El cielo a tu alcance

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PARTE II Las maravillas del firmamento

«El cielo se extiende como un océano colgado en lo alto, salpicado de islas de luz».

Lord Byron

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Las maravillas del firmamento

Notas de utilidad para sacar el máximo partido a esta segunda parte En esta parte del libro hacemos un recorrido estacional por el firmamento estrellado. Presentamos cómo se ve el cielo en cada estación del año y los objetos más representativos de cada una de ellas. También abordaremos algo poco habitual en las guías del firmamento que usan los observadores del Hemisferio Norte Terrestre: el cielo visible desde el Hemisferio Sur de la Tierra y los objetos más vistosos que podemos contemplar. La gran cantidad de ilustraciones que hemos incluido facilitarán la comprensión del texto y su puesta en práctica. En todos ellos mantenemos una misma estructura, que pasamos a comentar. Constelaciones importantes visibles en cada estación Tabla que siempre aparecerá al comienzo de la estación, junto con unas palabras de introducción que pretenden transmitir fundamentalmente ese entusiasmo y amor por el cielo estrellado que suele acompañar a los apasionados de la observación astronómica. Mapas representativos del cielo mirando al Norte y al Sur En ellos se muestra el firmamento tal y como se ve cuando miramos hacia el horizonte Norte y Sur, alrededor de las 12 de la noche (0 horas) de mediados del mes en que comienza cada estación (diciembre, marzo, junio y septiembre). Estos son válidos para un periodo de tiempo anterior y posterior al señalado. Sólo hay que saber que cada 15 días antes a la fecha indicada la visión sería 1 hora después y cada 15 días después a la fecha nominal la visión se correspondería con 1 hora antes. Están diseñados para una latitud media de 40º Norte, aunque pueden utilizarse entre los 35 y 45º N, que abarca toda la Península Ibérica. 101


La observación del cielo a tu alcance

Aspecto general del cielo Norte y Sur. Constelaciones Típicas Descripción general de la fisonomía del cielo mirando al Norte y al Sur, resaltando las constelaciones típicas de la estación. El texto se corresponde con los mapas representativos. Regiones de interés con los objetos celestes más llamativos En todas las estaciones hemos seleccionado los objetos más vistosos y asequibles para su observación, empezando por la zona norte del cielo, en las constelaciones circumpolares; es decir, aquellas que siempre permanecen visibles, como ya se explicó en la Parte I. Del resto del firmamento se han escogido varias regiones (que pueden abarcar una, dos o más constelaciones) en las que merece la pena detenerse por albergar interesantes objetos que harán las delicias de nuestra vista. Cada región tiene su mapa correspondiente (dibujo o fotografía) donde están las estrellas principales que conforman la figura de la constelación y alguna otra que también nos puede facilitar la búsqueda de los objetos seleccionados. Todos los objetos a observar que se citan en el texto, aparecen en los mapas con sus nombres en color amarillo. El nombre de algunas de las estrellas más brillantes de la constelación, así como el de las estrellas de referencia para localizar algún objeto, es de color blanco. En el encabezamiento de los objetos, a continuación de su nombre (que va en negrita) figura un simbolito indicador de con qué puede observarse: = Visible a simple vista = Visible con prismáticos = Visible con telescopio Cuando en un mismo objeto aparecen los tres símbolos significa que puede verse a simple vista, se aprecia bien con prismáticos y resulta espectacular a través del telescopio. Si hubiera dos o uno solo, querrá decir que será con lo que puede percibirse. En cada objeto se dice dónde está y/o cómo localizarlo, una breve descripción y alguna sugerencia en la observación. 102


Las maravillas del firmamento

Si un objeto concreto llevara delante el símbolo «diana» (), es que encierra alguna pequeña dificultad, no insalvable, a la hora de localizarlo o de detectarlo, bien porque tiene aspecto estelar o porque es muy difuso. Podríamos decir que se trata de un pequeño desafío para el observador. Pero estos objetos que necesitan de un poco más de esfuerzo para verlos, la satisfacción que producen es mucho mayor. Al describirlos usando el telescopio, muchas veces se habla de aumentos bajos, medios y altos. – Aumentos bajos consideramos hasta 40 aumentos (40x). – Aumentos medios están comprendidos entre 40 y 80 aumentos. – Aumentos altos son ya más de 80x. Los objetos presentados en esta guía son perfectamente visibles en telescopios: – Refractores entre 80 y 102 mm de abertura. – Reflectores entre 110 y 150 mm de abertura. Naturalmente si la abertura es mayor, mejor los veremos. En el caso de prismáticos, será suficiente con unos de 7x50 ó 10x50. Cualquier otro prismático de superior diámetro de lentes (por ejemplo 11x80), ofrecerá una visión más óptima del objeto. Nosotros, para la observación y descripción de los objetos reseñados, hemos utilizado telescopios refractores de entre 80 y 102 mm de diámetro y un reflector de 150 mm de abertura, ambos con buscador de 9x50. Eso sí, miramos por una amplia gama de oculares (desde 35 mm hasta 9 mm, algunos de gran campo), lo que nos permitió tener una visión del objeto a diferentes aumentos. Los prismáticos empleados han sido de 7x50 y 10x50. La inmensa mayoría de los objetos de cielo profundo propuestos, destacan lo suficiente como para verse con pequeños telescopios, incluso muchos con prismáticos. En aquellos pocos cuya búsqueda u observación puede resultar algo más difícil, se indicará oportunamente y hablaremos entonces de «retos» o «desafíos» para el observador. Animamos a intentarlo. Si lo logramos nos producirá una gran satisfacción. 103


PARTE I LA OBSERVACIÓN ASTRONÓMICA

«La diversidad de los fenómenos de la Naturaleza es tan grande y los tesoros que encierran los cielos tan ricos, precisamente para que la mente del hombre nunca se encuentre carente de su alimento básico».

Johannes Kepler


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Capítulo 1 Un poco de teoría antes de empezar

¿Qué es la bóveda celeste? Cuando salimos al campo y desde un lugar con horizonte amplio contemplamos las estrellas en una noche despejada, tenemos la impresión de estar inmersos en una especie de gran bóveda o «cuenco» en cuya superficie interior (la que nosotros vemos) están representados todos los astros. A ese «cuenco» imaginario sobre el cual se dibujan los astros lo llamamos bóveda celeste (o esfera celeste). Las estrellas que vemos en esa gran cúpula se disponen en un espacio tridimensional, situándose cada una de ellas a una distancia diferente de la Tierra y, por tanto, del observador. Sin embargo, al mirar al cielo nocturno, da la sensación de que todas ellas estuvieran proyectadas en esta esfera imaginaria y se hallaran a una misma distancia de nosotros. Esto, que es algo intuitivo y evidente a nuestros sentidos, resulta un modelo muy adecuado como sistema de referencia y es el que suele adoptar para representar los acontecimientos celestes. En la observación astronómica hay varios puntos y líneas (que están definidos sobre la esfera celeste) a los que continuamente nos vamos a referir. Dos de los más frecuentes son: • Horizonte. Es el círculo que obtenemos cuando nos fijamos en la zona donde la esfera celeste (el cielo) corta al plano en el que se sitúa el observador (el terreno sobre el que está asentado). En términos más cotidianos, es la línea en la que parece se junta la tierra con el cielo. • Cenit. Este punto se halla en la parte más alta de la esfera celeste, situado justo sobre nuestra cabeza y, por tanto, vertical al lugar de observación.


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Figura 1.1. La imaginaria esfera celeste rodeando a la Tierra. Parte de esa esfera es invisible al observador porque nos la oculta la Tierra, el planeta que tenemos bajo los pies. Por eso sólo podemos ver la semiesfera que se halla por encima del horizonte. Para el observador, todos los astros se proyectan en la bóveda celeste, aunque están situados a diferente distancia suya. También se ha señalado el horizonte y el cenit. (Pedro Arranz)

Las constelaciones La bóveda celeste se presenta plagada de estrellas repartidas de manera totalmente aleatoria. Las más brillantes llaman la atención de nuestros ojos y tendemos a trazar alineaciones entre ellas, llegando a esbozar ciertas formas. Ya los pueblos antiguos de la Tierra utilizaban las estrellas para imaginar con ellas figuras en el cielo que identificaban con animales, seres mitológicos u otro tipo de objetos. En aquellos tiempos las constelaciones eran el propio dibujo, sin existir límites definidos entre ellas (figura 1.2). A final de la década de los años 20 del siglo pasado, la Unión Astronómica Internacional (organismo director de los asuntos astronómicos) decidió fijar el número total de constelaciones en 88, definiendo exactamente el límite entre todas ellas. Desde entonces, las constelaciones pasaron a ser parcelas de cielo de diferentes extensiones con unos límites establecidos para, de este modo, poder estudiar mejor el firmamento y sus astros. Así como un continente está dividido en países en el que cada uno engloba ciudades y pueblos, el cielo se divide en constelaciones, cada una de ellas con sus estrellas y demás astros (galaxias, nebulosas, etc…). Por tanto, las constelaciones no tienen ningún significado físico; son sólo áreas de distinta extensión en las que se ha dividido el cielo para facilitar su estudio (figura 1.3). En nuestra cultura occidental han perdurado las constelaciones que los antiguos griegos imaginaron hace ya tres mil años. Otros pueblos ancestrales


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Figura 1.2. Arriba a la izquierda, la constelación de Orión según el atlas estelar de J. Hevelius (1690). A su derecha aparece la misma imagen pero trazadas las líneas con la que suele representarse, para que se aprecie mejor que la constelación está en sentido inverso a como realmente la vemos en el cielo (recuadros inferiores). Ello se debe a que Hevelius dibujó la esfera celeste observada desde el exterior. Véase también la ausencia de «fronteras» entre Orión y las constelaciones vecinas. (foto estrellas y dibujo líneas: Pedro Arranz).

(egipcios, sumerios, chinos, polinesios, etc.) inventaron otras constelaciones provenientes de sus mitologías que también han llegado hasta nuestros días y que se siguen usándose entre los descendientes de aquellos. Las estrellas de una constelación están muy separadas entre sí y también se hallan a diferentes distancias de nosotros, como ya se comentó en el apartado anterior. Su aparente cercanía o agrupamiento en un área reducida, se debe a que vemos todas ellas proyectadas sobre la bóveda celeste. Un ejemplo muy claro lo tenemos en la conocida constelación de Casiopea, tal y como bien puede apreciarse en la figura 1.4. Nomenclatura Existen tres formas de nombrar una constelación: • Mediante su nombre oficial, que es su denominación original en latín. • Con una abreviatura estándar, compuesta por 3 letras. • Utilizando la traducción al español.


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Figura 1.3 (1). La constelación de Orión y sus vecinas separadas por los límites impuestos por la Unión Astronómica Internacional. (Pedro Arranz)

Figura 1.3 (2). La constelación de Orión y sus vecinas delineadas con su figura característica pero sin sus fronteras (Pedro Arranz).

Figura 1.3 (3). Si a esas mismas constelaciones le quitamos también las líneas que forman su típica forma, cuesta mucho más determinar cual es cual. (Pedro Arranz)


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Figura 1.4. Estrellas de Casiopea y las distancias que nos separan de ellas (Pedro Arranz)

La constelación del Toro, por ejemplo, según estas denominaciones sería:

• Nombre oficial: Taurus • Abreviatura: Tau • Traducción: Tauro (o el Toro)

Al final de libro, en la sección de Tablas y Efemérides, hay una relación de las 88 constelaciones con sus diferentes denominaciones. En el ámbito profesional, así como en algunos libros y revistas especializadas, es frecuente emplear la denominación oficial de las constelaciones. La razón no es otra que la de unificar la terminología entre los astrónomos de diferentes países. Si un astrónomo de Estados Unidos y otro español hablan de Ursa Major, ambos sabrán enseguida de qué constelación se trata, mucho más fácil que si los dos utilizaran la traducción de sus respectivos idiomas. Entre los aficionados a la Astronomía se utiliza el nombre común o coloquial de la constelación. También en el presente libro usaremos la traducción española de las constelaciones, tanto en el texto como en los dibujos de la parte segunda.


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Asterismos Un asterismo es cualquier conjunto de estrellas que forme una determinada figura en el cielo y que no sea ninguna de las 88 constelaciones aceptadas por la Unión Astronómica Internacional. Por eso, es importante aclarar que un asterismo no tiene reconocimiento oficial por parte de la comunidad científica. Puede darse el caso de que un asterismo esté «inmerso» en el interior de una constelación, y sea más conocido que ella misma. Es el caso del Gran Carro , formado por 7 estrellas (llamadas: Dubhe, Merak, Phecda, Megrez, Alioth, Mizar y Benetnasch), y que está embebido en la constelación de la Osa Mayor.

Figura 1.5 (arriba) y 1.5 (dcha.). Normalmente a la Osa Mayor se la representa con las 7 estrellas típicas que forman el asterismo del «gran carro» o el «cazo» (figura de la izquierda). Pero además de estas, hay otras muchas estrellas que componen su estampa, como se ha dibujado en la figura contigua. Obsérvese también que el asterismo está englobado dentro de constelación formando solo una pequeña parte de la misma. (Pedro Arranz)


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También existen asterismos cuyas estrellas componentes pertenecen a diferentes constelaciones, como es el llamado Triángulo de Verano, integrado con las estrellas Deneb (de la constelación del Cisne), Vega (de la Lira) y Altair (del Águila).

Figura 1.6. El afamado asterismo del Triángulo del Verano. (Pedro Arranz)

Otros asterismos importantes del cielo son: • El Pequeño Carro, en la constelación de la Osa Menor • La «W» (o la «M») de la constelación de Casiopea • El Gran Cuadrado de Pegaso, en la constelación de Pegaso • La Tetera, en Sagitario • El Triángulo de Primavera, formado con las estrellas Régulo (de la constelación del León), Spica (de Virgo) y Arturo (del Boyero) • La Hoz de Leo, en Leo • La Piedra angular, en Hércules

Franja del zodiaco. Constelaciones zodiacales En la época de los griegos se determinaron las reglas del movimiento aparente del cielo, creándose los cimientos de lo que hoy es la Astronomía. A la órbita anual del Sol la llamaron Eclíptica, término proveniente del hecho de que únicamente en esta línea es donde se producen los eclipses. El Sol, la Luna y los planetas se desplazan por una franja del cielo situada 8,5º por encima y por debajo de la Eclíptica y que se bautizó con el nombre de Zodíaco (en griego «círculo de animales» ya que buena parte de las figuras del mismo representan animales).


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Figura 1.7. El camino aparente del Sol por el cielo (Eclíptica) atraviesa una serie de constelaciones denominadas zodiacales. (Pedro Arranz)

Esta banda de la bóveda celeste fue dividida en 12 regiones iguales de 30º que recibieron el nombre de «signos del Zodíaco», durando 30 ó 31 días cada uno de ellos. Son los archiconocidos: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. A cada signo le corresponde una determinada constelación, delante de la cual pasa el Sol a lo largo del año, y se denomina constelación Zodiacal. A diferencia de los signos, las «constelaciones zodiacales» no son todas del mismo tamaño, por lo que el Sol permanecerá mayor tiempo en unas que en otras (ver tabla). Cabe destacar que tarda sólo 8 días en atravesar Escorpión, mientras que emplea casi mes y medio en recorrer Virgo. Aunque se citan doce desde la antigüedad, a ellas habría que añadir una decimotercera constelación zodiacal: Ophiuchus (Ofiuco o Serpentario), situada entre las del Escorpión y Sagitario y por cuya parte meridional transcurre el Sol desde finales de noviembre hasta mediados de diciembre. 10


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Figura 1.8. Los signos del Zodiaco son las doce regiones de igual tamaño que componen la franja Zodiacal. (Pedro Arranz)

Figura 1.9 (1) y Figura 1.9 (2)-(siguiente página). La franja zodiacal con sus constelaciones. De Libra a Pises (arriba) y de Aries a Virgo (siguiente página). Todas tienen distinto tamaño y, por tanto, el Sol no tarda lo mismo en atravesarlas. Los días que emplea en cada una aparecen entre paréntesis. La línea amarilla representa la Eclíptica, es decir el sendero que sigue el Sol. (Pedro Arranz)

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CONSTELACIÓN ZODIACAL Pisces (Psc) Aries (Ari) Tauro (Tau) Gemini (Gem) Cáncer (Cnc) Leo (Leo) Virgo (Vir) Libra (Lib) Escorpión (Sco) Serpentario (Oph) Sagitario (Sgr) Capricornio (Cap) Acuario (Aqr)

DÍAS EN CADA UNA 37 25 38 29 21 37 44 23 8 18 36 27 23

Tabla con el número de días que permanece el Sol en cada constelación.

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IMPORTANTE RECORDAR SOBRE LAS CONSTELACIONES • En nuestros días, las constelaciones son parcelas de cielo, y por eso su tamaño es mayor que el dibujo que representan. Por tanto, todas contienen muchas más estrellas que las que se suelen utilizar para conformar sus figuras. • Cada constelación consta de una serie concreta de estrellas y astros de diversa naturaleza (siempre los mismos). Sólo las del Zodíaco, además, pueden albergar temporalmente dentro de su territorio al Sol, la Luna y a uno o más planetas. • Las estrellas que forman parte de una constelación están situadas a diferentes distancias unas de otras y también de nosotros.

Movimientos de la bóveda celeste Basta una o dos horas bajo las estrellas para darse cuenta de que todo el conjunto del firmamento nocturno parece girar ante nosotros, de una manera lenta pero continua (ya que este movimiento persiste durante el día). Pero el cielo estrellado no solo va cambiando con el transcurrir de la noche, también varía con los meses, de modo que a lo largo de todo un año podremos contemplar una gran variedad de constelaciones, muchas de ellas visibles únicamente en una estación determinada. ¿Cuáles son los 2 movimientos más importantes de la esfera celeste y el motivo que los provoca?. Movimiento Diario Por el día, y conforme pasan las horas, parece que el Sol se mueve por el cielo, cruzando la cúpula celeste de un lado al otro del horizonte. Durante la noche sucede el mismo efecto con las estrellas: toda la bóveda celeste, en su conjunto, parece rotar ante nosotros. En realidad, la esfera celeste permanece inmóvil. Lo que verdaderamente está moviéndose es la Tierra, que gira de Oeste a Este en 23 horas 56 minutos alrededor de un eje imaginario que la atraviesa por los polos (movimiento de rotación), provocando la sucesión de los días y las noches. Por eso, cuando miramos el cielo, nos parece que rota en sentido contrario a como lo hace la Tierra, es decir, de Este a Oeste. Algo similar se notaría si estuviéramos montados en un tiovivo giratorio: lo de afuera parece moverse en sentido contrario al que lleva el caballito sobre el que vamos. 13


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Figura 1.10. El movimiento de rotación terrestre explica la alternancia del día y la noche; es decir la presencia del Sol durante el día y de las estrellas durante la noche; así como el movimiento aparente del cielo de Este a Oeste (foto Tierras desde el espacio: NASA; composición y foto rastros estelares: Pedro Arranz)

En el Hemisferio Boreal del planeta, el eje de rotación apunta al llamado Polo Norte Celeste (o PNC), un lugar del cielo muy próximo a la estrella Polar. Mientras la Tierra gira sobre sí misma, dicha estrella permanece «casi» inmóvil en el cielo mientras que el resto describe circunferencias a su alrededor. Decimos «casi» porque la Polar también traza una pequeña circunferencia en torno al PNC, que aunque es imperceptible por el ojo humano puede captarse fácilmente en fotografía (figuras 1.11 y 1.12). En el Hemisferio Sur terráqueo no hay una estrella Polar a la que apunte el eje de la Tierra. La más cercana al Polo Sur Celeste se llama σ (sigma) del Octante y se trata de una débil estrella que apenas es perceptible a simple vista.

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Figura 1.11 (arriba) y Figura 1.12 (abajo) . Movimiento de giro en torno a la Polar de todo el conjunto del cielo. Con una cámara reflex sobre un trípode y dejando el obturador abierto durante varios minutos, podemos obtener fotografías como esta, donde se hace patente el movimiento circular de las estrellas alrededor de la Polar, que aparece como un diminuto trazo destacado en el centro de la imagen. (dibujo y fotografía: Pedro Arranz)

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LA ESTRELLA POLAR Y LA LATITUD Casi todo el mundo sabe que la estrella Polar indica el Norte geográfico, pero lo que quizá no sepan todos es que también nos da idea de la latitud geográfica en la que nos encontramos. La latitud es una de las coordenadas geográficas (la otra es la longitud) que sirven para fijar la posición de cualquier punto sobre la Tierra. En pocas palabras, podría definirse como la distancia que hay desde el Ecuador hasta un punto de la superficie terrestre, medida en grados. Segovia, por ejemplo, tiene una latitud de 41º18’. Pero si no disponemos de GPS, la estrella Polar nos puede ayudar a saber la latitud del lugar en el que estamos, porque la altura que alcanza la estrella Polar sobre el punto cardinal Norte es igual a la latitud del lugar de observación. Como consecuencia, la atura de la Polar sobre el horizonte será mayor o menor según el lugar de la Tierra desde el que observemos. Y además, el movimiento del cielo también variará. Exactamente desde el Polo Norte de la Tierra la Polar se situaría encima de nuestra cabeza; es decir, en el cénit. El resto de estrellas se moverían a su alrededor y trazarían trayectorias paralelas al horizonte.

Figura 1.13. Movimiento del firmamento desde el Polo Norte. (Pedro Arranz)

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Figura 5.1. Instrumentos ópticos que hemos utilizado para la observación de los objetos que se proponen en esta parte.

Saltando de estrella en estrella Son recuadros identificados con el icono «destreza» ( ) y se trata de mapas más detallados, indispensables para buscar objetos algo más complicados de localizar. El mapa estará acompañado por un texto que explica los pasos a seguir para encontrar el objeto en cuestión. Cuadros especiales Por ejemplo, la figura geométrica característica de la estación, importancia astronómica de algunos objetos, connotaciones curiosas sobre la observación, etc. Complementarán el texto de cada una de las estaciones con información adicional muy interesante, que en muchos casos será curiosa y de carácter práctico. Objetos de imprescindible contemplación En la última hoja de cada estación hay una tabla final con los objetos que no debemos dejar de ver. Aparece la constelación donde se encuentra, el tipo y nombre del objeto, y la manera con que puede verse. Además también lleva la página donde lo tratamos. 104


Capitulo 5 EL CIELO EN CADA ESTACIÓN DEL AÑO

PRIMAVERA

«Cuanto más lejos miramos en el cielo, más atrás nos trasladamos en el tiempo. La fragancia de la brisa primaveral nos envuelve con su abrazo, mientras contemplamos objetos cósmicos cuya luz ha viajado por el espacio durante millones de años. Pensar que son nuestros ojos la etapa final de su largo viaje, produce admiración y estremecimiento»

Pedro Arranz

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El cielo en Primavera

EL CIELO DE PRIMAVERA: UN VIAJE AL REINO DE LAS GALAXIAS CONSTELACIONES IMPORTANTES VISIBLES EN PRIMAVERA Circumpolares Zodiacales Típicas Otras Osa Mayor Cáncer Cabellera Berenice Hidra Osa Menor Leo Lebreles Cuervo y Copa Dragón Virgo Boyero Serpiente (cabeza) Casiopea Libra Corona Boreal Cefeo Hércules Cuando la estela plateada de la Vía Láctea invernal está a punto de retirarse de la colosal bóveda de los cielos, desde el Este hasta prácticamente por donde se oculta el Sol, abundan los grandes espacios abiertos, grandes ventanas que muestran la extraordinaria lejanía y dan acceso al reino de las galaxias. Las cándidas y aromáticas noches de primavera ofrecen una magnífica oportunidad de buscar esas lejanas semillas de luz esparcidas por los fértiles terrenos ocupados por el fiero león (Leo) y la bella mujer sembradora de granos de trigo (Virgo). Y mientras, las gemas de la corona del norte (Corona Boreal) se resguardan entre el mítico héroe que se afana por terminar sus doce trabajos (Hércules) y el guardián de bueyes (Bootes), con sus Perros de Caza, pastorea cerca de la única estrella que parece inmutable. Más abajo, la cabeza de la sideral Serpiente de mar reposa debajo del cangrejo (Cancer) y su intrincado cuerpo se alarga hasta el Cuervo. Llega la hora de mirar lejos para ver atrás en el tiempo. Es el momento del asombro por lo bello y la expectación por lo interesante; de la humildad por lo grandioso y la insignificancia por lo sobrecogedor. Vayamos al encuentro de esos cuerpos celestes que habitan en las profundidades del cielo, para dejar que su débil luz, tras una larga deriva por el espacio, impresione por unos minutos nuestra retina. 3


La observación del cielo a tu alcance

Figura 5P.3-Norte y 5P.3-Sur. Aspecto del cielo mirando hacia el Norte y hacia el Sur. Los mapas corresponden a: Mediados de marzo a las 23 horas TU. Mediados de abril a las 21 horas TU Mediados de mayo a las 19 horas TU. Mediados de junio a las 17 horas TU Nótese cómo ha variado el aspecto del firmamento a lo largo de la primavera: las constelaciones que a mediados de marzo se observan a medianoche, en junio ya no se ven porque todavía es de día. (Pedro Arranz)

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El cielo en Primavera

Aspecto general del cielo norte. Constelaciones típicas Mirando al Norte vemos a la Osa Mayor, cerca de la parte más alta del cielo; por tanto en la situación más favorable para su observación. Sus siete estrellas más brillantes dibujan ahora la imagen de un «cazo» boca abajo, aunque también se puede reconocer en ellas la figura de un «carro», nombre con el que popularmente se conoce a esta constelación. Debajo está la Osa Menor, otro carro más pequeño no tan fácil de distinguir porque es menos brillante. Para identificarla puede ayudarnos saber que siempre se dispone al contrario que la Osa Mayor; es decir, inclinada a la derecha y hacia «arriba» en los meses primaverales. Su astro más destacado es la Estrella Polar o Polaris, que indica el Norte. Casiopea se halla próxima a la línea del horizonte y tiene forma de una inconfundible «W». Entre ella y la Polar, ligeramente a la derecha, encontramos a Cefeo con aspecto de campanario o casa con tejado puntiagudo. Una forma de reconocer a esta constelación es imaginándose un reloj con centro en la Polar: Cefeo siempre ocupará la posición de una hora anterior a la que ocupe Casiopea. La cola del Dragón nace entre las dos Osas para extenderse después a su derecha y constituir su serpenteante cuerpo. Al final se encuentra la cabeza, representada por 4 estrellas que constituyen un pequeño cuadrilátero irregular. A la izquierda de las Osas hay una región donde se encuadran la Jirafa y el Lince, constelaciones bastante difíciles de distinguir debido al escaso brillo de sus astros

Aspecto general del cielo sur. Constelaciones típicas Por la zona suroeste, precediendo a Gemini, está la débil constelación de Cáncer. En medio de ella, todavía tenemos oportunidad de visitar el cúmulo del Pesebre, magnífico a pesar de presencia cada vez más próxima al horizonte occidental. La zona sur del cielo está dominada por LEO, cuya figura recuerda a un león tumbado, con las patas recogidas y la cabeza en forma de hoz. La estrella más brillante es Regulus o Régulo, situada en la parte delantera, seguida por Denébola, que encarna la cola del felino. A la izquierda y abajo del León aparece la constelación de Virgo como una enorme letra «Y» algo ladeada. De todas las estrellas que la componen sobresale Spica, la Espiga de Trigo, de tono blancoazulado. Sobre Virgo se halla la constelación de la Cabellera de Berenice, sin apenas estrellas sobresalientes pero con objetos de muy interesante 5


La observación del cielo a tu alcance

contemplación. Por encima encontramos otra pequeña constelación: los Lebreles o Perros de Caza, cuya estrella más brillante recibe el nombre de Cor Caroli. Al Este de ellas despunta el poderoso brillo anaranjado de Arcturus (o Arturo, como normalmente la solemos llamar), la estrella más luminosa del Hemisferio Norte Celeste y cuarta más brillante de todo el cielo. Pertenece a la constelación del Boyero, (el Conductor de Bueyes), y junto con ella hay otras cinco más que delinean un pentágono irregular y constituyen la típica figura de la constelación, la cual viene a ocupar prácticamente el cenit. A la izquierda del pentágono del Boyero visualizamos a la Corona Boreal, un semicírculo de estrellas en cuyo centro destaca la llamada Gemma o la Perla, y a Hércules, una constelación extensa pero con estrellas poco brillantes. Su parte central se compone de un grupo de cuatro débiles estrellas formando un cuadrilátero irregular justamente a la izquierda de la Corona. A poca altura sobre el horizonte Sur vemos la constelación del Cuervo y, a su derecha, la de la Copa. A pesar de que las dos ofrecen un aspecto cuadrangular, es el Cuervo la que alberga las estrellas más brillantes y, por ello, resulta más fácil de reconocer. Debajo de ellas se encuentra la Hidra, la constelación más extensa de todo el firmamento, que se distingue como una hilera de tenues estrellas desparramadas de Oeste a Este. Su cabeza reposa bajo Cáncer y la cola llega hasta Libra, lo que significa que puede verse desde final del invierno hasta comienzos del verano. Su estrella más luminosa recibe el nombre de Alfard, que significa «la Solitaria» y se localiza al Sur de Regulus (de Leo). Bajo la Hidra, y parcialmente oculta por el horizonte oriental, asoma una pequeña parte de la constelación del Centauro. Lo mencionamos porque rozando la línea del suelo, durante la primavera, puede ser contemplado durante escasos minutos el cúmulo globular Omega Centauri, todo un espectáculo para los habitantes del Hemisferio Austral y únicamente un extenso borrón de luz para los moradores del Norte. Y a la izquierda de Virgo, en la zona Sureste, sobresale por el horizonte la constelación de Libra, preludio del cielo estival dominado por la franja luminosa de la Vía Láctea.

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El cielo en Primavera

EL TRIÁNGULO DE PRIMAVERA El penetrante fulgor de la anaranjada Arturo atrae nuestras miradas casi sin darnos cuenta. Por sus alrededores no hay estrellas que resalten demasiado por su brillo, excepto Spica, de Virgo, y Régulus, de Leo. Con ellas tres podemos dibujar en el cielo la figura geométrica de un triángulo. Sería el Triángulo de Primavera, que destaca perfectamente en el cielo, aunque no sea tan conocido como el famoso Triángulo Estival al que nos vamos a referir durante el verano.

Figura 5P.4. Estrellas y constelaciones que configuran el «triángulo de primavera». (Pedro Arranz)

Regiones de interés en el cielo de primavera con los objetos celestes más llamativos Constelaciones circumpolares Galaxia NGC 2403 (JIRAFA) Justo a mitad de camino entre Dubhe y Merak de la Osa Mayor y las tenues estrellas β (beta) y 7 de la Jirafa, al lado de dos estrellas de la sexta magnitud. Se encuentra con cierta facilidad si desde Merak nos dirigimos a la estrella 23, visible a simple vista, y prolongamos una vez esa misma distancia. En telescopios reflectores de 13 cm de abertura se ofrece a modo de un manchón redondeado y difuso más brillante en su centro. Intentar verla a primera hora de las noches oscuras de abril y mayo, porque más avanzada la noche o la estación, estará más baja y, por tanto, en peores condiciones de observación. 7


La observaciรณn del cielo a tu alcance

Figura 5P.5. Dibujo de las constelaciones circumpolares y algunos de sus objetos mรกs sobresalientes. Se indica con una flecha discontinua la forma de encontrar la galaxia NGC 2403 partiendo de la estrella Merak. Los objetos de la Osa Mayor y el Dragรณn se muestran con mayor detalle mรกs adelante en las figuras de las pรกginas siguientes. (Pedro Arranz)

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El cielo en Primavera

DRAGÓN

Figura 5P.6. Fotografía de la constelación del Dragón donde se ha señalado la ubicación de su nebulosa Ojo de Gato (NGC 6543) y la estrella ν (nu). (Dibujo Pedro Arranz sobre fotografía de Ramón Delgado)

Estrella Doble ν (nu) La estrella menos brillante del cuadrilátero que representa la cabeza. Con prismáticos colocados en un trípode para que no tiemble la imagen, se resuelve en dos estrellas de similar brillo. Al telescopio se ven claramente separadas.  Nebulosa Planetaria NGC 6543 Situada entre ζ (zeta) y δ (delta), más exactamente a mitad de camino entre las parejas de estrellas paralelas 36-42 y 27-w. Aunque estemos en la zona, puede que nos pase desapercibida debido a que se manifiesta con apariencia casi estelar. Por ello, es fundamental buscarla primero con un ocular que no proporcione demasiado aumento y enfocar nítidamente las estrellas. Cuando nos parezca estar viendo una especie de minúsculo redondel difuso, como si fuera una estrella engrosada, podemos intensificar los aumentos para destacar mejor su apariencia nebular, manifestada como un brillante disco borroso. Se la conoce como la nebulosa Ojo de Gato. Es un pequeño reto que merece la pena afrontar. 9


La observación del cielo a tu alcance

OSA MAYOR

LA OSA MAYOR, ALGO MÁS QUE UN CARRO Todos asociamos las estrellas de la Osa Mayor con la figura de un carro o cazo porque es así como se la representa siempre. Sin embargo, la constelación abarca un espacio de cielo mucho mayor y tiene otras estrellas además de esas. Como puede verse en la fotografía, se ha resaltado la figura principal, pero también se ha dibujado el resto del cuerpo. En primavera, al estar muy alta en el cielo, se ve entera aunque con las patas «hacia arriba». En otras estaciones, algunos de sus astros quedarán debajo del horizonte y, sobre todo en otoño, solo aparecen en la parte inferior del cielo norte las estrellas que forman el carro; es decir, la clásica figura con la que es conocida la Osa Mayor. También se ha señalado la Osa Menor, así como la localización de la Polar a partir de las dos estrellas del extremo del carro.

Figura 5P.7. La constelación de la Osa Mayor no es solamente el famoso carro con la que se suele representar. Es más grande y, como puede verse en esta fotografía, si unimos con líneas algunas de sus otras estrellas brillantes, completamos el resto de su cuerpo, que en primavera está con las patas «hacia arriba». También aparece la figura de la Osa Menor y la forma de localizar la Polar a partir de las estrellas del extremo del carro. (dibujo: Pedro Arranz; Fotografía: Ramón Delgado)

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El cielo en Primavera

Está muy elevada y por tanto es el momento idóneo para observar sus objetos, principalmente galaxias. Entre los más destacados están:

Figura 5P.8. Constelación de la Osa Mayor con sus objetos más llamativos (Pedro Arranz)

Estrella Mizar La del medio de la cola. A simple vista se distingue junto a ella otra más débil llamada Alcor. La pareja Mizar-Alcor es famosa por ser una de las pocas visibles a ojo desnudo. Cualquier prismático las separa claramente. Galaxia M 101 Dirigirse desde Mizar hacia la estrella 83 que se ve a simple vista y prolongar una vez esa distancia. Es grande pero de luminosidad baja, por eso solo se ve como un manchón difuso. Intentar apreciar algún detalle. Galaxias M 81 y M 82 (OSA MAYOR) Una de las formas más empleadas para su localización es alargar la diagonal que une las estrellas Fecda y Dubhe. M 81 aparece al telescopio como un pequeño óvalo grisáceo, mientras que M 82 tiene aspecto alargado. Ambas caben en el mismo campo. 11


Capitulo 5 EL CIELO EN CADA ESTACIÓN DEL AÑO

INVIERNO

«La vertiginosa bóveda celeste invernal sobrecoge el espíritu de quien la contempla. Un escalofrío recorre el cuerpo al elevar la mirada y contemplar la negrura implacable del cielo rota por el brillo punzante de brillantes astros desparramados al azar. Si nuestra alma es poseída por tales sensaciones... habremos quedado prendados para siempre por la majestuosidad del cielo del invierno».

Cesar González 1


El cielo en Invierno

EL CIELO DE INVIERNO: LOS TESOROS DE LAS NOCHES FRÍAS CONSTELACIONES IMPORTANTES VISIBLES EN INVIERNO Circumpolares Zodiacales Típicas Otras Osa Mayor Aries Auriga Liebre Osa Menor Tauro Orión Unicornio Dragón Gemini Can Mayor Popa Casiopea Cáncer Can Menor Cefeo

Un gran silencio caracteriza las transparentes noches invernales de observación. La imponente bóveda estrellada se engalana con relucientes gemas que nos guiñan su fulgor desde la lejanía, conformando un paisaje cautivador. Nuestras retinas quedan impresionadas por las impresionantes estampas que siluetean brillantes estrellas: el gigante cazador celeste (Orión)que a orillas del largísimo río sideral (Eridano), con la Liebre a sus pies y seguido de sus Canes, mira al formidable Toro guardián de las ninfas astrales. Y como testigos imperturbables, los hermanos gemelos (Gemini) y aquél animal legendario de un solo cuerno (Unicornio). Al contemplar este panorama estelar, una mezcla de sensaciones zarandea nuestro interior: por un lado el sentirnos insignificantes frente a tanta inmensidad; por otro, la alegría de ser espectadores privilegiados de tanta belleza. Vayamos al encuentro de tantas reliquias cósmicas de distinta naturaleza que harán las delicias de nuestra vista ávida de infinito. Dejémonos seducir por lugares donde están naciendo nuevas estrellas, zonas donde se apelotonan cientos de astros formando verdaderos enjambres estelares, o regiones en las que reposan los restos de estrellas que murieron de forma violenta hace muchos miles de años... Su contemplación seguro que no va a dejarnos indiferentes. 3


La observaci贸n del cielo a tu alcance

Figura 5I.1-Norte y Figura 5I.1-Sur. Aspecto del cielo mirando hacia el Norte y hacia el Sur. Los mapas corresponden a: Mediados de diciembre a las 23 horas TU. Mediados de enero las 21 horas TU Mediados de febrero a las 19 horas TU. Mediados de marzo: a las 17 horas TU

N贸tese c贸mo ha variado el aspecto del firmamento a lo largo del invierno: las constelaciones que a mediados de diciembre se observan a medianoche, en marzo se poco despu茅s de ocultarse el Sol. (Pedro Arranz)

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El cielo en Invierno

Aspecto general del cielo norte. Constelaciones típicas Mirando al Norte veremos a la Osa Mayor en posición vertical y con la cola dirigida hacia el suelo. A su izquierda encontramos la Osa Menor. Partiendo de su principal estrella, la Polar, el resto cuelga de ella y se ladean ligeramente hacia la otra Osa. Con cielo oscuro podremos distinguir las 7 estrellas que configuran el «pequeño carro», tres de ellas bastante débiles. Casiopea va descendiendo hacia el horizonte noroeste y dibuja con sus estrellas una figura que recuerda a la letra «E» mayúscula, que con el paso de las semanas irá tornándose en letra «W», su típica configuración primaveral. Aún podemos mirar con prismáticos los racimos estelares que abundan en esta región atravesada por la Vía Láctea, así como el magnífico Doble Cúmulo de Perseo. Algo más abajo está Cefeo que tiene forma de campanario o de casita con tejado puntiagudo, en esta época con la base enfilada al suelo. Una forma de reconocer a esta constelación es imaginándose un reloj con centro en la Polar: Cefeo siempre ocupará la posición de una hora anterior a la que ocupe Casiopea. A la derecha de Casiopea y por encima de las Osas hay región donde se encuadran la Jirafa y el Lince, constelaciones difíciles de distinguir debido al escaso brillo de sus astros. La cabeza de la constelación del Dragón, compuesta por 4 estrellas de brillo desigual que forman un pequeño cuadrilátero irregular, está prácticamente tocando el horizonte norte. El resto de astros de su serpenteante cuerpo se dirigen hacia Cefeo para entremezclarse entre las dos Osas.

Aspecto general del cielo sur. Constelaciones típicas Mirando al Sur, a media altura sobre el horizonte, sobresalen las estrellas de la magnífica constelación de Orión, la más representativa del invierno y, posiblemente, la más conocida y admirada de todo el cielo. Se compone de un rectángulo con tres estrellas alineadas en su interior de similar brillo conocidas como las «Tres Marías». Una estrella rojizo-anaranjada, llamada Betelgeuse, marca el hombro izquierdo de este famoso cazador de la mitología griega. Rigel, otra estrella más reluciente aún, representa el pie derecho. A los pies de Orión yace la curiosa constelación de la Liebre, una especie de trapecio irregular distinguible sin dificultad desde lugares oscuros. A su derecha, o sea hacia el Suroeste, hay una amplia región ocupada por el Eridano, una constelación caracterizada por la ausencia de astros brillantes. Por encima de Orión reposa la constelación, de Tauro visible como una enorme letra «V». Cerca de su vértice luce con tono rojizo su estrella 5


La observación del cielo a tu alcance

Aldebarán, rodeada por un manojo de astros, también en forma de «V» pero más pequeña, que forman parte del cúmulo abierto de las Híades. Sobre ellas y a la derecha tenemos a las Pléyades, inconfundible grupito de estrellas muy próximas con forma de pequeño cacito. Hacia el Oeste todavía están las constelaciones de Aries, el Triángulo y Andrómeda con su gran galaxia, aunque la ya cercana presencia del horizonte nos impedirá verla con la grandeza de los meses otoñales. Debajo de Orión, a la izquierda, salta poderosamente a la vista Sirio, la estrella más brillante de todo el cielo nocturno y que al no alcanzar demasiada altura sobre el horizonte siempre muestra un hipnótico centelleo unido a múltiples cambios de tonalidad (ver página XX). Pertenece a la constelación del Can Mayor. A su izquierda aflora una parte de la constelación de la Popa, que por encontrarse sumergida en el interior de la Vía Láctea ofrece interesantes aglomeraciones estelares. El otro perro, el Can Menor, pasaría totalmente desapercibido si no fuera porque contiene la refulgente estrella Proción, situada al Este de Betelgeuse. Entre ambos canes transcurre el tenue resplandor del Camino de Santiago y en esa zona se aloja la constelación del Unicornio cuyas estrellas parecen formar una «W» , aunque más abierta y mucho más débil que la de Casiopea. A la izquierda de Tauro nos encontramos a Gemini, de nombre castellanizado «Los Gemelos» o bien «Géminis», que es el término más utilizado para referirse a esta parcela celeste con forma de rectángulo. Sus cabezas vienen marcadas por las brillantes estrellas Cástor y Pólux. Y más al Este, es decir a la derecha, aparece Cáncer, una constelación muy tenue pero que contiene el llamado Pesebre, uno de los cúmulos más bellos del cielo. El cenit lo domina la constelación de Auriga, reconocible por la disposición pentagonal que toman sus principales estrellas, sobre las que destaca Capella, de tonalidad blancoamarillenta.

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El cielo en Invierno

Regiones de interĂŠs en el cielo de primavera con los objetos celestes mĂĄs llamativos Constelaciones circumpolares

Figura 5I.4. Dibujo de las constelaciones circumpolares y algunos de sus objetos mĂĄs sobresalientes. (Pedro Arranz)

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La observación del cielo a tu alcance

EL FABULOSO HEXÁGONO DEL INVIERNO Figura 5I.3. Estrellas y constelaciones que configuran el «hexágono de invierno». (Pedro Arranz)

El firmamento invernal regala a nuestros ojos el incesante y poderoso brillo de un buen puñado de estrellas. Resaltan intensamente sobre el fondo negro que tapiza la bóveda celeste, estimulando de tal manera al sentido de la vista que con ellas formamos caprichosas figuras geométricas. Lo mismo que en primavera y verano veíamos dos enormes triángulos y en otoño un gran cuadrado, durante el invierno, en la parte central del cielo nocturno parece dibujarse el llamado Hexágono del Invierno. Los vértices de este figurado hexágono vienen marcados por Aldebarán, Rigel, Sirio, Proción, Pólux y Capella, que son los astros más brillantes del Tauro, Orión, Can Mayor, Can Menor, Geminis y Auriga, respectivamente. La estrella anaranjada Betelgeuse, perteneciente a Orión, se sitúa casi en el centro del grandioso hexágono sideral. Merece la pena que, bien abrigados, disfrutemos sin prisa de las grandes maravillas que engalanan este marco incomparable de la bóveda estrellada.

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El cielo en Invierno

Estrella Polar (OSA MENOR) Se puede localizar a partir de la Osa Mayor, prolongando cinco veces la distancia que separa la estrella Merak de Dubhe.

Figura 5I.5. Localizar la Polar es muy fácil a partir de la Osa Mayor. Sólo hay que alargar 5 veces la distancia que va desde Merak a Dubhe, las estrellas del extremo del carro. Cada trozo de línea discontinua que lleva a la Polar representa esa distancia. (Dibujo de Pedro Arranz sobre foto de Ramón Delgado)

Estrella Mizar (OSA MAYOR) La estrella central de la cola; o sea de la vara del carro. A su lado debe verse sin ayuda óptica otra estrella más débil llamada Alcor. Cualquier prismático las separa claramente. Galaxias M 81 y M 82 (OSA MAYOR) Prolongando una vez la distancia entre las estrellas γ (gamma) y α (alfa) de la Osa Mayor. Van ganando semana a semana altura en el cielo y su contemplación es cada vez más favorable. M 81 aparece al telescopio como un pequeño óvalo grisáceo, mientras que M 82 tiene aspecto alargado. Ambas caben en el mismo campo. 9


La observaci贸n del cielo a tu alcance

Figura 5I.6. Una buena manera de encontrar las galaxias M 81 y M 82 es alargar una vez la diagonal del carro entre la estrella Phecda y Dubhe. (Pedro Arranz).

Figura 5I.7. Las galaxias M 81 y 82 de la Osa Mayor a trav茅s de un peque帽o telescopio.(Pedro Arranz y Ram贸n Delgado)

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El cielo en Invierno

Cúmulo Abierto M 52 (CASIOPEA) En línea con las dos estrellas del extremo superior de la figura. Emplear el aumento necesario hasta ver individualizar algunas estrellas de esta densa aglomeración. Cúmulo Abierto NGC 457 (CASIOPEA) Se ve con prismáticos como una especie de nubecilla pegada a una estrella muy próxima al palote superior de la «E» de Casiopea. El telescopio lo resuelve completamente en estrellas. Por la curiosa disposición de sus componentes, muchos astrónomos aficionados lo llaman el «cúmulo de E.T.» (ver otoño). Estrella µ (mu) de CEFEO Próxima al centro de la base de la casita con la que se dibuja la constelación. Fue denominada la «Granate» por brillar más o menos con ese color. El telescopio nos mostrará la llamativa tonalidad que presenta.

TAURO Y AURIGA TAURO y AURIGA poseen un nexo de unión común: la estrella Elnath, que aunque señala un cuerno del Toro, se «presta» a la constelación de Auriga para que mantenga su figura característica. Cúmulo Abierto de las Híades Extenso conjunto de estrellas de distintos brillos que se desparraman hacia la derecha de Aldebarán con aspecto de «V». Como mejor se contempla es a simple vista o prismáticos. Detenerse en los diferentes colores que muestran sus estrellas y las parejas que forman algunas. Aunque la anaranjada Aldebarán aparece dentro del cúmulo y marca un extremo de la V, no pertenece al mismo ya que se ve ahí sólo por perspectiva. Cúmulo Abierto de las Pléyades o M 45 A la derecha de las Híades. Soberbio grupito de estrellas dispuestas en forma de pequeño cacito del que se aprecian claramente 6, aunque si la noche es oscura y se tiene muy buena vista pueden distinguirse hasta 8. Dado su enorme tamaño, solo se ven al completo a simple vista o con binoculares. Percibir diferencias de luminosidad y la tonalidad general que presentan. Si se mira con telescopio, usar mínimo aumento. 11


La observación del cielo a tu alcance

Figura 5I.8. Fotografía de las Hyades. El círculo representa 7º, aproximadamente el campo que abarca unos prismáticos de 7x50. (Pedro Arranz sobre foto de Ramón Delgado)

Figura 5I.11. Parcelas celestes de Tauro y Auriga con sus objetos más destacados. El cúmulo abierto de las Pléyades se ha ampliado para mostrar mejor la visión que ofrecen los prismáticos. (Pedro Arranz)

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La observación del cielo a tu alcance

SALTANDO DE ESTRELLA EN ESTRELLA Tres caminos distintos para llegar a las galaxias M 81 y M 82 Figura 5P.9. Tres formas distintas de encontrar el par de galaxias M 81 y M 82 de la Osa Mayor. Se han representados con flechas de colores diferentes, a las que se ha asignado un número que indica donde se inicia y a dónde lleva. (Pedro Arranz)

1. Prolongando una vez la separación entre las estrellas Fecda y Dubhe, situadas diagonalmente en la caja del carro. Posiblemente sea el método más empleado, pero no quiere decir que sea el que más éxito tiene la primera vez que se intenta. 2. Alargando una vez y media la distancia que separa las estrellas φ (phi) y υ (úpsilon), que se ven a simple vista a la izquierda del carro. Siguiendo este camino se suele acertar con ellas en las primeras tentativas. 3. Partiendo desde υ (úpsilon) hasta el trío σ1 – σ2 y ρ (sigma1, sigma2 y rho) y después dirigiéndose hacia la derecha, pasando por la estrella 24. Es el más laborioso, ya que vamos saltando de estrella en estrella, pero resulta el más eficaz.

Figura 5P.10. Visión de la zona de las galaxias M81 y M82 a través de unos prismáticos 7x50 o el buscador del telescopio con las estrellas más brillantes que pueden verse. Dejando al trío estelar sigma1 y 2 y rho en un borde, en el opuesto aparecerán las galaxias, quedando casi en medio la estrella 24. (Pedro Arranz)

Si utilizamos prismáticos, en un borde del campo podremos ver este trío de estrellas y en el opuesto encontraremos ambas galaxias.

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La observación Astronómica

Capítulo 2

Vamos a observar el cielo

Preparando la observación astronómica La observación del cielo nocturno requiere la elección de un lugar adecuado donde instalarse, una noche propicia para mirar y un equipamiento necesario que llevar. Lugar de observación: Debe ser una zona oscura, alejada de todo tipo de luz artificial para poder apreciar perfectamente la plenitud del cielo estrellado. Cuanto más alto nos encontremos, mejor. En los valles y terrenos bajos suele condensarse la humedad, que empañará los elementos ópticos de los telescopios e impedirá observar correctamente los astros. Procurar que el terreno esté libre de vegetación (hierba, arbustos, árboles, etc) o exista muy poca, para que así se forme menos humedad. Sería ideal, además, que pudiéramos tener un horizonte amplio que nos permita ver la mayor extensión posible de firmamento. Noches propicias para observar el cielo: Aquellas que presenten un cielo limpio y transparente, sin nubosidad alguna. Y dentro de éstas, las mejores son: – Las de Luna Nueva (es decir, cuando nuestro satélite no aparece en toda la noche) porque su intenso brillo sólo permite contemplar las estrellas más refulgentes, enmascarando el de las más débiles. – Cuando la Luna tiene poca fase creciente. Podemos mirar con el telescopio la propia Luna hasta que se oculte, y después continuar con la observación, ya sin luz que interfiera la visión de todos los cuerpos celestes. 47


La observación del cielo a tu alcance

– Cuando la Luna tiene poca fase menguante. Hay tiempo suficiente para observar una buena cantidad de astros antes de que salga por el Este, ya muy avanzada la noche. Luego, incluso, podemos también ver la Luna, que siempre nos resultará espectacular.

Las noches de Luna Llena o las inmediatamente anteriores y posteriores son las peores para contemplar el cielo estrellado, dado que hay excesiva luminosidad. En la Parte IV, página XX, pueden consultarse las fechas de lunas llenas y nuevas. Equipo imprescindible: Ropa. Va a depender de la estación del año: Invierno – Lo mejor es ir «forrando» nuestro cuerpo con diversas capas de ropa de abrigo que sea transpirable y fina, pero mantenga el calor. – Es fundamental el uso de un buen gorro (o pasamontañas), unos guantes o unas manoplas (las hay que permiten tapar o destapar los dedos a conveniencia) y un calzado adecuado (botas de trekking o après ski, por ejemplo) ya que por la cabeza, las manos y los pies se pierde mucho calor, y estas zonas hay que mantenerlas especialmente abrigadas. – También conviene proteger nuestra garganta con una buena bufanda o un calientacuellos (conocido como braga).

Figura 2.1. En las noches otoño-invernales de observación, es imprescindible tener la cabeza cubierta con un gorro, las manos provistas de guantes, los pies aislados del suelo por unas botas con suela gorda y un buen abrigo. (Pedro Arranz)

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Otoño y primera mitad de Primavera – Se recomienda llevar la misma equipación que para invierno, ya que las noches pueden llegar a ser bastante frías. – Es mejor que nos sobre ropa a que nos falte. En el coche no estorba. Verano – Es muy aconsejable llevarse algún jersey, chaqueta de chándal o forro polar. Aún siendo verano, las noches suelen ser frescas en el campo. Comida y bebida – Imprescindible incluir la cena (algún bocadillo es lo más cómodo). – Los frutos secos (o el chocolate) son muy socorridos porque proporcionan energía instantánea y, por tanto, calor. – Llevar siempre alguna botella de agua, no importa que haga frío o calor. – En verano puede incluirse algún zumo o bote de refresco (preferentemente que contenga cafeína). – En otoño-invierno, un termo con caldo, café o té bien caliente nos reconfortará sobre todo si estamos algo destemplados por el frío. – Y por supuesto, de alcohol… ni una sola gota.

Figura 2.2. Refrescos, zumos, bebida caliente y un bocadillo para cenar siempre deben formar parte de nuestro equipaje. (Pedro Arranz)

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Linterna de luz roja – La luz roja es la que menos afecta a la visión nocturna. En tiendas de astronomía venden linternas específicas con LED1 de luz roja cuya intensidad puede regularse. – También con cualquier linterna normal podemos conseguir este tipo de luz. Tan solo habremos de pintar la bombillita con laca roja de bombillas o adaptar una pantallita de cartón cubierta por papel celofán o plástico de color rojo. No olvidar unas pilas de repuesto. – Otra posibilidad es usar una linterna para la cabeza (frontal), que podemos encontrar, por ejemplo, en grandes superficies comerciales. Es muy útil y cómoda porque nos dejará las «manos libres». El único pequeño inconveniente es que al venir con dos LED blancos y uno rojo, debemos tener cuidado cuando accionemos el selector de la luz.

Figura 2.3. Apréciese la linterna con LED rojo acoplada a la cabeza del observador. (Pedro Arranz)

Planisferio celeste y cartas detalladas del cielo – Un planisferio celeste (ver capítulo 3) es muy útil, sobre todo en los comienzos, cuando todavía no conocemos bien el cielo. – Los mapas o cartas pormenorizadas nos pueden facilitar la búsqueda de estrellas y cuerpos celestes. – También podemos llevar un libro de consulta, que bien podría ser éste. 1 LED = Light Emitting Diode o diodo emisor de luz

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La observación Astronómica

Figura 2.4. Mesa de trabajo con todo lo necesario para la observación: mapas, planisferio, cuaderno de notas, etc. (Pedro Arranz)

Instrumentos ópticos – Unos prismáticos son muy prácticos, aunque también llevemos telescopio. – Con el telescopio no debemos olvidar los oculares, el trípode, la montura y todos los accesorios necesarios para su buen funcionamiento. – Una cámara fotográfica. Siempre habrá alguna foto que merezca la pena intentar hacer. Tampoco está de más incluir en el equipaje, si es posible, algunos útiles como: Silla o taburete plegable, mejor regulable en altura. Hará que nuestras observaciones, consultas y anotaciones sean más cómodas. Mesa plegable. Además de facilitar también nuestro trabajo, servirá de soporte para tener a mano una buena parte (o todo) lo necesario para desarrollar nuestra observación. Cuaderno de campo (u hojas en blanco) para hacer anotaciones, porque es bueno registrar todo aquello que observemos, especialmente las impresiones que nos causa. Para ello, lógicamente, necesitaremos algún bolígrafo, que tampoco debemos olvidar llevarnos. También conviene incluir un par de lápices de distinta dureza y un difumino por si acaso hacemos algún dibujo. Teléfono móvil con la batería cargada. Tenerlo siempre encendido por si tuviéramos que usarlo para llamar o para atender la llamada de algún familiar o amigo que necesita comunicar con nosotros por cualquier motivo. 51


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LA OBSERVACIÓN DEL CIELO, MEJOR EN COMPAÑÍA Por mucho que nos apasione la Astronomía observacional, cuando salgamos al campo por la noche para disfrutar de la contemplación del firmamento estrellado, mucho mejor que estar solos es rodearse de otras personas que también estén interesadas en esta afición. Las razones son diversas: – Nuestros compañeros podrán ayudarnos ante cualquier tipo de incidencia que pueda ocurrir. – Permanecer a solas por la noche en campo abierto llega a impresionar y seguramente nos sentiremos intranquilos. – Enriquece compartir conocimientos y experiencias con otras personas mientras se está observando el cielo. – El regreso a casa se nos hará más llevadero si nos acompaña alguien en el coche y nos da conversación mientras conducimos.

Figura 2.5 (1) y 2.5 (2). Instantáneas de los preparativos de unas veladas de observación astronómica. Es preferible observar el cielo el compañía. (Pedro Arranz)

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La observación Astronómica

Comenzando la observación astronómica. Orientación Siempre que sea posible, procuraremos llegar al lugar de observación con el Sol todavía por encima del horizonte porque, además de disfrutar del paisaje, nos facilitará las siguientes tareas: Situar nuestro coche de manera adecuada pensando en la partida, (sobre todo si no tenemos intención de estar muchas horas), con el fin de no molestar a los compañeros que deseen quedarse más tiempo. Aprovechar la luz natural para montar el telescopio y dejar el resto del equipo preparado. Repasar el programa de observación, con todo lo que deseamos contemplar esa noche. Una agradable cena entre amigos, mientras finaliza el crepúsculo, antes de pasar a la acción. Una vez asentados y ya con todo dispuesto, antes de comenzar debemos estar seguros de cual es la posición que tienen los puntos cardinales en nuestro lugar de observación. Esto lo podemos determinar contemplando la puesta de Sol o, si ya es de noche, utilizando la estrella Polar. Orientación usando la puesta de Sol El Sol siempre se pone por un lugar del horizonte cercano al punto cardinal Oeste. Si estamos mirando hacia él, detrás nuestro se situará el punto cardinal Este, a la derecha el Norte y a nuestra izquierda, el Sur.

Figura 2.6.. Mirando a la puesta de Sol, a la derecha se sitúa el Norte y a la izquierda el Sur. A nuestra espalda quedará el Este. (Pedro Arranz)

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Orientación mediante la Estrella Polar Como ya vimos en el capítulo 1, al tratar los movimientos de la bóveda celeste, el eje de rotación terrestre apunta hacia la Estrella Polar, permaneciendo fija en el cielo boreal mientras que el resto de estrellas describe circunferencias a su alrededor. La Polar se mantiene en el mismo sitio del cielo a lo largo de toda la noche y durante todas las noches del año. Y como marca el Norte, es una especie de faro perpetuo que siempre ayuda a orientarnos en la noche. Solo tenemos que bajar perpendicularmente hasta el horizonte y justo ahí se halla el punto cardinal Norte. Por tanto, si estamos mirando a la Estrella Polar de cara, ya sabemos que tenemos el Norte enfrente, el Sur a la espalda, el Este a la derecha y el Oeste a la izquierda. Y si no sabemos cual es, localizarla es muy fácil. Metodo de búsqueda de la Polar mediante las estrellas de la Osa Mayor 1. Localizar la constelación de la Osa Mayor, cuyas 7 estrellas principales componen la célebre figura del «Gran Carro». 2. Fijarse en las dos estrellas que forman el extremo de la «caja» del carro, que se llaman Merak y Dubhe. 3. Trazar desde Merak una línea que la una con Dubhe y prolongarla unas 5 veces.

Es importante tener presente que cuando miremos a la Osa Mayor a primeras horas de la noche, su posición va a ser diferente en cada estación del año. Así pues, como la figura va cambiando de orientación, puede que al principio no la reconozcamos de inmediato. Pero enseguida nos percataremos de su presencia, aunque se halle en situaciones contrapuestas, como es en otoño (que está próxima al horizonte) y en primavera (que se ubica muy alta en el cielo y boca abajo). Este tema se abordará en la Parte II, cuando describamos el cielo visible mirando al Norte en cada una de las estaciones. También incidiremos nuevamente en la posición de la Osa Mayor y la localización de la Polar.

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Figura 2.7. La Estrella Polar marca el Norte. Para encontrarla, hay que prolongar 5 veces las distancia entre Merak y Dubhe, las estrellas del extremo del carro de la Osa Mayor. (Pedro Arranz)

Una vez orientados y sabiendo cómo se moverá el cielo desde nuestro punto de observación, algo que ya se reseñó en el capítulo 1, podremos comenzar a disfrutar de la contemplación del firmamento.

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LOS ENCANTOS DE LA PUESTA DE SOL: EL CREPÚSCULO Cuando se oculta el Sol no se hace de noche de golpe. En el crepúsculo, el firmamento se colorea de unas delicadas tonalidades encarnadas (rojizas, rosáceas, carmesíes...) que muy gradualmente van desapareciendo hasta dar paso al cielo negro tachonado de estrellas. ¿Por qué se producen los crepúsculos? ¿Cuál es la causa última que los origina? La respuesta es la atmósfera de la Tierra, que está formada por infinidad de capas de aire que envuelven a nuestro planeta, y tiene la capacidad de difundir la luz del Sol en todas direcciones. Cuando éste se sitúa alto sobre el horizonte, la atmósfera dispersa muy bien los tonos azules, por eso el cielo adquiere esa tonalidad. Cerca del horizonte, ya sea en la puesta o en la salida del Sol, el tono predominante del cielo es el rojizo. Una vez que el Sol se ha ocultado por debajo del horizonte, las capas altas de la atmósfera difunden la luz que aún les llega del astro rey y, por eso, desde la superficie todavía contemplamos el firmamento teñido por una gran variedad de tonos cálidos. Debido al movimiento de rotación terrestre, el Sol cada vez va ocultándose más y más bajo el horizonte y así la atmósfera va perdiendo la capacidad de difundir su luz. Llega un momento en que toda luminosidad remanente del crepúsculo desaparece, la noche ya es cerrada, y por fin se pueden contemplar las estrellas en todo su esplendor. Acabamos de describir cómo se produce el crepúsculo vespertino (al atardecer). El matutino sigue los mismos pasos, pero al revés. La duración del crepúsculo varía según la latitud en la que nos encontremos y la época del año. Para latitudes comprendidas entre los 25º N y los 45º N, por ejemplo, la mayor duración de los crepúsculos se produce durante los meses de junio y julio. Los astrónomos distinguen varias fases en ellos, según lo separado que se sitúe el Sol del horizonte: Crepúsculo civil. – El Sol está 6º por debajo del horizonte. – Hay luz suficiente como para realizar actividades cotidianas (leer esta guía, por ejemplo). – Sólo son visibles los planetas y las estrellas más brillantes.

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Crepúsculo náutico. – El Sol se sitúa 12º por debajo del horizonte. – Si nos encontramos en un lugar costero no seremos capaces de distinguir la línea divisoria entre el cielo y el mar. – Se hacen visibles las principales estrellas que dibujan la figura de las constelaciones.

Crepúsculo astronómico. – El Sol permanece 18º por debajo del horizonte. – Toda luz crepuscular ha desaparecido completamente. – Ya se contemplan las estrellas más débiles visibles a simple vista.

Figura 2.8. Los colores adquiridos por el cielo después de la puesta de Sol, antes de una sesión de observación astronómica. (Pedro Arranz)

Cómo medir fácilmente distancias angulares en el cielo Cuando estamos observando, a veces nos entra la curiosidad de saber, por ejemplo, la distancia en grados que hay entre dos estrellas o cuanto trozo de cielo ha recorrido una estrella fugaz, o lo separado que está un planeta de la Luna, e incluso la altura que alcanza un astro cuando culmina sobre el punto cardinal Sur. 57


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Existen aparatos dedicados exclusivamente a realizar tales mediciones que se emplean a nivel profesional, por lo que no suelen estar a disposición de los aficionados. Pero no importa, ya que con nuestra propia mano y de una forma sencilla, podemos averiguarlo. El método es muy simple porque tan solo hay que extender el brazo y dependiendo de lo que deseemos medir, utilizar la mano entera o los dedos, según la siguiente tabla: La mano abierta: El puño cerrado: Dedos índice, anular y corazón: Dedo pulgar: Dedo meñique:

20º 10º 5º 2º 1º

Lógicamente, estas medidas son aproximadas, entre otras cosas porque cada uno tenemos las manos de un tamaño diferente.

Figura 2.9 y 2.10. Con el brazo extendido, nuestra mano nos ayudará a estimar separaciones angulares entre distintos astros, por ejemplo, la distancia existente entre las estrellas de algunas constelaciones. (Pedro Arranz)

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ACOSTUMBRA TUS OJOS A LA OSCURIDAD A lo largo de esta guía haremos bastante hincapié en la aclimatación de nuestros ojos a la oscuridad, ya que es una cuestión primordial para una buena observación astronómica. En condiciones de muy baja luminosidad, como así ocurre cuando observamos el cielo por la noche en el campo, la pupila del ojo va dilatándose paulatinamente con el fin de permitir el paso de la mayor cantidad de luz posible. Al cabo de 40-45 minutos de ininterrumpida oscuridad, se habrá dilatado plenamente y nuestros ojos podrán captar los astros más débiles. Para conservar esta sensibilidad visual hay que mantener la oscuridad durante toda la observación. Si, por ejemplo, abrimos el coche para mirar o coger algo y se enciende la luz del interior, nuestra pupila se cerrará y tendrá que pasar otra media hora larga hasta que se abra de nuevo al máximo y se adapte perfectamente a la oscuridad. Tengámoslo en cuenta y, si el vehículo lo permite, desconectemos las luces internas. Por tanto, es muy importante, permanecer a oscuras durante toda la observación, y si necesitamos consultar algún mapa o tomar notas, hemos de utilizar una linterna de luz roja.

Figura 2.11. Estando en el campo por la noche observando el cielo, si queremos iluminar algo, solo debemos utilizar una linterna de luz roja. (Pedro Arranz)

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La observación del cielo a tu alcance

Las estrellas siempre se ven como puntos, pero no todos los puntos son estrellas Cuando finaliza el crepúsculo, el firmamento se presenta ante nosotros en toda su inmensidad. Y lo primero que constatamos es que se ven estrellas, muchas estrellas. Las estrellas son inmensas bolas de gas incandescente que brillan con luz propia gracias a la ingente cantidad de energía que generan en su interior debido a procesos nucleares (más concretamente reacciones de fusión nuclear). Están tan lejos que desde la Tierra se aprecian como puntos luminosos de diferentes tonalidades que centellean continuamente. Podemos pensar que, aunque a simple vista las estrellas únicamente se ven como puntos de luz, con telescopios muy potentes se podría distinguir su disco. Pero no es así: ningún telescopio de los existentes en la actualidad, ni siquiera por medio de los más grandes que hay en los principales observatorios de la Tierra, sería capaz de apreciar tamaño en las estrellas. Y todo ello a pesar de que muchas de ellas poseen tamaños muy superiores al de nuestro Sol, aunque claro, las primeras están separadas de nosotros por formidables distancias. Por tanto, con telescopio o sin él, siempre vamos a ver las estrellas como puntos. Así que, conformémonos con apreciar su brillo y color. Más adelante, dentro del presente capítulo, nos referiremos de nuevo a las estrellas para presentar aspectos tales como su brillo, titilación y color, y conoceremos también la manera de nombrarlas. Una mención especial merecen las denominadas estrellas dobles, campo de trabajo al que se dedican muchísimos aficionados. Una estrella doble es un sistema compuesto por dos estrellas, una girando en torno a la otra, ligadas por la fuerza de la gravedad. En muchas ocasiones se da el caso de que el conjunto está formado por tres o más estrellas. Unas cuantas dobles pueden resolverse con prismáticos, pero la gran mayoría de ellas necesitarán del uso del telescopio para separar sus componentes. Cuando decimos «resolver» nos referimos a pasar de ver un punto de luz a contemplar dos puntos de luz muy próximos usando cualquier instrumento óptico (prismáticos o telescopios). Debemos señalar que muchas de las estrellas dobles que observamos no están ligadas por la gravedad, de modo que no existe interacción alguna entre ellas. Si las vemos muy próximas entre sí es únicamente por efectos de perspectiva, y por eso se las suele conocer como «pares de perspectiva». Es el caso, por ejemplo, de la célebre estrella Mizar, situada 60


La observación Astronómica

en la cola de la Osa Mayor, que tiene a su lado otra estrella algo más débil llamada Alcor, y que pueden separarse incluso a simple vista. Pero esto es un poco lo de menos ya que, sobre todo al principio, lo importante es disfrutar con su mera contemplación. Simplemente el verlas separadas, vislumbrar su color y apreciar la posible diferencia de brillos, produce gran satisfacción. En la Parte II describiremos las dobles más conocidas y espectaculares que pueden divisarse en el firmamento en cada estación del año.

Figura 2.12. La estrella central de la cola de la Osa Mayor tiene una estrellita prácticamente pegada. Pero su proximidad es solo aparente debido a un efecto de perspectiva. (César González)

Las estrellas se muestran como de puntos diferente intensidad luminosa, pero no todos esos puntos que vemos son estrellas. Hay algunos, muy pocos, que saltan a la vista, llamando de inmediato nuestra atención. Son los planetas, que se distinguen en el cielo por: – Brillar intensamente como puntos luminosos que no centellean – Moverse con el paso del tiempo entre las constelaciones del Zodiaco Trataremos ampliamente la observación de los cuerpos del Sistema Solar (planetas, Sol, Luna, estrellas fugaces y cometas) en la parte III de esta guía. 61


La observación del cielo a tu alcance

Figura 2.13. Las estrellas aparecen como puntos con distinto grado de luminosidad. Los planetas también son puntos de luz muy destacados, como el de la parte superior izquierda de esta imagen que corresponde a Júpiter. (Pedro Arranz)

¿Qué otros astros podemos ver en el cielo nocturno? Además de estrellas, planetas, y, por supuesto, la Luna, también podemos contemplar: Cúmulos Abiertos (también llamados «cúmulos galácticos») Son conjuntos formados por varios centenares de estrellas jóvenes ligadas por la fuerza de la gravedad que han nacido en una misma nube de gas y polvo (nebulosa). Resultan muy interesantes de observar porque son muy variados en cuanto a tamaño, brillo, concentración y forma. En muchos casos, el modo en el que se disponen sus estrellas recuerda alguna figura concreta que será su particular seña de identidad. 62


Capitulo 9

EL SOL: MUCHA PRECAUCIÓN El Sol es una estrella igual a cualquier otra que podamos ver durante la noche. La única diferencia es que el Sol es la estrella más cercana a nuestro planeta y por eso podemos disfrutar de toda la energía que nos proporciona en forma de luz y calor. Una luz tan intensa que nos impide ver las demás estrellas durante el día. Si pudiéramos montarnos en una nave espacial y alejarnos rápidamente de la Tierra comprobaríamos cómo el Sol iría haciéndose cada vez más pequeño y menos brillante, hasta que llegado a un punto determinado lo confundiríamos con cualquiera de las estrellas observables a través de la ventanilla. Entonces ya dejaría de ser «nuestra estrella» y pasaría a convertirse solo en una más entre los miles de millones que pueblan la galaxia que habitamos. El tamaño del astro rey es gigantesco: tiene un diámetro de 1.400.000 kilómetros y un volumen 1.300.000 veces mayor que el de la Tierra. Está separado de nuestro planeta por 150 millones de kilómetros. Esa distancia, combinada con su diámetro, motiva que el tamaño aparente del disco solar en el cielo sea de medio grado angular (30 minutos de arco) que, curiosamente, coincide con el de la Luna. Esta casualidad cósmica es la que nos permite disfrutar de los impresionantes eclipses de Sol.

Figura 9.1. El Sol y la Tierra a escala. (NASA/JPL-Caltech/R.Hurts (SSC))

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La observación del cielo a tu alcance

Al igual que todas las estrellas, la nuestra obtiene la energía gracias a las reacciones nucleares de fusión que continuamente están produciéndose en su el núcleo, su región más interna donde la temperatura alcanza varios millones de grados. Desde el núcleo, la energía atraviesa varias capas por el interior solar hasta llegar a la fotosfera (o «esfera de luz»), cuya temperatura es de aproximadamente 5.500º C. Podría considerarse como la superficie aparente del Sol y en ella se dan casi todos los fenómenos que podemos ver con instrumentos ópticos. Debido al movimiento de rotación, el poderoso campo magnético del Sol sufre fuertes retorcimientos en la fotosfera que ocasionan la aparición de las manchas solares. Se trata de zonas de la superficie que están a una temperatura menor que el resto, mostrando por ello un aspecto más oscuro. En algunas ocasiones también surgen las fáculas, áreas en este caso algo más brillantes que el resto de la superficie. Encima de la fotosfera se halla la cromosfera, que viene a ser la «atmósfera» del Sol. En ella se producen, debido a la actividad magnética solar, las llamadas fulguraciones y protuberancias. Las primeras son enormes explosiones de gas muy energéticas, mientras que las segundas se forman cuando gas muy caliente «cae» a la fotosfera dando el aspecto de un arco de fuego apoyado en la superficie. Estos dos fenómenos no son visibles mediante telescopio, a no ser que esté provisto de un filtro especial al que nos referiremos más adelante.

¡¡Atención!! mirar al Sol es muy peligroso si no se toman las precauciones debidas Nunca hay que observar el Sol directamente, ni aunque esté entre nubes o una niebla espesa, sin un filtro de protección homologado No mirarlo a simple vista nunca ni siquiera durante un segundo. Tampoco mirar su imagen reflejada en agua, espejos, superficies metálicas, etc. Jamás enfocar al Sol ni a sus cercanías con prismáticos. Nunca dirigir el telescopio o el buscador del telescopio hacia el Sol o sus inmediaciones. ¿Por qué no hay que mirar al Sol sin la protección adecuada? El Sol es una poderosa fuente de energía que está bastante cerca de la Tierra. Incluso mirándolo a simple vista es capaz de producirnos graves daños oculares. Los prismáticos y telescopios (por pequeños que sean), al amplificar la imagen también incrementarán la energía, agravando las lesiones y provocándolas en menos tiempo. 8


El Sol

¿Qué daños puedo sufrir en mis ojos? Importantes lesiones corneales y retinianas, principalmente quemaduras en la retina (produciéndose un punto ciego en el lugar del daño), o hasta una ceguera permanente. La retina es la zona del ojo encargada de recoger la luz proveniente del mundo exterior y enviarla al cerebro para que así podamos «ver». Es muy sensible, de modo que si se quemara por mirar directamente al Sol, quedaría inservible para siempre.

 Por tanto, solo debemos mirar directamente al Sol si lo hacemos de forma segura, con la protección adecuada.

¿Cómo puedo observar el Sol de forma segura? Remarcamos, y no nos cansaremos de hacerlo, que es peligrosísimo para nuestros ojos la observación del Sol sin tomar antes las debidas precauciones, como usar filtros protectores homologados o proyectar la imagen solar. Dada su enorme importancia, vamos a desarrollar más ampliamente estas maneras seguras de observar el Sol. Filtros para el objetivo Se acoplan en la parte delantera del instrumento óptico que vayamos a utilizar (prismáticos, buscador, telescopio, objetivo fotográfico) y deben cubrir completamente todo el diámetro del objetivo, asegurándolo bien para que no se caiga. Hay varios tipos: De cristal óptico – Son caros, pero los más seguros y de mejor calidad. – Las partes ópticas (ocular, objetivo, espejo) no sufren calentamiento. – Dan una imagen del disco solar naranja – amarillenta.

Figura 9.2. Filtro solar de cristal óptico acoplado al objetivo de un telescopio. El buscador lleva un filtro tipo Mylar (Pedro Arranz)

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De polímero negro metalizado – No tienen precio elevado y la visión ofrecida es bastante buena. – La imagen será de color naranja, muy natural. – Es flexible y se adquiere en láminas por lo que, con un poco de maña, podemos adaptarlo a tubos de todos los diámetros. – Debemos tener la precaución de no rayarlo. De tipo Mylar – Muy barato, de calidad aceptable y se vende por metros, con lo que también podemos adaptarlo a prismáticos, buscadores o telescopios de cualquier abertura. – Es un papel con un aluminizado especial que hay que revisar con detenimiento para que no tenga poros o arañazos. – Mejor poner una doble capa (dos láminas superpuestas). – El Sol muestra una tonalidad blancoazulada, de aspecto metalizado.

Figura 9.3. Filtro de polímero negro colocado en la abertura del telescopio, y filtro Mylar adaptado a la parte delantera del buscador. (Pedro Arranz)

Figura 9.4. Filtros solares para el objetivo y una imagen del Sol tal y como se ve por cada uno de ellos. (Pedro Arranz)

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El Sol

Figura 9.5. Tapa superior de un telescopio refractor con su orificio (tapado, destapado y con un filtro Mylar. (Pedro Arranz)

La tapadera para la boca del tubo de casi todos los telescopios viene con un orificio que a su vez tiene su propia tapita. Cuando vayamos a observar el Sol, en vez de quitar la tapadera para que su luz entre por todo el tubo, podemos dejarla puesta y hacer que sólo penetre por el pequeño orificio que hay en ella y al que habremos acoplado alguno de los filtros indicados. Como la luz solar es muy brillante, esa abertura será suficiente para ver claramente el disco del Sol.

Figura 9.5-2. Tapa superior de un telescopio reflector con su orificio tapado (1); destapado (2); con un filtro Mylar (3) y con un filtro de polímero negro (4). (Pedro Arranz)

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La observación del cielo a tu alcance

Recordemos que también en el buscador del telescopio, así como en los prismáticos, tenemos que colocar un filtro y asegurarlo bien, cuando vayamos a ver el Sol con ellos. Y en cualquier caso, siempre mirar con mucha moderación, nunca seguido más de un minuto y descansar la vista continuamente. Filtros para el ocular Son de cristal de color verde oscuro o negro, y se enroscan en el barrilete del ocular. En algunos telescopios pequeños de hace bastantes años solían venir como un accesorio más y normalmente llevan inscrita la palabra «Sun» («Sol», en inglés). Que nosotros sepamos, este tipo de filtros no se incluye como dotación en los modernos telescopios de calidad contrastada. Puede que algunos telescopios baratos y de escasa calidad aún los traigan. Pero atención, estos filtros no deben utilizarse. La energía que portan los rayos solares se concentra en el ocular generando un intenso calor que romperá el filtro y provocará el consecuente daño en nuestro ojo.

Figura 9.6. Filtro «Sun» para el ocular. Los filtros para el ocular se resquebrajan muy fácilmente, con el consiguiente peligro para el ojo. Por eso no hay que emplearlos para mirar el Sol. (Julio Solís y Pedro Arranz)

Así pues, los filtros para el ocular, no son seguros y, por tanto, nada recomendables. Si por casualidad nos ofrecieran alguno o propusieran mirar el Sol por un filtro de ocular, tenemos que rechazar la idea y advertir de su gran peligrosidad. Y si lo tuviéramos, mejor desecharlo inmediatamente. 12


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