Monismo o dualismo de la filosofía rosacruz

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¿MONISMO O DUALISMO? Vislumbrar la naturaleza de Dios y del hombre es una tarea gigantesca y de enorme dificultad, dada la variedad de nombres que los diferentes investigadores y autores dan a Dios y cómo conciben al Absoluto, a la Esencia o Raíz Una Primigenia, al Gran Arquitecto de Universo o al Dios de nuestro Sistema Solar. Se dice que Dios es uno solo y que para encontrarlo, basta interiorizarse en el Yo Soy. Seguramente encontraremos puntos de tangencia, pero también caminaremos aparentemente divorciados, primordialmente por las diversas concepciones y grados de desarrollo consciencial y conciencial de cada persona. Por tanto, cualquier concepto que se emita, va a encontrar barreras para ser emitido con la claridad que se necesita y también plenamente comprendido. La jerarquización creacionista evolucionaria rosacruciana, para mi modesto punto de vista, no encaja en una concepción dualista. Simplemente es, se dispuso así, en razón de la dinámica desarrollada en eones y eones eternos de experiencia y en función de la profunda e insondable sabiduría del Plan Divino. Y la estructura septenaria del Universo conocido es la elegida y más idónea para su desenvolvimiento del mismo. Las doce jerarquías creadoras que han actuado en este esquema evolutivo se originan como producto de ese magnífico y formidable Plan Cósmico, 2


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siendo la décimo segunda, los espíritus virginales emanados en ese lejanísimo y Gran Día de Manifestación, si objetivamos la evolución de nuestra raza humana, con relación a nuestros planeta Tierra, la actual humanidad del Periodo Terrestre, la que nos privilegia y de la que somos parte. Ya sea que muchos entiendan al Universo como mental o espiritual y al ser humano como la única realidad, es una gran verdad que la evolución es la “historia del progreso del Espíritu en el Tiempo”… “siempre hacia arriba y hacia delante y para siempre”. Por tanto, la tarea del espíritu es la de desarrollar la conciencia desde la nesciencia hasta convertirla en divina omnisciencia, de impotencia a omnipotencia, a la omniabarcancia, para gloria y complacencia del Espíritu Universal en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. El Espíritu humano, en remotísima época involucionó a la materialidad y ahora evoluciona lentamente hacia la espiritualidad, siempre en función de las experiencias que se van recabando del mundo fenoménico, parte de la Obra divina, escenario maravilloso conformado por miríadas de seres de diverso grado de perfeccionamiento y consciencia, desde el mineral actual y otras expresiones inferiores, pasando por los otros reinos, hasta el vegetal y el animal, acompañado por las otras entidades de diverso grado de brillo y gloria, todos en evolución constante, todos inmersos en la Vida que emana del Ser Supremo, en el cual somos. Por tanto, de ninguna manera existe Dios independiente de su increación, entre ellos el espíritu humano. Es que el nombre de monismo reciben las posturas filosóficas que sostienen la cognición de que el universo está constituido por una única causa o sustancia primordial, del arjé o el arché de Tales de Mileto, la "fuente", "principio" u "origen". Los monistas materialistas, 3


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cuyo adalid es Demócrito, −muy del agrado de los científicos materialistas de la época presente y pasada− sostienen que todo se reduce a la materia, unos, y a la mente, otros, pasando por los espiritualistas del idealismo Hegeliano y el monista Leibniz que acuñó precisamente el término “mónada”. Sostener el concepto Dios, como una creación de la mente, como en varias partes de la literatura oculta se afirma, curiosamente se acerca a la concepción espiritualista o idealismo subjetivo de George Berkeley, el cual en su obra ‘A Treatise Concerning the Principles of Human Knowledge’, o simplemente “Tratado” en español, afirma que “esse est percipi” (ser es ser percibido), es decir, la realidad consiste en percibir o ser percibido. Solo existe una única realidad espiritual. Así, no tiene sentido afirmar la independencia de cuerpo o materia, lo ilusorio, puesto que todo es nuestra percepción. Nótese el cercano parentesco con la mencionada doctrina Advaita transmitida por el venerable gurú Shankaracharya, en el cual se inspiró probablemente Berkeley o, cambiando ligeramente los términos por el de la mente, con las afirmaciones del maestro Hindú Sri Nisargadatta, innegable influencia en otras corrientes del pensamiento espiritual no dualista de oriente, como el el sufismo, el taoísmo, el, zen, el tantrismo, y algunos cristianos místicos. Por otro lado, tampoco podemos hablar de dualista a los razonamientos que escribimos por nuestra parte, cuya fuente son la Filosofía de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel. Revisando apuntes y adaptándolos a lo que nos ocupa, podemos decir que esta doctrina de la dualidad afirma la existencia de dos principios supremos, increados, próximos, independientes, irreductibles y opuestos, las antípodas del bien y del mal, por cuya interrelación se concibe el origen y evolución del mundo (intensos conceptos éstos, muy cercanos, aunque apenas aceptados, como la esencia de 4


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algunas exégesis religiosas) y también, en un sentido más amplio, se relaciona con las doctrinas que afirman dos órdenes de ser esencialmente enfrentados, con más o menos drasticidad: por ejemplo, ser real y ser ideal, el mundo y Dios, materia y espíritu, razón y fe, naturaleza y don; preceptos físicos, como la satisfacción de las necesidades físicas y preceptos morales, como los conceptos axiológicos y morales del deber y de la libertad o cognitivos y activos como saber y querer, etc. Lo primero trata del dualismo en el sentido más estricto y usual del término, y se puede llamar dualismo teológico, como ya anotamos al avecindarlo con los conceptos religiosos maniqueos o gnósticos, (principios que había incorporado con fuerza en temprana etapa de su desarrollo teologal el doctor de la Iglesia Católica, San Agustín, para después desecharlos totalmente), los albigenses y cátaros, por ejemplo y en el segundo caso se puede hablar de un dualismo filosófico o metafísico, aristotélico, el que se opondría más bien, de manera insumisa al panteísmo y al holismo, más no al panenteísmo, que etimológicamente quiere decir: TODO en DIOS, pues conjuga la inmanencia y la trascendencia de Dios sobre el Universo y de cuyo núcleo participo con cierto entusiasmo. La filosofía que conocemos, estudiamos y practicamos se fundamenta en la creación evolucionaria, la que conjuga todas estas teorías y concepciones en una visión cosmogónica integral, coherente, lógica y amplia sobre los misterios del mundo y del universo y se basa en las investigaciones y conocimientos recibidos y comprobados por Max Heindel, preceptos que, sin ser la última palabra sobre muchos asuntos, el autor y nosotros creemos que las filosofías y demás indagaciones espirituales presentes y sobre todo futuras, seguirán los lineamientos principales esbozados en ellos, pautas que han sido entregadas al mundo occidental por los Hermanos Mayores, Hierofantes del conocimiento Universal a su 5


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mensajero escogido y fundador de la Fraternidad Rosacruz. Para su comprensión, práctica y convencimiento o aún para su rechazo, Max Heindel aconseja que sea preciso que el investigador haga por sí mismo las comprobaciones de lo que se afirma y aprendemos. Como nos dice él, es verdad que los métodos y desarrollo de la ciencia moderna son maravillosos. Pero la mejor manera de comprender los secretos de la Naturaleza, expresión de Dios, no es inventando instrumentos y esbozando teorías solamente, sino desarrollando al investigador mismo, el estudiante de estas verdades. Sus cualidades y poderes intrínsecos, expresados y desarrollados adecuadamente, son el “ábrete sésamo”, por así decirlo, para los buscadores de la Verdad, mediante esta transformación, lo que acertadamente se ha calificado como la realización personal, pero animada por propósitos muy definidos y a través de la palabra clave de esta metodología que es: Servicio, servicio altruista y trabajo constante en los vehículos del espíritu: Cuerpo Denso, Cuerpo Vital, Cuerpo de Deseos y Mente. Pero esto definitivamente no es suficiente, pues una persona puede ocuparse en forma decidida a cuidar la higiene de su cuerpo denso, ejercitarlo diariamente y nutrirlo eficientemente con alimentación correcta y pensando rectamente; con seguridad sensibilizará en alguna forma sus cuerpos etéreo y de deseos o astral, mas el desarrollo del espíritu, como sabemos, comienza verdaderamente con el trabajo en el cuerpo vital, cuya nota clave es la repetición constante y reflexiva de las verdades espirituales y la práctica firme de los grandes principios crísticos a efectos de separar los dos éteres superiores y construir el cuerpo-alma o el denominado vestido de bodas bíblico que nos servirá para los vuelos anímicos conscientes y voluntarios en los planos superiores.(1)

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Muchos ocultistas y místicos soslayan el valor primordial de los cuatro mundos en los que se desarrolla el Triple Espíritu o Ego, ora porque aquellos son considerados imperfectos, ora porque creen que son escenarios y motivo para que se gesten los errores, injusticias y dolor humanos, ora porque la realidad fenoménica o sensorial no es perentoria, en oposición al “espíritu que por definición es ilimitado e infinito y eterno” o porque es un obstáculo para la percepción y fusión o la unidad entre atman (Espíritu Humano) y Brahman (Dios) y un sinnúmero de otras razones. Y entonces, se desea, denodadamente, “limpiar cualquier noción de ‘Dios’ de todas las creaciones mentales que lo soportan”, para intentar alcanzar, como recompensa, cierto grado de iluminación. Esto probablemente conlleva intenciones auténticas y servirá de alguna manera al Ser, siempre y cuando esas ideas no provoquen error y no sean un lastre innecesario para su evolución e impida que las místicas semillas que el corazón piadosamente ha sembrado fructifiquen. Empero, si no existiesen estos mundos, en los cuales tenemos la oportunidad de equivocarnos y acertar, estancia vital en la cual estamos propensos a caernos y levantarnos, a sufrir y a gozar, espacio de instrucción en donde nos recreamos, aprendemos y crecemos, en esta escuela de la vida pletórica de experiencias y lecciones, sería una imposibilidad para el espíritu evolucionar y caminar de regreso, potenciado y con el deber cumplido, por decirlo así, en su peregrinaje hacia el Uno, su origen, convirtiéndose en un formidable obstáculo si siguiésemos todos, a rajatabla, los lineamientos que pregona la doctrina no dualista de Adi Shankara o la del gurú Nisargadatta, que sostienen y enseñan la ilusión de la diversidad de todas las cosas, muy a pesar de que es un hecho

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que ”todo reside y se sustenta en el Espíritu Universal, infinito, ilimitado y eterno que todo lo compenetra”. Imaginamos y anhelamos −con sobradas razones− mundos y paisajes celestiales y aspiramos a la unificación del Yo con el Todo, buscando aprehender la unidad de todas las cosas. Esto es absolutamente loable y confiamos que algún lejano día todos los seres humanos alcancemos la conciencia pictórica del futuro Período de Júpiter, privativo de muy pocos Hermanos en el presente. Pero la gran mayoría no puede entender todavía, cuánto trabajo y energía han sido necesarios usar y transformar, cuanto esfuerzo de amor infinito y de servicio ilimitado han puesto en la palestra cósmica miríadas de seres luminosos para haber podido llegar a este estado de cosas en la materia y haber podido construir los Cielos en general y el Sistema Solar, nuestra Tierra y los entes que la pueblan, en particular. Millones de millones de años, ciclos, períodos, edades infinitos, alboradas y noches cósmicas, creaciones y caos sin fin, que en la terminología hindú denominan Maha Yugas o la respiración de Dios, han sido necesarios para instaurar esta ‘ilusión de Brahma’. Y algunos mortales, en su deseo de liberación, cuestionan su valor, importancia y trascendencia, menguando esta santa, magna y amorosa Gran Obra. Mucho más podría decirse sobre todos estos temas que son de trascendente contenido, sin embargo rebasan el objeto y extensión de este ensayo. Redondeo uno de los pensamientos vertidos, citando unas frases que siempre atesoro sobre las que creo es necesario meditar: “El estudio cuidadoso que el ocultista presta a las características del Mundo Físico podría parecer superfluo si no mirara todas las cosas desde un punto de vista muy diferente al del materialista. El último 8


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solo reconoce tres estados de materia: sólido, líquido y gaseoso. Estos estados de materia son todos químicos porque derivan de los componentes de la Tierra. De esta materia química se han formado todos los cuerpos y formas, minerales, vegetales y animales, y, por lo tanto, esos cuerpos son tan químicos como las substancias que comúnmente se denominan así. Bien sea que consideremos la montaña o la nube que corona su cima, la savia de la planta o la sangre del animal, la telaraña, el ala de la mariposa o los huesos del elefante, el aire que respiramos o el agua que bebemos, todo está compuesto de las mismas substancias químicas. ¿Qué es, pues, lo que determina la conformación de esta substancia básica en las múltiples variedades de cuerpos y formas que vemos en torno nuestro? Es el Espíritu Uno Universal, expresándose a Sí mismo, en el mundo invisible, como cuatro grandes corrientes de vida en varios grados de desarrollo. El cuádruple impulso espiritual moldea la materia química de la Tierra en la variedad de formas de los cuatro reinos: mineral, vegetal, animal y humano. Cuando una forma o cuerpo ha llenado su propósito como vehículo de expresión para las tres corrientes superiores de vida, las fuerzas químicas desintegran esa forma de manera que la materia pueda volver a su estado primordial, haciéndose así apta para la formación de nuevos cuerpos. El espíritu o vida que moldea la forma como medio de expresión es, por lo tanto, tan extraño al material que usa, como extraño y personalmente independiente es el carpintero de la casa que construye para ocuparla. Como que todas las formas minerales, vegetales, animales y humanas son químicas, deben ser, lógicamente, tan muertas y desprovistas de percepción como lo es la materia química en su estado primitivo, y los rosacruces afirman que en efecto es así. Algunos hombres de ciencia dicen que hay percepción en todo tejido, muerto o vivo, perteneciente a cualquiera de los cuatro 9


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reinos. Incluyen en ello las substancias ordinariamente clasificadas como minerales en su categoría, como objetos capaces de percepción; y para probar esta afirmación exponen diagramas con curvas de energía que han obtenido en sus experimentos. Otros investigadores dicen que no hay tal percepción, ni aún en el cuerpo humano, salvo en el cerebro, que es el asiento de la percepción. Afirman que es el cerebro y no el dedo el que sufre cuando este último es herido. Los hombres de ciencia están, pues, divididos contra sí mismos, en éste como en otros puntos. La afirmación de cada contendiente es parcialmente cierta. Depende de lo que se entienda por percepción o sentimiento. Si significamos con ello una simple respuesta a los choques o impactos, tales como el rebote de una pelota de goma arrojada contra el suelo, es correcto, por supuesto, el atribuir tal percepción o sentimiento al mineral, a la planta y a los tejidos animales; pero si queremos indicar placer y dolor, amor y odio, alegría y tristeza, sería absurdo atribuir tales cosas a las formas inferiores de la vida, a un tejido orgánico suelto, a los minerales en estado nativo o al cerebro, porque tales sentimientos son expresiones del espíritu inmortal consciente de sí mismo y el cerebro es únicamente el teclado del magnifico instrumento en el cual toca el espíritu humano la hermosa y admirable sinfonía de la vida, de la misma manera que el músico se expresa en su violín. Así como hay personas que son incapaces de comprender que deben existir mundos superiores, así también hay otros que habiéndose relacionado ligeramente con los reinos superiores adquieren el hábito de menospreciar este Mundo Físico. Tal actitud es tan errónea como la del materialista. Los grandes y sabios seres que ejecutan la voluntad y el designio de Dios nos colocaron en este Mundo Físico para que aprendiéramos grandes e importantísimas lecciones, lecciones que no pueden aprenderse bajo otras condiciones, y es deber nuestro el emplear nuestro conocimiento de los mundos superiores para aprender lo mejor posible las lecciones que este mundo material puede enseñarnos. 10


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En un sentido, el Mundo Físico es una especie de escuela modelo o un laboratorio de experimentación para enseñarnos a trabajar correctamente en los otros, conozcamos o no su existencia, lo que prueba la gran sabiduría de los creadores de ese plan. Si no conociéramos más que los mundos superiores, cometeríamos muchos errores, errores que solo se harían patentes cuando las condiciones físicas se manifestaran ante nuestros ojos. Para ilustrar esto, imaginemos el caso de un inventor pensando en una nueva máquina. Primero la construye mentalmente, y la ve completa en su imaginación, realizando perfectamente el trabajo para el que está destinada. Luego la dibuja, y al hacerlo, quizás encuentre que es necesario modificar algo. Cuando después de dibujarla ha quedado satisfecho y cree su idea viable, procede a construir su máquina con los materiales apropiados. Es casi seguro que habrá necesidad de nuevas modificaciones antes de que la máquina pueda realizar el trabajo requerido. Puede hasta ser necesario variarla totalmente, o comprobarse de que en su forma actual es completamente inútil; y entonces habría necesidad de hacer otros planos nuevos y mejores. Pero nótese esto, porque aquí esta lo importante: el nuevo plan se hará para eliminar los defectos de la máquina inútil primitiva. Si no se hubiera construido una máquina material que hiciera evidentes los defectos de la ideación o concepción mental, la segunda idea apropiada no se habría conocido. Esto se aplica igualmente a todas las condiciones de la vida, sociales, mercantiles o filantrópicas. Muchos proyectos parecen excelentes a los que los conciben, y muchos siguen pareciendo buenos después de llevarlos al papel; pero cuando se experimentan en el terreno de la práctica, también son muchos los que fracasan. Esto, sin embargo, no debe desanimarnos. Es muy cierto que "nosotros aprendemos más de nuestros errores que de nuestros éxitos" y la verdadera luz a través de la cual debemos contemplar el Mundo Físico es considerarlo como una valiosa escuela 11


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experimental, en la que aprendemos lecciones de la mayor importancia. (…) (1) ___________________________________________________ (1) CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS.

En el actual grado de desarrollo, somos más deudores que acreedores y la única manera de pagar nuestras deudas es trabajando en la evolución de nuestro espíritu con la mejora de nuestros vehículos y la construcción del cuerpo-alma. Y eso lo lograremos mediante el servicio amoroso, altruista y desinteresado hacia los otros, que es el camino más corto, seguro y gozoso hacia Dios. Y además y no menos, el servicio sabio y recto para con esos otras unidades también increadas en el Uno, que constituyen las oleadas de vida que han seguido a la nuestra, a saber: los reinos animal, vegetal y mineral. Entonces podremos, de esta manera, conjugar a plenitud el Lema y Misión Rosacruz: Una mente pura, un corazón noble y un cuerpo sano y corroborar que “donde hay bondad, hay verdad” y percibiremos lo que verdaderamente significa el edicto del dulce Maestro, que proclamaba la doctrina de la Dispensación y del Amor, es decir, perdonar a nuestros enemigos, amar a Dios por sobre todas las cosas y amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos.

José Mejía R. 11 de Agosto de 2013.

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