Mozárabes 3

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La Mozarabía y el rito Mozárabe en Toledo

Por: José Arroba Martín-Delgado


La Mozarabía y el Rito Mozárabe en Toledo La guerra civil provocada por la sucesión de Witiza como rey de la Hispania Visigoda, que quería imponer en el trono a su hijo Aguila, en contra de la tradición electiva de los reyes godos provocaría a la postre la invasión musulmana en el 711. Rodrigo, rey electo ese mismo año, se vería traicionado por los partidarios witizanos y sería derrotado en Guadalete por Muzza. El autor de la crónica mozárabe del año 754 describe con claridad este ambiente de guerra civil que precedería a la conquista de Toledo . Lo refleja en el ambiente despótico del arzobispo de Toledo Sideredo hacia los electores eclesiásticos, obedeciendo al propio Witiza, para que votaran como sucesor suyo a su propio hijo Aguila. Pero estas bajezas de Sideredo no pararían aquí, y tendrían su culminación con su huida cobarde cuando los musulmanes llegan a Toledo, abandonando a sus ovejas en contra de la Ley Canónica que obliga a los obispos a correr la misma suerte que sus feligreses.

Imagen del rey Witiza

Imagen del Rey D. Rodrigo

La población musulmana en la antigua capital del reino visigodo configurará unos nuevos poderes completamente ajenos a la herencia y la continuidad de la civilización anterior. Ante el temor a una sublevación de la mayoría de la población cristiana, otorgaron consentimiento a las prácticas religiosas cristianas y a una especie de apargeit donde los grandes nobles godos , que habían colaborado con el bando witizano y ayudado mediante la traición al rey legítimo D. Rodrigo, conservaran sus propiedades. La Crónica Mozárabe refleja la desgracia que supuso para los cristianos toledanos el abandono de su obispo Cideredo, pues los árabes trajeron consigo a Oppas, hermano de Aguila e hijo de Witiza, traidor al reino, que era el obispo metropolitano de Sevilla. Este se hizo ilegalmente con la Sede Primada toledana y de unos poderes para los que carecía de legitimidad. La situación de división entre el pueblo y el clero toledano sobre la imposición del obispo Oppas provocó profundos trastornos y divisiones en la Iglesia Toledana, que irradió a su vez a toda la Iglesia de España. Nada mejor para los nuevos invasores que esas causas de desunión y división en la Institución mas importante en manos de los antiguos detentadores del poder. Crónica Mozárabe


No sabemos porqué pero Oppas duró poco como obispo de Toledo. Si parece que fue capturado en la campaña en que los árabes quisieron apoderarse de los lugares donde se habían refugiado buena parte de la nobleza y clero visigodo fiel a Rodrigo, en el norte de la Cordillera Cantábrica, en lo que hoy es Asturias, y donde en una especie de escaramuza, más propia de una guerra de guerrillas, aprovechando las montañas, el caudillo godo D. Pelayo derrotó por primera vez a los árabes en Covadonga. Lo cierto es que entre el 718 y el 720 el obispado de Toledo estaba gobernado por Freodario que tiene como ayudantes a Urbano y Evencio. Fue una época dura para los cristianos D. Pelayo tras la victoria de Covadonga toledanos tuvieron que ceder pues la mitad de la catedral de Santa María al culto árabe y aceptar servidumbres como la obligación de acoger en iglesias y monasterios a musulmanes indigentes, peregrinos y caminantes y darles comida y aposento durante tres días sin pago alguno , debiendo permanecer abiertos durante día y noche. En esta situación muchas órdenes religiosas deciden con nocturnidad abandonar Toledo y marcharse al norte de España donde el poder árabe o no había llegado o era muy escaso. Así tenemos noticia como un monasterio toledano completo se traslada al norte en el 757 y como el rey asturiano Fruela I les dona el monasterio de San Julián de Samos en Galicia. Sin embargo el pueblo no tenía estas posibilidades y los musulmanes tampoco estaban por hacer en principio un exceso de proselitismo, pues ellos eran pocos y les interesaba sobremanera mantener a los habitantes sobre el terreno, para la recaudación del botín y fundamentalmente el pago de impuestos que como no creyentes exigían. Tampoco por otro lado deseaban la conversión ya que ello equipararía a los cristianos con los musulmanes socialmente y dejarían de pagar tributos. En este ambiente llega a la silla toledana un noble visigodo que debió nacer en torno al año 700 llamado Cixila. Se cree que descendía directamente de la familia real de Rodrigo

Arzobispo Cixila según la tabla que lo representa en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo. Sala Capitular de la Catedral de Toledo con la imagen de todos los arzobispos toledanos.


Como Arcedianao de la Catedral Cixila tuvo a un hombre culto llamado Evancio. La crónica mozárabe atribuye a estos dos hombres, a su entrega y ejemplo el papel de haber mantenido el ánimo de los toledanos cristianos en condiciones tan duras y desfavorables. Cixila escribió una obra donde se narra la vida de San Ildefonso, su predecesor en la silla toledana en los tiempos del rey Recesvinto (560-576), cuando se produce la unificación religiosa de la España visigoda entre los católicos hispanorromanos con la herejía de los visigodos, el arrianismo, a favor de la primera. Igualmente describe el en la obra el encuentro de San Ildefonso, de forma milagros, del sepulcro de Santa Leocadia, hoy patrona de Toledo. Podemos decir que Cixila fue la cabeza toledana de la estirpe mozárabe, o cristianos que permanecieron fieles a la fe de Cristo durante la ocupación musulmana y en territorio musulmán, sin adjurar de su fe, a pesar de las presiones musulmanas para ser ellos quienes tuvieran el privilegio de nombrar entre los nobles godos, como obispos, a quienes les fueran Cixila será el gran aglutinador de esfuerzos en torno al favorables. mantenimiento de la tradición, en un estado de ocupación, de los elementos del primer estado propiamente hispánico, surgido de la fusión durante algo más de dos siglos de los fundamentos de raíz germánica de los visigodos, con la cultura hispanorromana. Todo ello reflejado en el mantenimiento interno de una legislación como el Fuero Juzgo y de una ritualidad como el Rito Mozárabe como quintaesencia de las creencias, costumbres y legislación heredadas del antiguo reino visigodo. La mozarabía es pues el bastión de resistencia desde dentro del propio estado islámico de Al-Andalus que forjó la conciencia tradicional mediante el mantenimiento de los rituales litúrgicos y manifestaciones culturales, superponiéndose a las influencias árabes desde el año 711, y tras la conquista de Toledo por Alfonso VI de Castilla en 1085 a las propias del Rito Romano prevaleciente en toda Europa. Alfonso VI de Castilla conquista Toledo en 1085 y al entrar por la puerta de Bisagra se considera así mismo rey de España en recuerdo de aquel estado unitario que representaba Toledo como capital del mismo. En agradecimiento por la ayuda recibida por los mozárabes en la conquista y expulsión musulmana firma en 1101 El Fuero Mozárabe de Toledo que equiparaba a los mozárabes al resto de los castellanos, dándoles la posibilidad del ascenso social, que entonces consistía en el acceso a la nobleza. Aunque ya existía entre los mozárabes la categoría de milites o caballeros, con el Fuero podrían acceder todos los mozárabes con la única condición de tener caballo y estar dispuesto a participar en la guerra e integrarse en la milicia toledana si se necesitara ( Caballeros villanos) . El hecho de ingresar en esta escala social comportaba notables beneficios como la inmunidad contra la posibilidad de ser despojados por el rey de sus propiedades, la exención de pagar el


impuesto del Portazgo para entrar o sacar mercancías de la ciudad y la décima (10%) para sus mercancías y bienes. Este cambio de status era enorme frente al anterior con los musulmanes, pues con estos eran tributarios netos que debían comprar su libertad pagando impuestos a veces abusivos para comprar su libertad, individual, religiosa y el derecho a tener negocios y vivienda, y ahora podían gozar de libertad religiosas y exenciones fiscales protegidas por el rey. Por todo ello fluyeron hacia Toledo gran cantidad de mozárabes de las zonas aún en poder de los musulmanes durante el siglo XII azuzados además por el resurgir de los fundamentalismos islámicos implantados por las invasiones almoravides y almohades desde el norte de África. Tras la conquista de Toledo con Alfonso VI y de Valencia, tomada por el Cid, los diferentes reyes taifas musulmanes pagan enormes parias (dinero en oro y plata) a Castilla para no ser conquistados. La división interna y la relajación de las costumbres religiosas y el incumplimiento con los preceptos del Corán, estaban dando a los cristianos la oportunidad de acabar con la ocupación musulmana en poco tiempo. La conquista de Toledo había sido un golpe psicológico muy positivo para las huestes católicas por la recuperación de la antigua capital del reino y muy negativa para los musulmanes que veían en la pérdida de Toledo un bastión fundamental que facilitaría el paso para la conquista del sur peninsular. Por todo ello el rey de la taifa Sevillana se dirige al rey almoravide pidiéndole ayuda en estos términos: (Alfonso VI) ha venido pidiéndonos púlpitos, minaretes, mihrabs y mezquitas para levantar en ellas cruces y que sean regidos por sus monjes [...] Dios os ha concedido un reino en premio a vuestra Guerra Santa y a la defensa de Sus derechos, por vuestra labor [...] y ahora contáis con muchos soldados de Dios que, luchando, ganarán en vida el paraíso. En septiembre del 1086 los almoravides con Yusuf a la cabeza desembarcan en la Península. Su avance es fulminante y derrotan a Alfonso VI en Consuegra y Uclés. El camino hacia Toledo estaba tiro de piedra. Consuegra se encuentra a 60 Km de Toledo. Sin embargo la capital resiste aunque los combates se desarrollan en sus mismas puertas desde el bastión defensivo del Castillo de San Servando. El ir y venir de la frontera durará cien años aunque jamás Toledo volverá a caer en manos musulmanas. Esa necesidad de pobladores para la defensa hace que se fomente la llegada a Toledo de mozárabes provenientes de Andalucía y que el propio rey, como hemos dicho acabará reconociendo sus servicios con la concesión del Fuero. Igualmente los reyes castellanos sucesivos fueron conscientes de la importancia del elemento mozárabe Castillo de San Servando, sobre un cerro al mismo borde del río Tajo y que fue la fortaleza que evito la caída de nuevo de Toledo durante esos largos 100 años en que en manos musulmanas la frontera estuvo tan cerca de la capital y las diferencias protegieron el culto mozárabe con respecto al impuesto por Roma del Rito Romano, reafirmando su permiso para la realización de dicho culto en las 6 parroquias toledanas que había reglado el rey Alfonso VI. Los reyes castellanos


evitaban hacer referencia alguna en documentos y normas para que Roma no se enterase de su tolerancia con respecto a esta singular y antiquísima liturgia emanada de la época visigoda. El rito hispano mozárabe es pues la manera propia de celebrar la Liturgia durante el tiempo que va desde la época visigoda hasta la actualidad. Se utiliza primero por los hispanorromanos, luego por los visigodos tras la conversión de Recaredo y su abandono del arrianismo, y tras ello por los cristianos que permanecieron aislados dentro de territorio musulmán, donde la nueva Liturgia aprobada en 1080 por el Papa Clemente VII no llegaba a pesar de la firme decisión de Roma de implantarla. Aragón, Castilla y León, no sin resistencia, la aceptaron, desapareciendo el rito español de estos reinos y sólo conservándose en la península por la tradición mozárabe en territorio musulmán. Con la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085, por expreso deseo del rey se permite su Caballeros mozárabes en la procesión del Corpus supervivencia limitado a 6 parroquias toledanas como hemos visto anteriormente. En el siglo XVI, ante el temor a su dispersión y pérdida el Cardenal Cisneros decide recoger en un Misal esas tradiciones, y manda construir en la misma catedral de Toledo una Capilla para su realización, la Capilla Mozárabe.

Entrada a la Capilla Mozárabe de la Catedral de Toledo construida por Cisneros

Detalle de los frescos del interior de la Capilla Mozárabe con escenas de la conquista de la plaza fuerte de Orán en el Norte de África en la Regencia de Cisneros en Castilla.

De esta manera aquel rito unificado en los Concilios III y IV de Toledo de los años 589 y 633 respectivamente en época visigoda, y modificado ligeramente por Cisneros en el siglo XVI y por el Cardenal Lorenzana en el XVIII ha llegado hasta nosotros. En 1988 la Conferencia Episcopal española decide introducir alguna pequeña modificación que permita una mayor cercanía con el pueblo cristiano desde el respeto a la tradición. Durante todos estos siglos un grupo de familias toledanas agrupadas por la singular condición que poseen y por el reconocimiento de los sucesivos reyes castellanos y españoles han mantenido viva su mozarabía, bajo la pastoral de los diferentes Arzobispos de Toledo, considerados Superiores del Rito mozárabe como incluso la Santa sede ha tenido que reconocer recientemente.


De aquellas 6 parroquias toledanas autorizadas por Alfonso VI a cultivar el Rito Mozárabe hoy las más interesantes que quedan, aparte de la citada Capilla de la Catedral, son las de Santa Justa y Rufina y la de Santa Eulalia, donde aún se celebran misas en rito Hispano Mozárabe.

Detalle del ábside mudéjar de la parroquia de Santa Justa y Rufina. En la pared contigua es de destacar los restos que ha dejado de grafiti algún asno disgregador de los que estamos criando actualmente con forma humana y cabeza asnal.

Detalle de la pared de Santa Justa y Rufina donde quedan restos de un arco de herradura de la época musulmana.

Fachada de la pequeña Iglesia de Santa Eulalia que ha tenido diversas reformas, no así su interior. Ábside central de Santa Eulalia y en primer término un capitel corintio con hojas de acanto. Pueden ver cantos hispano mozárabes recogidos por Cisneros en su cantoral para la misa aquí: https://www.youtube.com/watch?v=TWTo7gnkSLo


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