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INTRODUCCIÓN

Este estudio tiene el propósito de ofrecer un marco de inteligibilidad de la situación de las familias con niños, niñas y adolescentes en Paraguay, dentro de las especificidades propias de la estructura social paraguaya y en sus articulaciones con los efectos directos generados por la pandemia de COVID-19 desatada durante el año 2020.

Ciertamente, la emergencia sanitaria ha habilitado un terreno –sinuoso y complejo– en el que las condiciones históricas y estructurales han adquirido nuevas formas o se han expresado en circunstancias tanto desconocidas como inesperadas. La investigación que desemboca en esta publicación ha permitido constatar que muchas de las necesidades y demandas durante el período de la pandemia, son producto de la crisis en el sector salud, por un lado, pero también en los sectores de la educación y la protección, por el otro, son deudas arrastradas en la sociedad resultantes de décadas de debilidad o incluso limitaciones del poder público.

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La estrategia de análisis se ha fundado en una lógica de la comparación. Primeramente, la estadística, que ha operado sobre frecuencias de ocurrencias y de series observadas en un contexto situado en los dos años anteriores al inicio de la pandemia y durante el año 2020. Seguidamente, la histórica, que ha llevado el análisis de las semejanzas y diferencias sobre configuraciones diferentes de grupos sociales y rasgos territoriales. Estas configuraciones constituyeron el escenario pertinente de los hechos observados. Ambas escalas se han nutrido tanto de información cuantitativa (en su mayor parte, con información oficial), como cualitativa (cuya serie ordenada y sistemática se ha construido a partir de entrevistas semidirigidas). Este marco analítico-metodológico ha sido desplegado en cinco localidades de estudio: los distritos de Mariscal Estigarribia, San Juan Nepomuceno, Santa Rosa del Aguaray, Villeta y Asunción (las primeras cuatro, localidades del proyecto de sistema de protección social ¡Vamos!).

Las actividades de investigación se han efectuado a través del análisis de casos, bajo una lógica comparativa, buscando identificar los riesgos propios del escenario de incertidumbre. En este sentido, se han observado tres principales riesgos unidos a los resultados del proceso educativo y a los efectos de la pandemia en el sector de la educación: el riesgo de la deserción y su vinculación con la virtualidad constrictiva, que urgió a las familias a implementar estrategias de contingencia, relativamente disímiles entre clases sociales. Asimismo, el paso de las clases escolares de la modalidad presencial a las clases de la modalidad virtual ha suscitado una restricción significativa de las condiciones de aprendizaje, lo que posiblemente generará un rezago sumamente marcado en el alcance de los objetivos curriculares esperados. Finalmente, la exigencia de un mayor involucramiento de las familias o, más específicamente, de los padres, en el proceso educativo de los estudiantes, ha generado una situación de densificación doméstica no exenta de dificultades para los diferentes grupos sociales. La dimensión de la atención y el esfuerzo puestos sobre el intento de evitar la propagación del COVID-19, ha generado una intensificación de la desprotección y la exclusión en poblaciones vulnerables. La medida sanitaria del distanciamiento físico ha provocado, debido a las condiciones sociales y económicas, un mayor distanciamiento social de los miembros de las clases sociales desfavorecidas. Los factores que han influido en la disminución de consultas en el período pandémico son tratados en el capítulo correspondiente al sector de salud. En éste se consigna, además, el modo en que la destinación de recursos y la reorganización institucional para el tratamiento de casos de coronavirus ha impuesto una segregación de las urgencias en cuyo marco la atención de enfermedades prevalentes ha quedado contraída. Al mismo tiempo, la agudización de las condiciones de vulnerabilidad ha activado redes de reciprocidad indirecta, antaño conocidas, las que han adquirido nuevas formas, aunque también conservado recurrentes potencialidades, en especial para el fortalecimiento del capital social. Este escenario de organización colectiva también constituyó, como podía preverse, un terreno fértil para los usos partidarios de la solidaridad.

Los sectores de la educación y de la salud hacen lugar a un último capítulo dedicado a la protección social. La superposición de vulneraciones es un rasgo característico de la población infantil y adolescente, especialmente de las clases sociales desfavorecidas. Por lo mismo, resulta claro en este abordaje que los tres sectores ofrecen una serie de evidencias sobre las cuales sentar las bases de una política de intervención e incidencia. En ese sentido, los riesgos identificados se centran en el aumento de la pobreza, producto de la suspensión de las actividades económicas y la reducción de los ingresos durante el periodo más estricto del confinamiento. Esto sumió a las familias de las clases sociales desfavorecidas en un terreno de incertidumbre y dificultad para asegurar el sustento alimen-

tario. El riesgo de la fragmentación social, por su parte, fue otro aspecto crucial del análisis, compuesto de dos rasgos: el apoyo institucional del Estado focaliza la asistencia de manera segregada y, muchas veces, bajo criterios clientelistas; en grupos específicos, esto termina desarticulando todo tipo de organización y acción colectiva, restando fuerza a las iniciativas de cooperación local. Por otra parte, la afrenta contra la integridad es un factor gravitante de vulnerabilidad, en el que las niñas y las adolescentes son víctimas estructuralmente, debido a las desigualdades de género. Los tres riesgos sintetizan condiciones de vida asociadas a vulnerabilidades concretas, erigidas sobre el terreno frágil de la pobreza, la precariedad y la exclusión.

Los hallazgos y resultados expuestos en el estudio plantean –sistemática y ordenadamente– una serie de elementos de análisis para la aprehensión de un proceso histórico-concreto: expresión del singular escenario de la pandemia de coronavirus, los riesgos y la vulnerabilidad se imponen en un contexto de incertidumbre, con escasos o incluso inexistentes mecanismos de previsión y actuación del poder público.

A propósito, las propiedades de la estructura social paraguaya permiten entender, desde una perspectiva diacrónica y sincrónica, las condiciones sobre las cuales la incertidumbre se constituye como un complejo esquema de vulnerabilidades que, ante la debilidad de las instituciones, supone la transferencia de los riesgos y sus costos a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Éstos, históricamente han soportado los embates más duros de las situaciones de emergencia con escasa capacidad de respuesta.

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