EL ACOSO SEXUAL
Las palabras no son suficientes. Expresar las emociones
que
aprisionan
sistemáticamente
la
mente y la vida de una víctima de acoso sexual no se consigue únicamente con palabras. La relación de violencia que el acosador mantiene en la mente de su víctima abarca todo su espacio emocional. La afectividad
que
durante
tanto
tiempo
ha
sido
puente de encuentro con la familia, los amigos, la pareja o desconocidos toma una nu eva dimensión, se vuelve táctil. Una cárcel sin barrotes surge de la nada
para
encarcelar
los
sentimientos
más
profundos. Y se bloquean las emociones, aquellas de las que están hechas las personas. Se bloquean desde el interior, desde la mente intervenida. Es así que la
indefensión,
como
concepto,
deja
de
ser
una
palabra, para convertirse de repente en una nueva emoción, un sentimiento, más perverso si cabe que la propia violencia que genera. En el horizonte, los territorios de la náusea. Todo el ser de la persona se vuelve vulnerable e indefenso.
Por eso las palabras no son suficientes. No es suficiente
con
decir
prisión,
cárcel,
vulnerable,
manipulación, rabia, rencor, frustración, soledad o todo aquello que se nos ocurra. El acoso sexual es todo eso, y mucho más. Es una mente intervenida en su
esencia.
Un
bloqueo
sistemático
de
aquellas
emociones que hacen a una persona ser lo que es, sustituidas
por
estructuras
emocionales
foráneas
destinadas a convertirla en accesible, esclava de sus propias pasiones. Y no es baladí lo que digo. Porque el acosador es una persona sin alma, no es como la gente normal. El placer de la caza, es lo que le mueve. Y lo que caza no son cuerpos, sino la mente de sus víctimas, aquel espacio donde habitan sus
pasiones,
para
domestic arlas.
Nada
menos.
Esclavizar es el objetivo final del acoso. Es
por
eso
que
digo
una
vez
más,
que
las
palabras no son suficientes para explicar todo lo que hay detrás de una relación de acoso sexual. Tendríamos que hablar de alianzas, estrategias, afinidades
perversas
encaminadas
a
limitar
los
recorridos emocionales de la vida de la víctima, sus deseos,
sus
ocultas
pasiones;
y
aun
así
nos
quedaríamos cortos. Hablaríamos de una manada de
lobos
acosando
sin
tregua
y
sin
piedad,
insistentemente, calculando lo s movimientos de su presa, acechándola desde el corazón mismo de su memoria y sus emociones. Porque el acosador no trabaja solo. La
estrategia de acoso se diseña, se
perfila, ajusta, modifica y adapta a la estructura emocional de cada víctima desde el co razón mismo de las emociones, desde la mente perversa de un cazador implacable y una cuadrilla de caza. Ninguna
palabra,
oración,
frase,
grupo
de
frases o texto define por completo lo que significa el acoso
sexual.
Su
reino
pertenece
a
un
mundo
oscuro, secreto, sin alma……
Alfredo Valín-Méndez
Agosto de 2014