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Cincuenta años más tarde, ¿el Papa puede autorizar la contracepción?

Cincuenta años más tarde: ¿el Papa puede autorizar la contracepción?

Padre Bernard de Lacoste

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1. Cuando el 25 de julio de 1968 el papa Pablo VI publicó la encíclica Humanae vitae, se podría haber creído que los debates en torno a la moralidad de la contracepción se habrían clausurado definitivamente. Bien al contrario, fueron muy numerosos los sacerdotes y obispos que se negaron a seguir las conclusiones de la encíclica y enseñaron a sus fieles que la contracepción estaba a veces moralmente permitida. Cincuenta años más tarde, el debate sigue siendo igual de candente. ¿El papa Francisco tendría el poder de modificar Humanae vitae y de permitir así el empleo de medios artificiales que impidan que el acto conyugal produzca la fecundación? 2. Lo que un papa hizo, otro papa puede deshacerlo, se dice. Si Pablo VI prohibió la contracepción ¿por qué Francisco no podría autorizarla? Para responder correctamente a esta cuestión hay que considerar que el Papa tiene el poder de modificar las leyes puramente eclesiásticas, como por ejemplo la ley que obliga a ayunar el miércoles de ceniza, pero no tiene poder sobre la ley divina, sea revelada o natural. En efecto, ésta tiene a Dios como autor y, por lo tanto, ninguna autoridad humana puede modificarla o dispensar de ella(1) . Por ejemplo, es esta ley la que prohíbe matar a un inocente o mentir. Ningún papa tiene el poder de permitir matar a un inocente o mentir. La ley que prohíbe la contracepción ¿es una ley puramente eclesiástica o forma parte de la ley natural? 3. Veamos precisamente en qué consiste la contracepción. Para facilitar la conservación del individuo, el Creador ha unido un placer a la nutrición. De la

misma manera, para facilitar la conservación de la especie humana, el Creador ha unido un placer al acto conyugal. Sin el placer de la nutrición, los seres humanos se dejarían perecer. Igualmente, sin el placer de la reproducción, la especie humana habría desaparecido hace ya mucho tiempo. Los paganos de la Roma antigua disociaban la alimentación del placer que procura. Cuando ya no po-

26 cluye en una fecundación, es por causa natural y no por intervención de los esposos. No hay aquí contracepción. 6. Que la contracepción sea contraria a la ley natural y divina, es algo que la razón puede demostrar, como acabamos de verlo, pero es también lo que la Iglesia ha enseñado siempre. En 1853 la Santa Sede fue consultada sobre el asunto de la moralidad de la contracepción. La respuesta fue clara: “Es intrínsecamente mala ”(3) . Dicho de otro modo, si la contracepción es inmoral no lo es solamente porque el legislador eclesiástico la haya prohibido –sería entones extrínsecamente mala- sino porque, por su misma naturaleza, contiene un desorden grave. En la encíclica Casti connubii (nº 34) el papa Pío XI escribió en 1930: “Cualquier uso del matrimonio en cuyo ejercicio el acto, de propia industria, queda destituido de su natural fuerza procreativa, va contra la ley de Dios y contra la ley

Cincuenta años más tarde, ¿el Papa puede autorizar la contracepción? dían comer, se pasaban por el vomitorio a fin de vaciar su estómago de alimentos y poder comer de nuevo. Buscaban así el placer del alimento pero excluían su fin natural que es la nutrición. Del mismo modo, los esposos onanistas –es decir, aquellos que hacen uso de la contracepción- buscan el placer del acto conyugal pero excluyen su fin natural que es la procreación. La contracepción es pues directamente contraria a la ley natural. Es un pecado mortal porque impide una nueva vida humana, lo cual es materia grave. Así, los esposos que hicieran uso de un preservativo o de la píldora, o que practicaran la marcha atrás interrumpiendo el acto, se mancharían con una falta grave. 4. Santo Tomás de Aquino explica(2) por qué la contracepción es contraria a la ley natural. Recuerda que la emisión del semen masculino está ordenada a la generación. Si la emisión de esta simiente se produce de tal manera que la generación no pueda resultar de ella, ello va contra la finalidad y el bien de la simiente. Pero como el semen es parte del hombre, ello va contra el bien del hombre. Y si eso se hace a propósito, es un pecado contra-natura. Y concluye el santo Doctor: “Luego, después del pecado de homicidio, por el cual se destruye una naturaleza humana ya existente en acto, este género de pecados parece ocupar el segundo lugar, al impedir la generación de la naturaleza humana. ” 5. Advirtamos bien que, a veces, es por causa de un motivo independiente de los esposos por lo que el acto conyugal no puede resultar en la procreación. Es el caso, por ejemplo, cuando uno de los esposos es estéril. El acto conyugal es entonces perfectamente lícito puesto que se realiza naturalmente. Si no con-

natural, y los que tal cometen se hacen culpables de un grave delito ” . Y el papa Pío XII, en un discurso del 29 de octubre de 1951, se expresa como sigue:

“Que todo atentado de los cónyuges en el cumplimiento del acto conyugal o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, atentado que tenga por fin privarlo de la fuerza a él inherente e impedir la procreación de una nueva vida, es inmoral; y que ninguna “indicación ” o necesidad puede cambiar una acción intrínsecamente inmoral en un acto moral y lícito. Esta prescripción sigue en pleno vigor lo mismo hoy que ayer, y será igual mañana y siempre, porque no es un simple precepto de derecho humano, sino la expresión de una ley natural y divina. ” 7. Algunos objetarán que semejante moral está completamente anticuada. Es verdad que no es conforme a la mentalidad de nuestra época. Vivimos en una atmósfera de disfrute y de egoísmo. Es pues normal que la contracepción esté tan extendida. Si consideramos que el matrimonio tiene por fin primero la satisfacción personal de los esposos, la ley de Dios y de la Iglesia parece efectivamente insoportable. Pero si comprendemos que el sacramento del matrimonio ha sido instituido, primero de todo, para la procreación y educación de los hijos, entonces es la contracepción la que se convierte en insoportable: encierra a los esposos en su egoísmo en lugar de abrirlos a la vida. 8. Otros harán notar que, a veces, ciertos esposos se encuentran en situaciones dramáticas. Un nuevo nacimiento sería trágico y la continencia perfecta es imposible o se corre con ella el riesgo de poner en peligro el amor conyugal. Respondemos con San Pablo que Dios no nos tienta jamás más allá de nuestras fuerzas. A los esposos que rezan y se sacrifican, Dios les da siempre la gracia proporcionada para que vivan cristianamente sus compromisos de matrimonio. El papa Pío XII explicó también(4) que la continencia periódica está autorizada por razones graves de orden médico, económico, social o eugenésico. En esas situaciones, los esposos pueden lícitamente limitar el acto conyugal a solamente los días de esterilidad de la esposa. 9. Hay que concluir pues que la prohibición de la contracepción no es una ley puramente eclesiástica y modificable, sino por el contrario una ley natural que tiene a Dios por autor. Es pues inmutable y eterna. Si un papa autorizase semejante práctica contra-natura, su decisión sería nula y sin valor. m

(1) Santo Tomás, quodlibet 4, art. 13: “El Papa no tiene poder para dispensar de la ley divina o natural. ” (2) Contra Gentes, libro III, capítulo 122. (3) Respuesta del Santo Oficio del 6 de abril de 1853, DS 2795. (4) Discurso a las comadronas del 29 de octubre de 1951.

Desarrollo de un bebé en el seno de su madre

Día 1: Inmediatamente después de la fecundación comienza el desarrollo celular. Ya hay vida humana. Tiene ya los 46 cromosomas del código genético que programan y dirigen el desarrollo de la nueva vida humana.

Día 8 (1ª semana): La nueva vida ya está compuesta por cientos de células y ha desarrollado una hormona protectora que evita el rechazo de la nueva criatura por parte del cuerpo de la madre.

Días 17 a 20 (1ª y 2ª semana): El hígado de la nueva vida ha desarrollado sus propias células sanguíneas, la placenta es parte de la nueva vida y no de la madre. Los órganos se están formando: cerebro, riñones, huesos... Se pueden apreciar las contracciones del corazón y aparece la base del sistema nervioso.

Días 28 a 30 (Primer mes): Se desarrollan los ojos, la médula espinal, el sistema nervioso, los pulmones, el estómago y los intestinos. El corazón bombea la sangre con más seguridad que fluye regularmente por el sistema vascular. Comienza a ser visible el desarrollo de las orejas y de la nariz. Días 35 a 40 (5ª semana): En sus ojos se distingue la retina, el cristalino y los párpados. Las orejas y la nariz van adquiriendo forma. La energía del corazón alcanza casi el 20 % de la de un adulto. Ya se puede hacer un electrocardiograma.

Días 42 y 43 (6ª semana): El esqueleto se completa y aparecen los reflejos. Los órganos genitales están bien diferenciados. En las manos y los pies empiezan a distinguirse los dedos. Su cerebro da señales de actividad eléctrica y es posible registrar sus ondas cerebrales en un electroencefalograma.

Día 49 (6 semanas y media): Los labios se entreabren, hace pequeñas muecas y de vez en cuando saca la lengua. Si le hicieran cosquillas, las sentiría. El cerebro ya está completo. Los dedos se alargan y las huellas digitales de los pies han quedado fijadas para siempre. Se pueden distinguir orejas y nariz. 8 semanas: El bebé puede formar un puño, tener hipo, chuparse el pulgar, dormir y despertarse. Todos los sistemas del cuerpo están funcionando. Han terminado los dos meses más importantes de su vida. Mide cuatro centímetros y pesa cuatro gramos. El desarrollo consiste únicamente en un refinamiento de elementos y un aumento de tamaño, hasta, aproximadamente, los veinte años.

Días 63 a 70 (9ªsemana): Todos sus órganos funcionan. Músculos y nervios van sincronizados. Mueve los brazos y las piernas. Da volteretas y nada en el líquido amniótico. Puede agarrarse un cabello. Si le pinchan, siente el dolor. Oye ruidos y los recuerda.

Día 71-90 (Semanas 11 y 12): Respira y exhala el fluido amniótico. Aparecen las uñas. Se despierta cuando su madre se despierta. Duerme cuando ella duerme. Está tranquila cuando ella está serena.

Cuatro meses: Abre y cierra las manos. Da patadas y gira sobre sí mismo. Ya funcionan las cuerdas vocales; puede llorar.

Ocho meses: Cumple 266 días. Sale del seno materno y continúa su desarrollo. Ha venido desarrollándose separadamente de su madre, con una provisión de sangre individual. La vida del niño no es la vida de la madre, sino una vida distinta e individual.

¿Se sostiene la siguiente frase frecuentemente repetida por los abortistas?: “Con menos de cuatro meses no se puede afirmar que lo que va a nacer sea un ser humano y no otro ser”.

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