N煤mero 377 Marzo 9, 2014
Retratos de Luis Villoro
Invasi贸n a Crimea / D铆as de locura con Panero en Canarias / El declive de la clase media / Culpa y corrupci贸n
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CORREO del SUR
INVASION
Putin se ha comido una torre en Crimea. Pero lo ha hecho exponiendo a su reina
Rafael Poch, Odesa
E
stas son las coordenadas: En el Este y el Sur del país el Estado ucraniano se hunde. Muchos no reconocen allí al gobierno central y piden referéndums y la federalización del país. En Kíev un gobierno pro-occidental desarbolado que se propone privatizar inmediatamente el sector energético y retirar subvenciones agrarias, de acuerdo con las recetas estándar occidentales, lo que anuncia una catástrofe para el nivel de vida. El gobierno es débil, no representa ni de lejos al conjunto del país, y no sabe qué hacer, pero, ojo, independientemente de su legitimidad, representa a la matriz del nacionalismo ucraniano. Aunque este gobierno destruye en la práctica con su sectarismo y patrocinio occidental la unidad del país, es al mismo tiempo el principal vector que reclama la unidad de Ucrania. Kíev es como Jano, el dios de las dos caras. En el conjunto del país un mayoritario doble deseo de mantener la independencia de Ucrania y al mismo tiempo unas estrechas y amistosas relaciones con Rusia: casi un 70% de apoyo en la última encuesta. Tanto Occidente, que quiere una Ucrania contra Rusia, como Putin, que ocupa Crimea para evitarlo, contradicen ese doble consenso. El tercer elemento es la situación en Crimea. Ocupada por fuerzas rusas con el mayoritario aplauso de la población, una “perfecta operación militar” de Vladímir Putin que contiene un riesgo extraordinario. En esta partida de ajedrez, Moscú se ha comido una torre en Crimea. La población local lo ha aplaudido (los adversarios, que los hay, son débiles y están asustados), pero en el resto de Ucrania se observa el asunto con preocupación (hablamos, naturalmente, de promedios pues la sensibilidad cambia de una región a otra). Incluso en Odesa, una ciudad ancha, liberal, y francamente pro rusa, la temperatura que marca el termómetro es sutil. Como a alguien se le escape un tiro en Crimea y haya más violencias, el ocupante será inmediatamente visto como responsable y agresor. Jurídicamente está en casa ajena, por más que la historia le de la razón. Y luego está la propaganda. Poco a poco la gran máquina de la información global se pone en marcha. La máquina que hizo pasar por “humanitaria” la guerra de Yugoslavia, por “guerra contra el terrorismo” la segunda invasión extranjera de Afganistán, que vendió amenaza de armas de destrucción masiva en Irak y causas justas por doquier, comienza a emplearse a fondo ahora con Crimea. “A Putin le importa un rábano la opinión de la Unión Europea”, explica desde Moscú Dmitri Trenin, un politólogo occidentalista del centro Carnegie. “Ya le han demonizado tanto que no viene de eso”, dice. Pero Rusia apenas tiene recursos de propaganda externos. El eficaz canal RT que da voz en inglés a muchos disidentes de Estados Unidos, es poca cosa. En el frente informativo las divisiones acorazadas están en manos del adversario. Por dividido que estén algunos europeos (Alemania) de Estados Unidos, la unidad de acción esencial
se mantendrá. La UE mantiene la pinza. El comisario “de ampliación europea” Stefan Füle, un checo, predicaba ayer mismo en Tibilisi (Georgia) “continuar con el fortalecimiento de la Asociación Oriental ante las presiones”. En Moldavia la UE ofrece su gran caramelo a toda prisa: el régimen sin visado para estancias de 90 días para los locales (se exige pasaporte biométrico). Así que la pinza que ha desencadenado este desastre de guerra fría en Ucrania, se mantiene a todo trapo. Por la suma de todo eso la “exitosa operación” podría desmoronarse. Hasta se puede pronosticar por donde aparecerán las primeras grietas. Putin se ha comido una torre en Crimea. Pero lo ha he-
se está jugando el tipo aquí es Putin. Por otro lado, sin la operación de Crimea, Putin habría perdido aún más; las bases para su flota, el control de Crimea y también Ucrania. Un jaque mate. Así que la alternativa para Moscú era elegir entre malo y peor. Ayer hubo tiros al aire de soldados rusos contra soldados ucranianos en la base crimeana de Belbek, ocupada por los primeros. Una buena ilustración de la peligrosidad de la partida. De los treinta aviones de caza ucranianos que hay en la base, solo cinco funcionan. Además de algunos soldados ucranianos que no se someten (naturalmente se les presiona y se los intenta comprar), en Crimea hay otros factores de contestación. Los tártaros de Crimea,
cho exponiendo a su reina. Como esa reina acabe siendo vista como una fea y abusona madrastra en el resto del país, el balance final podría ser ganar Crimea y perder Ucrania. Y si Putin pierde Ucrania, podríamos acercarnos a un escenario ruso de 1905: la pérdida de Ucrania, como la de la flota del Báltico a manos de los japoneses en Tushima, Mar del Japón, tras una navegación transoceánica a través del Cabo de Buena Esperanza, sería una humillación que pasaría una seria factura. Por eso, si la situación de los occidentales, cuya geopolítica –para adelantar la frontera de la OTAN y hacerse con el control de los recursos de Ucrania- es un desastre irresponsable, el que
12% de la población, no quieren ni oír hablar de la ocupación rusa que asocian a lo peor de su memoria, las deportaciones estalinistas de las que su pueblo fue víctima en 1944. Hay otras posibilidades de aguarle a Moscú la fiesta en la península. Y desde la península, al resto. Como dicen los chinos Rusia pisa en esta crisis sobre cáscaras de huevo. Todo cruje. Por otro lado, después de lo hecho no hay vuelta atrás. Desde Tallin (Estonia), su alcalde Edgar Savisaar, propone algo de sentido común: “solo un gobierno con representantes de todas las regiones de Ucrania podría tener legitimidad”, dice. Pero ¿A quién le importa Ucrania?
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A CRIMEA
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El referéndum de Crimea profundiza la tensión este-oeste
R afael Poch a peor crisis Este/Oeste desde el fin de la guerra fría se enreda por momentos. El Imperio del Oeste ha promocionado un golpe de Estado en Kíev. El Imperio del Este ha contestado ocupando militarmente Crimea. Ambos juegan con el sentir popular y lo usan en su propio provecho. En Kíev para colocar un gobierno que dé pasos rápidos hacia la disciplina europea y la integración en la OTAN, aunque no sea muy representa-
dudas acerca de que el movimiento Maidán fue una magnífica manipulación del general sentir popular contra la podredumbre. Cree que los francotiradores fueron la guinda que decidió el cambio de régimen. ¿Por cuenta de quién?; “evidentemente, de los que han salido ganando con ello”. Lo de Crimea es un esperpento: las tropas que hay allá son, evidentemente, rusas por más que Moscú niegue la evidencia y hable de espontáneos “grupos de autodefensa”. Esta opinión, informada pese al enorme sectarismo
guridad”. En lugar de eso se abrió paso una seguridad a costa de la seguridad del otro. Hubo ampliación, globalización y avance de la OTAN, allí donde Moscú se había retirado. El ingreso en el bloque militar contra Rusia se ofreció como antesala del ingreso en la Unión Europea. Muchos ex satélites y ex víctimas de Moscú corrieron entusiasmados hacia ese alivio. Adoptando el capitalismo, Rusia no ofrecía el rostro más benigno. Pero ese país y sus intereses existen. Su diplomacia reclama desde 1992 el esquema de la Conferencia de
tivo. En Simferópol, la capital de Crimea, para justificar una invasión, aunque se trate de tierra rusa. Ayer nuevos pasos acelerados en ambas direcciones: el parlamento de Crimea celebrará en diez días un referéndum para salir de Ucrania y unirse a Rusia. Occidente baraja todo tipo de sanciones y mueve tropas y armadas en el Báltico, Polonia, Egeo y Mar Negro. En broma, en broma, se avanza hacia una versión cutre de la crisis de los misiles de 1962. Ahora la isla se llama Crimea. La decisión del parlamento local se tomó por 78 votos contra cero y 8 abstenciones. El referéndum, inicialmente previsto para el 30 de marzo y con una pregunta para incrementar la autonomía, se adelanta para el 16 con una pregunta sobre si se desea la unión con Rusia. Aunque Putin dijo de forma categórica el martes que “Rusia no considera” una anexión de Crimea, hacerlo será mucho más fácil de lo que fue desgajar Kosovo de Serbia. Las violaciones de la “integridad territorial” son últimamente algo bastante corriente. Lo único que cambia es la coreografía. Sergei, un marinero de Odesa, me explica donde queda el sentir popular de los ucranianos en medio de este insensato tira y afloja que obliga a la Madre Rusia, a la que se quiere arrinconar en la línea del Dnieper, a empuñar el fusil. Sergei, unos 45 años, es marinero en tierra y vende souvenirs junto al monumento al Duque de Richelieu, gobernador de esta ciudad a principios del XIX. Por un lado detesta al nuevo gobierno de Kíev que ha sustituido al del Presidente (legítimo y huído) Viktor Yanukovich, al que califica de “podrido”. Por el otro lado, no le gusta la machada militar rusa en Crimea. Después de más de veinte años Ucrania es un país independiente y no se puede atropellar su soberanía. “Eso no va a gustar ni siquiera en amplios sectores de la Ucrania del Este y del Sur”, dice, refiriéndose a la parte del país más favorable a Rusia. No tiene muchas
de los canales de televisión - los rusos al servicio del Kremlin, los ucranianos en manos de magnates en sintonía con Euroatlantida- sutil y matizada en sus acentos, es precisamente la mayoritaria en el país, de acuerdo con las encuestas disponibles: no al ingreso en la OTAN (por eso sus partidarios no quieren oír ni hablar de un referéndum ucraniano sobre ese tema), sí a la independencia y soberanía nacional de Ucrania y sí también a unas relaciones fluidas, estrechas y fraternales con Rusia (no confundir con la persona o el régimen de Putin), sin que ello quiera decir que nos dejamos invadir por amor. Si esto es así, ¿cómo se ha llegado al actual desbarajuste? Se trata del esquema general de la seguridad europea. En noviembre de 1990 los países de la CSCE (hoy OSCE), es decir la URSS y Euroatlántida, firmaron en el Palacio del Elíseo, la “Carta de París para una nueva Europa”. Aquel documento contenía el diseño de una seguridad continental integrada, es decir el fin de la guerra fría. Su preámbulo proclamaba que, “la era de la confrontación y división de Europa ha concluido”. En el apartado, “relaciones amistosas entre estados participantes” se afirmaba: “La seguridad es indivisible. La seguridad de cada uno de los estados participantes está inseparablemente vinculada con la seguridad de los demás”. En el apartado “Seguridad”, se anunciaba, “un nuevo concepto de la seguridad europea” que dará una “nueva calidad” a las relaciones entre los estados europeos. “La situación en Europa”, se prometía, “abre nuevas posibilidades para la acción común en el terreno de la seguridad militar. Desarrollaremos los importantes logros alcanzados con el acuerdo CFE (desarme convencional en Europa) y en las conversaciones sobre medidas para fortalecer la confianza y la seguridad”. Se ponía incluso fecha a los compromisos; “iniciar, no más tarde de 1992, nuevas conversaciones de desarme y fortalecimiento de la confianza y la se-
París y en lugar de ello le ofrecen escudos antimisiles “contra Irán” en Rumania y Polonia, y cuando se queja le acusan de “imperial”. Ahora le enfrentan a algo equiparable a si Estados Unidos tuviera que convivir con un Canadá miembro de un bloque militar hostil. Para realizar esta genialidad se ha colocado en Kíev el primer gobierno con ministros ultraderechistas y antisemitas (el partido Svoboda tiene seis carteras y mucho de eso) desde 1945. Occidente tiene suerte de que el régimen político de Rusia carezca de todo atractivo social y popular, y se asiente exclusivamente sobre el nacionalismo. De lo contrario, el barrido eslavo oriental sería imparable. Mientras tanto, maniobras en el Báltico y en Polonia, un portaviones con acompañamiento de armada en el Egeo, sanciones a la vista y pronto tensión en el Mar Negro. FIN
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Kíev califica de “farsa” la consulta ODESA- Crimea no puede decidir por sí sola su salida de Ucrania, dijo ayer el presidente de la Rada de Kiev, Aleksandr Turchinov, formal “jefe de Estado interino” del nuevo régimen. “Según el artículo 73 de la Constitución, solo un referéndum de toda Ucrania puede examinar la cuestión de las fronteras y los cambios territoriales”, dijo Turchinov en un breve mensaje televisado.”Esta decisión es ilegítima, es una farsa”, concluyó. Crimea ha desconectado canales de televisión ucranianos. Ucrania desconectó anteayer canales rusos. Ambas partes practican una intensa guerra propagandística, omitiendo los informes que no les convienen. El ambiente en las ciudades ucranianas es tranquilo. Las manifestaciones de los últimos días apenas congregan a centenares de personas. El rechazo y la indisposición hacia la violencia es absolutamente mayoritario. La llamada a la movilización de reservistas lanzada por Kíev ha sido completamente ignorada.
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CORREO del SUR
El Correo del Sur hace suyo el sentimiento de pérdida y dolor que se ha expresado de muy diversas maneras con motivo del fallecimiento de Luis Villoro, filósofo, maestro de muchas generaciones y hombre cabalmente comprometido con la razón y la ética. Para recordarlo dignamente hemos tomado prestado de la Revista de la Universidad de México el texto de Guillermo Hurtado en el que, a través de concisos retratos, se nos muestra la poliédrica personalidad de Villoro
Retratos de Luis Villoro
Guillermo Hurtado
A
través de una serie de imágenes verbales Guillermo Hurtado, director del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, nos ofrece atisbos biográficos de Luis Villoro—autor de libros fundamentales como Creer, saber, conocer, Fundamentos de una ética política, Estado plural, pluralidad de culturas— y nos presenta el genio y la figura de uno de los filósofos más importantes del pensamiento crítico actual.(Revista de la UnversidadMéxico de , UNAM)
PRIMER RETRATO: LA HACIENDA San Luis Potosí, México. Un niño alto y delgado cruza junto con su madre el patio central de una hacienda. El crío apenas empieza a acostumbrarse a la geografía y a la gente del lugar. Nacido en Barcelona, hijo de una familia que había emigrado por la Revolución, había vivido en Europa la mayor parte de su vida. La madre y el niño se aproximan a un grupo de peones que los esperan con el sombrero en la mano y la cabeza agachada. Cuenta entonces Villoro: ...todos me saludaban con una gran
devoción porque yo era el patroncito, era yo el niño de la patrona. Uno de estos indígenas se acercó a mí con gran reverencia, me tomó la mano y me la besó, esto fue para mí una impresión verdaderamente terrible, que un viejo calentado por el sol que está haciendo las faenas del campo más duras viniera a mí, un pobre chamaco que no tenía nada que ver con él, y viniera a mí, y con un rasgo de respeto me besara la mano. Para mí fue una cosa a la vez terrible, insultante en el interior de mí mismo y de un respeto último, grandísimo para este individuo, para este viejo. Éste fue un rasgo que se me quedó grabado en toda mi vida y (yo creo que mi libro) Los grandes momentos del indigenismo en México (...) obedece a este rasgo que yo tuve en ese momento. Villoro se refiere a su primer libro, que publicó en 1950, a los veintiocho años. Pero el tema de los indios mexicanos ha sido uno que le ha preocupado durante toda su vida. Y digo que le ha preocupado y no que le ha interesado porque para él se trata de un problema que toca las fibras más profundas de su persona. A Villoro no le quita el sueño el indio como un concepto abstracto, sino como un ser humano concreto. Esta inquie-
tud la ha extendido a todos aquéllos que sufren algún tipo de exclusión, es decir, de injusticia. El ejercicio de la razón y, en especial, de la razón filosófica, siempre ha sido, para Villoro, el ejercicio de una razón vital. Incluso sus obras más teóricas y abstractas han tenido, en el fondo, una preocupación existencial, moral y política, en el mejor sentido de esta palabra tan manchada. Podemos decir que Villoro siempre ha creído en el poder liberador de la razón y que por eso ha buscado ofrecernos una visión filosófica de ésta que, sin caer en el escepticismo o el nihilismo, sea la de una razón a la altura del hombre. Así hemos de entender, creo yo, la original teoría del conocimiento que ofreció en Creer, saber y conocer.Cuando propuso allí su definición revisionista del conocimiento, en la que elimina la cláusula de verdad, lo que él pretendía era formular una concepción del conocer que nos permitiera comprender mejor la práctica epistémica en su dimensión histórica, pero sobre todo, en su compleja relación con la práctica política. Es por eso que entre Creer, saber y conocer, impreso en 1982 y El poder y el valor, publicado en 1997, existen relaciones tan estrechas. La ética epistémica del primer libro desemboca en la ética política
del segundo; el comunitarismo epistémico del primero en el comunitarismo político del segundo; la defensa de la objetividad de la verdad del primero en la de la objetividad de los valores del segundo. En la obra filosófica de Villoro, que se extiende a lo largo de seis décadas, se observa una extraordinaria continuidad en las preocupaciones que la han motivado. Se puede decir que los principales temas de su filosofar han sido los siguientes: la comprensión metafísica de la alteridad, los límites y alcances de la razón, el vínculo entre el conocimiento y el poder, la búsqueda de la comunión con los otros, la reflexión ética sobre la injusticia, la defensa del respeto a las diferencias culturales, y la dimensión crítica del pensamiento filosófico. Para desarrollar estos temas, Villoro ha recorrido un enorme territorio filosófico. Es larga la lista de autores sobre los que él ha escrito con autoridad: Maquiavelo, Descartes, Rousseau, Marx, Dilthey, Husserl, Marcel, Wittgenstein, Rawls, etcétera. Villoro transitó puntualmente por las principales corrientes filosóficas del siglo XX: el existencialismo, la fenomenología, el marxismo, la analítica. Cruzó por todas ellas sin detenerse demasiado tiempo en ninguna, sin caer en ese fervor sucursalero de tantos
CORREO del SUR de nuestros colegas. Podríamos decir que en todos estos años Villoro ha cultivado un equilibrado pluralismo filosófico. Para él, ninguna filosofía debe tomarse como la ve dadera, ninguna debe conve rtirse en dogma. Sin embargo, él siempre ha insistido en que no cualquier cosa puede pasar por filosofía y mucho menos por buena filosofía. La filosofía genuina, según él, debe ser el ejercicio riguroso de una razón autónoma y, sobre todo, de una razón al servicio de la vida. SEGUNDO RETRATO: MASCARONES La fotografía tomada por un artista callejero lo captura caminando por la Ribera de San Cosme en compañía de Emilio Uranga y Ricardo Guerra. Los tres son muy jóvenes, visten con traje y corbata y llevan libros bajo el brazo. Sonríen, es evidente que disfrutan de la conversación que sostienen entre sí. Imagino a los tres cruzar el alto portón de la casa del siglo XVIII, conocida como Mascarones, y entrar en el patio de la Facultad de Filosofía. Allí se detienen a saludar a otros condiscípulos, pero sin mayor tardanza entran al salón de clase. Los alumnos toman sus lugares y esperan la llegada del maestro. José Gaos hace su entrada, pone los libros sobre el escritorio, toma aire y comienza a hablar. Los alumnos guardan un concentrado silencio. No es ésta una clase cualquiera ni éste un profesor como cualquier otro. Villoro ha dicho que el único de sus maestros que reconoce como tal es Gaos. Imposible entender la filosofía mexicana del siglo XX sin el magisterio del filósofo transterrado. Discípulos suyos fueron, además de Villoro, Leopoldo Zea, Emilio Uranga, Fernando Salmerón, Alejandro Rossi, para mencionar sólo a algunos de los más destacados. Villoro perteneció a la generación de alumnos de Gaos que se autodenominó El Hiperión y que tuvo su momento de mayor actividad entre 1948 y 1952. Este grupo se propuso dos metas ambiciosas: por una parte, filosofar de manera estrictamente profesional, con el nivel más alto de originalidad y rigor; y, por otra parte, filosofar desde y sobre su realidad circundante, filosofar sobre México, sobre América Latina, no sólo como un interés académico más, sino con el fin de transformar esa realidad, de sacudirla, de liberarla. La larga obra filosófica de Villoro es un testimonio del cumplimiento estricto de ambos ideales, que han sido los criterios con los que se ha juzgado a la filosofía mexicana del siglo XX. Lo que distingue a Villoro del resto de los filósofos mexicanos de ese periodo es que él ha mostrado mejor que nadie que ambos ideales no sólo son compatibles, sino complementarios. Desgraciadamente, esta lección no ha sido suficientemente aprendida y tiene que seguir siendo repetida. A los latinoamericanistas, Villoro les ha dicho que una filosofía comprometida y liberadora también tiene que ser profesional y rigurosa, y a los analíticos les ha dicho que una filosofía clara y rigurosa que no trate de reflexionar de manera autónoma, ni busque ser congruente con su realidad, no será sino una filosofía de traspatio. Así lo puso él mismo en un debate con Leopoldo Zea: Por “filosofía rigurosa” no debe entenderse filosofía académica, informada de
las últimas publicaciones en lengua inglesa o alemana, tampoco significa filosofía aséptica frente a las motivaciones de la realidad en que vive el filósofo. Filosofía rigurosa quiere decir simplemente filosofía que intenta llevar hasta el final, con el ejercicio de la propia razón, el examen de los fundamentos de las opiniones y doctrinas recibidas, filosofía que no se detiene en razonamientos vagos o figuras retóricas, que no toma prestadas, sin ponerlas en cuestión, opiniones manejadas por otros. Filosofía rigurosa es reflexión que aspira a ser clara, p recisa, radical. En ese sentido, toda filosofía rigurosa es liberadora, pero su labor liberadora no consiste en prédicas de acción o adoctrinamientos políticos, sino en poner en cuestión los sistemas de creencias recibidos... Villoro ha sido uno de los principales impulsores de la filosofía profesional y comprometida en nuestros países. Junto con Alejandro Rossi y Fernando Salmerón fundó en 1967 la revista Crítica, que buscaba ser un espacio para las nuevas orientaciones de la filosofía iberoam ericana. La filosofía preconizada desde la revista era una filosofía clara, rigurosa, de buena factura técnica, cercana a las ciencias, y sin inclinaciones folcloristas ni pretensiones de Weltanshaung. En 1974 Villoro funda la División de Humanidades y Ciencias Sociales de la sede Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana.Éste fue un experimento académico en el que se integró en un mismo compartimento a la filosofía con otras disciplinas. Para la conformación del profesorado del nuevo departamento, Villoro contrató filósofos analíticos y marxistas por igual. Esto nos habla una vez más de su pluralismo filosófico; aunque no del de los otros, ya que muy pronto los analíticos y los marxistas acabaron peleándose. En todo caso, es revelador que muchos filósofos mexicanos de todas las corrientes se declaren orgullosamente sus discípu-
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los. Y como Villoro ha cultivado con la misma calidad otros campos de estudio como la historia intelectual, la teoría de la cultura y la crítica política, su impacto ha desbordado las estrechas lindes de la filosofía académica. No son pocos los historiadores, sociólogos, y antropólogos mexicanos que consideran que la obra de Villoro les ha sido inspiradora y esclarecedora. Aquéllos que han tenido la fortuna de asistir a sus clases coinciden en que es un maestro que combina las dotes del filósofo riguroso con las del orador consumado. Villoro ha abordado dentro y fuera del aula los problemas filosóficos más difíciles con esa combinación tan suya de claridad, inteligencia y pasión. Estas cualidades se manifiestan también en sus escritos. La prosa filosófica de Villoro es —digámoslo con todas sus letras— un modelo de cómo escribir filosofía en español. TERCER RETRATO: EL COLEGIO NACIONAL El Colegio Nacional ocupa el edificio del antiguo Convento y Colegio de la Enseñanza, en el centro de la Ciudad de México. Desde su fundación en 1943, el Colegio había tenido lugar sólo para veinte miembros, pero en 1972 el presidente Luis Echeverría duplicó sus integrantes. Según las malas lenguas, la ampliación del Colegio respondía a la estrategia de Echeverría para cooptar a los intelectuales que después de la matanza de estudiantes de 1968 se habían distanciado del régimen. Pero nadie hubiera podido sugerir semejante explicación cuando Villoro entró al Colegio el 14 de noviembre de 1978. Su discurso de ingreso, intitulado “Filosofía y dominación” es una de las defensas más firmes del rol crítico que debe adoptar el filósofo frente al poder. Cito las palabras finales de ese discurso magnífico. Dice Villoro: La filosofía es la actividad disruptiva de la razón y ésta se encuentra en el límite de todo pensamiento científico. La filosofía no es una profesión, es una forma de pensamiento, el pensamiento que trabajosamente, una y otra vez, intenta concebir, sin lograrlo nunca plenamente, lo distinto, lo alejado de toda sociedad en que la razón esté sujeta. Lo distinto, nunca alcanzado, buscado siempre en la perplejidad y en la duda, es veracidad frente al prejuicio, ilusión o engaño, autenticidad frente a la enajenación, libertad frente a la opresión. Observo la fotografía de Villoro leyendo su discurso. Es la imagen de un hombre maduro, sólido, en la plenitud de sus facultades, dueño de un enorme prestigio intelectual y moral. Éste es un hombre que de haberlo querido pudo haber ocupado la Secretaría de Educación Pública o cualA PÁGINA 6
Luis Villoro Toranzo nació en Barcelona, España, de padres mexicanos, el 3 de noviembre de 1922. Cursó los estudios profesionales en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y realizó estudios de posgrado en la Universidad de La Sorbona, en París, y en la Ludwiguniversität de Munich, República Federal Alemana. Obtuvo los grados académicos de maestro en filosofía por la UNAM, con mención Magna cum Laude, en 1949, y el de doctor en filosofía por la misma UNAM, con mención Summa cum Laude, en 1963. Su tesis profesional se tituló Los grandes momentos del indigenismo en México. Secretario de la Rectoría, UNAM, 1961-1962 y, después, toda una serie de cargos y puestos administrativos en la UNAM, en la UAM y en la Escuela Normal de Maestros. Ha publicado (en México), numerosos artículos sobre filosofía e historia intelectual; entre sus últimos libros se encuentran Creer, saber, conocer, Siglo XXI, 1982; El concepto de ideología y otros ensayos, FCE, 1985; El pensamiento moderno: filosofía del Renacimiento, FCE-El Colegio Nacional, 1992; En México,entre libros: pensadores mexicanos del siglo XX, FCE, 1994; El poder y el valor. Fundamentos de una ética política, FCE-El Colegio Nacional; Estado plural, pluralidad de culturas, Paidós, 1998, y De la libertad a la comunidad, ITESM-Ariel, 2001. Ha obtenido numerosas distinciones y premios, entre éstos el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Ciencias Sociales, Historia y Filosofía (1986), el premio Universidad Nacional en Investigación en Humanidades (1989), y el premio Juchimán de Plata en Ciencia y Tecnología (1999). Fue embajador y delegado permanente de México ante la UNESCO en París (1983-1987), y en 1989 fue nombrado investigador emérito del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM. Asimismo, fue presidente de la Asociación Filosófica de México (1980-1981) y actualmente es miembro del Consejo Académico de la Universidad de la Ciudad de México, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, y del Consejo Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Perteneció al Grupo Hiperión, dedicado al estudio del ser del mexicano, uno de cuyos mayores trabajos fue el de Los grandes momentos del indigenismo en México, donde estudia la historia de las ideas que llevaron a la revolución de Independencia; en Creer, saber, conocer, partiendo del análisis del lenguaje, se propuso precisar los conceptos y establecer sus relaciones lógicas y sistemáticas. Ingresó en El Colegio Nacional el 14 de noviembre de 1978. Su discurso de ingreso, “Filosofía y dominación”, fue contestado por el doctor Fernando Salmerón.
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quier otro cargo de esa altura. Si no lo hizo fue por lealtad a la filosofía, entendida no como la plácida vida pequeño burguesa del profesor o del investigador universitario, sino como una crítica permanente del poder. No sólo del poder del gobierno en funciones y de los grupos económicos aliados a él, sino también de ese poder pequeño, pero no por eso menos vicioso, que se ejerce dentro de los partidos opositores y las capillas intelectuales. A pesar de ser un hombre de izquierda declarada, Villoro jamás ha defendido ninguna ortodoxia, ningún caudillaje, como lo han hecho tantos otros de sus compañeros de lucha. Y es que para Luis Villoro, ser de izquierda no es adoptar una ideología en particular, sino asumir una postura moral, que consiste en adoptar una actitud disruptiva frente al poder opresor. Esta actitud está ligada a una posición epistémica que puede calificarse de falibilismo antidogmático y a una concepción sobre la razón como plural y dialógica. Por eso, Villoro se ha rebelado en contra de las ideologías y de la utopías de izquierda que se han usado como bandera para tiranizar a los pueblos y para exterminar a los disidentes. Nunca ha sido Villoro un hombre de partido, en el sentido que Ortega daba al término, pero siempre ha sido un hombre comprometido con lo que él ha creído que son las mejores causas. Villoro formó parte de un destacado grupo de intelectuales que en las décadas de los cincuenta y los sesenta buscó renovar el sistema político mexicano desde sus bordes. Participó de manera central en el ya mencionado movimiento estudiantil de 1968 y ha apoyado las campañas políticas de varios de los partidos de oposición de izquierda. Fuera del país, su importante labor en la UNESCO también debe ser recordada. Pero la relación que él ha tenido con el movimiento político que surgió en 1994 con la rebelión indígena de Chiapas no tiene parangón. Villoro considera que los neozapatistas han trazado una ruta esperanzadora para reformar la política sin caer en los errores de los movimientos de izquierda tradicionales. La democracia que imagina Villoro es una democracia directa, deliberativa, ejercida dentro de pequeñas comunidades —pueblos, gremios, barrios—, en las cuales la asamblea toma decisiones por consenso, y en las que se han desmantelado las estructuras de dominio y exclusión o, como dicen los indios mexicanos, se manda obedeciendo. A mí me parece que en el pensamiento de Villoro confluyen dos corrientes políticas que responden, a
fin de cuentas, a dos rasgos muy hondos de su personalidad. Por un lado, hallamos un libertarianismo que se enfrenta a todo tipo de autoridad opresora y, por otro, un comunitarismo que pretende disolver el egoísmo del individuo. Las posibles tensiones entre estas dos corrientes son bien conocidas: por un lado, la hegemonía de la comunidad puede aplastar a la persona, y por el otro, la defensa de los derechos individuales pone un límite al predominio de lo común. La filosofía política de Villoro ha intentado hacer conciliar estas dos corrientes, aunque no estoy seguro de qué tanto lo haya logrado. En todo caso, habría que subrayar que lo que él ha buscado es realizar síntesis en las que las tensiones entre estas vías queden superadas. CUARTO RETRATO: LA MEZQUITA AZUL La mezquita azul tiene seis esbeltos alminares y una cascada de cúpulas y semicúpulas que la hacen parecer aún más alta de lo que es. Luis Villoro recorre con su mirada el amplio interior iluminado por decenas de ventanas con vitrales de color azul y por cientos de pequeñas lámparas que cuelgan del techo. A su alrededor, una multitud de hombres postrados rezan sus plegarias. Villoro admira el edificio como cualquier otro turista y, sin embargo, una emoción profunda empieza a invadir su cuerpo. Algo más fuerte que él lo hace arrodillarse. La experiencia que tuvo en ese momento la contó así: Sé que soy uno de tantos, pequeño, insignificante en el mar de la humanidad en alabanza (...). Mi voz se confunde con las
Obras de Luis Villoro: -La revolución de Independencia. Un ensayo de interpretación histórica, UNAM, México, 1953. -La significación del silencio, Casa de la Cultura Jalisciense, Guadalajara, 1960, 40p. -Páginas filosóficas, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1962, 262p. -La idea y el ente en la filosofía de Descartes, FCE – UNAM, México, 1965, 166p. -Signos políticos, Grijalbo, México, 1974, 154p.
voces de todos los hombres. Es la humanidad entera que una y otra vez atraviesa otro espacio hacia la plenitud otra. Pero mi vanidad está aún presente. Me miro a mí mismo y registro mis palabras. Me percato que pienso en lo que iré, tal vez, a escribir sobre este momento. Entonces ruego: “Permite que se aleje mi orgullo, que se destruya mi inmensa vanidad, que se borre por fin mi egoísmo. Y sólo en ese momento siento, sólo entonces veo en verdad. Todo se vuelve para siempre transparente, todo es puro, (...) todo está a salvo. El yo se ha perdido, pequeño, trivial, olvidado. ¡Qué magnífico que así sea!¡Que todo sea en el todo, que todo sea uno! Pero cuando la experiencia acabó, cuando el yo de Villoro volvió para ocupar su lugar en el mundo, sucedió lo que él temía cuando se disolvía entre el coro de alabanzas. Villoro no sólo narró su experiencia sino que la desmenuzó en un análisis brillante y despiadado. El ensayo, que lleva el título de “La mezquita azul”, fue publicado en 1985. En éste y otros escritos, Villoro se ha planteado las preguntas de qué es lo divino, de cómo podemos conocerlo y hablar de él, y de qué consecuencias para nuestras vidas tiene nuestra experiencia de ello. Villoro no cree en un Dios personal, pero sí cree que el ser humano vive enfrentado a lo absolutamente Otro. De esta Ot redad no se puede hablar, pero se puede guardar un silencio significativo. En este punto la filosofía de Villoro se nutre de fuentes tan diversas como las de los Upanishads, Buda, Eckhart, Otto y Wittgenstein. Para Villoro, el encuentro con lo radicalmente Otro nos muestra que, a fin de cuentas, el yo es un espejismo y que es bueno que lo sea. Pero me parece que aquí hay otra tensión en el pensamiento de Villoro. Por una parte, él reniega del yo, de cualquier yo, del suyo y del de los otros, pero por la otra, él considera que el encuentro vital con las demás personas, que también son yoes, no sólo es la fuente de la moral, sino del sentido de nuestras vidas. De alguna manera, Villoro ya había vislumbrado esta antinomia en uno de sus primeros escritos, “Soledad y comunión”, publicado en 1949. Allí nos decía Villoro: El amor lleva a apropiarse del otro, pero, al propio tiempo, exige que el otro permanezca independiente; pues si por un momento dejara de ser irreductible, la participación amorosa desaparecería; ya no serían dos alteridades frente a frente sino uno en soledad. Asimismo, el sujeto desea entregarse plenamente y, sin embargo, sólo sostiene su amor lo que en él queda de originalidad frente al otro, de resguardo inviolado, de intimidad: que sólo mantiene la comunión lo que aún permanece en soledad. Y así, la más ple-
-Estudios sobre Husserl, UNAM- FF y L, México, 1975. -Los grandes momentos del indigenismo en México, Editorial La Casa Chata, México, 1979. -Creer, saber y conocer, Siglo XXI, México, 1982, 310p. -El concepto de ideología y otros ensayos, FCE, México, 1985, 196p. -El proceso ideológico de la revolución de Independencia, SEP, México, 1986, 250p. -El Pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento, El Colegio Nacional- FCE, México, 1992, 127p.
na comunión lleva larvada en su seno la más profunda soledad. Si el yo es una ilusión, también lo es el amor; pero tal parece que el corazón de Villoro se resiste a aceptar esta escalofriante conclusión. En este punto, la comparación con Octavio Paz puede ser reveladora. Paz, influenciado también por el pensamiento oriental, afirmaba que el yo es una sombra del pronombre personal, pero también se negaba a aceptar que el amor fuese una mera ilusión. La comparación con Paz —más allá de todas las diferencias que hay entre ellos— puede servirnos para resaltar una característica común de algunos pensadores de aquella generación, y es la de que aunque quedaron desencantados para siempre de las utopías de las modernidad, siguieron pensando que una razón más modesta y más sensible a las fibras íntimas de la vida podía aún marcar un camino para la humanidad en estos tiempos nublados. QUINTO RETRATO: ESCUELAS PÍAS Madrid, 1 de octubre de 2007. En el solar que antes ocuparon las Escuelas Pías de San Fernando y ahora es un moderno centro universitario, Villoro escucha un panegírico sobre su vida y su obra. Derepente, el orador calla. Tendría más cosas que decir, muchas más, pero espera que su silencio respetuoso también resulte significativo. Obras -La revolución de Independencia. Un ensayo de interpretación histórica, UNAM, México, 1953. -La significación del silencio, Casa de la Cultura Jalisciense, Guadalajara, 1960, 40p. -Páginas filosóficas, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1962, 262p. -La idea y el ente en la filosofía de Descartes, FCE – UNAM, México, 1965, 166p. -Signos políticos, Grijalbo, México, 1974, 154p. -Estudios sobre Husserl, UNAM- FF y L, México, 1975. -Los grandes momentos del indigenismo en México, Editorial La Casa Chata, México, 1979. -Creer, saber y conocer, Siglo XXI, México, 1982, 310p. -El concepto de ideología y otros ensayos, FCE, México, 1985, 196p. -El proceso ideológico de la revolución de Independencia, SEP, México, 1986, 250p. -El Pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento, El Colegio Nacional- FCE, México, 1992, 127p. -En México, entre libros. Pensadores del siglo XX, El Colegio Nacional- FCE, México, 1995, 217p. -La mezquita azul, una experiencia de lo otro, Verdehalago- UAM, México, 1996. -El poder y el valor. Fundamentos de una ética política. FCE, El Colegio Nacional. México, 1997. 400p. -Estado Plural, pluralidad de culturas. Ed. Paidós-UNAM, México, 1998. 186p. -De la libertad a la comunidad. Tec de Monterrey, Ariel, México, 2001. 130p.
-En México, entre libros. Pensadores del siglo XX, El Colegio Nacional- FCE, México, 1995, 217p. -La mezquita azul, una experiencia de lo otro, Verdehalago- UAM, México, 1996. -El poder y el valor. Fundamentos de una ética política. FCE, El Colegio Nacional.México, 1997. 400p. -Estado Plural, pluralidad de culturas. Ed. Paidós-UNAM, México, 1998. 186p. -De la libertad a la comunidad. Tec de Monterrey, Ariel, México, 2001. 130p.
CORREO del SUR
Domingo 9 de marzo de 2014
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El declive de la clase media Roberto Savio*
-E
Días de locura con Panero en Canarias Gonzalo Pérez Ponferrada*
A
partir de hoy, Leopoldo María Panero ya no venderá sus libros por la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria. El poeta vagabundo ha muerto, pero su fantasma y sus poemas quedarán esparcidos entre las almas perdidas que vagan por esta ciudad.
Leopoldo María Panero, poeta, narrador, ensayista y actor, exponente de la poesía transgresora, falleció el pasado viernes en Las Palmas de Gran Canaria, a los 65 años. El poeta, que murió en el hospital Juan Carlos I, en el área de salud mental, es autor de títulos como Teoría y Así se fundó Carnaby Street Leopoldo, el loco más cuerdo de todos los locos que sobrevivimos a estos tiempos, nos ha dejado sin despedirse. Y así tenía que hacerlo, de la forma más anónima. Sin que nadie lo molestara. Como lo tiene que hacer un poeta: uno de los
grandes poetas de nuestro tiempo. Que ahora venderá más libros, porque en esta sociedad los libros que huelen a difunto son los más atractivos. Hay un banco en la calle de Tomás Morales de la capital canaria que también se ha quedado solo. Allí se estiraba el poeta como sólo lo hacen los que no tienen prisa ni por vivir, ni por morir. Ahora, en ese banco, sólo queda la huella de los cientos de colillas esparcidas, fruto de su compulsivo hábito que le daba ese aire de poeta maldito. Muchos hemos compartido el banco y sus poemas que salían de su boca tintados de nicotina y humo. En las paredes de la cafetería El Esdrújulo también se ha quedado el eco de aquellos recitales donde sumergía en su poesía a todos los presentes soltando a bocajarro su infierno. Así masticaba Panero las palabras diciendo: “El abismo es Dios y el territorio puro de nadie, una cruz alzada bajo todas las sospechas…” Aún lo recuerdo aquel primer día que me lo encontré sentado en la terraza de la facultad de Historia, empalmando un cigarrillo tras otro y bebiendo Coca Cola. En aquella cafetería vivía al aire libre todas las tardes. Ya era una figura necesaria. Si algún día no veías a Panero charlando con algún estudiante, o tirado en alguno de sus bancos de piedra, la facultad perdía ese sabor a ocre que solo dejan los hombres únicos. La estación de guaguas de la ciudad, una de las paradas preferidas del poeta, también se queda huérfana de sus libros que vendía como lo hacen los floristas callejeros. Ahora los jóvenes y los niños y las amas de casa ya no verán a ese vagabundo extraño de la estación, a ese vagabundo que siempre cargaba con uno de sus poemarios para intentar colocárselo al primer incauto que no sabía que le estaban vendiendo una joya. *Director de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Canarias y autor del libro de relatos Los olores de Teodora Castro y otros sucesos extraordinarios.
n la actualidad se reconoce ampliamente que la división entre Norte y Sur del mundo, que se conformó tras la era colonial junto con la coalición de los “nuevos países” contra las potencias del Norte, terminó con la llegada de la globalización. Hoy hay partes del “Tercer Mundo” en el Norte y partes del “Norte” en el Sur. El mundo ya no es bipolar, con dos grandes potencias que crearon la otra gran división, Este-Oeste. Nos encontramos en un mundo multilateral, donde una plétora de siglas (BRICS, G-20, TTP, etcétera) muestran la presencia de numerosos actores. Pese a la irrelevancia actual de la división entre Este-Oeste (aunque el presidente Vlamidir Putin instrumenta una astuta estrategia para sostener a Rusia como un competidor mundial, en lugar de aceptar ser solo un actor regional), la división Norte-Sur se mantiene en el plano cultural, mientras el comercio y especialmente las finanzas, son poderosas fuerzas de integración. En el ámbito cultural, la gente del Norte sigue teniendo una visión estrictamente geocéntrica del mundo y las estadísticas muestran que solo una pequeña cantidad de productos culturales fluye desde el Sur hacia el Norte. El gran caudal se intercambia entre Estados Unidos y Europa. Asimismo, en términos políticos, las dos mitades del Norte interactúan mucho más que con el Sur. El crecimiento de China y de Asia, como centro neurálgico del siglo XXI, no se refleja en absoluto en el campo de la cultura y la política. Los blancos conservan un sentido de comunidad, que la campaña contra los inmigrantes continúa reforzando. Mientras mayor es la pérdida de importancia del Norte en el nuevo mundo multipolar, la reacción es refugiarse en el populismo, en partidos xenófobos y nacionalistas, que sueñan con volver a los viejos tiempos. Ello explica la aparición de nuevos movimientos políticos como el Tea Party en Estados Unidos y agrupaciones similares que jugarán un gran papel en las próximas elecciones europeas. En el intercambio político y cultural el centro del Norte sigue siendo Estados Unidos. Sus ciudadanos no están muy interesados en Europa, considerada un mundo diferente, que intenta proteger el bienestar y donde hay un tinte de socialismo (Rush Limbaugh de Fox News ha acusado al papa Francisco de “inculcar el marxismo puro”). Al contrario, Europa mira con atención a Estados Unidos. Por lo tanto, en esta era de la globalización neoliberal, lo que ocurre en Estados Unidos todavía tiene muchas posibilidades de reverberar en Europa. Ningún ejemplo es más contundente que el sector financiero. Los bancos europeos están comportándose cada vez más como los bancos estadounidenses y para ellos Wall Street es el punto de referencia en conducta y estilo. Según la Asociación Bancaria Europea, en 2013 cerca de 2.000 banqueros de este continente ganaron más de un millón de euros (1.186 solo en Gran Bretaña). También en la industria se observa una brecha creciente entre lo que gana un jefe y sus dependientes. Esta tendencia, que nació en Estados Unidos y luego se expandió hacia Europa, no muestra en absoluto signos de desaceleración. Por esta razón tenemos que considerar a
Estados Unidos como el modelo. A fines de enero, el banco JPMorgan Chase anunció que en 2013 había aumentado en 74 por ciento la remuneración de su presidente, Jamie Dimon, totalizando la pasmosa cifra de 20 millones de dólares. Esto por un año en que el banco pagó 20.000 millones de dólares de multa y escapó por poco a una acusación de culpabilidad penal. Unos días después, Francisco González, presidente del Banco de Bilbao y Vizcaya (BBVA), imitó a Dimon de forma modesta, al anunciar que su remuneración de 2013 había sido de siete millones de dólares. El salario combinado de Dimon y González es equivalente al ingreso anual promedio de 2.250 personas jóvenes de ambas regiones. Recientemente, el New York Times publicó un reportaje con el título “Los vendedores preguntan: ¿Dónde van los adolescentes?”, en el que anunciaba que las compras de ropa de los adolescentes estadounidenses bajarían en 6,4 por ciento entre el tercero y el cuarto trimestre. La tasa de desempleo de los estadounidenses de 16 a 19 años es de 20,2 por ciento, muy superior al índice nacional de 6,7 por ciento. Empero, esto sería un sueño en Europa, donde el desempleo juvenil es mucho mayor. En estudio constató que en Italia la mayoría de los solteros mayores de 35 años siguen viviendo con sus padres. Y otros datos muestran que las tiendas de la clase media baja se encuentran en crisis, mientras que las tiendas para ricos están en pleno auge. Como es evidente, la desigualdad social está aumentando. Las estadísticas demuestran que casi todo el crecimiento en los últimos años ha ido a la cima de la pirámide, formada por uno por ciento de la población. La clase media, resultante de una lucha centenaria por la justicia social y la redistribución de los ingresos, está desapareciendo rápidamente. Según un estudio realizado por la London School of Economics, dentro de 16 años habremos retrocedido al grado de desigualdad social de los tiempos de la reina Victoria (1837-1901). Todo esto, en un contexto de indiferencia generalizada de las elites políticas, enfrascadas en un combate autorreferencial sobre cuestiones del día a día. La única voz que denuncia el actual proceso es el nuevo papa. En lugar de ser simplemente el guardián de la teología y de la doctrina, está hablando en nombre de las multitudes marginadas. La capacidad de ir más allá de la dimensión cotidiana parece lamentablemente ausente, especialmente en el Norte. En 2000, los jefes de Estado de todo el mundo se comprometieron a cumplir diversas metas sociales, los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio, que están lejos de ser alcanzados. No hablemos sobre los problemas del cambio climático, el desarme nuclear, la eliminación de los paraísos fiscales, la incorporación de la perspectiva de las mujeres y tantas otras cuestiones que tuvieron su momento y ahora han pasado al olvido. Pero el papa Francisco es coherente y perseverante. Si el sistema no lo metaboliza, es posible que continúe agitando la vida de las elites políticas anestesiadas del Norte. *Roberto Savio, fundador y presidente emérito de la agencia de noticias Inter Press Service y editor de Other News.
+el sentimiento de culpa hoy ¿Cómo se vive hoy el sentimiento de culpa, en esta época de escándalos públicos? ¿Y el perdón? ¿Hasta qué punto ha cambiado nuestra noción de la responsabilidad, en una época que prima el goce y la satisfacción inmediata? El sentimiento de culpa está ligado, en nuestra tradición judeocristiana, a un obrar en oposición a la moral convenida que conlleva el castigo. En cuanto a la impunidad, en esta perspectiva quedaba vinculada a una vivencia clandestina y mal vista. Pero hoy el goce, satisfacción que empuja a su máximo logro, otorga otro estatuto a la impunidad. Ya no se trata de los vie-
jos vicios privados, y discretamente practicados, que quedaban sin reprimenda. Ahora, el no ser castigado se presenta a menudo precedido de un investimento social positivo: la idolatría de ciertos personajes –algunos enjuiciados– como ejemplos públicos resulta muy significativo al respecto. ¿Dónde queda pues la culpa y que tratamientos observamos para aliviarla? Por un lado la ciencia ofrece argumentos de disculpa ligados a las explicaciones causales de muchos actos vitales (infidelidad, fracaso escolar, trastornos mentales, inversiones especulativas) que
dejarían de implicar la responsabilidad del sujeto para reducirse a aspectos ‘moleculares’ (genética, neurotransmisores) sobre los cuales el sujeto nada tendría que decir. La paradoja es que ese sentimiento de culpa arrojado por la puerta, retorna por la ventana de las imputaciones hereditarias (padres con antecedentes genéticos).¿No será la angustia la que toma el relevo de ese sentimiento de culpa y de la vergüenza que, en ocasiones, la acompañaba? La prevalencia actual de los cuadros de angustia (desde el estrés postraumático hasta el ‘panic attack’) así parece atestiguarlo. La vanguardia.
Culpa y corrupción Miquel Bassols[1]
L
os vínculos inconscientes que existen entre la corrupción y los sentimientos de culpa son más bien paradójicos y fuente de toda suerte de hipocresías. Son tan secretos que terminan por ser secretos para cada uno. La historieta contada per el cómico americano Emo Philips lo resume muy bien: “Cuando era pequeño solía rezar cada noche para tener una bicicleta. Un día me di cuenta de que Dios no funciona así, de modo que robé una y recé para que me perdonara.” Así de paradójica es la relación del sujeto de nuestro tiempo con el goce y con la culpa. El cinismo del argumento no excluye la mísera verdad escondida en la operación: mejor creer en la absolución de la culpa, en la impunidad del goce inmediato, que en el deseo que me haría merecer por mí mismo este objeto de goce. Es una ecuación que el psicoanálisis descubre en los entresijos del sentimiento de culpa: sólo la certeza y la constancia de un deseo me hacen responsable de un goce que nunca obtendré de manera impune.
Es sin duda una de las razones por las que, según los rankings internacionales, los países con menos corrupción son los más influidos por la tradición luterana, una tradición que no confía en modo alguno en la simple confesión de los pecados para lograr la absolución y la impunidad del goce. Es una tradición que ha criticado duramente la costumbre del tráfico de indulgencias -la compra del perdón-, principio de toda corrupción. No hay goce impune, responde el sentimiento de culpa al argumento utilitarista del cómico americano, tu deseo de bicicleta tiene un precio que no puedes negociar. Si a este argumento añadimos la creencia en la reciprocidad del goce -si el otro lo hace, también puedo hacerlo yo- la lógica del virus de la corrupción está asegurada hasta en el mejor de los mundos posibles. No es de extrañar entonces que todos los historiadores del fenómeno de la corrupción lo conciban como un hecho irreductible e inherente al ser humano, en todas las sociedades y culturas, a veces como un mal menor, a veces como
CORREO del SUR Director General: León García Soler
el principio mismo de su funcionamiento. La corrupción sería así “un fenómeno inextirpable porque respeta de forma rigurosa la ley de reciprocidad”, tal como indica Carlo Brioschi en su Breve historia de la corrupción. Siguiendo esta ley, no hay ningún favor desinteresado y gozar de una prebenda quedará siempre justificado. A la vez, esta ley de reciprocidad autoriza a cada uno a gozar de lo que otro goza sin sentirse culpable por ello. A partir de aquí, todo parece una cuestión de grado, de la mayor o menor suposición del goce del otro, del mayor o menor intercambio recíproco de prebendas, de más o menos concesiones para obtener el objeto de goce, esa bicicleta que cada uno exige como derecho propio. La creencia en el Otro que perdona y en el Otro que contabiliza el goce está en el principio del mercantilismo y de una parte de los vínculos sociales. En realidad, es una creencia tan religiosa como cualquier otra. En nombre de esta creencia puede admitirse toda corrupción como algo relativo al tiempo y a la realidad en la que vivi-
mos. ¿Quién se atrevería a sostener hoy, por ejemplo, como políticamente correcta la frase del gran Winston Churchill: “Un mínimo de corrupción sirve como un lubricante benéfico para el funcionamiento de la máquina de la democracia”? Sólo una cuestión de grado la distingue de las afirmaciones que sostenía hace poco Luis Roldán, ejemplo de corrupción de la sociedad española de nuestro tiempo, en una contundente entrevista: “La corrupción era y es estructural”. Es, me dirán, sólo un problema de lenguaje, de la significación que demos a las palabras para sentirnos más confortables en la justificación intelectual del fenómeno de la corrupción. Pero entonces, será más cierta todavía aquella afirmación de Jacques Lacan: “El más corruptor de los conforts es el confort intelectual, del mismo modo que la peor corrupción es la del mejor”. Lo que quiere decir también que la primera corrupción a la que cedemos es la corrupción del lenguaje que modula y determina nuestros deseos. Porque a todo esto ¿por qué y para qué quería usted una bicicleta?
Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo
Diseño gráfico: Hernán Osorio