LA EPIGÉNESIS y LOS HABITANTES DE RAPANUI
Los libros sagrados hablan, con gran propiedad y sabiduría, que las razas son caminos de destrucción (y, según la teogonía Judeo- cristiana esotérica, son dieciséis). El ego, o Espíritu, para decirlo con más propiedad, es inmortal y eterno tiene que atravesar por casi todas ellas en su proceso evolutivo desde la impotencia a la omnisciencia, desde la nesciencia a la omnisciencia. La materia física, la Forma, se va reutilizando en función del aforismo científico de que “nada se crea ni se destruye, sino que todo se transforma”; esta última premisa tiene su rebatimiento desde la óptica de conocimiento esotérico y espiritual, dado el hecho que hay otra fuerza apenas conocida por la investigación y se trata de la Epigénesis, que es la actividad creadora del Espíritu, la palanca que usando la mente como apoyo logra que la Involución, se trastroque en Evolución. La Epigénesis, aquella cualidad general futura del ser humano y que es característica primordial y permanente del genio actualmente, que el ser evolucionante debe cultivar para convertirse en un Dios y que se ejerce en función del libre albedrío. De allí la necesidad suprema de la libertad en los sistemas políticos o en las sociedades organizadas. Se cree que todo lo que existe en el presente ya ocurrió o fue en el pasado y no es así, en razón de los nuevos esfuerzos y logros que esta fuerza creadora original genera.
Nosotros creemos que ésta, la originalidad, es la base real de la evolución, de otro modo la cadena de causas y efectos en función de la ley que la maneja obraría en forma repetitiva y la inercia se afincaría en los procesos. La Forma, se construye por evolución y el Espíritu la generó, la construyo e ingresó en ella por Involución y, mediante la Epigénesis, se articulan lentamente los mejoramientos que se ven por doquier y por ello, los hijos generalmente son mejores que su progenitores, pues algo más y mejor se aporta, tanto genéticamente como circunstancialmente, medioambientalmente, en términos extensos. Cuando por razones evolutivas la Epigénesis no actúa o queda inactiva, como podría ser el caso de los individuos de la Isla de Pascua y de otros grupos étnicos pasados y presentes, por aislamiento u otras circunstancias más complejas, la familia, la etnia, la nación o raza, cesa de evolucionar y comienza a decaer y degenerar, pues no se gestan causas nuevas, dinámicas, cualesquiera
que esas sean y que no obedezcan al pasado o que hayan sido impedidas de desarrollarse por la represión o la restricción al ejercicio del libre albedrío.
La mirada inquisidora, triste y anhelante de los habitantes pétreos de la isla de Pascua (Rapanui), semienterrados y estáticos como señal de la opresión brutal a sus energías represadas y que el aislamiento de sus otros hermanos planetarios ha producido, es dramática evidencia de la aniquilación epigenética que marcó la otra evanescencia de la estirpe Rapanui.
José Mejía R. Septiembre 28 de 2012