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Crónica de la Hermandad en España

l En el último fin de semana de octubre tuvimos el honor y el gozo de recibir a Monseñor Bernard Fellay, obispo auxiliar de la Hermandad y quien fue su Superior General entre 1994 y 2018. El sábado 30 honró, con una conferencia sobre las consagraciones episcopales de 1988, llena de datos históricos interesantes y reflexiones luminosas, el ciclo de conferencias que en torno a los 50 años de la Hermandad ha tenido lugar estos meses en nuestra capilla de Santiago Apóstol en Madrid, y en el cual han impartido charlas los Rvdos. Padres Jorge Amozurrutia (Superior), quien lo clausuró, Ja-

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vier Utrilla, José María Mestre y Gastón Driollet. Y el domingo 31, fiesta de Cristo Rey, confirió en la misma capilla el sacramento de la confirmación a un numeroso grupo de fieles, y celebró a continuación una Misa pontifical. Fue sin duda un domingo de muchas gracias y alegrías.

“Oh Dios omnipotente y eterno, que habéis querido instaurar todas las cosas en vuestro amado Hijo, Rey universal; concedednos, por vuestra bondad, que los pueblos de la tierra, alejados de Él por la impiedad, se sometan a su suavísimo imperio ” (oración de la Misa de Cristo Rey).

l El domingo 26 de diciembre se celebró igualmente en nuestra capilla de Madrid la ceremonia de ingreso de miembros en la Archicofradía de San Esteban, con

motivo de la festividad de su patrono. Los nuevos miembros, algunos niños, otros jóvenes y hasta algunos padres de familia, prometieron esforzarse por servir con reverencia como acólitos en el altar, teniendo por fin la gloria de Dios y su propia salvación, y recibieron sus medallas. Ningún ministerio, salvo el de los que por la ordenación han sido apartados para el servicio exclusivo del altar, merece mayor consideración que el ministerio confiado a los laicos que tienen el oficio de ayudar a los sacerdotes de Dios en el cumplimiento de sus funciones sagradas. Alto privilegio el de estar muchas veces en un lugar sagrado y cumpliendo deberes sagrados. Para desempeñar dignamente tal oficio necesitarán hacerse santos en sus vidas mismas y edificantes delante de los demás. Sus ayudas serán la oración, la

Santa Misa y los sacramentos.

“Oh Dios, que aceptas con toda clemencia el ministerio de tus siervos y nos permites participar en el servicio

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