EL TODO EN LA NADA “DE ACUERDO CON LAS OBSERVACIONES ACTUALES DE ESTRUCTURAS MAYORES QUE UNA GALAXIA, ASÍ COMO LA COSMOLOGÍA DEL BIG BANG, LA MATERIA OSCURA CONSTITUYE DEL ORDEN DEL 22% DE LA MASA DEL UNIVERSO OBSERVABLE Y LA ENERGÍA OSCURA EL 74%.”. Fuente: Wikipedia.
Del cuatro por ciento que queda, 3.6% es gas intergaláctico y apenas el 0.4% constituyen las estrellas, planetas, asteroides… y por supuesto allí estamos incluidos nosotros, los seres humanos y nuestro hábitat. La energía oscura es poco conocida, su composición es todavía un misterio para la ciencia, su presencia explica la expansión creciente del Universo y se la ha asociado otra vez con la todavía desprestigiada Constante Cosmológica de Einstein, por cuyas derivaciones teóricas e hipótesis de un universo no dinámico él confesó había sido su gran error. Tampoco se sabe con certeza de qué está compuesta la materia oscura, pero sí se sabe que NO está compuesta de la materia consabida en la física de las partículas elementales conocidas, como son los electrones, protones, neutrones y los neutrinos y se la asocia con los hipotéticos axiones, y los llamados WiMPs (por sus siglas en ingles de weakly interacting massive particles) o partículas masivas débilmente interactivas y que, a diferencia de los neutrinos, no reaccionan ante las fuerzas nucleares débiles o fuertes y los llamados neutrinos estériles, diestros y siniestros, (simpática designación, ¿verdad?) así llamados porque, al igual que los WIMPs tampoco reaccionan ante las fuerzas de interacción del Modelo Atómico Estándar, vale decir, son inertes ante las fuerzas electromagnéticas, pero en cambio sí se ven afectados por la gravedad. Por tanto, grandes incógnitas están todavía por resolver, desde la óptica científica contemporánea o lo que es lo mismo, el 96% del universo conocido está todavía por conocerse o explicarse adecuadamente. Un 3.6% constituye el espacio intergaláctico que está compuesto por un tenue gas compuesto principalmente de partículas de hidrógeno o
helio, cuya densidad media no supera un átomo por metro cúbico. Es decir, son lugares prácticamente llenos de nada, aparentemente. Ahora, el pequeño porcentaje restante que es inferior al medio por ciento de todo el Universo conocido, está formado por la materia o masa visible o “palpable” y mesurable, por así decirlo, es decir por moléculas ‘organizadas y cohesionadas’, las que empero están formadas a su vez de átomos, los cuales, todos sabemos, son fundamentalmente entes prácticamente huecos o ralos ya que, en la unidad elemental, el núcleo representa el 99,9% de su masa y lo que queda son los electrones en dicha nube atómica. Los astrofísicos calculan que el 90% de los átomos del Universo son hidrógeno, el 9% de helio y apenas el 1% restante son elementos más complejos que éstos, tales como el oxígeno, el carbono y el hierro, por ejemplo. Los número másico o cantidad de protones del hidrógeno y del helio que, como hemos visto, son los más frecuentes y menos pesados, son 1 y 4 respectivamente. Veamos ahora la masa de los nucleones (protones, más neutrones): los nucleones son cosas harto diminutas, su masa promedio es de 1,673 × 10–27 kg cada uno y se necesitan alrededor de 6 x 1023 -un seis seguido de 23 ceros- de ellos para reunir la masa de 1.0 gramo. La masa de los inquietos electrones es de 9.10 x 10 -31, casi despreciable y poco contribuye a la presencia densa de la llamada materia, y más leve si nos sumergimos en los temas de la mecánica cuántica y los modelos atómicos de Schrödinger que describen al electrón por medio de una función de onda cuadrática de presencia probabilística en esta tan increíblemente fantasmal y enrarecida realidad. La clave de esta aporía radica en que la densidad del Universo no es absolutamente uniforme pero sí indicativa de que la evolución se encarga de llenar satisfactoria y convenientemente los espacios cósmicos con la materia y energía necesarias, en su debido tiempo, lugar y momento. Mientras tanto, la Nada Absoluta, muy del agrado místico del teólogo Meister Eckhart, (“ruego a Dios que me vacíe de Dios”) nos estimula a abrir la conciencia hacia niveles insospechados y nos invita a buscar con la mirada del espíritu y con reverencia inquisidora la presencia abarcante y luminosa del Hacedor de la Nada y del Todo. José Mejía Quito, 2 de noviembre de 2011