Correo Del Sur No 352

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Número 352 Septiembre 15, 2013

La idea del desarrollo / ¿Partido político o comité electoral? / Chile 40 años: La osadía de Allende / Los niños y los maestros de San Isidro / ¿Por qué Rusia defiende a Siria?


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La idea del desarrollo Rolando Cordera Campos Profesor emérito, UNAM

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a idea del desarrollo como progreso (como “estar al día”) a la par de lo que se considera lo más avanzado es tan vieja como la modernidad. Forma parte del pensamiento clásico de las ciencias sociales, así como de las experiencias políticas internacionales de los dos últimos siglos. Sin embargo, la preocupación por este proceso (central en la vida de los países) adquirió presencia y se volvió universal y estratégica hasta la segunda mitad del siglo XX. En México, esta aspiración por el progreso se planteó desde el siglo XIX y se dirigió a propiciar las condiciones necesarias para el despegue económico nacional: crear mercados, eliminar los privilegios, impulsar la planta productiva. El empeño lo compartieron liberales y conservadores y nacionalistas y cosmopolitas, pero cuando se revisan los datos duros de nuestra historia económica los resultados resultan ser muy duros con el desarrollo: preca-

rio y poco sostenido a lo largo de 200 años. La incapacidad de construir puentes entre proyectos de nación antagónicos, así como con las bases de la sociedad en una perspectiva democrática, nos ha acompañado a lo largo de nuestra historia política y ha tenido un costo muy importante en términos económicos y sociales. A las grandes luchas por alcanzar la independencia siguieron periodos de inestabilidad que solamente fueron superados por arreglos políticos, más informales que formales, para construir regímenes bajo los cuales se logró articular intereses económicos que auspiciaron el desarrollo a tumbos y de manera segmentada al país. Después de la revolución, a partir de la tercera década del siglo XX, se alcanzó un equilibrio dinámico entre expansión económica y estabilidad política, pero en los últimos lustros tal equilibrio se ha puesto en entredicho. Brevísimo recuento A lo largo de su vida independiente, el crecimiento económico de México no ha sido sostenido. Fuera del Porfiriato y de la larga expansión económica que se inició en 1934, y que con altibajos se mantuvo hasta el inicio de la crisis de la deuda en 1982, el país ha enfrentado

largos periodos de estancamiento que han contribuido a agudizar problemas ancestrales (la pobreza y la desigualdad), y provocado retrocesos. En ambos casos, además, el crecimiento económico y la modernización social y productiva tuvieron lugar en un ambiente político autoritario (en el primer momento dictatorial), sin que los liderazgos hayan podido forjar formas eficientes y duraderas de comunicación y deliberación con la sociedad. Tampoco fue posible implantar relaciones con el exterior virtuosas. Desde sus primeros vínculos con la globalización, en los años veinte del siglo XIX, la nación mexicana ha pasado, al menos, por cuatro estrategias de inserción en la economía mundial: de la apertura inicial, ingenua y unilateral, de la primera República federal (que trajo consigo una relación asimétrica con Inglaterra y la crisis de la protoindustria heredada de la colonia) a la apertura promovida por el régimen de Porfirio Díaz (que buscó diversificar las relaciones económicas con el exterior); de la americanización como estrategia (para complementar

el esfuerzo nacional de industrialización) que encontró su clímax en el desarrollo estabilizador de fines de los años cincuenta y la década del sesenta, hasta la americanización como objetivo (impulsada a partir del cambio estructural de los años ochenta y que cristalizó en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte). A lo largo de estos dos siglos se pasó de la búsqueda de un proyecto propio a los intentos por vincular al país a proyectos globales, pero en ambos casos los resultados han sido insuficientes para cerrar la brecha que históricamente lo separa de los más desarrollados. Una manera de explicar nuestro déficit económico, resumido en un recetario de modernizaciones incompletas, a tumbos y segmentadas, es revisar el modo en que el país -sus élites políticas- se ha vinculado con la economía mundial, a veces de forma unilateral y sin considerar a fondo los problemas derivados de las asimetrías. Entrado el nuevo milenio, nuestros logros en materia de desarrollo contrastan desfavorablemente con los resultados obtenidos por algunos países, en términos de crecimiento, cuando sus proyectos se han inscrito en estrategias de desarrollo que contemplan no sólo el fortalecimiento de los mercados, la ampliación de la infraestructura, el

impulso a la planta productiva y el empleo, sino el fortalecimiento de las capacidades del Estado para regular las economías y la redistribución social. Aprender de la historia En toda discusión sobre el desarrollo pasado y sobre sus perspectivas, hay una economía política y una historia nacional y mundial que no se puede dejar de lado. En la medida en que el desarrollo, entendido como cambio social, político y económico, requiere del correcto funcionamiento de las instituciones también implica, de manera fundamental, una reestructuración de valores y actitudes; de imaginar rutas para salir de dogmas y paradigmas gastados. Así, debemos entender el desarrollo como derechos garantizados, y a los derechos como justicia y libertad. A la vez, la política debe verse como acción y compromiso con el código democrático: éstas son las coordenadas imprescindibles para construir una nueva agenda para el desarrollo de México en la globalidad. Discutir las capacidades y estrategias desplegadas es necesario para entender la historia y las circunstancias estructurales y mentales que han impedido aprovechar las oportunidades perdidas. Hacer recuentos de fortalezas y debilidades para evaluar nuestro proyecto nacional en una perspectiva global, es un ejercicio indispensable para entender en toda su complejidad la economía política del desarrollo mexicano.


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Rossana Rossanda

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a requisitoria contra los partidos, hecha incluso por amigos queridísimos además de ciudadanos intachables, como Marco Revelli, ha llegado hasta su exponente más frágil, el Partido Democrático, demostrando que el resultado es la transformación del partido en simple comité electoral. ¿Qué era un partido si no una idea y propuesta de sociedad, que hacía propia una parte de ella, como dice la misma palabra, y se presentaba a una población compuesta por partes sociales diversas y asimismo opuestas? En este sentido es en el que la Constitución del 48 señala en los partidos, agregados de ideas e intereses, los instrumentos típicos de la democracia, los “cuerpos intermedios que organizan la reflexión entre la sociedad y el Estado, y por medio de las elecciones expresan la fracción mayoritaria”. Con un solo límite, el pacto constitucional, dentro del cual y sin salirse de él los partidos son libres de moverse y modificarse. Esta estructura del pensamiento político moderno lleva estallando desde 1989 en adelante con la crisis de los partidos comunistas y de ese “compromiso keynesiano” que nació tras el desastre económico del 29, el surgimiento de los fascismos y la Segunda Guerra Mundial. Y que ha estado en la base de las constituciones democráticas, como la nuestra. Ésta reconocía que hay intereses opuestos entre capital y asalariados, e intentaba frenar bien una revolución como la rusa de 1917, bien una reacción como la fascista y nazi, poniendo límites a la clase más fuerte, la del capital. Era entonces opinión común que debía corregirse el modo de producción capitalista dominante en Occidente. La oleada neoliberal reiniciada por Thatcher y Reagan ha proclamada la unicidad y eternidad de la ordenación capitalista con la famosa “TINA” [“There is no alternative” – “No hay alternativa”] y ha puesto fin a los “partidos” como expresión de “partes sociales”, dejando legitimidad solamente a los bilateralismos anglosajones y a un modo en parte diferente de administrar la única sociedad posible, la capitalista. Y este retorno a Von Hayek se le le ha antojado persuasivo a los herederos de los partidos comunistas; es más, como dijera D’Alema, es la “normalidad” a la que deseaban que llegase Italia. Desde ese momento, también los partidos que han seguido llamándose de izquierda han dejado de expresar una idea diferente de sociedad, con relativos valores y contravalores, adversarios y objetivos, y su eje se ha desplazado de la propuesta de una idea de sociedad y de país a la promoción de las personas que se presentan como candidatas para dirigirlos. No sorprende que el más afectado y asolado por el cambio sea el heredero del Partido Comunista, el PD. Atravesado por luchas furibundas entre los que se autoproponen ceñirse al presente y los pocos que querrían mantener una diferencia social, ser, en resumen, no digo todavía comunistas sino todavía keynesianos. La mayoría, también en la llamada sociedad civil, no quiere volver a oír hablar de conflictos y prefiere lamentar la degeneración moral de una política que no puede ser más que ésa. Y no quieren saber nada, no por casualidad, de la propuesta de Fabrizio Barca, consistente en restituir a los partidos solamente el papel de proponentes de ideas de sociedad, separándolos de las instituciones del Estado, con relativos puestos y prebendas. No es una propuesta simple, pero no la han tomado en consideración ni siquiera los dirigentes candidatos a la

¿Partido político o comité electoral?

secretaría general, y el PD ya no es más que un comité electoral, cuyo problema principal consiste en decidir si la base de los electores debe reservarse a quien constituía la base social compuesta por aquellos sin medios de producción (capitales, tierras, minas) o bien el conjunto de la población , capitalista o no. El voto irá exclusivamente a la persona del candidato y a su modo de hacer y aparecer en una sociedad justamente “normalizada” como se ha indicado antes. Un joven

como Renzi no duda en decir que no le importa nada del partido salvo como medio sobre el cual elevarse para llegar al gobierno: porque con una sociedad distinta no se identifica en absoluto. No sé si un partido de ese género estaría en situación de remediar la crisis italiana, un apartado de la crisis mundial en la que nos ha metido el neoliberalismo. Esto no está en sus intenciones, del mismo modo que desconozco el análisis de las causas que hace hasta ahora Barca. Más modesta-

mente, ¿estaría su propuesta en condiciones de liberarnos de esa superposición de bajos intereses e ilegalidad que reprobaba Marco Revelli al desear el fin de los partidos? Quizás sí, pero, aun quedando limpia de nuevo la esfera de la representación, habría que volver a pensar el conjunto de la estructura política. Y sería imposible cancelar el conflicto social como hace hoy toda la política, derecha e izquierda, representados y no representados. Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón


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Chile 40 años: La o Carlos Abel Suárez

“Para mí la mayor gravedad es lo que continúa después del golpe de Estado…lo que siguió después fue una barbarie, crímenes y asesinatos y destierro. La primera etapa de esta sanación era para mí justicia a los criminales, una especie de Núremberg, que no hubo acá en Chile, y luego las cuestiones institucionales, como el binominal. La dictadura duró 20 años, tuvieron 20 años para hacer lo que les paró el hoyo aquí en Chile y pa poder reorganizar el país pa delante. (…) nada nos asegura que no pueda volver a suceder, lo único que podemos hacer es testimoniar, testimoniar. Ojo con esto…no se pueden volver a cometer esos excesos bajo ningún punto de vista, no se puede perseguir y matar gente por lo que piensa. Una de las cosas buenas que hemos aprendido en la democracia es que la gente pueda expresar su opinión y no sentir miedo. Yo creo que se ha demorado más este proceso porque nos quedamos con un miedo terrible, sobre todo las generaciones más grandes, entonces evidentemente la juventud tiene ese rol: no tener miedo”. Rodrigo Salinas, Ilustrador y comediante (38 años) “Yo soy un defensor acérrimo del gobierno de Allende. Yo creo que ha sido el mejor gobierno de Chile y uno de los mejores gobiernos de la humanidad en cuanto a participación, en cuanto a democracia, en cuanto a acceso a la cultura (…) La editorial Quimantú tenía tiradas de 300.000 ejemplares. Yo noto que hay algo que nadie dice, y es lo que fue el gobierno de la Unidad Popular, lo que fue como gobierno. Y que la gente que participó de ese gobierno tiende como a disculparse, tiende como a ocultarlo. Tiende como a sentir vergüenza, hablan de los excesos. (…) Durante los 3 años de la Unidad Popular no hubo un solo cesante en Chile y a pesar del desabastecimiento, a pesar del mercado negro, nadie pasó hambre, nadie pasó necesidades”. Camilo Marks, escritor y abogado defensor de los DDHH durante la dictadura. (65 años)

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stos testimonios forman parte de un impactante documental “40 voces, 40 años”, dirigido por Felipe Araya, Patricio Escobar, que fue difundido por la televisión chilena la semana pasada. Seleccioné estos dos

testimonios, entre muchos muy buenos, para mostrar dos experiencias distintas (que de algún modo recorren la muestra): la de quienes vivieron los tiempos de Allende y el golpe y la de quienes sufrieron las consecuencias de los

largos años de la dictadura y de casi 24 años de los gobiernos que sucedieron a Pinochet. Escribir sobre el Chile de cuatro décadas atrás es duro para los que de uno u otra manera estuvimos involucrados en ese tiempo. Hasta las personalidades más destacadas no podían hablar del tema. La última vez que me encontré con Clodomiro Almeyda, ex canciller y vicepresidente de la República, (a quien conocía de mucho tiempo antes de que fuera uno de los más destacados dirigentes del Partido Socialista, canciller y vicepresidente de Allende) compartimos varias horas de vuelo entre Santiago y Bogotá y luego una cena en el Hotel. Me contó que había


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osadía de Allende pedir perdón. Es lo mismo que impedía a Jorge Semprun contar su experiencia en Buchenwald, que finalmente pudo concretar en La Escritura o la vida. Allí se vale de un poeta amigo, una tabla que le permite superar el trance: “Nadie puede escribir si no tiene el corazón puro, es decir, si no está suficientemente despegado de sí mismo”. Para los chilenos, también para el resto del mundo, la conmemoración del 11 de Septiembre tiene varios significados, para muchos es la muerte de Allende, el fin del sueño de una experiencia social y política inédita y el comienzo del horror de la dictadura de Pinochet, que destruyó a la mayoría de los chilenos. Para la derecha de Chile y del mundo, fue el triunfo de una contrarrevolución y de la conformación de un modelo económico que sería un ejemplo para un puñado de ricos del mundo, un trofeo que todavía exhiben sin pudor entre los círculos más concentrados del privilegio y de la desigualdad. Esconden, ciertamente, bajo la alfombra la sangre de las víctimas y que esos logros no solamente fueron una hazaña de la competencia y de la iniciativa privada. Fueron el resultado y, principalmente, vaya la paradoja de la intervención del

dejado de fumar, de la caída del Muro de Berlín, de cuando cruzó clandestinamente la cordillera para regresar a Chile, una anécdota que yo conocía porque colaboraron unos amigos, de Arafat que le había regalado un collar de cuentas que le ayudaba a bajar la ansiedad de ex fumador, pero cuando llegábamos a la zona de los recuerdos más dolorosos, enmudecía y yo sabía que no podía preguntar. Algo de esto había aprendido entre los exiliados republicanos españoles residentes en Mendoza. También en nuestra propia experiencia argentina con relación a la dictadura. Hay un territorio difícil de franquear y no se trata de culpas, como piensan algunos imbéciles por las que hay que

Estado. Porque el Estado siempre está. Mucho más para aquellos que dicen que no debe intervenir. “Ahora saben – recuerda el escritor Luis Sepúlveda que la mujer de Pinochet asaltó la organización de Centros de Madres (CEMA), sin realizar la menor inversión de riesgo. Actuaba de la siguiente manera: su marido ordenaba asesinar a alguien, normalmente de izquierda, que tuviera una propiedad grande, apta para la construcción. Esa propiedad pasaba a ser parte, durante algunos días, del Estado chileno, pero luego era regalada a CEMA, organización que dirigía Lucía Hiriart de Pinochet. Esta veterana ladrona, como gato de campo, ordenaba que arquitectos del ejército, pagados por todos los chilenos, hicieran un proyecto de cien o más viviendas, que eran construidas por batallones de soldados, ladrillos, cemento y vidrios del ejército chileno, es decir que no compraba un clavo, todo lo pagaba el Estado chileno. Luego vendía las casas, que además entregaban equipadas con cocina, refrigerador y muebles compradas por el ejército chileno, y el dinero de A PÁGINA 6


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la venta se perdía en sus cuentas de Miami, Gibraltar, Suiza o las Islas Caimán. Eso – dicen los ladrones y estafadoras chilenos – es competencia desleal, eso es una violación de la libre competencia y no hay manera de explicarles que eso es precisamente la médula de la economía neoliberal de mercado, el robo cometido sin la menor vergüenza y que se llama privatización de las empresas nacionales, el latrocinio impune que se llama “libertad de movimiento para el capital”. Ni ella ni sus hijos implicados en peores negocios que los de la ONG de la mamá con ayuda del General, pidieron perdón ni fueron condenados. Los días de Allende La maravillosa película de Patricio Guzmán registra con imparcialidad y profundidad esos tiempos fundamentales, que suelen ser interpretados con claves del presente y confusas. Es importante sugerir a los más jóvenes que la vean, que se pase en las escuelas y no sólo de Chile. Cuando Juan Gabriel Valdés fue embajador del gobierno de la Concertación en Buenos Aires, invitó a políticos argentinos amigos, a chilenos residentes y a periodistas a la presentación del documentado libro Memoria de la Izquierda Chilena, escrito por Jorge Arrate y Eduardo Rojas. Un destacadísimo político argentino, que participaba del panel de presentación – no es al caso mencionarlo para no entrarle a las internas argentinas – confesó que de los dos tomos de la obra, sólo había alcanzado a leer el capítulo de Allende. Y agregó que había estado pensando que si Allende hubiese hecho esto, en lugar de aquello y lo otro en lugar de…es posible que hubiese evitado el golpe de Estado. Yo estaba sentado al lado del actor Patricio Contreras, nos miramos, sonreímos y comentamos: ahora el Chicho sería un viejito huevón, dando conferencias en Harvard o en París. De más está decir que al intrépido comentarista (ha hecho cosas peores) le enmendaron la plana. La suerte de Allende y de la Unidad Popular estaba echada desde antes de ganar aquellas inolvidables elecciones de septiembre de 1970. Recordemos solamente el testimonio del embajador norteamericano en la mencionada película de Patricio Guzmán, las revelaciones de los documentos desclasificados del Departamento de Estado que informan sobre planes de “contingencia”, la operación Camelot, etc., elaborados ya desde los tiempos en que el FRAP era apenas una lejana posibilidad, en las elecciones que ganó Eduardo Frei. Para no abundar con citas de horas y horas de deliberaciones, cientos de informes, testimonios y grabaciones en las comisiones del Congreso de los Estados Unidos - la centralidad que alcanzó el caso Chile en los planes de Nixon y su secretario Kissinger -, el papel de la ITT y las transnacionales, como asimismo lo que investigó el Tribunal Russell durante 1975, etc. Pero todo esto, que a muchos tomó por sorpresa a los largo de 40 años, no era desconocido en 1970. Desde antes de asumir el gobierno se asomó el huevo de la serpiente con el brutal asesinato del comandante del Ejército, René Schneider. Las controversias de esos momentos no ignoraban el peligro, la existencia de la Guerra Fría y el sendero angosto por que debía transitar el gobierno de la UP para cumplir sus promesas electorales. Allende fue un ejemplo de transparencia en ese sentido, no vendía una imagen diferente de lo que era y así como no rehuía la negociación con los políticos tradicionales y las fuerzas hostiles, con los que había tratado toda su vida política – recordemos que fue por un período breve ministro de salud de Aguirre Cerda, y largos años senador de la República - también era capaz de recibir críticas desde la izquierda y refutarlas sin una pizca de enojo o mal humor. Entre los más próximos se escuchaba decir, entre queja y admiración, que el Chicho confiaba demasiado en su muñeca negociadora. En la conciencia de los peligros que encerraba esa coyuntura histórica está la premura con que la UP avanzó en una rápida implementación de su programa, nadie le podía echar en cara que no había cumplido sus promesas a los pocos meses de ocupar La Moneda. Su discurso en el acto de festejo del primer año de gobierno, realizado el 5 de noviembre de 1971 en el Estadio Nacional, muestra con gran transparencia su pensamiento, ideas sobre las que persistió hasta el final: “Rechazamos, nosotros los chilenos, en lo más profundo de nuestras conciencias, las luchas fratricidas. Pero sin renunciar jamás a reivindicar los derechos del pueblo. Nuestro escudo lo dice: ´Por la razón o por la fuerza´. Pero dice primero ‘por la razón´. Ya en nuestros primeros pasos

CORREO del SUR como país soberano, la decisión de los hombres de Chile y la estabilidad de sus dirigentes nos permitieron evitar las guerras civiles.(….) Ya en 1845, Francisco Antonio Pinto escribía al General san Martín: ´Me parece que nosotros vamos a solucionar el problema de saber cómo ser republicanos y continuar hablando la lengua española´. Desde

entonces, la estabilidad institucional de la República fue una de las más consistentes de Europa y América (….) El respeto a los demás, la tolerancia hacia el otro, es uno de los bienes culturales más significativos con que contamos. (…) Nuestro camino será aquel construido a lo largo de

nuestra experiencia, el consagrado por el pueblo en las elecciones, el señalado en el Programa de la Unidad Popular: El camino al socialismo en democracia, Pluralismo y libertad. (….) Que nadie se llame a engaño. Los teóricos del marxismo nunca han pretendido, ni la historia demuestra,

que un partido único sea una necesidad en el proceso de transición hacia el Socialismo” Terminó su brillante oratoria con esta frase: “Este Chile que empieza a renovarse, este Chile en primavera y en

fiesta, siente como una de sus aspiraciones más hondas, el deseo de que cada hombre del mundo sienta en nosotros a su hermano”. En este discurso, casi sin libreto, está reflejado el conocimiento que tenía Allende de la historia y de que hincaba el diente sin vacilar en los grandes debates de

su época; con respecto a un socialismo con rostro humano y también la temeraria confianza que depositaba en la estabilidad institucional y neutralidad de las Fuerzas Armadas, que ciertamente contrastaba con la experiencia de América Latina. Asimismo hay que decir que no se trataba de una confianza ingenua, no cerraba el paso a los procesos de auto organización de los trabajadores, que disgustaban a algunos de sus colaboradores. En los momentos más difíciles, como el “tancazo” del 29 de junio, Allende rechazó airadamente los mayoritarios reclamos de cerrar el Parlamento y tomar medidas contra la Corte de Justicia que le eran hostiles. Allende aseguró que mientras él fuera presidente respetaría las instituciones de la república, y cada vez que se le interpelaba sobre la violencia señalaba el escudo chileno con esa sonrisa pícara: “primero dice por la razón”. No obstante, esa misma noche de junio comenzó una gigantesca ocupación de fábricas e instituciones, que abría una etapa de confrontación irreversible. La ex presidenta y actual candidata recordará que ella estaba esos días en el fragor de esas ocupaciones. Chile por su conformación territorial fue como una isla, encerrado al Este por la Cordillera de los Andes, al Norte por el desierto de Atacama, el resto por el imponente océano Pacífico (el Sur por siglos casi no contaba). Sin embargo, nunca estuvo más unido al mundo que en los años de la Unidad Popular, cosa que no pueden entender los que creen que todo llegó por el Tratado de Libre Comercio con los yanquis o la apertura comercial. Esto es lo que constata y expresa Allende cuando afirmó: “el deseo de que cada hombre del mundo sienta en nosotros a su hermano”. Verdaderamente acudieron a Chile, no sólo los exiliados de todas partes, que tanto odiaban los momios, especialmente si eran negros, sino científicos, artistas intelectuales que fueron a aportar a esa experiencia singular. Muchos perdieron la vida en esa jugada, otros quedaron marcados para siempre. Entre tantos ejemplos, están los científicos: Stafford Beer (británico), Oscar Varsavsky (argentino), Carlos Eduardo Senna (brasiñelo), Stéfano Varese (peruano), que trabajaron junto al investigador chileno Humberto Maturana, en distintos modelos matemáticos y cibernéticos para su aplicación en la industria nacionalizada. Algunos proyectos cuando los explicaban parecían sueños futuristas, lo dijo muy bien Darcy Ribeiro, que fue asesor de Allende y también estaba vinculado a este proyecto: “Nunca participé de un experimento tan radical y tan generoso. Allí repensábamos con osadía el mundo que era y debía ser, todavía más osadamente, los mundos que debían ser”. (1) ¿De qué hay que pedir perdón? El acreditado Estudio de Opinión Pública difundió esta semana el primer sondeo sobre las futuras elecciones nacionales que se celebrarán el próximo mes de noviembre. Michelle Bachelet registra el 44 por ciento de apoyo contra el 12 por ciento de su contrincante de la derecha Evelyn Matthei. Pero solamente el 53 por ciento dijo que iría a votar. La abstención continua siendo la mancha de la política chilena, donde todavía sigue vigente la Constitución de Pinochet. Al examinar el 53 por ciento que asegura que va a votar, sólo el 18,3 por ciento son jóvenes entre 18 y 30 años. La juventud, que fue la gran protagonista de vida política en las calles de Chile en estos últimos años, no tiene mucho interés en las elecciones. Además la encuesta señala que en las regiones un 62 por ciento quiere participar, mientras que en Santiago la disposición baja al 36,9 por ciento. El casi seguro futuro gobierno encabezado por Bachelet se enfrentará con viejos y nuevos problemas. ¿Podrá seguir navegando en las aguas semi-neoliberales en medio de la crisis mundial actual? Educación, salud y sistema previsional son número puesto en la agenda o tendrá la respuesta en la calle. Y una reforma hacia una Constitución democrática una tarea ineludible. Mientras tanto, al son de la campaña podemos sorprendernos por la disculpa de los jueces por su actuación durante el pinochetismo, que aunque tarde merece aplaudirse, la vergüenza ajena por Camilo Escalona, que pide perdón por unas piedras que tiró cuando era un estudiante secundario radicalizado y el gesto que destaca a Ricardo Lagos cuando dice que no tiene que pedir perdón, porque la dictadura arruinó a toda una generación de chilenos. Tal vez se ha quedado corto, han pasado 40 años y Chile sigue siendo el país tan desigual que dejó Pinochet. Nota: (1): Carlos E. Senna, Encontros na América do sol. 1983 (Río de Janeiro- Ed. Antares).


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l congreso del estado de Chihuahua impuso a Pascual Orozco, antes San Isidro, en el municipio de Guerrero, el título de pueblo heroico. La historia de esta pequeña comunidad es larga y densa. Enclavada en la zona que en su tiempo Fernando Jordán, -el periodista-historiador cuyos textos corrieron con tanta fortuna- llamó “Longitud de Guerra”, fue una pacífica población de labradores, arrieros, vaqueros y después de campesinos, agricultores medios y maestros. Curiosamente muchos maestros, desparramados en la geografía estatal. Al mismo tiempo, durante la segunda mitad de la centuria XIX e inicios de la XX, una porción considerable de sus habitantes, principalmente jóvenes varones, se involucró en las gestas revolucionarias de la nación. El acontecimiento de mayor notoriedad fue el alzamiento armado que protagonizó el 19 de noviembre de 1910 un grupo de sus pobladores, transformado en el núcleo del ejército popular triunfante sobre la dictadura del general Porfirio Díaz seis meses después con la caída de Ciudad Juárez. La osadía inicial y la participación en la interminable contienda siguiente, costaron al minúsculo pueblo un cuantioso derramamiento de sangre joven, que muy tarde o nunca pudo reponer. Los rebeldes de 1910, eran niños rondando los diez en 1892, año en que el presidente seccional Ignacio Orozco envió la lista de inscritos en la escuela municipal a la presidencia de Guerrero, acompañada por la de asistencia correspondiente al mes de enero, entregada por el profesor José Acosta. En total eran cuarenta y un alumnos, capaces de copiar largos poemas o prosas y escribir “composiciones” sobre la naturaleza o la patria, con trazos de letras parecidas a dibujos, por lo bello de la caligrafía, según se advierte por otros pliegos anexos. Diestros en las operaciones aritméticas, alguno aprendía a sumar contando, tan rápido como una moderna calculadora. Cómo sucede con todos los documentos del pasado, entre más se les pregunta, más nos dicen. En una primera ojeada a los nombres, destaco la presencia de once infantes: Flavio Hermosillo, Pascual Orozco, Antonio Frías, Alvino Frías, Marcelo Carabeo, José Carabeo (sic), Ramón Aragón, Luis Solís, Pablo Rodríguez, José María Peña y Eduardo Hermosillo. ¿Cuál es la particularidad?: Todos ellos figuran entre los insurrectos de 1910, según informes de distintos historiadores. Es decir, arriba de la cuarta parte de esta generación de la escuela municipal para varones de San Isidro se involucró en la revolución desde su comienzo. Vale examinar esta notable señal. ¿Qué influencias recibieron estos niños y jóvenes para alimentar ideas y aspiraciones libertarias?. Una primera, me parece, fue la formación propiciada por los maestros. De los triunfos liberales había emergido una oleada de educadores imbuidos por idearios nacionalistas o patrióticos. Al culto a la patria se agregaba el repudio a las viejas ataduras dogmáticas. Un ejemplo de esta actitud en los preceptores se encuentra en la carta dirigida por el profesor José María Vázquez desde la población de Cruces, Namiquipa al jefe político de Guerrero, pidiendo sinodales para sus alumnos. Decía el maestro: “…tengo que entregar mi juventud por medio de un examen formalmente presentado…por personas que

HISTORIA Y EDUCACION

Víctor Orozco

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Los niños y los maestros de San Isidro

no conocen ni por principios los ramos de la educación, por consiguiente ni debo ni puedo poner a mis alumnos a disposición de estos señores que hacen consistir la más lúcida educación en aprender de memoria el catecismo de Ripalda y otras leyendas que en mi establecimiento ni se conocen, pues mi juventud ha estudiado Gramática por Herrera y Quiroz, Aritmética por Emilio Toro, Geografía por el sistema Cornell y Geometría. Por consiguiente al aceptar estas réplicas quedarían mis trabajos en nada…las personas que desearía fueran los réplicas de mi juventud son los dignos CC Mariano Irigoyen y Juan Armijo”. Es poco probable que Vázquez fuera una rara avis entre los preceptores, por tanto es de colegirse que de similar manera pensaban los de pueblos cercanos a la cabecera. Estos niños de San Isidro luego continuarían su educación con el profesor Mariano Irigoyen en ciudad Guerrero, veterano profesor e intelectual juarista, quien inyectó en sus discípulos un incondicional amor a la patria y les impartió rudimentos de artes militares: ejercicios, disciplina, clases de armas. Unos años después, cuando eran jóvenes, se instaló en el pueblo otra maestra, Julia Franco. Seguidora de los pasos de Irigoyen, permaneció en el servicio durante más de medio siglo. Enseñó donde pudo, aún en los tiempos de mayor violencia por las guerras civiles. Fue ella quien se empeñó en mandar a cuantos jóvenes pudo a las flamantes escuelas normales rurales, de Salaices y Flores Magón, para formar más maestros. Otro factor de relevancia fueron las tradiciones familiares y colectivas. Si nos remontamos hasta los tiempos de las guerras de reforma y contra la intervención francesa, podemos ver a los padres o abuelos de estos niños integrados en los cuerpos de guardias nacionales combatiendo al ejército profesional que dio el cuartelazo de Tacubaya y contra el ejército francés. Varios de ellos participaron entre 1858 y 1860 en las batallas de Durango, Mazatlán, Tepic, Guadalajara, el Bajío, Silao, Calpulalpam y entraron victoriosos en la ciudad de México en enero de 1861. Luego, combatieron a los imperialistas en los estados de Chihuahua y Coahuila. Los niños escuchaban los relatos de estas hazañas una y otra vez o las releyeron en las cartas familiares o documentos traídos desde puntos lejanos

como la ciudad de México. En 1872, veinte años antes de la lista comentada, falleció en la ciudad de Chihuahua su paisano Ignacio Orozco, coronel republicano y personaje del liberalismo que ocupó el escenario militar y político de la región desde los años cincuentas. Su herencia ideológica perduró en las nuevas generaciones. También influyó la práctica ancestral de “militar” campañas contra los apaches llevadas a cabo hasta apenas una década previa. Desde luego no todos los niños en edad escolar asistían al salón de clases. Por esa razón las autoridades municipales multaban a los padres omisos en llevar a sus hijos a la escuela. Diez y ocho años mas tarde, en la flor de la juventud, combatirían y morirían juntos, quienes habían pasado por las aulas y a quienes el prematuro trabajo para ganarse la vida los había alejado de ellas. Entre éstos, probablemente se encontraban los cuatro hermanos González: Fidel, Antonio, José y Joaquín, quienes formaban la filarmónica del pueblo. Los tres últimos cayeron en diciembre de 1910 en las batallas de Cerro Prieto y el Chopeque. En una foto tomada poco antes del estallido revolucionario se les mira orgullosos con sus instrumentos: flauta, clarinete, trompeta, violín y guitarra. Los lugareños contaban muchas décadas después que desde entonces San Isidro no tenía “música”. (Para referirse a un grupo de instrumentistas). Marcelo Caraveo, quien de esta generación del 92, fue el único que escribió sus memorias, dice que “Nos inspiraba la rebelión de los tomochitecos, pues si ellos habían podido luchar bizarramente contra la Federación, nosotros también”. Por coincidencia, la lista de alumnos comentada, se confeccionó justo en el año de la rebelión de Tomóchic, pueblo del mismo municipio de Guerrero. Demasiado temprana para triunfar, fue un prolegómeno del estallido en San Isidro. Ambos estuvieron unidos por los anhelos democráticos y liquidadores de privilegios. Desde luego, el levantamiento de San Isidro no fue el único en 1910. El 25 de diciembre de ese año, el gobernador Miguel Ahumada veía con preocupación al grupo comandado por Toribio Ortega en la región de Ojinaga, pero, comunicaba al presidente Porfirio Díaz, que“…era mucho menos peligroso que el del distrito de Guerrero… porque los de Ojinaga no eran gente de prestigio, de conocimientos ni de experiencia, mientras que desgraciadamente no se podía decir lo mismo del grupo de Guerrero…el cual era muy obcecado”. Como fuere, el hecho es que Chihuahua se había insurreccionado, poniendo en claro una realidad: nunca la oligarquía representada en los intereses del grupo Terrazas-Creel pudo imponer su pleno dominio en la sociedad. La manida frase atribuida al general Luis Terrazas: “No soy de Chihuahua, Chihuahua es mío”, si la pronunció, no pasó de ser una balandronada. Para probarlo, estaban estos maestros rebeldes y dignos, estos alumnos avispados que asimilaron sus enseñanzas traduciéndolas en acciones. San Isidro finalmente recuperó sus tierras, entre los primeros pueblos del país. En 1919 se emitió la resolución presidencial que las entregaba y en 1921 se ejecutó. En el acto solemne de posesión, muy formales, estaban los niños de la escuela con su maestra, atestiguando y aprendiendo. Algunos de los asistentes a la misma tres décadas antes también pudieron estar allí, varios eran curtidos combatientes que apenas estaban restañando heridas. Era la ronda de las generaciones, en la cual se combinaban las aulas con las luchas sociales. (Síntesis de la conferencia dictada en la escuela primaria de Pascual Orozco, con motivo de la sesión del H. Congreso del Estado celebrada en este pueblo el día 6 de septiembre de 2013)


Nikolái Surkov, Rusia Hoy

ara empezar hay que recordar que la unión estratégica entre Rusia y Siria es un mito. Las relaciones bilaterales siempre han tenido un carácter pragmático. En realidad, desde comienzos de los años 90 hasta 2005 estas relaciones quedaron prácticamente congeladas ya que no estaba resuelto el problema de la deuda siria con la antigua URSS, que alcanzaba un total de unos 13.400 millones de dólares. Damasco exigía su condonación y Moscú quería dinero y se negaba a vender armamento y material a crédito. En 2005 se resolvió la cuestión de la deuda. La mayor parte de la misma (el 73%) se perdonó y aproximadamente uno 1.500 millones de dólares se convirtieron directamente en inversiones en proyectos conjuntos. Después de esto el intercambio comercial y la colaboración militar comenzó a crecer. En concreto los sirios pagaron cerca de 2.000 millones de dólares por la modernización de la tecnología militar soviética. Pero esto

pionaje que también siguen la situación en Siria, así que el presidente Putin debe tener una idea bastante precisa de lo que realmente está haciendo su colega sirio. Desde el punto de vista político, para Rusia el actual gobierno sirio es un mal menor. Pero Moscú está convencida de que la caída de El Asad provocará el caos, primero en Siria y después en todo Oriente Próximo. La desintegración de Siria mediante la guerra puede convertirse en un argumento más para Al Qaeda, lo que ha sopesado también EE UU, pero Rusia se encuentra mucho más cerca geográficamente. Los combatientes extranjeros que han llegado de Oriente Próximo luchan de forma activa contra las tropas federales en el Cáucaso Norte y han participado en muchos atentados terroristas. En Siria ya luchan más de un centenar de chechenos y no es difícil adivinar dónde irán después de la guerra. La crisis siria tiene otro aspecto más que no le permite a Rusia quedarse a un lado. En Siria hay aproximadamente unos 30.000 ciudadanos rusos (según algunos datos hasta

peligro a los cristianos sirios, tanto a los ortodoxos como a los maronitas, alauitas, así como a los ateos y los liberales”. Vasili Kuznetsov duda de que los intereses militares y económicos determinen la política rusa en Oriente Próximo. “Sería estúpido decir que Moscú defiende los contratos en Siria. Sí, hay contratos, tanto militares como civiles, pero se pueden firmar nuevos contratos con el nuevo gobierno. Está el ejemplo de Irak, donde las empresas rusas están ganando posiciones rápidamente. La base de Tartus, son dos amarraderos que no valen todo este esfuerzo que está poniendo Moscú en la cuestión siria. Rusia ahora no tiene escuadras en el Mar Mediterráneo”, aclaró el entrevistado. La profesora de la MGIMO, Marina Saprónova, en una entrevista con Rusia Hoy, señaló que el presidente Putin ha explicado claramente los motivos de Rusia: “En primer lugar defender las normas del derecho internacional y actuar en contra de la injerencia en los asuntos internos de estados soberanos. Moscú considera que es necesario esperar la respuesta de los expertos en armas químicas

no significa en absoluto que Damasco se convirtiera en un obediente intermediario de la voluntad de Moscú en Oriente Próximo. La Siria actual no tiene recursos ni militares, ni políticos para cumplir este papel, no es un Egipto de los tiempos de Nasser. Y Rusia no siempre se ha puesto del lado de Assad, por ejemplo, la delegación rusa votó a favor de la resolución de la ONU para la salida de los soldados sirios de Líbano en 2005. “Moscú defiende a un asesino”, otro mito que a menudo se puede encontrar en la prensa de Occidente. La realidad es que no se ha realizado ni una sola investigación objetiva de lo que está sucediendo en Siria. Ni la misión de la Liga árabe, ni los representantes de la ONU han podido culpar unívocamente a Damasco de lo sucedido. El gobierno ha actuado con excesiva dureza, especialmente al inicio de la crisis, pero sus adversarios han resultado ser aún menos escrupulosos. Además, según datos no oficiales, ya al inicio de la crisis, Rusia estableció su propia línea roja y le dio a entender a El Asad que no estaba dispuesta a ayudar a un régimen que fuera culpable de crímenes contra la humanidad. Hay que recordar que Moscú tiene sus propios servicios de es-

100.000). Mujeres rusas casadas con sirios e hijos de matrimonios mixtos. En caso de que ganara la oposición toda esta gente se encontraría en peligro. El profesor de la Facultad de Política internacional de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú, Vasili Kuznetsov, le ha comentado a Rusia Hoy que Rusia no defiende a Siria o al presidente Bachar el Asad. “Defiende una filosofía de relaciones internacionales fundamental, la idea de la soberanía nacional. Rusia también intenta mantener la estabilidad en Oriente Próximo, ya que en caso contrario se encuentra en peligro su propia seguridad. Nos referimos sobre todo al crecimiento del islamismo radical en sus regiones del sur”, aclaró el experto. En su opinión hay toda una serie de factores que indican que la estabilidad de la región se verá perturbada indefectiblemente como resultado del presente conflicto: “La intervención extranjera es posible, pero la experiencia en intervenciones similares en Irak, Afganistán y Libia, no tuvo éxito. Ningún escenario de resolución mediante la fuerza de la crisis tiene en cuenta un periodo de transición. Finalmente la oposición siria no está unida y entre sus filas está creciendo la influencia de los islamistas radicales, relacionados con Al Qaeda. Su victoria pondría en

y obtener el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU, antes de realizar una operación contra Siria”. “Es imposible explicar la posición de Moscú con intereses económicos y militares. El comercio con Siria, alrededor de unos 2.000 millones de dólares al año, no es demasiado significativo. La economía rusa está orientada hacia Europa y Asia y no hacia Oriente Próximo. Rusia tampoco tiene intereses militares en Siria. Está el tema del abastecimiento de la flota en Tartus, pero después del final de la guerra fría ha perdido su significado”, recalcó la profesora. En cuanto a la exportación de armamento, Marina Saprónova recordó que Siria no es uno de los principales compradores de armamento ruso. Considera que “India, China o Venezuela son mucho más importantes”. “A pesar de lo cual Rusia no puede ignorar el hecho de que a Siria van a obtener experiencia los combatientes islámicos que después aparecerán en diferentes partes del mundo, entre otros lugares en el Cáucaso Norte, en Chechenia, en Daguestán, y esto significaría un nuevo brote de terrorismo”, añadió la entrevistada. Nikolái Surkov, redactor de Oriente Próximo en Rusia Hoy, doctorando y docente en la facultad de Relaciones Internacionales en MGIMO.

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¿Por qué Rusia defiende a Siria?

CORREO del SUR Director General: León García Soler

Suplemento dominical de Director: Adolfo Sánchez Rebolledo

Diseño gráfico: Hernán Osorio


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