5 minute read

CAPÍTULO 2: MOMENTO BISAGRA ENTRE DOS NARRATIVAS

UNIVERSIDAD RICARDO PALMA Facultad de Arquitectura y Urbanismo Historia de la Arquitectura III

CAPÍTULO 2: MOMENTO BISAGRA ENTRE DOS NARRATIVAS

Advertisement

En este capítulo explicaremos principalmente la obra de dos arquitectos, que son justo personajes nexos dentro del ámbito de la arquitectura que empiezan a desafiar, sin dejar de ser parte del movimiento modernista, al mismo pensamiento modernista. La narrativa del hombre universal, racional, del estilo internacional empieza mostrar las falencias que siempre tuvieron, pero que debido a la gran aceptación de metadiscursos del hombre como concepto, no habíamos querido reconocer.

Alvar Aalto es un arquitecto finlandez, que durante años siguió la corriente modernista de sobriedad y universalidad. Sin embargo había un aspecto de su identidad que estaba luchando por salir a flote en la arquitectura. Era un hombre que se había criado viendo los extensos bosques finlandeses. Finlandia con una economía sostenida por este recurso natural había construido históricamente con pinos y abedules. Aalvar Aalto, incorpora la carpintería finlandesa a su arquitectura modernista, en un momento en el cual su identidad cultural luchó por mostrarse en su obra, y en un arrebato de nostalgia e íntima conexión por su naturaleza y su país, Aalto finalmente cedió.

Podemos ver este arrebato en su obra, rescato mucho la Casa Mairea, donde el arquitecto, construye una casa para la familia de uno de los empresarios madereros más importantes de Finlandia, y evoca el extenso bosque de su país dentro del hogar, en una serie de elementos verticales que estructuralmente no tienen sentido, pero espiritualmente sí. ¿Dónde quedó el menos es más de un Mies van der Rohe, de hace unos años? ¿Dónde cabía entonces, en este espacio, el hombre universal? Intuitivamente Aalto demanda a través de la arquitectura, identidad individual.

Fig 6. Casa Mairea, Finlandia; 1938, diseñada por Alvar Aalto.

UNIVERSIDAD RICARDO PALMA Facultad de Arquitectura y Urbanismo Historia de la Arquitectura III

Más conscientemente, tal vez, otro arquitecto modernista demanda esta misma identidad cultural e individual es Louis Isadore Khan. Irónicamente, un hombre que hasta el último de sus días luchó por descubrir su propia identidad, reflejó esta misma búsqueda de quien era, en su obra. Primeramente el nombre que eligió ni siquiera es su nombre de nacimiento, él es un refugiado judio originario de Estonia y nacionalizado estadounidense. Pronto descubrió que la arquitectura que se le había enseñado, ya no era vigente, pero le costó entender hasta bien entrados sus años cuál era el elemento que estaba frustrando la obra de sus colegas contemporáneos, incluyéndolo a él.

Kahn viajó por Europa en un tour que cualquier arquitecto con los recursos de ese entonces hacía para descubrirse como profesional y acreditarse como un arquitecto de mundo. En los registros de sus obras pintadas en acuarelas, se puede ver que las obras que le atraían, por algún motivo no eran las obras que los demás arquitectos estudiaban, como la Basílica de San Pedro, si no las obras vernáculas, de la gente común, o los edificios medievales de San Gimignano, que en sus apuntes el dibujaba como grandes rascacielos de Manhattan. No sabremos qué es exactamente lo que pasaba por su cabeza en ese entonces pero sí lo que concluyó años más tarde. La arquitectura no podía divorciarse de su raíz. Khan en su arquitectura siempre hizo énfasis, en realidad a la luz, pero fue de los primeros que puso sobre la mesa, en esta era moderna la necesidad de llevar nuestra historia con nosotros.

Fig 7. Indian Institute of Management, India; 1961, diseñada por Louis Kahn.

UNIVERSIDAD RICARDO PALMA Facultad de Arquitectura y Urbanismo Historia de la Arquitectura III

Esto lo podemos ver en casi todos los edificios de Khan, las sensaciones historicas, la monumentalidad y las regionalidades eran llevadas a su arquitectura. Me gustaría destacar dentro de sus obras al Instituto Indio de Administración, que al verlo da la sensación de que lo que ves no es un instituto, es un templo Indio transportado en el tiempo hasta la actualidad. Sin necesidad de parodiar elementos anecdóticos de India, por supuesto, el valor de la obra de Khan, es que supo transmitir la sensación y el espíritu del lugar (lo que más tarde definiría Aldo Rossi) a su obra, siempre con sus característicos elementos firma del mismo Khan, como los grandes vanos circulares.

Existe un punto de inflexión en el gran relato de la era del hombre, este ocurre en el marco de la Segunda Guerra Mundial, tan solo hace unas pocas décadas, las poblaciones habían sufrido su primera decepción frente a esta narrativa durante la gran guerra, y ahora resulta que emergió una guerra incluso peor que la anterior en materia de pérdida de vidas humanas y patrimonio. El pensamiento positivista de Comte no pudo prever los horrores que haríamos con la ciencia, la muerte que desatara nuestros propios progresos tecnológicos y de técnica, orientado a destruir vidas del mismo hombre conceptual. Este es el momento, según los expertos en que la visión positivista modernista y racional de despedaza. El filósofo alemán Theodor Adorno nos lo dijo en la siguiente cita:

“Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie.

CAPÍTULO 3: EL INDIVIDUO Y LA ARQUITECTURA COMPLEJA Y CONTRADICTORIA

Hemos cuestionado para este punto la narrativa moderna, el hombre universal y metadiscursos tanto fascistas como marxistas siguen presentes, pero ahora son un fantasma de lo que pudieron haber sido antes, hemos perdido fe en los sistemas. Hay un sentimiento persistente después de la segunda mitad del siglo XX. Decepción y desconfianza hacia instituciones, pudimos observar como un concepto como el hombre universal ha podido tergiversar con facilidad hacia personajes idolatrados. Hemos basado nuestra existencia en conceptos, en futurismos y en la razón. Pero ya no nos atrae la idea del hombre como idea. La realidad no es así de simple, es compleja y contradictoria.

El hombre no existe, la arquitectura no existe. Hemos roto con el gran relato para dar cabida a lo que Lyotard definió como pequeñas historias. Tiene sentido, hemos aceptado individualidades, no hay un consenso de pensamiento, no hay una sola identidad, somos diversos y cada quien tiene su propia verdad, cada quien tiene su propia razón. ¿Como entonces hablamos de la razón como una sola? No existe una sola razón, por lo tanto lo que existe es nuestra interpretación de nuestra razón. Recordamos y de pronto tiene sentido entonces cuando Picasso dijo “Yo no pinto las cosas como las

veo, pinto las cosas como las pienso

This article is from: