Joaquin March 2020

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SPOR T S

DEPOR T ES

Horses, Money and Death Jorge Martínez, Hughson, CA

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lthough hard to believe, once upon a time real heroes rode horses. Society measured men by what they did, not what they owned. Men were courageous and tempered with a strict code of conduct. They believed in God, respected women, defended the weak, and hated bullies. A man’s worth was measured by his acts of kindness and generosity. My mother’s stories were of men like my grandfather who was a documented hero of Pancho Villa’s legendary División del Norte during the Mexican Revolution. Although poor, I felt rich bathed in Mexican history. Like Pancho Villa, my mother hated gringo politicians. Like Zapata, she was a furious defender of the weak and always cited Zapata immortal maxim: “it is better to die on your feet, than live on your knees.” She assured us God could not be white as there were no gringos in Jerusalem. I spoke Tex-Mex and grew up around Mariachi bands, church festivals and daydreamed of being a soldier. Her influence led me to finding a job exercising horses. There were horses of all sizes, colors and temperaments. The horses were expensive and I would not been allowed near them normally. They were lonely, mistreated and needed attention. Although neglected these magnificent animals demanded exercise. My first real ride was almost an epiphany. Its memory is etched into me as a waking out of body experience. After mounting I sensed the horses’ eagerness to run and melted into the saddle, leaned forward and loosened the reins. We magically became one as we intermingled our spirits. The fury, raw strength and speed transformed us into a semi divine entity and the sounds, sights and sensation of it overwhelmed us. I sensed the horses’ excitement and basked in its joy. The sound of its

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Caballos, Dinero y Muerte

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unque usted no lo crea, hubo un tiempo en el cual los auténticos héroes andaban a caballo. La sociedad medía a los hombres por lo que hacían, no por lo que poseían. Los hombres eran valerosos y se adherían a un estricto código de conducta. Creían en Dios, respetaban a las mujeres, defendían al débil, y odiaban a los matones. El valor de un hombre se medía por sus actos de humanidad y generosidad. Las historias de mi madre eran con hombres como mi abuelo, quien fue un reconocido héroe de la legendaria División del Norte de Pancho Villa durante la Revolución Mexicana. Aunque pobre, me sentía rico, bañado de historia mexicana. Al igual que Pancho Villa, mi madre odiaba a los políticos gringos. Era hoofs, breathing and exhilaration remains a treasured memory. Although beautiful it was also extremely frightening. I’d never moved that fast or been so vulnerable. I was literally flying through the air and life depended on controlling my fear and the horse. I was not surprised to learn that jockeying is considered, pound for pound, the bravest and toughest in professional sports. Not surprising the majority of jockeys are immigrants from Mexico and the rest of Latin America. These are worthy men who risk their lives daily. It is a dangerous occupation with so many serious injuries most tracks don’t bother to report them. Still —aside from soccer and boxing— horseracing remains the most lucrative career continued on next page

furibunda defensora de los más débiles y repetía la inmortal máxima de Zapata —“mejor morir de pie que vivir de rodillas”. Estaba convencida que Dios no podía ser blanco dado que no había gringos en Jerusalén. Yo hablaba tex-mex y me crie entre mariachis, festivales de la iglesia y soñando en ser soldado. Su influencia me llevó a hallar un empleo ejercitando caballos. Había caballos de todos los tamaños, colores y temperamentos. Los caballos eran caros y a mí, por lo general, no se me permitiría acercarme a ellos. Eran melancólicos, maltratados y necesitaban de atención. Aunque rezagados, estos magníficos animales necesitaban hacer ejercicio. Mi primera cabalgada fue casi una epifanía. Ese recuerdo está grabado en mi memoria como una experiencia etérea. Después de montarme sentí la urgencia que mostraba el caballo por echarse a correr y me fundí con la montura, me incliné hacia adelante y le di rienda. Como por magia, nos fundimos en uno, entrelazando nuestros espíritus. La furia, fuerza bruta, y velocidad nos transformaban en un ente semidivino y los sonidos, visiones y sensaciones emanadas nos sobrecogían. Yo sentía la excitación del caballo y me envolvía en su regocijo. Ese ruido de cascos, esa respiración y esa euforia son, aun, recuerdos que atesoro. Aunque hermoso era, también, extremadamente peligroso. Nunca me había movido tan rápido ni sentido tan vulnerable. Estaba, literalmente, volando por los aires y la vida dependía de mi control sobre mi miedo y sobre el caballo. No me sorprendió descubrir que el trabajo de jockey se considera, libra por libra, el más valiente y rudo de los deportes profesionales. No es de sorprenderse que la mayoría de los jockeys son inmi- continúa a la vuelta

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MARCH 2020 Joaquín 23


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