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MÁS DE UN SIGLO INVESTIGANDO LA SALUD DE LOS COLOMBIANOS Martha Ospina Martínez, Directora del Instituto Nacional de Salud

MÁS DE UN SIGLO

INVESTIGANDO LA SALUD DE LOS COLOMBIANOS

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MARTHA OSPINA MARTÍNEZ DIRECTORA DEL INSTITUTO NACIONAL DE SALUD

El Instituto Nacional de Salud tiene más de 103 años de existencia siendo la columna vertebral de la vigilancia e investigación de la salud de los colombianos. Además, tiene la labor de ser la cabeza del laboratorio nacional de referencia para el control de calidad de los laboratorios departamentales de salud pública.

También está a cargo del Observatorio Nacional de Salud (ONS) que hace análisis complejos de información, modelos matemáticos y simulaciones. El INS cuenta con un área de Producción para la fabricación de antivenenos, medios de cultivo y biomodelos para investigación de alta calidad en Colombia.

Todas estas funciones mencionadas son algunas de las áreas y responsabilidades que están a cargo de Instituto Nacional de Salud. Pero la realidad es que dichas labores eran conocidas mayoritariamente en la comunidad científica. En 2020, a causa de la pandemia, miles de personas en el país comenzaron a interesarse por estos temas que antes eran desconocidos. Por eso, ahora el INS es más visible en la población general.

UNA RESPUESTA INMEDIATA ANTE UNA EMERGENCIA MUNDIAL

Más de 100 años de preparación del Instituto Nacional de Salud fueron suficientes para estar preparados cuando el COVID-19 comenzó a azotar al mundo entero. En el 2020 el INS venía realizando una de sus funciones rutinarias que es el monitoreo de emergencias o alertas internacionales. Desde enero de ese año, la entidad viene analizando el aumento de nivel del riesgo, y con eso despliega un plan de respuesta.

Ese plan de respuesta tiene cinco líneas de trabajo. Para estar preparados, creamos grupos de profesionales para reforzar áreas misionales en algunos casos y crear funciones que habitualmente no se han tenido en el Instituto. Esas líneas se definen en:

Labor de vigilancia del INS: es una de las líneas que se fortaleció; reacomodando las personas que antes estaban dedicadas a otros eventos rutinarios. Este recurso humano se trasladó al Centro Operaciones de Emergencia (COE), reforzando la vigilancia en salud pública con más de 100 epidemiólogos. Fortalecer la capacidad de laboratorio: para eso no solamente se gestionaron recursos para mejorar la cantidad del personal y los equipos de los laboratorios, sino que además se construyó rápidamente una red de diagnóstico ampliado, vinculando externos, privados y públicos, e integrando centros de investigación, universidades, además de laboratorios comerciales. Modelado: se reforzó el Observatorio Nacional de Salud (ONS), invitando a modeladores aliados que provienen de universidades internacionales, entidades públicas y privadas, a hacer parte de la red, y retar los modelos que el INS construía entonces. Investigación: se crearon grupos nuevos, como el Grupo de Genómica. Desde entonces trasladamos personas de otras áreas a los grupos que adelantaron los estudios paralelos de investigación. Adicional, se creó una nueva dinámica a la estructura de investigación del INS con grupos muy establecidos a lo largo del tiempo, que hacían sobre todo investigación básica. Información: se vio la necesidad de unir personas de diferentes áreas para crear todo un sistema de información y la open data de los datos de vigilancia de la red de laboratorios. Nació una nueva labor que no existía, que era seguir una red externa de los laboratorios aliados, para eso se reubicaron personas que por ejemplo trabajaban en control interno.

LOS RETOS DE UN PROCESO EVOLUTIVO

En tan poco tiempo el Instituto Nacional de Salud pasó de un laboratorio aliado a más de 160 dispuestos a garantizar la vigilancia epidemiológica en Colombia. Sin embargo, los retos se pueden definir en varios, como la desinformación y la enorme presión que sufrimos por acusaciones injustas de querer centralizar las pruebas, sin comprender que la centralización no obedecía a un deseo, sino a la falta de reactivos en el mercado, nacionales e internacionales. Eso hizo que el INS tuviera que responder recibiendo muestras de manera directa para diagnóstico, por encima de la capacidad diaria de la entidad. Lo más sorprendente fue que, incluso habiendo crecido la capacidad a 2.000 pruebas diarias, seguían llegando muestras (muchas de ellas en malas condiciones) con una enorme exigencia por parte de los departamentos y los entes de control. Sin contemplar que, de entrada, esas muestras, superaban la capacidad diaria del INS y de cualquier instituto en la región.

Por otro lado, nos dimos cuenta del surgimiento de unas empresas tomadoras de muestras que no existían en el mercado colombiano. Las EPS contrataron a esas

empresas, sin contar que esas organizaciones cumplían unos tiempos especiales, que prolongaban por ejemplo el tiempo entre la toma de la muestra y responder al llamado. Muchas pruebas estuvieron almacenadas hasta por 30 días, luego las llevaban a un laboratorio. Eso llevó a unos tiempos de demora que fueron atribuidos erróneamente a los laboratorios, o que aumentaron los tiempos para la llegada del resultado a la persona.

Todo esto no quiere decir que los retos hayan cesado. Queremos seguir mirando al futuro y garantizar la vigilancia del Instituto Nacional de Salud en materia de pospandemia. Para el futuro, reconocemos la necesidad de reestructuración, que afortunadamente fue presentada y aprobada por el Consejo Directivo del INS y el Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia. Sin embargo, la Dirección Nacional de Presupuestos no aprobó los recursos que se requieren para crear esta reestructuración. Su costo no supera los 6.000 millones de pesos, que son recursos a los cuales el INS tiene derecho y necesita para mantener la planta de cargos completamente llena. Ese es el reto más grande para que el Instituto Nacional de Salud pueda tener la estructura necesaria.

UN PANORAMA CON VENTAJAS Y NECESIDADES

En materia de vigilancia, Colombia tiene un sistema de salud pública reconocido por su fortaleza y su diseño. Incluso, en 2019, recibimos el premio internacional por acciones para enfrentar el sarampión y la rubeola, mantenido el estatus sanitario.

Este es un sistema bien diseñado en comparación con la región. Tener un sistema nominal realmente nos pone en ventaja.

A pesar de ello, el país cuenta con alrededor de 2.900 epidemiólogos. Es una cifra baja considerando que se requieren de al menos el doble de profesionales en ese sector. Si hablamos solo de epidemiología de campo, estamos muy por debajo de lo esperado; tenemos 130 epidemiólogos de campo cuando se requerirían al menos de 1.300. Lo que daría una capacidad de tener por lo menos uno por entidad territorial.

Podemos rescatar que, de la coyuntura mundial, nació un interés especialmente por el análisis empírico en el personal, que no son precisamente epidemiólogos. Eso también despertó la curiosidad del INS para llamar a muchos otros sectores, de fuera del sector salud, a fijarse en lo que hacemos.

Para finalizar, quiero enviar un mensaje de esperanza a la población. Colombia es uno de los pocos países con la capacidad de hacer vigilancia genómica. La salud pública cuenta con un plan de trabajo que tiene medido paso a paso cómo va a ir creciendo la capacidad genómica. La vigilancia genómica no es solo la capacidad de hacer genomas, sino de escoger las muestras en todo el territorio nacional de manera que den una representatividad.

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