxiang es la única donde la Iglesia ciente historia china de supresión brutal oficial (Asociación Patriótica) no tiene de la religión. Entre ellos figuran cléri- ningún sacerdote, ningún fiel. Las autogos como el deshonrado McCarrick, que ridades comunistas han decidido perseha efectuado no menos de ocho viajes a guir a los católicos de esta diócesis hasta China en los últimos años, los últimos que acepten unirse a la Iglesia oficial.” a petición expresa del papa Francisco, Yves Daoudal (yvesdaoudal.hautet–fort. en búsqueda de semejante acuerdo. De- com – 10/04/2019). m bemos rezar por la Iglesia que sufre en China.”
Noticias recientes de la aplicación del acuerdo Francisco-Pekín “Decididamente el acuerdo secreto entre la Roma bergogliana y la China comunista funciona a todo gas. Unos 200 fieles se reunieron ayer por la tarde ante el santuario mariano de Mujiaping, en la diócesis de Fengxiang (Shaanxi), al haberse enterado de que las autoridades iban a destruirlo. Esta mañana 600 funcionarios, entre los cuales numero-
(1) Ad apostolorum principis. (2) Las estimaciones son difíciles, pero habría unos 13 millones de católicos en China: 4 ó 5 millones en la Iglesia “patriótica” y quizá 8 millones en la Iglesia clandestina. (3) Un artículo de la revista del distrito suizo de la Hermandad de San Pío X, Le Rocher (nº 42, agosto-septiembre 2006), exponía la situación del catolicismo en China en aquella época. (4) Agencia de prensa del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras. (5) En su blog o bitácora Settimo Cielo, 22 de octubre de 2018. (6) Le Rocher, agosto-septiembre 2006. (7) Églises d´Asie, 27 de septiembre de 2018. (8) Courrier de Rome, septiembre de 2018. (9) A la agencia Reuters, 20 de septiembre de 2018. (10) 24 de octubre de 2018. (11) Publicado el 22 de septiembre de 2018 en LifeSiteNews.
Dom Benedetto Castelli, O.S.B. Fundador de la Hidráulica Rvdo. D. Eduardo Montes
E
n nuestro último artículo tratábamos del llamado Acueducto del Padre Tembleque, la mayor obra de ingeniería hidráulica que se alzó en el continente americano a mediados del siglo XVI, concretamente se inauguró en 1570. No fue la única obra de esta finalidad que se construyera en el Virreinato de la Nueva España aunque sí la mayor. En la época virreinal otros muchos acueductos darían satisfacción a esta necesidad básica de las poblaciones tales como el de Acámbaro, Chapultepec, Chihuahua, Guadalupe, etc... Pero a todas estas obras hidráulicas puede decirse que les faltaba el pleno desarrollo Castelli, nacido Antonio Castelli de la ciencia de la que formaban parte. Esa Benedetto (Brescia, 1577 - Roma, 9 de abril de 1643) fue será la obra realizada por un benedictino ita- un matemático italiano. Cambió su nombre liano que nació en Brescia en 1577 y murió a “Benedetto” cuando fue aceptado por la Orden de San Benito en 1595. Nacido en en Roma en 1643: Dom Benedetto Castelli. Brescia, Castelli estudió en la Universidad Será en 1628 cuando nuestro monje pu- de Padua, y más tarde se convirtió en abad en la abadía de Monte Cassino. Fue un gran blique el Della misura delle acque correnti amigo y partidario de su maestro, Galileo Ga“que firma el acta de nacimiento de una nue- lilei. Castelli ayudó a Galileo en sus estudios sobre las manchas solares y participó en el va ciencia, la hidráulica porque en el libro en examen de las teorías de Nicolás Copérnico. cuestión aparece expuesta y rigurosamente Castelli tenía interés en las matemáticas y la Galileo lo nombró para reemplademostrada la ley de la continuidad de las hidráulica. zarlo en la Universidad de Pisa como profecorrientes también llamada Primera ley de sor de matemáticas en 1613. Posteriormente ocupó el mismo puesto en la Universidad de la Hidráulica o Ley de Castelli”[1]. Roma La Sapienza. Castelli murió en Roma. Siempre en estrecho contacto con Ga- Uno de sus alumnos fue Evangelista Torricelileo Galilei (1564-1642) mantendrá una lli, inventor del barómetro y defensor de la bomba de aire. Castelli recomendó a Gasparo relación variadísima con el astrónomo que Berti como su sucesor en Sapienza. Aunque le llevará a colaborar con él en diversas dis- la recomendación fue aceptada, Berti murió ciplinas como matemáticas, física, astrono- antes de asumir el cargo. mía, inventar el pluviómetro y un procedimiento para fijar con exactitud la hora de las observaciones astronómicas. Este monje tan poco conocido entre nosotros brilló también con luz propia como
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Dom Benedetto Castelli, O.S.B.
enseñante y entre sus discípulos figurará el padre del barómetro Evangelista Torricelli (1608-1647) y otros destacados exponentes de las ciencias de la época. Aludíamos antes a su relación con Galileo. Hay que aclarar que fue también la ocasión para que nuestro monje aportara al astrónomo no sólo su pericia científica sino su celo sacerdotal. Como se vio cuando la hija predilecta del astrónomo, la monja clarisa Sor María Celeste, falleció en su convento pocos años antes de que lo hiciera su padre. Éste quedó destrozado por la noticia y el P. Castelli obtuvo permiso para desplazarse a la residencia de Galileo en Arcetri “para estudiar el movimiento de los satélites de Júpiter junto con su ex maestro y ejercer de guía espiritual suyo”[2] Y un bióEl pluviómetro fue inventado grafo del monje hidráulico nos dice que esta amistad del en Perugia por el padre Bene- benedictino con el gran astrónomo jamás se extinguió, detto Castelli en 1631. alimentada por una ininterrumpida correspondencia y el recuerdo diario en la Santa Misa. Este último detalle mantenido hasta la muerte del genial religioso acaecida el 9 de abril de 1643 en Roma. m Es difícil dar una definición del laicismo, pues expresa un estado de alma complejo y presenta una variedad multiforme de posiciones. Sin embargo, es posible ver en él una línea constante que podría definirse así: una tendencia, o mejor todavía, una corriente de oposición susceptible de ser ejercida contra la religión en general, y contra la Jerarquía católica en particular, sobre los hombres, sus actividades e instituciones. Así entonces, nos encontramos en presencia de una concepción puramente materialista de la vida, donde los valores religiosos, o son categóricamente rechazados, o son relegados al cerrado reducto de las conciencias y la penumbra mística de las iglesias, sin ningún derecho de penetrar y ejercer una influencia en la vida pública del hombre (su actividad filosófica, jurídica, científica, artística, económica, social, política, etc. Tenemos así, ante todo, un laicismo que prácticamente se identifica con el ateísmo. Niega a Dios, se opone abiertamente a toda forma de religión, reduce todo a la esfera de la inmanencia humana. Ahí precisamente está la posición del marxismo, y no es momento de detenernos a demostrar esto. Tenemos también una expresión de laicismo menos radical, pero más corriente, que admite a Dios y al he-cho religioso, pero se rehusa a aceptar el orden sobrenatural como una realidad viva y actuante en la historia humana. En la edificación de la ciudad terrestre, entiende que hay que hacer una completa abstracción de los principios de la revelación cristiana, y rechaza que la Iglesia tenga una visión superior que oriente, ilumine y vivifique el orden temporal. Las creencias religiosas son, según dicho laicismo, un hecho de naturaleza exclusivamente privada; para la vida pública no existiría más que el hombre en su condición puramente natural, totalmente aislado de toda relación con un orden sobrenatural de verdad y de moralidad. El creyente, entonces, está libre de profesar en su vida privada, las ideas en las cuales crea. Pero si su fe religiosa, saliendo del cuadro de la práctica individual, trata de traducirse en una acción concreta y coherente para conformar igualmente su vida pública y social con los principios del Evangelio, se grita entonces el escándalo, como si eso constituyese una pretensión inadmisible. Tan sólo se le reconoce a la Iglesia un poder independiente y soberano en el cumplimiento de su actividad específicamente religiosa, teniendo un fin directamente sobrenatural (actos de culto, administración de los sacramentos, predicación de la doctrina revelada, etc() Pero se le rechaza todo derecho de intervención en la vida pública del hombre, porque ella gozaría de una total autonomía jurídica y moral, y no toleraría ninguna subordinación, ni siquiera una imposición de parte de las doctrinas religiosas exteriores. Mons. Marcel Lefebvre, Carta Pastoral 15
La primavera del postconcilio L. Pintas
l ¡Buenas noticias! ¡Se van del planeta! No, no crean que bromeo. Lo han dicho ellos mismos: los que están destruyendo la Iglesia han decidido irse de la Tierra. Lo que significa –dado que no hay espacio cercano habitable– que les perderemos de vista más allá del
sistema solar. Como mínimo. Ésa es la buena noticia. La mala es que aún falta mucho. Lo confiesa el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales y –dicen– uno de los prelados más influyentes sobre el oído papal. En una entrevista en eldiario.es del 23 de agosto, le hicieron una pregunta un tanto retorcida: “Hay una creencia inconsciente de que, pase lo que pase, el hombre va a estar siempre en el planeta, ¿viene del cristianismo?” Yo pensaba, la verdad, que más que una “creencia inconsciente” se trataba de una constatación física: salir de la Tierra tiene al-
gunos leves inconvenientes, como que flotas, no puedes respirar y, si sales a tomar el aire sin casco, tus sesos acaban en la Osa Mayor. Eso sí, más retorcida aún que la pregunta es la respuesta: “No se puede atribuir eso a la religión. Lo que dice la religión es que va a haber un fin del mundo y el fin del mundo implica un cambio también de planeta… El sol tiene sus años contados. Por supuesto, hablamos de miles de millones de años, pero un día el sol se va a apagar como estrella. Evidentemente, no vamos a estar en el mismo planeta”. Ya ven, el Apocalipsis es una precuela de Star Trek, y para cuando nuestra estrella se eche a dormir, monseñor Sánchez Sorondo se habrá cambiado de planeta y el desastre le pillará a la altura de Andrómeda. ¿Se imaginan? ¡Ellos allí, aplicando el ecumenismo galáctico, y nosotros aquí, tan a gusto, preconciliares a tope! ¡Vale la pena, aunque sin calorcito solar haya que pelar algo de frío! l Los viejos buenos tiempos. Hablando de ecumenismo galáctico, casi añoro cuando hacer esta sección implicaba empaparse de compadreos con el protestantismo. Luego, a esos compadreos hubo que añadir los compadreos
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La primavera del postconcilio
con el islam. Y lo añoro también, porque últimamente los compadreos de nuestros prelados ya no son con pastores e imanes, sino con chamanes y brujos.
La proximidad del sínodo para la Amazonia ha acentuado el desmadre, y no hay obispo que se precie que no se deje bendecir por sujetos con coloridos plumajes adoradores de la Pachamama, a punto de convertirse en un nuevo lugar teológico. El flamante arzobispo de Lima, Carlos Castillo, llevó a la catedral, durante una misa el 1 de septiembre por el Inicio del Tiempo de la Creación (una especie de nuevo periodo litúrgico-ecologista de origen ortodoxo), a una comunidad indígena para incorporar algunos sus ritos a la celebración. Algunas de las frases de monseñor Castillo son para enmarcar. Vean ésta: “El Papa Francisco quiso empezar su visita apostólica al Perú [en enero de 2018] por Madre de Dios para que, encontrándose con nuestra tierra, reconociera que era una tierra bendita, una tierra con madre. La madre de Dios que habita en la tierra es también la madre de la naturaleza”. Si presumimos que la frase tiene algún
sentido y que el obispo ha querido decir algo con ella –lo cual tal vez sea mucho presumir–, ¿cuál es ese algo? Madre de Dios es un departamento amazónico peruano recorrido por el río del mismo nombre, bautizado por los descubridores españoles en honor a la Virgen María. La tierra de Madre de Dios es una “tierra con madre” porque los hijos de esa tierra están bajo su protección incluso en el nombre. Así podríamos entender la primera frase. ¿Y la segunda? La Madre de Dios no habita en la tierra, porque fue asunta al cielo y porque ella no es Dios, que está en todas partes. Luego la frase no puede referirse a la Virgen María. ¿Qué es entonces eso llamado “madre de Dios” que es al mismo tiempo “madre de la naturaleza”? ¿Hay una madre y dos hijos (Dios y la naturaleza), o una madre con un hijo (Dios=naturaleza)? En cualquiera de los dos casos, hay algo que está por encima de Dios. ¿Será que exigimos demasiado a la cháchara postconciliar, de sentido habitualmente indiscernible? ¿Fue solo una efusión de entusiasmo amazónico? Lo concederíamos gustosos, si no fuese porque luego va el obispo y lo ‘arregla’: “Hoy día vamos a unirnos para hacer la bendición en nombre de los pueblos ancestrales, de las raíces que ustedes tienen y aprendieron de sus padres y de sus mamás, y que recogieron para que la humanidad se salvara”. Ahí lo tenemos: la bendición ya no es en nombre de Dios, sino de los pueblos ancestrales, y es en sus raíces ancestrales donde encontrará
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la humanidad la salvación. La Cruz era innecesaria... l Otro épico “¿Quién soy yo…?” La copia suele ser peor que el original.
Cuando Francisco dijo aquel ya emblemático “¿Quién soy yo para juzgar?”, no sabía (o sí) lo lejos que llegarían los imitadores. A Alicia Martel Suárez, religiosa de las Oblatas del Santísimo Redentor, le preguntó La Voz de Almería el 8 de agosto si era partidaria del aborto. “No se puede obligar a una mujer a que traiga un hijo al mundo si no quiere por las razones que sean”, respondió: “¿Quién soy yo para decirle que debe de traerlo al mundo? Eso es una decisión totalmente personal”. Nótese el radicalismo: “Si no quiere por las razones que sean”. Basta la voluntad. Basta cualquier razón. Y olvida que quien le dice a una madre que debe traer a su hijo al mundo no es ella, efectivamente, sino el Quinto Mandamiento. La hermana Alicia cuenta además una anécdota muy interesante
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para explicar psicológicamente los años del postconcilio. Ella estudiaba Magisterio en aquella época. “Empecé yendo a clase con el hábito de monja. El profesor me tenía una manía espantosa y no me hacía la vida nada fácil por el hecho de ser monja, porque él se declaraba anticlerical. Entonces me quité el hábito y seguí en mis clases vestida de calle. Se me acercó un día y me dijo: ‘¿Qué, ya se ha salido de monja?’ Como diciéndome: ‘Por fin, ¿no?’ ‘No, sigo con lo mío, soy la misma pero ya no llevo hábito’, le contesté. La relación mejoró desde entonces”. Tengo la sensación de que espera ser aplaudida. l Un pedazo de pan. En la homilía del Corpus Christi, festividad celebrada el domingo 23 de junio según el calen-
dario postconciliar, Francisco hizo esta afirmación: “La omnipotencia de Dios es humilde, hecha sólo de amor. Y el amor hace obras grandes con lo pequeño. La Eucaristía nos los enseña: allí está Dios
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encerrado en un pedacito de pan”. Esto solo es verdad para el pan antes de la Consagración. Dios está presente en ese pan (“encerrado”) por esencia, pre-
sencia y potencia, que es como dicen los manuales de teología que está presente en todas las cosas. Pero después de la Consagración, la presencia de Dios es de otra índole, porque toda la sustancia del pan se ha convertido en el Cuerpo de Cristo. Dios ya no está encerrado en un pedacito de pan, porque, en virtud de la transustanciación, ya no hay pan. Sí, ya sé, es cierto que místicos y poetas, e incluso algunas oraciones e himnos de la Iglesia, hablan en ocasiones de Pan en referencia a la Hostia Santa. No extraeremos pues ninguna conclusión de
esta afirmación papal ni de su contexto. Piense cada cual lo que quiera sobre las afirmaciones papales y sus contextos. Si este excursus aclaró algo las cosas, cumplió su misión. l Manipula, que algo queda. El 10 de junio, Giacomo dalla Torre, Gran Maestre de la Orden de Malta, dirigió una orden a todos sus responsables prohibiendo la celebración de la misa tradicional: “Todas las ceremonias litúrgicas dentro de nuestra orden deben celebrarse según el rito ordinario de la Iglesia (misa de San Pablo VI) y no según el rito extraordinario (misa tridentina)”. Lo chocante del caso es que el Gran Maestre, para justificar esta disposición, alega el artículo 3 del motu proprio de Benedicto XVI Summorum Pontificum, artículo que “afirma que, dentro de un instituto religioso, el asunto [la celebración por sus miembros de la misa tradicional] debe decidirlo el superior mayor”. Ahora lean ustedes ese artículo 3: “Si una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares”. Es decir, justo lo contrario: al Superior compete decidir si ese instituto celebra habitual y permanentemente la misa tradicional, no prohibirlo de forma absoluta. No es que a estas alturas vayamos a escandalizarnos por una burla al Derecho en lo que a la persecución de la misa católica se refiere, pero uno se queda estupefacto ante el descaro con el que alguien aduce en su favor, para justificar una cacicada, la norma destinada a impedirla. m
El Santo Rosario con Monseñor Lefebvre Mons. Marcel Lefebvre El Padre Troadec, Rector del Seminario de la FSSPX en Flavigny, nos presenta una nueva recopilación de textos, de sermones y conferencias espirituales de Monseñor Lefebvre. Se trata de una obra muy apropiada para meditar los misterios del santo Rosario, especialmente en las meditaciones que solemos hacer en los 5 primeros sábados de mes, tal como pidió nuestra Señora de Fátima a sor Lucía. Éstas consideraciones son muy sencillas y están al alcance de todos. La sencillez fue siempre una de las características de toda la predicación de Mons. Lefebvre. «Nuestra arma -decía- es el rosario. Tiene que ser nuestra arma contra el demonio. Los magníficos ejemplos suscitados por el rezo del rosario y que nos ha transmitido la historia nos tienen que invitar a rezarlo frecuentemente, e incluso, si podemos, a rezar los 15 misterios. Nos hemos de encomendar a la Santísima Virgen». «Cuando nos sentimos tentados, cuando nos sentimos desanimados en las dificultades y en las pruebas, hemos de tomar el rosario y rezarlo. Pidamos a la Virgen, nuestra buena Madre del Cielo, que venga a ayudamos, y ahí veremos lo eficaz que es la oración del rosario. La Santísima Virgen siempre ha venido en sus apariciones con un rosario en la mano, mostrando con ello lo mucho que aprecia esta oración».
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Capillas de la Hermandad San Pío X en España Madrid
Capilla Santiago Apóstol C/ Catalina Suárez, 16 Metro: Pacífico, salida Dr. Esquerdo. Bus: 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141 Domingos: 10 h.: misa rezada 12 h.: misa rezada
(cantada en ciertas solemnidades)
Vitoria
Capilla de los Sagrados Corazones Pl. Dantzari, 8 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h.
Granada
Capilla María Reina Pl. Gutierre de Cetina, 32 Autobús: S3 1er domingo de cada mes, Siervas de Jesús Sacerdote misa a las 11 h. SERRANILLOS DEL VALLE Sábado precedente, misa a las 19 h. Domingos: misa a las 10 h. Más información: 958 51 54 20 Semana: misa a las 8’15 h. Exposición Stmo. Domingos: 19 h. Jueves: 19 h. Córdoba C/ Angel de Saavedra, 2, portal B, 2º izq. Más información: 91 814 03 06 Lunes siguiente al 1er domingo, misa a las 19 h. Barcelona Más información: 957 47 16 41 Capilla de la Inmaculada Concepción C/ Tenor Massini, 108, 1º 1ª Domingos: misa a las 11 h. Palma de Mallorca Viernes y sábados: misa a las 19 h. 4º domingo de cada mes, Más información: 93 354 54 62 misa a las 19 h. Más información: 91 812 28 81 19 h.: misa rezada Laborables: 19 h.
Oviedo
Capilla de Cristo Rey C/ Pérez de la Sala, 51 3er domingo de cada mes, misa a las 19 h. Más información: 984 18 61 57
Valencia
Consultar dirección: 91 812 28 81 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h.
También se celebran misas en:
Salamanca, Murcia, Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.
Para cualquier tipo de información sobre nuestro apostolado y lugares donde se celebra la Santa Misa, pueden llamar al 91 812 28 81 Impreso: Compapel - Telf. 629 155 929