■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 22 de junio de 2014 ■ Núm. 1007 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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el triple cero del narco neoliberal Fabrizio Lorusso
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A 15 años de su muerte: entrevista con Ricardo Garibay • La narrativa íntima de Aline Petterson García Márquez, una memoria prodigiosa
22 de junio de 2014 • Número 1007 • Jornada Semanal
bazar de asombros Memorias del Líbano
Sumado a la muerte, la corrupción, la impunidad, la descomposición social y otros lastres, entre los peores efectos de la violencia exacerbada que vivimos en México a consecuencia de las actividades asociadas al narcotráfico está la muy equívoca naturalización del fenómeno, bajo cuyos efectos el horror parece adormecido, y en donde sólo cabe esperar que el tamaño de la tragedia colectiva aumente. Contra esa suerte de costumbrismo macabro, de médula neoliberal, escribió Roberto Saviano su célebre Cero cero cero: cómo la cocaína gobierna el mundo, y en ese mismo sentido apunta el ensayo de Fabrizio Lorusso que ofrecemos aquí a nuestros lectores. Completan el número una breve muestra de novísimos poetas de Morelos, uno de los estados más
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a segunda vez que fui al Líbano el viaje estuvo lleno de peripecias y de problemas de logística. Recibí instrucciones precisas de la Secretaría de Relacio nes en el sentido de que debía organizar a marchas forzadas mi presentación de credenciales como emba jador de México ante el presidente Haraoui. Hablé con mi colega embajador de Irán en Atenas para pedirle que actuara como intermediario con el grupo armado de Hezbollah que tenía tomado, desde hacía varios años, el aeropuerto y controlaba todas las operacio nes. Al día siguiente mi colega me informó que todo estaba arreglado y me indicó que debía hacer mis arre glos de boletaje con la línea aérea libanesa mea. Le pedí a mi jefe de cancillería, el ministro González Magallón, que me acompañara en el viaje y se hiciera cargo de to dos los arreglos con el protocolo libanés. Salimos de Atenas una mañana ligeramente nublada, hicimos es cala en Chipre y, bajo la lluvia, llegamos a Beirut. Los guerrilleros cumplieron su promesa y dejaron pasar al jefe de protocolo de la presidencia, quien amablemen te nos orientó y los trámites fueron rápidos y sencillos. Nos instalaron en un hotel (uno de los pocos que se mantenían en pie) que era una especie de bunker, ya que ahí me habían destinado los jefes del Estado Mayor del ejército Sirio. Apenas entré en mi habitación sentí el saludo del general Aoun en forma de misil que pasó por encima del hotel. Fingí una valentía helada y me quedé parado en la puerta del cuarto. Los guardias sirios que vigilarían mi habitación durante todos los días de mi estancia en Beirut deben haberse quedado impresio nados ante mi puesta en escena del papel de embajador imperturbable. En ese momento tuve la tentación de meterme debajo de la cama. Logré vencerla y el general rebelde dejó de poner en entredicho mi valor sereno.
golpeados por el flagelo del narco, una entrevista con Ricardo Garibay a quince años de su muerte, así como sendos artículos sobre Aline Petterson y Gabriel García Márquez.
Hugo Gutiérrez Vega Me recogieron en el hotel, vestido de blanco y con corbata negra como lo indicaba el protocolo de verano, y me treparon en un especie de carro de guerra blinda do y aparatoso. A los pocos minutos llegamos a las puer tas del improvisado Palacio Presidencial. Nos recibió un destacamento del ejército libanés, vestido con ropa de faena, y una banda de música con uniformes de gala. Nos paramos para escuchar una versión rápida de los himnos de los dos países y entramos en un elevador que en lugar de subir bajó cuatro pisos, ya que el presidente despachaba en una especie de refugio subterráneo. Haraoui, por su sencillez y cortesía, hizo las cosas fáciles y rápidas. Entregué credenciales y me senté junto a él para iniciar la conversación protocolaria. Hablamos de México y de la comunidad libanesa, y me explicó algu nos aspectos espinosos de la situación de ese momento que mantenía en vilo el general cristiano Aoun, quien es taba en contra de todo y de todos y que, desde su refu gio, lanzaba misiles a tontas y a locas sólo con el propó sito de hacer notoria su actitud rebelde. Sostuvimos la conversación el presidente, cristiano maronita, y el pri mer ministro, de fe musulmana, como lo indicaba la tra dición libanesa. De acuerdo con ésta, si el presidente es musulmán, el primer ministro debe ser maronita. Esta práctica tolerante dio varios años de estabilidad al país. A la mitad de nuestra charla, el general rebelde empezó a mandar bombazos a diestra y siniestra. Esta situación me obligó a permanecer en el bunker, charlando con el presidente de todas las cosas del cielo y de la tierra. Pasó una hora y cesó el bombardeo. Pude salir, abordar el animal blindado y llegar al hotel, otra vez con el im pulso contenido de meterme debajo de la cama. Esa noche bajamos al restaurante del jardín del ho tel, donde habían preparado un apetitoso mechui. Pe dimos nuestro cordero y unos refrescos y, cuando llega ron los primeros platillos y el delicioso pan árabe, empezó a tocar una orquesta siria y se levantó a bailar una niña de unos trece años llena de sonrisas y de gracia. Todo se sentía normal y relajado cuando, de pronto, el ge neral de marras volvió a lanzar sus bombas. El hotel ofrecía condiciones de seguridad que sólo consistían en grandes bloques de cemento armado, pero el silbido y las detonaciones eran impresionantes. Pensé que todo iba a acabar y que correríamos hacia algún refugio. Nada pasó: la orquesta siguió tocando, la gente si guió comiendo y la pequeña siguió bailando. Les seguiré contando mis aventuras libanesas
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Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx Ruinas romanas en Tyro, sur de Líbano
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Portada: Ver la violencia Foto: Enrique Carnicero (CC BY-NC-SA 2.0) Fuente: Flickr
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narrativa íntima de
AlinePettersson Foto: Luis Humberto González/ La Jornada
Nadia Contreras
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El amor y el desamor, la vida o la muerte, son binomios que tejen la narrativa de Aline Pettersson (México df , 1938). Sus novelas, como ella misma lo afirma, no se refieren a los grandes estruendos de la vida, sino al rumor fuerte que nos habita, esos abismos y barrancos que tenemos dentro.
Mistral (1998) comenta: “El hombre se va acondicionando en esa rutina y son estos cambios en contra de la rutina los que permiten un renacimiento interior en la gente.”
Tantas veces la muerte
Rosario Castellanos escribe: “¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve/ la cara a la pared?/ ¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye?/ ¿Se echa uno a correr, como el que tiene/ las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?” En la novela La noche de las hormigas (Alfaguara, 1997 y 2012), este poema sustenta el impacto que toma al hombre por sorpresa y un chorro de sangre le mancha el pantalón. Alfonso no sabe qué hacer; la muerte siempre será un acontecimiento imprevisto y quien la vive, así de pronto, no sabe si sujetarse a los hombros del pasado o dejarse ir hacia lo más profundo de la noche. La muerte de Alfonso ocurre en dos tiempos: el mito y la realidad. Es decir, Elisa-Ifigenia y Alfonso. Estos discursos entrecruzan vida y muerte. La muerte de Alfonso es injusta pero no para la otra realidad del mito. El mito de Ifigenia lo salva. Luz Aurora Pimentel, en el prólogo al libro Obra reunida (Alfa guara 2011), califica como “travesía de voces” la obra de Pettersson. Así como la introspección es importante, lo serán los mitos, las citas, las evocaciones de la música y la pintura. Pimentel escribe:
En la primera novela de Pettersson, Círculos, publicada en 1977 (contenida en Colores y sombras. Tres novelas, Conaculta, 2010), el vacío y la insatisfacción caen como una losa sobre los hombros de Ana. El entorno de su vida es perfecto: casada, madre de tres hijos, una economía decorosa. No obstante, el tedio, la rutina, son círculos que giran en torno a la vida que pudo ser colmada. Ana despierta a la agonía: “El día comienza ya y yo no quiero, estoy cansada, muy cansada de dejar pasar uno después de otro, días que nada traen, días vacíos.” Un escenario semejante rodea la vida de Natalia. Pettersson, autora también de libros de poesía: Cautiva estoy de mí, Enmudeció mi playa y Ya era tarde, este último publicado por el Fondo de Cultura Económica en junio de 2013, devana la historia de Natalia y Brian, su matrimonio en pedazos. En el libro titulado Las muertes de Natalia Bauer se aborda el hartazgo, el aburrimiento en torno a la mujer. Hay diversas maneras de contar una historia y cada autor despliega trucos literarios que seducen maquia vélicamente al lector. La brevedad, el monólogo interior y el “teatro escrito”, son recursos que Pettersson maneja a la perfección. La mayoría de las novelas de la autora de Sombra ella misma, son breves y por ello la tensión dramática se ve fortalecida. El libro culmina cuando la vida de Natalia está a punto de extinguirse. Muy al contrario de lo que uno espera, esa brújula de la existencia perdida, Natalia se apropia del aliento del amor, le da forma (puede llamarse Vicente o Guillermo), lo matiza. La muerte es para el cuerpo, no para un espíritu libre. Lo mismo ocurre con la novela Deseo (Alfaguara, 2011). A lo largo de veintiún episodios, Leonora, niña y mujer, descubre las posibilidades de la pasión, del deseo hete rosexual y lésbico. Los años sesenta y setenta rompieron (no del todo) las ataduras y Leonora se enfrenta a esos cambios. Son escenas que van desde la inocencia que despierta hasta los encuentros completamente carnales. En una entrevista para este diario (7/ viii /2011), la ganadora del Premio Latinoamericano y del Caribe Gabriela
El mito en el centro del caos de la humanidad
Una buena parte de la obra de Aline Pettersson es, en verdad, una “travesía de voces”. […] Lo hemos visto en Las muertes de Natalia Bauer, en donde, como en una suerte de bajo continuo musical, las constantes citas y alusiones a La muerte de Virgilio, de Hermann Broch, le dan una resonancia y una profundidad a la narración de Natalia, que de otro modo tal vez no tendría, minimizada como está por la forma misma de narrar, cotidiana, aparentemente inocua: el e-mail. Lo hemos visto también en Casi en silencio; el Orlando de Virginia Woolf orienta la lectura, le da voz y cuerpo andrógino a los diálogos virtuales de esta novela.
La conciencia ante la incertidumbre y el abatimiento La noche de las hormigas, titulada así por el hormigueo en el cuerpo de Vigil y en la anécdota de la infancia que lo detiene arriba de un hormiguero (a Ifigenia las velas
de las embarcaciones del ejército de su padre le parecen “puntos minúsculos como el ir y venir de hormigas”) y el conjunto de la obra de Pettersson es reflejo de la sociedad en que vivimos. El hombre vive en el corazón de la violencia y sobrevivir es privilegio de unos cuantos. El mundo de hoy arrebata la sonrisa de los niños, la dicha de las mujeres, la fuerza de los hombres. No hay soluciones. Y si las hay, corresponden a intereses particulares. La narrativa escrita por mujeres es, desde luego, más que interesante. Las propuestas son muchas pero caben las siguientes para adentrarse en esta literatura de sentidos muy amplios: En silencio, la lluvia (2008), de Silvia Molina; Saña (2007), de Margo Glantz; El tren pasa primero (2005), de Elena Poniatowska; La muerte me da (2007), La frontera más distante (2008) y Los muertos indóciles, necroescrituras y desapropiacion (2013), de Cristina Rivera Garza
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Cinco poetas
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Des-aparición
Senda de grava negra
Ilse Priego
Francisco Ríos
I No existe tu ausencia. En cada respiro está tu pecho hundido en el mío. En cada paso están tus labios en mi cuello. En cada mirar está tu sonrisa en la mía. En una ciudad que arde por la violencia y la descomposición social, también se gestan los mundos de la poesía. Nunca se había visto tanta indiferencia ante la obra de los creadores del estado de Morelos, tampoco tanta muerte en los comienzos del camino. Esta pequeña muestra es un canto de fe frente a la barbarie que ni el Estado ni sus representantes han podido sofocar. Un homenaje a aquellas víctimas que en medio del poema claman por el destino del alma. Ricardo Venegas
Comienzo Tania Jasso Comienzo cubierto por labios de vino palabras suaves de belleza envenenada escociendo, torturando la boca herida sin intención de muerte atrayendo dolor. Ansia a flor de piel en una vestidura agrietada cuerpo, ojos, atmósfera en riesgo de cambio azote de luz por la espalda Sol vehemente reconociendo la tierra. mundo fragmentado en todas sus orillas esperando la marea con sus funestas consecuencias.
Espectro de la noche, cuya sombra aterriza en mi cuerpo. Fragmentos de sueños que se revelan en la piel que besaste, y se muestran como estigmas. Acaricio la fe que perdí hace años, siglos. Exhalo el dolor que provocan las heridas ahora ya cerradas. Respiro tu vaho mientras cabalgamos en el desierto. Observo nuestros cuerpos emanando colores. Tus ojos cerrados son la evidencia de que el paraíso existe. Llamas que corren desde el corazón y nos queman. Tu pecho, hundido en el mío, arde. II Aquí está tu ausencia. En cada respiro está mi pecho invadido de hastío. En cada paso están tus labios asfixiando mi cuello. En cada mirar está tu lejanía de mi vida. Espectro del averno, cuya sombra aterriza en mi alma. Fragmentos de sueños rotos astillan la piel que besaste, y se muestran como estigmas. Abandono la fe que acaricié por siglos. Inhalo el dolor que provocan las heridas abiertas. Vomito tu veneno, y sola me marcho al desierto. Observo nuestros fantasmas emanando dolores. Tus ojos cerrados son la evidencia de que el infierno existe. Llamas que corren desde el corazón y me queman. Tu pecho, alejado del mío, muere.
Tania Jasso. Escritora, poeta y editora. Textos suyos aparecen en revistas y pe
Ilse Priego. Estudiante de 8vo. semestre en Letras Hispánicas en la
riódicos nacionales, así como en distintos
UAEM. Imparte talleres de creación literaria desde 2011. Trabaja actual
medios digitales. Es autora de los libros Ca
mente en su tesis, cuyo tema es la representación de la violencia en la
minar sin sombra (Editorial Eternos Malaba
poesía chilena de segunda mitad de siglo XX.
res, 1998), Tragaluz del tiempo (Letras del Molino, 1999) y Merodeos (inédito).
En la senda de grava negra y caliente no he marcado ninguna huella ahora que la marcha requiere de un descanso pregunto por aquel camino a mis espaldas doy la media vuelta y reposo manos en la cintura vislumbro el inicio la partida y en el instante se desvanece la remota imagen la huella que nunca tuvo auge alzo la voz sosegadamente un eco sugiere que soy el único hombre entre los roquedales y el verdor espeso la calma es dorada compañía la luz se filtra entre los árboles y es extraño no tener otros hombros y un oído a quien brindarle la liviana risa alguna mirada sonriente donde vertiera el extinto caudal de mis penas no sé si me duele no poder contar las huellas que fingió inscribir el terreno que observo mientras el eco suena los negros guijarros están silenciosos sólo el sol infunde vida en sus diminutas figuras luctuosas seguiré caminando sigo caminando y el ligero ruido bajo mis pies ilumina mi corazón y el comienzo de la noche Francisco Ríos. Nacido en 1988. Cursó por cuatro años el Taller de Letras de la UAEM, impartido por el escritor Luis Fran cisco Acosta. Profesor adjunto por un año del mismo taller. Ju rado en los Juegos Florales de Guerrero 2013. Ha participado en los dos encuentros nacionales de Talento Artístico Estudiantil de las I.E.S., modalidad literatura. Alumno en FFyL de la UNAM.
novísimos de Morelos Estrella Omar Paolo ¿Por qué, por qué razón suprema has captado ahora mi atención en ella? No encuentro nada más que el Designio de tu Suprema maldad Encubierta de Bondad, Hijo de la mentira y del imposible.
No es necesario devorarla de inmediato, por su Creador deberá responder. Pretendió Aquél una trampa a esta alma nocturna imponer, así que ya al fondo.
Es traerla como una arista de luz que se hiciera aguda al fondo del pozo Y en la proximidad a punto de tocarla, mostrarme la burla en cruz, nuevamente.
Al fondo en crucifijo anclado su cuerpo han clavado los piratas, allá en mar, en mar, en mar, en mar espiral su cuerpo de mujer estrella. ¡Ahí está, tú, tu última prueba de lo imposible, señor de promesas! ¡Ahí, para hacer compañía con su lamento, en disonancia las sirenas!
No puedo, ni quiero amarte, mucho menos en una falsa promesa, Pides demasiado a este pecho, cuyo corazón late por la Tierra. Ella se muestra en la mansión de agua, cuando sabes que rata es el sigilo. Se sabe núbil, con el encanto de la riqueza y del lujo, perverso, Que es el mismo de tu señal envenenada. * Narra la leyenda que la mujer al fondo del océano aquel, habita, lamentándose: De ti, de mí, de todos, en gozo espléndido que tú le inculcaras. La mujer de nieve, bajo la noche de luna preñada, observó en las vasijas: Al verter de una a otra al fondo una araña-cangrejo, atenazando sus manos, ha. Leviatán inescrutable y vigoroso, enredado las formas de languidez, ha. De la Tierra una rata, portando una tea, detiene a tiempo la escena…
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¡Tu pretensión ahora es mía, nuestra al otro lado, en el revés! Su lengua ha cambiado, escucha… Su sombra correr sobre el mar, observa… Su piel acariciarte… Su lascivia negar tus órdenes… Ella será libre ahora, y poseerá los cuerpos que desee. Venerar de tal manera la verdadera Realeza del Orbe. Habías conocido su nombre, en falso bautizo. Hemos cumplido el pacto eterno entre Tu propósito y el Mío. Omar Paolo. Egresado de la Facultad de Humanidades por la
Aspectos de la ciudad de Cuernavaca, Morelos Fuente: Flickr
Reconstrucción Claudia Magdalena Sánchez Cadena
Facultad de Letras, ha colaborado en suplementos culturales y gacetas universitarias. Lector de su obra en el Periplo de Home ro y El v El Verbo Oscuro. Autor del libro de relatos Permanente
Mente Ausente y en vías de publicar otro libro de relatos de su autoría, al igual que una novela.
Esta es tu primera lluvia; llueven pájaros azules sobre la tierra, caen cosas cuyos nombres desconozco, extractos de otros tiempos y fantasmas de arena, de aire, de hueso. Aquí sólo queda la resaca de esa lluvia y un añil en el fondo de los dedos, el vaso seco, la oquedad de la memoria. Y regreso al principio de las palabras, donde algo muere en el fondo de piedra y los objetos rondan los recuerdos. Claudia Magdalena Sánchez Cadena. Origina ria del estado de Morelos. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Humanidades de la UAEM. Ha publi cado en pequeñas revistas locales y participado en diversas lecturas en Morelos, Oaxaca y en el Distrito Federal.
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VOZ INTERROGADA A quince años de ausencia del gran escritor
entrevista con Ricardo Garibay Ricardo Venegas
hidalguense, es justo rememorar sus charlas polémicas. Este 2014 se rememora a Octavio Paz, a José Revueltas y a Efraín Huerta, pero se ha omitido sistemáticamente a Ricardo Garibay, uno de los narradores mayores que mejor llevó el lenguaje a diversos géneros. Justo en esta entrevista aborda la pérdida del padre y lo mucho que se pierde cuando se vive para escribir.
qué (no digo que lo haya conseguido). Por un lado el arte y por otro la vida, no tienen que ver una cosa con otra. –Usted reunió la obra poética de Concha Urquiza, ha impartido conferencias sobre El Cantar de los cantares, ¿qué tan importantes han sido para usted las figuras literarias de la religión y los estudios literarios al respecto? –Todas las convicciones que uno tiene o que uno logra reunir con uno mismo influyen poderosamente en lo que se hace y escribe. Mi formación fue hondamente religiosa, la abandoné después, pero queda como raíz de toda la textura humana que uno es y como la posibilidad de invocación para una explicación de la vida. En un ateísmo radical ilustrado, vamos a pensar en el gran poeta italiano Giacomo Leopardi, cuyo ateísmo era absoluto, no hay explicación de la vida. Él tuvo que inventar reverencia o devoción por la vida antigua de los griegos, porque no tenía a mano nada que pudiera sostener la existencia que él mismo llevaba. Forzosamente se busca un asidero, una explicación de lo que es la existencia, y esa explicación,
templación del futuro en paz. Pero antes Eleazar ha tenido que tocar el fondo del pecado hasta el hastío, hasta la saturación que produce vómito y de ahí va emergiendo poco a poco. El pecado de la carne requiere cierta monumentalidad, porque si no se daría de modo muy aburrido, muy inocuo, y la menor monumentalidad que puede tener es la que hay en un burdel internacional; en un burdel donde se peca, digamos, a fondo, sin cortapisas y sin hipocresías, donde se abraza o se asume el pecado con verdadera alegría. –¿Cómo desarrolla la personalidad de sus personajes? –Los personajes deben hablar como son, como hablan. La tarea del escritor es entrar en el personaje, oír su habla y escribirla. Los personajes habitualmente no piensan o deben pensar muy poco. A nadie atraería una literatura donde los personajes se la pasaran pensando, filosofando, esas son mamilas que a nadie atraen. El personaje vive de modo inmediato o brutal, como usted quiera, y sólo, de cuando en cuando piensa cosas populares, cosas que están en la superficie. Está muy lejos de ser un pensador o un filósofo cualquier personaje; vive, que es lo fundamental. Al
Elcálizcomor Foto: María Melendrez/ La Jornada
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ice José Emilio Pacheco que Beber un cáliz es en la narrativa lo que Algo sobre la muerte del mayor Sabines en la poesía... –Es la muerte del propio padre, es algo evidente y eminentemente personal, atañe al autor de manera directa; no pude evadirme de las emociones que los acontecimientos procuraron. El autor tiene que referirlas a él mismo y no a personajes ficticios que hubiera creado si hubiera tenido otro plan. La muerte de Iván Ilich, de León Tolstoi, es la muerte del personaje. El gran escritor ruso ideó lo que ideó para escribir la obra. Aquí no se ideó prácticamente nada; se ve agonizar y morir al padre y se transcribe directamente lo que es eso y las emociones que produce, sólo puede ser un testimonio íntimo de una intimidad desgarrada, penosa, dolorosa. –Ha dicho que el arte se hace con el arte y la vida con la vida, ¿en dónde se sitúa Beber un cáliz? –En hacer el arte de una agonía y de una muerte con el arte, con la literatura. Normalmente se piensa que el arte se hace con la vida y no es así; la vida transcurre como transcurre, el arte es aparte. Si usted quiere hacer arte literario tiene que tener el don de reunir las palabras. La vida transcurre fuera de la puerta de la calle y quién sabe qué sea; si no tenemos fe religiosa no nos explicamos de ninguna manera qué es la vida o por qué o para qué. Esa es una cosa y otra es querer dar un girón de vida con las palabras, esto sería el arte literario, esto fue lo que yo bus-
obligadamente, tiene que ser religiosa. Dado mi comienzo cristiano-católico, las explicaciones que van apareciendo, también las ironías, si es que las tengo, derivan de esta formación de mi infancia; es algo de lo que no puedo desentenderme porque, entonces tanto la vida como mi propio ejercicio literario carecerían de sentido, no tendrían una finalidad ni un arranque más o menos preciso; no habría ningún argumento digno de ser contemplado sin este asidero, sin este apoyo, vamos a llamarle aquí “sin esta fe religiosa”, que es el sustento de lo que se vive. –La casa que arde de noche es una casa non sancta de la que, se ha dicho, lleva en sí un tratamiento exuberante, ¿qué tan religioso es este libro? –La casa que arde de noche es un burdel, un prostíbulo. Encierra el problema de la belleza en el mundo, pero, sobre todo, el de la belleza masculina en el mundo. Ese es el problema de la novela: cómo la belleza en un hombre, cabalmente hombre, lo conduce a la facilidad en la vida; esta facilidad que no exige de él ningún esfuerzo lo lleva al mal, al abuso, a la violencia, al crimen, y cómo la propia belleza, la llenazón de pecado, lo hace emerger, salir a la superficie de una vida normal, sana, saludable, buena, donde el amor de veras se puede dar. Dice Santo Tomás que el pecado de la carne brutaliza. Aceptemos lo que dice Santo Tomás porque es una frase de mucho gozo literario ¿no?, que no tenemos por qué mejorar, ya está acuñada de manera casi perfecta: “el pecado de la carne brutaliza”, y mientras mi personaje está en el pecado de la carne, que es, para nosotros los mexicanos, el mayor de todos los pecados, el más anhelado, está empantanado en el vicio, en el lodazal, y de ahí emerge poco a poco, buscando, sin saberlo, el verdadero amor. Entonces se junta con el personaje femenino llamado Sara, que es la virtud, la pulcritud, la honestidad, la entrega leal, la con-
vivir tiene que hablar y uno debe escuchar el habla. Traza el personaje: es un vaquero, un pistolero, un tahúr o un boxeador, ¡por Dios!, ¿es un vividor descarado? Si uno lo ha trazado, uno tiene que oír su habla y reproducirla con fidelidad, con lealtad, tal y como hablan de verdad las gentes en el mundo, así debe hablar el personaje. –¿Habría accedido a otro género literario para escribir su obra? –No, puesto que no accedí no me hubiera sido posible. Vamos a decirlo de este modo, según está programado desde el principio de los tiempos. He conocido ya a hombres hechos para la filosofía que han derivado en la literatura, literatura, por cierto, muy pobre. He conocido a personas capacitadas para la literatura que han derivado hacia la filosofía, aquello siempre ha resultado de mucha pobreza. Uno está hecho para determinada cosa y debe hacer eso durante muchos años para más o menos hacerlo bien y no traicionarse nunca. ¿Por qué? No se sabe por qué; unos son escritores, otros filósofos, otros arquitectos y otros, simplemente, son envidiables padrotes en cualquier lugar del mundo. Cada quien tira por el camino que tiene prefigurado, creo, lo que quiere decir que el destino es inevitable, está allí y uno lo va buscando. –No hay una unidad en su obra pero sí una descripción de la vida, ¿no lo cree? –Fundamental. El personaje o los personajes deben moverse en un girón de vida que uno escoge y allí, pues hay que conocer o presentir o intuir qué es la vida en esa porción que uno ha escogido. Digamos que hay que cumplir años, hay que trabajar mucho para conocer un poco de la vida, y si pone a los personajes en un determinado terreno o margen vital, puede uno describir esa vida tal como se da. Por ejemplo, en la obra que llamo Par de reyes
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redención había que ver bien, a fondo, qué es la vida de dos pistoleros en el norte de la República a fines del siglo xix , que es ahí donde se da mi argumento. He tratado pistoleros, conozco el norte de la República y traté durante largo tiempo a hombres de allá, de Tamaulipas, los oí hablar. Oyendo hablar a los personajes uno va descubriendo cómo es la vida que uno ha escogido para hacerla novela; el habla es la vida, la lengua es la vida; si uno ve la lengua, la conoce y la domina, uno sabe cómo es la vida de esos personajes. –¿Hay alguna obra suya que haya deseado continuar? –El escritor se echa a escribir una obra, a veces tarda, como en el caso de Par de reyes, veintiséis años; en el caso de Triste domingo, ocho o cuatro (no recuerdo cuántos), a veces, como en el caso de La casa que arde de noche, un mes; escribí un mes doce horas diarias y salió la novela. Uno pone el punto final y ese punto es final definitivamente, uno no va a continuar con esas historias. Hay escritores que sí. Está el caso del buen escritor Álvaro Mutis con la saga del gaviero, digamos; él sí sigue un personaje, yo no. Yo termino con un personaje y termino para siempre. Después hay mucha nostalgia de eso, uno quisiera haber seguido escribiendo sobre eso, pero ya no dio para más. –¿Cómo logra el autor ser olvidado para que su personaje sea inmortal? –Es el ideal de todo escritor, no tanto sobrevivir él, sino que sobreviva su creatura. Digamos que pocos saben quién es Cervantes, pero todo mundo sabe quién es el Quijote; es el ejemplo supremo, a propósito de todo esto. Difícilmente se sabe quién es Homero. Hay que estudiar en la preparatoria y luego en la Facultad para saberlo; pero ahí están Héctor y Áyax y Aquiles para siempre. So
breviven los personajes, no el autor, nadie sabe quién escribió El cantar de los cantares, pero ahí está el gran poema inmortal, que en este mismo momento está sucediendo. En la literatura no hay tiempo, no transcurre, no pasa, queda fija como un logro: la gran literatura, perfecto. Producido por un autor, por un ser humano ¡que quién sabe quién será y a nadie le importa ya! –¿Usted ha elegido a los personajes o ellos lo han elegido? –La pregunta es buena porque es las dos cosas. Uno va buscando un ideal, un ideal que uno quiere para uno mismo; cada personaje forma parte de un afán personalísimo de vivir como el personaje, un afán personalísimo y siempre frustráneo porque nunca se consigue. Yo hubiera querido ser un padrote insigne como mi personaje Eleazar de La casa que arde de noche, sí, me hubiera gustado mucho; hubiera querido ser un pistolero letal, como uno de mis dos personajes de Par de Reyes, sí, evidentemente; uno
querría ser todo un señor de mundo como el Eleazar de Triste domingo; uno quisiera alguna vez haber vivido un amor como el de Fabián por Alejandra en Triste Domingo, sí, pero uno acaba siendo un pobre escribano que escribe casi el dictado, ha buscado los personajes, y los personajes han surgido ellos solos, no sé de dónde. En la autobiografía de Golda Meir, la mujer que fue primera ministra de Israel, mujer excepcional, ella dice: “No que Jehová nos haya elegido [ella es judía], como pueblo elegido, sino que nosotros elegimos a Jehová; como pueblo escogido por él, nosotros lo buscamos y lo elegimos”. Eso me pareció extraordinario, me pareció un atisbo hermosísimo. Jesucristo: si no creemos en su divinidad sí creemos en su grandeza, se elige a sí mismo como hijo de Dios y Dios mismo, como el principio y el fin de todo, como el hacedor y como el redentor; él dice de él eso. Bueno, Jesucristo es una persona y se elige como personaje; yo elijo a mi personaje, lo vislumbro, conforme voy escribiendo él se hace. El personaje no se hace solo, no existe fuera de mis palabras, por su puesto, pero conforme van saliendo mis palabras, mis diálogos, mis descripciones, el personaje se va haciendo. ¿Yo lo elijo? Sí. ¿Él se elige a sí mismo? Sí. ¿El me elige como autor? Sí. Uno acaba profundamente agra decido, cuando logra la obra, con los personajes. Porque cumplieron, por encima de la capacidad y esperanzas de uno, un papel, y ahí están, existen. –¿Ha pensado en lo que se convertirá su obra con el paso del tiempo? –Sí, es probable. Uno escribe todo con el afán de conseguir, a través de cada renglón, una obra maestra. Ese es el afán. En algunas obras donde pone especial intensidad o interés o tiempo, uno siente que ha logrado eso: la obra maestra o la obra ineludible literariamente hablando. Uno también tiene que reconocer que en algunas obras, cuando la obra ya es un poco extensa –veo el caso de Juan Rulfo, que escribe dos brevísimos libros; a Rulfo no le quedaba más que considerar excelentes sus dos obras–; cuando la obra ya es extensa, uno tiene que reconocer que en muchas partes se ha quedado en el valle, no ha llegado a ninguna cumbre. Y muchas veces la proposición literaria original ya, en sí misma, no es ni puede ser una cumbre, porque no habría literatura amena, todo sería sensacional, monumental, y no hay muchas obras excelentes que no rebasan un codo del suelo, ahí van y son muy dignas de ser leídas además, ¿no? Henry James nunca logra una obra cumbre, Aldous Huxley tampoco. Muchos escritores contemplan la vida como una medianía y la reproducen excelentemente, otros la contemplan como una cima, como una montaña colosal, es el caso de Tolstoi (¡y lo consiguen!). ¡Qué sé yo! Valles y cumbres, hay eso en toda obra un poco extensa. –¿Cómo identifica el lector una obra maestra? –Yo creo que ahí viene el temperamento del escritor. Cuando está usted delante de un escritor inmoderado, desorbitado, digamos de temperamento en cierta forma heroico, estará ante la posibilidad de esperar una obra cumbre. Si está ante un hombre muy equilibrado, muy académico, no esperará nunca la obra cumbre porque nunca se dará. Tenemos el caso de dos o tres buenos escritores mexicanos que contemplan la vida como una medianía, acaso porque la medianía les pertenece. No hay el aliento desorbitado de crear algo de mucho nivel, de mucha altura, y claro, no se consigue. ¿Yo lo he conseguido? No digo eso. Digo que sí he pretendido hacer obras cumbres, que he pretendido, no que lo haya logrado, porque luego declaro una cosa y me ponen otra, entonces me ven como alguien de una pedantería insoportable
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Sav
el triple cero
Fabrizio Lorusso
ocaína es música. “Cocaine” es un clásico de j . j . Cale, rockero estadunidense fallecido el año pasado. En 1977, Eric Clapton hizo un cover de la canción y la puso en la historia. “La coca no miente/ si quieres caerte en el piso/ cocaína”, decía. Cocaína es literatura. Esta nieve tan codiciada es el tema de Cero cero cero: cómo la cocaína gobierna el mundo, el libro más reciente del periodista italiano Roberto Saviano, autor del bestseller Gomorra en 2006. Su primera novela-reportaje emergió de las entrañas del sur de Italia, revelando negocios y vivencias de la mafia de Nápoles, la camorra. El cineasta Matteo Garrone filmó la película Gomorra en 2008, el libro fue publicado en decenas de países y Saviano obtuvo una fama inesperada. El precio que paga por ella es vivir con escolta por las amenazas de la camorra puesta al desnudo por el escritor. En la portada del nuevo libro, sobre un fondo negro, brillan tres líneas de cocaína, el petróleo blanco. El triple cero del título, 000, describe la harina de la mejor calidad para hacer la pasta y, entonces, la coca no sólo es una planta, una droga, música o literatura, sino que ya es “la pasta del mundo”, masa del capitalismo global. “Mira la cocaína: verás polvo. Mira a través de la cocaína: verás el mundo”, dice Saviano. La coca, hoja verde, va pariendo cocaína, riqueza y plusvalía. Hoy en día, los cárteles del narcotráfico son más parecidos a multinacionales que a las mafias de antaño, idealizadas por películas como Caracortada, Buenos muchachos, El Padrino, Carlito’s Way, Donnie Brasco y demás. Los narcomenudistas pueden asimilarse a pequeños comerciantes, exentos de impuestos estatales. Sus jefes se asemejan cada vez más a empresarios que controlan redes locales y eslabones productivos. La diferencia con otros comercios es esencial: la cocaína es ilegal, son ilícitas su producción, distribución y consumo. La hoja de coca sólo se cultiva en cuatro países del mundo: Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú. Ecuador es marginal. Colombia ha perdido su tradicional hegemonía a favor de Perú. Las 53 mil hectáreas de cultivos peruanos, en 2010, daban 325 toneladas de cocaína pura, sesenta más que las 100 mil hectáreas sembradas en Colombia. Para 2012, las hectáreas colombianas disminuyeron el cincuenta por ciento y Perú alcanzó las 60 mil. La cocaína genera flujos monetarios globales que pocos negocios pueden presumir. Los ingresos producidos por la coca, convertida en estimulante para 300 millones de consumidores, entran al sistema legal y se “lavan” o “reciclan”, como dicen en Italia. Pero en México se centra
la narración de 000, misma que pasa también por los Andes, Estados Unidos, Ucrania, Rusia, África, Australia y Asia. Las mafias son mundiales. El valor de la blanca, la falopa, el polvo, se incrementa exponencialmente a lo largo de la cadena de producción y distribución: entre el campesino de los Andes, la “mula” que ingiere y transporta, el jefe de plaza, el clasemediero parisino y el magnate ruso hay diferencias de precios que explican las plusvalías de la coca en su ruta hacia la nariz.
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Cifra blanca, roja y negra
La ilegalidad de la marihuana, la heroína y las anfetaminas, definida por normas prohibicionistas, sumerge los trá ficos en la clandestinidad y otorga beneficios extra a los amos del mercado, los más eficientes y violentos. La violencia es implícita en este tipo de negocio, pues no hay estado de derecho ni contratos, sólo hábiles relaciones de confianza, miedo y poder. Un periquito o escopetazo de un gramo cuesta tres dólares en Cali y seis en Argentina, al menudeo, pero vale hasta treinta dólares en México y 120 en Estados Unidos. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, un gramo cuesta cien dólares en Italia y doce en Brasil. Los países más caros son Nueva Zelanda y Australia, con 311 y 285 dólares, respectivamente. Sin embargo, experimentan un boom en su demanda. Las reglas del negocio no coinciden con las de la economía formal, pero tienen semejanzas. Precios, cantidades, retribuciones, ventas, negociaciones y logísticas siguen mecanismos de mercado y, asimismo, hay una reinversión productiva de utilidades. Estas prácticas conviven con la violencia, con estrategias mediáticas de terror y la interacción corrupta con el conjunto político-burocrático-policial. Además, hay sinergias con otros negocios ilícitos (armas, trata de personas, secuestros, extorsiones, piratería, robo, lavado, etcétera) que diversifican el negocio. El mercado europeo de la cocaína está creciendo, procedente sobre todo de Perú y Bolivia; de acuerdo con la onu, este mercado vale más de 33 mil millones de dólares y contiende por el primer lugar junto al estadunidense. A su vez, éste representa treinta y seis por ciento del total mundial y es surtido en un noventa y cinco por ciento por la exportación colombiana que pasa por intermediarios mexicanos. En este sentido, México ya es el centro del mundo.
Graffiti de La Camorra en un muro siciliano para Roberto Saviano Fuente: Flirck
La obra de periodismo narrativo de Saviano cuenta sobre narcos mexicanos y colombianos, rusos e italianos. Aunque en México se conocen muchas de esas historias, Saviano las inserta en un contexto más amplio, en un cuadro multinacional y de redes que evoluciona entre generaciones y territorios: de Pablo Escobar y los hermanos Rodríguez Orejuela a Don Neto, Caro Quintero y Totò Riina, del Chapo Guzmán, Amado Carrillo y El Mayo Zambada al Lazca, la Reina del Pacífico y Bernardo Provenzano, de Medellín, Palermo, Moscú y Cali a Juárez, Tijuana y Sinaloa. En México, la narcoguerra que Calderón heredó a Peña Nieto dejó un mapa criminal más fragmentado en el cual, sin embargo, predominan dos grandes grupos delictivos: el cártel de Sinaloa del lado occidental y los zetas en el corredor Guatemala-Golfo-Noreste, pese a las ejecucio-
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En el mundo internacional del narcotráfico el Chapo posee la autoridad mística del papa, que obtuvo con una campaña de consenso social que le ha dado autoridad, como a Obama, y tuvo la genialidad de ver nuevos espacios de mercado que lo
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Foto: Gerald Bruneu
Roberto
transformaron en el Steve Jobs de la cocaína. Hipérboles que nos sirven para mostrar lo particular de su personalidad.
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o del narco neoliberal
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Estado que abdica, narcoindustria que prospera
Frente a la abdicación del Estado, los pueblos de México toman las armas para integrar grupos de autodefensa y policías comunitarias, sobre todo en los estados más abandonados y conflictivos de la República como Michoacán, Chiapas, Guerrero y Oaxaca. Los más de 100 mil muertos, 25 mil desaparecidos y 200 mil desplazados del caldero nismo son las cifras del fracaso. La situación que vive Michoacán, con la irrupción de las autodefensas que han controlado unos cuarenta municipios en la entidad en su lucha contra los Caballeros templarios, es sintomática. Con todo ello, aún no hay señales de que la estrategia haya cambiado, más allá de las cortinas de humo levan tadas por el gobierno y los medios. Los anuncios, a veces confusos, sobre la creación de la gendarmería, y el arranque de la Agencia de Investigación Criminal de la pgr , no han tenido consecuencias significativas y han primado el silencio y la desinformación. Las fuerzas armadas siguen en sus operativos como en el sexenio anterior y la mayor parte de la prensa se alejó de los temas de (in)seguridad. El gigantismo burocrático y el caos administrativo afectan Gobernación, desde que la dependencia de Osorio Chong absorbió la extinta ssp y sus tareas de seguridad. En abril de 2013, el titular de dicha dependencia pintaba un país presuntamente más seguro, con una baja del diecisiete por ciento en los homicidios ligados a la delincuencia organizada y un veinticinco por ciento menos de denuncias de secuestros, pero la realidad es otra. El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal denunció el aumento de los secuestros en 2013, aun sin considerar todos aquellos plagios que no se denuncian y los secuestros de migrantes, que
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México tiene la coca, Estados Unidos los consumidores; México tiene mano de obra a bajo costo, Estados Unidos la necesita; México tiene miles de soldados, Estados Unidos tiene las armas. ¿El mundo está lleno de infelici-
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nes y detenciones de jefes como Heriberto Lazcano, el Z-40 o el Chapo. En solamente siete años, el aumento de la demanda internacional de drogas, las guerras entre cárteles, el deterioro del tejido social y de la economía del país, así como la ineficiencia del sistema penal y judicial, han abierto espacios para el nacimiento y, en ciertos casos, la rápida extinción de nuevos cárteles: Jalisco Nueva Generación, Mata-Zetas, Independiente de Acapulco, Familia, Templarios, Mano con ojos, La resistencia o el Pacífico sur, son las siglas del miedo y los representantes temporales de la muerte. El “efecto cucaracha” desatado por la represión calderonista y el continuismo peñista están a la vista.
dad? Aquí llega la respuesta: la coca. El Chapo lo entendió. Y así fue como se volvió rey.
llegan a ser 23 mil al año. La alarma de la ong es preocupante y está en línea con la denuncia del semanario Zeta que, cruzando datos de fuentes oficiales para contrastar el relato gubernativo, calculó 13 mil 775 ejecuciones vinculadas al crimen organizado en los primeros ocho meses de gobierno. Para diciembre, la cifra rozaría los 17 mil. En octubre del año pasado, la directora de Seguridad de la oea , Paulina Duarte, remarcó la “amenaza para la estabilidad y la calidad de las democracias”, representada por el crimen organizado en América Latina, pues “se evidencia lo vulnerable que son las instituciones y la incapacidad del Estado para mitigarlo”. Según Duarte, no es un simple problema de presencia armada, sino económico y político, ya que los cárteles dominan territorios y asumen
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tareas de autoridad fiscal y policial dentro de una economía ilícita. En efecto, una hectárea de coca rinde hasta quince veces más que una de café al campesino colombiano promedio. Y más arriba en la cadena los rendimientos se disparan más. En este milenio, los cárteles mexicanos arrebataron la rebanada más sabrosa del pastel a los colombianos, crearon un contra-Estado en sus territorios, siendo ahora intermediarios y distribuidores. Expandieron la producción de lo que se pudo: México ocupa el segundo lugar mundial en el cultivo de amapola, detrás de Afganistán, y el primero del hemisferio en metanfetaminas y drogas sintéticas. La mota mexicana ha surtido el mercado estadunidense desde los años sesenta y la extensión de sus sembradíos se ha mantenido arriba de las diez mil hectáreas. México y Venezuela, países de tránsito hacia Estados Unidos y Europa, han vivido una escalada de violencia, así como Brasil, país de destino y tránsito a la vez. Sus tasas de homicidio cada 100 mil habitantes son de 23, 56 y 22 respectivamente, las más altas de la región a exclusión de Centroamérica (41) y Colombia (30). El consumo de coca tiene niveles de prevalencia mayores en Argentina o en Chile que en Estados Unidos, y hay más de 7.5 millones personas en Sudamérica que consumen el diecinueve por ciento de la cocaína del mundo. En el Cono Sur están las salidas principales para el otro lado del charco. La cocaína pasa por África vía tierra o circunnavega el continente y llega por el Canal de Suez. La cruzada antidrogas de Estados Unidos, orientada a la oferta más que a la demanda, tuvo su primer auge en los ochenta con Ronald Rambo Reagan. Revivió en los noventa con Clinton y el Plan Colombia. Siguió con Bush Jr., Obama y el Plan Mérida, y hoy es la excusa central para su injerencia hacia el sur. Los resultados más notorios son que las drogas siguen fluyendo al norte, las víctimas de las guerras quedan al sur del Río Bravo y las prisiones estadunidenses se llenan de presos por crímenes contra la salud, sumando el veinticinco por ciento de la población carcelaria mundial. Quizá algo se mueva. Los estados de Colorado y Wa shington, así como Uruguay, legalizaron el uso recreativo de la marihuana, substancia líder en los consumos globales. El cannabis provoca menos daños que el tabaco o el alcohol. Estos experimentos, novedosos en América, son prometedores en el largo camino contra la hipocresía. Poco se ha hecho contra el corazón económico de los cárteles: faltan esos “controles” patrimoniales, de los que habla Edgardo Buscaglia, contra el lavado de dinero, las relaciones con el sistema financiero estadunidense que, incluso, pudo mantenerse a flote en la crisis de 2008 también gracias a la presencia de capitales de dudosa procedencia, según dice el mismo Saviano. Una operación imponente se instrumentó con la campaña financiera mund ial contra Al Qaeda, concertada por Estados Unidos y sus aliados después del 11-S, pero no fue lo mismo con la supuesta “amenaza a la seguridad nacional” y global de las drogas, sus empresas y mafias. En otros países de América, a las altisonantes declaraciones de guerra y mano dura de los mandatarios no han correspondido resultados aceptables y se abre paso a la opción antiprohibicionista, pues los esfuerzos de inte ligencia mermaron; tampoco cambiaron significativamente el lavado de dinero y la violencia. Más bien hubo connivencia, corrupción y laissez faire: un neoliberalismo exacerbado hasta en el ámbito criminal
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LEER El libro rojo, Manuel Payno/Vicente Riva Palacio, Fondo de Cultura Económica, México, 2013.
Atinadamente, los editores decidieron reproducir en la cuarta de forros un fragmento del prólogo a esta obra magnífica, y como ese prólogo corrió a cargo del extrañado y aquí inmejorable Carlos Montemayor, más vale no pergeñar inferioridades e ir directamente a la delicia, por larga que sea como cita: “Este es el libro de la muerte en México. El libro de la sangre que ha enrojecido la tierra, las plazas, los ríos, las piedras de México. El libro de la muerte que no quedó en los dibujos de Posada ni de Diego Rivera […] sino en la brutalidad, en la cárcel, en la codicia, en la miseria humana que se ha abatido sobre México. En sus páginas se mantiene la memoria de cómo ha sucumbido la vida entre nosotros. ”Por la sangre, la traición, el crepúsculo de la vida de traidores y de héroes; por el crepúsculo de la vida de sometidos, de esclavos, de víctimas, enrojece; corre sangre enrojeciendo sus páginas, sangre que lo hace un cárdeno grito de vencidos o torturados, un Libro rojo […] Este libro espanta por la revelación de todo lo que ha sido posible en México, de toda la muerte que ha sido posible padecer en México. […] El amor por México hizo que Payno y Riva Palacio se propusieran escribir este libro. El amor por la historia de México, por el dolor de México […] A escritores como ellos deberemos, algún día, un segundo Libro rojo: en el que se consigne la traición a Carranza, a Francisco Serrano, a Rubén Jaramillo, o que describa episodios dolorosos como la Decena Trágica, la masacre de Tlatelolco en 1968, el asalto al cuartel de Madera o el terremoto de 1985. Páginas enrojecidas por la sangre que aún no ha dejado de correr entre nosotros, por la ardiente, humeante sangre que nos cubre con otras páginas, que asciende cubriendo la luz de México como si clamara su crepúsculo mortal, como si clamara su lejana aurora." Lo dijo el gran José Luis Martínez: este libro es “una de las grandes empresas editoriales del siglo xix mexicano”. Desde luego, con la presencia de dos plumas tan claras, iluminantes y sabias como las de Riva Palacio y Payno, que sabían hacer de los lenguajes literario, periodístico e historiográfico uno solo, para mejor explicar y explicar/se una realidad que, como estupendamente apunta Montemayor, no es diferente de la actual, tan bañada en sangre como aquel siglo antepasado que, vista la barbarie de todos nuestros días, no pareciera habernos dejado ninguna lección útil. La lectura contemporánea de este Libro rojo, prodigio de prosa y testimonio histórico insuperable, debería ayudar a entender mejor el pasado reciente, para no repetirlo sin más variante que la cantidad y la eficiencia de la muerte entre nosotros.
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El mundo de afuera, Jorge Franco, Alfaguara, México, 2014.
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Transa poética, Efraín Huerta, Era, México, 2014.
LA FANTASÍA SUBVERTIDA
HUERTA, EL IMPERECEDERO
LUIS GUILLERMO IBARRA
RICARDO GUZMÁN WOLFFER
l más reciente Premio de Novela Alfaguara le ha sido concedido al escritor colombiano Jorge Franco por esta novela. El autor conoce de sobra los registros del mercado literario. Su novela Rosario Tijeras (1999) tuvo una recepción inusitada en Colombia y otros países de Latinoamérica y se incrustó, rápidamente, en ese canon representativo de novelas sobre la violencia demoledora de su país. Medellín es, de nuevo, el centro de ese mundo recreado por el escritor. Si su novela Rosario Tijeras estaba situada en el mundo violento que vivió la ciudad en los años ochenta, en esta narración descorre el velo de los inicios de esta época de terror. Es 1971 y esta ciudad aún parece idílica, lejana a la explosión que se viviría años después. Franco presenta la historia de un mundo de contrastes, bordeado por la fantasía y las ineludibles escenas de violencia, encarnadas, sobre todo, en un discurso que se traduce en muchas ocasiones en humor negro. Basada en una historia real, a partir del caso de secuestro de don Diego Echavarría Misas, en la novela se desarrolla una historia de mundos narrativos que se entrelazan por medio de los deseos y los planes de los personajes. La mirada que descubre el objeto deseado, la planeación de un delito, un secuestro, el escape hacia nuevos espacios, son bisagras activas que borran la línea divisoria entre la fantasía y realidad. Los personajes van anclando sus pasos hacia un camino que desconocen y que borra las huellas de cualquier destino final anticipado: don Diego, un germanófilo y tranquilo Fitzcarraldo, que ha levantado un monumental castillo en Medellín para vivir con Dita, una mujer alemana que huye de su tierra natal; Isolda, un personaje que vive encerrado en el castillo y aprovecha cualquier lapso para escapar al bosque; y Mono, el líder de una pandilla de delincuentes, que vive enamorado de ella. Franco ha decidido abordar los elementos de la literatura fantástica para lograr inusitados efectos de suspenso. Funde así los ecos de la fantasía en los moldes de un mundo real, generando una estructura y una trama textual en la cual quedan sujetas todas las complejas conductas de los personajes. Si por momentos hay “un mundo fantástico desestabilizador”, éste va situándose poco a poco en las vetas de un mundo realista y tangible, volcado en los abismos del diálogo y en la destrucción de ese universo construido en un principio. Una de las claves de Jorge Franco es haber representado un mundo idílico y lejano, en el que caben los elementos de la violencia y de la inocencia como parte distintiva en la historia de toda región, en este caso Medellín. Las piezas del rompecabezas narrativo de la violencia colombiana siguen creciendo, representado los pilares del origen de ese mundo subvertido y aún presente •
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ás de treinta años después de su primera publicación, reaparece esta “antología personal” de parte de la amplía producción de Huerta, recordado por muchas generaciones como uno de los poetas que permeó entre los lectores de todas las latitudes literarias en México. El título, como muchos poemas de Huerta, lleva el doble juego que en los poemínimos encontraría el nicho perfecto para desarrollarse: tanto hay una trampa (una transa), como una ilegalidad (una transa), pero con límites poéticos. Entrampa al lector por imponerle los poemas escogidos, rescatados, muchos dedicados (y, quizá, muy logrados precisamente por el destinatario original: Paz, los Carpentier y más), donde hay poco de humor y mucho de calidad. Pero la transa principal reside, según aclara el propio Huerta en el prólogo, en haber dejado sin fecha los poemas, para ver si se sostienen en el tiempo. La propuesta misma es un embuste: más de treinta años después funcionan poéticamente. Como en otros poemarios de Huerta, aquí brota la veta de la prosa escondida en el hilar de la lírica para allegarse de una impresión de lo inmediato. Muchos de los poemas de Huerta podrían ser cuentos o crónicas, pero es la intención de llevar la poesía a los lugares más contiguos lo que hace recordables sus creaciones. En “Almida de los viejos bares” nos da un rápido paseo por las cantinas del Centro para concluir con la necesidad de estar cerca de la poesía; esa vena del poeta cronista también aparece en “Barbas para desatar la lujuria” y de nuevo el Centro y sus lugares llevan al poeta al recuerdo para asentar esos momentos, con la rítmica de insertar onomatopeyas para enfatizar la lectura en voz alta de esos poemas que suenan mientras se leen en silencio. Si bien no es la intención hacer un poemario con tendencia humorística, como en otros, donde los micropoemas llevan a la sonrisa, este poemario personal saca las constantes del autor: el humor soterrado, la tendencia del Eros burlado, sublime y sublimado, la ciudad que lo marca para obligarlo a nombrarla, los amores escondidos, la prosa dúctil que hace del papel un tranquilo río que no se detiene, e incluso muestra sus lecturas, algunas explícitamente (Virginia Woolf) y otras escondidas en referencias, y, por supuesto, alguna crónica de sus muchos viajes. La vigencia del poeta es evidente: ahora, ante la polarización de la sociedad mexicana, funciona la llamada a amar a la patria que desglosa. Si bien el poemario es reducido, incluye una buena muestra de las temáticas de Huerta, que cada lector escoja sus preferidos. Huerta, además de culto, nos habla de las formas y lo inmediato, pero permite advertir el registro de una sociedad que tiene las referencias de cada época y que Huerta inscribe en sus viajes interiores. Un libro muestrario para recordar al Huerta que no se va. Un libro para introducirlo a las nuevas generaciones. Un libro que conmemora el peso de esa poesía que sigue funcionando •
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LEER
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México París, capital del exilio, Varios autores, Fondo de Cultura Económica/Casa Refugio Citlaltépetl, México, 2014.
CASA PARA DESTERRADOS ANTONIO SORIA
L
os poco menos de mil folios de los que está compuesta la presente edición de dos volúmenes –uno titulado México, capital del exilio, otro cambiando México por París–, involucraron a una enorme cantidad de colaboradores, dirigidos –así dice la edición, no coordinados– por Philippe OlléLaprune. Por la naturaleza de la obra, de mínima justicia es mencionarlos a todos, y se hace en el orden dispuesto por los propios editores: para el “capítulo” México, Fabrizio Mejía Madrid –autor del prólogo–, Tomás Granados Salinas, Fabienne Bradu, Gonzalo Celorio, Ricardo Cayuela, Rafael Barajas el Fisgón, María Magdalena Ordóñez Alonso, Jorge f. Hernández, Mauricio Mejía, Tanya Huntington, Renata von Hanffstengel, Myriam Moscona, Carlos Martínez Assad, Sergio Hernández Galindo, Kristina Pirker/Omar Núñez Rodríguez, Miriam Morales Sanhueza, Rolo Diez, Marcela Dávalos, José Manuel Prieto, Carlos Pereda, Jacques Serena, Patrick Raynal, Annie Cohen, Olivier Maulin y Patrick Deville. Para el “capítulo” París, Pierre Assouline –autor de la introducción–, Sarah Frioux-Salgas, Joulsy Lamko, Daouda Ndiae, Arno Bertina, Benjamín Stora, Tahar Bekri, Olga Artyushkina, Sarah Carton de Grammont, Malgorzata Kobialka, Laure Hinckel, Jean-Pierre Hassoun, Dominique Jarrasé, Bruno Tackels, Ana Martínez Rus, Mariana Bustelo, Francisco Godoy Vega, Pedro Ángel Palou, Bertrand Rosenthal, Anne Raulin, Enrique Serna, Francisco Hernández, Mauricio Montiel Figueras, Margo Glantz y Jaime Moreno Villarreal. La investigación histórica del segmento México estuvo a cargo de Mejía Madrid, mientras la correspondiente a París lo estuvo de Paula López Caballero y María Virginia Jaua. La respectiva investigación iconográfica es responsabilidad de Guilén Torres y de Pablo h . Gázquez. Adriana Romero Nieto fue la coordinadora editorial, León Muñoz lo fue de arte y diseño, y los autores agradecen –seguramente por cuestiones pecuniarias– a la Comisión del bi 100 en Ciudad de México, así como a La Maison des Écrivains et des Traducteurs ( meet ) de Saint-Nazaire. El propósito de esta gruesa edición queda claro en el breve y económico título de la misma, pues se trata de dar cuenta de una condición/característica que ha distinguido a estas dos ciudades: la de haber sido, históricamente, sitio de refugio para toda suerte de exiliados, llegados de todas partes del mundo. A diferentes facetas de esos muchos exilios están dedicados los textos de la multitud de autores aquí convocados, y en todos los casos se
FUTBOL:
hace énfasis en un par de aspectos: primero, la situación prevaleciente de quien ya no tuvo, en un momento dado, más opción que abandonar su país de origen, y después la manera en que se dio su adaptación al sitio de refugio. Más allá de cada caso particular –aquí se preferirá no detenerse en ninguno para no dejar fuera uno solo–, entre las mejores cualidades de este enorme esfuerzo editorial destacan dos: la primera es, evidentemente, la integración de un material indudablemente valioso para la construcción de una memoria histórica y cultural que no puede prescindir de un capítulo tan determinante como lo son las aportaciones del exilio a la sociedad que lo recibe, lo cual resulta especialmente notable en México, que como bien se sabe ha sido receptor de comunidades enteras de académicos, escritores, artistas plásticos e intelectuales en general. La segunda cualidad insoslayable de esta edición doble, amén de las luces que para el lector mexicano arroja en torno a este fenómeno en una ciudad –París–, que así se hermana de un modo intenso y profundo, es el panorama de conjunto, de nuevo en términos históricos y culturales, que se ofrece respecto de las sociedades no sólo contemporáneas, sino de todos los tiempos: por qué sucede, cómo y con qué consecuencias concretas, el desplazamiento indeseado, inesperado, forzado, por motivos que jamás debieron serlo, de los seres humanos del sitio en el que, por nacimiento primero pero de inmediato por decisión soberana, habían decidido vivir, desarrollarse, acaso reproducirse –biológica, creativa, artísticamente– y luego morir. Paralelamente a ese fenómeno de carácter eminentemente político, el otro de cariz antropológico: la adopción simultánea del exiliado y el lugar de exilio, es decir, la asimilación que uno y otro llegan a manifestar con el paso del tiempo, con la presencia tangible de quien arribó para quedarse –bien sea que así lo haya deseado o que así le haya sucedido, sin más–, y que tarde o temprano acaba por reconocer que tampoco es ajeno a ese nuevo lugar, en el caso de la persona y, en el caso de la ciudad/sociedad receptora, que debe replantearse como un lugar nuevo porque es renovación, además de enriquecimiento, lo que le sucede al momento de acoger en su seno al exiliado •
Tiempo quebrado: la poesía de Jaime Sabines, Rogelio Guedea, Lectorum, México, 2014.
Este es un acucioso estudio sobre los aspectos más relevantes de la vida y poesía del poeta chiapaneco Jaime Sabines (1926-1999), aparte de recrear su contexto histórico y la tradición poética en la que se inscribe su obra. Se dedican capítulos específicos a las constantes temáticas de mayor relevancia en su poesía: el amor y el deseo, el dolor y la muerte, Dios y el hombre, para con ello ofrecer el perfil más completo de uno de los poetas esenciales del siglo xx mexicano.
visita nuestro PDF interactivo en:
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todos los juegos el juego
Antonio Valle y Josetxo Zaldua
Entrevista con Juan Villoro @JornadaSemanal La Jornada Semanal
ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Jair Cortés jair_cm@hotmail.com twitter: @jaircortes
MENTIRAS TRANSPARENTES Edades Lo cuenta Álvaro Menén Desleal: Lu Dse Yan comenzó a cortejar a Lin Po. Él tenía treinta años, ella 15. –Quince primaveras son demasiadas. –No tanto –contestó el joven–; cuando tú tengas 25 yo tendré 40; haremos una hermosa pareja. –A tus 45 –replicó ella– yo tendré 30. La gente dirá:“Miren a ese viejo, con una niña”. A mis 50, tú habrás cumplido 65 y te apoyarás en mí para caminar. –Cuando llegues a los 60, yo tendré tres cuartos de siglo. –Si yo llego a tres cuartos de siglo, tú tendrás 90 años y te daré de comer como a un niño. –A tus 85 –replicó Lu Dse Yan– yo tendré cien y te guiaré con el Tao. –Con un siglo encima no tendrás ganas de hacer nada. –Para entonces –dijo el joven– la gente ya no verá ninguna diferencia y dirá:“Miren a ese viejo y a esa anciana, cómo se cuidan, se acompañan y se aman como novios.” Y seguiremos siendo marido y mujer de encarnación en encarnación. (Tomado, dice Álvaro, de las Crónicas del Reino del Dragón Eterno, siglo xiii.) •
Mario Fuentes DE PASO Querido Paul ¿Te acuerdas? Apenas tenías veinticinco cuando le preguntaste a la destinataria de una carta musical si, cuando llegaras a los sesenta y cuatro años de edad, acaso ella seguiría necesitándote y alimentándote y, como de paso, le recordaste que por supuesto ella también sería vieja para entonces. Quién lo dijera: hace ocho años y cuatro días que transpusiste esa frontera cronológica imaginaria, tanto como siempre lo fue aquella otra que un colega tuyo, inglés también pero no de Liverpool sino de Londres, marcó a sus brevísimos veinte, cuando dijo que esperaba morir antes de llegar a viejo. Hasta donde sé, todavía no se han sentado en tus rodillas Vera, Chuck ni Dave, el trío de nietos que imaginaste en 1967. Lo cierto es que aún hoy, a tus setenta y dos cumplidos, y pese a que recientes problemas de salud te hicieron cancelar un par de fechas, sigues dando conciertos y –cosa que no te importa mayormente, estoy seguro– acumulando récords, ya sea de discos vendidos o de covers a alguna de tus canciones. No te quito más tiempo, querido Paul. Sólo quería felicitarte y desear que no dejen de salirte ampollas en los dedos •
BITÁCORA BIFRONTE
Felipe Garrido
Eduardo Lizalde: el tigre en nuestra lengua Pocos poetas contemporáneos hispanoamericanos han alcanzado la madurez, la fuerza emotiva y la plenitud retórica como Eduardo Lizalde (nacido en Ciudad de México en 1929 y distinguido este año con el Premio Federico García Lorca en España). Todo su trabajo poético, erigido en solitario, es un modelo de la aguda sensibilidad del poeta que indaga en la profundidad, oscura y tenebrosa, del espíritu humano, y alcanza la altura de la claridad verbal que conmueve y hace vibrar a cualquier lector. Recientemente se ha reeditado uno de los mejores libros de poesía que ha visto nacer nuestra lengua: El tigre en la casa (Círculo de Poesía y Valparaíso Ediciones, 2014). Marco Antonio Campos, a propósito de este libro, traza el árbol genealógico de su autor:“Eduardo Lizalde […], por la vertiente primordial de su país, ha sido y es el más brillante, por no decir el real y único, heredero de la poesía maldita, sobre todo del linaje francés: de Rutebeuf y Villon, de Baudelaire y Rimbaud, de Lautréamont y Artaud. De todos, sin duda, su influencia múltiple, su verdadero dios, ha sido, como lo fue para Ar thur Rimbaud o para Émile Nelligan, Charles Baudelaire”. La poesía de Lizalde expone y examina los sentimientos del hombre y los resignifica, como en una fábula moderna, en el gran zoológico de la sociedad en el que cohabitan tigres, puercos, castores, perras, ranas y leones: “La perra más inmunda/ es noble lirio junto a ella./ Se vendería por cinco tlacos/ a un caimán./ Es prostituta vil,/ artera zorra,/ y ya tenía podrida el alma/ a los cuatro años.” El tigre en la casa es el territorio donde se consuma la cacería entre lo físico y lo divino, cuyas armas son la rabia y la inteligencia en busca de sentido:“Grande y dorado,/ amigos, es el odio./ Todo lo grande y lo dorado/ viene del odio./ El tiempo es odio./ Dicen que Dios se odiaba en acto,/ que se odiaba con la fuerza/ de los infinitos leones azules/ del cosmos;/ que se odiaba/ para existir.” En “La poesía del resentimiento”, luminoso prólogo de Mario Bojórquez que revela las vetas de la gran tradición literaria (Blake, Velarde, Borges, Darío, entre otros) de las que se alimenta El tigre en la casa, leemos que: “Eduardo Lizalde ha renovado el discurso amoroso en la poesía española contemporánea […]. Desesperado, furioso, colérico, conocedor de la potencia que la naturaleza ha dispuesto en su semilla pero al mismo tiempo excedido por no lograr la perfección, la indigencia espiritual que en racimos de ira, de odio en peso, en vilo, lacera las paredes del alma, injerta garras de amargo y dorado odio.” El tigre en la casa de Eduardo Lizalde es un libro que nos ayuda a comprender la oscura sustancia que mueve al ser humano; aquí está la voz de un poeta mayor que ha logrado que el abismo brille en la mirada de quien se acerca a su poderosa poesía •
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El muerto Manolis Anagnostakis Llegaron los primeros telegramas Se detuvieron las prensas y esperaron Se realizaron comisiones a las autoridades pertinentes. Pero el muerto no murió a la hora definida. Todos se pusieron las corbatas negras Ensayaron ante el espejo las poses de quebranto Se escucharon los primeros sollozos y las tristes alabanzas. Pero el muerto no murió a la hora definida. Al final las horas se hicieron días Esos terribles días de espera Los amigos empezaron a reclamar Cerraron sus oficinas suspendieron los pagos Sus hijos andaban sueltos por las calles Veían marchitarse las flores. Pero el muerto no murió a la hora definida. (Cuántas cosas que no se pueden prever Cuántas consecuencias incalculables, cuántos sacrificios, ¿Ante quién reclamar responsabilidad o alzar la voz? Pero el muerto no murió a la hora definida • Manolis Anagnostakis (1925- 2005), como Tasos Livaditis, también perteneció a la Primera Generación de la Postguerra o de la Derrota. Médico radiólogo marxista, se unió a la Resistencia (1941-1944), estuvo en la cárcel y fue condenado a muerte por un tribunal militar durante la Guerra civil griega (19461949). Participó en el movimiento estudiantil de la Universidad de Salónica y fue arrestado en 1948. Publicó numerosos libros de poesía que reunió en el volumen Poemas (1941-1971). Luego aparecieron Paréntesis (1972), Antidogmática (1978) y El margen (1979). Mikis Teodorakis puso música a varios de sus poemas. Recibió el Premio Estatal de Poesía (1985), el Premio Ourani de la Academia de Atenas (2001) y el Gran Premio Nacional de Literatura por el trabajo de toda su vida (2002). Véase La Jornada Semanal, núm. 843, 1/v/2011 Versión de Francisco Torres Córdova
........ ARTE Y PENSAMIENTO Alonso Arreola
Miguel Ángel Quemain
@LabAlonso
quemainmx@gmail.com
Cleta: la vigencia del pasado
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LETA: CRÓNICA DE UN movimiento cultural artístico independiente, de Julio César López (Citru/ inba/cnca) es un libro de enorme rigor y honradez intelectual por la exhaustividad de sus fuentes y la reconstrucción minuciosa de unos años que permiten que esta indagación pueda iluminar varias zonas no sólo de la vida teatral sino de la cultura y sus políticas frente a la disidencia artística, las formas de la independencia, la relación entre el proyecto universitario de los años setenta y su alcance posterior y su vinculación con las políticas federales y su impacto en los estados del interior del país, todavía hasta hace unos años totalmente sometidos a las decisiones del centralismo.
Julio César López es un investigador cuya ruta se ha caracterizado por tratar de entender, mostrar y compartir los procesos teatrales a la luz de la pedagogía teatral y, si es válida la consideración, de la pedagogía social donde se inscriben las prácticas escénicas. No es casual que la tesis con la que se graduó de la carrera de pedagogía (Teatro de Ulises) sea una exploración del teatro como práctica educativa (cursó una maestría también en la unam ) y, de nuevo, el teatro como proyecto. Desde hace algunos años es investigador del citru y ha participado en proyectos de catalogación, es coautor de Una mirada a la vida y la obra de Sergio Magaña (1924-1990), coeditado por el inba y el gobierno de Michoacán (2006). Coordina el proyecto Grupos teatrales independientes de la década de los ochenta y es autor del libro Contigo América, una experiencia teatral de 25 años (Fonca/inba/ca, 2007). El trabajo de López contempla veinticinco de los treinta y tres años que cumple hoy esa compañía, totalmente ajena desde hace más de una década a las experiencias de entonces. Pongo este contexto para hacer notar la independencia y rigor desinteresado de Julio César López (al menos eso muestra su trabajo), pese a las vicisitudes que en las últimas décadas han orientado el trabajo del citru y que, de modo inevitable, signan sus resultados intelectuales y académicos tan desiguales como todos los que están sometidos a los vaivenes sexenales y los caprichos de los burócratas que actúan como amos en parcelas que administran como si fueran suyas. El surgimiento del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística ( cleta ) en 1973 es resultado del conflicto irreconciliable entre el elenco de la obra Fantoche y el dramaturgo y director Héctor Azar, a quien Julio César López presenta sin adjetivos pero sí como un hombre de poder inmenso en la burocracia teatral mexicana.
Héctor Azar
Azar dirigía las dos instancias mas importantes para la producción teatral de entonces: el inba, de cuyo departamento de teatro fue titular entre 1965 y 1973, y la jefatura del Departamento de Teatro de la unam entre 1953 y 1973. Eso significó atravesar los sexenios de Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz y la mitad del sexenio de Echeverría al frente de la política teatral universitaria y de la máxima institución cultural de entonces. Trato de ubicar cronológicamente ese tránsito, porque en el corazón del conflicto está una lucha contra el autoritarismo que caracteriza la escena institucional mexicana desde principios de los años sesenta. La llegada del ‘68 y la aurora de los setenta marcan ya la visión definitiva de un teatro que empieza a correr sobre otros rieles. López sitúa la acción en la toma del Foro Isabelino, cuando los integrantes de Fantoche, apoyados por un amplio conjunto que profesaba una gran animadversión contra “el Zar del teatro”, exigió la renuncia de Azar para “poner fin a su forma unipersonal de administrar las instituciones teatrales en el sexenio echeverrista”. Entre los muchos méritos de este trabajo está mostrar que el movimiento es “complejo y polémico, con varias facetas y aristas”. Vincula la situación política de esos años y la problemática teatral como proyec to educativo en el sector educativo medio y superior. Lo que viene después es una crónica detallada del movimiento que permite ver al periodismo cultural que hoy idealizamos con la creencia de que ese pasado mejora al presente. El establishment de la prensa cultural pasó de noche en este proceso en el que sólo algunos periodistas, editores y críticos participaron. El periodismo cultural no es un conjunto homogéneo, sino un territorio tan comprometido como mezquino, y en algunos espacios no es muy distinto a la frivolidad de los espectáculos, aunque sin una parte de esa labor la historia cultural estaría incompleta •
Desde Jalisco, Troker criminal
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ACE RATO, DESAYUNANDO EN un hotel donde se festeja el Día del Padre al son de Michael Jackson y los Tucanes de Tijuana, hablábamos con colegas sobre lo que está sucediendo en Jalisco (en tales tierras andamos) con los múltiples ciclos y festivales culturales que tienen este año. Verbigracia: hoy mismo, mientras niños y papás afiebrados por el Mundial pateaban balones alrededor de nuestra mesa, el Teatro Degollado se preparaba para inaugurar el Encuentro Nacional de Danza, que por primera vez existirá en estos lares. Otro ejemplo: el Festival Estatal de las Artes ( festa), a suceder en agosto próximo. Un evento que combina a treinta y tres municipios invitados a Guadalajara para mostrar obras de disciplinas variopintas y, principalmente, para dialogar en torno a la producción artística. Esto es, la manera como se conceptualiza, produce y ejecuta una puesta en escena. O el Festival de Jazz de Jalisco, a ocurrir en la primera semana de julio. Un esfuerzo de la Fundación Tónica y la Secretaría de Cultura al que asistirán grandes músicos de Estados Unidos y México para dar conciertos, clases magistrales y homenajear la figura del legendario saxofonista Popo Sánchez. Cuando la algarabía futbolera se volvió insostenible alrededor de nuestros platos, huimos recordando a Troker, sexteto tapatío abocado a un jazz sin fronteras que lo mismo le mete al swing que al rock, al pop que al free. Ellos son resultado de todo lo anterior además, claro, de su propia determinación y talento. No sólo se trata de virtuosos ejecutantes, de carismáticos seres de escenario, de tipos que han sabido inyectarle esteroides al concepto banda instrumental, transformándose en un proyecto eficiente y autosustentable con cada vez mayor presencia internacional. (Justo ahora están de gira por Europa, a donde nuevamente llegan invitados por el Festival Glastonbury de Inglaterra.) Lejos d e p re s u m i r co n q u i s t a s, s u s integrantes deciden salirse de la zona de confort trazando experimentos que develan un fondo artístico valioso y honesto. Así es su nuevo disco Crimen sonoro. Una aventura en la que muestran lo mejor de una personalidad lúdica y brillante (dibujada a lo largo de cuatro cd ’ s y numerosos proyectos especiales), pero que ahora asume un carácter y determinación que los pone en otra liga interpretativa. Escuche la lectora, el lector dominical, los cuatro minutos con cuarenta y cuatro segundos de su primer sencillo, Tequila Death (gratuito en la red), para corroborar nuestro entusiasmo. Pocas veces se pueden sentir en una sola pieza todos los rasgos de un grupo: orgullo por su origen, sofisticación rítmica (Frankie Mares y Samo González), elocuencia y elegancia melódica (Gil Cervantes y Tiburón Santillanes), oleadas de sicodelia armónica (Christian Jiménez) y magníficos aderezos urbanos ( dj Zero), todo
Troker
bajo los más efectivos cánones del movimiento de cadera. Terminada dicha pieza regresan los ecos del jardín del hotel: entre el clamor de las madres y los gritos de gol de los padres suenan diluidas versiones de bossa nova sobre clásicos del rock anglosajón. Todo es Brasil y su mundial. Los arreglistas de algunos de esos bodrios sónicos nos parecen verdaderos delincuentes. Resulta increíble que frente a un repertorio tan vasto y variopinto como el de aquel país los peores ecos de la “Chica de Ipanema” sigan ostentando su absurda y forzada hegemonía. No tenemos nada en contra de esa bella creación de Jobim y De Moraes, pero ¡hay tanto por descubrir! Volvamos al tema. Cometiendo su propio “crimen” los integrantes de Troker se lanzan es‑ tos días a la celebración de sus primeros diez años juntos. Y eso no es todo. En los siguientes meses sumarán al festejo la edición de una novela gráfica a cargo de Bernardo Esquinca (inspirada precisamente en Crimen sonoro), presentarán el álbum que graba‑ ran en vivo en la Puerta 22, y editarán el score escrito para su musicalización a la película La banda del automóvil gris, comisionada por la Cineteca Nacional. Cerramos líneas cuando en la televisión aparecen veintidós futbolistas. Las cosas en el hotel se han calmado. Los amateurs del jardín han cedido su tiempo a quienes en la cancha parecen defender la felicidad de tantos millones. Tomamos una decisión: volveremos a Jalisco en agosto para escuchar a Troker en el Teatro Degollado, cuando estará acompañado por otros músicos destacados del estado: Espumas y Terciopelo, Pumcayó y Fesway. Tres bandas cuyos estilos no tienen nada que ver entre sí, pero que además de poseer recomendables cancioneros han entendido algo básico en esta geografía: un concierto es composición y sonido, sí, pero un espectáculo también es luz, escena, vestuario y movimiento. (Nomás hace falta ver a los futbolistas del mundo.) Un balón ha quedado olvidado sobre el césped. Nos llama. Buen domingo. Buena semana. Buenas patadas •
BEMOL SOSTENIDO
Jornada Semanal • Número 1007 • 22 de junio de 2014
LA OTRA ESCENA
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
22 de junio de 2014 • Número 1007 • Jornada Semanal
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Jorge Moch
Verónica Murguía
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OY QUE ESCRIBO ESTO, la discusión acerca de la presencia de los animales en los circos está que arde. Hay quienes se oponen con el argumento de que el entrenamiento, vivienda y alimentación de los leones, elefantes y osos, por mencionar las especies más socorridas en los circos mexicanos, supone implícitamente una forma de maltrato. Quienes están a favor, o al menos no se pronuncian por el cierre de todos los circos, contradicen este razonamiento porque lo consideran generalizador. Habría que legislar sobre el maltrato de animales de forma vigorosa y contundente en todos los ámbitos: desde el doméstico –el perro muerto de sed en la azotea– hasta el matadero. A este debate, de forma casi natural, ya se añadió el tema del zoológico, el último reducto de las especies más amenazadas, pero también un lugar propicio para la explotación más infame cuando no hay supervisión. Y en esto estábamos todos aquellos a quienes nos interesa el tema, cuando Popis, la hipopótamo, hizo su lenta y ponderosa aparición en el noticiero, el día 5 de este mes. Fue filmada de noche, en la calle de un pueblo de Jalisco. Reconozco que la nota me dio risa, pero no es asunto que pueda tomarse a la ligera, ya que Popis pesa, literalmente, una tonelada. El hipopótamo, a pesar de su andar pachorrudo y su aspecto bonachón, es un animal muy peligroso. Es más, es considerado por los zoólogos el animal más peligroso del continente africano. Los hipopótamos matan más personas que los leones y los cocodrilos juntos, así que cuando los patrulleros tartamudeaban, dudaban y conjugaban los verbos como si los hubieran metido en una licuadora, era con razón. Además, la pestilencia de los lugares donde viven estos animales suele ser insoportable, ya que marcan su territorio con proyectiles de excremento que dispersan por todas partes con ayuda del rabo, que hacen girar como un especie de propulsor de caca y orina. Por eso hay zoológicos en los que prefieren no tener ejemplares. Me esforzaré por transcribir la nota lo mejor que pueda, pues me carcajeé al verla. Y, bueno, era risa nerviosa porque recordé una crónica de Gerald Durrell en la que narraba con pavor un tramo de viaje por el Nilo, en aguas infestadas por hipopótamos. Durrell describe, con la precisión que caracteriza su prosa, el cadáver enorme de un macho desollado a mordidas por su rival. Del carácter agresivo de Popis pueden dar fe los patrulleros de Santa Cruz del Valle, en Tlajomulco, Jalisco, pues les dejó el coche hecho un buñuelo. Cuando el reportero Miguel Zaragoza entrevista al oficial, esta es la crónica:“Al paso de la unidad avista al hipopótamo
en la vía pública. Sí, es cierto. Es algo muy común. Los vecinos refieren no tener conocimiento de ningún circo u otro tipo de domicilio que pueda resguardar este tipo de animales.” Zaragoza narra cómo los patrulleros quisieron encerrar al hipopótamo en una jaula para evitar que aplastara a algún curioso. Pero Popis quería seguir dando la vuelta y arremetió contra uno de los oficiales, quien es filmado retrocediendo con cara de susto. Llegan “elementos viales para el apoyo”. Rodean a Popis “para evitar que la adrenalina del animal pueda dañar a los vecinos…” Pero Popis, “para salir del cerco se abalanza en contra de las unidades y causa los daños en lo que viene siendo el vidrio de la cabina trasera, así como la lámina de la unidad.” La cámara enfoca el asiento de la patrulla, que está cubierto por fragmentos de vidrio. Mientras, Popis anda por ahí, con paso lento y digno, babeando como loca, pues estos animales, a pesar de que no son estrictamente rumiantes, mastican su comida durante largos períodos. El reportero cuenta que nadie podía controlar a la fiera. Hay curiosos y policías con cara de desconcierto. Por fin, en la calle Emiliano Zapata, dan con el cuidador. Se llama Marcelo y es empleado del Circo Extravagancias. Dice Marcelo: “Yo le abrí la reja para que saliera un rato.” Cuando Zaragoza le pregunta si no es peligroso, el joven Marcelo responde: “Es que no conoce a la gente, no. Este… equis cosa. ¿Verdad?” Arrestan a Marcelo después de que mete a Popis en la jaula, ya que no puede mostrar los documentos que acreditan la propiedad del hipopótamo. En una toma se le ve dirigiendo el paso del animal con la mano puesta sobre un lomo de tamaño inaudito. No tengo más que añadir. Sospecho que ni Marcelo ni Popis están seguros en ese circo •
Cuestión de conceptos
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EVENTARLE EL PUENTE DE la nariz a un chamaco de dieciséis años porque intervino cuando un grupo de granaderos aporreaba a una muchacha acorralada es operativo estratégico de contención o “encapsulamiento”, explican. Golpear salvajemente a transeúntes o manifestantes y aun a vándalos, en lugar de solamente reducirlos y consignarlos no es acto de represión, sino de ocasional brutalidad policíaca, dicen, que surge de los nervios. Es lo que merece quien agrede a la policía o quien apedrea una vitrina. Aun si no se lanzó la piedra o el coctel molotov, basta ser moreno, barbado o tener un tatuaje para ser remitido “porque tiene la facha”. Incautar el equipo de sonido a un opositor incómodo no es abuso de autoridad, sino
aplicación irrestricta de un bando municipal. En la lógica de quienes intentan eximir al poder de su responsabilidad no puede haber frustración que alimente esos actos absurdos; no protesta el ciudadano, sino el desecho social. Las protestas las nutre el destrío, no la gente. Nadie debe, según se pretende, salir a las calles a manifestar su legítimo encabronamiento por el abismo de la desigualdad, pero sí para exhibir su compartido regocijo nacionalista si se trata de festejar un gol. Ahí a nadie le importa un bloqueo en Reforma y hasta los automovilistas se sumarán al festejo haciendo sonar su claxon a ritmo de samba. Dar la espalda al electorado, validar una sociedad terriblemente hipócrita y profundamente injusta en lugar de luchar contra el racismo, el clasismo y todas las taras nacidas del desprecio, la ignorancia y el fanatismo que nos lastran como nación; legislar en contra del bien común pero a favor del interés de un puñado de particulares adinerados que quieren más de eso mismo porque para ellos nunca habrá riqueza suficiente, no es traición sino ofuscación legislativa. Debate, como si prostituyendo la palabra se cancelara la discusión de fondo que fue aplastada por la exclusión de los adversarios, la manipulación informativa y en última instancia la cancelación de toda posibilidad de diálogo con la arrogancia característica del autócrata. Defender principios constitucionales no es coherencia, sino rancia veneración jurídica, decretan. Abogar por los pobres, desheredados históricos que habitan en umbrales de miseria no es lucha social sino populismo repulsivo de mesías tropicales, definen. No es cálculo perverso imbricar decisiones trascendentales para la nación, se señala, como la legislación que permita expropiar tierras ejidales y aun particulares para satisfacer la urgencia de una trasnacional productora de energía eléctrica, con distractores masivos
como el partido de la selección nacional mexicana contra la camerunés en la segunda jornada del mundialito futbolero, sino simple, natural, desafortunada coincidencia. Convertir a Croacia y Brasil en paleros del gobierno es casualidad sin planeación. La vida es así, insisten. Y así se estipula la realidad de los medios masivos (y muchos otros, de menor penetración), desconstruyendo, suprimiendo, barriendo debajo del tapete la otra, la de las calles y los barrios, la de abusos, violencia, corrupción. La del esquinazo y la transa. La de víctimas de crimen y despojo institucionalizado. Ante el rol contestatario que cabría presumir en el periodismo –en editoriales, en cartones y caricaturas– se legitimará la censura como si México diera un inconcebible salto hacia atrás, al monolito de 1969 y 1975 o, peor, vendrá desde los medios mismos que han transformado deliberadamente su naturaleza de agencia periodística, informativa, en mercantil o propagandística. Allí, en la defensa del poder, en el maquillaje del desastre, parece radicar ahora la misión de la televisión, buena parte de la radio y otra buena parte de la prensa escrita y sus corresponsalías electrónicas. Parecería que lejos están las máximas del periodismo porque el quid de la cuestión no es sortear los entresijos del poder o las resistencias de un Estado refractario a la transparencia y la crítica, sino en hacer, edificar, mantener un negocio a todas vistas lucrativo. Y eso, sin eufemismos, es pudrición. O cosas del éxito comercial, de completar ruta crítica. De simples, duros, inconsecuentes negocios. En un contexto mundial donde la renovación de la derecha se radicaliza hasta extremos de resurgido tufo fascistoide, como en Francia, Grecia, Colombia o en el mismo Estados Unidos, desgraciadamente México no ha sido excepción y el cerco del absolutismo parece apretar sin reparos. Esperemos que no ahorque •
CABEZALCUBO
Las aventuras de Popis
LAS RAYAS DE LA CEBRA
tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch
Jornada Semanal • Número 1007 • 22 de junio de 2014
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Javier Sicilia
Luis Tovar
Violencia y literatura
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OS TEMAS SÁDICOS Y sus vínculos con Eros han formado parte de la literatura de todos los tiempos. Sin embargo, desde la modernidad, el uso de la crueldad, del sadismo, de las aberraciones de la sexualidad, de la violencia y sus lenguajes brutales ha sido mayor. Lo que pertenecía al género de la pornografía, que se movía en lo oculto, ha ido pasando a la literatura seria de manera cada vez más explícita. No hace mucho, para circunscribirnos a México, dos autores fundamentales, Salvador Elizondo y Juan García Ponce, siguiendo la escuela de Georges Bataille, hicieron de Sade y sus mundos no sólo un emblema dramático del hombre en sus límites, sino también un objeto de culto literario. Detrás de ellos, en otro contexto y otras circunstancias, Rubén Salazar Mallén y José Revueltas usaron los lenguajes sexuales y violentos de los espacios prostibularios y las cárceles para retratarnos mundos velados por la hipocresía. Esos lenguajes y esos mundos se han extendido de manera cada vez más descarnada para retratar la realidad. De Francisco Prieto y Fernando Vallejo, a Guillermo Fadanelli, un cúmulo de literatura que ha tomado ese lenguaje se encuentra a la mano de cualquiera. No hay que condenar esta libertad que de la literatura ha pasado, bajo los auspicios de Hollywood y del naturalismo de Arturo Ripstein, al cine. Una literatura que no pudiera reflejar la barbarie, el retorno aterrador de la violencia a la vida cotidiana, la degradación humana generada por un sistema económico y tecnológico, y fuera impotente para develarnos los estremecedores vínculos entre la sexualidad, el poder y el crimen, sería falsa. En este sentido, si les preguntáramos a los autores mencionados, nos dirían –como en su momento lo dijeron Genet y Burroughs– que las brutalidades relatadas en sus obras son una muestra de la crisis de violencia y crueldad que nos acompaña desde inicios del siglo xx . Sin embargo, frente a la inmensa violencia que hoy nos azota y ante la proliferación de esos lenguajes y escenas en todo tipo de literatura –desde las más aberrantes como el periódico Extra, que circula con el consentimiento del gobierno en todos los puestos de periódico de Morelos, hasta los más serios reportajes periodísticos que han decidido denunciar el horror sin cortapisas– habría que retomar la pregunta que alguna vez se
hizo Georges Steiner (“Eros y lenguaje”): si en el fondo, y en la medida en que la palabra es creadora de la realidad, esa literatura “inicia o acelera el comportamiento imitativo”. No lo sabemos con claridad. Los resultados, dice Steiner, de la psicología clínica corren por una franja ambigua. Es posible que en ciertas sensibilidades cultas “disminuya la potencia individual o social” de la violencia. Pero no en “aquellos cuyas vidas imaginativas son estériles, vaciadas por la monotonía o mal dotadas para habérselas con la irrealidad en un texto impreso” o en una película, como en el caso, refiere Steiner, de los Moor Murderes, seis violaciones y asesinatos perpetrados en la década de los sesenta por Ian Brady, gran lector de Sade y Nietzshe. No podemos culpar ni a Sade ni a Nietzsche de la imbecilidad de Brady. Ni podemos decir que detrás de cada asesino está un lector culto. Sin embargo, cabe la pregunta: ¿cuántos de los cientos de asesinos que pueblan nuestro territorio se las han visto, no con esos autores o con alguno de los que he mencionado –sería pedirles demasiado– sino con periódicos como el Extra o con algún tipo de esta explotación imaginativa y obsesiva de la crueldad y el crimen que el desencadenamiento del lenguaje de la literatura y del cine trajo a la vida social y política? No es fácil juzgar, como lo refiere Steiner, si “la literatura de la violencia anticipa a veces, casi suscita, los hechos”. Pero habría que preguntarse también con él si hoy, frente al horror, “se gana algo con sumarse, aun en la fantasía, a las energías de lo inhumano”. ¿No sería necesario fincar una literatura nueva que nos devele en el centro mismo del horror lo humano y sus grandezas, como lo hicieron en su momento Albert Camus, Vassili Grossman o Dostoievsky? Si algo necesita hoy la literatura es el rescate del sentido de lo humano en el centro de lo inhumano. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a todos los zapatistas y atenquenses presos, hacer justicia a las víctimas de la violencia y juzgar a gobernadores y funcionarios criminales •
La cifra y la estructura (ii y última)
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L AÑO PASADO FUERON compradas en México 248 millones de entradas al cine, que divididas entre 112 millones de habitantes dan un promedio de 2.1 boletos por habitante. Desde luego, esto no significa que cada mexicano haya ido al menos dos veces a una sala cinematográfica, sino la asistencia reiterada de un segmento en realidad más bien pequeño de la población, inferencia desprendida de lo siguiente: sólo en 150 de los aproximadamente 2 mil 500 municipios en los que se divide el país hay una sala cinematográfica, y aunque en ese seis por ciento de municipios se concentra el cincuenta y seis por ciento de la población, el punto es que cuarenta y cuatro de cada cien mexicanos no tiene, en su propia localidad ni cerca de ella, acceso a un cine. La neoliberalmente sacrosanta ley de la oferta y la deman-
da quiere que, hoy por hoy, la Zona Metropolitana del Valle de México, Jalisco –es decir Guadalajara sobre todo– y Nuevo León –léase Monterrey–, concentren el cuarenta por ciento de las 5 mil 547 salas instaladas en el país. Súmese a lo anterior el óbice más determinante para que casi la mitad de la población de este país no vaya al cine: de acuerdo con el aecm, un boleto de entrada en 2013 costó en promedio cuarenta y ocho pesos, es decir cerca de tres cuartas partes de un salario mínimo, cuando el ingreso promedio de un trabajador ronda los tres o cuatro salarios mínimos. En el menos malo de los casos, la entrada al cine para ese trabajador promedio significa un tercio de sus ingresos, pero si se le ocurre invitar a alguien el costo aumenta de manera directamente proporcional. Además, ese costo promedio es equívoco, pues en él se considera el costo, sensiblemente menor, de la entrada a un cineclub; en los hechos, el precio prevaleciente es el que determinan los complejos cinematográficos, y dicho precio no baja, en ningún sitio y en ningún caso, de unos sesenta pesos –pero puede ser bastante más alto–, es decir, uno o más salarios mínimos.
Cuestión de clase Si bien el aecm enfatiza, y en cierta medida es verdad, que “la infraestructura de exhibición se ha diversificado”, con cineclubes, distribución en dvd y Bluray, así como descargas cibernéticas tanto legales como ilegales, eso no le quita al cine un claro condicionamiento de clase: el público que va a un cineclub tampoco es aquel que gana tres salarios mínimos o menos, y éste tampoco es el que cuenta con acceso a internet en las condiciones indispensables para ver una película. De nuevo en los hechos y no en las estadísticas, todo lo anterior significa que, para un porcentaje altísimo de la población de este país, no hay más cine
que aquel ofrecido por la muy repetitiva, muy agringada, bastante insulsa, marcadamente mocha –además de censuradora– y nulamente propositiva oferta cinematográfica de la televisión y, de ésta, especialmente la llamada “abierta”, pues los servicios de televisión restringida –cuya oferta fílmica tampoco es ningún dechado de variedad ni de calidad–, tan focalizados y económicamente tan inaccesibles como las propias salas cinematográficas, están dirigidos al mismo segmento socioeconómico que sí puede y acostumbra ir al cine. El hecho de que las anteriores distorsiones estructurales en materia cinematográfica hayan sido, desde hace ya demasiado tiempo, inercialmente asimiladas como si fueran el estado natural –vale decir, inevitable, inalterable– de las cosas, ha impedido identificar y llamar por su nombre a la principal causa por la cual en este país prevalece una deplorable cultura cinematográfica, por culpa de la cual somos el eterno paraíso del blockbuster palomitero, siempre dispuesto a consumir lo que nos pongan enfrente y ser el origen de un elevado porcentaje de las ganancias obtenidas por las grandes productoras transnacionales, en detrimento de las locales que, salvo excepciones como las ocurridas en 2013, jamás ven la suya. Esas distorsiones también son, por consecuencia, la causa de que el cine mexicano sea idénticamente marginal al público que lo ve, lo conoce, lo aprecia –bien o mal–, lo solicita y, para el caso actual, lo llega a echar de menos. Causa múltiple, en la que desempeña un papel todo lo mencionado hasta este punto: costos prohibitivos, accesibilidad inequitativa, una oferta fílmica particularmente ramplona pero avalada por la reiteración, y una contraoferta que no lo es, porque sus limitaciones de infraestructura –caso de los cineclubes– o sus condicionamientos de mercado –caso de la televisión– se lo impiden •
CINEXCUSAS
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CASA SOSEGADA
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ENSAYO
L
a primera vez fue en abril de 1982. Con Óscar Castro nos habíamos propuesto programar en la unam una serie de conferencias sobre literatura colombiana a propósito de los veinte años del último número de la revista Mito. Álvaro Mutis propuso que nos reuniéramos en la casa de García M á rq u e z p a r a t r a t a r e l t e m a . Ta n t o M u t i s como Gabo nos remitieron con el poeta mexicano Marco Antonio Campos y el crítico literario Evodio Escalante, quienes nos ayudarían con la divulgación y serían también conferencistas. En este primer encuentro fue notable el entusiasmo de Gabo por llamar la atención sobre el trayecto histórico de la literatura colombiana y, sobre todo, por rendir un homenaje a Jorge Gaitán Durán. Gabo publicó por primera vez en una separata de Mito la novela El coronel no tiene quien le escriba; se publicó también en esta revista el cuento “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”, escrito rescatado de la caneca de la basura por Gaitán Durán y que Gabo había desechado como un fragmento de borrador de La hojarasca, ya publicada por entonces. La segunda vez fue también en 1982, meses antes del Premio Nobel. Con Óscar C a s t ro , J o rg e B u s t a m a n t e y R i c a rd o Cuéllar ingresamos algún día al Café Ópera, café emblemático por el agujero que se conserva como señal del disparo de Pancho Villa durante la Revolución. Allí estaba García Márquez solo, con una copa de vino tinto; no quisimos molestarle la soledad, pero al reconocernos se integró a la mesa. Antes del Premio Nobel este era el café más frecuentado por Gabo en Ciudad de México. Nos habló de manera elocuente de la figura de Pancho Villa y la majestuosidad histórica de México, de López Velarde, de quien recitó un par de poemas, y de los narradores de la Revolución, sin perder de vista a Rulfo. En el año 1985 Hernando Motato estaba escribiendo la tesis de doctorado en la unam en torno a El otoño del patriarca. Le dije que a Gabo le encantaría saberlo, porque le gustaba informarse sobre lo que investigaban de su obra. Lo llamamos y nos recibió en su casa en esas horas de la mañana cuando hacía el remanso en su escritura. De la impresora se desprendían hojas en serie; se trataba de la primera versión de El amor en los tiempos del cólera. Su computadora siempre fue Apple, renovada con la periodicidad del desarrollo tecnológico; esta máquina pudo haber evitado muchos sufrimientos a los escritores en el trabajo de corregir, nos dijo; es la magia, le damos una orden en el teclado y corrige lo que le pedimos; tuve que corregir un nombre en toda la novela y en un minuto lo hizo. Su entusiasmo era notable al mostrarnos lo que iba saliendo de la impresora. Tomamos café y él tomó agua mientras conversábamos.
22 de junio de 2014 • Número 1007 • Jornada Semanal
Mario Rey realizó varios festivales sobre la cultura y la literatura colombiana durante varios años en México, mientras existió su revista La Casa Grande, cuyo nombre rinde tributo a la n o v e l a d e C e p e d a S a m u d i o , d e l G ru p o d e Barranquilla. En 1997 participaron en el festival, entre otros, William Ospina, Luz Mary Giraldo y Fernando Herrera. Por esos años se había fortalecido la amistad entre William y Gabo. William concertó una cita con Gabo en la librería Gandhi, en San Ángel, hacia las siete de la noche. Esperamos a Gabo en el interior de la librería y al
Una memoria prodigiosa Fabio Jurado Valencia
llegar subimos a la cafetería. Se conversó sobre política y sobre la situación del país; Gabo lanzaba nombres de presidentes posibles que podrían detener nuestras guerras. Unas señoras sesentonas, sonrojadas, le pidieron autógrafos en libros suyos que habían comprado cuando descubrieron su presencia. Gabo se levantó y las abrazó; se sonrojaron más, les temblaban las manos y sólo dijeron que lo querían mucho mientras le hacían la venia. Luego vino un señor con otro libro a pedir la firma; vean ustedes, nos dijo Gabo, cuando vengo se agotan los libros. Luego nos ordenó: vamos a salir; Fernando va adelante; William después; yo voy detrás y por último Fabio. Nos pareció raro pero fue la mejor evidencia de la timidez de Gabo, pues no se sentía bien como sujeto de las miradas; Gabo tenía una timidez aguda que permaneció en él desde la escuela hasta su muerte; por eso no daba conferencias, pero se sentía bien con los círculos pequeños de amigos y conocidos y, sobre todo, con los escritores jóvenes. Aquella noche es la que más recuerdo como testigo de la memoria prodigiosa, como se infiere en sus memorias y en sus crónicas. En la cocina de su casa junto con su esposa y una amiga cercana al poeta Francisco Cervantes, de quien Gabo expresó su preocupación porque hacía años no lo veía y sabía que tenía problemas de salud, bebiendo un mezcal formidable, surgió un contrapunteo de versos entre Gabo y William; comenzó Gabo con unos versos de Jorge Manrique ‒“Coplas por la muerte de su padre”‒ y William complementó con otros versos de este poema que está a tono con lo que nos ha ocurrido el jueves santo de 2014. Luego Gabo soltó unos versos de San Juan de la Cruz y William respondió con unos de Santa Teresa; después Gabo introdujo a Quevedo y William a Góngora para saltar luego a la poesía colombiana con Silva y los piedracielistas… En los intervalos Gabo bailaba, abrazado a sí mismo, los boleros de Bienvenido Granda y Celio González, a la vez que los cantaba. Yo no conocía de William Ospina esa también memoria prodigiosa. No se os haga tan amarga la batalla temerosa que esperáis, pues otra vida más larga de la fama gloriosa acá dejáis. Aunque esta vida de honor tampoco no es eternal ni verdadera; mas, con todo, es muy mejor que la otra temporal, perescedera. Jorge Manrique (siglo xv )
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