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Sports / Deportes
Horses, Money and Death
Although hard to believe, once upon a time real heroes rode horses. Society measured men by what they did, not what they owned. Men were courageous and tempered with a strict code of conduct. They believed in God, respected women, defended the weak, and hated bullies. A man’s worth was measured by his acts of kindness and generosity.
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My mother’s stories were of men like my grandfather who was a documented hero of Pancho Villa’s legendary División del Norte during the Mexican Revolution. Although poor, I felt rich bathed in Mexican history. Like Pancho Villa, my mother hated gringo politicians. Like Zapata, she was a furious defender of the weak and always cited Zapata immortal maxim: “it is better to die on your feet, than live on your knees.” She assured us God could not be white as there were no gringos in Jerusalem. I spoke Tex-Mex and grew up around Mariachi bands, church festivals and daydreamed of being a soldier.
Her influence led me to finding a job exercising horses. There were horses of all sizes, colors and temperaments. The horses were expensive and I would not been allowed near them normally. They were lonely, mistreated and needed attention. Although neglected these magnificent animals demanded exercise. My first real ride was almost an epiphany. Its memory is etched into me as a waking out of body experience. After mounting I sensed the horses’ eagerness to run and melted into the saddle, leaned forward and loosened the reins. We magically became one as we intermingled our spirits. The fury, raw strength and speed transformed us into a semi divine entity and the sounds, sights and sensation of it overwhelmed us. I sensed the horses’ excitement and basked in its joy. The sound of its
Jorge Martínez, Hughson, CA
Caballos, Dinero y Muerte
Aunque usted no lo crea, hubo un tiempo en el cual los auténticos héroes andaban a caballo. La sociedad medía a los hombres por lo que hacían, no por lo que poseían. Los hombres eran valerosos y se adherían a un estricto código de conducta. Creían en Dios, respetaban a las mujeres, defendían al débil, y odiaban a los matones. El valor de un hombre se medía por sus actos de humanidad y generosidad. Las historias de mi madre eran con hombres como mi abuelo, quien fue un reconocido héroe de la legendaria División del Norte de Pancho Villa durante la Revolución Mexicana. Aunque pobre, me sentía rico, bañado de historia mexicana. Al igual que Pancho Villa, mi madre odiaba a los políticos gringos. Era
hoofs, breathing and exhilaration remains a treasured memory.
Although beautiful it was also extremely frightening. I’d never moved that fast or been so vulnerable. I was literally flying through the air and life depended on controlling my fear and the horse. I was not surprised to learn that jockeying is considered, pound for pound, the bravest and toughest in professional sports. Not surprising the majority of jockeys are immigrants from Mexico and the rest of Latin America. These are worthy men who risk their lives daily. It is a dangerous occupation with so many serious injuries most tracks don’t bother to report them. Still —aside from soccer and boxing— horseracing remains the most lucrative career continued on next page
furibunda defensora de los más débiles y repetía la inmortal máxima de Zapata —“mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Estaba convencida que Dios no podía ser blanco dado que no había gringos en Jerusalén. Yo hablaba tex-mex y me crie entre mariachis, festivales de la iglesia y soñando en ser soldado.
Su influencia me llevó a hallar un empleo ejercitando caballos. Había caballos de todos los tamaños, colores y temperamentos. Los caballos eran caros y a mí, por lo general, no se me permitiría acercarme a ellos. Eran melancólicos, maltratados y necesitaban de atención. Aunque rezagados, estos magníficos animales necesitaban hacer ejercicio.
Mi primera cabalgada fue casi una epifanía. Ese recuerdo está grabado en mi memoria como una experiencia etérea. Después de montarme sentí la urgencia que mostraba el caballo por echarse a correr y me fundí con la montura, me incliné hacia adelante y le di rienda. Como por magia, nos fundimos en uno, entrelazando nuestros espíritus. La furia, fuerza bruta, y velocidad nos transformaban en un ente semidivino y los sonidos, visiones y sensaciones emanadas nos sobrecogían. Yo sentía la excitación del caballo y me envolvía en su regocijo. Ese ruido de cascos, esa respiración y esa euforia son, aun, recuerdos que atesoro.
Aunque hermoso era, también, extremadamente peligroso. Nunca me había movido tan rápido ni sentido tan vulnerable. Estaba, literalmente, volando por los aires y la vida dependía de mi control sobre mi miedo y sobre el caballo. No me sorprendió descubrir que el trabajo de jockey se considera, libra por libra, el más valiente y rudo de los deportes profesionales. No es de sorprenderse que la mayoría de los jockeys son inmicontinúa a la vuelta
Horses, Money and Death from the previous page for Latinos.
It should be no surprise that in 2013 —de most recent statistic I could find— six of the top jockeys were Latinos earning hundreds of millions. That year Peruvian Edgar Prado and his countryman Rafael Bejarano earned nearly $245 million and $140 million respectively, Mexican-American Garrett Gomez earned $201 million, Puerto Rican Jose L. Ortiz earned $6.3 million, and Dominican Joel Rosario earned $4.5 million.
Horses are powerful, sensitive animals and need a gentle determined hand. Racing is dangerous —there have been more than 100 jockey deaths since 1950. Five Jockeys were killed between October 1988 and September 1991 while some 37 Jockeys were permanently disabled from spinal cord injuries. Horses fare a bit worse. Santa Anita Jorge Martínez Stockton, CA
Caballos, Dinero y Muerte viene de la vuelta grantes de México y del resto de Latinoamérica. Estos son hombres de valor que arriesgan sus vidas a diario. Es una peligrosa ocupación con tantos accidentes que la mayoría de los hipódromos no se molestan en reportarlos. Aun así —aparte del fútbol y el box— jinetear caballos de carrera sigue siendo el trabajo más lucrativo para los latinoamericanos.
No debiese sorprender, entonces, que en el 2013 —la más reciente estadística que pude hallar—seis de los más destacados jockeys eran latinos que ganaban millones de dólares. Ese año el peruano Edgar Prado y su compatriota Rafael Bejarano ganaron $245 Race Track in California averages 50 horse deaths a year. In 2019 over 493 animals were euthanized and 6,134 died within the last ten years. When horse owners stop making money they usually euthanize the underperforming animal. The high rate of deaths and injuries to racehorses continues because there is no uniformity in state regulations.
Luckily, up to now, to euthanize disabled or underperforming jockeys is still illegal
millones y $140 millones, respectivamente; el mexicoamericano Garrett Gómez obtuvo $201 millones; el portorriqueño José L. Ortiz ganó $6.3 millones; y el dominicano Joel Rosario ganó $4.5 millones.
Los caballos son animales poderosos y sensibles que necesitan de una mano fuerte pero delicada. Correr es peligroso —más de 100 jinetes han muerto desde 1950. Cinco jockeys se mataron entre octubre de 1988 y septiembre de 1991 mientras que unos 37 quedaron permanentemente incapacitados por heridas a la espina dorsal. A los caballos les va un poco peor. El hipódromo de Santa Anita promedia 50 caballos muertos por año. En el 2019 se sacrificaron más de 493 animales mientras que 6134 murieron de esa manera en los últimos diez años. Cuando un dueño de caballos deja de hacer dinero, generalmente sacrifica al animal que no rinde. Este alto índice de muertes y heridas entre caballos de carrera continúa porque no hay uniformidad en normas estatales.
Menos mal que, hasta ahora, la eutanasia para jockeys incapacitados o que no dan la talla, es ilegal.