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El difícil descenso ......................................................................... 18

AL FILO DE LO IMPOSIBLE

Podía oír dos voces masculinas que deliberaban si amputar o no la pierna de alguien. Deben estar hablando de otro paciente, razoné. Un hombre delgado con bondadosos ojos azules se colocó detrás de mi cabeza, hablándome, diciéndome que contara hacia atrás, comenzando desde un ciento. Me puso una máscara sobre la boca y la nariz. En el último instante, miré de soslayo a un gran reloj que estaba en la pared: 7:00. Tres horas desde que ocurrió el accidente ... Mi dolor se fue disminuyendo. Sentí un dulce y suave alivio; y después no sentí nada más.

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Desperté en medio de la noche en la unidad de cuidados intensivos. El tubo que tenía en la nariz y que me llevaba oxígeno a los pulmones, quemaba como fuego. Eché un vistazo a las agujas que me habían puesto en el brazo y me encogí. Tenía la boca tan seca, que apenas podía hablar. -Agua ....

Desorientado, grité llamando a mi mamá. En vez de la voz de mi madre, escuché la de una persona extraña. -Todo está bien, Todd. Tu mamá está esperando aquí afuerita. Voy a llamarla. ¿Afuera? ¿Afuera de dónde? -¿Dónde estoy? -Estás en el hospital. Te han hecho una operación. ¿Recuerdas?

Hice un movimiento con la cabeza asintiendo: -Sí, recuerdo.

De repente, el recuerdo del accidente del bote vino violentamente a mi memoria. ¡Mis piernas!

Mientras un brazo estaba atrapado en un tablero que sostenía las agujas intravenosas, con la mano libre me toqué los muslos. ¡Ambas estaban allí! Aliviado, me recliné hacia atrás contra las almohadas. Todo está bien. ¡Todavía tengo las piernas!

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